Imágenes y gifs para felicitaciones navideñas

Imágenes y gifs para felicitaciones navideñas

Imágenes y gifs para felicitaciones navideñasDurante las fiestas de Navidad viene siendo tradicional el intercambio de tarjetas con las que nos felicitamos mutuamente estas fiestas. En ellas suele aparecer imágenes del Nacimiento del Niño Dios u otros motivos navideños… aunque últimamente nos vemos invadidos por «tarjetas de Navidad» en las que solo aparecen motivos invernales y de regalos, desvirtuando estas fechas como simples fiestas de paso de año y de celebración del solsticio. Un cristiano no debe olvidar la razón de estas celebraciones —el nacimiento del Salvador—, y relacionar con ella todas las felicitaciones y los buenos deseos para el año entrante.


*  *  *

(más…)

Navidad con ojos de niño

Navidad con ojos de niño

Navidad con ojos de niñoEn aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, para que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a inscribirse, cada uno a su ciudad. José, como era de la casa y familia de David, subió desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Belén, en Judea, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.

Y cuando ellos se encontraban allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento. Había unos pastores por aquellos contornos, que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la noche. De improviso un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de luz. Y se llenaron de un gran temor. El ángel les dijo: —No temáis. Mirad que vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. De pronto apareció junto al ángel una muchedumbre de la milicia celestial, que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres en los que Él se complace». (Lc 2, 1-14)

(más…)

Belén recortable para plegar

Belén recortable para plegar

Con las siguientes imágenes se puede elaborar un precioso belén recortable y luego plegado y pegado formando una composición en tres dimensiones.

Aconsejamos que las figuras sean impresas en papel de alto gramaje o que sea bastánte rígido. 


*  *  *



Para imprimir las imágenes sigue las siguientes instrucciones:

  • Desde Windows Internet Explorer, pinchar sobre la imagen, pulsar el botón derecho del raton y elegir «Guardar como» (se guarda en disco duro y luego se edita e imprime con un programa de edición de imágenes) o «Imprimir».
  • Desde Mozilla Firefox, pinchar sobre la imagen, pulsar el botón derecho del ratón y elegir «ver imagen» (una vez abierta, en el menú «Archivo», elegir «Imprimir») o «guardar imagen como» (se guarda en disco duro y luego se edita e imprime con un programa de edición de imágenes).
  • Es aconsejable que, al imprimr estas ilustraciones, se elija la opción «ajustar», para que el dibujo se escale hasta ocupar la mayor parte de la hoja.

Fuente: Club.telepolis.es

Árbol de Navidad: nuestro regalo en familia al Niño Dios

Árbol de Navidad: nuestro regalo en familia al Niño Dios

«El árbol de Navidad es la reunión de las esperanzas de toda la familia. El Niño Dios lo ve y está contento: sonríe y comparte con todos nosotros el día de su cumpleaños». Con unas u otras palabras, mi madre nos recordaba de esta manera el significado que tiene para los cristianos el abeto adornado en estas fechas.

Mi familia proviene de muchos lugares, por lo que tradiciones muy diversas eran vividas en nuestro hogar. Una de mis bisabuelas era una hugonote francesa que se convirtió al catolicismo al casarse con mi bisabuelo. Vivieron en la Navarra francesa y luego en Burdeos y ellos, polaco y francesa, crearon una peculiar familia que recabó en España.

Mi abuela Zelinne fue quien introdujo la costumbre del árbol de Navidad, con el sentido que luego mis padres recogieron.

El árbol de Navidad era el esfuerzo común de toda la familia: su obtención, su decorado, su mantenimiento, etc.

Todo el trabajo comenzaba unas semanas antes de Navidad. Mi madre se organizaba muy bien para que jugáramos o trabajáramos a su alrededor durante todo el año. En esas semanas, la movilización de enanos era general, y la razón no era otra que fabricar los adornos para el abeto. Sí que teníamos unas bolas de cristal y alguna cintilla de espumillón… pero esos adornos eran secundarios. Mi madre nos enseñó que los adornos del árbol de Navidad son expresión de nuestro agradecimiento a Dios por todo lo que habíamos recibido de Él durante el año. Por eso no podían guardarse de año en año, sino que había que hacer adornos nuevos cada Navidad. No era, desde luego, un derroche… había para todos los gustos.

Los adornos más bonitos y sabrosos eran unos Reyes Magos planos de caramelo que mis hermanas hacían con unos moldes en la cocina, sobre un mármol. También elaboraban ángeles y pastorcillos… en el abeto siempre se montaba como un pequeño belén colgado de sus ramas. Para que no se estropearan, los envolvían en papel de celofán… y terminaban devorados el día de los Reyes. También hacían estrellas de pan de jengibre, bolitas de mazapán envueltas en platillas y otros dulces… la decoración de Navidad era un manjar para todos. En la cocina también se hacía un adorno polaco, las «oplatek», hojas de oblea con imágenes navideñas, que se regalan en Polonia como símbolo de comunión en estas fechas. Es una tradición bonita: te comes literalmente las felicitaciones navideñas en la cena de Nochebuena. Bueno, en mi casa se colgaban algunas del árbol como adornos.

Los pequeños hacíamos estrellas y ángeles con platillas y cartulina, flores con papel pinocho, etcétera, etcétera.

Mi madre bordaba en punto de cruz el adorno principal: un marquito redondo en el que colocaba recortada una imagen de la Sagrada Familia. «Este adorno –nos decía– es el que da sentido a todos los demás: se los ofrecemos a ellos».

El paso siguiente era la obtención de un abeto. Mi padre solía ir a una finca de unos amigos que tenían abetos cuando mis hermanos mayores eran chiquitines. Más tarde, en mi niñez, bajábamos a la Escuela de Ingenieros Forestales en la Ciudad Universitaria… toda una excursión, porque había que, al menos, llevarlo a casa andando y entre los que fuéramos con él. Todo requería un pequeño sacrificio: sin este esfuerzo común de toda la familia, la simbología del árbol se desvanece y pasa a formar parte del decorado.

El día 23 de diciembre tenía que estar todo preparado: durante la tarde decorábamos el árbol que se coronaba con un pináculo de cristal. En el centro, el bordado de mi madre, con todos los adornos alrededor: tenía que haber adornos de todos y cada uno, del mayor al más pequeño… siempre había un chupete colgando, algún «madelman» de pastor o de rey o un «barriguitas» de angelote. Durante toda la Navidad el árbol era un signo visible y presente en toda la casa. Su olor, a abeto, chocolate y caramelo, es imborrable.

A los pies del árbol mi madre colocaba una figura del Niño Jesús, en un pesebrillo y con flores alrededor… El regalo de Nochebuena en mi casa se lo ofrecíamos la familia entera al Niño Jesús, que acababa de nacer, con el árbol y sus adornos.

*  *  *


Experiencias de una madre en la preparación del Adviento y la Navidad

Experiencias de una madre en la preparación del Adviento y la Navidad

En estos tiempos del Adviento y la Navidad es importante recuperar el sentido de lo que hacemos o vemos, porque estamos hartos de ver coronas, nacimientos o árboles de Navidad como algo simplemente decorativo. Seguro que se pueden recuperar otros tantos signos y tradiciones. 

En mi familia dedicamos gran parte del Adviento a montar el Belén en casa. Colaboramos todos, y cada uno aporta lo mejor de sí mismo. Es como algo que les va atrayendo cada vez más, a fuerza de poner empeño. ¿ Que cómo hemos conseguido que tengan interés por montar el Nacimiento? Hemos ido incorporando algunas tradiciones que realmente les cautivan.

Una de ellas es que desde pequeños les hemos procurado llevar a ver nacimientos en Madrid, que es donde vivimos, y también fuera de Madrid; en Ocaña (Toledo) hay uno ¡que es estupendo!

Vista general de nuestro belénPara la elaboración del nacimiento realizamos diversas excursiones, que reúnen a todos: una salida al campo toda la familia para recoger hierbas, musgo, piedras, arbustos…. cualquier cosa es susceptible de convertirse en un elemento de nuestro nacimiento. Los más pequeños se apasionan por encontrar algo que pueda ser útil, y se les despierta la imaginación. Con esa excusa, toda la familia pasa un día junta en el campo.

Hay aún otra salida, no menos apasionante, que es la compra, cada año, de algo nuevo para el nacimiento. El ver los adornos en la plaza, hacerse uno más con la gente, conocer el Madrid antiguo, elegir aquello que va a formar parte nuestra, como pueda ser una lavandera, una oveja o un cerdito, me parece una de las cosas más entrañables de nuestra preparación del belén.

El Misterio y sus aledaños

Para poner el nacimiento, hay que preparar la casa, renunciar a una parte nuestra para plantar el belén en el centro, a pesar de los inconvenientes. Exige un trabajo extra sacar toda la parafernalia que ocupa. De ello da constancia el papá y los más mayores, a la hora de subir del trastero todas la cajas. La ilusión que produce en los pequeños ir descubriendo el contenido de cada una de ellas, un año más, compensa todos nuestros esfuerzos.

Después viene la puesta en escena. Surge entre todos una tormenta de ideas que raya en lo contencioso, hasta que… milagrosamente, cada elemento va ocupando su lugar; fruto del espíritu, ¡claro está!, porque quedan en evidencia nuestras disensiones. Pero al final, el portal está donde tenía que estar y así también el castillo de Herodes, la posada, la Anunciación de los pastores, etc.

Anunciación y posada

Pasada la fase técnica, le sigue la más artística, de pequeños elementos decorativos como el musgo, el serrín… Todos los hierbajos que cogimos en el campo, encuentran ahora su utilidad. Los pequeños son, ahora, los auténticos protagonistas. En esta etapa, es claro, que tampoco están ausentes las disensiones, pero cada uno encuentra su espacio donde volcar su creatividad.

Hay algo que les suscita mucho interés, y es la competencia con otras familias conocidas que ponen el belén. El año pasado, y valga como ejemplo, una familia de nuestra comunidad entró en el colegio El Prado por primer año, se presentó al concurso de belenes y ganó el primer premio; puede imaginarse que, este año, no estamos dispuestos a que nos ganen, y para ello hemos ido a tomar unas clases a casa de una amiga que es experta en belenes, porque ¡está en juego nuestro orgullo!

Panadería y carpinteríaPor último, la Nochebuena: antes de cenar con los abuelos, primos y tíos que vienen a casa, en torno al Belén leemos el pasaje del Evangelio que narra el nacimiento de Jesús extensamente, y los niños van identificando en el Belén todas las escenas posibles. Esto les encanta. Acabamos cantando todos con las panderetas y guitarras un montón de villancicos al estilo más tradicional.

Habría más que podría contar, pero con esto, se puede hacer una idea de lo que da de sí la tradición en familia de montar el Belén en casa. Y, con todo, somos unos inexpertos, pero, eso sí: lo hemos pasado fenomenal con nuestros hijos y creemos que siempre lo recordarán y lo seguirán haciendo con sus propias familias, porque nosotros lo aprendimos a su vez de nuestros padres.

Fuera del hogar, también tiene interés el sentido que pueden tener los nacimientos en nuestra vida parroquial. Un año tuvimos una experiencia muy buena que fue reunirnos las familias que teníamos niños pequeños con la catequista de preparación de primera comunión, y en torno al belén darles una catequesis a todos juntos. Fue muy bonito.

Presentación en el Templo Algo que centra mucho a los niños en la parroquia, y que también nosotros hemos cultivado en casa, es la preparación de una representación teatral de la Navidad. Se pasan todo el Adviento yendo a ensayar la obra los sábados y la disputa cada año entre las niñas es quién va a hacer el papel de Virgen. Es un éxito. En nuestra parroquia ha ido siempre gente que no tenía nada que ver con ella, porque los niños atraen. También la preparación de la visita de los Reyes Magos a la parroquia puede ocupar parte del Adviento.

En nuestro caso, la preparación del Adviento en la familia y en la parroquia están muy imbricadas.

*  *  *

Celebración litúrgica para el Adviento: «Entronización de la Biblia»

Celebración litúrgica para el Adviento: «Entronización de la Biblia»

Celebración litúrgica para el Adviento: «Entronización de la Biblia»Esta celebración que presentamos está indicada para realizar durante el tiempo de Adviento.
Puede llevarse a cabo tanto en la iglesia como en una sala adecuadamente organizada.

Preparativos

Una mesa amplia con un atril preparados con sentido festivo (el atril es para colocar más tarde la Biblia sobre él; y la mesa es para colocar sobre ella la Corona de Adviento). 

Hay que adornar previamente el lugar y procurar que haya suficientes velas pequeñas para todos los asistentes. De igual modo, hay que preparar copias suficientes con los textos de la celebración para todos los participantes. 

El lugar litúrgico al inicio debe estar con escasa luz. Al encender la vela de la Corona de Adviento, se encenderán todas las luces. Entonces, colocar un cirio encendido (más grande que los demás) junto a la Biblia del atril.

Cada participante (niña o niño) deberá tener un ejemplar de la Biblia o de los Evangelios.


(más…)

Cómo construir una corona de Adviento

Cómo construir una corona de Adviento

La corona de Adviento es parte de una larga tradición que se inició antes del cristianismo en el área geográfica que hoy día se corresponde con Alemania. Su significado original era el de ser un símbolo de esperanza para la primavera venidera.

En la época de la Edad Media, los cristianos adoptamos esta tradición como símbolo de Adviento, de preparación espiritual para la Navidad.

La corona de Adviento es uno de los símbolos más significativos que colocamos en nuestro hogar. Situada en las puertas de las casas, es una especie de bienvenida y a la vez de mensaje para todos aquellos que nos visitan:

 

«Bienvenidos, en este hogar ya está presente el espíritu de la Navidad…».

*  *  *

Cómo construir una corona de Adviento – Vídeo

*  *  *


Cómo construir una corona de Adviento: instrucciones

1. Preparar una base circular estable, hecha con papel de periódico recubierto de cinta.

2. Conseguir una guirnalda de pino de longitud igual o un poco mayor al perímetro de la base circular. Unir el pino y la base con alambre.

3. Fijar (con alambre) a dicha base la estructura donde se pegarán las velas. El material para hacer la estructura puede ser cartón o cualquier otro que sea lo suficientemente duro para que las velas estén estables.

4. Pegar las velas.

5. Ir colocando de manera simétrica y armónica las piñas, esferas, hojas…

6. Por último, colocar la cinta.

*  *  *

Fuente original: página web de san Josemaría Escrivá de Balaguer

Esperamos la Navidad: la corona de Adviento

Esperamos la Navidad: la corona de Adviento

En la vida religiosa de mi familia, los tiempos litúrgicos eran un elemento esencial. Mi madre supo conciliar tradiciones ancestrales —tanto españolas como del norte de Europa, de donde provenía mi familia paterna—, para enseñarnos a todos sus hijos los rudimentos esenciales de la vida cristiana.

Para cada tiempo litúrgico se valía de algún elemento que pudiera reunir a todos, mayores y pequeños, y así compartir fe y oración en familia. El periodo más especial para los niños era, por supuesto, la Navidad; pero esta iba preludiada por las cuatro semanas de Adviento, en las que nuestra vida religiosa pivotaba en una tradición traída de Polonia: la corona de Adviento.

Todos los años se seguía el mismo «protocolo».

Durante la semana previa al primer domingo de Adviento mi madre iba sondeándonos a los hermanos para decidir con qué materiales íbamos a elaborar la corona; la mayoría de los años la hacíamos con ramas de abeto o de pino como base, pero en otros la montábamos con tomillo y romero verdes secados, o con pequeñas plantitas de hierbas que había que regar durante todo el mes, o con ramitas de acebo, etc. Siempre nos recordaba el significado del color verde de la base de la corona: la esperanza que todos los cristianos tenemos en ser salvados por el Niño que pronto ha de venir.

También decidíamos entre todos (aunque mi madre nos hacía más caso a los pequeñines en este asunto) los adornos que iba a llevar: casi siempre nos decidíamos por unas bolas de cristal transparente que había en casa, y que luego se colgaban en el árbol de Navidad, y flores de metal elaboradas con «platillas» de las pastillas de chocolate que mi madre había guardado con esa intención durante todo el año. El significado que ella daba a las bolas era fantástico: eran nuestras almas llenándose de esperanza durante el Adviento; y las flores de oro y plata representaban nuestras buenas acciones dedicadas al Señor, para que viniera «rápido».

En la sobremesa de la comida del último sábado anterior al Adviento, tras retirar el mantel, montábamos entre todos la corona, a la que se añadían cuatro velones, cada uno en una esquina: mi madre adornaba tres de ellos con un lazo de cinta morada en forma de cruz, y al cuarto le pinchaba un lazo rosa en forma de flor, mientras nos explicaba el significado del color morado, como símbolo de espera y penitencia, y del color rosa como expresión de alegría por el nacimiento del Niño Jesús.

La corona cambiaba las rutinas de la casa. Durante el Adviento mi familia siempre iba a la Santa Misa de la víspera del domingo: todos vestidos y arreglados acudíamos a nuestra parroquia en la tarde del sábado.

A la vuelta, mi madre tenía preparada una cena especial que empezaba siempre de la misma manera: la mesa adornada con la corona de Adviento en el centro, todos los comensales sentados esperando a mis padres, que siempre venían a la vez y se situaban cada uno en una de las cabeceras de la mesa. Mi padre solía poner en el tocadiscos de su despacho el Oratorio de Navidad de J. S. Bach y la música se oía a lo lejos.

Nos levantábamos todos y, tras hacer la Señal de la Cruz, mi madre leía en su viejo misal el Evangelio que habíamos oído en la Misa un rato antes. Después, en silencio y con cierta solemnidad, mi padre encendía con su mechero una de las velas: las moradas el primero, segundo y cuarto domingo de Adviento, y la rosa, el tercero —las velas se mantendrían encendidas durante todas las comidas de la semana, en las que la corona presidía la mesa: una vela la primera, dos la segunda, tres la tercera…— y comenzaba a rezar un padrenuestro, un avemaría y un gloria, al que respondíamos todos.

Todos nos sentábamos y la conversación siempre empezaba con las explicaciones de mi madre sobre el menú que íbamos a cenar: consomé de pollo y chuletillas de cordero: «este caldo esta hecho con el gallo que cantó cuando san Pedro negó a Nuestro Señor; lo he metido en la olla para que a nosotros no nos delate si, cuando hacemos mal, nos arrepentimos y vamos corriendo al cura a confesar»; y «el cordero que vanos a comer nos recuerda al Cordero que va a venir para salvarnos». Mi padre, durante la cena, iba comentando el sermón que habíamos oído en la Misa… no sé cómo lo hacía, pero esas noches eran especialmente sosegadas en una mesa con tantos comensales —mis padres y mis ocho hermanos—, cuando lo habitual era que estas reuniones fueran «tumultuosas».

Un quinto día la corona era la protagonista: la Nochebuena. Mi madre colocaba en el centro una vela con un lazo blanco: «el Niño Jesús ya está con nosotros», nos decía… Esa vela permanecía encendida toda la noche hasta la comida de Navidad. La corona de Adviento presidiría por última vez nuestra mesa, el día de más alegría del año: venían mis tíos, se cantaban villancicos y se hacían brindis en honor de Nuestro Señor.

Luego la corona se trasladaba a la entrada de la casa, sobre un aparador. Una última vez se encendía, ya solo con la vela de lazo blanco alumbrando: la Noche de Reyes, junto a una copita de coñac y turrón para los magos y un poco de hierva para los camellos; la vela haría la función de estrella y les indicaría a dónde dirigirse.

*  *  *