por Varios en internet | CeF | 27 Nov, 2013 | Despertar religioso Juegos
Con motivo del comienzo del tiempo de Adviento os ofrecemos las siguientes láminas para que los niños de la familia se diviertan coloreando la Corona de Adviento.
Podéis acceder a las láminas en tamaño real pulsando sobre los títulos de cada imagen y sobre las propias imágenes.
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Coronas de Adviento para colorear
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por Gloria TV | 22 Nov, 2013 | Confirmación Historias de la Biblia
Mientras las legiones de Roma conquistan Palestina, en el establo de un pequeño pueblo llamado Belén nace un niño que es adorado por pastores y por tres magos de Oriente que acuden a él guiados por una estrella. Ante el rumor de que ha nacido el Mesías, el rey Herodes ordena asesinar a todos los recién nacidos.
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Rey de Reyes (King of Kings) es una película estadounidense dirigida por Nicholas Ray que se estrenó en el año 1961; con guión escrito por Philip Yordan, el filme está basado en la vida pública de Jesús de Nazaret.
Con el actor Jeffrey Hunter en el papel principal, la película cuenta con un amplio e internacional reparto de estrellas: Robert Ryan, Siobhan McKenna, Frank Thring, Hurd Hatfield, Rip Torn, Harry Guardino, Viveca Lindfors y Rita Gam, así como el actor mexicano Rubén Rojo en el papel del apóstol Mateo y la actriz española Carmen Sevilla en el papel de María Magdalena.
La película fue producida por Samuel Bronston y la Metro-Goldwyn-Mayer y fue rodada completamente en España; contó con la colaboración de equipo técnico y artístico español, como el decorador Enrique Alarcón, el actor Félix de Pomés o el debut en cine de Frank Braña y Aldo Sambrell.
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Rey de Reyes – Película
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Rey de Reyes – Ficha de la película
Título original: King of Kings
Año: 1961
Duración: 168 min
Director: Nicholas Ray
Guión: Philip Yordan
Música: Miklós Rózsa
Fotografía: Franz Planer
Reparto: Conrado San Martín, Hurd Hatfield, Jeffrey Hunter, Ron Randell, Siobhan McKenna, Rita Gam, Viveca Lindfors, Rip Torn, Orson Welles
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por Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos | 20 Nov, 2013 | Novios Artículos temáticos
1604 Dios que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que es Amor (cf 1 Jn 4,8.16). Habiéndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (cf Gn 1,31). Y este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse en la obra común del cuidado de la creación. «Y los bendijo Dios y les dijo: «Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla»» (Gn 1,28).
Catecismo de la Iglesia Católica
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Elementos para un matrimonio feliz
500 parejas, felizmente casadas, fueron entrevistadas recientemente acerca de lo que más les ha ayudado a sostener su matrimonio y sus respuestas, en orden de importancia fueron las siguientes: la confianza mutua (52%); la fe y la espiritualidad (27%), y una buena comunicación (18%). Y muy cerca de estos porcentajes, ellos destacaron el aporte de: el compromiso, amar y luchar por los hijos, trabajar juntos en la solución de conflictos, la paciencia y el perdón, así como pasar tiempo juntos. (Fuente: CARA, Marriage in the Catholic Church: A Survey of U.S. Catholics, 2007, p. 90)
Por su parte, al interrogar a un gran número de personas separadas o divorciadas las encuestas revelaron que para la gran mayoría de ellos (el 58%), lo que más afectó su relación fueron problemas en la comunicación, seguido por la falta de compromiso o confianza (51%). Y especialmente entre los hispanos, los problemas económicos (48%), problemas por la crianza de los hijos (47%) y la relación con la familia del cónyuge (38%). Le seguían en dificultad: el no poder pasar tiempo juntos y dificultades en la vida íntima o sexual (CARA, Marriage in the Catholic Church: A Survey of U.S. Catholics, 2007, p. 100-101).
Si tratamos de resumir, podemos decir que entre todos estos factores hay algunos que definitivamente pueden ser claves para un matrimonio feliz:
El compromiso
Como muestran las encuestas y lo repite la doctrina de la Iglesia, el amor matrimonial se basa en la fe y el compromiso que un cónyuge profesa por el otro. Muchos problemas de comunicación, de intimidad, y de convivencia se evitan si ese voto de confianza y la decisión de amar al otro, pronunciado el día del matrimonio, se sigue usando y fortaleciendo cada día, y ante cada situación. Por eso vale la pena explorar el sentido y el valor práctico de este elemento tan importante para su matrimonio.
Valores en común
Uno de los elementos que más contribuyen a la armonía y estabilidad de una pareja son las valores que tienen en común. Ellos son como el tesoro del cual se nutren las decisiones diarias, tanto para la vida de pareja como para el manejo del dinero, la crianza de los hijos, las relaciones con las familias respectivas, etc. En fin, el poder de este tesoro es enorme y es algo que puede aprenderse a usar y a enriquecer, como se verá aquí.
La comunicación
Aprendemos a hablar en los primeros años de nuestra vida, pero aprendemos a comunicarnos a lo largo de ella y en la medida que descubrimos que no todas las personas entienden las cosas de la forma que cada cual lo hace, ni se expresan a través de los mismos medios. Unos son más espontáneos, otros más reservados. Unos usan palabras, otros gestos o acciones para dar a conocer sus sentimientos. Muchas de las dificultades que hacen que las parejas se disgusten o digan «es que no me entiende», etc., probablemente tienen su origen en estas diferencias de comunicación. Descubrir la forma de comunicación de su pareja y la mejor forma para expresar los sentimientos les será de gran ayuda.
Herramientas para la solución de conflictos
Discrepar en opiniones o puntos de vista es normal. Pero para que estas diferencias no sean la ocasión de un conflicto y mucho menos de una crisis matrimonial, se requiere aprender técnicas de comunicación y solución de conflictos. Este aprendizaje es conveniente para todos pues, aunque a veces tendemos a imaginar que el problema es del otro, sabemos que comunicarse es un arte con técnicas muy variadas, y cada persona es un mundo que vale la pena aprender a descifrar y conquistar desde su particularidad.
Espiritualidad y Fe
Hablando de recursos para un matrimonio feliz debemos considerar de manera muy especial lo que Dios aporta a nuestros matrimonios y relaciones afectivas. Él es el amor y su fuente, por eso aprender a amar no es otra cosa que aprender a escuchar la voluntad de Dios y seguirla, en nuestra vida personal y de pareja. Y cuando este camino de búsqueda del amor verdadero o espiritualidad es un empeño que los dos cónyuges quieren experimentar juntos, grandes bendiciones se hacen presente en la vida de pareja. Por eso, ya estén pasando por un momento difícil de su relación, o que deseen conservar la felicidad que ahora experimentan, aprender a desarrollar la espiritualidad fortalecerá sin duda su amor.
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Artículo original en la página web Por tu matrimonio
Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos
por CeF | Fuentes varias | 18 Nov, 2013 | Confirmación Vida de los Santos
«Un espíritu que no busca sino a Dios y tiende continuamente a unirse a Él, independiente de todo, excepto del beneplácito divino; un espíritu de profunda humildad para con Dios y de gran dulzura para con el prójimo; un espíritu que no pone el acento en las austeridades exteriores. Las Hermanas deben suplirlas con el renunciamiento interior, y con una gran sencillez y alegría en la vida común».
San Francisco de Sales,
fundador de la Orden de la Visitación.
Dado el cariz que tomaban los acontecimientos al estallar la Guerra Civil, las Salesas del Primer Monasterio de la Visitación de Madrid alquilaron un piso semisótano en la cercana calle de Manuel González Longoria, por si las cosas empeoraban, como en efecto sucedió. A este piso refugio tuvieron que trasladarse las siete Salesas que quedaban de la Comunidad el 18 de julio de 1936. Tras unas semanas de relativa tranquilidad, fueron denunciadas por ser Religiosas. Sufrieron varios registros que culminaron con su detención el 18 de noviembre para llevarlas a fusilar. Ellas, al subir al coche hicieron serenamente la señal de la cruz ante el griterío del populacho que pedía su muerte. Las llevaron a un descampado en el cruce de las calles de López de Hoyos y Velázquez, y allí, al bajar del coche las mataron.
La Hna. María Cecilia, la más joven, de 26 años, de temperamento nervioso, al sentir que caía muerta la Hermana que tenía cogida de la mano echó a correr sin que nadie la persiguiera. Poco después ella misma se entregó a unos milicianos declarando que era Religiosa. Fue fusilada en las tapias del cementerio de Vallecas, a las afueras de Madrid, en la madrugada del 23 de noviembre de ese año de 1936. El resto de la Comunidad, refugiada en Oronoz, no supo nada del martirio hasta varios meses después, y las primeras noticias eran muy confusas. Nada pudo aclararse hasta que regresaron a Madrid al terminar la Guerra en 1939. A la cripta del Monasterio, profanada durante la Guerra, se trasladaron en 1940 los restos martiriales de cuatro de las Hermanas que habían dado su vida por Cristo y por España. Los restos de las otras tres reposan en el Valle de los Caídos.
El testimonio de la Hna. María Cecilia:
La Hna. María Cecilia (Mª Felicitas Cendoya Araquistain, Azpeitia, 1910) tuvo en los preludios de la Guerra la oportunidad de ir con su familia, pero por amor a Jesús y a su vocación nunca aceptó las propuestas y siempre dijo con tesón que no quería marcharse por nada del mundo. Había hecho los votos solemnes el 27 de septiembre de 1935, y desde el 18 de julio de 1936 vive en el refugio los difíciles meses de calvario, aceptando con generosidad todo lo que pueda suceder.
Hacia las 7 de la tarde del inolvidable 18 de noviembre es conducida a la muerte junto con sus Hermanas. Un frenazo rápido del camión que las lleva les indica el lugar designado para su ejecución. Suenan disparos y bárbaramente son fusiladas todas menos ella. Porque María Cecilia, nerviosa, echa a correr. Pronto se encuentra con unos guardias y se entrega diciendo: «Soy Religiosa». Al día siguiente por la mañana la llevan a una de las peores cárceles improvisadas, las desgraciadamente famosas checas. En ella están detenidas unas doce mujeres. El suelo está lleno de agua, sólo hay un banco para todas… Hace mucho frío.
Cuando entra la Hna. María Cecilia se queda en un rincón. Entonces una joven se le acerca y le pregunta con cariño. Ella le contesta rápidamente: «Soy Religiosa». Como le inspira confianza le cuenta todo lo sucedido: «Estábamos siete Religiosas en un piso aquí en Madrid, somos Salesas, vinieron a por nosotras, nos metieron en un coche y nos llevaron a un sitio oscuro donde había barrotes, era como un solar, pero no sé dónde es porque no conozco Madrid. Yo me bajé del coche de la mano de otra Hermana, éramos las dos últimas, y al notar que se caía muerta, no sé lo que me pasó, eché a correr y no sabía lo que hacía».

Cruz de la Hna. María Cecilia deformada por el impacto de la bala
A sus compañeras de calabozo las alienta a sufrir por Dios, las edifica a todas con su paciencia y unión a la Voluntad Divina, siempre la ven rezando, siempre en oración… Poco a poco van llamando a las detenidas a declarar. A unas las dejan en libertad, a otras las fusilan. La Hna. María Cecilia se va despidiendo de ellas con tristeza. Teme quedarse sola. Les asegura que cuando le llegue su turno no ocultará que es Religiosa. Y es consciente de lo que esa afirmación supone en esos precisos momentos. En efecto, una marca roja aparece junto a su firma en la declaración que hace en la cárcel. Es la señal de los condenados a muerte. A las afueras de Madrid, en las tapias del cementerio de Vallecas, la madrugada del 23 de noviembre, aparece su cadáver. La Hna. María Cecilia ha derramado toda su sangre por amor a Cristo. Su fidelidad a toda prueba, le hace alcanzar a sus 26 años el martirio que tanto anhelaba.
«El esplendor de los Hijas de la Visitación es no tenerle y su grandeza la pequeñez».
Los nombres de las beatificadas el 10 de mayo de 1998 son:
- Beata María Cecilia (Mª Felicitas Cendoya Araquistain)
- Beata María Inés (Inés Zudaire Galdeano)
- Beata María Engracia (Josefa Joaquina Lecuona Aramburu)
- Beata María Ángela (Martina Olaizola Garagarza)
- Beata María Teresa (Laura Cavestany Anduaga)
- Beata Josefa María (Carmen Barrera Izaguirre)
- Beata María Gabriela (Amparo Hinojosa Naveros)
Enlace al artículo original.
Otros recursos en la web
por Ricardo Pareja | CeF | 16 Nov, 2013 | Novios Testimonios
En la Iglesia antigua el bautismo se llamaba también «iluminación», porque este sacramento da la luz, hace ver realmente. En Pablo se realizó también físicamente todo lo que se indica teológicamente: una vez curado de su ceguera interior, ve bien. San Pablo, por tanto, no fue transformado por un pensamiento sino por un acontecimiento, por la presencia irresistible del Resucitado, de la cual ya nunca podrá dudar, pues la evidencia de ese acontecimiento, de ese encuentro, fue muy fuerte. Ese acontecimiento cambió radicalmente la vida de san Pablo.
La conversión de san Pablo
Papa emérito Benedicto XVI
Audiencia General del miércoles 3 de septiembre de 2008
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De «punky» drogadicto a padre de ocho hijos para la Gloria de Dios
(Os presentamos el testimonio de vida y conversión de Ricardo Pareja narrado con sus propias palabras.)
Yo era uno de esos «punkies» de mediados de los 80 que estaba metido en la droga, siempre borracho, iba con una cresta de gallo y encadenado con cadenas gruesas, no me lavaba, andaba con unos colegas donde el amor libre y la homosexualidad era el ambiente dominante. Realmente estaba hecho un asco y nadie daba un céntimo por mi vida, todo era egoísmo, llamaba la atención de las chicas y lo aprovechaba para usarlas a mi antojo… era un indeseable.

En casa la situación era imposible: mi madre siempre en vilo esperando que cualquier día me encontraran por ahí, en una cuneta. Mis padres, los pobres, sufrían muchísimo y parecía que a mí no me afectaba nada, pero al mismo tiempo había quien rezaba todos los días por su sobrino, una hermana de mi madre que confiaba en el poder del Señor para sacarme de aquella vida y que siempre que tenía oportunidad me hablaba de Cristo y me invitaba a rezar… pero yo solo la escuchaba por respeto, no me interesaban esos «rollos».
En esta situación, cuando peor estaba, el Señor, que ya había intentado atraerme con lazos de amor sin éxito, me hizo vivir una experiencia que cambió mi vida para siempre… Un día me cogieron un grupo de neonazis, me golpearon con barras de hierro en la cabeza hasta que todo yo era brechas de sangre y me dejaron medio muerto en mitad de la vía pública mientras la gente deambulaba alrededor sin hacer ni decir nada. Me recogió una ambulancia y estuve ingresado dos semanas en el hospital. Poco antes de recibir el alta me dijeron que ya no vería nunca más por un ojo… Entonces apareció mi tía por el hospital con un matrimonio amigo suyo y me invitaron a una convivencia de inicio de curso para catequistas, un sitio —pensaba yo— que no me correspondía, pero mi tía estaba empeñada en que fuera con aquel matrimonio a escuchar, y allí que fui.
El sitio en concreto estaba en Castellón, un seminario a 250 kilómetros de mi casa. Y allí el Señor empezó a hablarme personalmente: aquellas catequesis y la palabra de Dios no eran «historietas», empezaba a ver mi vida en todo aquello, era Cristo que me hablaba a mí personalmente. Yo estaba conmocionado y no me venían mas que ganas de llorar, pero era feliz, estaba listo para que el Señor comenzara a cambiar mi vida —una vida vacía— y descubrirme el secreto de la VIDA, la vida que te hacer salir del profundo egoismo y que te hace ver al otro.
Tras dejar el seminario volví a Barcelona y «comencé a caminar» de la mano de una comunidad Neocatecumenal en la Parroquia de San Luis Gonzaga. Luego conocí a Merche, mi mujer, una chica normalita, de casa, nada que ver con lo que yo había vivido. El Señor nos permitió un noviazgo santo, ¡qué regalo! era como un tesoro preciado para mí. El Señor me colmaba con creces… ¿merecía yo ese derroche de gracias? Sentía, sin duda, que no me lo merecía pero el Señor es infinitamente bondadoso. Tiempo después Merche entró en la Iglesia y nos casamos… Hoy somos padres de ocho hijos maravillosos que nos ayudan a convertirnos cada día. Atrás queda una vida en la que los «colegas» que siguieron están presos o con sida o muertos.
Este es el testimonio resumido de mi conversión y lo cuento no como mi proeza sino como la obra que hizo Cristo Resucitado en mí, y para darle Gloria.
Ricardo Pareja
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por CeF | Karma Films | 15 Nov, 2013 | Postcomunión Vida de los Santos
Karol, el Papa, el hombre es continuación de Karol, el hombre que se convirtió en Papa. Narra la historia, desde 1978 en adelante, del primer hombre de un país del este elegido Papa y el papel que tomó en el final del Comunismo, a pesar de sufrir un intento de asesinato que trató de hacerlo callar. La historia narra cómo continuó su pontificado con valor a pesar de la enfermedad que poco a poco iba minando su vida. Él nunca ocultó su sufrimiento físico, pero luchó hasta el final contra la guerra y la violencia.
La Mare Teresa de Calcuta encuentra al Papa, y entre estos dos Titanes de la iglesia pelean la contradiccion del mundo, la persecucion de los gobiernos.
El Papa Juan Pablo II demuestra ser un Papa fuerte que impulsa la iglesia al amor al projimo y la defiende como pastor contra la amenaza del comunismo que intenta matarle. Muchas situaciones dificiles se presentan, pero ante todo se mantiene firme hasta su último suspiro de vida. Llevando un Pontificado de amor.
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Karol II: El Papa, el hombre – Película online, en IMDb
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Ficha de la película
Título: Karol II: El Papa. El hombre.
Título Original: Karol, un papa rimasto uomo
Año de producción: 2006
País: Italia, Francia, Polonia
Duración: 182 min.
Distribuida por: Karma Films
Director: Giacomo Battiato
Elenco: Piotr Adamczyk, Michele Placido. Dariusz Kwasnik, Alberto Cracco
Producida por: Pietro Valsecchi, Enrico Coletti
Escrita por: Giacomo Battiato, Gianfranco Svidercoschi
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Giovanni Mammolotti
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por Obispado de Tenerife | 14 Nov, 2013 | Catequesis Artículos
Las estructuras de la Iglesia diocesana: organismos de colaboración con el obispo.
El Arciprestazgo
La Diócesis, en conformidad con la legislación canónica (canon 374,2), está estructurada territorialmente en arciprestazgos que agrupan a parroquias vecinas, vinculadas entre sí por afinidad de límites geográficos, condiciones sociales, intereses culturales…, con el fin de facilitar la atención pastoral mediante actividades comunes. «Es considerado como unidad básica de la pastoral de conjunto y de ayuda a las parroquias» (Directorio pastoral del arciprestazgo, nº. 2).
El arciprestazgo es el ámbito en el que se constituye el grupo básico, natural e inmediato de la fraternidad sacerdotal del presbiterio diocesano. En él, los sacerdotes han de vivir los vínculos dimanantes de la común ordenación sagrada y de la común misión: «Se unen entre sí en íntima fraternidad, que debe manifestarse en espontánea y gustosa ayuda mutua, tanto espiritual como material, tanto pastoral como personal, en las reuniones, en la comunión de vida, de trabajo y de caridad» (LG 28).
En el ámbito de la pastoral del arciprestazgo se han de integrar no solo las parroquias, sino también las comunidades de vida consagrada, las organizaciones religiosas, las instituciones eclesiales, movimientos y asociaciones, los profesores de religión y los agentes de la pastoral que actúan en ese ámbito.
Órganos de funcionamiento del Arciprestazgo
Como elementos que coordinan la labor arciprestal, pueden citarse:
1º) El Arcipreste. Al frente del arciprestazgo se encuentra el arcipreste, que preside el equipo sacerdotal arciprestal y el consejo pastoral del arciprestazgo, siguiendo las normas del Derecho Canónico y las directrices diocesanas, animando y coordinando, no solo a los sacerdotes, sino también a los fieles que tienen responsabilidades en ese ámbito.
2º) El equipo arciprestal sacerdotal. Está formado por todos los sacerdotes que ejercen el ministerio presbiteral en el arciprestazgo. Su función es mantener un clima permanente de fraternidad y de trabajo común; promover la ayuda mutua en cualquier necesidad material, humana, ministerial y espiritual; programar y organizar las reuniones y encuentros periódicos en orden a la formación permanente en sus diversas dimensiones
3º) Consejo Pastoral Arciprestal. Se trata de un órgano consultivo, integrado por sacerdotes, miembros de la vida consagrada y laicos comprometidos en la labor pastoral del arciprestazgo, en orden a la programación y seguimiento de las actividades pastorales del sector.
4º) Coordinadoras arciprestales. En orden a coordinar las tareas pastorales de las distintas vertientes de las parroquias, se constituyen comisiones arciprestales que pueden formar parte de las distintas delegaciones diocesanas.
5º) Representantes en organismos diocesanos. En la forma que establecen los estatutos, cada arciprestazgo tendrá sus representantes en el Consejo Presbiteral, en el Consejo Diocesano de Pastoral, así como en otras comisiones que, de carácter transitorio, puede establecer el Obispo.
Zonas pastorales
Si lo considera oportuno, la autoridad competente, podría establecer, además de los arciprestazgos, ciertas zonas pastorales de ámbito supra o infraarciprestal, para una mejor atención y coordinación de la vida pastoral.
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Obra original: extracto del Libro del Sínodo, tema 11
Fuente original: Diócesis de san Cristóbal de la Laguna, Tenerife (España)
por Obispado de Tenerife | 14 Nov, 2013 | Catequesis Artículos
Las estructuras de la Iglesia diocesana: organismos de colaboración con el obispo.
La Parroquia
Uno de los elementos estructurales más familiares en la Diócesis que, por su naturaleza y cometido es expresión e instrumento de la comunión y de la misión de la Iglesia, es la parroquia. Su importancia y su valor actual aparece expresado reiteradamente en los documentos contemporáneos del Magisterio.(cf. ChL 26; canon 515,1).
Las características fundamentales que configuran la parroquia, según los documentos oficiales, pueden ser resumidas en las siguientes:
a) COMUNITARIA. La parroquia es una célula viva de la iglesia particular, en donde los cristianos de un pueblo o de un barrio viven la comunión de fe, de culto y de misión con la misma iglesia diocesana y a través de esta con todo el Cuerpo de Cristo.
b) DIOCESANA. La parroquia solo puede entenderse en constante referencia a la Iglesia particular y, desde ella, a la Iglesia Universal. Es la misma comunidad diocesana que se hace presente junto a nuestros hogares con todas sus riquezas, con su misterio y con su misión.
c) TERRITORIAL. Es una comunidad asentada en un territorio determinado en el que ésta ejerce la misión evangelizadora recibida de Cristo; por tanto, vehículo de encarnación en un ambiente humano y determinado, y al mismo tiempo espacio de acogida de todos los bautizados sin ninguna distinción de edad, sexo o condición social. Es el lugar de la pastoral ordinaria de la Iglesia.
d) INTEGRADORA. La parroquia acompaña a las personas y a las familias en el crecimiento de la fe, y al mismo tiempo, es centro de coordinación y animación de comunidades y movimientos. El fiel tiene derecho a encontrar en su parroquia todo aquello que necesita para vivir cristianamente y crecer en su fe.
e) CORRESPONSABLE Y PARTICIPATIVA. En ella, cada cristiano puede descubrir su propia vocación y el campo de su acción apostólica.
Para que la parroquia pueda mantener su papel insustituible es necesario que afronte una adecuada renovación pedida por la situación de la Iglesia, los cambios en la sociedad, la promoción eclesial del laicado, la promoción social de la mujer, los movimientos de solidaridad, y el movimiento asociativo intra y extraeclesial, la atención a los pobres y marginados, los planteamientos actuales de acción pastoral, etc.
El Párroco
Al frente de la parroquia se encuentra el párroco, pastor propio de la misma, que ejerce su ministerio en aquella comunidad que le ha encomendado el Obispo diocesano. Bajo su autoridad y como cooperador suyo, participa en el ministerio de Cristo, realizando las funciones de enseñar, santificar y regir con la cooperación de otros presbíteros y diáconos y con la ayuda de los fieles laicos (canon 519ss).
Corresponde al párroco la función de mantener y acrecentar la unión de la comunidad parroquial, de forma que ésta sea una familia unida y acogedora; despertar en los fieles su conciencia de miembros activos, tanto de la iglesia diocesana como de la Iglesia Universal; suscitar la corresponsabilidad de los mismos según sus estados y carismas, fomentando especialmente las vocaciones consagradas; ser maestro de oración; y velar, como buen pastor, por la evangelización del sector que se le ha encomendado.
Cauces de corresponsabilidad parroquial
Como instrumentos elementales en la vida de la pastoral parroquial, no deberán faltar las siguientes estructuras:
1º) El Consejo de Pastoral Parroquial. Es el instrumento básico para vivir y ejercer la corresponsabilidad y para lograr la convergencia, complementariedad e integración de todas las fuerzas evangelizadoras de la parroquia. Vivamente recomendado por la legislación canónica (canon 536), su existencia en la comunidad parroquial ha sido determinada por el Obispo diocesano. Al consejo de pastoral corresponde, bajo la autoridad del párroco, promover, coordinar y aplicar los programas pastorales diocesanos, así como estudiar y valorar cualquier actividad pastoral parroquial y diocesana, sugiriendo las oportunas conclusiones prácticas. Suele estar formado por personas representantes de grupos, movimientos o sectores de la parroquia. Su voto es consultivo.
2º) Consejo de Economía. Su implantación es obligatoria en todas las parroquias (canon 537). Su misión es ayudar al párroco en la administración de los bienes de la parroquia.
3º) Comisiones de actividades pastorales. Se ve conveniente ir creando equipos de trabajo o comisiones encargadas de gestionar las distintas tareas que componen la pastoral parroquial (catequesis, liturgia, grupos de oración, apostolado seglar, cáritas, pastoral de la salud, servidores del templo…). Cada equipo, además de ser un grupo de trabajo, debe convertirse en una pequeña comunidad de crecimiento cristiano con unos métodos adecuados.
4º) Plataforma misionera. La parroquia ha de contar también en sus estructuras con algunos grupos que traten de impulsar una dinámica misionera, creando cauces de acercamiento y atención a los no creyentes, alejados, marginados y necesitados, y que al mismo tiempo impregne de este espíritu a toda la comunidad parroquial.
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Obra original: extracto del Libro del Sínodo, tema 11
Fuente original: Diócesis de san Cristóbal de la Laguna, Tenerife (España)
por Obispado de Tenerife | 14 Nov, 2013 | Catequesis Artículos
Las estructuras de la Iglesia diocesana: organismos de colaboración con el obispo.
El Laicado
El Laicado es una dimensión esencial en la estructura de la Iglesia. La revalorización del laicado ha sido una de las grandes aportaciones del Concilio Vaticano II que proclamó «la plena pertenencia de los fieles laicos a la Iglesia y a su misterio y el carácter peculiar a su vocación, que tiene en modo especial la finalidad de buscar el Reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios» (cf. ChL 9).
La inmensa tarea que ha de realizar la Iglesia en nuestros días, hace necesarias muchas formas de presencia y de acción para llevar el mensaje del evangelio a las variadas condiciones de vida de los hombres de hoy, como son el campo cultural, social, educativo y profesional. (cf. ChL 26). Corresponde al Obispo, además de estimular en toda la Diócesis las diversas formas de apostolado, coordinarlas entre sí, para que estas vayan de acuerdo en la acción pastoral y resalte con más claridad la unidad de la Diócesis (cf. ChD 17).
Así mismo, los laicos están llamados a presentar al obispo su parecer sobre los asuntos espirituales y temporales de la Iglesia, a través del diálogo personal y de los cauces establecidos y prestar su colaboración en organismos eclesiales de ámbito diocesano, arciprestal, parroquial…
Agrupaciones laicales
Aunque «cada cristiano está llamado a ejercer el apostolado individual en las variadas circunstancias de su vida […], sin embargo, dada la condición social del hombre y la dimensión comunitaria de la fe, los cristianos han de ejercer el apostolado aunando sus esfuerzos. El apostolado organizado responde adecuadamente a las exigencias humanas y cristianas de los fieles, y es al mismo tiempo signo de la comunión y de la unidad de la Iglesia en Cristo» (AA 18). La llamada de los pastores a los fieles en este sentido, es permanente y apremiante.
El apostolado comunitario encuentra su primer campo inmediato e ineludible en la familia, en la parroquia y en la diócesis. Más allá de estos espacios fundamentales, los cristianos pueden ejercer el apostolado asociado incorporándose en algunas de las asociaciones existentes o erigir, bajo la iluminación del Espíritu, otras nuevas; siempre evitando la dispersión de las fuerzas.
Las asociaciones son la materialización del derecho fundamental reconocido a todos los bautizados, de fundar, dirigir asociaciones para fines de caridad o piedad o para fomentar la vocación cristiana en el mundo.
El Código clasifica las asociaciones en «públicas» y «privadas» atendiendo a sus relaciones con la jerarquía. Todas las asociaciones deben tener sus estatutos propios, aprobados y oportunamente revisados por la autoridad eclesiástica. Si lo desean, pueden obtener también la personalidad jurídica en la ley civil. Corresponde a la autoridad eclesiástica competente erigir asociaciones de fieles que se propongan fomentar la doctrina cristiana en nombre de la Iglesia, promover el culto público u otros fines reservados por su naturaleza a la autoridad eclesiástica.
Aunque gozan de autonomía, corresponde al Ordinario cuidar de que en las asociaciones se conserve la integridad de la fe, y evitar que se deriven abusos en la disciplina eclesiástica. «Puede, además, la autoridad eclesiástica, por exigencia del bien común de la Iglesia, de entre las asociaciones y obras apostólicas elegir algunas y promoverlas de un modo peculiar» (AA 24). De entre las asociaciones, merecen hoy especial atención:
Los Movimientos Apostólicos:
Son organizaciones de apostolado seglar, generalmente especializados, que responden, en cuanto a la procedencia de sus miembros, actividades apostólicas, metodología… a medios y ambientes sociales concretos. Su misión es la evangelización de los ambientes donde se mueven sus militantes, en comunión con la Iglesia particular y las parroquias respectivas.
Las Pequeñas comunidades:
Nacen de la necesidad de vivir con mayor intensidad la vida de la Iglesia, o del deseo de buscar un encuentro humano más cercano que difícilmente pueden ofrecer las comunidades eclesiales más grandes. Pueden ser consideradas como lugar de evangelización, que ayuda a la diócesis y a la parroquia, en la medida que buscan alimentarse de la Palabra de Dios y no se dejan aprisionar por una polarización política o ideológica; evitan la contestación sistemática, el peligro de aislarse, o el orgullo de sentirse los únicos o los mejores.
La Vida Consagrada
Reviste especial importancia la presencia, y la colaboración de las personas consagradas en la fisonomía de la Iglesia Diocesana y el desarrollo de su vida pastoral. La vida consagrada «no es un estado intermedio entre los clérigos y los laicos, sino que, de uno y otro, algunos cristianos son llamados por Dios para poseer un don particular en la vida de la Iglesia y para que contribuyan a la misión salvífica de ésta» (LG 43).
Las personas consagradas, siguiendo a Cristo por el camino de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, y con la rica y multiforme variedad de los carismas peculiares de cada Instituto, representan una gran riqueza para la Iglesia Diocesana.
Los fieles diocesanos deberán estimar en su justo valor la vida consagrada, conocer los carismas de los Institutos existentes en la Diócesis, y apoyar con su aliento y oración el fiel cumplimiento de los mismos.
Por su parte, los consagrados, tratarán también de conocer, respetar y valorar las características peculiares de la Iglesia diocesana, y en concreto, de la parroquia y de la zona donde ejercen su carisma, sintiéndose miembros de la misma y prestar la colaboración personal y comunitaria que puedan ofrecer, así como tener conocimiento de la espiritualidad del presbítero diocesano y del laico.
Existen también otras formas de vida consagrada, como son los Institutos Seculares y las Sociedades de Vida Apostólica, cuyos miembros, insertos en las realidades temporales, viven de forma asociada o individual, su peculiar entrega a Dios. A estas formas se asemeja el Orden de las Vírgenes que, consagradas a Dios por el Obispo Diocesano, se entregan al servicio de la Iglesia.
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Obra original: extracto del Libro del Sínodo, tema 11
Fuente original: Diócesis de san Cristóbal de la Laguna, Tenerife (España)