Colección de juegos y dinámicas de catequesis para niños

Colección de juegos y dinámicas de catequesis para niños

En este artículo recogemos una amplia colección de actividades dirigidas especialmente a los coordinadores de grupos de niños de primera comunión, y que pueden ser de especial interés para aplicar en sus sesiones de catequesis. Recopilamos, de diversas fuentes, dieciocho juegos y cuarenta y seis ejemplos de dinámicas para desarrollar. También son muy adecuadas para animadores de catequesis familiar y para padres que quieran trabajar actitudes, valores y conocimientos cristianos con sus hijos.

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Juegos

  1. Cazar al ruidoso
  2. Dibujos en equipo
  3. El pitador
  4. La batalla de los globos
  5. Matamoscas
  6. Rescate del tesoro
  7. Una torre alta, firme y segura
  8. Relévame I
  9. Relévame II
  10. La caza de la culebra
  11. El supermercado
  12. Agarrar las cintas
  13. Las banderas
  14. Cinchada en cruz
  15. Dos lineas y un pañuelo
  16. Fútbol revisión
  17. ¡Me mató!
  18. Fútbol loco

Dinámicas

  1. Junto a mi casa vive un señor que no cree
  2. Cabeza y cola
  3. Dramatizaciones bíblicas
  4. Dramatizaciones para analizar la realidad
  5. El bautismo de emergencia
  6. Venimos de Jerusalén
  7. La biblia incompleta
  8. La biblioteca del catequista
  9. Un profeta
  10. Hablando con los personajes de la Biblia
  11. El personaje desconocido
  12. Béisbol bíblico
  13. Bolsita de sorpresas
  14. Alcance la estrella
  15. Coleccionando estrellas
  16. Orden del día
  17. Descubriendo a los personajes de la Biblia
  18. Qué me pueden decir
  19. Qué tenemos en común
  20. Adivina del personaje
  21. Los libros de la Biblia
  22. Contenido de los libros de la Biblia
  23. Por qué se llaman así
  24. A quién te pareces
  25. Dones y frutos del Espíritu Santo
  26. Contenido de los libros de la Biblia II
  27. Jesucristo es…
  28. Mis carismas
  29. Tus carismas
  30. Dones, carismas y ministerios
  31. El cofre espiritual
  32. Jesucristo: palabras y obras
  33. Los siete sacramentos
  34. En mi parroquia hay… (sacramentos)
  35. Se iba a celebrar un bautismo, pero…
  36. Ministerios para la celebración eucarística
  37. El baúl de las oraciones
  38. Teología de los sacramentos
  39. En mi parroquia hay un señor que… (mandamientos)
  40. Mi madrina
  41. La señora Caridad
  42. Escuchando problemas
  43. Uno, dos, tres, cristianos
  44. Dones y frutos del espíritu santo
  45. María nuestra patrona
  46. Libros y personajes

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Juegos

Cazar al ruidoso

Objetivos: Ayudar a los niños a ganar confianza en sus movimientos aunque no vean nada.

Materiales: Tantos pañuelos como chicos haya menos uno

Desarrollo: Todos los niños con los ojos vendados menos uno que es el «ruidoso», al que intentan cazar los demás, el primero que lo hace, pasa a hacer de «ruidoso». El «ruidoso» se desplaza lentamente y haciendo distintos ruidos. Se marca una zona determinada de la que no se puede salir.

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Dibujos en equipo

Objetivos: Incentivar la capacidad creativa y la rapidez de pensamiento.

Materiales: Un lápiz por equipo. 5 o más pliegos de papel por equipo.

Desarrollo: Se forman equipos según el número de participantes y el material que se disponga (se recomienda no más de 6 por equipo ). Estos equipos se forman en fila, un equipo junto al otro, dónde el primero de cada fila tiene un lápiz. Frente a cada equipo, a unos 7-10 metros se coloca un pliego de papel u hoja grande. El juego comienza cuando el animador nombra un tema, por ejemplo «la ciudad», luego el primero de cada fila corre hacia el papel de su equipo con un lápiz en la mano y comienza a dibujar sobre el tema nombrado, en este caso «la ciudad», luego de más o menos 10 segundos el animador grita «ya» y los que estaban dibujando corren a entregar el lápiz al segundo de su fila que rápidamente corre a continuar el dibujo de su equipo, luego de más o menos 10 segundos…

El juego termina cuando el animador lo estime y se le otorgan puntos al equipo que mejor dibujó sobre el tema nombrado.

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El pitador

Objetivos: Agilizar los sentidos

Materiales: Un silbato

Desarrollo: Un jugador se coloca en el centro de un gran círculo, con los ojos vendados y un silbato colgado de la cintura. Un equipo, partiendo de cualquier punto del borde del círculo, trata de acercarse para tocar el silbato sin ser oído.

Si el jugador del centro toca al jugador que se acerca éste último queda eliminado.

Este es un juego muy reposado que exige silencio absoluto por parte de los que no están participando; de lo contrario el juego pierde interés.

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La batalla de los globos

Objetivos: Fomentar la libertad de movimiento y la competencia.

Materiales: Un globo por participante.

Desarrollo: Cada uno de los participantes tendrá un globo inflado amarrado en uno de sus tobillos de forma que quede colgando aprox. 10 cm. El juego consiste en tratar de pisar el globo del contrincante sin que le pisen el suyo. Al participante que le revientan el globo queda eliminado.

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Matamoscas

Objetivos: Fomentar la cooperación.

Desarrollo: Todos los chicos se ubican en un extremo de un terreno previamente delimitado. El animador nombra a un participante que se ubicará en el medio del terreno, a su indicación todos los participantes deberán correr hacia el otro extremo, los participantes que sean atrapados por éste deberán tomarse de las manos y, sin soltarse, tratarán de atrapar a los otros jugadores que arrancan por otro lado del terreno. Ganará el jugador que sea el último en ser atrapado.

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Rescate del tesoro

Objetivos: Fomentar el juego en equipos.

Materiales: Una bolsa con cosas pequeñas (fichas, monedas, etc,) que serán el tesoro.

Desarrollo: Los equipos atacantes usarán un pañuelo entallado atrás (en el pantalón). Los atacantes deben llegar al tesoro y sacar una «ficha» del tesoro para levarla a su guarida. Deben tratar de que los defensores no les quiten el pañuelo que representa su vida. Al juntar 5 fichas en su guarida los atacantes pueden recuperar una vida. Los defensores entregan a un dirigente las vidas que le quitan a los atacantes, el mismo que esta encargado de entregar las vidas que quieran recuperar los atacantes. Los defensores pueden tener una zona de la que no puedan salir. Además debe existir un círculo de más o menos 2 m de radio alrededor del tesoro que delimite una zona prohibida para los defensores. El juego termina cuando no quedan fichas, no quedan atacantes vivos o después de ciertos minutos para luego hacer el recuento de puntos (un punto por ficha y cinco puntos por vida).

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Una torre alta, firme y segura

Objetivos: Este juego sirve de integración para equipos recién formados.

Materiales: Una barra de pegamento por equipo. Dos o tres periódicos completos que se puedan usar.

Desarrollo: El responsable de la actividad pide a cada equipo que construya «una torre alta, firme y hermosa». No especifica nada más y se le entregan los materiales a cada equipo. Después de más o menos 30 minutos se juntan los equipos y por votación se elige la que mejor cumple con las características solicitadas. Después el responsable de la actividad pide a los participantes que piensen que su equipo se construye igual que la torre que han presentado.

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Relévame I

Objetivos: Fomentar el juego en equipo y remarcar la cooperación

Desarrollo: Hay tantas botellas como grupos (pueden ser cartones de leche con la parte superior cortada). Las botellas estarán vacías y tendrán la misma capacidad.

Cada botella distará de su equipo unos 10 metros. Los grupos dispondrán de algún recipiente con agua o canilla para poderse ir a llenar la boca. Cuando suena la señal, sale un jugador de cada equipo con la boca llena de agua. Al llegar a la botella, vierte en ella el agua que lleva y regresa corriendo. En cuanto ha llegado a donde está su equipo, sale otro jugador haciendo lo mismo… Gana el equipo que consigue llenar antes la botella.

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Relévame II

Objetivos: Fomentar el juego en equipo y remarcar la cooperación

Desarrollo: Cada equipo se pone formando una fila. Detrás del último de la fila hay una botella vacía, y delante del primero hay un recipiente lleno de agua. Todos los jugadores se ponen con las piernas abiertas. Cuando empieza el juego, el primero llena en el recipiente un vaso y se lo pasa al segundo por debajo de sus propias piernas; éste lo pasa al tercero y así hasta llegar al último, que vaciará el agua que quede en el vaso dentro de la botella y devolverá dicho vaso al compañero que tiene delante. El vaso siempre tiene que pasar por entre las piernas.

Gana el equipo que primero llene la botella.

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La caza de la culebra

Objetivos: Fomentar la agilidad y la atención.

Desarrollo: En el suelo y dispersas, se situarán tantas cuerdas como número de participantes haya menos uno. Todos corren entre las cuerdas, y, a la señal, deben apoderarse de una, quedando eliminado el que no lo consiga. Una vez eliminado, se retira una cuerda, se tiran todas las demás al suelo y se vuelve a empezar. Si dos participantes toman la misma cuerda, se hace una pequeña prueba de velocidad, poniendo la cuerda portada por el animador a cierta distancia ambos; a la señal, los dos corren hacia ella ganando quien la agarre primero.

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El supermercado

Objetivos: Aumentar la atención en los participantes

Desarrollo: Este juego se llama supermercado (con todas sus variantes): se sientan todos en ronda sentados en sillas dejando una silla vacía, a cada uno se le da el nombre de algún producto del supermercado (uno es lata de tomates, el otro perejil, el otro detergente, y así). El animador comienza a contar una historia (que tenga algún sentido y sea graciosa, obviamente) y a medida que nombra algún elemento del supermercado que figura entre los que posee alguno de los niños, el niño nombrado tiene que darse cuenta e inmediatamente levantarse y correr al lugar vacío de la ronda. Si no lo hace pierde un punto. El último detalle a tener en cuenta es que si el animador, mientras cuenta la historia, dice la palabra supermercado, todos deben cambiar de lugar. Este juego puede adaptarse con personajes bíblicos (y, por ejemplo, cuando se dice Jesús o Biblia todos cambian de lugar) o a cualquier otra situación.

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Agarrar las cintas

Objetivos: Divertir

Materiales: Cintas de tres colores, tantas como participantes en el juego.

Desarrollo: Se forman tres equipos. Cada niño se coloca una cinta del color correspondiente a su grupo en la parte trasera de la cintura (colgando de los pantalones, cinturón). El juego consiste en sacar las cintas a los demás. Cuando se quita una cinta se coloca junto a la propia. El niño que se queda sin cinta queda fuera del juego hasta que uno del mismo equipo recupere la cinta y pueda llevársela, quien no tiene cinta quedará en un lugar llamado “el calabozo”. El juego termina cuando un equipo queda sin cintas y los ganadores cuentan cuantas cintas tienen cada uno.

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Las banderas

Objetivos: Fomentar el juego en equipos

Materiales: Cintas de dos colores diferentes (una para cada participante), dos banderas

Desarrollo: Se divide a los participantes en dos equipos, y a cada uno de los dos equipos se les asigna un campo relativamente amplio, y con unos límites bien definidos. Cada uno de los equipos dispone de una bandera, que debe colocar en su campo de forma que sea distinguible a simple vista por los miembros del otro equipo. El juego consiste en que cada uno de los equipos debe robar la bandera del equipo contrario, y llevarla hasta su campo, y evitar que el equipo contrario robe su bandera. A los enemigos se los captura únicamente en el campo propio, y se hace quitando el pañuelo que llevan colgando de la cintura, quien es atrapado queda afuera.

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Cinchada en cruz

Objetivos: Divertirse

Materiales: Dos cuerdas gruesas. Una cuerda más fina para atar el ladrillo. Cuatro recipientes y un ladrillo que quepa en ellos.

Desarrollo: Se atan las dos cuerdas por el medio y se colocan en forma de equis. Se ata el pedazo de cuerda fina en el centro de la equis con el ladrillo en la punta. Se colocan cuatro recipientes en equis a los lados del centro. Los cuatro equipos se posicionan en las puntas de la equis y comienza el juego. Gana el primero que logre colocar el ladrillo dentro de su recipiente.

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Dos lineas y un pañuelo

Objetivos: Este juego ayuda a agilizar los reflejos, la agilidad.

Materiales: Un pañuelo

Desarrollo: Se escogen dos equipos, se traza una línea en el suelo, se colocan cada uno de los equipos a ambos lados de la línea a unos 5 metros o más de distancia de la misma, se coloca un pañuelo sobre la línea de manera que sobresalgan las puntas del mismo a ambos lados. Se le asigna un numero a cada uno de los participantes de cada equipo, por ejemplo si son cinco jugadores por equipo existirá 1-1, 2-2, 3-3, 4-4, 5-5 ; el animador estará dirigiendo el juego de manera que si él dice «uno», entonces saldrán los numero «uno» de los dos equipos y trataran de agarrar el pañuelo y llevárselo, el jugador del equipo contrario, el que no alcance a agarrar el pañuelo, correrá tras el que sí lo agarró y si lo toca antes que llegue a donde su equipo pierde, si los jugadores se paran frente a la pañoleta y uno de ellos pone el pie después de la línea o pisa la línea pierde, si uno de los jugadores toca al otro antes que el toque la pañoleta pierde.

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Fútbol revisión

Objetivos: Evaluar Jugando

Desarrollo: Se juega igual que el fútbol, con la variante de que cada vez que tienes que cobrar algo (lateral, gol, etc..) le haces una pregunta sobre temas que se hayan desarrollado en el año al equipo que cobraste a favor si la contesta mal lo cobrado será para el equipo contrario. Es una buena forma de evaluar sin que los chicos se den cuenta y mantener siempre presente los conocimientos.

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¡Me mató!

Objetivos: Divertirse

Materiales: Globos, una pelota que se pueda tomar con la mano.

Desarrollo: Se juega muy parecido al balonmano (fútbol con la mano), pero con una serie de peculiaridades; todos los jugadores tienen que llevar un globo debajo de la remera (es su vida, si se explota tiene que salir del campo a buscar otro globo hasta un máximo de dos veces), se puede explotar el globo de un jugador del equipo contrario siempre que este lleve la pelota, el arquero puede quitar la vida a cualquier jugador que se encuentre dentro del área, si alguien quita la vida cuando no puede deberá entregar la suya a quien se la ha quitado e ir el a por una, y se comete una falta. El juego no se detiene nunca exceptuando cuando se produce una falta, hay gol o la pelota se sale fuera del campo.

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Fútbol loco

Objetivos: Divertirse

Desarrollo: Se divide al grupo en cuatro equipos. Se usa la cancha de fútbol habitual y las reglas del fútbol, con la variante de que se juegan dos partidos a la vez y con cuatro arcos (cruzados). Los jugadores solo pueden pegarle a la pelota que les corresponde a su partido. Luego los ganadores jugarán entre si y los perdedores igual conservando la misma dinámica.

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Dinámicas

Junto a mi casa vive un señor que no cree

Con este juego se afianza el Credo.

Se reparte a los miembros el credo, una parte para cada uno. Por ejemplo:

  • Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra
  • Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
  • Y nació de Santa María Virgen…

Y así, de acuerdo al número de miembros.

Un miembro comienza diciendo: Junto a mi casa vive un señor que no cree en…

El miembro que tiene la parte del Credo que se ha mencionado responde: El sí cree en… (lo dicho), pero no cree en…

Ejemplo:

El que inicia dice: Junto a mi casa vive un señor que no cree en la Virgen

El que tiene «y nació de Santa María Virgen» responde: El sí cree en la Virgen, pero no cree en la Iglesia

El que tiene «creo en la santa Iglesia Católica» responde: El sí cree en la Iglesia, pero no cree en la vida eterna.

Y así sucesivamente.

No hay que sacar a los que pierden, pues se trata de que repasen bien y ellos son los que más necesitan afianzarse.

Solamente alguna vez, cuando ya todos están peritos, podría jugarse retirando a los que pierdan, se equivoquen, o se demoren, y otorgando un premio al que gana.

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Cabeza y cola

Es bueno especialmente para aquello que hay que aprender de memoria, o para las oraciones comunes. Igualmente, pueden prepararse preguntas para respuesta breve, a juicio del catequista.

Los niños se sientan en semicírculo. En un extremo está la cabeza y en otro la cola.

La primera pregunta se le dirige al niño de la cabeza, si responde bien se queda ahí, pero si no sabe se le pregunta al segundo y a los que siguen, hasta que alguno responda bien. Cuando eso sucede, el que respondió bien sube al puesto del primero que recibió la pregunta y todos se corren un puesto hacia la cola.

Se siguen haciendo preguntas y así los niños pueden conservar el puesto, subir o bajar.

Esta dinámica nos permite detectar quiénes son los que generalmente se quedan cerca de la cola, o sea los que saben menos, los distraídos, los que tienen dificultad para aprender. Al darse cuenta, hay que tomar a estos niños en tiempo extra para buscar la forma de afianzar en ellos el conocimiento.

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Dramatizaciones bíblicas

Puede dramatizarse algún pasaje de la Biblia, por ejemplo: el llamado de Dios a Samuel, o la visita de Jesús a la casa de Marta y María, o cualquier texto que pueda servir para el mensaje que se presenta.

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Dramatizaciones para analizar la realidad

También pueden dramatizarse hechos de la vida real, que puedan servir para iniciar la catequesis o realizar el análisis de la realidad. Por ejemplo: relaciones entre padres e hijos.

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El bautismo de emergencia

En la misma forma que el anterior.

Es bueno que los catequistas aprendan cómo se bautiza a un niño en peligro de muerte. Esto desde cuando se preparan para la primera comunión.

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Venimos de Jerusalén

Se reparte a los miembros en dos bandos, o en más si son muchas personas.

Cada equipo debe ir preparando la mímica de un pasaje de la Biblia, para que el otro pueda descubrir de qué se trata.

Al principio, pueden ser sólo pasajes del Evangelio. Y con grupos más avanzados, de toda la Biblia.

Los que van a representar llegan y los otros les preguntan: ¿De dónde vienen?

Respuesta: De Jerusalén.

Pregunta: ¿Qué oficio traen?

Respuesta: Ya lo verán.

E inmediatamente comienzan a representar su mímica. Los otros observan y cuando crean que ya saben de qué se trata, lo dicen en voz alta. Si está correcto, ahí se termina y pasan a actuar ellos.

Si no lograron saber, pierden un miembro y el equipo que actuó dice a quién deben dar.

Se pueden dar una, dos, o tres posibilidades de «adivinar», según el grupo.

Los equipos siguen actuando en forma alterna.

Cuando el tiempo termine, gana el equipo que tenga mayor número de miembros.

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La biblia incompleta

Se distribuyen entre los participantes los nombres de los libros de la Biblia, o de una parte de la Biblia, por ejemplo: los profetas.

El que inicia dice: Esta Biblia está incompleta porque le falta el libro de Jeremías.

El que tiene asignado ese libro dice: El libro de Jeremías no le falta, el que le falta es el libro de Amós.

El otro dice: El libro de Amós no le falta, el que le falta es el libro de Sofonías.

Y así se continúa.

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La biblioteca del catequista

Es muy similar al de la Biblia incompleta, pero con los libros que debe tener un catequista. Por ejemplo: La Biblia, Vaticano II, Medellín, Puebla, Catecismo de la Iglesia Católica y otros.

A cada uno se le asigna el nombre de un libro.

El que inicia dice: Yo quiero comprar una Biblia.

Al que le corresponde la Biblia interviene: Yo ya tengo la Biblia, pero quiero comprar el libro de Medellín.

El otro dice: Yo ya tengo el libro de Medellín, pero quiero comprar el Catecismo de la Iglesia Católica, etc.

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Un profeta

Se van nombrando las diferentes clases de personajes que aparecen en la Biblia: profetas, reyes, apóstoles, evangelistas, patriarcas, fariseos, etc.

Se ponen todos en círculo.

El primero dice: Un profeta

El que sigue dice: Un profeta y dos…

El que sigue dice: Un profeta, dos… y tres…

Y así sucesivamente.

Ejemplo:

  • Un profeta
  • Un profeta y dos apóstoles
  • Un profeta, dos apóstoles y tres reyes
  • Un profeta, dos apóstoles, tres reyes y cuatro evangelistas

Cuando alguien pierde, se vuelve a comenzar. Gana el que queda de último.

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Hablando con los personajes de la Biblia

A uno de los miembros se le asigna con tiempo un personaje bíblico, conocido por todos, para que se estudie bien quién fue ese personaje, qué hizo, cómo fue su vida, etc.

La persona se presenta, ojalá vestida como el personaje, y les comienza a contar su vida. También, si se quiere, se permite a los asistentes que le hagan preguntas.

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El personaje desconocido

Variante de la anterior.

Cuando se quiere presentar a un personaje desconocido por los participantes, para que así lo conozcan. ejemplo:

Si se está estudiando los jueces de Israel, alguien –en algunos casos el mismo catequista y en otros algún estudiantes que se ha preparado con tiempo-

Se presenta ante los demás, si quiere ataviado como el personaje y comienza a contarles de su vida.

Por ejemplo: Yo me llamo Gedeón, estaba trabajando cuando el Señor me llamó de tal y tal manera, yo le pedí una señal, etc.

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Béisbol bíblico

Se reparten en dos o más equipos. Cada equipo elige su líder.

Debe haber tres clases de preguntas: hit, doble y jonrón. Estas preguntas se habrán preparado y clasificado con anterioridad, revisadas por el catequista.

El líder de un grupo dirige una pregunta al primer miembro del equipo que está jugando. Si responde bien, se anota un hit, doble, o jonrón. Si no responde, puede responder el segundo miembro, si no sabe puede responder el tercero y así sucesivamente. Si nadie responde, es un out y ahí termina la ronda, pero un miembro del equipo del líder debe responder correctamente o de lo contrario también es out.

Se inicia entonces la segunda ronda, cambiando de equipo. Y así se continúa de acuerdo al tiempo que se programe.

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Bolsita de sorpresas

Se tiene una bolsita, con diversas preguntas sobre los temas de la catequesis. Cada miembro va sacando una y la debe responder. Si no la responde, el compañero puede hacerlo y se va llevando la cuenta de las respuestas correctas.

Es preferible que todos participen durante todo el tiempo, sin sacarlos, para que los que no saben mucho escuchen y así tengan la oportunidad de repasar lo que no saben bien.

Cuando están ya muy adelantados, se puede alguna vez ir sacando a los que fallan y dar un premiecito al ganador.

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Alcance la estrella

Se realiza en forma de concurso, con dos o tres equipos, que deben tener igual número de miembros.

Las estrellas estarán prendidas en un tablero un poco alejado de los asientos. Por detrás cada estrella lleva una pregunta.

Los miembros se numeran: 1, 2, 3 Y cuando sea el momento, quien dirige el juego indica: salgan los números tal.

El primero que llegue, coge la estrella que desee, lee en voz alta la pregunta y da su respuesta.

Si no lo sabe, no o responde bien, otro de su mismo número puede responder. De lo contrario, devuelve la estrella a su sitio. Se va notando la puntuación, para saber al final cuál es el equipo ganador.

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Coleccionando estrellas

Es una variante de la anterior. No hay equipos. Es personal.

En cada estrella figuran la pregunta y la respuesta correcta. Todos se sientan en rueda. El primero alcanza la estrella, lee la pregunta y se la lanza al segundo. Si este responde correctamente recibe su estrella y pasa a tomar otra para seguir el juego. Si no responde bien, el que trajo la estrella le dice la respuesta y regresa la estrella a su sitio. El segundo, aunque no hubiera respondido bien, pasa a buscar otra estrella y le hace la pregunta al tercero y así se continúa.

Gana el que haya recogido más estrellas.

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Orden del día

Se puede usar especialmente para un día de encuentro o convivencia.

El catequista, de acuerdo a la programación, prepara tarjetas con diversos servicios o ministerios. Por ejemplo: adornar el salón, dirigir la oración inicial, preparar una dinámica, mantener todo en orden, repartir algo, encargarse de distribuir el refrigerio, explicar un tema, preparar una cartelera, etc. Guarda estas tarjetas en una bolsa.

Cada catequista saca una y se preparar para hacer lo indicado.

Esto ayuda a fomentar la responsabilidad y el espíritu de servicio y además permite ver que uno es capaz de hacer las cosas bien, si se preparara convenientemente.

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Descubriendo a los personajes de la Biblia

Uno de los participantes, o el propio catequista, representa a un personaje de la Biblia, que sea bastante conocido. Les va indicando algunas cosas sobre su vida, de manera que ellos puedan descubrir de quién se trata.

Si hay varios participantes, el que logró descubrir pasa a representar a otro personaje.

De acuerdo a la madurez del grupo, esto puede traerse preparado, o repartir y dejar unos momentos para prepararse, o cuando la persona deba actuar, saca a la suerte la papeleta con el nombre del personaje que deberá representar.

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Qué me pueden decir

Uno de los miembros sale del salón y los demás seleccionan un personaje de la Biblia, que sea muy conocido.

Cuando regresa, pregunta: Del Antiguo o del Nuevo Testamento? Y cuando le responden, continúa: Qué me saben decir?

Cada miembro le dice, sin repeticiones, algo sobre el personaje, hasta que logre detectar quién es.

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Qué tenemos en común

Cada miembro saca una papeleta, en la cual figura el nombre de un personaje de la Biblia y reflexiona qué tiene en común con ese personaje, por ejemplo: que es varón, que el joven, que es tímido, que vive en el campo, que se desanima fácilmente.

Después hay socialización.

En grupos adelantados, los otros miembros pueden intervenir diciéndole en qué más se parece.

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Adivina del personaje

Se tiene ya preparadas unas series de «pistas» sobre diferentes personajes de la Biblia. Puede ser verbalmente o con papeletas, para que se pueda descubrir de quién se trata. De acuerdo a la madurez del grupo, se puede preguntar a todos en general, o a cada uno en particular. Es posible establecer quipos.

Ejemplo:

  • Un profeta
  • Tuvo un encuentro especial con Dios en el monte Horeb
  • Puso en ridículo a los sacerdotes de Baal
  • Fue arrebatado en un carro de fuego.

Las pistas se escogen de acuerdo con la madurez del grupo y su conocimiento de la Biblia.

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Los libros de la Biblia

Se toma un grupo de libros de la Biblia, por ejemplo los profetas o las epístolas paulinas. Se sientan todos en rueda y a cada uno se le asigna el nombre de un libro (puede ser en el orden en que aparecen en la Escritura). El primero lo dice, el segundo repite ese y dice el siguiente, y así se continúa.

Ejemplo: Epístolas Católicas

El primero dice: Primera de Pedro

El segundo dice: Primera de Pedro, segunda de Pedro

El tercero dice: Primera de Pedro, segunda de Pedro, carta de Santiago

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Contenido de los libros de la Biblia

Cuando el grupo ya conoce, aunque sea a grandes rasgos, el contenido de los libros de la Biblia, se puede realizar la siguiente dinámica:

El que inicia menciona un libro y su contenido general, pero luego añade: me gustaría saber de qué se trata el libro tal, mencionando otro. El que sigue debe responder, y así sucesivamente. Si alguno no sabe, se da la oportunidad de que el siguiente responda, pero sin retirar a nadie, pues lo que necesitamos es que afiancen y memoricen los contenidos.

También se puede jugar entre dos o más equipos, anotando qué equipo ha respondido mejor.

Ejemplo:

—Yo sé que el libro del Éxodo narra cómo Dios sacó al pueblo de la esclavitud en Egipto y lo puso en camino hacia la tierra prometida. Me gustaría saber de qué trata el libro de los jueces.

—El libro de los jueces trata sobre el pueblo establecido ya en la tierra prometida, liderado por hombres carismáticos llamados jueces. Me gustaría saber de qué trata el libro de la Sabiduría.

—El libro de la sabiduría trata de…

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Por qué se llaman así

Esta dinámica está relacionada con la anterior y permite memorizar la razón por la cual cada libro lleva su nombre.

El catequista y en grupos más avanzados los mismos participantes, pueden referirse al libro, para que el que va a contestar lo identifique.

Por ejemplo:

¿Por qué se llama así el libro de los Números?

O bien:

¿Qué libro lleva un nombre que significa “segunda ley”?

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A quién te pareces

Se selecciona a uno de los miembros y los demás le van diciendo a qué personaje de la Biblia se parece y por qué.

También se le puede pedir a uno que se retire unos momentos del salón, mientras todos deciden a qué personaje se parece.

Cuando llega, cada uno le va diciendo una característica y él debe detectar de quién se trata.

Ejemplo: El grupo lo encuentra parecido a San Pedro.

Cuando llega le van diciendo: eres entusiasta, te gusta hablar en nombre de todos, a veces eres imprudentes, eres, líder, tienes suegra,…

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Dones y frutos del Espíritu Santo

Pueden distribuirse entre los presentes, e irlos repitiendo como se hizo con los libros de la Biblia, o adaptarse otras dinámicas.

Por ejemplo: se reparten entre los participantes los dones del Espíritu.

El que inicia dice: Estoy pidiéndole al Espíritu Santo el don de fortaleza.

El que lo tiene, responde: Yo también le estoy pidiendo el don de consejo

Y así se continúa.

En la misma forma puede hacerse con los frutos, o con los carismas.

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Contenido de los libros de la Biblia II

Es para grupos avanzados y comprometidos. Se elige un determinado libro, que todos han leído previamente. El catequista puede iniciar diciendo: Estoy leyendo el libro tal y encontré esto, luego los demás por turno van diciendo: no solamente trata de eso, yo también encontré tal cosa.

Ejemplo: Libro del Génesis

Catequista: Leí el libro del Génesis y encontré la historia del diluvio universal.

Participante1: En el Génesis no solamente está la historia del diluvio universal, yo también encontré la historia de Abraham.

Participante 2: En el Génesis no solamente está la historia de Abraham, yo también encontré la creación.

Participante 3: En el Génesis no solamente está la creación, yo también encontré la historia de Esaú y Jacob.

Y así sucesivamente.

Si al catequista le parece, puede indicar qué libro se va a tratar en la siguiente sesión, para que lo lean o repasen el resumen, de acuerdo a la edad y condición de los participantes.

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Jesucristo es…

Se distribuyen entre los participantes las diferentes frases: Jesucristo es el camino, Jesucristo es la verdad, Jesucristo es el buen pastor, Jesucristo es la Palabra de Dios, y otras.

El que comienza dice, por ejemplo: Jesucristo es el camino.

El que tiene esa frase interviene: Jesucristo es el camino y también Jesucristo es la vida.

El que tiene la vida, dice: Jesucristo es la vida y también Jesucristo es el buen pastor.

Y así continúa la dinámica.

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Mis carismas

Se reparten a todos pequeñas llamitas de papel, para que cada uno reflexione unos momentos sobre lo que es el carisma. El catequista puede ir orientando la reflexión, para que cada uno de los catequizando reconozca los carismas que le ha regalado el Espíritu Santo. Cada uno escribe su carisma en la llamita.

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Tus carismas

Se reparten a los participantes llamitas con los nombres, procurando que a nadie le toque el suyo. Cada uno debe escribir un carisma que ha descubierto en el compañero. Después se les pide que roten la llamita dos o tres puestos a su derecha, el que la recibe observa y escribe lo que considere conveniente. Así se procede una o dos veces más. Luego se recoge todo y se le entrega a cada uno su llamita.

Variante: Primero cada cual escribe su carisma, y luego se rotan las llamitas.

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Dones, carismas y ministerios

Cuando el grupo ya ha madurado, y se reconocen bien los dones y carismas de los participantes, se pueden realizar las anteriores dinámicas y añadir cómo puede usarse para servir a su comunidad. Según sea el grupo, pueden conformarse diversos ministerios, ya sea al interior del mismo grupo, ya para trabajos en su parroquia, en su colegio o en su comunidad.

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El cofre espiritual

Cuando ya se han descubierto los dones y carismas, cada uno escribe en una hoja aquello que puede hacer por el grupo o por su comunidad, ofreciéndose para ello cuando lo necesiten. Por ejemplo: servir de monaguillo, visitar a los enfermos, orar en los velorios, elaborar carteles

Cualquiera puede ir a buscar al cofre cuando necesite un servicio. El catequista debe conocer bien el contenido del cofre, para ayudar a todos a ubicarse como servidores de la comunidad.

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Jesucristo: palabras y obras

Jesucristo confirmaba con sus milagros las enseñanzas que impartía y explicaba con sus enseñanzas el sentido de sus milagros. Entonces, buscamos por ejemplo:

Jesucristo afirmó “Yo soy la luz” y dio la vista al ciego de nacimiento.

Se puede organizar con dos equipos:

La primera persona del equipo uno dice: Jesucristo afirmó “Yo soy la luz”; y la primera persona del equipo dos responde: Y dio la vista al ciego de nacimiento.

Así mismo puede hacerse con otras frases:

  • Dijo “Yo soy el camino” e hizo caminar al paralítico
  • Dijo “Yo soy la vida” y resucitó a Lázaro
  • Y otras más…

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Los siete sacramentos

Se asignan sacramentos a las personas, de manera que estén representados todos siete. Cuando el sacramento se mencione, ellos deben cambiar de puesto. Cuando se diga «sacramentos», todos deben cambiar.

Quien dirige el juego, va inventando una pequeña historia, o frases sueltas, nombrando los sacramentos:

Ejemplo:

El guía dice: El domingo pasado en la Parroquia hubo Primeras Comuniones.

(Todos los que tiene el sacramento de la Eucaristía cambian de puesto).

El guía continúa: pero se habían confesado el sábado.

(Todos los que tiene la confesión cambian de puesto).

Y en esta Misa un adulto recibió el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión.

(Los que tienen esos sacramentos cambian).

Se puede observar quién se equivoca, o no cambia y tener una penitencia al final.

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En mi parroquia hay… (sobre los sacramentos)

Deben participar en el juego siete niños. Si son más. Algunos actúan como observadores y llevan la cuenta de las equivocaciones.

Se le asigna a cada uno un sacramento. Puede iniciar el juego el catequista, o alguno de los miembros.

Ejemplo:

Alguien dice: En mi parroquia hubo un bautismo. El que tiene el bautismo responde:

No fue un bautismo, sino un matrimonio. El que tiene el matrimonio dice: No fue un matrimonio, sino solamente una misa. El que tiene la eucaristía dice: No fue una misa, sino la ordenación de un sacerdote. Es mejor dejarlos jugar, aunque se equivoquen. Ir corrigiendo, pero sin sacarlos, para que se graben bien los sacramentos.

Se iba a celebrar un bautismo, pero…

Se asigna a cada uno algo de lo necesario para la celebración del bautismo: sacerdote, padrino, bautizando, agua, cirio, crisma, etc.

El que guía, o uno de los miembros dice: Se iba a celebrar un bautismo, pero faltó…

Ejemplo:

Se iba a celebrar un bautismo, pero faltó el padrino.

Al que le correspondió el padrino, dice: El padrino sí estaba, pero faltó el sacerdote.

El otro dice: el sacerdote sí estaba, pero faltó el agua, y así sucesivamente.

No deben sacarse cuando se equivocan, pues se trata de que recuerden bien lo necesario para el bautismo.

Asimismo puede procederse con los demás sacramentos.

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Ministerios para la celebración eucarística

Se asignan a los miembros los diferentes ministerios: presbítero, lector, salmista, comentador, monaguillo, recolector, cantor, etc.

El que comienza dice: Estábamos listos para la misa del domingo, pero faltaba…

Y se procede igual que en el anterior.

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El baúl de las oraciones

En un pequeño baúl se recogen papeletas con solicitud de oración de los mismos participantes, de sus familias, o de la comunidad. Por ejemplo: por la señora que está operada, por el papá que no tiene trabajo, por la conversión de alguien. Y en el momento de orar cada uno toma una papeleta y ora por esas necesidades.

Variante: Cada uno se lleva a la casa el papelito y ora por esa intención durante la semana.

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Teología de los sacramentos

Se puede practicar con grupos avanzados, con un sacramento cada vez, destacando lo esencial del sacramento a través de frases clave.

Por ejemplo: El Bautismo.

Frases: el bautismo borra el pecado original, el bautismo une a Cristo muerto y resucitado, por el bautismo somos hijos de Dios, por el bautismo somos miembros de la Iglesia,… A cada participante se le asigna una frase.

Si el que comienza dice: por el bautismo soy hijo de Dios. El que tenga esa frase interviene para decir: por el bautismo soy hijo de Dios y además participo de la misión mesiánica de Cristo. El que tiene esta frase la escucha, la repite y añade otra. Y así se continúa.

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En mi parroquia hay un señor que… (mandamientos)

Es similar al anterior, pero con los mandamientos, indicando algo que el mandamiento prohíbe, es decir, nombrando los pecados.

Ejemplo:

El que inicia dice: En mi parroquia hay un señor que roba.

El que tiene el 7º mandamiento dice: El no roba, lo que pasa es que no va a misa.

El que tiene el 3º dice: El sí va a misa, lo que pasa es que practica el espiritismo.

El que tiene el 1º dice: el no practica el espiritismo, lo que pasa es que…

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Mi madrina

Similar al anterior, pero con lo que los mandamientos ordenan.

Ejemplo:

El que comienza dice: Mi madrina va todos los domingos a misa.

El que tiene el tercer mandamiento dice: Y mi madrina siempre dice la verdad

El que tiene el octavo mandamiento dice: Y mi madrina es fiel a su esposo.

Y así se continúa.

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La señora Caridad

Con esta dinámica se repasan las obras de misericordia. A cada cual se le asigna una. Se puede trabajar de varias maneras, tal como se hizo con los mandamientos y los sacramentos.

También al terminar cada cual puede comunicar al grupo su compromiso para realizar esta semana un acto de caridad, por ejemplo: visitar a un enfermo, ayudar a un pobre, aconsejar a un amigo que anda en malos pasos, participar en un novenario de difuntos, tener paciencia con su vecino, etc.

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Escuchando problemas

Se expone un caso de la vida real, algo que se escogerá de acuerdo a las condiciones del grupo. Por ejemplo: el caso de una hija rebelde, de un niño ladrón.

Cada caso debe estar bien detallado, «con pelos y señales», ya sea que se tome de algo que sabemos, o que sea un relato verosímil preparado por el catequista. El grupo en plenario, o dividido en grupitos pequeños, reflexiona y luego se busca entre todos, a la luz de la Palabra de Dios, con todo lo que hemos aprendido, cuál es la actitud más conveniente para tomar ante este caso.

Puede usarse con grupos de adultos, pero también con adolescentes, pues a ellos les ayuda cuando se tratan cosas de la vida corriente y a veces es un punto de partida para empezar a confiar sus problemas.

Si hay miembros del grupo que conocen algún caso especial, pueden traerlo escrito y detallado para que sirva de tema a todos. Siempre se debe presentar por escrito, para que quede muy claro y tenga seriedad.

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Uno, dos, tres, cristianos

Es una dinámica que se usa con niños para afianzar en ellos que la cruz es la señal del cristiano.

Se reparten los niños en un espacio más o menos grande. El que dirige se pone de espaldas, contra la pared o contra un árbol, o simplemente vendado, y dice: uno, dos, tres, cristiano.

Entretanto, los otros se vienen caminando o corriendo hacia él, pero mientras habla deben ponerse en cruz. Cuando él vuelva la cara, todos deben estar quietos y en cruz. Si alguno todavía se mueve, o no está en cruz, se le corrige para que lo haga bien. Vuelven a jugar, hasta que alguno logre llegar por detrás y tocar al líder, pasando inmediatamente a dirigir el juego.

Variante: Cuando el líder se vuelve y un niño aún se está moviendo, o no está en cruz, mandarlo para atrás, al sitio del inicio.

Después, uno de los niños puede ponerse de espaldas.

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Dones y frutos del Espíritu Santo

Pueden distribuirse entre los presentes, e irlos repitiendo como se hizo con los libros de la Biblia, o adaptarse otras dinámicas.

Por ejemplo: se reparten entre los participantes los dones del Espíritu.

El que comienza dice: Estoy pidiéndole al Espíritu Santo el don de fortaleza.

El que lo tiene, responde: Yo también le estoy pidiendo el don de consejo. Y así se continúa.

En la misma forma puede hacerse con los frutos, o con los carismas.

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María, nuestra patrona

Puede prepararse durante el mes de mayo, o para alguna fiesta de la Virgen.

Se preparan las banderas de los diferentes países, departamentos, comunidades, estados, provincias o poblaciones, según se organice; y aparte están unas papeletas con las advocaciones de Nuestra Señora: Chiquinquirá Patrona de Colombia, Coromoto Patrona de Venezuela, la Inmaculada para España, Luján para Argentina, Guadalupe para México, etc. cada participante saca una y la coloca junto a la bandera correspondiente.

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Libros y personajes

Se puede realizar con grupos bastante avanzados. Hay que elegir un personaje bíblico que sea muy conocido e importante, buscando lo que se dice de él en los diversos libros de la Biblia. Si se quiere, se anuncia con anticipación, para que todos busquen, ayudándose de las concordancias bíblicas.

Ejemplo: Moisés

El primer participante dice: En el libro del Éxodo se relata cómo llamó Dios a Moisés cuando vio la zarza ardiente.

El segundo dice: En el Deuteronomio aparece que Moisés murió en el Monte Nebo.

El tercero dice: En los evangélicos sinópticos se afirma que Moisés apareció junto con Elías en la Transfiguración

Y así se continúa.

Si se quiere, se hace repitiendo lo que dijo el anterior: En el libro del Éxodo se relata cómo llamó Dios a Moisés cuando vio la zarza ardiente; y también en el Deuteronomio aparece que Moisés murió en el Monte Nebo.

Nuevas dinámicas para la catequesis de adolescentes, jóvenes y adultos

Nuevas dinámicas para la catequesis de adolescentes, jóvenes y adultos

«Dios es creativo, no es cerrado, y por esto jamás es rígido, ¡Dios no es rígido! Nos acoge, nos viene al encuentro, nos comprende. Para ser fieles, para ser creativos, es necesario saber cambiar. Saber cambiar. ¿Y por qué debo cambiar? Es para adecuarme a las circunstancias en las que debo anunciar el Evangelio. Para permanecer con Dios es necesario saber salir, no tener miedo de salir. Si un catequista se deja llevar por el miedo, es un cobarde; si un catequista se está ahí tranquilo termina por ser una estatua de museo: ¡y tenemos tantas eh! ¡Tenemos tantas!¡Por favor, ninguna estatua de museo! Si un catequista es rígido se vuelve acartonado y estéril».

Papa Francisco,
Discurso en el Congreso Internacional sobre la Catequesis
(Roma, 27 de septiembre de 2013)

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Os presentamos el libro Nuevas dinámicas para la catequesis de adolescentes, jóvenes y adultos de Fernanda Rodríguez Games, de Ediciones Paulinas, que incluye una serie impresionante de nuevos planteamientos para poner en práctica en nuestras sesiones de catequesis de confirmación, de catecumenado de jóvenes o adultos, de novios, grupos, etc.

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Nuevas dinámicas para la catequesis de adolescentes, jóvenes y adultos


El catequista, testimonio de la fe – Discurso del Papa Francisco

El catequista, testimonio de la fe – Discurso del Papa Francisco

Queridos catequistas, buenas tardes.

Me alegra que en el Año de la fe tenga lugar este encuentro para ustedes: la catequesis es un pilar maestro para la educación de la fe, y hacen falta buenos catequistas. Gracias por este servicio a la Iglesia y en la Iglesia.

Aunque a veces pueda ser difícil, se trabaje mucho, con mucho empeño, y no se vean los resultados deseados, educar en la fe es hermoso. Es, quizás, la mejor herencia que podemos dejar: la fe. Educar en la fe, para hacerla crecer. Ayudar a niños, muchachos, jóvenes y adultos a conocer y amar cada vez más al Señor, es una de las más bellas aventuras educativas: se construye la Iglesia. «Ser» catequistas. No trabajar como catequistas: eso no vale. Uno trabaja como catequista porque le gusta la enseñanza… Pero si tú no eres catequista, ¡no vale! No serás fecundo, no serás fecunda. Catequista es una vocación: “ser catequista”, ésta es la vocación, no trabajar como catequista. ¡Cuidado!, no he dicho «hacer» de catequista, sino «serlo», porque incluye la vida. Se guía al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio. Recuerden lo que nos dijo Benedicto XVI: “La Iglesia no crece por proselitismo. Crece por atracción”. Y lo que atrae es el testimonio. Ser catequista significa dar testimonio de la fe; ser coherente en la propia vida. Y esto no es fácil. ¡No es fácil! Ayudamos, guiamos al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio. Me gusta recordar lo que San Francisco de Asís decía a sus frailes: “Predicad siempre el Evangelio y, si fuese necesario, también con las palabras”. Las palabras vienen… pero antes el testimonio: que la gente vea en vuestra vida el Evangelio, que pueda leer el Evangelio. Y «ser» catequistas requiere amor, amor cada vez más intenso a Cristo, amor a su pueblo santo. Y este amor no se compra en las tiendas, no se compra tampoco aquí en Roma. ¡Este amor viene de Cristo! ¡Es un regalo de Cristo! ¡Es un regalo de Cristo! Y si viene de Cristo, sale de Cristo y nosotros tenemos que caminar desde Cristo, desde este amor que Él nos da.

¿Qué significa este caminar desde Cristo, para un catequista, para ustedes, también para mí, porque también yo soy catequista? ¿Qué significa?

Hablaré de tres cosas: uno, dos y tres, como hacían los viejos jesuitas… Uno, dos y tres.

1. Ante todo, caminar desde Cristo significa tener familiaridad con él, tener esta familiaridad con Jesús: Jesús insiste sobre esto a sus discípulos en la Última Cena, cuando se apresta a vivir el más alto don de amor, el sacrificio de la cruz. Jesús usa la imagen de la vid y los sarmientos, y dice: Permanezcan en mi amor, permanezcan unidos a mí, como el sarmiento está unido a la vid. Si estamos unidos a Él, podemos dar fruto, y ésta es la familiaridad con Cristo. ¡Permanecer en Jesús! Se trata de permanecer unidos a Él, dentro de Él, con Él, hablando con Él: permanecer en Jesús.

Para un discípulo, lo primero es estar con el Maestro, escucharle, aprender de él. Y esto vale siempre, es un camino que dura toda la vida. Me acuerdo de haber visto tantas veces, cuando estaba en la diócesis que tenía antes, a los catequistas salir de los cursos del seminario catequístico, diciendo: “¡Ya tengo el título de catequista!”. Eso no vale, no tienes nada, has dado un pequeño paso. ¿Quién te ayudará? ¡Esto vale siempre! No es un título, es una actitud: estar con Él, y dura toda la vida. Se trata de estar en la presencia del Señor, de dejarse mirar por Él. Y les pregunto: ¿Cómo están ustedes en la presencia del Señor? Cuando vas a la Iglesia, miras el Sagrario, ¿qué hacéis? Sin palabras… Pero yo hablo y hablo, pienso, medito, siento… ¡Muy bien! Pero ¿te dejas mirar por el Señor? Dejarse mirar por el Señor. Él nos mira y ésta es una manera de rezar. ¿Te dejas mirar por el Señor? ¿Cómo se hace? Miras el Sagrario y te dejas mirar… Así de sencillo. Es un poco aburrido, me duermo… ¡Duérmete, duérmete! De todas formas Él te mirará, igualmente te mirará. Pero tienes la certeza de que Él te mira. Y esto es mucho más importante que el título de catequista: forma parte del “ser” catequista. Esto caldea el corazón, mantiene encendido el fuego de la amistad con el Señor, te hace sentir que verdaderamente te mira, está cerca de ti y te ama. En una de las salidas que he hecho, aquí en Roma, en una Misa, se me acercó un señor, relativamente joven, y me dijo: “Padre, encantado de conocerlo, pero yo no creo en nada. No tengo el don de la fe”. Había entendido que era un don. “No tengo el don de la fe. ¿Qué me dice usted?”. “No te desanimes. Él te ama. Déjate mirar por Él. Solamente eso”. Y lo mismo les digo a ustedes: Déjense mirar por el Señor. Comprendo que para ustedes no sea tan sencillo: es difícil encontrar un tiempo prolongado de calma, especialmente para quienes están casados y tienen hijos. Pero, gracias a Dios, no es necesario que todos lo hagan de la misma manera; en la Iglesia hay variedad de vocaciones y variedad de formas espirituales; lo importante es encontrar el modo adecuado para estar con el Señor; y esto se puede hacer; es posible en todos los estados de vida. En este momento, cada uno puede preguntarse: ¿Cómo vivo yo este «estar» con Jesús? Ésta es una pregunta que les dejo: “¿Cómo vivo yo este estar con Jesús, este permanecer con Él?”. ¿Hay momentos en los que me pongo en su presencia, en silencio, me dejo mirar por él? ¿Dejo que su fuego inflame mi corazón? Si en nuestros corazones no está el calor de Dios, de su amor, de su ternura, ¿cómo podemos nosotros, pobres pecadores, inflamar el corazón de los demás? Piensen en esto.

2. El segundo elemento es el siguiente: Caminar desde Cristo significa imitarlo en el salir de sí e ir al encuentro del otro. Ésta es una experiencia hermosa y un poco paradójica. ¿Por qué? Porque quien pone a Cristo en el centro de su vida, se descentra. Cuanto más te unes a Jesús y él se convierte en el centro de tu vida, tanto más te hace Él salir de ti mismo, te descentra y te abre a los demás. Éste es el verdadero dinamismo del amor, éste es el movimiento de Dios mismo. Dios es el centro, pero siempre es don de sí, relación, vida que se comunica… Así nos hacemos también nosotros si permanecemos unidos a Cristo; Él nos hace entrar en esta dinámica del amor. Donde hay verdadera vida en Cristo, hay apertura al otro, hay salida de sí mismo para ir al encuentro del otro en nombre de Cristo. Y ésta es la tarea del catequista: salir continuamente de sí por amor, para dar testimonio de Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús. Esto es importante porque lo hace el Señor: es el mismo Señor quien nos apremia a salir.

El corazón del catequista vive siempre este movimiento de «sístole y diástole»: unión con Jesús y encuentro con el otro. Son las dos cosas: me uno a Jesús y salgo al encuentro con los otros. Si falta uno de estos dos movimientos, ya no late, no puede vivir. Recibe el don del kerigma, y a su vez lo ofrece como don. Esta palabrita: don. El catequista es consciente de haber recibido un don, el don de la fe, y lo da como don a los otros. Y esto es hermoso. ¡Y no se queda para sí su tanto por ciento! Todo lo que recibe lo da. No se trata de un negocio. No es un negocio. Es puro don: don recibido y don transmitido. Y el catequista se encuentra allí, en ese intercambio del don. La naturaleza misma del kerigma es así: es un don que genera la misión, que empuja siempre más allá de uno mismo. San Pablo decía: «El amor de Cristo nos apremia», pero este «nos apremia» también puede traducirse como «nos posee». Así es: el amor te atrae y te envía, te atrapa y te entrega a los demás. En esta tensión se mueve el corazón del cristiano, especialmente el corazón del catequista. Preguntémonos todos: ¿Late así mi corazón de catequista: unión con Jesús y encuentro con el otro? ¿Con este movimiento de “sístole y diástole”? ¿Se alimenta en la relación con Él, pero para llevarlo a los demás y no para quedárselo él? Les digo una cosa: no entiendo cómo un catequista puede permanecer firme sin este movimiento. No lo entiendo.

3. Y el tercer elemento –tres– va siempre en esta línea: caminar desde Cristo significa no tener miedo de ir con Él a las periferias. Aquí me viene a la memoria la historia de Jonás, una figura muy interesante especialmente en nuestros tiempos de cambio e incertidumbre. Jonás es un hombre piadoso, con una vida tranquila y ordenada; esto lo lleva a tener sus esquemas muy claros y a juzgar todo y a todos con estos esquemas de manera rígida. Tiene todo claro: la verdad es ésta. Es inflexible. Por eso, cuando el Señor lo llama y le dice que vaya a predicar a Nínive, la gran ciudad pagana, Jonás se resiste. ¡Ir allí! Si yo tengo toda verdad aquí… Se resiste. Nínive está fuera de sus esquemas, se encuentra en la periferia de su mundo. Y entonces huye, se va a España, escapa, se embarca en un barco que zarpa hacia esos lugares. Vayan a leer de nuevo el libro de Jonás. Es breve, pero es una parábola muy instructiva, especialmente para nosotros que estamos en la Iglesia.

¿Qué es lo que nos enseña? Nos enseña a no tener miedo de salir de nuestros esquemas para seguir a Dios, porque Dios va siempre más allá. ¿Saben una cosa? ¡Dios no tiene miedo! ¿Lo sabían? ¡No tiene miedo! ¡Va siempre más allá de nuestros esquemas! Dios no tiene miedo de las periferias. Y si ustedes van a las periferias, allí lo encontrarán. Dios es siempre fiel, es creativo. Por favor, no se entiende un catequista que no sea creativo. Y la creatividad es como la columna vertebral del catequista. Dios es creativo, no está encerrado, y por eso nunca es rígido. Dios no es rígido. Nos acoge, sale a nuestro encuentro, nos comprende. Para ser fieles, para ser creativos, hay que saber cambiar. Saber cambiar. ¿Y para qué tengo que cambiar? Para adecuarme a las circunstancias en las que tengo que anunciar el Evangelio. Para permanecer con Dios, hay que saber salir, no tener miedo de salir. Si un catequista se deja ganar por el temor, es un cobarde; si un catequista se queda impasible, termina siendo una estatua de museo: ¡y tenemos tantos! ¡Tenemos tantos! Por favor, nada de estatuas de museo. Si un catequista es rígido, se hace apergaminado y estéril. Les pregunto: ¿Alguno de ustedes quiere ser un cobarde, una estatua de museo o estéril? ¿Alguno quiere ser así? [Catequistas: No]. ¿No? ¿Seguro? ¡Está bien! Lo que les voy a decir ahora, lo he dicho muchas veces, pero me sale del corazón. Cuando los cristianos nos cerramos en nuestro grupo, en nuestro movimiento, en nuestra parroquia, en nuestro ambiente, nos quedamos cerrados y nos sucede lo que a todo lo que está cerrado; cuando una habitación está cerrada, empieza a oler a humedad. Y si una persona está encerrada en esa habitación, se pone enferma. Cuando un cristiano se cierra en su grupo, en su parroquia, en su movimiento, está encerrado y se pone enfermo. Si un cristiano sale a la calle, a las periferias, puede sucederle lo que a cualquiera que va por la calle: un percance. Muchas veces hemos visto accidentes por las calles. Pero les digo una cosa: prefiero mil veces una Iglesia accidentada, y no una Iglesia enferma. Una Iglesia, un catequista que se atreva a correr el riesgo de salir, y no un catequista que estudie, sepa todo, pero que se quede encerrado siempre: éste está enfermo. Y a veces enfermo de la cabeza…

Pero ¡cuidado! Jesús no dice: vayan y apáñense. ¡No, no dice eso! Jesús dice: Vayan, yo estoy con ustedes. Aquí está nuestra belleza y nuestra fuerza: si vamos, si salimos a llevar su evangelio con amor, con verdadero espíritu apostólico, con parresía, él camina con nosotros, nos precede, -lo digo en español- nos «primerea». El Señor siempre nos “primerea”. A estas alturas ya han aprendido el significado de esta palabra. Y esto lo dice la Biblia, no lo digo yo. La Biblia dice, el Señor dice en la Biblia: Yo soy como la flor del almendro. ¿Por qué? Porque es la primera que florece en primavera. ¡Él está siempre el “primero”! ¡Es el primero! Esto es crucial para nosotros: Dios siempre nos precede. Cuando pensamos que vamos lejos, a una extrema periferia, y tal vez tenemos un poco de miedo, en realidad él ya está allí: Jesús nos espera en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma sin fe. Una de las periferias que más dolor me causa y que vi en la diócesis que tenía antes, ¿saben cuál es? La de los niños que no saben santiguarse. En Buenos Aires hay muchos niños que no saben santiguarse. ¡Ésta es una periferia! Hay que abordarla. Jesús está ahí, y te espera, para ayudar a ese niño a santiguarse. Él siempre nos precede.

Queridos catequistas, se han acabado los tres puntos. ¡Siempre caminar desde Cristo! Les doy las gracias por lo que hacen, pero sobre todo porque están en la Iglesia, en el Pueblo de Dios en camino, porque caminan con el Pueblo de Dios. Permanezcamos con Cristo –permanecer en Cristo-, tratemos de ser cada vez más uno con él; sigámoslo, imitémoslo en su movimiento de amor, en su salir al encuentro del hombre; y vayamos, abramos las puertas, tengamos la audacia de trazar nuevos caminos para el anuncio del Evangelio.

Que el Señor les bendiga y la Virgen les acompañe. Gracias.

María es nuestra Madre, María siempre nos lleva a Jesús.

Hagamos una oración, los unos por los otros, a la Virgen.

Muchas gracias.

Papa Francisco,
Discurso en el Congreso Internacional sobre la Catequesis,
Roma, Sala Pablo VI, viernes, 27 de septiembre de 2013

Catequesis para jóvenes en la Jornada Mundial de las Misiones

Catequesis para jóvenes en la Jornada Mundial de las Misiones

En la celebración del día del Domund, la Jornada Mundial de las Misiones, os presentamos esta catequesis orientada a los jóvenes, y elaborada por Alejandro Martínez, de la Delegación Diocesana de Misiones de Granada para las Obras Misionales Pontificias.

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Para romper el hielo y crear un clima distendido

Alfil, caballero y jinete

En el siguiente enlace se pueden encontrar dinámicas para crear un ambiente distendido; puede hacerse una de las que aparecen u otra parecida:

10 excelentes dinámicas de recreación

1 Alegría

Globos sonrisa

(Se comenta el juego anterior y el rato divertido que han pasado).

Todos tenemos experiencias que nos han hecho sentir alegría, pero de la buena, de esa que queda grabada dentro y no se olvida, que te deja un buen sabor de boca y dices: «Esto sí que vale, se tiene que repetir más veces». Te has sentido feliz.

1.º Se invita a cada chico a que escriba en un papelito una experiencia/momento en que haya podido sentir esa alegría a la que nos hemos referido. Una vez escrita, se enrolla la hoja como si fuera un canuto. Se infla un globo, se introduce el canuto en él y luego se anuda (se puede dibujar una sonrisa a cada globo).

2.º Los globos se colocan por la sala como decoración. Más tarde los volveremos a usar.

3.º Repartimos ahora unas hojitas con un emoticono con la cara triste. Se invita al grupo a reflexionar: ¿cuáles son los motivos de tristeza o preocupación? Que cada cual elija un motivo que le provoca tristeza y lo escriba de manera anónima en el papelito entregado. El catequista los recoge; más tarde se usarán.

Para el catequista

Decir alegría suena a fiesta. Hoy fiesta es sinónimo de evasión. Las fiestas las hace el consumo, la marcha a los bares o las promociones de agencias de tiempo libre. Aquí la alegría es triste, pasa y se la lleva el río de la vida. La alegría no es la euforia de los momentos de subidón, ni la chispa de un momento jocoso. No es risa floja ni alboroto y algazara. No es alegría etílica ni televisiva, pastillera ni hooligan, histérica ni simple, cervecera o evasiva, ni digitalizada en un videojuego.

La alegría del Evangelio es algo muy diferente. Es optimista sin ser ciega. Es constante sin ser fácil. Tiene que ver con palabras como sentido, fe, lucha, opción, camino, reto, humanidad.

Es la alegría que puede reír, y también llorar.

4.º Escuchamos la canción Alegría de Nico Montero.

Puedes descargarla en pinchando en el siguiente enlace de su blog, blog.nicomontero.com.

Repartir a los chavales la canción por escrito (escuchar dos veces; la segunda, subrayar aquellas expresiones que llamen la atención).

Alegría

Quiero ser la alegría

que le falta a tu mirada,

que se adentra en los abismos,

y no alcanza otra mirada.

Quiero ser la alegría

que le falta al que se calla,

al que espera y desespera

y no encuentra las palabras.

Quiero ser la alegría

que le falta a quien no ama,

al que está lleno de odio

y se quema en sus entrañas.

Hay una alegría que nunca se termina,

que no pasa y que no acaba, que no es mentira.

Por ella doy mi vida, y en ella se hacen risas

cada una de las penas que me visitan.

Y es que hay una alegría que nunca se termina,

que no pasa y que no acaba, que no es mentira.
 

A mal tiempo buena cara, y si es bueno aún mejor,

que a este mundo le hacen falta menos guerras,

más humor (4 veces).

Recitado:

«Hoy, Alegría, encontrada en la calle,

lejos de todo libro, ¡acompáñame!

Contigo quiero ir de casa en casa;

quiero ir de pueblo en pueblo;

de bandera en bandera.

No eres para mí solo.

¡Contigo por el mundo! ¡Con mi canto!

Voy a cumplir con todos

porque debo a todos mi alegría.

No se sorprenda nadie porque quiero

entregar a los hombres los dones de la tierra;

porque aprendí luchando

que es mi deber terrestre propagar la alegría.

Y cumplo mi destino con mi canto».
 

Coros:

A mal tiempo buena cara, y si es bueno aún mejor,

que a este mundo le hacen falta menos guerras,

MÁS AMOR.

5.º Nos hacemos eco de la canción:

  • ¿Qué te ha llamado la atención?
  • Nico, el autor de la canción, ¿qué entiende por alegría? ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué?
  • ¿Cómo entiendes las palabras «Y es que hay una alegría que nunca se termina, que no pasa, que no acaba, que no es mentira»?
  • ¿Cómo crees que se puede lograr esa alegría?
  • Los miembros de este grupo ¿somos «rostros alegres», según la canción? ¿En qué se nota? ¿Dónde fallamos?
  • ¿Cómo nos ven los compañeros del instituto? ¿Nos ven como gente alegre, que contagia alegría, o vamos como un borrego más que no aporta nada, como «pardillos»?
  • ¿Dónde podemos encontrar esta alegría? ¿Cómo puede nacer en nosotros?
  • Motivos que nos crean tristeza, depresión, angustia. Leemos los papeles que hemos escrito antes, en los que hemos puesto nuestros motivos de tristeza. Los comentamos.

6.º Ahora se reparten los globos y se pinchan. Cada uno lee el papel que estaba en el globo.

Escuchamosatentamente y comentamos.

  • ¿Qué tienen en común estas experiencias de alegría?
  • ¿Por qué eres alegre?
  • ¿Qué actitudes, circunstancias, momentos… nos hacen vivir con optimismo y serenidad?

2 La alegría del Evangelio

El Evangelio recoge la experiencia vivida por las primeras comunidades cristianas. El Evangelio insiste desde el principio en la alegría:

Lc 1, 28: «Alégrate» es el saludo del ángel a María.

Lc 15, 8-9: «¿Qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: «¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido»».

Mt 13, 44: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo».

Jn 15, 11: «Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

Flp 4, 4-5: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca».

Para que lo entiendas: Imagina un desfiladero profundo. Mucho verde, rocas, árboles. Al fondo se oye el agua de un río. Según avanzas por ese sendero, que a veces baja y luego vuelve a subir, en ocasiones el agua está cerca, a la vista, casi puedes tocarla. Otras, desaparece y solo se oye un murmullo. Pero está ahí. A lo largo del camino, a veces te sientes cansado; otras, lleno de energía. Tal vez has parado a recuperar fuerzas. Ahora vas hablando con tu gente, o cantando; luego hay silencio. Pero el murmullo del torrente, el agua que corre, sigue ahí. La alegría profunda del Evangelio es algo parecido. Es descubrir, en el fondo, un manantial fresco, una fuerza vital que, por más barreras que encuentre, siempre halla un espacio para ser parte de tu vida, de los momentos fáciles y de los problemas, del canto y del silencio.

Para el catequista

El papa Francisco dice: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (La alegría del Evangelio, 1).

¿Podrías decir que el Evangelio es para ti fuente de alegría? En concreto, ¿qué tiene el Evangelio de buena noticia, de esas que te alegran el día?

Dedicar un momento a imaginar el mundo mejor de lo que es… y a creer que es posible… y a soñar caminos para conseguirlo. Se escribe en una cartulina. (El mundo es muy grande; se puede empezar por lo más cercano: la familia, el instituto, el grupo, el pueblo/barrio…).

3 Misioneros: alegres por anunciar el Evangelio

Los misioneros son gente como tú, que se sintieron atraídos por el mensaje del Evangelio y experimentaron el gozo, la alegría, de vivir la Palabra; que se sienten llamados a anunciar y compartir la Buena Noticia con otras gentes.

Visionado del vídeo Misioneros por el mundo: Turkana (del minuto 33:20 al 42:25):

o bien el realizado para el DOMUND 2014:

Comentar en el grupo: ¿qué te ha llamado la atención del misionero? Además de compartir la fe, ¿qué comparte con la gente? ¿Cómo celebran la fe? ¿Qué es lo más importante o necesario para que el misionero esté allí? ¿Por qué crees que la alegría es vital allá donde están los misioneros? ¿Y dónde estás tú? ¿Qué puedes mejorar de tu vida: actitudes, acciones, comportamientos, sueños…?

Pedimos por nuestros hermanos misioneros, para que sigan anunciando con alegría el Evangelio, y por cada uno de nosotros, para que Jesús nos llene el corazón y la vida entera; con Él siempre nace la alegría. También pedimos al Señor que cuente con cada uno de nosotros para llamarnos a la vocación misionera. Rezamos el padrenuestro.

Terminamos nuestra oración con la canción Magia, a modo de compromiso:

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Puedes descargarte esta dinámica en pdf en las Obras Misionales Pontificias

Catequesis infantil para la Jornada Mundial de las Misiones

Catequesis infantil para la Jornada Mundial de las Misiones

En la celebración del día del Domund, la Jornada Mundial de las Misiones, os presentamos esta catequesis orientada a los niños, y elaborada por Alejandro Martínez, de la Delegación Diocesana de Misiones de Granada para las Obras Misionales Pontificias.

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Para ir creando ambiente

Bailando sobre el papel

El catequista prepara hojas de periódico. Los participantes se dividen en parejas, cada una de las cuales tendrá una página. Las parejas bailan sobre esta mientras suena música o el catequista da palmadas. Cuando la música o las palmadas paren, cada pareja permanecerá inmóvil sobre su hoja de periódico. La siguiente vez que la música o las palmadas paren, la pareja deberá doblar por la mitad su papel. Después de varios turnos, los papeles se hacen muy pequeños, porque han sido doblados repetidamente, y resulta cada vez más difícil bailar sobre ellos. Las parejas que saquen los pies de su papel, quedan fuera del juego, que continúa hasta que una pareja gane.

Sagidi sagidi sapopó

El grupo forma un círculo o una línea. El catequista enseña a todos este simple canto monótono: «Sagidi sagidi sapopó». Cada vez que el grupo recita «Sagidi sagidi sapopó», el catequista hace una acción diferente, tal como chasquear los dedos, aplaudir al ritmo del canto, mover la cabeza, dar patadas al aire… Con cada nueva repetición del canto, cada uno copia las acciones de la persona de su izquierda, moviéndose siempre por detrás de ella.

1 El regalo de la alegría

domund_2014_catequesis_01Este juego sirve para promover la valoración y el estímulo positivo entre los miembros del grupo. Se necesitan hojas de papel y lápices.

Desarrollo

domund_2014_catequesis_02

Cada chico deberá tener tantos papeles como integrantes del grupo sean, incluido el catequista.

Se invita a los participantes a que cada uno escriba un mensaje a cada compañero de su grupo; un mensaje que tienda a despertar en cada cual sentimientos positivos respecto de sí mismo, incluso en el caso de aquellas personas por las que no se sienta gran simpatía.

  • El mensaje debe ser concreto y específico para cada persona, es decir, que describa rasgos de su personalidad, y debe expresarse, por ejemplo, así: «Me gusta cómo ríes cuando…», en vez de: «Me gusta tu actitud», pues este es muy general.
  • Procura decir algo bueno que le hayas observado o que admires, sus mejores momentos, sus éxitos; y haz siempre la presentación de tu mensaje de un modo personal: «A mí me gusta tu…», «Yo veo que tu…».
  • Escribe a quién va dirigido y fírmalo.
  • A continuación se ponen los papeles en una caja, doblados, con el nombre del destinatario por fuera; luego cada uno saca los dirigidos a él y los lee.

Esta actividad es muy valiosa, porque nos permite expresar lo mejor del otro y que este sepa lo que valoramos de él, además de mejorar considerablemente nuestros lazos amistosos. Terminar la dinámica recordando: «Los mejores regalos no son los que cuestan más dinero. Los mejores regalos son los que se dan desde el corazón».

2 En busca del tesoro perdido: ser felices

Los participantes deberán buscar un «tesoro escondido» lo más rápido posible. El catequista muestra lo que va a ser el «tesoro escondido» a todos los jugadores.

Todos, menos el catequista, salen de la sala. El catequista esconde el «tesoro» en un lugar donde sea difícil verlo. Luego llama a los chicos y chicas para que entren.

Deben buscar el «tesoro escondido» sin decir ninguna palabra y de una forma disimulada. Cuando un jugador lo encuentre, deberá hacer como si no lo hubiera visto y, discretamente, ir junto al catequista y contarle en un susurro dónde lo encontró. Si acierta, permanece al lado del catequista. El juego termina cuando el último jugador encuentra el «tesoro escondido». Comentar el juego: cómo me ha ido, cómo me he sentido, por qué…

3 Jesús y el tesoro escondido

Algo parecido ocurre en esta parábola que contó Jesús:

«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo» (Mt 13, 44).

O bien ver este vídeo de la parábola:

Para el catequista

En esta parábola, el compromiso que exige el Reino (el seguimiento de Jesús) no se hace por un esfuerzo ascético y personal (no por méritos personales), sino por la alegría de haber descubierto un valor insospechado e incomparable («va a vender todo lo que tiene y compra el campo»).

  • ¿Por qué quería el hombre comprar el campo?
  • ¿Por qué estaba gozoso el hombre de vender todo lo que tenía?
  • ¿Alguna vez te has imaginado cómo sería descubrir un tesoro escondido? Si descubrieras un tesoro enterrado en un campo, ¿venderías todo lo que tienes para poder comprar ese campo?
  • ¿Qué se necesita para encontrar un tesoro? ¿Qué compartirías de tu tesoro?

Existe un tesoro escondido. Algunos ya lo han descubierto, pero lamentablemente hay otros muchos que todavía no han tenido posibilidad de descubrirlo. Ese tesoro es el Reino de Dios. Las cosas de este mundo son fáciles de ver, pues siempre están frente a nosotros. Si eso es todo lo que vemos, es fácil atesorar solo esas cosas materiales. Pero las cosas de Dios son el verdadero tesoro, mucho más precioso que todo este mundo junto. Y este tesoro, su Reino, es ALEGRÍA. Dios quiere que tú, todos nosotros, seamos felices, y que ayudemos a otros, especialmente a los pobres, a ser felices también.

  • ¿Qué estarías dispuesto a compartir de tu tesoro?
  • Actividad: El tesoro es tan grande que se va descubriendo poco a poco lo que hay en él. A veces nuestros ojos no perciben algo, pero sabemos que existe (por ejemplo, el aire que respiramos no lo vemos, pero sabemos que esta ahí). Seguro que hemos encontrado parte de ese tesoro. En una cartulina vamos a escribir y poner en común lo que hemos descubierto cada uno de él (por ejemplo: compartir, alegría, perdonar, saludar, acompañar, amor, solidaridad, entrega, sonreír, tirar para delante…).

4 Misioneros, su tesoro es comunicar la alegría del Evangelio

¿Has pensado cuál es el tesoro de un misionero?

¿Qué han vendido para tener ese tesoro?

¿Lo pierden al llevarlo a otros? ¿Sí o no? ¿Por qué?

¿Están locos? ¿Por qué?

Se puede ver el DVD/vídeo de la campaña del DOMUND 2014 o visionar aquí el vídeo:

Comentar en el grupo y ver cómo colaborar con la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND).

5 Oración: como María

María también encontró su tesoro: tener a Jesús y entregarlo a la humanidad. Ella aceptó la llamada del ángel Gabriel de parte de Dios para ser la madre del Mesías: «Alégrate, llena de gracia». Y ni corta ni perezosa, se puso en camino, y con rapidez, para echar una mano a su prima Isabel, que también estaba embarazada y era muy mayor.

María no se quedó en Nazaret, no se quedó paralizada… Rápidamente, con prisa, se fue a ayudar a su prima. Y de ese encuentro brotó más alegría: «En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó [de alegría] la criatura en su vientre»; María cantó diciendo: «Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador». «Hay más dicha en dar que en recibir», enseñará Jesús.

Recordamos cómo dimos comienzo a la catequesis, enviando esos mensajes que alegraban a nuestros compañeros.

Que aprendamos a ser como María: a amar con generosidad. Unimos nuestras manos y damos gracias a Dios por nuestros misioneros.

Rezamos el avemaría y acabamos con el padrenuestro: «Venga tu Reino a toda la Tierra».

Puedes descargarte esta dinámica en pdf en las Obras Misionales Pontificias

¿Qué es el Domund?

¿Qué es el Domund?

El DOMUND es el día en que la Iglesia universal reza por los misioneros y misioneras y colabora con ellos en su labor evangelizadora desarrollada entre los más pobres.

El Domund ayuda a los misioneros

La Jornada Mundial de las Misiones, conocida en España como DOMUND, se celebra en todo el mundo el cuarto domingo de octubre. El DOMUND es una llamada de atención sobre la común responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización e invita a amar y apoyar la causa misionera. Los misioneros dan a conocer a todos el mensaje de Jesús, especialmente en aquellos lugares del mundo donde el Evangelio está en sus comienzos y la Iglesia aún no está asentada.

Estos lugares son conocidos como Territorios de Misión, están confiados a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y dependen en gran medida de la labor de los misioneros y del sostenimiento económico las Obras Misionales Pontificias de todo el mundo. Mediante el DOMUND, la Iglesia trata de cubrir estas carencias y ayudar a los más desfavorecidos a través de los misioneros.

El DOMUND es el momento culminante de una corriente de animación misionera y de cooperación con las misiones que se realiza durante todo el año, pero de una manera muy especial durante el «Octubre Misionero», el mes de las misiones.

¿Por qué celebramos el DOMUND?

La supervivencia de los Territorios de Misión depende de los donativos. El DOMUND es una llamada a la colaboración económica de los fieles. Gracias a su generosidad se construyen templos, se compran vehículos, se forman catequistas, se atienden proyectos sociales, sanitarios y educativos en las misiones.

Cada año llevan se llevan a cabo Proyectos Pastorales como:

La construcción de iglesias y capillas; la compra y sostenimiento de vehículos para la pastoral; la formación básica y permanente de los responsables de la pastoral; el sostenimiento de comunidades religiosas; el mantenimiento de los catequistas misioneros;

También se realizan Proyectos Sociales, Educativos y Sanitarios:

La Iglesia tiene una amplia labor social y educativa en todo el mundo: atiende a 117.119 instituciones sociales: hospitales, residencias de ancianos, orfanatos y comedores para personas necesitadas en todo el mundo. Se encarga de 209.688 instituciones educativas: guarderías, escuelas, universidades y centros de formación profesional.

En los Territorios de Misión la Iglesia atiende a 26.711 instituciones sociales. Esto significa que el 22,81% de las instituciones sociales del mundo están en la Misión. La Iglesia en estos territorios también se encarga de 99.045 instituciones educativas, lo que representa el 47,23% del total de instituciones educativas que tiene la Iglesia.

Todos estos proyectos son financiados con los donativos recogidos en el DOMUND. Las misiones siguen necesitando nuestra ayuda económica por eso muy necesaria toda nuestra colaboración.

Colabora con un donativo en OMP.ES

Fuente de este artículo: domund.org

San Pedro de Alcántara, con recursos audiovisuales

San Pedro de Alcántara, con recursos audiovisuales

Era el año del Señor de 1494 [o más bien: 1499] cuando en la Extremadura Alta, en la villa de Alcántara, nacía del gobernador don Pedro Garabito y de la noble señora doña María Villela de Sanabria un varón cuya vida había de ser un continuo milagro y un mensaje espiritual de Dios a los hombres, porque no iba a ser otra cosa sino una potente encarnación del espíritu en cuanto ello lo sufre la humana naturaleza. Ocurrió cuando España entera vibraba hasta la entraña por la fuerza del movimiento contrarreformista. Era el tiempo de los grandes reyes, de los grandes teólogos, de los grandes santos. En el cielo de la Iglesia española y universal fulgían con luz propia Ignacio, Teresa, Francisco de Borja, Juan de la Cruz, Francisco Solano, Javier… Entre ellos el Santo de Alcántara había de brillar con potentísima e indiscutible luz.

Había de ser santo franciscano. La liturgia de los franciscanos, en su fiesta, nos dice que, si bien «el Seráfico Padre estaba ya muerto, parecía como si en realidad estuviese vivo, por cuanto nos dejó copia de sí en Pedro, al cual constituyó defensor de su casa y caminó por todas las vías de su padre, sin declinar a la derecha ni hacia la izquierda». Todo el que haya sentido alguna vez curiosidad por la historia de la Orden de San Francisco, se encontrará con un fenómeno digno de ponderación, que apenas halla par en la historia de la Iglesia: iluminado por Dios, se apoderó el Santo de Asís del espíritu del Evangelio y lo plasmó en una altísima regla de vida que, en consecuencia, se convierte en heroísmo. Este evangelio puro, a la letra, es la cumbre de la espiritualidad cristiana y hace de los hombres otros tantos Cristos, otros tantos estigmatizados interiores; pero choca también con la realidad de la concupiscencia y pone al hombre en un constante estado de tensión, donde las tendencias hacia el amor que se crucifica y hacia la carne que reclama su imperio luchan en toda su desnuda crudeza. Por eso ya en la vida de San Francisco se observa que su ideal, de extraordinaria potencia de atracción de almas sedientas de santidad, choca con las debilidades humanas de quienes lo abrazan. Y las almas, a veces, ceden en puntos de perfección, masivamente, en grandes grupos, y parece, sin embargo, como si el espíritu del fundador hubiese dejado en ellas una simiente de perpetuo descontento, una tremenda ansia de superación, y constantemente, apenas la llama del espíritu ha comenzado a flaquear, se levanta el espíritu hecho llama en otro hombre y comienza un movimiento de reforma. Nuestro Santo fue, de todos esos hombres, el más audaz, el más potente y el más avanzado. Su significación es, por tanto, doble: es reformador de la Orden y, a través de ella, de la Iglesia universal.

San Francisco entendió la santidad como una identificación perfecta con Cristo crucificado y trazó un camino para ir a Él. El itinerario comienza por una intuición del Verbo encarnado que muere en cruz por amor nuestro, moviendo al hombre a penitencia de sus culpas y arrastrándole a una estrecha imitación. Así introduce al alma en una total pobreza y renuncia de este mundo, en el que vivirá sin apego a criatura alguna, como extranjera y peregrina; de aquí la llevará a desear el oprobio y menosprecio de los hombres, será humilde; de aquí, despojada ya de todo obstáculo, a una entrega total al prójimo, en purísima caridad fraterna. Ya en este punto el hombre encuentra realizada una triple muerte a sí mismo: en el deseo de la posesión y del goce, en la propia estima, en el propio amor. Entonces ha logrado la perfecta identificación con el Cristo de la cruz. Esto, en San Francisco, floreció en llagas, impresas por divinas manos en el monte de la Verna. Y, cuando el hombre se ha configurado así con el Redentor, su vida adquiere una plenitud insospechada de carácter redentivo, completando en sí los padecimientos de Cristo por su Iglesia; se hace alma víctima y corredentora por su perfecta inmolación. Cuando el alma se ha unido así con Cristo ha encontrado la paz interior consumada en el amor y sus ojos purificados contemplan la hermosura de Dios en lo creado; queda internamente edificada en sencilla simplicidad; vive una perpetua y perfecta alegría, que es sonrisa de cruz. Es franciscana.

Por estos caminos, sin declinar, iba a correr nuestro Santo de Alcántara. Nos encontramos frente a una destacadísima personalidad religiosa, en la que no sabemos si admirar más los valores humanos fundamentales o los sobrenaturales añadidos por la gracia. San Pedro fue hombre de mediana estatura, bien parecido y proporcionado en todos sus miembros, varonilmente gracioso en el rostro, afable y cortés en la conversación, nunca demasiada; de exquisito trato social. Su memoria fue extraordinaria, llegando a dominar toda la Biblia; ingenio agudo; inteligencia despejadísima y una voluntad férrea ante la cual no existían los imposibles y que hermanaba perfectamente con una extrema sensibilidad y ternura hacia los dolores del prójimo. Es de considerar cómo, a pesar de su extrema dureza, atraía de manera irresistible a las almas y las empujaba por donde quería, sin que nadie pudiese escapar a su influencia. Cuando la penitencia le hubo consumido hasta secarle las carnes, en forma de parecer –según testimonio de quienes le trataron– un esqueleto recién salido del sepulcro; cuando la mortificación le impedía mirar a nadie cara a cara, emanaba de él, no obstante, una dulzura, una fuerza interior tal, que inmediatamente se imponía a quien le trataba, subyugándole y conduciéndole a placer.

Sus padres cuidaron esmeradamente de su formación intelectual. Estudió gramática en Alcántara y debía de tener once o doce años cuando marchó a Salamanca. Allí cursó la filosofía y comenzó el derecho. A los quince años había ya hecho el primero de leyes. Tornó a su villa natal en vacaciones, y entonces coincidieron las dudas sobre la elección de estado con un período de tentaciones intensas. Un día el joven vio pasar ante su puerta unos franciscanos descalzos y marchó tras ellos, escapándose de casa apenas si cumplidos los dieciséis años y tomando el hábito en el convento de los Majarretes, junto a Valencia de Alcántara, en la raya portuguesa, año de 1515.

Fray Juan de Guadalupe había fundado en 1494 una reforma de la Orden conocida comúnmente con el nombre de la de los descalzos. Esta reforma pasó tiempos angustiosos, combatida por todas partes, autorizada y suprimida varias veces por los Papas, hasta que logró estabilizarse en 1515 con el nombre de Custodia de Extremadura y más tarde provincia descalza de San Gabriel. Exactamente el año en que San Pedro tomó el santo hábito.

La vida franciscana de éste fue precedida por larga preparación. Desde luego que nos enfrentamos con un individuo extraordinario. De él puede decirse con exactitud que Dios le poseyó desde el principio de sus vías. A los siete años de edad era ya su oración continua y extática; su modestia, sin par. En Salamanca daba su comida de limosna, servía a los enfermos, y era tal la modestia de su continente que, cuando los estudiantes resbalaban en conversaciones no limpias y le veían llegar, se decían: «El de Alcántara viene, mudemos de plática».

Claro está que solamente la entrada en religión, y precisamente en los descalzos, podía permitir que la acción del espíritu se explayase en su alma. Cuando San Pedro, después de haber pasado milagrosamente el río Tiétar, llamó a la puerta del convento de los Majarretes, encontró allí hombres verdaderamente santos, probados en mil tribulaciones por la observancia de su ideal altísimo, pero pronto les superó a todos. En él estaba manifiestamente el dedo de Dios.

Apenas entrado en el noviciado se entregó absolutamente a la acción de la divina gracia. Fue nuestro Santo ardiente amador y su vida se polarizó en torno a Dios, con exclusión de cualquier cosa que pudiese estorbarlo. El misterio de la Santísima Trinidad, donde Dios se revela viviente y fecundo; la encarnación del Verbo y la pasión de Cristo; la Virgen concebida sin mancha de pecado original, eran misterios que atraían con fuerza irresistible sus impulsos interiores. Ya desde el principio más bien pareció ángel que hombre, pues vivía en continua oración. Dios le arrebataba de tal forma que muchas veces durante toda su vida se le vio elevarse en el aire sobre los más altos árboles, permanecer sin sentido, atravesar los ríos andando sin darse cuenta por encima de sus aguas, absorto en el ininterrumpido coloquio interior. Como consecuencia que parece natural, ya desde el principio se manifestó hombre totalmente muerto al mundo y al uso de los sentidos. Nunca miró a nadie a la cara. Sólo conocía a los que le trataban por la voz; ignoraba los techos de las casas donde vivía, la situación de las habitaciones, los árboles del huerto. A veces caminaba muchas horas con los ojos completamente cerrados y tomaba a tientas la pobre refacción.

Gustaba tener huertecillos en los conventos donde poder salir en las noches a contemplar el cielo estrellado, y la contemplación de las criaturas fue siempre para su alma escala conductora a Dios.

Como es lógico, esta invasión divina respondía a la generosidad con que San Pedro se abrazara a la pobreza real y a la cruz de una increíble mortificación. Esta fue tanta que ha pasado a calificarle como portento, y de los más raros, en la Iglesia de Cristo. Ciertamente parece de carácter milagroso y no se explica sin una especial intervención divina.

Si en la mortificación de la vista había llegado, cual declaró a Santa Teresa, al extremo de que igual le diera ver que no ver, tener los ojos cerrados que abiertos, es casi increíble el que durante cuarenta años sólo durmiera hora y media cada día, y eso sentado en el suelo, acurrucado en la pequeña celda donde no cabía estirado ni de pie, y apoyada la cabeza en un madero. Comía, de tres en tres días solamente, pan negro y duro, hierbas amargas y rara vez legumbres nauseabundas, de rodillas; en ocasiones pasaba seis u ocho días sin probar alimento, sin que nadie pudiese evitarlo, pues, si querían regalarle de forma que no lo pudiese huir, eran luego sus penitencias tan duras que preferían no dar ocasión a ellas y le dejaban en paz.

Llevó muchísimos años un cilicio de hoja de lata a modo de armadura con puntas vueltas hacia la carne. El aspecto de su cuerpo, para quienes le vieron desnudo, era fantástico: tenía piel y huesos solamente; el cilicio descubría en algunas partes el hueso y lo restante de la piel era azotado sin piedad dos veces por día, hasta sangrar y supurar en úlceras horrendas que no había modo de curar, cayéndole muchas veces la sangre hasta los pies. Se cubría con el sayal más remendado que encontraba; llevaba unos paños menores que, con el sayal, constituían asperísimo cilicio. El hábito era estrecho y en invierno le acompañaba un manto que no llegaba a cubrir las rodillas. Como solamente tenía uno, veíase obligado a desnudarse para lavarlo, a escondidas, y tornaba a ponérselo, muchas veces helado, apenas lo terminaba de lavar y se había escurrido un tanto. Cuando no podía estar en la celda por el rigor del frío solía calentarse poniéndose desnudo en la corriente helada que iba de la puerta a la ventana abiertas; luego las cerraba poco a poco, y, finalmente, se ponía el hábito y amonestaba al hermano asno para que no se quejase con tanto regalo y no le impidiese la oración.

Su aspecto exterior era impresionante, de forma que predicaba solamente con él: la cara esquelética; los ojos de fulgor intensísimo, capaces de descubrir los secretos más íntimos del corazón, siempre bajos y cerrados; la cabeza quemada por el sol y el hielo, llena de ampollas y de golpes que se daba por no mirar cuando pasaba por puertas bajas, de forma que a menudo le iba escurriendo la sangre por la faz; los pies siempre descalzos, partidos y llagados por no ver dónde los asentaba y no cuidarse de las zarzas y piedras de los caminos.

San Pedro era víctima del amor de Dios más ardiente y su cuerpo no había florecido en cinco llagas como San Francisco, sino que se había convertido en una sola, pura, inmensa. Su vida entera fue una continua crucifixión, llenando en esta inmolación de amor por las almas las exigencias más entrañables del ideal franciscano.

No es de extrañar, claro está, que su vista no repeliese. Juntaba al durísimo aspecto externo una suavidad tal, un profundo sentido de humana ternura y comprensión hacia el prójimo, una afabilidad, cortesía de modales y un tal ardor de caridad fraterna, que atraía irresistiblemente a los demás, de cualquier clase y condición que fuesen. Es que el Santo era todo fuerza de amor y potencia de espíritu. Aborrecía los cumplimientos, pero era cuidadoso de las formas sociales y cultivaba intensamente la amistad. Tuvo íntima relación con los grandes santos de su época: San Francisco de Borja, quien llamaba «su paraíso» al convento de El Pedroso donde el Santo comenzó su reforma; el beato Juan de Ribera, Santa Teresa de Jesús, a quien ayudó eficazmente en la reforma carmelitana y a cuyo espíritu dio aprobación definitiva. Acudieron a él reyes, obispos y grandes. Carlos V y su hija Juana le solicitaron como confesor, negándose a ello por humildad y por desagradarle el género de vida consiguiente. Los reyes de Portugal fueron muy devotos suyos y le ayudaron muchas veces en sus trabajos. A todos imponía su espíritu noble y ardiente, su conocimiento del mundo y de las almas, su caridad no fingida.

Secuela de todo esto fue la eficacia de su intenso apostolado. San Pedro de Alcántara es un auténtico santo franciscano y su vida lo menos parecido posible a la de un cenobita. Como vivía para Dios completamente no le hacía el menor daño el contacto con el mundo. A pesar de ello le asaltaron con frecuencia graves tentaciones de impureza, que remediaba en forma simple y eficaz: azotarse hasta derramar sangre, sumergirse en estanques de agua helada, revolcarse entre zarzas y espinas. Desde los veinticinco años, en que por obediencia le hacen superior, estuvo constantemente en viajes apostólicos. Su predicación era sencilla, evangélica, más de ejemplo que de palabra. En el confesonario pasaba horas incontables y poseía el don de mover los corazones más empedernidos. Fue extraordinario como director espiritual, ya que penetraba el interior de las almas con seguro tino y prudencia exquisita: así fue solicitado en consejo por toda clase de hombres y mujeres, lo mismo gente sencilla de pueblo que nobles y reyes; igual teólogos y predicadores que monjas simples y vulgo ignorante. Amó a los niños y era amado por ellos, llegando a instalar en El Pedroso una escuelita donde enseñarles. Predicó constantemente la paz y la procuró eficazmente entre los hombres.

Dios confirmó todo esto con abundancia de milagros: innúmeras veces pasó los ríos a pie enjuto; dio de comer prodigiosamente a los religiosos necesitados; curó enfermos; profetizó; plantó su báculo en tierra y se desarrolló en una higuera que aún hoy se conserva; atravesó tempestades sin que la lluvia calara sus vestidos, y en una de nieve ésta le respetó hasta el punto de formar a su alrededor una especie de tienda blanca. Y sobre todas estas cosas el auténtico milagro de su penitencia.

Aún, sin embargo, nos falta conocer el aspecto más original del Santo: su espíritu reformador. No solamente ayuda mucho a Santa Teresa para implantar la reforma carmelitana; no se contenta con ayudar a un religioso a la fundación de una provincia franciscana reformada en Portugal, sino que él mismo funda con licencia pontificia la provincia de San José, que produjo a la Iglesia mártires, beatos y santos de primera talla. Si bien él mismo había tomado el hábito en una provincia franciscana austerísima, la de San Gabriel, quiso elevar la pobreza y austeridad a una mayor perfección, mediante leyes a propósito y, sobre todo, deseó extender por todo el mundo el genuino espíritu franciscano que llevaba en las venas, cosa que, por azares históricos, estaba prohibido a la dicha provincia de San Gabriel, que sólo podía mantener un limitado número de conventos. Con muchas contradicciones dio comienzo a su obra en 1556, en el convento de El Pedroso, y pronto la vio extendida a Galicia, Castilla, Valencia; más tarde China, Filipinas, América. Los alcantarinos eran proverbio de santidad entre el pueblo y los doctos por su vida maravillosamente penitentes. Dice un biógrafo que vivían en sus conventos –diminutos, desprovistos de toda comodidad– una vida que más bien tenía visos de muerte. Cocinaban una vez por semana, y aquel potaje se hacía insufrible al mejor estómago. Sus celdas parecían sepulcros. La oración era sin límites, igual que las penitencias corporales. Y si bien es cierto que las constituciones dadas por el Santo son muy moderadas en cuanto a esto, sin exigir mucho más allá que las demás reformas franciscanas conocidas, no se puede dudar que su poderosísimo espíritu dejó en sus seguidores una imborrable huella y un deseo extremo de imitación. Y es sorprendente el genuino espíritu franciscano que les comunicó, ya que tal penitencia no les distanciaba del pueblo, antes los unía más a él. Construían los conventos junto a pueblos y ciudades, mezclándose con la gente a través del desempeño del ministerio sacerdotal, en la ayuda a los párrocos, enseñanza a los niños; siempre afables y corteses, penitentes y profundamente humanos.

El 18 de octubre de 1562 murió en el convento de Arenas.

La Santa de Avila vio volar su alma al cielo y la oyó gozarse de la gloria ganada con su excelsa penitencia. El Santo moría en paz. Dejaba una obra hecha: una escuela de santos, un colegio de almas intercesoras y víctimas por las culpas del mundo. Sus penitencias llegaron a parecer a algunos «locuras y temeridades de hombre desesperado»; las gentes le tuvieron muchas veces por loco al ver los extremos a que le llevaba su vida de contemplación. Sólo que, como muy gentilmente aclaró a sus monjas Santa Teresa, aquellas locuras del bendito fray Pedro eran precisamente locuras de amor. Cuando Cristo ama intensamente a un alma no descansa hasta clavarla consigo en la cruz. Cuando un alma ama a Cristo no desea sino compartir con Él los mismos dolores, oprobios y menosprecios. La vocación franciscana es, recordémoslo, una vocación de amor crucificado y San Pedro supo vivirla con plenitud. Su penitencia venía condicionada por su papel corredentivo en la Iglesia de Dios y, si no a todos es dado imitarla materialmente, sí es exigido amar como él amó y desprenderse por amor, y al menos en espíritu, de las cosas temporales, abrazándose a la cruz.

Pedro de Alcántara Martínez, OFM, «San Pedro de Alcántara», 
en Año Cristiano, Tomo IV, Madrid, Ed. Católica (BAC 186), 1960, pp. 152-160.

Artículo en el Directorio Franciscano.

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Otros recursos biográficos en la red

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San Ignacio de Antioquía, con recursos audiovisuales

San Ignacio de Antioquía, con recursos audiovisuales

Ignacio significa: «lleno de fuego», de Ingeus, ‘fuego’. Nuestro santo estaba lleno de fuego de amor por Dios.

Antioquía era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de Jerusalén. En esa ciudad (que era la tercera en el imperio Romano, después de Roma y Alejandría) fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse «cristianos». De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre porque cuando era llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos que le ayudaran a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar sin destrozar, porque deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.

Dicen que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como obispo ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más importante para los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.

Mandó el emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no adoraran a los falsos dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos ídolos, fue llevado preso y entre el perseguidor y el santo se produjo el siguiente diálogo.

—¿Por qué te niegas a adorar a mis dioses, hombre malvado?

—No me llames malvado. Más bien llámame Teóforo, que significa el que lleva a Dios dentro de sí.

—¿Y por qué no aceptas a mis dioses?

—Porque ellos no son dioses. No hay sino un solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra. Y a su único Hijo Jesucristo, es a quien sirvo yo.

El emperador ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y echado a las fieras, para diversión del pueblo.

Encadenado fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un largo y penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas que se han hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.

En una de esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran feroces como leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más amablemente los trataba él, con más furia lo atormentaban.

El barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a escucharle sus provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición. Varios se fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos martirio.

Con los que se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una carta a los cristianos de Roma diciéndoles: «Por favor: no le vayan a pedir a Dios que las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino un mal. Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si cuando yo llegue allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya no quiero morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas, mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús». ¡Admirable ejemplo!.

Al llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y algunos de ellos le ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y oró con ellos por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Como al día siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas populares y el pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente que fueran personajes importantes, fue llevado sin más al circo para echarlo a las fieras. Era el año 107.

Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo.

Algunos escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús colocó en medio de los apóstoles para decirles: «Quien no se haga como un niño no puede entrar en el reino de los cielos» (Mc. 9,36).

San Ignacio dice en sus cartas que María Santísima fue siempre Virgen. Él es el primero en llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (católica significa ‘universal’).

Artículo original en EWTN.

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¿Qué es la nulidad matrimonial? Responde una experta en el Sínodo

¿Qué es la nulidad matrimonial? Responde una experta en el Sínodo

Carmen Peña García, directora especialista en Causas Matrimoniales de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid (España) aclaró que en la Iglesia no se «anula» ningún matrimonio, sino que se le declara nulo –que nunca existió– ya que el mensaje de Jesús en el Evangelio es preciso: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

Peña es profesora de derecho canónico y ha trabajado en el tema de la familia como defensora del vínculo y promotora de justicia del Tribunal Metropolitano de Madrid desde hace varios años. Este recorrido a favor de la familia le hizo llegar al Vaticano para participar como experta en el Sínodo Extraordinario para la Familia que se realiza hasta el 19 de octubre.

En conversación con ACI Prensa en Roma, la canonista española expresó que la Iglesia Católica se esfuerza por ayudar a entender su situación frente al matrimonio a aquellas parejas separadas cuyas nupcias nunca surtieron efecto a los ojos de Dios.

«No todos los primeros matrimonios fracasados son nulos, pero muchos sí pueden serlo. El reconocimiento de la nulidad no es tan difícil como a veces la gente piensa; hay muchas causas de nulidad y muchos motivos que la provocan. A veces hay un desconocimiento sobre esto, y se podría hacer mucho en este sentido», dijo.

«Un modo de solventar muchas situaciones de divorciados vueltos a casar que quieren estar en plena comunión eclesial y quieren volver a una vida plena dentro de la Iglesia pasa por el estudio que hace la Iglesia a través de sus tribunales si su primer matrimonio fue válido o no», añadió.

En relación a aquellas parejas divorciadas cuyo matrimonio fue válido de acuerdo a las normas del derecho canónico, Peña afirmó que la Iglesia está en camino para darles un acompañamiento.

«De algún modo se trata de ver, no obstante, cómo acompañar a esas personas, cómo apoyarlas, cómo reconocer que a pesar de esa situación son miembros de pleno derecho en la Iglesia. Como dice el Papa: ‘la Iglesia tiene que acoger a todas las personas y a todos los Hijos como una Madre amorosa, y más al débil o al herido’. Lo que quiere decir es que debemos acoger a cada persona con su vida a cuestas, porque la vida de cada uno debe ser tenida en consideración», expresó.

Por otro lado subrayó que «si el primer matrimonio es válido, por el principio de la indisolubilidad, la Iglesia parte de que no se puede reconocer un segundo matrimonio, porque el mensaje del Evangelio es claro».

Peña participa en el Sínodo como experta canonista y su labor fundamental es resolver las dudas en situaciones matrimoniales donde es necesario estudiar más en profundidad a nivel del derecho canónico.

«Ya seamos canonistas, teólogos, moralistas, de ciencias sociales y humanas, nosotros aportamos nuestro conocimiento en esas cuestiones, y con carácter general, ayudamos en la revisión de los documentos y en la preparación y elaboración de los documentos que se van entregando en la asamblea y que luego darán lugar a la relación final», indicó.

Por último la experta lamentó que en relación al Sínodo y desde el punto de vista mediático, se ha podido crear una impresión de que la Doctrina de la Iglesia va a cambiar de una día para otro. «Esto es un globo que el mismo Papa ha intentado pinchar muchas veces, por eso no hay que focalizar ahí el tema; el Sínodo de la Familia es mucho más amplio. El Sínodo busca líneas pastorales, no cambiar la doctrina», concluyó.

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