Juan 16, 5-11. Martes de la 6.ª semana del Tiempo de Pascua. El Espíritu Santo es enviado con la misión de dar testimonio del Señor y asistir a los creyentes, enseñándoles y guiándoles hasta la Verdad completa.
Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: «¿A dónde vas?». Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 16, 22-34
Salmo: Sal 138(137), 1-3.7-8
Oración introductoria
¡Ven, Espíritu Santo! Ayúdame a estar abierto a tus inspiraciones, a conservar en mi corazón la alegría de saberme amado por Ti para que, con gran confianza, siga con prontitud y docilidad lo que hoy quieras pedirme.
Petición
¡Ven Espíritu creador, visita las almas de tus fieles y enciende en ellas el fuego de tu amor!
Meditación del Santo Padre Benedicto XVI
2. La promesa del Espíritu Santo en la Biblia
La escucha atenta de la Palabra de Dios respecto al misterio y a la obra del Espíritu Santo nos abre al conocimiento cosas grandes y estimulantes que resumo en los siguientes puntos.
Poco antes de su ascensión, Jesús dijo a los discípulos: «Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido» (Lc 24, 49). Esto se cumplió el día de Pentecostés, cuando estaban reunidos en oración en el Cenáculo con la Virgen María. La efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente fue el cumplimiento de una promesa de Dios más antigua aún, anunciada y preparada en todo el Antiguo Testamento.
En efecto, ya desde las primeras páginas, la Biblia evoca el espíritu de Dios como un viento que «aleteaba por encima de las aguas» (cf. Gn 1, 2) y precisa que Dios insufló en las narices del hombre un aliento de vida, (cf. Gn 2, 7), infundiéndole así la vida misma. Después del pecado original, el espíritu vivificante de Dios se ha ido manifestando en diversas ocasiones en la historia de los hombres, suscitando profetas para incitar al pueblo elegido a volver a Dios y a observar fielmente los mandamientos. En la célebre visión del profeta Ezequiel, Dios hace revivir con su espíritu al pueblo de Israel, representado en «huesos secos» (cf. 37, 1-14). Joel profetiza una «efusión del espíritu» sobre todo el pueblo, sin excluir a nadie: «Después de esto –escribe el Autor sagrado– yo derramaré mi Espíritu en toda carne… Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días» (3, 1-2).
En la «plenitud del tiempo» (cf. Ga 4, 4), el ángel del Señor anuncia a la Virgen de Nazaret que el Espíritu Santo, «poder del Altísimo», descenderá sobre Ella y la cubrirá con su sombra. El que nacerá de Ella será santo y será llamado Hijo de Dios (cf. Lc 1, 35). Según la expresión del profeta Isaías, sobre el Mesías se posará el Espíritu del Señor (cf. 11, 1-2; 42, 1). Jesús retoma precisamente esta profecía al inicio de su ministerio público en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí –dijo ante el asombro de los presentes–, porque él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres. Para anunciar a los cautivos la libertad y, a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; y para anunciar un año un año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2). Dirigiéndose a los presentes, se atribuye a sí mismo estas palabras proféticas afirmando: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír » (Lc 4, 21). Y una vez más, antes de su muerte en la cruz, anuncia varias veces a sus discípulos la venida del Espíritu Santo, el «Consolador», cuya misión será la de dar testimonio de Él y asistir a los creyentes, enseñándoles y guiándoles hasta la Verdad completa (cf. Jn 14, 16-17.25-26; 15, 26; 16, 13).
I. La misión conjunta del Hijo y del Espíritu Santo
689 Aquel al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu de su Hijo (cf. Ga 4, 6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la vida íntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo. Pero al adorar a la Santísima Trinidad vivificante, consubstancial e indivisible, la fe de la Iglesia profesa también la distinción de las Personas. Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su Aliento: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo revela.
690 Jesús es Cristo, «ungido», porque el Espíritu es su Unción y todo lo que sucede a partir de la Encarnación mana de esta plenitud (cf. Jn 3, 34). Cuando por fin Cristo es glorificado (Jn 7, 39), puede a su vez, de junto al Padre, enviar el Espíritu a los que creen en él: Él les comunica su Gloria (cf. Jn 17, 22), es decir, el Espíritu Santo que lo glorifica (cf. Jn 16, 14). La misión conjunta se desplegará desde entonces en los hijos adoptados por el Padre en el Cuerpo de su Hijo: la misión del Espíritu de adopción será unirlos a Cristo y hacerles vivir en Él:
«La noción de la unción sugiere […] que no hay ninguna distancia entre el Hijo y el Espíritu. En efecto, de la misma manera que entre la superficie del cuerpo y la unción del aceite ni la razón ni los sentidos conocen ningún intermediario, así es inmediato el contacto del Hijo con el Espíritu, de tal modo que quien va a tener contacto con el Hijo por la fe tiene que tener antes contacto necesariamente con el óleo. En efecto, no hay parte alguna que esté desnuda del Espíritu Santo. Por eso es por lo que la confesión del Señorío del Hijo se hace en el Espíritu Santo por aquellos que la aceptan, viniendo el Espíritu desde todas partes delante de los que se acercan por la fe» (San Gregorio de Nisa, Adversus Macedonianos de Spirirtu Sancto, 16).
Programar mi siguiente confesión para celebrar plenamente la fiesta de Pentecostés.
Diálogo con Cristo
Espíritu Santo, Tú eres el guía y el artífice de la santidad, por eso te ofrezco en esta oración todo mi ser, ven hacer en mí tu morada, dame la gracia para acoger tus inspiraciones, sin límite ni reserva alguna, con humildad y celo por hacerlas fructificar, por el bien de los demás.
Juan 15, 26; 16, 4. Lunes de la 6.ª semana de Pascua. Testimoniar a Cristo es la esencia de la Iglesia.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio». Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes».
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 16, 11-15
Salmo: Sal 149(148), 1-6.9
Oración introductoria
Creo en Ti, Señor, y te amo, por eso, parafraseando al Papa Francisco, «pido al Padre misericordioso que pueda vivir plenamente la fe que he recibido como un regalo en el día de mi bautismo para ser capaz de dar un testimonio alegre, libre y valiente de mi fe». (Santo Padre Francisco el 20 marzo de 2013).
Petición
Espíritu Santo, ayúdame a creer en Ti por los que no creen, a amarte por los que no te aman, y a confiar en Ti por los que no esperan en tu Palabra.
Meditación del Santo Padre Francisco
Testimoniar a Cristo es la esencia de la Iglesia que, de otro modo, acabaría siendo sólo una estéril «universidad de la religión» impermeable a la acción del Espíritu Santo. Lo volvió a afirmar el Papa Francisco en la misa del martes 6 de mayo, en la Casa Santa Marta.
La meditación sobre la fuerza del testimonio surgió del pasaje de los Hechos de los apóstoles (7, 51-8,1a) que relata el martirio de Esteban. A sus perseguidores, que no creían, Esteban dijo: «Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos. Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo». Y precisamente «estas palabras —comentó el Pontífice—, de una forma u otra, las había dicho Jesús, incluso literalmente: como eran vuestros padres así sois vosotros; ¿hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran?».
Los perseguidores, destacó el Santo Padre, ciertamente no eran personas serenas, con el corazón en paz. No es que no estaban de acuerdo con lo que Esteban predicaba: ¡odiaban!». Y «este odio —explicó el Papa— había sido sembrado en su corazón por el diablo. Es el odio del demonio contra Cristo».
Precisamente «en el martirio —continuó— se ve clara esta lucha entre Dios y el demonio. Se ve en este odio. No era una discusión serena». Por lo demás, hizo notar, «ser perseguidos, ser mártires, dar la vida por Jesús es una de las bienaventuranzas». Tanto que «Jesús no dijo a los suyos: «Pobrecillos si os suceden estas cosas». No, Él dijo: «Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. ¡Alegraos!»».
Es evidente, pues, que «el demonio no puede soportar la santidad de la Iglesia». Y en contra de Esteban —dijo el Papa— suscitó odio en el corazón de esas personas, para perseguir, para insultar, para calumniar. Y así mataron a Esteban», el cual «murió como Jesús, perdonando».
«Martirio, en la tradición de la palabra griega, significa testimonio», explicó el Pontífice. Y «así podemos decir que para un cristiano el camino va por las huellas de este testimonio de Jesús para dar testimonio de Él». Un testimonio que muchas veces termina con el sacrificio de la vida.
La cuestión central, argumentó el Pontífice, es que el cristianismo no es una religión «de sólo ideas, de pura teología, de estética, de mandamientos. Nosotros somos un pueblo que sigue a Jesucristo y da testimonio, quiere dar testimonio de Jesucristo. Y este testimonio algunas veces llega a costar la vida». Al respecto, el relato del martirio de Esteban es elocuente. Así, pues, «al morir Esteban, se desató la persecución contra todos». Los perseguidores «se sentían fuertes: el demonio suscitaba en ellos el desatar esta violenta persecución». Una persecución tan brutal que, «a excepción de los apóstoles que permanecieron allí, en el lugar, los cristianos se dispersaron por la región de Judea y Samaría». Precisamente «la persecución hizo que los cristianos fuesen lejos». Y a las personas que encontraban les «decían el por qué» de su fuga, «explicaban el Evangelio, daban testimonio de Jesús. Y comenzó la misión de la Iglesia. Muchos se convertían al escuchar a esta gente».
El obispo de Roma recordó al respecto que «uno de los padres de la Iglesia dijo: la sangre de los mártires es semilla de los cristianos». Y es precisamente eso lo que sucede: «Se desata la persecución, los cristianos se dispersan y con su testimonio predican la fe». Porque, destacó el Papa, «el testimonio siempre es fecundo»: lo es cuando tiene lugar en la vida cotidiana, pero también cuando se vive en las dificultades o cuando conduce incluso a la muerte. La Iglesia, por lo tanto, «es fecunda y madre cuando da testimonio de Jesucristo. En cambio, cuando la Iglesia se cierra en sí misma, se cree —digámoslo así— una universidad de la religión con muchas ideas hermosas, con muchos hermosos templos, con muchos bellos museos, con muchas cosas hermosas, pero no da testimonio, se hace estéril».
Los Hechos de los apóstoles puntualizan «que Esteban estaba lleno del Espíritu Santo». Y, en efecto, «no se puede dar testimonio sin la presencia del Espíritu Santo en nosotros. En los momentos difíciles, cuando tenemos que elegir la senda justa, cuando tenemos que decir que «no» a tantas cosas que tal vez intentan seducirnos, está la oración al Espíritu Santo: es Él quien nos hace fuertes para caminar por la senda del testimonio».
El Papa Francisco, como conclusión, recordó cómo de las «dos imágenes» propuestas por la liturgia —Esteban que muere y los cristianos que dan testimonio por doquier— brotan para cada uno algunas preguntas: «¿Cómo es mi testimonio? ¿Soy un cristiano testigo de Jesús o soy un simple miembro de esta secta? ¿Soy fecundo porque doy testimonio o permanezco estéril porque no soy capaz de dejar que el Espíritu Santo me lleve adelante en mi vocación cristiana?».
2044 La fidelidad de los bautizados es una condición primordial para el anuncio del Evangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos. “El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe y a Dios” (AA 6).
2045 Los cristianos, por ser miembros del Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo (cf Ef 1, 22), contribuyen a la edificación de la Iglesia mediante la constancia de sus convicciones y de sus costumbres. La Iglesia aumenta, crece y se desarrolla por la santidad de sus fieles (cf LG 39), “hasta que lleguemos al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo” (Ef 4, 13).
2046 Llevando una vida según Cristo, los cristianos apresuran la venida del Reino de Dios, “Reino de justicia, de verdad y de paz” (Solemnidad de N. Señor Jesucristo Rey del Universo, Prefacio: Misal Romano). Esto no significa que abandonen sus tareas terrenas, sino que, fieles a su Maestro, las cumplen con rectitud, paciencia y amor.
Señor, todo cristiano está llamado a dar testimonio de fe, de amor y de santidad. Ojalá que quien se acerque a nosotros se quede marcado para siempre, no por nuestra personalidad o nuestras cualidades, sino porque somos reflejo del amor de Ti al hombre, a todo hombre. Que se diga de nosotros lo mismo que se decía sobre los primeros cristianos: «¡Mirad, cómo se aman!».
Propósito
Viviré con especial intensidad este día, ofreciendo todo para que el mensaje del Año de la fe llegue a más personas.
Juan 15, 18-21. Sábado de la 5.ª semana del Tiempo de Pascua. La Iglesia es fecunda y madre cuando da testimonio de Jesucristo. La Iglesia es estéril cuando se cierra en sí misma.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, él mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió».
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 16, 1-10
Salmo: Sal 100(99), 1-5
Oración introductoria
Ser un elegido de Cristo, ¿tiene alguna influencia en mi vida? Permite, Señor, que esta oración taladre la dura costra de mi indiferencia. No puedo seguir absorto en la rutina, inmerso en el conformismo, ciego ante las injusticas del mundo. Ayúdame a descubrir en las dificultades una oportunidad para afianzar mi vida en Ti.
Petición
Señor, enséñame a recorrer el camino de la cruz, que es el camino del amor.
Meditación del Santo Padre Francisco
Testimoniar a Cristo es la esencia de la Iglesia que, de otro modo, acabaría siendo sólo una estéril «universidad de la religión» impermeable a la acción del Espíritu Santo.
La meditación sobre la fuerza del testimonio surgió del pasaje de los Hechos de los apóstoles (7, 51-8,1a) que relata el martirio de Esteban. A sus perseguidores, que no creían, Esteban dijo: «Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos. Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo». Y precisamente «estas palabras —comentó el Pontífice—, de una forma u otra, las había dicho Jesús, incluso literalmente: como eran vuestros padres así sois vosotros; ¿hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran?».
Los perseguidores, destacó el Santo Padre, ciertamente no eran personas serenas, con el corazón en paz. No es que no estaban de acuerdo con lo que Esteban predicaba: ¡odiaban!». Y «este odio —explicó el Papa— había sido sembrado en su corazón por el diablo. Es el odio del demonio contra Cristo».
Precisamente «en el martirio —continuó— se ve clara esta lucha entre Dios y el demonio. Se ve en este odio. No era una discusión serena». Por lo demás, hizo notar, «ser perseguidos, ser mártires, dar la vida por Jesús es una de las bienaventuranzas». Tanto que «Jesús no dijo a los suyos: «Pobrecillos si os suceden estas cosas». No, Él dijo: «Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. ¡Alegraos!»».
Es evidente, pues, que «el demonio no puede soportar la santidad de la Iglesia». Y en contra de Esteban —dijo el Papa— suscitó odio en el corazón de esas personas, para perseguir, para insultar, para calumniar. Y así mataron a Esteban», el cual «murió como Jesús, perdonando».
«Martirio, en la tradición de la palabra griega, significa testimonio», explicó el Pontífice. Y «así podemos decir que para un cristiano el camino va por las huellas de este testimonio de Jesús para dar testimonio de Él». Un testimonio que muchas veces termina con el sacrificio de la vida.
La cuestión central, argumentó el Pontífice, es que el cristianismo no es una religión «de sólo ideas, de pura teología, de estética, de mandamientos. Nosotros somos un pueblo que sigue a Jesucristo y da testimonio, quiere dar testimonio de Jesucristo. Y este testimonio algunas veces llega a costar la vida». Al respecto, el relato del martirio de Esteban es elocuente. Así, pues, «al morir Esteban, se desató la persecución contra todos». Los perseguidores «se sentían fuertes: el demonio suscitaba en ellos el desatar esta violenta persecución». Una persecución tan brutal que, «a excepción de los apóstoles que permanecieron allí, en el lugar, los cristianos se dispersaron por la región de Judea y Samaría». Precisamente «la persecución hizo que los cristianos fuesen lejos». Y a las personas que encontraban les «decían el por qué» de su fuga, «explicaban el Evangelio, daban testimonio de Jesús. Y comenzó la misión de la Iglesia. Muchos se convertían al escuchar a esta gente».
El obispo de Roma recordó al respecto que «uno de los padres de la Iglesia dijo: la sangre de los mártires es semilla de los cristianos». Y es precisamente eso lo que sucede: «Se desata la persecución, los cristianos se dispersan y con su testimonio predican la fe». Porque, destacó el Papa, «el testimonio siempre es fecundo»: lo es cuando tiene lugar en la vida cotidiana, pero también cuando se vive en las dificultades o cuando conduce incluso a la muerte. La Iglesia, por lo tanto, «es fecunda y madre cuando da testimonio de Jesucristo. En cambio, cuando la Iglesia se cierra en sí misma, se cree —digámoslo así— una universidad de la religión con muchas ideas hermosas, con muchos hermosos templos, con muchos bellos museos, con muchas cosas hermosas, pero no da testimonio, se hace estéril».
Los Hechos de los apóstoles puntualizan «que Esteban estaba lleno del Espíritu Santo». Y, en efecto, «no se puede dar testimonio sin la presencia del Espíritu Santo en nosotros. En los momentos difíciles, cuando tenemos que elegir la senda justa, cuando tenemos que decir que «no» a tantas cosas que tal vez intentan seducirnos, está la oración al Espíritu Santo: es Él quien nos hace fuertes para caminar por la senda del testimonio».
El Papa Francisco, como conclusión, recordó cómo de las «dos imágenes» propuestas por la liturgia —Esteban que muere y los cristianos que dan testimonio por doquier— brotan para cada uno algunas preguntas: «¿Cómo es mi testimonio? ¿Soy un cristiano testigo de Jesús o soy un simple miembro de esta secta? ¿Soy fecundo porque doy testimonio o permanezco estéril porque no soy capaz de dejar que el Espíritu Santo me lleve adelante en mi vocación cristiana?».
2030 El cristiano realiza su vocación en la Iglesia, en comunión con todos los bautizados. De la Iglesia recibe la Palabra de Dios, que contiene las enseñanzas de la “ley de Cristo” (Ga 6, 2). De la Iglesia recibe la gracia de los sacramentos que le sostienen en el camino. De la Iglesia aprende el ejemplo de la santidad; reconoce en la Bienaventurada Virgen María la figura y la fuente de esa santidad; la discierne en el testimonio auténtico de los que la viven; la descubre en la tradición espiritual y en la larga historia de los santos que le han precedido y que la liturgia celebra a lo largo del santoral.
2031 La vida moral es un culto espiritual. Ofrecemos nuestros cuerpos “como una hostia viva, santa, agradable a Dios” (Rm 12, 1) en el seno del Cuerpo de Cristo que formamos y en comunión con la ofrenda de su Eucaristía. En la liturgia y en la celebración de los sacramentos, plegaria y enseñanza se conjugan con la gracia de Cristo para iluminar y alimentar el obrar cristiano. La vida moral, como el conjunto de la vida cristiana, tiene su fuente y su cumbre en el Sacrificio Eucarístico.
I. Vida moral y Magisterio de la Iglesia
2032. La Iglesia, “columna y fundamento de la verdad” (1 Tm 3, 15), “recibió de los Apóstoles […] este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad que nos salva” (LG 17). “Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas” (CIC can. 747, §2).
2033 El magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y en la predicación, con la ayuda de las obras de los teólogos y de los autores espirituales. Así se ha transmitido de generación en generación, bajo la dirección y vigilancia de los pastores, el “depósito” de la moral cristiana, compuesto de un conjunto característico de normas, de mandamientos y de virtudes que proceden de la fe en Cristo y están vivificados por la caridad. Esta catequesis ha tomado tradicionalmente como base, junto al Credo y el Padre Nuestro, el Decálogo que enuncia los principios de la vida moral válidos para todos los hombres.
2034 El Romano Pontífice y los obispos como “maestros auténticos por estar dotados de la autoridad de Cristo […] predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica” (LG 25). El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comunión con él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar.
2035 El grado supremo de la participación en la autoridad de Cristo está asegurado por el carisma de la infalibilidad. Esta se extiende a todo el depósito de la revelación divina (cf LG 25); se extiende también a todos los elementos de doctrina, comprendida la moral, sin los cuales las verdades salvíficas de la fe no pueden ser salvaguardadas, expuestas u observadas (cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Mysterium ecclesiae, 3).
2036 La autoridad del Magisterio se extiende también a los preceptos específicos de la ley natural, porque su observancia, exigida por el Creador, es necesaria para la salvación. Recordando las prescripciones de la ley natural, el Magisterio de la Iglesia ejerce una parte esencial de su función profética de anunciar a los hombres lo que son en verdad y de recordarles lo que deben ser ante Dios (cf. DH 14).
2037 La ley de Dios, confiada a la Iglesia, es enseñada a los fieles como camino de vida y de verdad. Los fieles, por tanto, tienen el derecho (cf CIC can. 213) de ser instruidos en los preceptos divinos salvíficos que purifican el juicio y, con la gracia, sanan la razón humana herida. Tienen el deber de observar las constituciones y los decretos promulgados por la autoridad legítima de la Iglesia. Aunque sean disciplinares, estas determinaciones requieren la docilidad en la caridad.
2038 En la obra de enseñanza y de aplicación de la moral cristiana, la Iglesia necesita la dedicación de los pastores, la ciencia de los teólogos, la contribución de todos los cristianos y de los hombres de buena voluntad. La fe y la práctica del Evangelio procuran a cada uno una experiencia de la vida “en Cristo” que ilumina y da capacidad para estimar las realidades divinas y humanas según el Espíritu de Dios (cf 1 Co 2, 10-15). Así el Espíritu Santo puede servirse de los más humildes para iluminar a los sabios y los constituidos en más alta dignidad.
2039 Los ministerios deben ejercerse en un espíritu de servicio fraternal y de entrega a la Iglesia en nombre del Señor (cf Rm 12, 8.11). Al mismo tiempo, la conciencia de cada cual en su juicio moral sobre sus actos personales, debe evitar encerrarse en una consideración individual. Con mayor empeño debe abrirse a la consideración del bien de todos según se expresa en la ley moral, natural y revelada, y consiguientemente en la ley de la Iglesia y en la enseñanza autorizada del Magisterio sobre las cuestiones morales. No se ha de oponer la conciencia personal y la razón a la ley moral o al Magisterio de la Iglesia.
2040 Así puede desarrollarse entre los cristianos un verdadero espíritu filial con respecto a la Iglesia. Es el desarrollo normal de la gracia bautismal, que nos engendró en el seno de la Iglesia y nos hizo miembros del Cuerpo de Cristo. En su solicitud materna, la Iglesia nos concede la misericordia de Dios que va más allá del simple perdón de nuestros pecados y actúa especialmente en el sacramento de la Reconciliación. Como madre previsora, nos prodiga también en su liturgia, día tras día, el alimento de la Palabra y de la Eucaristía del Señor.
Colaborar en un proyecto apostólico en mi parroquia o en algún movimiento o asociación.
Diálogo con Cristo
Jesús, tu Evangelio me recuerda que para seguirte tengo que recorrer el camino de la cruz, que no es otra cosa que el desprenderme de todo obstáculo que me impida amarte más y mejor. Ayúdame a seguirte el día de hoy, ofreciéndote mi cumplimiento esmerado y fiel a mi deber, el control de mis reacciones y la renuncia a todo lo que me impida donarme a los demás.
Es la Virgen María quien, después de Nuestro Señor, ocupa el primer lugar en la Historia: la celebramos el Uno de Enero como Madre de Dios, le ofrecemos los sábados de todo el año, la recordamos en innumerables fiestas y los meses de mayo y octubre están especialmente dedicado al rezo del Rosario y a la Virgen María. En esta ocasión os ofrecemos un breve catecismo mariano en el que se contempla todo lo que necesitas saber para conocer, tratar, amar e imitar a Nuestra Señora.
* * *
La Virgen María
1. — ¿Quién es la Virgen María?
La Virgen María es la doncella escogida por Dios para ser la Madre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre Nuestra.
2. — ¿Qué significa el nombre de María?
El nombre de María, que en hebreo es Miriam, significa: Doncella, Señora, Princesa.
3. — ¿Qué profecías más importantes aparecen en el Antiguo Testamento acerca de la Virgen?
En el Libro de Génesis, capítulo 3, versículo 15, se dice: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo; Ella te aplastará la cabeza, y tú en vano intentarás morderle el talón”.
4. — ¿Se cumplió la profecía de Isaías?
Sí, ocho siglos después se cumplió lo que pronunció el Señor por la boca del profeta. En el Evangelio de San Mateo, Capítulo 1, versículo 23, están recogidas las palabras de Isaías.
San Joaquín y Santa Ana
5. — ¿Cómo se llamaban los padres de la Virgen María?
Los padres de la Virgen María se llamaban Joaquín y Ana. Eran descendientes de la tribu de Judá y, más concretamente, de la familia del rey David.
6. — ¿Qué se entiende por Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo?
Por Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo entendemos que San Joaquín y Santa Ana llevaron a la Virgen, cuando aún era una niña, al Templo de Jerusalén para consagrarla al servicio de Dios.
La Anunciación
7. — ¿Para qué envió Dios al Arcángel San Gabriel a la virgen?
Dios envió al Arcángel San Gabriel a la Virgen, que vivía en Nazaret, ciudad de Galilea, para anunciarle que era la mujer escogida desde toda la eternidad para ser la Madre del futuro Redentor. Por eso a este momento se le llama Anunciación.
8. — ¿Qué dijo el Arcángel San Gabriel a la Virgen?
El Arcángel San Gabriel dijo a la Virgen:
«Dios te Salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres. No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin. El Espíritu Santo vendrá sobre ti, Y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra y por esto el hijo santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios» (S. Lucas 1, 28,30-33 y 35).
9. — ¿Aceptó la Virgen las palabras del Arcángel?
Con toda humildad y sumisión la Virgen dio su consentimiento para ser la Madre de Dios, diciéndole el Arcángel: He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra (S. Lucas 1, 38).
La Visitación
10. — ¿Para qué visitó la Virgen a su prima Santa Isabel?
La virgen, inspirada por el Espíritu Santo visitó a su prima Santa Isabel para servirle, ya que Isabel había concebido un hijo en su vejez. A este hecho se le llama la visitación.
11. — ¿Qué distancia recorrió la Virgen para ver a su prima?
La Virgen recorrió unos ciento cincuenta kilómetros, desde Nazaret a una pequeña ciudad de Judea llamada Ain-Karim, situada en la montaña a unos tres kilómetros de Jerusalén. El recorrido duró cuatro o cinco días.
12. — ¿Qué dijo Santa Isabel cuando recibió a la Virgen en su casa?
Santa Isabel, llena del Espíritu Santo, recibió a la Virgen con estas palabras: Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de ti vientre. Y ¿de dónde a mi tanto bien que venga la madres de mi Señor a visitarme? Pues lo mismo fue penetrar la voz de tu salutación en mis oídos, que dar saltos de júbilo la criatura en mi vientre. ¡Oh, bienaventurada tú, que has creído! Porque se cumplirán las cosas que han dicho de parte del Señor (S. Lucas 1, 42-45).
13. ¿Qué dijo la virgen al oír las alabanzas de Santa Isabel?
La Virgen pronunció un cántico lleno de belleza y poesía, al que la Iglesia llama Magnífica.
14. — ¿ Cuáles son las virtudes que nos enseña la Virgen en la Visitación La virgen nos enseña de un modo especial la Visitación, las virtudes de humildad, caridad, generosidad, así como el deseo de servir con prontitud.
15. — ¿Cuánto tiempo permaneció la virgen con Santa Isabel?
La Virgen permaneció con su prima unos tres meses, y luego se volvió a Nazaret.
San José
16. — ¿Quién es el Señor San José?
San José es el esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Un hombre escogido por Dios, virtuoso y santo para que cuidara a la Virgen y a Jesús.
17. — ¿San José y la Virgen eran descendientes del rey David?
Si, San José y la Virgen eran descendientes de la familia real de David.
18. — ¿Por qué San José y la Virgen María fueron a Belén?
San José y la Virgen fueron a Belén, que es la ciudad de David, para obedecer el edicto del emperador César Augusto, que ordenaba a todos sus súbitos que fueran a la ciudad de su estirpe para empadronarse.
El Nacimiento de Jesús
19. — ¿Qué sucedió al llegar a Belén?
Cuando San José y la Virgen llegaron a Belén, no encontraron lugar para hospedarse a causa de una gran concurrencia de forasteros, y se dirigieron a una cueva que servía de establo.
20. — ¿Y qué sucedió en la cueva?
La virgen estaba encinta, y como se le cumplieron los días del parto, dio a luz milagrosamente a Nuestro Señor Jesucristo; lo envolvió en pañales limpios y lo recostó en el pesebre.
21. — ¿Qué ejemplo nos da Jesús en el pesebre?
Jesús, en el pesebre, nos da ejemplo de humildad, fortaleza, pobreza y sencillez.
22. — ¿La Virgen tuvo otros hijos?
La Virgen no tuvo otros hijos, Jesucristo es su Hijo único, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, sin intervención del varón.
23. — ¿Porqué es la Sagrada Escritura está escrito Los hermanos de Jesús?
En la Sagrada Escritura dice hermanos de Jesús porque, en el lenguaje oriental (hebreo, arameo y árabe), se les llama hermanos a los primos hermanos y parientes. Por lo tanto, Jesús no tuvo hermanos nacidos de la Virgen.
Los pastores y los reyes magos
24. — ¿Qué sucedió poco después del nacimiento del Niño Jesús?
Unos pastores de la región y unos reyes magos que llegaron de Oriente fueron adorar a Jesús.
A los pastores se les presentó un ángel del Señor y les dio la buena noticia sobre el nacimiento del Niño Jesús. Los magos fueron iluminados por el Espíritu Santo, y una estrella los guió hacia Belén.
25. — ¿Qué hicieron los magos cuando visitaron a Jesús?
La Sagrada Escritura dice que los magos, entraron en la casa, hallaron al niño con María, su madre y, postrándose, le adoraron, y, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. (San Mateo 2,11)
La Presentación de Jesús en el Templo
26. — ¿Por qué la Virgen y San José presentaron al Niño Jesús en el Templo?
La Virgen y San José presentaron al Niño Jesús en el Templo porque con ello estaban obedecieron un mandato que Dios había hecho a Moisés; que todo varón primogénito fuera presentado en el templo.
27. — ¿Por qué la Virgen se presentó en el Templo para purificarse?
La Virgen se presentó en el templo para purificarse porque también quiso someterse a la Ley de Moisés, que ordenaba a las madres israelitas que no entran en el Templo sino después de cuarenta días del nacimiento del hijo. La Virgen purísima no tenía necesidad de purificarse; lo hizo para enseñarnos a amar la Ley de Dios. Este hecho se conoce como la Purificación de Nuestra Señora.
28. — ¿Qué otro acontecimiento sucedió durante la Presentación de Jesús en el Templo?
Sucedió que un anciano muy santo, llamado Simeón, y una piadosa viuda, llamada Ana, inspirados por el Espíritu Santo, reconocieron a Jesús como el verdadero Mesías.
29. — ¿Cuáles fueron las palabras que dijo Simeón a la Virgen?
Simeón dijo a la Virgen; “Mira este niño está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y será blanco de contradicción; y una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones”(S, Lucas 2, 34-35)
La huida a Egipto
30. — Después Jesús, María y José que huir a Egipto. ¿Sabemos por qué?
Sí, porque Herodes, rey de Judea por entonces, temiendo perder su reino por el advenimiento del Mesías, proyectó asesinar al Niño Jesús, pero un ángel se apareció en sueños a San José y él dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para quitarle la vida” (S, Mateo 2,11).
31. — ¿Hasta cuando estuvieron Jesús, María y José en Egipto?
Jesús, María y José estuvieron en Egipto hasta la muerte de Herodes, y luego regresaron a Nazaret.
La Virgen en Nazaret
32. — ¿Qué hacia la Virgen en Nazaret?
La Virgen trabajaba en el hogar de Nazaret, sirviendo con mucho amor a Jesús y a San José.
El niño perdido y hallado en el Templo
33. — ¿Qué sucedió cuando Jesús cumplió doce años?
Cuando Jesús cumplió doce años la Virgen y San José lo llevaron al Templo en Jerusalén por la fiesta de Pascua y, a su regreso a Nazaret no lo encontraron en la caverna en que iban, porque se había quedado en el templo sin que ellos se dieran cuenta.
34. — ¿Que hicieron la Virgen y San José cuando perdieron al Niño Jesús?
La virgen y San José buscaron a Jesús tres días y, al cabo de este tiempo, le hallaron en medio de los Doctores de la Ley, oyéndoles y preguntándoles.
35. — ¿Qué dijo la Virgen a Jesús al encontrarlo?
La Virgen le dijo a Jesús: Hijo ¿Por qué te has portado así con nosotros? Mira como tu padre y yo, llenos de aflicción, te hemos andado buscando. (S. Lucas 2, 48).
La Virgen en las Bodas de Cana
36. — ¿Cuál fue la primera intervención de la virgen en la vida pública de Jesús?
La primera intervención de la Virgen en la vida pública de Jesús fue durante las bodas de Cana en Galilea, a las que fueron invitados Jesús y su Santísima Madre, junto con los Apóstoles.
37. — ¿Qué sucedió en estas bodas?
La Virgen observó que faltaba vino y, queriendo evitar que los novios pasaran a una vergüenza, dijo a Jesús: No tienen vino.
Después dijo a los sirvientes: Haced lo que Él os diga (San Juan 2,3-5) Gracias a la mediación de la Virgen, Jesucristo realizó su primer milagro, el de convertir en agua en vino.
La Virgen junto a la Cruz
38. — ¿Estuvo presente la virgen en la Pasión y Muerte de Jesucristo?
Si, la Virgen estuvo junto a la Cruz de Jesús, llena de dolor, pero serena.
39. — ¿Qué nos enseña la Virgen estando al pie de la Cruz?
La Santísima Virgen enseña a sufrir con paciencia y fortaleza las penas y aflicciones de esta vida, aceptando con amor los designios de la Divina Providencia.
40. — ¿Cuáles fueron las palabras que Jesús dijo a la Virgen y a San Juan cuando estaba clavado en la Cruz?
Jesús mirando a la Virgen y San Juan, que también estaba allí, dijo a su Santísima Madre; Mujer, ahí tienes a tu hijo; Después, dirigiéndose al discípulo amado, dijo; Ahí tienes a tu madre (San Juan 19,26-27)
41. — ¿Qué significan estas palabras?
Con estas palabras Jesucristo quiere decir a su Madre bendita no se queda sola y la encomienda a San Juan, por su parte, la Virgen será, a partir de ese momento, la Madre espiritual de San Juan y de todos los cristianos, pues ese apóstol nos representaba a todos.
La Virgen después de la muerte, Resurrección y Ascensión de Jesucristo.
42. — ¿Qué hizo la Virgen después de la muerte y sepultura del Señor?
La Virgen se recogió a Jerusalén y esperó, llena de confianza, La Resurrección de su divino Hijo.
43. — ¿Se apareció Jesús a la Virgen después de la Resurrección?
La Tradición dice que Nuestro Señor Jesucristo se apareció a la Santísima Virgen apenas resucito, y que Ella fue la primera persona que los vio en ese estado glorioso.
44. — ¿Dónde permaneció la Virgen después de la Ascensión de Jesucristo, al lado de los Apóstoles, y, animados de un mismo espíritu, perseveraban juntos en la oración?
El día de Pentecostés sucedió que la Virgen y los Apóstoles estaban juntos en un mismo lugar, cuando de repente sobrevino del cielo un ruido como viento impetuoso y aparecieron unas como lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos y quedaron todos llenos del Espíritu Santo.
Dogmas acerca de la Virgen
45. — ¿Cuáles son los dogmas que la Iglesia enseña acerca de la Virgen?
La Iglesia enseña los siguientes dogmas acerca de la Virgen: La Maternidad Divina La Inmaculada Concepción La perpetua Virginidad y La Asunción a los cielos.
46. — ¿Debemos creer estos dogmas de fe?
Si, debemos creerlos plenamente. Si Alguno se atreviera a negarlos a dudar de ellos conscientemente, cometería un pecado mortal.
47. — ¿En qué consiste el Dogma de la Maternidad Divina?
El Dogma de la Maternidad Divina consiste en que la Virgen María es Verdadera Madre de Dios, por haber engendrado por obra del Espíritu Santo y dado a la luz de Jesucristo, no en cuanto a su Naturaleza Divina, sino en cuanto a la Naturaleza humana que había asumido. La Iglesia afirma este Dogma desde siempre, y lo definió solemnemente en el Concilio de Éfeso (Siglo V).
El Concilio Vaticano II menciona esta verdad con las siguientes palabras: “Desde lo0s tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título Madres de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con súplicas en todos sus peligros y necesidades” (Const. Dogmática Lumen Pentium, n, 66)
48. — ¿En qué consiste el Dogma de la Inmaculada Concepción?
El Dogma de la Inmaculada Concepción consiste en que la Virgen fue preservada inmune e la mancha del pecado original desde el primer instante de su Concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano Esta verdad fue proclamada como Dogma de fe por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
49. — ¿En qué consiste el Dogma de la Perpetua Virginidad?
El Dogma de la Perpetua Virginidad consiste en que la Madre de Dios conservó plena y perdurablemente su Virginidad. Es decir fue Virgen antes del parto, en el parto y, perpetuamente, después del parto. La Iglesia afirma este Dogma desde el Credo compuesto por los Apóstoles.
El Concilio Vaticano II dice: “Es aquella Virgen que concebirá y dará a luz< un Hijo, que se llamará Emmanuel” (Const. Dogmática Lumen gentiun, n. 55)
50. — ¿En qué consiste el Dogma de la Asunción a los Cielos?
El Dogma de la Asunción a los Cielos consiste en que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen, cumplido el curso de su vida terrena, fue subida en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pio XII, el Primero de Noviembre de 1950, en la Constitución Munificentissimus Deus
Títulos de la Virgen
51. — Además de estos privilegios, ¿qué títulos tiene Nuestra Señora?
Nuestra Señora tiene los siguientes títulos: Madre de los hombres, Madre de la Iglesia, Abogada Nuestra, Corredentora, Medianera de todas las gracias, Reina y Señora de todo lo creado, y todas las alabanzas que contiene el Santo Rosario.
52. — ¿Cuáles son las relaciones que existen entre la Virgen y la Santísima Trinidad?
La Virgen tiene una relación especialísima con la Santísima Trinidad, porque:
Es Hija de Dios Padre, ya que fue creada por Dios.
Es Madre de Dios Hijo, pues es la Madre de Nuestro Señor Jesucristo.
Es Esposa de Dios, Espíritu Santo, pues el Espíritu Santo formó el cuerpo de Jesús en las entrañas purísimas de la Virgen.
Culto a la Virgen
53. — ¿Debemos de dar culto a la Virgen?
Sí, porque es Madre de Dios y Madre espiritual de todos los cristianos.
54. — ¿Rendimos el mismo culto a Dios que a la Virgen?
No, A Dios, por ser el supremo Señor de todo lo creado, le rendimos culto de adoración, llamado latría. A la virgen, en cambio, por su grandeza la veneramos con un culto especial, llamado hiperdulía.
55. — ¿Por qué llamamos medianera a la Virgen?
Aunque Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres, no se excluye por ello la existencia de otra mediación secundaria y subordinada: la de la virgen María. La Virgen es medianera de todas las gracias y porque nos lleva de la mano a la Patria Celestial.
56. — ¿Es necesario la devoción a la Virgen?
La devoción a la Virgen es necesaria para salvarnos, pero con necesidad moral, que se apoya en el querer de Dios que nos dio como Madre.
57. — ¿Qué características ha de tener nuestra devoción a la Virgen?
Como buenos hijos suyos, hemos de venerarla, invocarla, imitarla y amarla.
58. — ¿Cómo podemos imitar a la Virgen?
Imitamos a la Virgen a través de todas sus virtudes, pues todas las vivió en el mayor grado posible.
En Concilio Vaticano II dice: “Los fieles aún se esfuerzan por crecer en santidad venciendo al pecado; por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda su comunidad de los elegidos como modelo de virtudes” (Const. Dogmática Lumen Gentiun, n 65) Fiestas en honor a la Virgen
59. — ¿Cuáles son las fiestas universales que celebramos en honor a la Santísima Virgen?
Las fiestas de la Virgen, de carácter universal son:
La Maternidad Divina 1º de Mayo
La Anunciación, 25 de marzo
El corazón Inmaculado de María Sábado siguiente a la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
La Visitación de la Santísima Virgen 31 de Mayo
Nuestra Señora del Carmen 16 de Julio
Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor 5 de Agosto
La Asunción de la Virgen 15 de Agosto.
Nuestra Señora Reina del Cielo 22 de Agosto.
La Natividad de la Virgen 8 de septiembre
Nuestra Señora del Rosario 7 de Octubre
La Presentación de la Virgen en el Templo 21 de noviembre
La Inmaculada Concepción 8 de Diciembre.
60. — ¿Conoces otras fiestas que los cristianos de algunos países celebran para honrar a la Santísima Virgen?
Nuestra Señora de Lourdes 11 de febrero
Nuestra Señora de Montserrat 27 de abril
Nuestra Señora Auxiliadora 24 de Mayo
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro 27 de Junio
Nuestra Señora del Refugio 4 de Julio.
Nuestra Señora de los Ángeles 2 de Agosto
Nuestra Señora de la Merced 24 de Septiembre
Nuestra Señora del Pilar 12 de Octubre.
Nuestra Señora de Guadalupe 12 de Diciembre.
61. — ¿Cuáles son las fiestas de la Virgen en que obliga la asistencia a la Santa Misa en cada nación?
Las fiestas de la Virgen en que obliga la asistencia a la Santa Misa en cada nación son:
La solemnidad de la Madre de Dios, 1.º de Enero
La Inmaculada Concepción, 8 de diciembre, fiesta en la mayoría de países de habla española.f
El día de la advocación de la Virgen que sea patrona nacional. Por ejemplo, en México, Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América y Filipinas, 12 de Diciembre.
62. — ¿Qué conmemoramos en las fiestas de Nuestra Señora?
Conmemoramos las distintas apariciones y milagros que la santísima Virgen ha realizado en diversos países del mundo a lo largo de los siglos, y además, exaltamos sus privilegios.
Algunas apariciones de la Virgen
63. — ¿A quién se apareció en México?
La Virgen se apareció varias veces en México a un indito Juan Diego en el cerro del Tepeaca. Sus apariciones fueron del 9 al 12 de Diciembre. La llamamos la Virgen de Guadalupe.
64. — ¿Cuál fue el mensaje de la Virgen a Juan Diego?
El mensaje de la virgen a Juan Diego fue el siguiente: “Sabe y tan entendido, tú, el más pequeño de mis hijos, que soy yo la siempre virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive, del Creador cabe quien está Todo, Señor del Cielo y de la tierra. Deseo vivamente que me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de este tierra y a los demás Amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores”.
65. — ¿A quién se apareció en Lourdes?
La Virgen se apareció varias veces a una joven campesina, cuyo nombre era Bernadette Soubirous, en una aldea de Francia llamada Lourdes. Sus apariciones fueron desde el 11 de Febrero al l6 de Julio de 1858.
66. — ¿Cuál fue el mensaje de la Virgen a Bernadette?
El contenido del mensaje de la Virgen a Bernadette fue el siguiente: No le prometía hacerla feliz en este mundo, pero sí en el otro. Le pidió que rogara a Dios por los pecadores y que era necesario hacer mucha penitencia. Pidió que dijera a los sacerdotes de su pueblo que construyeran una capilla en el lugar donde fueron las apariciones. Finalmente la virgen reveló: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
67. — ¿A quién se apareció en Fátima?
La Virgen se apareció tres veces a sus tres niños pastorcitos que vivían en una pequeña aldea de Portugal, llamada Fátima. Los niños se llamaban: Lucia, Francisco y Jacinta. Sus apariciones se realizaron desde el l3 de mayo al l3 de Octubre.
68. — ¿Cuál fue el mensaje de la Virgen a los tres niños?
El contenido del mensaje de la virgen a los tres niños fue el siguiente: Que tuvieron odio al pecado y que hicieran penitencia por los pecados. Les pidió una oración incesante y fervorosa diciéndole: “Rezad el Santo Rosario todos los días con devoción» Además, les pidió un apostolado generoso, la devoción a su Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora.
Oraciones a la Virgen
69. — ¿De qué manera podemos dirigirnos a la Santísima Virgen?
Además de las oraciones que la piedad de cada uno pueda componer, La Iglesia recomienda decir las siguientes: El Avemaría, el Ángelus, el Regina Coeli, la Salve, El Acordaos, el Magnificat, Dulce Madre, Bendita seas tu pureza, jaculatorias, y de manera especial porque Ella lo ha pedido, el rezo del Santo Rosario.
70. — ¿Cuál es la oración más excelente que le dirigimos a la Virgen?
La oración más excelente que le dirigimos a la Virgen María es el Avemaría.
71. — ¿De qué partes está compuesta el Avemaría? El Avemaría tiene dos partes; la primera está compuesta por los saludos que dirigieron a la Virgen el Arcángel San Gabriel en la Anunciación y Santa Isabel en la Visitación; la segunda parte la compuso la Iglesia, y con San Pio V, en el siglo XVI, quedó fijado como la conocemos actualmente.
72. — ¿Qué es el Ángelus?
El Ángelus es una plegaria que dirigimos a la Virgen, en donde recodamos el Misterio de la Encarnación del Hijos de Dios. El momento más usual para rezarlo a las l2 del día.
73. — ¿Cuándo rezamos en Regina Coeli?
El Regina Coeli lo rezamos en sustitución del Ángelus el tiempo pascual, es decir, desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés.
74. — ¿Quién compuso la oración Acordaos?
Se piensa que la oración Acordaos fue compuesta por San Bernardo de Claraval en el siglo XVII.
75. — ¿Ganamos indulgencias al rezar una oración a la Virgen?
Si, ganamos indulgencias parciales al rezar cuantas veces sea durante el día cualquier de las siguientes oraciones: El Ángelus o el Regina Coeli, el Acordaos, La Salve, el Magníficat, el Oficio Parvo de la Virgen María.
Devociones en honor a la Virgen
76. — ¿Qué devociones podemos practicar en honor a la Virgen?
Podemos practicar, entre otras, las siguientes devociones: considerar los quince misterios del Rosario, tener impuesto y llevar al cuello el Escapulario del Carmen; hacer romerías y peregrinaciones a Santuarios dedicados a Ella; la novena de la Inmaculada Concepción y la Consagración al Inmaculado Corazón de María.
El Santo Rosario
77. — ¿Qué es el Santo Rosario?
El Santo Rosario está compuesto de quince decenas de Avemarías, o sea de 150 Avemarías, cada decena va predicada de un Padrenuestro y se termina con el Gloria. Al final se añade la letanía, que es un conjunto de alabanzas a la virgen.
78. — ¿Por qué se llama Rosario a estas oraciones?
Se llama Rosario porque las oraciones, que se enlazan con las meditaciones de los misterios (Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos), forman una corona de rosas que se ofrece a María Santísima.
79. — ¿Podemos decir que hemos rezado el Santo Rosario cuando solo rezamos cinco misterios?
Si, basta rezar cinco misterios.
80. — ¿Qué alabanzas han dicho los Sumos Pontífices acerca del Santo Rosario?
Los Sumos Pontífices alaban el Santo Rosario diciendo:
“Es el salterio de la Santísima Virgen” (San Pio V)
“La devoción más hermosa, la más rica en gracias y gratísima al corazón de María” (Beato Pio IX)
«Bandera de la fe cristiana” (León XIII )
«Resumen del Evangelio y de la vida cristiana” (Pio XII)
«Forma devota de unión con Dios, y siempre de alta elevación espiritual” (Beato Juan XXIII)
“Compendio de todo el Evangelio” (Pablo VI)
“Es nuestra oración predilecta que dirigimos a María” (Juan pablo II)
81. — ¿Hay algún mes dedicado al Santo Rosario?
El mes especialmente dedicado por la Iglesia al Santo Rosario es el de Octubre.
El Escapulario de Carmen
82. — ¿Qué es el Escapulario de Carmen?
El Escapulario de Carmen es una reducción del hábito de los Religiosos Carmelitas y consta de dos pequeños trozos de tela de lana de color negro o café oscuro unidos con dos cordones.
83. — ¿Cuál es el origen del Escapulario de Carmen?
Es Escapulario de Carmen se remonta a una aparición de la Virgen a San Simón Stock, Superior General de la Orden de los Carmelitas, el 16 de Julio de 1251, en Inglaterra.
84. — ¿Ganamos indulgencias si llevamos el Escapulario?
Si, ganamos indulgencias parciales si usamos devotamente el Escapulario. Y ganamos indulgencias plenarias en las fiestas de:
San Simón Stock, 16 de Mayo.
Nuestra Señor del Carmen, 16 de Julio
San Elías, profeta, 20 de Julio.
Santa Teresita del Niño Jesús, 1º de Octubre
Santa Teresa de Jesús, 15 de Octubre
Todos los Santos Carmelitas, 14 de Noviembre
San Juan de la Cruz, 14 de Diciembre.
85. — ¿En qué consiste el privilegio Sabatino?
El privilegio sabatino consiste en que la Virgen prometió al Papa Juan XXII, en el siglo XIV, que quienes llevaran el Escapulario en el momento de la muerte, Ella, como Madre de la misericordia, bajaría al Purgatorio el sábado siguiente y librarías sus almas para conducirlas al Cielo.
86. — ¿Qué condiciones se requiere para obtener el privilegio Sabatino?
Además de estar en estado de gracia a la hora de la muerte:
Tener impuesto el escapulario y llevarlo habitualmente;
Guardar castidad, conforme al estado actual de cada cual;
El rezo del Oficio Divino o el Oficio Parvo de la Virgen, o siete Padrenuestros con Avemaría y Gloria, o al menos tres Avemarías.
87. — ¿Se puede sustituir el escapulario por una medalla?
Si, una vez el Escapulario ha sido impuesto puede sustituirse por una medalla metálica que lleve por un lado la imagen el Sagrado Corazón y por el otro una imagen de la Virgen Santísima.
Las Romerías
88. — ¿Qué son las Romerías?
Las romerías son visitas que hacemos a alguna Ermita o Santuario dedicados a la Virgen.
89. — ¿Conoces algunos Santuarios dedicados a la virgen?
En cada país donde hay fieles católicos suele haber uno o varios Santuarios dedicados a la Virgen. Entre los más visitados se encuentran:
Nuestra señora de Altotting Alemania
Nuestra Señora de Luján Argentina
Nuestra Señora de Mariazell Austria
Nuestra Señora de Monteagudo Bélgica
Nuestra Señora de Copacabana Bolivia
Nuestra Señora de la Aparecida Brasil
Nuestra Señora de Chiquinquirá Colombia
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre Cuba
La Virgen de los Vázquez Chile
Nuestra Señora de la Nube Ecuador
Nuestra Señora de Pilar España
Nuestra Señora de Lourdes Francia
La Virgen del Rosario Guatemala.
La Virgen de Suyapa Honduras.
Reina de Irlanda Irlanda.
Santa María la Mayor Italia.
Nuestra Señora de Líbano Líbano
Nuestra Señora de África Marruecos
Nuestra Señora de Czestochowa Polonia.
Nuestra Señora de Fátima Portugal.
Nuestra Señora de la Paz San Salvador
Nuestra Señora de Einsiedeln Suiza
Nuestra Señora de Coromoto Venezuela.
Nuestra Señora de Guadalupe México
Nuestra Señora de la Defensa Puebla México .
Manifestaciones de Amor a la Virgen
90. — ¿De qué manera podemos manifestar externamente nuestro amor a la Virgen?
Externamente podemos también manifestar nuestro amor a la virgen besando sus imágenes; llevando siempre con nosotros una pequeña imagen suya y colocando otra en la habitación donde dormimos y una en nuestro lugar de trabajo, para verla con frecuencia y acudir a Ella en nuestras necesidades; haciendo una inclinación de cabeza al pasar delante de una imagen suya en una Iglesia, etc.
Mes y días dedicados a la Virgen
91. — ¿Cuál es el mes dedicado a la Virgen de modo especial?
El mes dedicado a la virgen es el mes de mayo. Así lo dispuso la Iglesia.
92. — ¿Cuál es el día de la semana tradicionalmente dedicado a la Virgen?
El día dedicado a la Virgen, por una tradición antiquísima, es el sábado. En este día podemos tener presente a Nuestra Madre de forma especial, ofreciéndole algún pequeño sacrificio y dirigiendo una oración en su honor, por ejemplo, La Salve.
La Devoción a la Virgen
93. — ¿Qué dicen algunos santos acerca de la devoción a la Virgen?
Todos los santos amaron profundamente a la Virgen.
Algunos dijeron:
“La devoción a la Virgen es la llave del Paraíso” (S. Efrén).
“María es las esclava misteriosa por la cual Dios baja a la tierra y los hombres suben al Cielo” (S. Fulgencio)
«La Devoción a María es señal de salvación eterna” (San Bernardo)
«Dios no nos salvará sin la intercesión de María” (S. Jerónimo)
“María es la dispensadora de todas a las gracias y la gracia de nuestra salvación viene por sus manos” (S. Bernardino de Siena)
“La Protección de María es más grande y poderosa de lo que podemos nosotros entender” (S. Germán).
“El nombre de María es la alegría para el corazón, miel para los labios y la melodía para el oído de sus devotos” (S, Antonio de Padua)
94. — ¿Hemos de propagar la devoción a la virgen?
Sí, porque los buenos hijos hablan de su Madre, y porque la aman propagan su culto. “Los que trabajan en publicar las glorias de María tienen asegurado el Cielo “(San Buenaventura).
95. — ¿Qué dice el Concilio Vaticano II acerca de la Devoción a la Virgen?
Advierte el Concilio Vaticano II a todos los fieles de la Iglesia lo siguiente: “Que tengan muy en consideración las prácticas y los ejercicios hacia Ella recomendados por el Magisterio a lo largo de los siglos “(Const. Dogmática Lumen gentium, n, 67).
Santa María en América
Nuestra Señora de Altagracia, República Dominicana
Nuestra Señora del Divino Pastor, Trinidad y Tobago
Nuestra Señora de los Treinta y tres, Uruguay
Nuestra Señora del Coromoto, Venezuela
Nuestra Señora de Copacabana, Bolivia
Nuestra Señora de Aparecida, Brasil
Nuestra Señora del Rosario de Cabo, Canadá
Nuestra Señora de Chiquinquirá, Colombia
Nuestra Señora de los Ángeles, Costa Rica
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Cuba
Nuestra Señora del Carmen, Chile
Nuestra Señora del Quiche, Ecuador
Inmaculada Concepción, España y Estados Unidos
Nuestra Señora de Luján, Argentina
Nuestra Señora de la Paz, El Salvador
Nuestra Señora del Rosario, Guatemala
Nuestra Señora de Fátima, Portugal, Guyana y Surinam
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Haití
Nuestra Señora de Soyapá, Honduras
Nuestra Señora de Guadalupe, México
Inmaculada Concepción del Viejo, Nicaragua
Santa María de la Antigua, Panamá
Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé, Paraguay
Nuestra Señora del Pilar, Hispanoamérica y Filipinas
* * *
Fuente: Ponrencia sobre la «Historia de la Virgen presentada» en el Año de las Cumbres Mundiales en el Perú (2008), dentro de la Programación Nacioan de Formación y Capacitación Permanente (PRONAFCAP), Área de Educación Religiosa.
Juan 14, 1-6. Viernes de la 4.ª semana del Tiempo de Pascua. Vivir y actuar para la gloria de Dios es la razón y el sentido de toda vida cristiana.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy». Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?». Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 13, 26-33
Salmo: Sal 2, 6-11
Oración introductoria
Señor, sosteniéndome con tu gracia me das la vida y, porque me amas, quieres mostrarme el camino, la verdad y el estilo de vida que me puede llevar a la felicidad. Ilumina mi oración, aparta la distracción para que pueda experimentar tu presencia y tu cercanía.
Petición
Jesús, quiero ser dócil a tus inspiraciones, ¡ilumíname!
Meditación del Santo Padre Francisco
Toda la vida de Jesús, su forma de tratar a los pobres, sus gestos, su coherencia, su generosidad cotidiana y sencilla, y finalmente su entrega total, todo es precioso y le habla a la propia vida. Cada vez que uno vuelve a descubrirlo, se convence de que eso mismo es lo que los demás necesitan, aunque no lo reconozcan… A veces perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno… Tenemos un tesoro de vida y de amor que es lo que no puede engañar, el mensaje que no puede manipular ni desilusionar. Es una respuesta que cae en lo más hondo del ser humano y que puede sostenerlo y elevarlo. Es la verdad que no pasa de moda porque es capaz de penetrar allí donde nada más puede llegar. Nuestra tristeza infinita sólo se cura con un infinito amor…
Unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama. En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre; vivimos y actuamos «para alabanza de la gloria de su gracia» (Ef 1,6). Si queremos entregarnos a fondo y con constancia, tenemos que ir más allá de cualquier otra motivación. Éste es el móvil definitivo, el más profundo, el más grande, la razón y el sentido final de todo lo demás. Se trata de la gloria del Padre que Jesús buscó durante toda su existencia. Él es el Hijo eternamente feliz con todo su ser «hacia el seno del Padre» (Jn1,18). Si somos misioneros, es ante todo porque Jesús nos ha dicho: «La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto abundante» (Jn 15,8). Más allá de que nos convenga o no, nos interese o no, nos sirva o no, más allá de los límites pequeños de nuestros deseos, nuestra comprensión y nuestras motivaciones, evangelizamos para la mayor gloria del Padre que nos ama.
Santo Padre Francisco: Nadie va al Padre, sino por mi
2044 La fidelidad de los bautizados es una condición primordial para el anuncio del Evangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos. “El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe y a Dios” (AA 6).
2045 Los cristianos, por ser miembros del Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo (cf Ef 1, 22), contribuyen a la edificación de la Iglesia mediante la constancia de sus convicciones y de sus costumbres. La Iglesia aumenta, crece y se desarrolla por la santidad de sus fieles (cf LG 39), “hasta que lleguemos al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo” (Ef 4, 13).
2046 Llevando una vida según Cristo, los cristianos apresuran la venida del Reino de Dios, “Reino de justicia, de verdad y de paz” (Solemnidad de N. Señor Jesucristo Rey del Universo, Prefacio: Misal Romano). Esto no significa que abandonen sus tareas terrenas, sino que, fieles a su Maestro, las cumplen con rectitud, paciencia y amor.
No soy católico por seguir unos mandamientos o creer en una doctrina, sino por seguir a una persona, que me ama. Jesús, quiero ocupar esa habitación que con tanto amor has preparado para mí. No permitas que sea indiferente a esta maravillosa verdad. Ayúdame a permanecer siempre cerca de Ti, por la frescura y la delicadeza de la vida de gracia, por los momentos de oración y por la fidelidad a las inspiraciones del Espíritu Santo.
Propósito
Ayunar de pesimismo para crecer en la esperanza de que, con Cristo, puedo ser santo.
La montaña de Montserrat, en Cataluña, famosa entre las montañas por su rara configuración, ha sido desde tiempos remotos uno de los lugares escogidos por la Santísima Virgen para manifestar su maternal presencia entre los hombres. Bajo la advocación plurisecular de Santa María de Montserrat, la Madre de Dios y Madre de la Iglesia ha dispensado sus bendiciones sobre los devotos de todo el mundo que a Ella han acudido a través de los siglos. Pero su maternidad se ha dejado sentir más particularmente, desde los pequeños orígenes de la devoción y en todas las épocas de su desarrollo, sobre las tierras presididas por la montaña que levanta su extraordinaria mole en el mismo corazón geográfico de Cataluña. Con razón, pues, la Iglesia, por boca de León XIII, ratificando una realidad afirmada por la historia de numerosas generaciones, proclamó a Nuestra Señora de Montserrat como Patrona de las diócesis catalanas, señalando. asimismo una especial solemnidad litúrgica para honrar a la Santísima Virgen y darle gracias por todos sus beneficios bajo esta su peculiar advocación.
Aunque la devoción a la Virgen Santísima en Montserrat sea, con toda verosimilitud, bastante más antigua, consta, por lo menos, históricamente que en el siglo IX existía en la montaña una ermita dedicada a Santa María. El padre de la patria Wifredo el Velloso la cede, junto con otras tres ermitas de Montserrat, al monasterio de Santa María de Ripoll. Será un gran prelado de este monasterio, figura señera de la Iglesia de su tiempo, el abad Oliva, quien siglo y medio después, estableciendo una pequeña comunidad monástica junto a la ermita de Santa María, dará a la devoción el impulso que la habrá de llevar a la gran expansión futura.
El culto a Santa María en Montserrat queda concretado bien pronto en una imagen. La misma que veneramos hoy. La leyenda dice que San Lucas la labró con los instrumentos del taller de San José, teniendo como modelo a la misma Madre de Jesús, y que San Pedro la trasladó a Barcelona. Escondida por los cristianos, ante la invasión de los moros, en una cueva de la montaña de Montserrat, fue milagrosamente hallada en los primeros tiempos de la Reconquista y también maravillosamente dio origen a la iglesia y monasterio que se erigieron para cobijarla. En realidad, Santa María de Montserrat es una hermosa talla románica del siglo XII. Dorada y policromada, se presenta sentada sobre un pequeño trono en actitud hierática de realeza, teniendo al Niño sobre sus rodillas, protegido por su mano izquierda, mientras en la derecha sostiene una esfera. El Niño levanta la diestra en acto de bendecir y en su izquierda sostiene una piña. Rostro y manos de las dos figuras ofrecen la particularidad de su color negro, debido en buena parte, según opinión de los historiadores, al humo de las velas y lámparas ofrecidas por los devotos en el transcurso de varios siglos. Así es como la Virgen de Montserrat se cuenta entre las más señaladas Vírgenes negras y recibe de los devotos el apelativo cariñoso de Moreneta.
Presidida por esta imagen, la devoción a Santa María de Montserrat se extendió rápidamente por las tierras de Cataluña y, llevada por la fama de los milagros que se obraban en la montaña, alcanzó bien pronto a otros puntos de la Península y se divulgó por el centro de Europa. Las conquistas de la corona catalano-aragonesa la difunden hacia Oriente, estableciéndola sobre todo firmemente en Italia, en donde pasan de ciento cincuenta las iglesias y capillas que se dedicaron a la Virgen negra. Más tarde el descubrimiento de América y el apogeo del imperio hispánico la extienden y consolidan en el mundo entonces conocido. No sólo se dedican a Nuestra Señora de Montserrat las primeras iglesias del Nuevo Mundo, no sólo se multiplican allí los templos, altares, monasterios e incluso poblaciones a Ella dedicados, sino que la advocación mariana de la montaña sigue también los grandes caminos de Europa y llega, por ejemplo, hasta presidir la capilla palatina de la corte vienesa del emperador. Si para España, en los momentos de su plenitud histórica, la Virgen morena de Montserrat es la Virgen imperial que preside sus empresas y centra sus fervores marianos, la misma advocación de Santa María de Montserrat. se presenta en la historia de la piedad mariana como la primera advocación de origen geográfico que alcanza, con las proporciones de la época, un renombre universal.
Es interminable la sucesión de personalidades señaladas por la devoción a Santa María de Montserrat. Los santos la visitan en su santuario: San Juan de Mata, San Pedro Nolasco, San Raimundo de Peñafort, San Vicente Ferrer, San Luis Gonzaga, San Francisco de Borja, San José de Calasanz, San Benito Labre, el Beato Diego de Cádiz, San Antonio María Claret, y sobre todo San Ignacio de Loyola, convertido en capitán del espíritu a los pies de la Virgen negra. Los monarcas y los poderosos suben también a honrarla en su montaña: después del paso de todos los reyes de la corona catalano-aragonesa, con sus dignatarios y con sus casas nobles, el emperador Carlos V visita Montserrat no menos de nueve veces y Felipe II, igualmente devoto de Santa María, se complace en la conversación con sus monjes y sus ermitaños. Es conocida la muerte de ambos monarcas sosteniendo en su mano vacilante la vela bendecida de Nuestra Señora de Montserrat. Los papas se sienten atraídos por la fama de los milagros y el fervor de las multitudes y colman de privilegios al santuario y a su Cofradía. Esa agrupación devota, instituida ya en el siglo XIII para prolongar con sus vínculos espirituales la permanencia de los fieles en Montserrat, constituye uno de los principales medios para la difusión del culto a la Virgen negra de la montaña, hasta llegar a la recobrada pujanza de nuestros días. Las más diversas poblaciones tienen actualmente sus iglesias, capillas o altares dedicados a Nuestra Señora de Montserrat, desde Roma a Manila o Tokio, por ejemplo, pasando al azar por París, Lourdes, Buenos Aires, Jerusalén, Bombay, Nueva York, Florencia, Tánger, Praga, Montevideo o Viena. Los poetas y literatos de todos los tiempos forman también en la sucesión de devotos de Santa María de Montserrat: Alfonso el Sabio la dedica varias cantigas, el canciller de Ayala, Cervantes, Lope de Vega, Goethe, Schiller, Mistral, con los escritores catalanes en su totalidad, cantan las glorias de la Moreneta, de su santuario, de su montaña. Familias distinguidas y humildes devotos se honran en ofrecer sus donativos a la Virgen, para sostener la tradicional magnificencia de su culto, atendido desde los orígenes por los monjes benedictinos, y para cooperar al crecimiento y esplendor de la devoción. Es ésta una bella constante de la historia de Montserrat, desde las antiguas donaciones consignadas en los documentos más primitivos, pasando por el trono de catorce arrobas de plata ofrendado por la familia de los Cardona y el retablo policromado del altar mayor que costeó la munificencia de Felipe II, hasta el trono y la campana mayor de nuestros días, sufragados por fervorosa suscripción popular. También las familias devotas de todas las épocas han tenido un verdadero honor en que sus hijos consagraran los años de la niñez al servicio de Santa María, encuadrados en la famosa Escolanía o agrupación de niños cantores consagrados al culto, importante asimismo por la escuela tradicional de canto y composición que forman sus maestros, existente ya con seguridad en el siglo XIII y probablemente tan antigua como el santuario. Con sus actuaciones musicales, siempre tan admiradas, en la liturgia de Montserrat esos niños constituyen una de las notas más típicas e inseparables de la devoción a la Virgen negra, a cuya imagen aparecen íntimamente unidos en la realidad de su propia vida como en el sencillo simbolismo de las antiguas estampas y las modernas pinturas de Nuestra Señora de Montserrat.
A lo largo de más de mil años de historia, en el despliegue de un conjunto tan singular como el que forma la montaña con la ermita inicial, con el santuario y con el monasterio, la Santísima Virgen, en su advocación de Montserrat, ha recibido el culto de las generaciones y ha dispensado sus gracias, sensibles o tal vez ocultas, a quienes la han invocado con fervor. Hoy como nunca suben numerosas multitudes a Montserrat. Peregrinos en su mayoría, pero también no pocos movidos por respetuosa curiosidad. El lugar exige un viaje ex profeso, pero las estadísticas hablan de cifras que cada vez se acercan más al millón anual y que en un solo día pueden redondear fácilmente los diez o doce mil, con un porcentaje siempre acentuado de visitantes extranjeros. En Montserrat encuentran una montaña sorprendente, maravillosa por su configuración peculiar. Encuentran un santuario que les ofrece ciertos tesoros artísticos y humildes valores de espiritualidad humana y sobrenatural. Encuentran la magnificencia del culto litúrgico de la Iglesia, servido por una comunidad de más de ciento cincuenta monjes que consagran su vida a la búsqueda de Dios, a la asistencia de los mismos fieles, a la labor científica y cultural, a los trabajos artísticos. Hijos de San Benito, esos monjes oran, trabajan y se santifican santificando, esforzándose por corresponder a las justas exigencias del pueblo fiel, que confía en su intercesión y busca en ellos una orientación para la vida espiritual y también humana. Por su unión íntima con el monasterio, en fin, el santuario aparece caracterizado como el santuario del culto solemne, del canto de los monjes y especialmente de los niños; pero sobre todo como el santuario de la participación viva de los fieles en la liturgia, o, resumiendo la idea con frase expresiva, como el santuario del misal.
Todo esto encuentra el peregrino en Montserrat. Pero por encima de todas esas manifestaciones, y en el fondo de todas ellas, encuentra a la Santísima Virgen, la cual, como en tantos otros lugares de la tierra, aunque siempre con un matiz particular y distinto, ha querido hacerse presente en Montserrat.
En 1881 fue coronada canónicamente la imagen de Nuestra Señora de Montserrat. Era la primera en España que recibía esta distinción. El mismo León XIII la señalaba como Patrona de las diócesis catalanas y concedía a su culto una especial solemnidad con misa y oficio propios. Hasta entonces la fiesta principal del santuario había sido la de la Natividad de Nuestra Señora, el 8 de septiembre. En realidad, esta solemne fiesta no debía perder su tradicional significación. Todavía hoy conserva su carácter como de fiesta mayor, popular, del santuario. Pero una nueva festividad, con característica de patronal, venía a honrar expresamente a la Santísima Virgen en su advocación de Montserrat. Es la fiesta que no puede dejar de celebrar hoy todo buen devoto de la Virgen negra. Situada al principio como fiesta variable en el mes de abril, después de una breve fluctuación quedó fijada para el día 27. El misterio que la preside es el de la Visitación. En verdad, la Santísima Virgen visita en la montaña a los que acuden a venerarla y, como pide la oración de la solemnidad, les dispone para llegar a la Montaña que es Jesucristo.
* * *
Oraciones a Nuestra Señora de Montserrat
¡Qué consuelo saber que tu Corazón está siempre abierto para quienes recurren a ti! Confiamos a tu tierno cuidado e intercesión a nuestros seres queridos y a todos los que se sienten enfermos, solos o heridos. Ayúdanos, Santa Madre, a llevar nuestras cargas en esta vida hasta que lleguemos a participar de la gloria eterna y la paz con Dios.
Amén.
Nuestra Señora de Montserrat, ruega por nosotros.
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Oh Madre Santa, Corazón de amor, Corazón de misericordia, que siempre nos escucha y consuela, atiende a nuestras súplicas.
Como hijos tuyos, imploramos tu intercesión ante tu Hijo Jesús.
Recibe con comprensión y compasión las peticiones que hoy te presentamos, especialmente [se hace la petición]. Amén.
Juan 10, 22-30. Martes de la 4.ª semana del Tiempo de Pascua.Pidamos al Señor la gracia de la docilidad y que el Espíritu Santo nos ayude a defendernos de este otro «mal espíritu» de la suficiencia, del orgullo, de la soberbia, de la cerrazón del corazón al Espíritu Santo.
Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los Judíos lo rodearon y le preguntaron: «¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa».
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 11, 19-26
Salmo: Sal 87(86), 1-7
Oración introductoria
Jesús, creo que eres el que dices ser: Hijo de Dios y Redentor de todos los hombres. Gracias por concederme el don de la fe. Viniste al mundo para que las ovejas perdidas, pudiéramos encontrarte. Gracias. Me diste el conocimiento de saber quién soy y lo que valgo… todo un Dios se hizo hombre para salvarme. Sal hoy a mi encuentro en esta oración para mostrarme el camino que debo seguir.
Petición
Ayúdame, Señor, a saber escucharte siempre que me llames.
Meditación del Santo Padre Francisco
El Espíritu Santo siempre está en acción. Corresponde al cristiano acogerlo o no. Pero la diferencia está y se ve: si se le acoge con docilidad, de hecho, se vive en la alegría y en la apertura a los demás; en cambio un modo de actuar cerrado, de «aristocracia intelectual», que pretende comprender las cosas de Dios sólo con la cabeza, conduce a una separación de la realidad de la Iglesia. A tal punto que ya no se cree, ni siquiera ante un milagro. Son estas las dos actitudes, opuestas entre sí, que el Papa Francisco presentó en la misa que celebró el [día de hoy] en la capilla de la Casa Santa Marta.
Las lecturas de la liturgia (Hechos de los apóstoles 11, 19-26 y Juan 10, 22-30), como explicó el obispo de Roma, «muestran un díptico: dos grupos de personas». En el pasaje de los Hechos se encuentran, ante todo, quienes «se habían dispersado con motivo de la persecución que se desató» tras el martirio de Esteban. «Se habían dispersado» pero «llevaron por todas partes la semilla del Evangelio», dirigiéndose, sin embargo, sólo a los judíos. «Y luego, de modo natural», continuó el Pontífice, «algunos de ellos, gente de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles que Jesús es el Señor». Y «así, lentamente, abrieron las puertas a los griegos, a los paganos».
Cuando esta noticia llegó a la Iglesia de Jerusalén, mandaron a Bernabé a Antioquía «para realizar una visita de inspección» y verificar personalmente lo que estaba sucediendo. Los Hechos refieren que «todos se alegraron» y que «una multitud considerable se adhirió al Señor».
En pocas palabras, afirmó el Papa, para evangelizar a «esta gente no dijo: vayamos primero a los judíos, luego a los griegos, luego a los paganos y más tarde a todos», sino que «se dejó conducir por el Espíritu Santo: fue dócil al Espíritu Santo». Obrando así, «una cosa surge de la otra», y luego «la otra, la otra también», y así «acaban abriendo las puertas a todos». Incluso «a los paganos —precisó— que, en su mentalidad, eran impuros». Esos cristianos «abrían las puertas a todos» sin hacer distinciones.
Y «este —explicó el Pontífice— es el primer grupo de personas» que presenta la liturgia. Quienes lo componen son personas «dóciles al Espíritu Santo», que «van adelante como lo hizo Pablo», con una «cierta naturalidad». Porque, destacó, «algunas veces el Espíritu Santo nos impulsa a hacer cosas grandes, como impulsó a Felipe a bautizar a ese señor de Etiopía» y «como impulsó a Pedro a ir a bautizar a Cornelio». Otras «veces el Espíritu Santo nos conduce suavemente». Por ello la verdadera virtud, afirmó, «está en dejarse conducir por el Espíritu Santo: no poner resistencia al Espíritu Santo, ser dóciles al Espíritu Santo». Seguros, sin embargo, de que «el Espíritu Santo actúa hoy en la Iglesia, actúa hoy en nuestra vida». Tal vez, continuó el Papa, «alguno de vosotros podrá decirme: ¡nunca lo he visto! Presta atención a lo que sucede, a lo que te viene a la mente, a lo que surge en el corazón: cosas buenas, es el Espíritu quien te invita a ir por ese camino». Pero, cierto, «es necesaria la docilidad al Espíritu Santo».
He aquí, luego, el segundo grupo de personas del «díptico» propuesto por la liturgia. Un grupo, explicó el obispo de Roma, compuesto por «intelectuales que se acercan a Jesús en el templo: los doctores de la ley». Son hombres que tenían «siempre un problema porque no acababan de comprender, daban vueltas sobre las mismas cosas, porque creían que la religión era una cosa sólo de cabeza, de ley, de hacer mandamientos, de cumplir mandamientos y nada más». Ellos, continuó el Pontífice, «no imaginaban que existiese el Espíritu Santo». Y, así, —se lee en el Evangelio de Juan— «rodeándolo, le preguntaban: ¿hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente». A lo que «Jesús respondió con toda naturalidad: «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí»». Como si dijera: «Mirad a quienes recibieron un milagro, mirad las cosas que yo hago, las palabras que digo». Esos hombres, en cambio, miraban «sólo lo que tenían en la cabeza». Y así, «daban vueltas con argumentaciones, querían discutir». Para ellos, en efecto, «todo estaba en la cabeza, todo es intelecto».
La cuestión, afirmó el Pontífice, es que «en esta gente no está el corazón, no está el amor a la belleza, no está la armonía. Es gente que sólo quiere explicaciones». Pero si también «tú les das explicaciones» he aquí que inmediatamente «ellos, no convencidos, vuelven con otra pregunta». De este modo «dan vueltas, dan vueltas, como dieron vueltas alrededor de Jesús toda la vida, hasta el momento en que lograron detenerlo y matarlo». Se trata, continuó, de personas que «no abren el corazón al Espíritu Santo» y que «creen que las cosas de Dios se pueden comprender sólo con la cabeza, con las ideas, con las propias ideas: son orgullosos, creen saberlo todo y lo que no entra en su inteligencia no es verdad». Hasta el punto que «puedes resucitar a un muerto delante de ellos, pero no creen».
En el Evangelio se ve que «Jesús va más allá y dice algo muy fuerte: ¿por qué no creéis? Vosotros no creéis porque no formáis parte de mis ovejas. Vosotros no creéis porque no sois del pueblo de Israel, habéis salido del pueblo». Y continuó: «Os consideráis puros, y no podéis creer así». El Señor evidencia claramente su actitud que «cierra el corazón»: por esto «negaron al pueblo». Jesús les dijo: «Vosotros sois como vuestros padres que mataron a los profetas». Porque «cuando llegaba un profeta que decía algo que no les gustaba, lo mataban».
El verdadero problema, destacó el Pontífice, es que «esta gente se había separado del pueblo de Dios y por ello no podía creer». En efecto, «la fe es un don de Dios, pero la fe viene si tú estás en su pueblo; si tú estás ahora en la Iglesia; si tú eres ayudado por los sacramentos, por la asamblea; si tú crees que esta Iglesia es el pueblo de Dios». En cambio, «esta gente se había separado, no creía en el pueblo de Dios: creía sólo en sus cosas y así había construido todo un sistema de mandamientos que arrojaban fuera a la gente y no la dejaban entrar en la Iglesia, en el pueblo». Con esta actitud «no podían creer» y este es el pecado de «resistir al Espíritu Santo».
He aquí, ratificó el Papa, estos «dos grupos de gente». Por una parte están «los de la dulzura: la gente dulce, humilde, abierta y dócil al Espíritu Santo». Por otra parte, en cambio, está la «gente orgullosa, suficiente, soberbia, alejada del pueblo, aristocrática intelectualmente, que ha cerrado las puertas y resiste al Espíritu Santo». Su actitud «no es terquedad, es algo más: es tener el corazón duro». Y esto es incluso «más peligroso». Jesús les alerta diciendo expresamente: «Vosotros tenéis el corazón endurecido»; y lo dijo «también a los discípulos de Emaús».
Precisamente «mirando a estos dos grupos», concluyó el Papa Francisco, «pidamos al Señor la gracia de la docilidad al Espíritu Santo para seguir adelante en la vida, ser creativos, ser alegres». Los duros de corazón, en cambio, no son alegres sino que están siempre serios. Y, advirtió el Pontífice, «cuando hay tanta seriedad no está el Espíritu de Dios». Por lo tanto, al Señor «pidamos la gracia de la docilidad y que el Espíritu Santo nos ayude a defendernos de este otro mal espíritu de la suficiencia, del orgullo, de la soberbia, de la cerrazón del corazón al Espíritu Santo».
Jesús habla de sí como del buen Pastor que da la vida eterna a sus ovejas (cf. Jn 10, 28). La imagen del pastor está muy arraigada en el Antiguo Testamento y es muy utilizada en la tradición cristiana. Los profetas atribuyen el título de «pastor de Israel» al futuro descendiente de David; por tanto, posee una indudable importancia mesiánica (cf. Ez 34, 23). Jesús es el verdadero pastor de Israel porque es el Hijo del hombre, que quiso compartir la condición de los seres humanos para darles la vida nueva y conducirlos a la salvación. Al término «pastor» el evangelista añade significativamente el adjetivo kalós, hermoso, que utiliza únicamente con referencia a Jesús y a su misión. También en el relato de las bodas de Caná el adjetivo kalós se emplea dos veces aplicado al vino ofrecido por Jesús, y es fácil ver en él el símbolo del vino bueno de los tiempos mesiánicos (cf. Jn 2, 10).
«Yo les doy (a mis ovejas) la vida eterna y no perecerán jamás» (Jn 10, 28). Así afirma Jesús, que poco antes había dicho: «El buen pastor da su vida por las ovejas» (cf. Jn 10, 11). San Juan utiliza el verbo tithénai, ofrecer, que repite en los versículos siguientes (15, 17 y 18); encontramos este mismo verbo en el relato de la última Cena, cuando Jesús «se quitó» sus vestidos y después los «volvió a tomar» (cf. Jn 13, 4. 12). Está claro que de este modo se quiere afirmar que el Redentor dispone con absoluta libertad de su vida, de manera que puede darla y luego recobrarla libremente.
Cristo es el verdadero buen Pastor que dio su vida por las ovejas —por nosotros—, inmolándose en la cruz. Conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él, como el Padre lo conoce y él conoce al Padre (cf. Jn 10, 14-15). No se trata de mero conocimiento intelectual, sino de una relación personal profunda; un conocimiento del corazón, propio de quien ama y de quien es amado; de quien es fiel y de quien sabe que, a su vez, puede fiarse; un conocimiento de amor, en virtud del cual el Pastor invita a los suyos a seguirlo, y que se manifiesta plenamente en el don que les hace de la vida eterna (cf. Jn 10, 27-28).
Homilía del IV Domingo de Pascua, 29 de abril de 2007
Catecismo de la Iglesia Católica, CEC
II La revelación de Dios como Trinidad
El Padre revelado por el Hijo
238 La invocación de Dios como «Padre» es conocida en muchas religiones. La divinidad es con frecuencia considerada como «padre de los dioses y de los hombres». En Israel, Dios es llamado Padre en cuanto Creador del mundo (Cf. Dt 32,6; Ml 2,10). Pues aún más, es Padre en razón de la Alianza y del don de la Ley a Israel, su «primogénito» (Ex 4,22). Es llamado también Padre del rey de Israel (cf. 2 S 7,14). Es muy especialmente «el Padre de los pobres», del huérfano y de la viuda, que están bajo su protección amorosa (cf. Sal 68,6).
239 Al designar a Dios con el nombre de «Padre», el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad humanas (cf. Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cf. Ef3,14; Is 49,15): Nadie es padre como lo es Dios.
240 Jesús ha revelado que Dios es «Padre» en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo único, que recíprocamente sólo es Hijo en relación a su Padre: «Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27).
241 Por eso los Apóstoles confiesan a Jesús como «el Verbo que en el principio estaba junto a Dios y que era Dios» (Jn 1,1), como «la imagen del Dios invisible» (Col 1,15), como «el resplandor de su gloria y la impronta de su esencia» Hb 1,3).
242 Después de ellos, siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó en el año 325 en el primer Concilio Ecuménico de Nicea que el Hijo es «consubstancial» al Padre (Símbolo Niceno: DS 125), es decir, un solo Dios con él. El segundo Concilio Ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, conservó esta expresión en su formulación del Credo de Nicea y confesó «al Hijo Único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, consubstancial al Padre» (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150).
El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu
243 Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de «otro Paráclito» (Defensor), el Espíritu Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf. Gn 1,2) y «por los profetas» (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150), estará ahora junto a los discípulos y en ellos (cf. Jn 14,17), para enseñarles (cf. Jn 14,16) y conducirlos «hasta la verdad completa» (Jn 16,13). El Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre.
244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.
245 La fe apostólica relativa al Espíritu fue proclamada por el segundo Concilio Ecuménico en el año 381 en Constantinopla: «Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre» (DS 150). La Iglesia reconoce así al Padre como «la fuente y el origen de toda la divinidad» (Concilio de Toledo VI, año 638: DS 490). Sin embargo, el origen eterno del Espíritu Santo está en conexión con el del Hijo: «El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma sustancia y también de la misma naturaleza […] por eso, no se dice que es sólo el Espíritu del Padre, sino a la vez el espíritu del Padre y del Hijo» (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 527). El Credo del Concilio de Constantinopla (año 381) confiesa: «Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria» (DS 150).
246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu «procede del Padre y del Hijo (Filioque)». El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: «El Espíritu Santo […] tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración […]. Y porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único al engendrarlo a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a partir del Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró eternamente» (DS 1300-1301).
247 La afirmación del Filioque no figuraba en el símbolo confesado el año 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradición latina y alejandrina, el Papa san León la había ya confesado dogmáticamente el año 447 (cf. Quam laudabilitier: DS 284) antes incluso que Roma conociese y recibiese el año 451, en el concilio de Calcedonia, el símbolo del 381. El uso de esta fórmula en el Credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI). La introducción del Filioque en el Símbolo Niceno-Constantinopolitano por la liturgia latina constituye, todavía hoy, un motivo de no convergencia con las Iglesias ortodoxas.
248 La tradición oriental expresa en primer lugar el carácter de origen primero del Padre por relación al Espíritu Santo. Al confesar al Espíritu como «salido del Padre» (Jn 15,26), esa tradición afirma que éste procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La tradición occidental expresa en primer lugar la comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo diciendo que el Espíritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice «de manera legítima y razonable» (Concilio de Florencia, 1439: DS 1302), porque el orden eterno de las personas divinas en su comunión consubstancial implica que el Padre sea el origen primero del Espíritu en tanto que «principio sin principio» (Concilio de Florencia 1442: DS 1331), pero también que, en cuanto Padre del Hijo Único, sea con él «el único principio de que procede el Espíritu Santo» (Concilio de Lyon II, año 1274: DS 850). Esta legítima complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la identidad de la fe en la realidad del mismo misterio confesado.
Señor, me muestras el camino que debo seguir, si quiero ser feliz. Sin embargo, desconfío en que realmente Tú lleves mi carga. Necesito verte y escucharte, no con mis sentidos sino con mi espíritu, para que cuando vengan los problemas te busque inmediatamente en la oración, porque eres la roca sobre el cual puedo edificar mi vida.
Propósito
Al terminar el día, o cuando pueda disponer de un tiempo, hacer una reflexión sobre mis actividades y, sobre todo, de mis actitudes en el día: ¿seguí la voluntad de Dios?
Juan 10, 1-10. Lunes de la 4.ª semana del Tiempo de Pascua.La puerta del Señor es estrecha porque Jesús nos pide abrir nuestro corazón a Él, reconocernos pecadores, necesitados de su salvación, de su perdón, de su amor, de tener la humildad de acoger su misericordia y dejarnos renovar por Él.
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz». Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia».
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 11, 1-18
Salmo: Sal 42(41), 2-3; 43(42), 3-4
Oración preparatoria
Padre, gracias por la encarnación de tu Hijo, nuestro Redentor y porque nos diste a María como madre. Confío en tu misericordia y por esto te quiero ofrecer en mi oración mi amor, débil y manchado por mi egoísmo y soberbia, pero dispuesto a escucharte y entrar por esa puerta estrecha que me señales.
Petición
Espíritu Santo, que no vacile y nunca tenga miedo a tus inspiraciones.
Meditación del Santo Padre Francisco
La imagen de la puerta se repite varias veces en el Evangelio y se refiere a la de la casa, del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor, calor. Jesús nos dice que existe una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el calor de la casa de Dios, de la comunión con Él. Esta puerta es Jesús mismo (cf. Jn 10, 9). Él es la puerta. Él es el paso hacia la salvación. Él conduce al Padre. Y la puerta, que es Jesús, nunca está cerrada, esta puerta nunca está cerrada, está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios. Porque, sabéis, Jesús no excluye a nadie. Tal vez alguno de vosotros podrá decirme: «Pero, Padre, seguramente yo estoy excluido, porque soy un gran pecador: he hecho cosas malas, he hecho muchas de estas cosas en la vida». ¡No, no estás excluido! Precisamente por esto eres el preferido, porque Jesús prefiere al pecador, siempre, para perdonarle, para amarle. Jesús te está esperando para abrazarte, para perdonarte. No tengas miedo: Él te espera. Anímate, ten valor para entrar por su puerta. Todos están invitados a cruzar esta puerta, a atravesar la puerta de la fe, a entrar en su vida, y a hacerle entrar en nuestra vida, para que Él la transforme, la renueve, le done alegría plena y duradera.
En la actualidad pasamos ante muchas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que luego nos damos cuenta de que dura sólo un instante, que se agota en sí misma y no tiene futuro. Pero yo os pregunto: nosotros, ¿por qué puerta queremos entrar? Y, ¿a quién queremos hacer entrar por la puerta de nuestra vida? Quisiera decir con fuerza: no tengamos miedo de cruzar la puerta de la fe en Jesús, de dejarle entrar cada vez más en nuestra vida, de salir de nuestros egoísmos, de nuestras cerrazones, de nuestras indiferencias hacia los demás. Porque Jesús ilumina nuestra vida con una luz que no se apaga más. No es un fuego de artificio, no es un flash. No, es una luz serena que dura siempre y nos da paz. Así es la luz que encontramos si entramos por la puerta de Jesús.
Cierto, la puerta de Jesús es una puerta estrecha, no por ser una sala de tortura. No, no es por eso. Sino porque nos pide abrir nuestro corazón a Él, reconocernos pecadores, necesitados de su salvación, de su perdón, de su amor, de tener la humildad de acoger su misericordia y dejarnos renovar por Él. Jesús en el Evangelio nos dice que ser cristianos no es tener una «etiqueta». Yo os pregunto: vosotros, ¿sois cristianos de etiqueta o de verdad? Y cada uno responda dentro de sí. No cristianos, nunca cristianos de etiqueta. Cristianos de verdad, de corazón. Ser cristianos es vivir y testimoniar la fe en la oración, en las obras de caridad, en la promoción de la justicia, en hacer el bien. Por la puerta estrecha que es Cristo debe pasar toda nuestra vida.
A la Virgen María, Puerta del Cielo, pidamos que nos ayude a cruzar la puerta de la fe, a dejar que su Hijo transforme nuestra existencia como transformó la suya para traer a todos la alegría del Evangelio.
Prepararme con un buen examen de conciencia y poner en mi agenda de actividades la fecha de mi próxima confesión.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, no debo temer a la muerte porque ella es el paso que me acerca a lo que más he buscado en mi vida: gozar en plenitud de tu presencia. La vida es corta y tengo que aprovecharla para amarte y servirte, fortaleciéndome diariamente con la oración y los sacramentos. Confío en Ti y te digo que puedes venir a buscarme cuando Tú quieras, como Tú quieras y donde Tú quieras.
Juan 10, 11-18. Cuarto Domingo del Tiempo de Pascua. En este especial domingo de Pascua recemos por los pastores de la Iglesia, por todos los obispos, incluido el obispo de Roma, por todos los sacerdotes, por todos.
Dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye. y el lobo las arrebata y la dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí –como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre– y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre».
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12
Salmo: Sal 118(117), 1.8-9.21-23.26.28.29
Segunda lectura: Epístola I de San Juan, 1 Jn 3, 1-2
Oración introductoria
Señor mío, vengo ante Ti porque quiero tener un momento de intimidad contigo. Soy esa oveja que pierde fácilmente el rumbo si no está en comunicación permanente con su pastor. En esta oración, con un acto libre de mi voluntad, quiero entregarme completamente a Ti, quiero ser parte de tu rebaño, muéstrame el camino a seguir.
Petición
¡Ven Espíritu Santo! Dame la docilidad de la oveja que nunca abandona a su pastor.
Meditación del Santo Padre Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El evangelista Juan nos presenta, en este IV domingo del tiempo pascual, la imagen de Jesús Buen Pastor. Contemplando esta página del Evangelio, podemos comprender el tipo de relación que Jesús tenía con sus discípulos: una relación basada en la ternura, en el amor, en el conocimiento recíproco y en la promesa de un don inconmensurable: «Yo he venido —dice Jesús— para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10). Tal relación es el modelo de las relaciones entre los cristianos y de las relaciones humanas.
También hoy, como en tiempos de Jesús, muchos se proponen como «pastores» de nuestras existencias; pero sólo el Resucitado es el verdadero Pastor que nos da la vida en abundancia. Invito a todos a tener confianza en el Señor que nos guía. Pero no sólo nos guía: nos acompaña, camina con nosotros. Escuchemos su palabra con mente y corazón abiertos, para alimentar nuestra fe, iluminar nuestra conciencia y seguir las enseñanzas del Evangelio.
En este domingo recemos por los pastores de la Iglesia, por todos los obispos, incluido el obispo de Roma, por todos los sacerdotes, por todos. En particular, recemos por los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, a los que acabo de ordenar en la basílica de San Pedro. Un saludo a estos trece sacerdotes. Que el Señor nos ayude a nosotros, pastores, a ser siempre fieles al Maestro y guías sabios e iluminados del pueblo de Dios confiado a nosotros. También a vosotros, por favor, os pido que nos ayudéis: ayudarnos a ser buenos pastores. Una vez leí algo bellísimo sobre cómo el pueblo de Dios ayuda a los obispos y a los sacerdotes a ser buenos pastores. Es un escrito de san Cesáreo de Arlés, un Padre de los primeros siglos de la Iglesia. Explicaba cómo el pueblo de Dios debe ayudar al pastor, y ponía este ejemplo: cuando el ternerillo tiene hambre va donde la vaca, a su madre, para tomar la leche. Pero la vaca no se la da enseguida: parece que la conserva para ella. ¿Y qué hace el ternerillo? Llama con la nariz a la teta de la vaca, para que salga la leche. ¡Qué hermosa imagen! «Así vosotros —dice este santo— debéis ser con los pastores: llamar siempre a su puerta, a su corazón, para que os den la leche de la doctrina, la leche de la gracia, la leche de la guía». Y os pido, por favor, que importunéis a los pastores, que molestéis a los pastores, a todos nosotros pastores, para que os demos la leche de la gracia, de la doctrina y de la guía. ¡Importunar! Pensad en esa hermosa imagen del ternerillo, cómo importuna a su mamá para que le dé de comer.
A imitación de Jesús, todo pastor «a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo —el pastor debe ir a veces adelante—, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados» (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 13). ¡Ojalá que todos los pastores sean así! Pero vosotros importunad a los pastores, para que os den la guía de la doctrina y de la gracia.
Este domingo se celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones. En el Mensaje de este año he recordado que «toda vocación (…) requiere siempre un éxodo de sí mismos para centrar la propia existencia en Cristo y en su Evangelio» (n. 2). Por eso la llamada a seguir a Jesús es al mismo tiempo entusiasmante y comprometedora. Para que se realice, siempre es necesario entablar una profunda amistad con el Señor a fin de poder vivir de Él y para Él.
Recemos para que también en este tiempo muchos jóvenes oigan la voz del Señor, que siempre corre el riesgo de ser sofocada por otras muchas voces. Recemos por los jóvenes: quizá aquí, en la plaza, haya alguno que oye esta voz del Señor que lo llama al sacerdocio; recemos por él, si está aquí, y por todos los jóvenes que son llamados.
Ante Cristo Eucaristía, ofrecerme como pobre instrumento para acercar a otros al Buen Pastor y pedir especialmente por los sacerdotes.
Diálogo con Cristo
El Señor es mi pastor, nada me falta. Qué verdad tan consoladora en este mundo individualista en donde nadie parece preocuparse por los demás. El pastor pide obediencia a sus ovejas y da la vida por ellas, por eso, permite, Padre mío, que sepa siempre responder a tu llamado y que sepa dar una dimensión sobrenatural a todos mis esfuerzos y actividades del día de hoy.