Evangelio del día: Jesús sufre la tentación

Evangelio del día: Jesús sufre la tentación

Lucas 4, 1-13.  Primer Domingo del Tiempo de Cuaresma. Acordémonos de esto: en el momento de la tentación, de nuestras tentaciones, nada de diálogo con Satanás, sino siempre defendidos por la Palabra de Dios. Y esto nos salvará.

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan». Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura: «El hombre no vive solamente de pan»». Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: «Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto»». Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden». Y también: «Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra»». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios»». Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Libro del Deuteronomio, Dt 26, 4-10

Salmo: 91(90), 1-2.10-15

Segunda lectura: Carta de san Pablo a los Romanos, Rom 10, 8-13

Oración introductoria

Padre Santo, si en tu plan de salvación permitiste que Jesús fuera tentado, no puedo pedir que yo no lo sea, pero humilde y confiadamente te suplico que esas posibles tentaciones se conviertan en medios para acercarme más a Ti, porque creo en Ti, confío en tu misericordia y te amo.

Petición

Señor, que esta oración me ilumine y me fortalezca para saber vencer, por amor a Ti, la tentación.

Meditación del Santo Padre Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio del primer domingo de Cuaresma presenta cada año el episodio de las tentaciones de Jesús, cuando el Espíritu Santo, que descendió sobre Él después del bautismo en el Jordán, lo llevó a afrontar abiertamente a Satanás en el desierto, durante cuarenta días, antes de iniciar su misión pública.

El tentador busca apartar a Jesús del proyecto del Padre, o sea, de la senda del sacrificio, del amor que se ofrece a sí mismo en expiación, para hacerle seguir un camino fácil, de éxito y de poder. El duelo entre Jesús y Satanás tiene lugar a golpes de citas de la Sagrada Escritura. El diablo, en efecto, para apartar a Jesús del camino de la cruz, le hace presente las falsas esperanzas mesiánicas: el bienestar económico, indicado por la posibilidad de convertir las piedras en pan; el estilo espectacular y milagrero, con la idea de tirarse desde el punto más alto del templo de Jerusalén y hacer que los ángeles le salven; y, por último, el atajo del poder y del dominio, a cambio de un acto de adoración a Satanás. Son los tres grupos de tentaciones: también nosotros los conocemos bien.

Jesús rechaza decididamente todas estas tentaciones y ratifica la firme voluntad de seguir la senda establecida por el Padre, sin compromiso alguno con el pecado y con la lógica del mundo. Mirad bien cómo responde Jesús. Él no dialoga con Satanás, como había hecho Eva en el paraíso terrenal. Jesús sabe bien que con Satanás no se puede dialogar, porque es muy astuto. Por ello, Jesús, en lugar de dialogar como había hecho Eva, elige refugiarse en la Palabra de Dios y responde con la fuerza de esta Palabra. Acordémonos de esto: en el momento de la tentación, de nuestras tentaciones, nada de diálogo con Satanás, sino siempre defendidos por la Palabra de Dios. Y esto nos salvará. En sus respuestas a Satanás, el Señor, usando la Palabra de Dios, nos recuerda, ante todo, que «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4, 4; cf. Dt 8, 3); y esto nos da fuerza, nos sostiene en la lucha contra la mentalidad mundana que abaja al hombre al nivel de las necesidades primarias, haciéndole perder el hambre de lo que es verdadero, bueno y bello, el hambre de Dios y de su amor. Recuerda, además, que «está escrito también: «No tentarás al Señor, tu Dios»» (v. 7), porque el camino de la fe pasa también a través de la oscuridad, la duda, y se alimenta de paciencia y de espera perseverante. Jesús recuerda, por último, que «está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él sólo darás culto»» (v. 10); o sea, debemos deshacernos de los ídolos, de las cosas vanas, y construir nuestra vida sobre lo esencial.

Estas palabras de Jesús encontrarán luego confirmación concreta en sus acciones. Su fidelidad absoluta al designio de amor del Padre lo conducirá, después de casi tres años, a la rendición final de cuentas con el «príncipe de este mundo» (Jn 16, 11), en la hora de la pasión y de la cruz, y allí Jesús reconducirá su victoria definitiva, la victoria del amor.

Queridos hermanos, el tiempo de Cuaresma es ocasión propicia para todos nosotros de realizar un camino de conversión, confrontándonos sinceramente con esta página del Evangelio. Renovemos las promesas de nuestro Bautismo: renunciemos a Satanás y a todas su obras y seducciones —porque él es un seductor—, para caminar por las sendas de Dios y llegar a la Pascua en la alegría del Espíritu (cf. Oración colecta del IV Domingo de Cuaresma, Año A).

Santo Padre Francisco

Ángelus del I Domingo de Cuaresma, 9 de marzo de 2014

Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI

Las tentaciones de Jesús y la conversión por el Reino de los Cielos

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, miércoles de Ceniza, empezamos el tiempo litúrgico de Cuaresma, cuarenta días que nos preparan a la celebración de la Santa Pascua; es un tiempo de particular empeño en nuestro camino espiritual. El número cuarenta se repite varias veces en la Sagrada Escritura. En especial, como sabemos, recuerda los cuarenta años que el pueblo de Israel peregrinó en el desierto: un largo período de formación para convertirse en el pueblo de Dios, pero también un largo período en el que la tentación de ser infieles a la alianza con el Señor estaba siempre presente. Cuarenta fueron también los días de camino del profeta Elías para llegar al Monte de Dios, el Horeb; así como el periodo que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su vida pública y donde fue tentado por el diablo. En la catequesis de hoy desearía detenerme precisamente en este momento de la vida terrena del Señor, que leeremos en el Evangelio del próximo domingo.

Ante todo el desierto, donde Jesús se retira, es el lugar del silencio, de la pobreza, donde el hombre está privado de los apoyos materiales y se halla frente a las preguntas fundamentales de la existencia, es impulsado a ir a lo esencial y precisamente por esto le es más fácil encontrar a Dios. Pero el desierto es también el lugar de la muerte, porque donde no hay agua no hay siquiera vida, y es el lugar de la soledad, donde el hombre siente más intensa la tentación. Jesús va al desierto y allí sufre la tentación de dejar el camino indicado por el Padre para seguir otros senderos más fáciles y mundanos (cf. Lc 4, 1-13). Así Él carga nuestras tentaciones, lleva nuestra miseria para vencer al maligno y abrirnos el camino hacia Dios, el camino de la conversión.

Reflexionar sobre las tentaciones a las que es sometido Jesús en el desierto es una invitación a cada uno de nosotros para responder a una pregunta fundamental: ¿qué cuenta de verdad en mi vida? En la primera tentación el diablo propone a Jesús que cambie una piedra en pan para satisfacer el hambre. Jesús rebate que el hombre vive también de pan, pero no sólo de pan: sin una respuesta al hambre de verdad, al hambre de Dios, el hombre no se puede salvar (cf. vv. 3-4). En la segunda tentación, el diablo propone a Jesús el camino del poder: le conduce a lo alto y le ofrece el dominio del mundo; pero no es éste el camino de Dios: Jesús tiene bien claro que no es el poder mundano lo que salva al mundo, sino el poder de la cruz, de la humildad, del amor (cf. vv. 5-8). En la tercera tentación, el diablo propone a Jesús que se arroje del alero del templo de Jerusalén y que haga que le salve Dios mediante sus ángeles, o sea, que realice algo sensacional para poner a prueba a Dios mismo; pero la respuesta es que Dios no es un objeto al que imponer nuestras condiciones: es el Señor de todo (cf. vv. 9-12). ¿Cuál es el núcleo de las tres tentaciones que sufre Jesús? Es la propuesta de instrumentalizar a Dios, de utilizarle para los propios intereses, para la propia gloria y el propio éxito. Y por lo tanto, en sustancia, de ponerse uno mismo en el lugar de Dios, suprimiéndole de la propia existencia y haciéndole parecer superfluo. Cada uno debería preguntarse: ¿qué puesto tiene Dios en mi vida? ¿Es Él el Señor o lo soy yo?

Superar la tentación de someter a Dios a uno mismo y a los propios intereses, o de ponerle en un rincón, y convertirse al orden justo de prioridades, dar a Dios el primer lugar, es un camino que cada cristiano debe recorrer siempre de nuevo. «Convertirse», una invitación que escucharemos muchas veces en Cuaresma, significa seguir a Jesús de manera que su Evangelio sea guía concreta de la vida; significa dejar que Dios nos transforme, dejar de pensar que somos nosotros los únicos constructores de nuestra existencia; significa reconocer que somos creaturas, que dependemos de Dios, de su amor, y sólo «perdiendo» nuestra vida en Él podemos ganarla. Esto exige tomar nuestras decisiones a la luz de la Palabra de Dios. Actualmente ya no se puede ser cristiano como simple consecuencia del hecho de vivir en una sociedad que tiene raíces cristianas: también quien nace en una familia cristiana y es formado religiosamente debe, cada día, renovar la opción de ser cristiano, dar a Dios el primer lugar, frente a las tentaciones que una cultura secularizada le propone continuamente, frente al juicio crítico de muchos contemporáneos.

Las pruebas a las que la sociedad actual somete al cristiano, en efecto, son muchas y tocan la vida personal y social. No es fácil ser fieles al matrimonio cristiano, practicar la misericordia en la vida cotidiana, dejar espacio a la oración y al silencio interior; no es fácil oponerse públicamente a opciones que muchos consideran obvias, como el aborto en caso de embarazo indeseado, la eutanasia en caso de enfermedades graves, o la selección de embriones para prevenir enfermedades hereditarias. La tentación de dejar de lado la propia fe está siempre presente y la conversión es una respuesta a Dios que debe ser confirmada varias veces en la vida.

Sirven de ejemplo y de estímulo las grandes conversiones, como la de san Pablo en el camino de Damasco, o san Agustín; pero también en nuestra época de eclipse del sentido de lo sagrado, la gracia de Dios actúa y obra maravillas en la vida de muchas personas. El Señor no se cansa de llamar a la puerta del hombre en contextos sociales y culturales que parecen engullidos por la secularización, como ocurrió con el ruso ortodoxo Pavel Florenskij. Después de una educación completamente agnóstica, hasta el punto de experimentar auténtica hostilidad hacia las enseñanzas religiosas impartidas en la escuela, el científico Florenskij llega a exclamar: «¡No, no se puede vivir sin Dios!», y cambió completamente su vida: tanto que se hace monje.

Pienso también en la figura de Etty Hillesum, una joven holandesa de origen judío que morirá en Auschwitz. Inicialmente lejos de Dios, le descubre mirando profundamente dentro de ella misma y escribe: «Un pozo muy profundo hay dentro de mí. Y Dios está en ese pozo. A veces me sucede alcanzarle, más a menudo piedra y arena le cubren: entonces Dios está sepultado. Es necesario que lo vuelva a desenterrar» (Diario, 97). En su vida dispersa e inquieta, encuentra a Dios precisamente en medio de la gran tragedia del siglo XX, la Shoah. Esta joven frágil e insatisfecha, transfigurada por la fe, se convierte en una mujer llena de amor y de paz interior, capaz de afirmar: «Vivo constantemente en intimidad con Dios».

La capacidad de oponerse a las lisonjas ideológicas de su tiempo para elegir la búsqueda de la verdad y abrirse al descubrimiento de la fe está testimoniada por otra mujer de nuestro tiempo: la estadounidense Dorothy Day. En su autobiografía, confiesa abiertamente haber caído en la tentación de resolver todo con la política, adhiriéndose a la propuesta marxista: «Quería ir con los manifestantes, ir a prisión, escribir, influir en los demás y dejar mi sueño al mundo. ¡Cuánta ambición y cuánta búsqueda de mí misma había en todo esto!». El camino hacia la fe en un ambiente tan secularizado era particularmente difícil, pero la Gracia actúa igual, como ella misma subrayara: «Es cierto que sentí más a menudo la necesidad de ir a la iglesia, de arrodillarme, de inclinar la cabeza en oración. Un instinto ciego, se podría decir, porque no era consciente de orar. Pero iba, me introducía en la atmósfera de oración…». Dios la condujo a una adhesión consciente a la Iglesia, a una vida dedicada a los desheredados.

En nuestra época no son pocas las conversiones entendidas como el regreso de quien, después de una educación cristiana, tal vez superficial, se ha alejado durante años de la fe y después redescubre a Cristo y su Evangelio. En el Libro del Apocalipsis leemos: «Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (3, 20). Nuestro hombre interior debe prepararse para ser visitado por Dios, y precisamente por esto no debe dejarse invadir por los espejismos, las apariencias, las cosas materiales.

En este tiempo de Cuaresma, en el Año de la fe, renovemos nuestro empeño en el camino de conversión para superar la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos y para, en cambio, hacer espacio a Dios, mirando con sus ojos la realidad cotidiana. La alternativa entre el cierre en nuestro egoísmo y la apertura al amor de Dios y de los demás podríamos decir que se corresponde con la alternativa de las tentaciones de Jesús: o sea, alternativa entre poder humano y amor a la Cruz, entre una redención vista en el bienestar material sólo y una redención como obra de Dios, a quien damos la primacía en la existencia. Convertirse significa no encerrarse en la búsqueda del propio éxito, del propio prestigio, de la propia posición, sino hacer que cada día, en las pequeñas cosas, la verdad, la fe en Dios y el amor se transformen en la cosa más importante.

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Audiencia General del miércoles, 13 de febrero de 2013

Propósito

Aprendamos hoy la lección de Cristo y no le sigamos al juego a ese mentiroso y estafador. El demonio siempre nos pinta las cosas de «color de rosa» y nos engaña, como las sirenas a los navegantes. Nos vamos de bruces contra los acantilados y nos destroza. Ojalá aprendamos de nuestro Señor a afrontar la tentación como Él: con la oración, la vigilancia, el sacrificio -eso es el ayuno-, y la lucha tajante contra la tentación. No juguemos ni dialoguemos con Satanás. No permitamos las dudas ni las insinuaciones. Cortemos enseguida, como Cristo, poniendo por delante la obediencia pronta a la Palabra de Dios y al cumplimiento amoroso de su Voluntad en las pequeñas circunstancias de nuestra vida de todos los días. ¡Éste puede ser un buen propósito para iniciar la Cuaresma!

Diálogo con Cristo

Señor, ayúdame a ver todos los sucesos de mi vida en la perspectiva de la eternidad. Ver todo con tu mirada, para saber qué es lo que realmente tiene valor. Sólo al final de mi vida podré confirmar que todo tiene sentido y que la lucha por vivir el Evangelio vale la pena, pero ahora sé que nunca me voy arrepentir de lo que haya hecho por amor a Ti, ¡gracias por darme la certeza de mi fe!

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Evangelio del día en «Catholic.net»

Evangelio del día en «Evangelio del día»

Evangelio del día en «Orden de Predicadores»

Evangelio del día en «Evangeli.net»

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Recursos de catequesis sobre San Blas de Sebaste, obispo y mártir

Recursos de catequesis sobre San Blas de Sebaste, obispo y mártir

La Iglesia Universal conmemora el día 3 de febreroa un santo muy popular cual es San Blas, mártir, obispo de Sebaste.

La existencia de este santo armenio, su episcopado en Sebaste, su glorioso martirio, su culto antiguo extendido en la iglesia oriental y occidental, su fama de taumaturgo, la popularidad de su devoción son hechos plenamente históricos que la tradición cristiana ha encuadrado en la leyenda de San Blas, no del todo segura en cuanto a todos los detalles, por proceder de fuentes históricas que no remontan más allá del siglo IX aunque derivan de tradición y culto muy antiguos.

Cuatro son las Actas de San Blas que traen los bolandistas. De ellas extraemos la semblanza del Santo, que presentamos a continuación, modernizada y aumentada con notas históricas referentes a su vida, devoción y culto.

Nació San Blas en Armenia, en la ciudad de Sebaste, la actual Sivas, en la segunda mitad del siglo III. Según quieren algunos, fue médico. El ejercicio de la medicina de los cuerpos lo preparó y le dio a la vez ocasión para ejercer la medicina de las almas, exigida por su fervoroso proselitismo cristiano. Ponderan las Actas las virtudes de este ejemplar cristiano: su humildad. Mansedumbre. paciencia, devoción, castidad, inocencia; en una palabra, su santidad.

Estas virtudes contribuyeron a que, vacante el obispado de Sebaste, fuera propuesto por voz unánime del clero y pueblo para ocupar la sede.

Terribles eran las circunstancias. La persecución desencadenada por Diocleciano a principios del siglo IV y continuada por sus sucesores Galeno, Máximo y Daia y Licinio, se ensañó particularmente en la iglesia de Sebaste, e hizo allí ilustres mártires: San Eustracio y compañeros. San Carcerio y consortes, San Blas, los famosos cuarenta soldados mártires. Los cristianos vivían perseguidos y escondidos, como si fueran alimañas. San Blas fue el pastor prudente, celoso e intrépido elegido por la Providencia para presidir aquellas trágicas cuanto gloriosas circunstancias.

Escasas son las noticias que nos dan las Actas acerca de su gobierno pastoral. San Blas, oculto por la persecución, sostenía, alentaba y edificaba ocultamente a los cristianos con su palabra y con el ejemplo de su santa Vida.

Las Actas nos han conservado, sin embargo, un episodio que revela el temple apostólico del Santo. San Eustracio se encuentra en la cárcel condenado a próxima muerte. Sale su obispo del escondrijo; obtiene por amero el acceso a la prisión; besa emocionado las cadenas del confesor de Cristo; lo conforta; pasan toda la noche en celestiales coloquios; le administra la santa Eucaristía. Eustracio entrega a San Blas su testamento, confiándole la ejecución del mismo. Al rayar el alba se despiden dándose el ósculo de paz. San Blas vuelve a su escondite y Eustracio al día siguiente rubrica su fe con glorioso martirio.

Arreciando más la persecución bajo el prefecto Agrícola, comisionado por Licinio para exterminar el cristianismo, San Blas, siguiendo el consejo de Cristo, huye a las montañas (Armenia es país muy montañoso), y se refugia en una gruta del monte Argeo. Allí hace vida eremítica, entregado a la penitencia y a la contemplación, privado de todo consuelo humano, pero abundando en consuelos celestiales. Cual otro Moisés, ora San Blas en el monte por su dispersa y desolada grey.

La leyenda, al relatar la estancia de San Blas en las soledades del Argeo, nos describe escenas paradisiacas. Al perseguido por los hombres le hacen compañía las fieras, que se agrupan en tropel a la entrada de la gruta, esperando respetuosas a que el santo anacoreta termine su oración, para recibir de él su bendición y obtener también la curación de sus dolencias. Así lo encontraron los satélites del prefecto Agrícola en una cacería organizada por aquellos montes, quedando estupefactos ante el nunca visto espectáculo. Comunican el caso al prefecto y ordena éste que le traigan al obispo solitario.

En la noche precedente a la prisión se le aparece por tres veces el Salvador instándole para que le ofrezca el sacrificio, entendiendo San Blas que el Señor lo llamaba para ofrecer el cáliz del martirio. Se levanta, ofrece los sagrados misterios y se presentan los ministros del prefecto. «Salte de tu gruta. le dicen: el prefecto te flama». Responde el Santo a la citación con rostro sonriente y palabras cariñosas. «Bienvenidos seáis, hijitos míos. Me traéis una buena nueva. Vayamos prontamente. y sea con nosotros mi Señor Jesucristo que desea la hostia de mi cuerpo».

El traslado de San Blas a Sebaste constituyó una apoteosis popular. Las gentes, incluso los mismos paganos, acudían en tropel para presenciar el paso del santo obispo, implorando su bendición, el remedio de los males, la curación de las dolencias. San Blas, olvidado de su extrema necesidad propia, atendía a las súplicas, repartía bendiciones, encomendaba al Señor las necesidades.

De pronto. una madre le presenta a su hijo moribundo, a causa de una espina atravesaba en la garganta, clamando: ¡Siervo de Nuestro Salvador Jesucristo, apiádate de mi hijo; es mi único hijo! Compadecido San Blas, impone la mano sobre el agonizante, signa su garganta con la señal de la cruz, ora por Él…, y devuelve el niño, sano y salvo, a la desolada madre. Y dilatando su caridad a través del tiempo y del espacio, pide que cuantos recurran a su intercesión en trances semejantes obtengan la protección del cielo.

Presentado San Blas al prefecto, éste le propone con blandas palabras la renuncia al cristianismo y la adoración de los dioses. Rechaza San Blas con santa indignación la idolátrica propuesta. En consecuencia es apaleado terriblemente. El brutal castigo no arranca de San Blas tina queja.. Los esbirros, cansados, lo encierran en la cárcel.

Otro día intentan quebrantar su fortaleza suspendiéndolo de un madero y desgarrando sus carnes con garfios de hierro… Pero el santo pastor no habla de ofrecer solo el sacrificio; lo hablan de acompañar sus ovejas y corderos. Al volver a la prisión regando el suelo con sangre, siete fervorosas cristianas recogen su sangre y se ungen con ella. Detenidas por ello, confiesan intrépidas su fe en Jesucristo sin que hagan vacilar su fortaleza los más crueles y variados tormentos y alentadas por el ejemplo de su pastor perseveran firmes, hasta ser decapitadas. Una de estas heroínas encomienda a San Blas sus dos hijitos, que querían seguirla por la senda celestial del martirio.

No tardó el pastor en consumar su sacrificio. El prefecto lo condena a la decapitación con los dos niños. Y en las afueras de Sebaste es sacrificado el pastor con los dos corderos. Ocurrió el glorioso martirio, según la opinión más probable. el año 316.

El culto de San Blas se extendió prontamente por toda la Iglesia. En el Oriente se celebra su fiesta desde muy antiguo con culto solemne el 11 de febrero. En Constantinopla había un templo dedicado a San Blas. En Armenia existió la Orden Militar de San Blas. El culto de San Blas es también muy antiguo en Occidente. Según el cardenal Schuster, en la Edad Media se erigieron en Roma no menos de 35 iglesias en honor de San Blas. Una de ellas llegó a ser contada entre las 24 abadías privilegiadas de Roma.

La república independiente de Ragusa (Yugoslavia) lo tenía por patrón principal. Lo honraba con fiesta de precepto muy solemne. Su efigie figuraba en las monedas. Uno de los principales monumentos de Ragusa es el templo de San Blas. En el calendario romano figuraba la fiesta de San Blas con rito simple, pero muchas diócesis de Europa occidental la celebran con rito doble. En muchas iglesias se conservan reliquias insignes.

Paralela al culto oficial ha sido la devoción del pueblo cristiano a San Blas, devoción popular y típica. Se le cuenta entre los 14 santos protectores, llamados así porque se les tiene por abogados eficaces en las penalidades de la vida.

Se le invoca especialmente como abogado en las enfermedades de la garganta. Como tal lo reconoce el Ritual. Es considerado como especial protector de los niños: San Blas bendito, que se ahoga este angelito. En Rusia es el patrón de los ganados. En otras naciones también se le atribuye cierto patronato sobre los mismos. Los cardadores y sombrereros lo veneraban por patrón. En el día de su fiesta se bendicen pan, vino, agua y frutos que se dan después a hombres y ganados. En muchas diócesis de Alemania, Bohemia, Suiza y también de otras naciones se da la bendición de San Blas por medio de dos velas cruzadas que se ponen sobre la cabeza de los fieles y con ellas se toca la garganta. En Roma y otras partes por unción del cuello con una candela mojada en aceite bendecido.

San Blas es el santo humano, bondadoso, accesible. Invoquémoslo en nuestras necesidades en las enfermedades de la garganta no sólo materiales, sino también espirituales: respeto humano para confesar nuestra fe, angustias de pecados mortales ocultados, intemperancias en la bebida, etc. En este sentido hay una hermosa oración indulgenciada en el Enquiridión de Indulgencias. 

Autor: Blas Fogoaha, desde mercaba.org

Evangelio del día: Las tradiciones de los fariseos

Evangelio del día: Las tradiciones de los fariseos

Marcos 7, 1-13. Martes de la 5.ª semana del Tiempo Ordinario. Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?». El les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres». Y les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte. En cambio, ustedes afirman: «Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro «corbán» es decir, ofrenda sagrada— todo aquello con lo que podría ayudarte…». En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!».

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Lecturas

Primera lectura: Libro Primero de Reyes, 1 Re 8, 22-23.27-30

Salmo: Sal 84(83), 3-5.10-11

Oración introductoria

Señor, bien sabes que tengo la fe y la esperanza de tener un encuentro contigo en esta oración, pero no son suficientes, porque soy hábil para aferrarme a mi propio parecer. Ayuda mi incredulidad e ilumíname para que sepa abrir no sólo mi mente sino mi corazón para escuchar lo que hoy me quieres decir.

Petición

¡Ven Espíritu Santo! «Enciéndeme con tu luz» y llena mi vida con tu amor.

Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI

El israelita piadoso reza así: «Tus decretos son mi delicia, no olvidaré tus palabras. (…) Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo» (Sal 119, 16.35). En el Antiguo Testamento, es Moisés quien en nombre de Dios transmite la Ley al pueblo. Él, después del largo camino por el desierto, en el umbral de la tierra prometida, proclama: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar» (Dt 4, 1).

Y aquí está el problema: cuando el pueblo se establece en la tierra, y es depositario de la Ley, siente la tentación de poner su seguridad y su gozo en algo que ya no es la Palabra del Señor: en los bienes, en el poder, en otros «dioses» que en realidad son vanos, son ídolos.

Ciertamente, la Ley de Dios permanece, pero ya no es lo más importante, ya no es la regla de la vida; se convierte más bien en un revestimiento, en una cobertura, mientras que la vida sigue otros caminos, otras reglas, intereses a menudo egoístas, individuales y de grupo.

Así la religión pierde su auténtico significado, que es vivir en escucha de Dios para hacer su voluntad —que es la verdad de nuestro ser—, y así vivir bien, en la verdadera libertad, y se reduce a la práctica de costumbres secundarias, que satisfacen más bien la necesidad humana de sentirse bien con Dios. Y este es un riesgo grave para toda religión, que Jesús encontró en su tiempo, pero que se puede verificar, por desgracia, también en el cristianismo.

Por eso, las palabras de Jesús en el evangelio de hoy contra los escribas y los fariseos nos deben hacer pensar también a nosotros. Jesús hace suyas las palabras del profeta Isaías: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos» (Mc 7, 6-7; cf. Is 29, 13). Y luego concluye: «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres» (Mc 7, 8).

También el apóstol Santiago, en su carta, pone en guardia contra el peligro de una falsa religiosidad. Escribe a los cristianos: «Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos» (St 1, 22). Que la Virgen María, a la que nos dirigimos ahora en oración, nos ayude a escuchar con un corazón abierto y sincero la Palabra de Dios, para que oriente todos los días nuestros pensamientos, nuestras decisiones y nuestras acciones.

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Ángelus del domingo, 2 de septiembre de 2012

Propósito

Dominar mi soberbia y deseo de dominio para dar a Cristo el lugar que le corresponde en mi vida.

Diálogo con Cristo

Señor, te pido perdón por mis impaciencias, por mis juicios temerarios sobre los otros, por las veces que no he sido compasivo con los demás, por el sufrimiento que haya podido provocar en los que me rodean. Dame un corazón solicito, misericordioso, caritativo como el tuyo. Gracias por ayudarme a confirmar que esto sólo lo puedo lograr si practico la justicia y caridad, principalmente en mi propia familia.

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Evangelio del día: Mar adentro

Evangelio del día: Mar adentro

Lucas 5, 1-11. Quinto Domingo del Tiempo Ordinario. Cuando Jesús pasa por nuestra vida nos dice una palabra que es una promesa, nos pide que nos despojemos de algo y nos encomienda una misión. 

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

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Lecturas

Primera lectura: Libro de Isaías, Is 6, 1-2a.3-8

Salmo: Sal 138(137)

Segunda lectura: Primera carta de san Pablo a los Corintios, 1 Cor 15, 1-11

Oración introductoria

Gracias, Señor, por revelarme tu corazón misericordioso. Tu Sagrado Corazón me da la confianza de regresar a Ti cada vez que caigo en el pecado. Sé que lo que más te puede ofender es que dude de tu misericordia, por eso en esta meditación, amado y buen Jesús, ayúdame a saber escucharte y descubrir cuál es tu voluntad para este día.

Petición

Dios mío, dame la fe que me convierta en un instrumento dócil que responda con prontitud a lo que quieras pedirme.

Meditación del Santo Padre

Cuando el Señor pasa en nuestra vida nos dice siempre una palabra y nos hace una promesa. Pero nos pide también que nos despojemos de algo y nos confía una misión. Lo recordó el Papa Francisco en la misa que celebró en la mañana del jueves, 5 de septiembre, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.

Comentando el episodio de la «pesca milagrosa» narrado por Lucas (5, 1-11) en el pasaje evangélico proclamado durante la liturgia, el Pontífice recordó a san Agustín, quien «repite una frase que siempre me ha impresionado. Dice: “Tengo miedo cuando pasa el Señor”. ¿Por qué? “Porque tengo miedo de que pase y no me dé cuenta”. Y el Señor pasa en nuestra vida como ha sucedido aquí, en la vida de Pedro, de Santiago, de Juan».

En este caso el Señor ha pasado en la vida de sus discípulos con un milagro. Pero, como puntualizó el Papa, «no siempre Jesús pasa en nuestra vida con un milagro». Aunque «se hace siempre oír. Siempre».

Estos tres aspectos del paso de Jesús en nuestra vida —nos dice «una palabra que es una promesa», nos pide «que nos despojemos de algo», nos encomienda «una misión»— están bien representados en el pasaje de Lucas. El Santo Padre recordó en particular la reacción de Pedro al milagro de Jesús: «Simón, que era tan sanguíneo, fue a Él: “Pero Señor, aléjate de mí que soy pecador”. Lo sentía verdaderamente, porque él era así. ¿Y Jesús qué le dice? “No temas”».

«Bella palabra ésta, muchas veces repetida: “No tengáis miedo, no temáis”», comentó el Pontífice, añadiendo: «Y después, y aquí está la promesa, les dice: “Te haré pescador de hombres”. Siempre el Señor, cuando llega a nuestra vida, cuando pasa en nuestro corazón, nos dice una palabra y nos hace una promesa: “Ve adelante, valor, no temas: ¡tú harás esto!”». Es «una invitación a seguirle». Y «cuando oímos esta invitación y vemos que en nuestra vida hay algo que no funciona, debemos corregirlo» y debemos estar dispuestos a dejar cualquier cosa, con generosidad. Aunque «en nuestra vida —precisó el Papa— haya algo de bueno, Jesús nos invita a dejarla para seguirle más de cerca. Es como sucedió a los apóstoles, que dejaron todo, como dice el Evangelio: “Y sacando las barcas a tierra, dejaron todo y le siguieron”».

La vida cristiana, por lo tanto, «es siempre un seguir al Señor». Pero para seguirle primero hay que «oír qué nos dice»; y después hay que «dejar lo que en ese momento debemos dejar y seguirle».

Finalmente está la misión que Jesús nos confía. Él, en efecto, «jamás dice: “¡Sígueme!”, sin después decir la misión. Dice siempre: “Deja y sígueme para esto”». Así que, si «vamos por el camino de Jesús —observó el Santo Padre— es para hacer algo. Ésta es la misión».

Es «una secuencia que se repite también cuando vamos a orar». De hecho «nuestra oración —subrayó— debe tener siempre estos tres momentos». Ante todo la escucha de la palabra de Jesús, una palabra a través de la cual Él nos da la paz y nos asegura su cercanía. Después el momento de nuestra renuncia: debemos estar dispuestos a «dejar algo: “Señor, ¿qué quieres que deje para estarte más cerca?”. Tal vez en aquel momento no lo dice. Pero nosotros hagamos la pregunta, generosamente». Finalmente, el momento de la misión: la oración nos ayuda siempre a entender lo que «debemos hacer».

He aquí entonces la síntesis de nuestro orar: «Oír al Señor, tener el valor de despojarnos de algo que nos impide ir deprisa para seguirle y finalmente tomar la misión».

Santo Padre Francisco: Escucha, renuncia y misión

Meditación del jueves, 5 de septiembre de 2013

Propósito

No es fácil. Necesitamos una fe muy grande. Y la fe es un don de Dios. ¡Pidámosle con humildad ese grandioso don!

Diálogo con Cristo

Ojalá que también nosotros, como Pedro, creamos en Ti, Señor y obedezcamos tu palabra: «¡Rema mar adentro y echa las redes para la pesca!». Y entonces veremos otro milagro en nuestra vida.

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Evangelio del día en «Catholic.net»

Evangelio del día en «Evangelio del día»

Evangelio del día en «Orden de Predicadores»

Evangelio del día en «Evangeli.net»

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Guía para vivir el Año Santo de la Misericordia junto al Papa Francisco: Febrero 2016

Guía para vivir el Año Santo de la Misericordia junto al Papa Francisco: Febrero 2016

La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio. La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros.

En el texto de Lucas, el Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta. Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.

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(Misericordiae Vultus, 14)

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Peregrinemos juntos en este Año Santo

Escuchamos al Papa Francisco

La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia.  La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada.  También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación.  Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio.  La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros.

En el texto de Lucas, el Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta.  Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano.  Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior.  ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia!  Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo.  Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar.  Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios.  Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.

Misericordiae Vultus, 14

Guía para vivir el Año Santo de la Misericordia junto al Papa Francisco: Febrero 2016

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Escuchamos la Palabra de Dios

“Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.  Bendigan a los que los maldicen, rueguen por lo que los difaman.  Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.  Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.  Hagan por lo demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.  Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.  Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.  Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio.  Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.  Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.  No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.  Den, y se les dará.  Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes…” 

Evangelio de Lucas 6, 27-38

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Un salmo para alabar

A cada estrofa del salmo repetimos:

¡Felices los que van por un camino intachable,

los que siguen la ley del Señor!

Tu palabra, Señor, permanece para siempre,
está firme en el cielo.

Tu verdad permanece por todas las generaciones;
tú afirmaste la tierra y ella subsiste.

Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos,
porque todas las cosas te están sometidas.

Si tu ley no fuera mi alegría,
ya hubiera sucumbido en mi aflicción.

Nunca me olvidaré de tus preceptos:
por medio de ellos, me has dado la vida.

Sálvame, porque yo te pertenezco
y busco tus preceptos.

Los malvados están al acecho para perderme,
pero yo estoy atento a tus prescripciones.

He comprobado que toda perfección es limitada:
¡qué amplios, en cambio, son tus mandamientos!

Salmo 119, 89-96

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Para reflexionar y/o compartir en grupo

  1. ¿Qué diferencias observamos entre “transitar al lado de” otros y “peregrinar junto con” los otros?  Enumeramos una lista con similitudes y diferencias.
  2. ¿Cuáles serán los elementos esenciales y constitutivos de nuestra peregrinación por la vida, según el Papa Francisco? 
  3. ¿Qué significará para nosotros, los cristianos, “alcanzar la meta? ¿Qué es lo importante en la vida?  ¿Qué cosas no son tan necesarias?
  4. ¿Somos instrumentos del perdón para los demás?  ¿Sabemos percibir lo bueno que hay en cada persona o vivimos juzgando y/o hablando mal de nuestros hermanos?
  5. En este Año Santo, ¿en qué situaciones de nuestra vida, personal y comunitaria, necesitamos convertirnos y dejarnos abrazar por la misericordia de Dios?  Realizamos un plenario en común, con todo lo reflexionado.

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Intenciones

A cada intención respondemos:

¡Señor de los peregrinos, ayúdanos en nuestro paso por la vida!

  • Te rogamos por nuestro querido Papa Francisco, para que le des la fuerza y serenidad necesaria para conducir a tu Iglesia por los caminos de la Misericordia Divina.  Oremos…
  • Para que aprendamos a peregrinar, junto a nuestros hermanos, como Pueblo de Dios y construyendo cada día una auténtica patria de hermanos.  Oremos…
  • Haz que vivamos con alegría y paz este Año Santo y que cada día nos encuentre más comprometidos con nuestros hermanos y compañeros de camino.  Oremos…
  • Danos paciencia y fuerza para atravesar la Puerta Santa de tu corazón. Oremos…
  • Ayúdanos asumir la Misericordia como un estilo de vida en nuestras vidas. Oremos…
  • Que en todo momento de nuestras vidas seamos capaces de transmitir y encontrarnos con la Misericordia de tu amor.  Oremos…

Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…

Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria

Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío!  ¡Jesús, en vos confío!  ¡Jesús, en vos confío!

Oración: Señor de los peregrinos, que nos enviaste a Jesús para darnos vida plena y mostrarnos el rostro de la misericordia, te pedimos que tu Hijo nos guíe y conduzca en nuestro peregrinar en este mundo hacia tu presencia.  Ayúdanos a ser pacientes y misericordiosos con quienes peregrinan a nuestro lado en la vida. Enséñanos a amar con un sentimiento profundo, pleno de ternura, compasión, indulgencia y perdón.  ¡Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos!  ¡Amén!

Señal de la Cruz

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Compromiso personal del mes

Este mes de febrero voy a participar, junto mis familiares y/o amigos de alguna peregrinación, de alguna ceremonia religiosa.  También podré acercarme a participar de la Misa o algún evento que me acerque más a Dios u otro compromiso similar.

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Para memorizar y rezar durante el mes

¡María de Guadalupe, ayúdanos a peregrinar juntos, como pueblo de Dios, en este Jubileo de la Misericordia!

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La misericordia en los santos

san_maximiliano_kolbeSan Maximiliano Kolbe (1894-1941). Por Jesús soy capaz de padecer aún más. En el campo de concentración de Auschwitz, Polonia, aprovechando algún descuido, un prisionero se fugó.  El terror congeló los corazones de aquellos hombres. Todos sabían el castigo: «por cada evadido, 10 de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar, serian condenados a morir de hambre y sed en el sótano de la muerte.  Entre los condenados, exclama sollozando, el sargento Gajownieczek: ¡Adiós, adiós, mi pobre esposa!.. ¡Adiós, mis hijitos, hijitos huérfanos!  Las palabras del sargento sin duda tocan el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe hacen más.   El P. Maximiliano salió de las filas y quitándose la gorra exclamó firmemente: «Soy sacerdote católico polaco; y quiero tomar su lugar, porque él tiene esposa e hijos…»  y así esperó santamente su terrible muerte.  Muchos años más tarde, el sargento Gajownieczek tuvo la gracia de asistir a la canonización de San Maximiliano Kolbe, su benefactor.

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Un cuento para rumiar

EL MONJE Y EL GURÚ

El gurú, que se hallaba meditando en su cueva del Himalaya, abrió los ojos y descubrió, sentado frente a él, a un inesperado visitante: el abad de un célebre monasterio vecino.

–¿Qué deseas? –le  preguntó el gurú.

El abad le contó una triste historia.  En otro tiempo, su monasterio había sido famoso en todo el mundo occidental, sus celdas estaban llenas de jóvenes novicios, y en su iglesia resonaba el armonioso canto de los monjes.  Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu, la avalancha de jóvenes candidatos había cesado y el templo se hallaba silencioso.  Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones.  Lo que el abad quería saber era lo siguiente:

–¿Hemos cometido algún pecado para que el monasterio se vea en esta situación?

–¡Sí! –respondió  el gurú: un pecado de ignorancia.

–¿Y qué pecado puede ser ése? –inquirió con curiosidad el abad.

–¡Uno de vosotros es el Mesías disfrazado, y vosotros no lo sabéis!  Y, dicho esto, el gurú cerró sus ojos y volvió a su meditación.

Durante el dificultoso viaje de regreso a su monasterio, el abad sentía cómo su corazón se desbocaba al pensar que el Mesías, ¡el mismísimo Mesías! había vuelto a la tierra y había ido a parar justamente a su monasterio.  ¿Cómo no había sido capaz de reconocerlo?  ¿Y quién podía ser?  ¿Acaso el hermano cocinero?  ¿El hermano sacristán?  ¿El hermano administrador?  ¿O sería él, el hermano prior?  ¡No, él no!  Por desgracia, él tenía demasiados defectos… Pero resulta que el gurú había hablado de un Mesías “disfrazado”  ¿No serían aquellos defectos parte de su disfraz?  Bien mirado, todos en el monasterio tenían defectos ¡y uno de ellos tenía que ser el Mesías!

Cuando llegó al monasterio, reunió a los monjes y les contó lo que había averiguado.  Los monjes se miraban incrédulos unos a otros: ¿¡el Mesías aquí!?  ¡Increíble!  Claro que, si estaba disfrazado… Entonces, tal vez…  ¿Podía ser Fulano o Mengano? ¿O, podía ser…?

Una cosa era cierta: si el Mesías estaba allí disfrazado, no era probable que pudieran reconocerlo.  De modo que, empezaron todos a tratarse con respeto y consideración.  “Nunca se sabe”, pensaba cada cual para sí cuando trataba con otro monje, “tal vez sea éste…”.  El resultado fue que el monasterio recobró su antiguo ambiente de gozo desbordante.  Pronto volvieron a acudir docenas de candidatos pidiendo ser admitidos en la Orden, y en la iglesia volvió a escucharse el jubiloso canto de los monjes, radiantes del espíritu de Amor.

Adaptación – Autor desconocido

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Para disfrutar del buen cine


TÍTULO EN CASTELLANO

ORIGEN

DIRECTOR

PROTAGONISTAS

Título Original / Otro Título

AÑO

DURACIÓN

GÉNERO

CALIFICACIÓN

LA MISIÓN

USA

Roland Joffe

Robert De Niro / Jeremy Irons

The Mission

1986

120 min

Testimonial

ATP

LA ERA DEL HIELO

USA

Chris Wedge

Ray Romano / John Leguizamo

Ice Age

2002

81 min

ANIMACIÓN

atp

La Misión. Hispanoamérica, siglo XVIII, zona de las misiones jesuitas, cercana a las cataratas de Iguazú, el padre Gabriel (Jeremy Irons) se acerca a una comunidad aborigen, sin más armas que su oboe, su gran su fe y el amor al prójimo. Es aceptado por los guaraníes y funda la misión de San Carlos. Entre sus seguidores está Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), ex-traficante de esclavos y mercenario, quien arrepentido por haber asesinado a su hermano, se convierte e ingresa a la orden, encontrando la redención entre sus antiguas víctimas.  Después de lidiar juntos, durante años, por llevar adelante la misión, se ven obligados a defender a los nativos de los ataques de colonizadores.  Gabriel confía en el poder de la oración; Rodrigo, en la fuerza de la espada.  Es una película bella y memorable donde puede palparse el gran valor de la misericordia y el testimonio de la fe cristiana.

La Era de Hielo.  Durante la época glacial, un mamut, un perezoso gigante y un tigre encuentran un bebé, extraviado por su familia.  Esta extraña comunidad, decide cuidarlo y ponerse camino para llevarlo con su familia humana, que también están emigrando por los grandes deshielos.  Esta apasionante animación nos muestra cómo lo que verdaderamente importa para formar una comunidad no es el origen común sino el hecho de caminar con el otro, de peregrinar juntos en prosecución de un objetivo en común; que cuando hacemos las cosas guiados por el amor, las diferencias se achican y se agranda el corazón.


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El samurai que murió por no renunciar a la fe

El samurai que murió por no renunciar a la fe

Ell Papa Francisco proclamó, a principios de 2016, como mártir de la fe al samurai japonés del siglo XVI Takayama Ukon, de nombre cristiano Justo.

La declaración de que murió por la fe permite su beatificación sin necesidad de un milagro. Murió en Manila con 62 años de edad, cuando las Filipinas eran territorio español, unas semanas después de exiliarse de Japón con 300 compañeros, expulsados de su tierra porque se negaban a apostatar de la fe católica.

Takayama Ukon, líder militar y político, prefirió perder títulos y riquezas antes que renunciar a su fe y dejó Japón para morir exiliado - Foto de la película La muerte de un samurai, de 2012

Él tenía 12 años cuando su familia, un clan noble, se convirtió al catolicismo en 1567 y él fue bautizado. Se mantuvo firme en su fe sirviendo primero al famoso señor guerrero Oda Nobunaga (1534-1582) y después a Totoyomi Hideyoshi (1537-1598). Hideyoshi proclamaría finalmente la expulsión de los misioneros extranjeros, y más tarde, en 1614, bajo el shogunato Tokugawa llegaría la prohibición total del catolicismo. Ese año Justo Takayama Ukon se exilió, y murió semanas después en Manila. Las autoridades españolas de Manila celebraron para él un funeral con honores militares.

Justo Takayama Ukon

La Iglesia japonesa ha conseguido demostrar durante 2015 que los padecimientos que experimentó el samurai durante la persecución en Japón fueron los que finalmente causaron su muerte diez meses después de llegar a Manila, constatando que murió como mártir.

Virtudes ejemplares

Justo Takayama UkonEn Japón y fuera de Japón, este daimyo (señor feudal) se presenta hoy como un ejemplo de líder político cristiano, que aunque servía a poderosos señores paganos, se mantenía siempre fiel a su fe y su conciencia.

En 2013 los obispos japoneses enviaron a Roma su informe de 400 páginas que presentaba su figura. El arzobispo de Osaka, Leo Jun Ikenaga, en 2012 ya había escrito a Benedicto XVI presentando esta causa de canonización.

Aunque en un momento se pensó que la beatificación llegaría en 2015, finalmente se comprueba que será en 2016, a causa de la necesidad de comprobar los elementos que llevaron a su defunción como mártir. Sin embargo, aunque su vida fue ejemplar, no ha llegado a culminarse su beatificación por la vía de las virtudes heroicas corroboradas con un milagro, y se suma a la nutrida lista de mártires beatos japoneses.

Un ejemplo para políticos

El postulador de la causa, el padre Kawamura, siempre señaló que este daimio es un modelo para los políticos actuales, porque vivió en un entorno hostil, de políticas siempre cambiantes, pero «nunca se dejó extraviar por los que le rodeaban y vivió una vida según su conciencia, de forma persistente, una vida adecuada para un santo, que sigue dando ejemplo a muchos hoy».

Un padre con inquietudes profundas

Takayama adquirió la fe de adolescente cuando trajo al castillo de Sawa a un sacerdote católico, por petición de su padre, el señor Tomoteru, un hombre con inquietudes religiosas, que quería debatir las virtudes del budismo con un sabio cristiano. Era 1564, quince años después de que un barco portugués atracara por primera vez en Japón.

Tomoteru analizó en profundidad y con detenimiento la propuesta cristiana y le gustó, por lo que se bautizó él y su casa: su hijo, el joven Takayama (su nombre real era Hikogoro Shigetomo) recibió como nombre de bautismo el de «Justo».

Los Takayama, señores guerreros pero ahora cristianos, cuando ganaban nuevas tierras y vasallos, asombraban a todos al conceder elaborados funerales con ataúdes, banderas y procesiones a personas que no eran nobles.

En 1576, con el sacerdote italiano Gnecchi Soldo, Ukon Takayama hizo construir la primera iglesia de Kyoto, que durante 11 años sería un centro misionero de Japón. De ella hoy sólo queda la campana.

Fotograma de la película japonesa de 2007

Se entregó como rehén y salvó vidas

En 1578, con 26 años, siendo señor del castillo Takasuki, el joven samurai cristiano dio ejemplo de su temple al encontrarse en una complicada encrucijada. Su hermana era rehén del señor Murashige, que había disgustado al poderoso Nobunaga. Murashige era invitado de Ukon Takayama, pero un ejército de Nobunaga acudió al castillo pidiendo que le entregasen a Murashige. Hiciese lo que hiciese, mucha gente podía morir.

El joven samurai se afeitó la cabeza, se vistió de monje budista –rituales para expresar humildad y rechazo a la violencia- y se entregó como rehén a Nobunaga. Así evitó el derramamiento de sangre. A éste le impresionó la salida del joven y le premió con su confianza y con títulos.

Tres años después, Nobunaga era asesinado, y los Takayama apoyaron a su general y heredero, Hideyoshi, con gran valor en combate. Éste premió a Ukon con el feudo de Akashi, donde en poco tiempo 2.000 personas se convirtieron al cristianismo, la fe de su nuevo daimio.

El tirano y la concubina cristiana

La tolerancia para el cristianismo en Japón acabó en 1587. Hideyoshi no sólo quería un Japón unido, sino absolutamente dominado bajo su poder. Al parecer, una chica cristiana de noble cuna no accedió a ser una más de sus concubinas, debido a su fe, y eso produjo la ira del ya todopoderoso gobernante.

Por esas mismas fechas, un comerciante portugués cuyo barco había sido apresado por los japoneses habló con palabras altaneras a Hideyoshi, asegurando que la flota de guerra portuguesa algún día llegaría a Japón, lo que acabó de enfurecerlo.

El nuevo señor de las islas no quería resistencia alguna, ordenó la expulsión de los misioneros y de todos los extranjeros y presionó a los señores japoneses para que renunciasen a la fe cristiana. Algunos nobles, como Ukon Takayama, podían maniobrar, más o menos, para demorar o esquivar las presiones y proteger a sus vasallos cristianos.

Prohibición total, paciencia y fe

Pero menos de 30 años después, en 1614, el nuevo shogun Ieyasu Tokugawa lanzó la prohibición total del cristianismo. A los cristianos se les pedía pisotear o escupir a un crucifijo como signo de su abandono de la fe.

Ukon, con más de 60 años, respondió al shogun: «No voy a luchar con armas o espadas, sólo tendré paciencia y fe de acuerdo con las enseñanzas de mi Señor y Salvador, Jesucristo».

Ese año 3 barcos dejaron Japón con cristianos japoneses. Dos iban a la portuguesa Macao. Otro, en el que viajaban Ukon Takayama, su esposa, hija y nietos, y unos 100 laicos japoneses, fue a Manila.

«Dios dice que quien toma la espada se arruina con ella. Formad familias en Filipinas y regresad a Japón como enviados para la paz», dijo el daimio en el puerto de Nagasaki a su pueblo que se exiliaba con él.

Su esperanza es que aquellos cristianos volverían a Japón, más numerosos, como un puente entre culturas. Ya no pensaba en ejércitos, sino en algo más poderoso, que vive de generación en generación: pensaba en familias.  Se habló de preparar una expedición militar española a Japón bajo su mando o consejo, pero él se negó.

En una plaza de Manila se levanta una escultura que recuerda a Ukon Takayama, el No podía saber que Japón se iba a cerrar a toda influencia extranjera durante más de 250 años, un fenómeno cultural y político realmente singular en la historia.  Los exiliados japoneses se fundieron con la población católica filipina rápidamente.

Un legado vivo

En una plaza de Manila se levanta una escultura que recuerda a Ukon Takayama, el «samurai de Dios», con la cruz en sus manos.

En Japón los católicos celebran peregrinaciones a los lugares en los que vivió, luchó y rezó.Como sucedió con Cristo y suele suceder con los santos cristianos, su mayores victorias las cosechará después de muerto.

Fuente: religionenlibertad.com

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2016

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2016

“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13).

Las obras de misericordia en el camino jubilar

1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada

En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.

María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.

2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia

El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.

Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.

Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.

3. Las obras de misericordia

La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga… para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.

Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.

La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.

No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).

Vaticano, 4 de octubre de 2015
Fiesta de San Francisco de Assis

firmafrancisco

Fuente: vatican.va

‘La Vieja Cuaresma’, catequesis para niños

‘La Vieja Cuaresma’, catequesis para niños

Tras los días de fiesta y excesos que representa el carnaval, llega la Cuaresma. El mismo día que acaban las fiestas, el miércoles de ceniza, empieza un periodo de 40 días, que son los que faltan para llegar al Domingo de Pascua.

Durante esta cuarentena hay que hacer una preparación espiritual para poder llegar a entender el verdadero significado de la Semana Santa. Esto lo podemos llegar a interiorizar haciendo un poco de abstinencia, penitencia, compromiso, revisión de nuestros actos, reflexión…

Con estos objetivos presentamos a nuestro personaje: LA VIEJA CUARESMA, para los más pequeños de nuestra Familia.

Motivación y desarrollo

Los 40 días o 7 semanas de reflexión y compromiso se representan en el personaje, es una mujer viejecita y arrugada con un pañuelo en la cabeza y una característica muy peculiar: tiene 7 piernas, todas distintas, representa cada una las semanas que faltan para la Semana Santa.

Su misión es hacer pensar cada lunes un propósito que nos cueste realizar o que no hagamos bien y colgarlo en el corcho debajo de la pierna, durante toda la semana lo trabajaremos dándole la importancia que se merece.

Llegado el viernes, en asamblea, valoraremos si hemos alcanzado o conseguido el propósito elegido, una vez valorado le quitaremos la pierna correspondiente.

Si el propósito lo hemos conseguido, ella nos lo agradece con un pequeño premio como resultado a nuestro esfuerzo, si no lo hemos alcanzado no nos da nada y se enfada.

Así durante las 7 semanas, con las 7 piernas.

Ejemplos de propósitos:

  1. Caminar derecho. 
  2. Trabajar en silencio. 
  3. Respetar el turno de palabra. 
  4. No pelearse ni pegarse en el patio ni en el parque. 
  5. Compartir los juguetes. 
  6. Ser ordenados con nuestras cosas. 
  7. Mantener limpia y recogida la clase del colegio o el aula de catequesis. 

Ejemplos de premios:

  • Un sugus para cada uno.
  • Ver una película de dibujos.
  • Jugar con un juego nuevo del aula
  • Un lápiz nuevo para cada uno…

Material

Os presentamos el dibujo del personaje, se debe hacer grande para poder colgarlo en el corcho del aula.

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Canción de la vieja cuaresma

Se canta con la música de la cucaracha, y lo hacemos cada vez que le quitamos una pierna.

Vieja cuaresma, vieja cuaresma ¡Ay!
Que no puede caminar,
Tiene muchas piernas y se tropieza,
Entre todos la tenemos que ayudar.
Y es que le tenemos,
que quitar una,
Una, una, una, una,
Y es que le tenemos, que quitar una,
Hasta que pueda caminar.

Fuente: Colegio de la Sagrada Famila de Barcelona (España).

Carta de Dios  – En español y em português

Carta de Dios – En español y em português

Tú que eres un ser humano, eres mi milagro. Y eres fuerte, capaz, inteligente y lleno de dones y talentos. Cuenta con tus dones y talentos. Entusiásmate con ellos. Reconócete. Encuéntrate. Acéptate. Anímate. Y piensa que desde este momento puedes cambiar tu vida para bien si te lo propones y te llenas de entusiasmo. Y sobre todo, si te das cuenta de toda la felicidad que puedes conseguir con solo desearlo.

Eres mi creación más grande. ¡Eres mi milagro!

No temas: comienza una nueva vida.

No te lamentes nunca. No te quejes. No te atormentes. No te deprimas. ¿Cómo puedes temer si eres mi milagro?

Estas dotado de poderes desconocidos para todas las criaturas del universo.

¡Eres ÚNICO!. Nadie es igual a ti. Solo en ti está aceptar el camino de la felicidad y enfrentarlo y seguir siempre adelante, hasta el fin, simplemente porque eres libre.

En ti esta el poder de no atarte a las cosas.

Las cosas no hacen la felicidad. Te hice perfecto para que aprovecharas tu capacidad y no para que te destruyeras con las tonterías.

Te di el poder de PENSAR. Te di el poder de IMAGINAR. Te di el poder de AMAR. Te di el poder de CURAR. Te di el poder de DETERMINAR. Te di el poder de PLANIFICAR. Te di el poder de REIR. Te di el poder de HABLAR. Te di el poder de ORAR… Y te situé por encima de los Ángeles, cuando te di el poder de elección. Te di el poder de elegir tu propio destino usando tu voluntad.

¿Qué has hecho de esas tremendas fuerzas que te di?

¡No importa! De hoy en adelante, olvida tu pasado usando sabiamente ese poder de ELECCIÓN.

Elige AMAR en lugar de ODIAR.

Elige REIR en lugar de LLORAR.

Elige CREAR en lugar de DESTRUIR.

Elige ALABAR en lugar de CRITICAR.

Elige PERSEVERAR en lugar de RENUNCIAR.

Elige ACTUAR en lugar de APLAZAR.

Elige CRECER en lugar de CONSUMIRTE.

Elige VIVIR en lugar de MORIR.

Elige BENDECIR en lugar de BLASFEMAR.

Y, aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida.

Crece cada día un poco más en el optimismo y la esperanza. Deja atras los miedos y los sentimientos de derrota.

Yo estoy a tu lado siempre: LLÁMAME, BÚSCAME, ACUÉRDATE DE MI.

Vivo en ti desde siempre y siempre te estoy esperando para amarte.

Si has de venir hacia mí algún día … ¡Que sea en este momento!

Cada instante que vivas sin mí, es un instante que pierdes paz.

¡Trata de volverte niño: simple, inocente, generoso, con capacidad de asombro y capacidad para convertirte ante la maravilla de sentirte humano!

Porque puedes conocer mi amor, puedes sentir una lágrima, puedes comprender el dolor… ¡No te olvides que eres el milagro! Que te quiero feliz, con misericordia, con piedad, para que este mundo que transitas pueda acostumbrarse a reír, siempre que tú… aprendas a reír… eres mi milagro, entonces usa tus dones y cambia tu medio ambiente, contagiando esperanza y optimismo sin temor, por que… YO ESTOY A TU LADO.

Dios.

*  *  *

Versão em português

Que você é um ser humano, você é meu milagre. E você é forte, capaz, inteligente e cheio de dons e talentos. Ele tem seus dons e talentos. Entusiasmate com eles. Reconheça-se. Meet. Aceite-se. Anime-se. E você acha que a partir deste momento você pode mudar sua vida para melhor se você colocar sua mente e você está cheio de entusiasmo. E especialmente se você perceber toda a felicidade que você pode obter apenas por querer.

Você é a minha maior criação. Você é meu milagre!

Medo não começar uma nova vida.

Não lamentam nunca. Nâo se queixe. Mas não se estresse. Não fique deprimido. Como você pode ter medo se você é meu milagre?

Estes dotado de poderes desconhecidos a todas as criaturas no universo.

Você é único!. Ninguém é como você. É só você aceitar o caminho da felicidade e enfrentá-lo e seguir em frente até o fim, simplesmente porque eles estão livres.

Em que você é o poder não para amarrar as coisas.

As coisas não fazem a felicidade. Você fez perfeito para a sua capacidade e vai levar vantagem, não para vós para vos destruir com o absurdo.

Dei-te o poder de pensar. Dei-te o poder de imaginar. Dei-te o poder de amar. Dei-te o poder de curar. Eu dei-lhe o poder de determinar. Dei-te o poder de planejar. Dei-te o poder de rir. Dei-te o poder de falar. Eu dei-lhe o poder de rezar … E eu excedo Anjos, quando eu dei-lhe o poder de escolha. Dei-te o poder de escolher seu próprio destino usando a sua vontade.

O que você fez com essas forças tremendas que você deu?

Não importa! A partir de agora, esquecer de seu passado sabiamente usando esse poder de escolha.

Escolha AMAR, em vez de ódio.

Escolha rir em vez de lamentar.

Opte por criar, em vez de destruir.

Escolha louvor em vez de criticar.

Escolha perseverar em vez de sair.

Escolha a agir em vez de adiados.

Escolha crescer em vez de consumi-lo.

Escolha viver em vez de morrer.

ABENÇOE escolher em vez de blasfemar.

E aprender a sentir a minha presença em todos os atos de sua vida.

Cresce a cada dia um pouco mais de otimismo e esperança. Deixe para trás os medos e sentimentos de derrota.

Eu estarei sempre convosco: Chame-me, encontrar-me, lembro-me.

Eu vivo em você para sempre e sempre Eu estou esperando por amor.

Se você vir a mim um dia … É a esta hora!

Cada momento você viver sem mim, é um momento que você perde a paz.

Tente se tornar criança: simples, inocente, generoso, com sentimento de admiração e capacidade de se tornar a maravilha do sentimento humano!

Porque você pode saber meu amor, você pode sentir uma lágrima, você pode entender a dor … Não se esqueça que você é o milagre! Eu quero que você feliz, com compaixão, com piedade, por esta transitas mundo pode se acostumar a rir sempre que você … aprender a rir … você é meu milagre, em seguida, usar os seus dons e alterar seu ambiente, espalhando esperança e otimismo sem medo, porque … Eu estou ao seu lado.


Fuente: El Blog de Javier.