por Catequesis en Familia | 4 Jul, 2025 | La Biblia
Mateo 9, 9-13. Viernes de la 13.ª semana del Tiempo Ordinario. Jesús no excluye a nadie de su amistad porque la buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador.
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro de Amós, Am 8, 4-6.9-12
Salmo: Sal 119(118), 2.10.20.30.40.131
Oración preparatoria
Señor, yo también quiero dejar todo para estar sólo contigo en esta oración. Concédeme desprenderme de todas mis preocupaciones para poder escuchar y ser dócil a las inspiraciones de tu Santo Espíritu.
Petición
Señor, cúrame de todo aquello que me aleje de cumplir tu voluntad.
Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI
Queridos hermanos y hermanas:
Continuando con la serie de retratos de los doce Apóstoles, que comenzamos hace algunas semanas, hoy reflexionamos sobre san Mateo. A decir verdad, es casi imposible delinear completamente su figura, pues las noticias que tenemos sobre él son pocas e incompletas. Más que esbozar su biografía, lo que podemos hacer es trazar el perfil que nos ofrece el Evangelio.
Mateo está siempre presente en las listas de los Doce elegidos por Jesús (cf. Mt 10, 3; Mc 3, 18; Lc 6, 15; Hch 1, 13). En hebreo, su nombre significa «don de Dios». El primer Evangelio canónico, que lleva su nombre, nos lo presenta en la lista de los Doce con un apelativo muy preciso: «el publicano» (Mt 10, 3). De este modo se identifica con el hombre sentado en el despacho de impuestos, a quien Jesús llama a su seguimiento: «Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y le siguió» (Mt 9, 9). También san Marcos (cf. Mc 2, 13-17) y san Lucas (cf. Lc 5, 27-30) narran la llamada del hombre sentado en el despacho de impuestos, pero lo llaman «Leví». Para imaginar la escena descrita en Mt 9, 9 basta recordar el magnífico lienzo de Caravaggio, que se conserva aquí, en Roma, en la iglesia de San Luis de los Franceses.
Los Evangelios nos brindan otro detalle biográfico: en el pasaje que precede a la narración de la llamada se refiere un milagro realizado por Jesús en Cafarnaúm (cf. Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12), y se alude a la cercanía del Mar de Galilea, es decir, el Lago de Tiberíades (cf. Mc 2, 13-14). De ahí se puede deducir que Mateo desempeñaba la función de recaudador en Cafarnaúm, situada precisamente «junto al mar» (Mt 4, 13), donde Jesús era huésped fijo en la casa de Pedro.
Basándonos en estas sencillas constataciones que encontramos en el Evangelio, podemos hacer un par de reflexiones. La primera es que Jesús acoge en el grupo de sus íntimos a un hombre que, según la concepción de Israel en aquel tiempo, era considerado un pecador público. En efecto, Mateo no sólo manejaba dinero considerado impuro por provenir de gente ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con una autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser establecidos arbitrariamente. Por estos motivos, todos los Evangelios hablan en más de una ocasión de «publicanos y pecadores» (Mt 9, 10; Lc 15, 1), de «publicanos y prostitutas» (Mt 21, 31). Además, ven en los publicanos un ejemplo de avaricia (cf. Mt 5, 46: sólo aman a los que les aman) y mencionan a uno de ellos, Zaqueo, como «jefe de publicanos, y rico» (Lc 19, 2), mientras que la opinión popular los tenía por «hombres ladrones, injustos, adúlteros» (Lc 18, 11).
Ante estas referencias, salta a la vista un dato: Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la casa de Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban porque frecuentaba compañías poco recomendables, pronuncia la importante declaración: «No necesitan médico los sanos sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mc 2, 17).
La buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. En otro pasaje, con la famosa parábola del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar, Jesús llega a poner a un publicano anónimo como ejemplo de humilde confianza en la misericordia divina: mientras el fariseo hacía alarde de su perfección moral, «el publicano (…) no se atrevía ni a elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!»». Y Jesús comenta: «Os digo que este bajó a su casa justificado y aquel no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado» (Lc 18, 13-14). Por tanto, con la figura de Mateo, los Evangelios nos presentan una auténtica paradoja: quien se encuentra aparentemente más lejos de la santidad puede convertirse incluso en un modelo de acogida de la misericordia de Dios, permitiéndole mostrar sus maravillosos efectos en su existencia.
A este respecto, san Juan Crisóstomo hace un comentario significativo: observa que sólo en la narración de algunas llamadas se menciona el trabajo que estaban realizando esas personas. Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron llamados mientras estaban pescando; y Mateo precisamente mientras recaudaba impuestos. Se trata de oficios de poca importancia —comenta el Crisóstomo— «pues no hay nada más detestable que el recaudador y nada más común que la pesca» (In Matth. Hom.: PL 57, 363). Así pues, la llamada de Jesús llega también a personas de bajo nivel social, mientras realizan su trabajo ordinario.
Hay otra reflexión que surge de la narración evangélica: Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús: «Él se levantó y lo siguió». La concisión de la frase subraya claramente la prontitud de Mateo en la respuesta a la llamada. Esto implicaba para él abandonarlo todo, en especial una fuente de ingresos segura, aunque a menudo injusta y deshonrosa. Evidentemente Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir realizando actividades desaprobadas por Dios.
Se puede intuir fácilmente su aplicación también al presente: tampoco hoy se puede admitir el apego a lo que es incompatible con el seguimiento de Jesús, como son las riquezas deshonestas. En cierta ocasión dijo tajantemente: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme» (Mt 19, 21). Esto es precisamente lo que hizo Mateo: se levantó y lo siguió. En este «levantarse» se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una existencia nueva, recta, en comunión con Jesús.
Recordemos, por último, que la tradición de la Iglesia antigua concuerda en atribuir a san Mateo la paternidad del primer Evangelio. Esto sucedió ya a partir de Papías, obispo de Gerápolis, en Frigia, alrededor del año 130. Escribe Papías: «Mateo recogió las palabras (del Señor) en hebreo, y cada quien las interpretó como pudo» (en Eusebio de Cesarea, Hist. eccl. III, 39, 16). El historiador Eusebio añade este dato: «Mateo, que antes había predicado a los judíos, cuando decidió ir también a otros pueblos, escribió en su lengua materna el Evangelio que anunciaba; de este modo trató de sustituir con un texto escrito lo que perdían con su partida aquellos de los que se separaba» (ib., III, 24, 6).
Ya no tenemos el Evangelio escrito por san Mateo en hebreo o arameo, pero en el Evangelio griego que nos ha llegado seguimos escuchando todavía, en cierto sentido, la voz persuasiva del publicano Mateo que, al convertirse en Apóstol, sigue anunciándonos la misericordia salvadora de Dios. Escuchemos este mensaje de san Mateo, meditémoslo siempre de nuevo, para aprender también nosotros a levantarnos y a seguir a Jesús con decisión.
Santo Padre emérito Benedicto XVI: Catequesis sobre san Mateo, apóstol
Audiencia General del miércoles, 30 de agosto de 2006
Propósito
Buscar un acercamiento o tener un acto de caridad con esa persona que «me cuesta» aceptar.
Diálogo con Cristo
Señor, gracias por invitarme a seguirte, a ser tu discípulo y misionero. Ardientemente deseo tener la fe y el amor suficiente para responder con prontitud a tu llamado. Quiero salir de esta oración con la sabiduría, la fuerza y la alegría, que logre contagiar de tu amor a los demás. Siguiendo el ejemplo de María, y por su intercesión, te pido que sea fermento y canal para comunicar tu amor en mi familia, en mi profesión, en el círculo de mis amigos.
* * *
Evangelio en Catholic.net
Evangelio en Evangelio del día
por EDGAR F MANCO , NILTON M. PACHAS , M. ELENA HUAPAYA, JUANA JESUS ARIAS DE MODESTO | 27 Jun, 2025 | Primera comunión Dinámicas
Es la Virgen María quien, después de Nuestro Señor, ocupa el primer lugar en la Historia: la celebramos el Uno de Enero como Madre de Dios, le ofrecemos los sábados de todo el año, la recordamos en innumerables fiestas y los meses de mayo y octubre están especialmente dedicado al rezo del Rosario y a la Virgen María. En esta ocasión os ofrecemos un breve catecismo mariano en el que se contempla todo lo que necesitas saber para conocer, tratar, amar e imitar a Nuestra Señora.
* * *
La Virgen María
1. — ¿Quién es la Virgen María?
La Virgen María es la doncella escogida por Dios para ser la Madre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre Nuestra.
2. — ¿Qué significa el nombre de María?
El nombre de María, que en hebreo es Miriam, significa: Doncella, Señora, Princesa.
3. — ¿Qué profecías más importantes aparecen en el Antiguo Testamento acerca de la Virgen?
En el Libro de Génesis, capítulo 3, versículo 15, se dice: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo; Ella te aplastará la cabeza, y tú en vano intentarás morderle el talón”.
4. — ¿Se cumplió la profecía de Isaías?
Sí, ocho siglos después se cumplió lo que pronunció el Señor por la boca del profeta. En el Evangelio de San Mateo, Capítulo 1, versículo 23, están recogidas las palabras de Isaías.
San Joaquín y Santa Ana
5. — ¿Cómo se llamaban los padres de la Virgen María?
Los padres de la Virgen María se llamaban Joaquín y Ana. Eran descendientes de la tribu de Judá y, más concretamente, de la familia del rey David.
6. — ¿Qué se entiende por Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo?
Por Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo entendemos que San Joaquín y Santa Ana llevaron a la Virgen, cuando aún era una niña, al Templo de Jerusalén para consagrarla al servicio de Dios.
La Anunciación
7. — ¿Para qué envió Dios al Arcángel San Gabriel a la virgen?
Dios envió al Arcángel San Gabriel a la Virgen, que vivía en Nazaret, ciudad de Galilea, para anunciarle que era la mujer escogida desde toda la eternidad para ser la Madre del futuro Redentor. Por eso a este momento se le llama Anunciación.
8. — ¿Qué dijo el Arcángel San Gabriel a la Virgen?
El Arcángel San Gabriel dijo a la Virgen:
«Dios te Salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres. No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin. El Espíritu Santo vendrá sobre ti, Y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra y por esto el hijo santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios» (S. Lucas 1, 28,30-33 y 35).
9. — ¿Aceptó la Virgen las palabras del Arcángel?
Con toda humildad y sumisión la Virgen dio su consentimiento para ser la Madre de Dios, diciéndole el Arcángel: He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra (S. Lucas 1, 38).
La Visitación
10. — ¿Para qué visitó la Virgen a su prima Santa Isabel?
La virgen, inspirada por el Espíritu Santo visitó a su prima Santa Isabel para servirle, ya que Isabel había concebido un hijo en su vejez. A este hecho se le llama la visitación.
11. — ¿Qué distancia recorrió la Virgen para ver a su prima?
La Virgen recorrió unos ciento cincuenta kilómetros, desde Nazaret a una pequeña ciudad de Judea llamada Ain-Karim, situada en la montaña a unos tres kilómetros de Jerusalén. El recorrido duró cuatro o cinco días.
12. — ¿Qué dijo Santa Isabel cuando recibió a la Virgen en su casa?
Santa Isabel, llena del Espíritu Santo, recibió a la Virgen con estas palabras: Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de ti vientre. Y ¿de dónde a mi tanto bien que venga la madres de mi Señor a visitarme? Pues lo mismo fue penetrar la voz de tu salutación en mis oídos, que dar saltos de júbilo la criatura en mi vientre. ¡Oh, bienaventurada tú, que has creído! Porque se cumplirán las cosas que han dicho de parte del Señor (S. Lucas 1, 42-45).
13. ¿Qué dijo la virgen al oír las alabanzas de Santa Isabel?
La Virgen pronunció un cántico lleno de belleza y poesía, al que la Iglesia llama Magnífica.
14. — ¿ Cuáles son las virtudes que nos enseña la Virgen en la Visitación La virgen nos enseña de un modo especial la Visitación, las virtudes de humildad, caridad, generosidad, así como el deseo de servir con prontitud.
15. — ¿Cuánto tiempo permaneció la virgen con Santa Isabel?
La Virgen permaneció con su prima unos tres meses, y luego se volvió a Nazaret.
San José
16. — ¿Quién es el Señor San José?
San José es el esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Un hombre escogido por Dios, virtuoso y santo para que cuidara a la Virgen y a Jesús.
17. — ¿San José y la Virgen eran descendientes del rey David?
Si, San José y la Virgen eran descendientes de la familia real de David.
18. — ¿Por qué San José y la Virgen María fueron a Belén?
San José y la Virgen fueron a Belén, que es la ciudad de David, para obedecer el edicto del emperador César Augusto, que ordenaba a todos sus súbitos que fueran a la ciudad de su estirpe para empadronarse.
El Nacimiento de Jesús
19. — ¿Qué sucedió al llegar a Belén?
Cuando San José y la Virgen llegaron a Belén, no encontraron lugar para hospedarse a causa de una gran concurrencia de forasteros, y se dirigieron a una cueva que servía de establo.
20. — ¿Y qué sucedió en la cueva?
La virgen estaba encinta, y como se le cumplieron los días del parto, dio a luz milagrosamente a Nuestro Señor Jesucristo; lo envolvió en pañales limpios y lo recostó en el pesebre.
21. — ¿Qué ejemplo nos da Jesús en el pesebre?
Jesús, en el pesebre, nos da ejemplo de humildad, fortaleza, pobreza y sencillez.
22. — ¿La Virgen tuvo otros hijos?
La Virgen no tuvo otros hijos, Jesucristo es su Hijo único, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, sin intervención del varón.
23. — ¿Porqué es la Sagrada Escritura está escrito Los hermanos de Jesús?
En la Sagrada Escritura dice hermanos de Jesús porque, en el lenguaje oriental (hebreo, arameo y árabe), se les llama hermanos a los primos hermanos y parientes. Por lo tanto, Jesús no tuvo hermanos nacidos de la Virgen.
Los pastores y los reyes magos
24. — ¿Qué sucedió poco después del nacimiento del Niño Jesús?
Unos pastores de la región y unos reyes magos que llegaron de Oriente fueron adorar a Jesús.
A los pastores se les presentó un ángel del Señor y les dio la buena noticia sobre el nacimiento del Niño Jesús. Los magos fueron iluminados por el Espíritu Santo, y una estrella los guió hacia Belén.
25. — ¿Qué hicieron los magos cuando visitaron a Jesús?
La Sagrada Escritura dice que los magos, entraron en la casa, hallaron al niño con María, su madre y, postrándose, le adoraron, y, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. (San Mateo 2,11)
La Presentación de Jesús en el Templo
26. — ¿Por qué la Virgen y San José presentaron al Niño Jesús en el Templo?
La Virgen y San José presentaron al Niño Jesús en el Templo porque con ello estaban obedecieron un mandato que Dios había hecho a Moisés; que todo varón primogénito fuera presentado en el templo.
27. — ¿Por qué la Virgen se presentó en el Templo para purificarse?
La Virgen se presentó en el templo para purificarse porque también quiso someterse a la Ley de Moisés, que ordenaba a las madres israelitas que no entran en el Templo sino después de cuarenta días del nacimiento del hijo. La Virgen purísima no tenía necesidad de purificarse; lo hizo para enseñarnos a amar la Ley de Dios. Este hecho se conoce como la Purificación de Nuestra Señora.
28. — ¿Qué otro acontecimiento sucedió durante la Presentación de Jesús en el Templo?
Sucedió que un anciano muy santo, llamado Simeón, y una piadosa viuda, llamada Ana, inspirados por el Espíritu Santo, reconocieron a Jesús como el verdadero Mesías.
29. — ¿Cuáles fueron las palabras que dijo Simeón a la Virgen?
Simeón dijo a la Virgen; “Mira este niño está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y será blanco de contradicción; y una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones”(S, Lucas 2, 34-35)
La huida a Egipto
30. — Después Jesús, María y José que huir a Egipto. ¿Sabemos por qué?
Sí, porque Herodes, rey de Judea por entonces, temiendo perder su reino por el advenimiento del Mesías, proyectó asesinar al Niño Jesús, pero un ángel se apareció en sueños a San José y él dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para quitarle la vida” (S, Mateo 2,11).
31. — ¿Hasta cuando estuvieron Jesús, María y José en Egipto?
Jesús, María y José estuvieron en Egipto hasta la muerte de Herodes, y luego regresaron a Nazaret.
La Virgen en Nazaret
32. — ¿Qué hacia la Virgen en Nazaret?
La Virgen trabajaba en el hogar de Nazaret, sirviendo con mucho amor a Jesús y a San José.
El niño perdido y hallado en el Templo
33. — ¿Qué sucedió cuando Jesús cumplió doce años?
Cuando Jesús cumplió doce años la Virgen y San José lo llevaron al Templo en Jerusalén por la fiesta de Pascua y, a su regreso a Nazaret no lo encontraron en la caverna en que iban, porque se había quedado en el templo sin que ellos se dieran cuenta.
34. — ¿Que hicieron la Virgen y San José cuando perdieron al Niño Jesús?
La virgen y San José buscaron a Jesús tres días y, al cabo de este tiempo, le hallaron en medio de los Doctores de la Ley, oyéndoles y preguntándoles.
35. — ¿Qué dijo la Virgen a Jesús al encontrarlo?
La Virgen le dijo a Jesús: Hijo ¿Por qué te has portado así con nosotros? Mira como tu padre y yo, llenos de aflicción, te hemos andado buscando. (S. Lucas 2, 48).
La Virgen en las Bodas de Cana
36. — ¿Cuál fue la primera intervención de la virgen en la vida pública de Jesús?
La primera intervención de la Virgen en la vida pública de Jesús fue durante las bodas de Cana en Galilea, a las que fueron invitados Jesús y su Santísima Madre, junto con los Apóstoles.
37. — ¿Qué sucedió en estas bodas?
La Virgen observó que faltaba vino y, queriendo evitar que los novios pasaran a una vergüenza, dijo a Jesús: No tienen vino.
Después dijo a los sirvientes: Haced lo que Él os diga (San Juan 2,3-5) Gracias a la mediación de la Virgen, Jesucristo realizó su primer milagro, el de convertir en agua en vino.
La Virgen junto a la Cruz
38. — ¿Estuvo presente la virgen en la Pasión y Muerte de Jesucristo?
Si, la Virgen estuvo junto a la Cruz de Jesús, llena de dolor, pero serena.
39. — ¿Qué nos enseña la Virgen estando al pie de la Cruz?
La Santísima Virgen enseña a sufrir con paciencia y fortaleza las penas y aflicciones de esta vida, aceptando con amor los designios de la Divina Providencia.
40. — ¿Cuáles fueron las palabras que Jesús dijo a la Virgen y a San Juan cuando estaba clavado en la Cruz?
Jesús mirando a la Virgen y San Juan, que también estaba allí, dijo a su Santísima Madre; Mujer, ahí tienes a tu hijo; Después, dirigiéndose al discípulo amado, dijo; Ahí tienes a tu madre (San Juan 19,26-27)
41. — ¿Qué significan estas palabras?
Con estas palabras Jesucristo quiere decir a su Madre bendita no se queda sola y la encomienda a San Juan, por su parte, la Virgen será, a partir de ese momento, la Madre espiritual de San Juan y de todos los cristianos, pues ese apóstol nos representaba a todos.
La Virgen después de la muerte, Resurrección y Ascensión de Jesucristo.
42. — ¿Qué hizo la Virgen después de la muerte y sepultura del Señor?
La Virgen se recogió a Jerusalén y esperó, llena de confianza, La Resurrección de su divino Hijo.
43. — ¿Se apareció Jesús a la Virgen después de la Resurrección?
La Tradición dice que Nuestro Señor Jesucristo se apareció a la Santísima Virgen apenas resucito, y que Ella fue la primera persona que los vio en ese estado glorioso.
44. — ¿Dónde permaneció la Virgen después de la Ascensión de Jesucristo, al lado de los Apóstoles, y, animados de un mismo espíritu, perseveraban juntos en la oración?
El día de Pentecostés sucedió que la Virgen y los Apóstoles estaban juntos en un mismo lugar, cuando de repente sobrevino del cielo un ruido como viento impetuoso y aparecieron unas como lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos y quedaron todos llenos del Espíritu Santo.
Dogmas acerca de la Virgen
45. — ¿Cuáles son los dogmas que la Iglesia enseña acerca de la Virgen?
La Iglesia enseña los siguientes dogmas acerca de la Virgen: La Maternidad Divina La Inmaculada Concepción La perpetua Virginidad y La Asunción a los cielos.
46. — ¿Debemos creer estos dogmas de fe?
Si, debemos creerlos plenamente. Si Alguno se atreviera a negarlos a dudar de ellos conscientemente, cometería un pecado mortal.
47. — ¿En qué consiste el Dogma de la Maternidad Divina?
El Dogma de la Maternidad Divina consiste en que la Virgen María es Verdadera Madre de Dios, por haber engendrado por obra del Espíritu Santo y dado a la luz de Jesucristo, no en cuanto a su Naturaleza Divina, sino en cuanto a la Naturaleza humana que había asumido. La Iglesia afirma este Dogma desde siempre, y lo definió solemnemente en el Concilio de Éfeso (Siglo V).
El Concilio Vaticano II menciona esta verdad con las siguientes palabras: “Desde lo0s tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título Madres de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con súplicas en todos sus peligros y necesidades” (Const. Dogmática Lumen Pentium, n, 66)
48. — ¿En qué consiste el Dogma de la Inmaculada Concepción?
El Dogma de la Inmaculada Concepción consiste en que la Virgen fue preservada inmune e la mancha del pecado original desde el primer instante de su Concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano Esta verdad fue proclamada como Dogma de fe por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
49. — ¿En qué consiste el Dogma de la Perpetua Virginidad?
El Dogma de la Perpetua Virginidad consiste en que la Madre de Dios conservó plena y perdurablemente su Virginidad. Es decir fue Virgen antes del parto, en el parto y, perpetuamente, después del parto. La Iglesia afirma este Dogma desde el Credo compuesto por los Apóstoles.
El Concilio Vaticano II dice: “Es aquella Virgen que concebirá y dará a luz< un Hijo, que se llamará Emmanuel” (Const. Dogmática Lumen gentiun, n. 55)
50. — ¿En qué consiste el Dogma de la Asunción a los Cielos?
El Dogma de la Asunción a los Cielos consiste en que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen, cumplido el curso de su vida terrena, fue subida en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pio XII, el Primero de Noviembre de 1950, en la Constitución Munificentissimus Deus
Títulos de la Virgen
51. — Además de estos privilegios, ¿qué títulos tiene Nuestra Señora?
Nuestra Señora tiene los siguientes títulos: Madre de los hombres, Madre de la Iglesia, Abogada Nuestra, Corredentora, Medianera de todas las gracias, Reina y Señora de todo lo creado, y todas las alabanzas que contiene el Santo Rosario.
52. — ¿Cuáles son las relaciones que existen entre la Virgen y la Santísima Trinidad?
La Virgen tiene una relación especialísima con la Santísima Trinidad, porque:
- Es Hija de Dios Padre, ya que fue creada por Dios.
- Es Madre de Dios Hijo, pues es la Madre de Nuestro Señor Jesucristo.
- Es Esposa de Dios, Espíritu Santo, pues el Espíritu Santo formó el cuerpo de Jesús en las entrañas purísimas de la Virgen.
Culto a la Virgen
53. — ¿Debemos de dar culto a la Virgen?
Sí, porque es Madre de Dios y Madre espiritual de todos los cristianos.
54. — ¿Rendimos el mismo culto a Dios que a la Virgen?
No, A Dios, por ser el supremo Señor de todo lo creado, le rendimos culto de adoración, llamado latría. A la virgen, en cambio, por su grandeza la veneramos con un culto especial, llamado hiperdulía.
55. — ¿Por qué llamamos medianera a la Virgen?
Aunque Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres, no se excluye por ello la existencia de otra mediación secundaria y subordinada: la de la virgen María. La Virgen es medianera de todas las gracias y porque nos lleva de la mano a la Patria Celestial.
56. — ¿Es necesario la devoción a la Virgen?
La devoción a la Virgen es necesaria para salvarnos, pero con necesidad moral, que se apoya en el querer de Dios que nos dio como Madre.
57. — ¿Qué características ha de tener nuestra devoción a la Virgen?
Como buenos hijos suyos, hemos de venerarla, invocarla, imitarla y amarla.
58. — ¿Cómo podemos imitar a la Virgen?
Imitamos a la Virgen a través de todas sus virtudes, pues todas las vivió en el mayor grado posible.
En Concilio Vaticano II dice: “Los fieles aún se esfuerzan por crecer en santidad venciendo al pecado; por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda su comunidad de los elegidos como modelo de virtudes” (Const. Dogmática Lumen Gentiun, n 65) Fiestas en honor a la Virgen
59. — ¿Cuáles son las fiestas universales que celebramos en honor a la Santísima Virgen?
Las fiestas de la Virgen, de carácter universal son:
- La Maternidad Divina 1º de Mayo
- La Anunciación, 25 de marzo
- El corazón Inmaculado de María Sábado siguiente a la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
- La Visitación de la Santísima Virgen 31 de Mayo
- Nuestra Señora del Carmen 16 de Julio
- Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor 5 de Agosto
- La Asunción de la Virgen 15 de Agosto.
- Nuestra Señora Reina del Cielo 22 de Agosto.
- La Natividad de la Virgen 8 de septiembre
- Nuestra Señora del Rosario 7 de Octubre
- La Presentación de la Virgen en el Templo 21 de noviembre
- La Inmaculada Concepción 8 de Diciembre.
60. — ¿Conoces otras fiestas que los cristianos de algunos países celebran para honrar a la Santísima Virgen?
- Nuestra Señora de Lourdes 11 de febrero
- Nuestra Señora de Montserrat 27 de abril
- Nuestra Señora Auxiliadora 24 de Mayo
- Nuestra Señora del Perpetuo Socorro 27 de Junio
- Nuestra Señora del Refugio 4 de Julio.
- Nuestra Señora de los Ángeles 2 de Agosto
- Nuestra Señora de la Merced 24 de Septiembre
- Nuestra Señora del Pilar 12 de Octubre.
- Nuestra Señora de Guadalupe 12 de Diciembre.
61. — ¿Cuáles son las fiestas de la Virgen en que obliga la asistencia a la Santa Misa en cada nación?
Las fiestas de la Virgen en que obliga la asistencia a la Santa Misa en cada nación son:
- La solemnidad de la Madre de Dios, 1.º de Enero
- La Inmaculada Concepción, 8 de diciembre, fiesta en la mayoría de países de habla española.f
- El día de la advocación de la Virgen que sea patrona nacional. Por ejemplo, en México, Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América y Filipinas, 12 de Diciembre.
62. — ¿Qué conmemoramos en las fiestas de Nuestra Señora?
Conmemoramos las distintas apariciones y milagros que la santísima Virgen ha realizado en diversos países del mundo a lo largo de los siglos, y además, exaltamos sus privilegios.
Algunas apariciones de la Virgen
63. — ¿A quién se apareció en México?
La Virgen se apareció varias veces en México a un indito Juan Diego en el cerro del Tepeaca. Sus apariciones fueron del 9 al 12 de Diciembre. La llamamos la Virgen de Guadalupe.
64. — ¿Cuál fue el mensaje de la Virgen a Juan Diego?
El mensaje de la virgen a Juan Diego fue el siguiente: “Sabe y tan entendido, tú, el más pequeño de mis hijos, que soy yo la siempre virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive, del Creador cabe quien está Todo, Señor del Cielo y de la tierra. Deseo vivamente que me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de este tierra y a los demás Amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores”.
65. — ¿A quién se apareció en Lourdes?
La Virgen se apareció varias veces a una joven campesina, cuyo nombre era Bernadette Soubirous, en una aldea de Francia llamada Lourdes. Sus apariciones fueron desde el 11 de Febrero al l6 de Julio de 1858.
66. — ¿Cuál fue el mensaje de la Virgen a Bernadette?
El contenido del mensaje de la Virgen a Bernadette fue el siguiente: No le prometía hacerla feliz en este mundo, pero sí en el otro. Le pidió que rogara a Dios por los pecadores y que era necesario hacer mucha penitencia. Pidió que dijera a los sacerdotes de su pueblo que construyeran una capilla en el lugar donde fueron las apariciones. Finalmente la virgen reveló: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
67. — ¿A quién se apareció en Fátima?
La Virgen se apareció tres veces a sus tres niños pastorcitos que vivían en una pequeña aldea de Portugal, llamada Fátima. Los niños se llamaban: Lucia, Francisco y Jacinta. Sus apariciones se realizaron desde el l3 de mayo al l3 de Octubre.
68. — ¿Cuál fue el mensaje de la Virgen a los tres niños?
El contenido del mensaje de la virgen a los tres niños fue el siguiente: Que tuvieron odio al pecado y que hicieran penitencia por los pecados. Les pidió una oración incesante y fervorosa diciéndole: “Rezad el Santo Rosario todos los días con devoción» Además, les pidió un apostolado generoso, la devoción a su Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora.
Oraciones a la Virgen
69. — ¿De qué manera podemos dirigirnos a la Santísima Virgen?
Además de las oraciones que la piedad de cada uno pueda componer, La Iglesia recomienda decir las siguientes: El Avemaría, el Ángelus, el Regina Coeli, la Salve, El Acordaos, el Magnificat, Dulce Madre, Bendita seas tu pureza, jaculatorias, y de manera especial porque Ella lo ha pedido, el rezo del Santo Rosario.
70. — ¿Cuál es la oración más excelente que le dirigimos a la Virgen?
La oración más excelente que le dirigimos a la Virgen María es el Avemaría.
71. — ¿De qué partes está compuesta el Avemaría? El Avemaría tiene dos partes; la primera está compuesta por los saludos que dirigieron a la Virgen el Arcángel San Gabriel en la Anunciación y Santa Isabel en la Visitación; la segunda parte la compuso la Iglesia, y con San Pio V, en el siglo XVI, quedó fijado como la conocemos actualmente.
72. — ¿Qué es el Ángelus?
El Ángelus es una plegaria que dirigimos a la Virgen, en donde recodamos el Misterio de la Encarnación del Hijos de Dios. El momento más usual para rezarlo a las l2 del día.
73. — ¿Cuándo rezamos en Regina Coeli?
El Regina Coeli lo rezamos en sustitución del Ángelus el tiempo pascual, es decir, desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés.
74. — ¿Quién compuso la oración Acordaos?
Se piensa que la oración Acordaos fue compuesta por San Bernardo de Claraval en el siglo XVII.
75. — ¿Ganamos indulgencias al rezar una oración a la Virgen?
Si, ganamos indulgencias parciales al rezar cuantas veces sea durante el día cualquier de las siguientes oraciones: El Ángelus o el Regina Coeli, el Acordaos, La Salve, el Magníficat, el Oficio Parvo de la Virgen María.
Devociones en honor a la Virgen
76. — ¿Qué devociones podemos practicar en honor a la Virgen?
Podemos practicar, entre otras, las siguientes devociones: considerar los quince misterios del Rosario, tener impuesto y llevar al cuello el Escapulario del Carmen; hacer romerías y peregrinaciones a Santuarios dedicados a Ella; la novena de la Inmaculada Concepción y la Consagración al Inmaculado Corazón de María.
El Santo Rosario
77. — ¿Qué es el Santo Rosario?
El Santo Rosario está compuesto de quince decenas de Avemarías, o sea de 150 Avemarías, cada decena va predicada de un Padrenuestro y se termina con el Gloria. Al final se añade la letanía, que es un conjunto de alabanzas a la virgen.
78. — ¿Por qué se llama Rosario a estas oraciones?
Se llama Rosario porque las oraciones, que se enlazan con las meditaciones de los misterios (Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos), forman una corona de rosas que se ofrece a María Santísima.
79. — ¿Podemos decir que hemos rezado el Santo Rosario cuando solo rezamos cinco misterios?
Si, basta rezar cinco misterios.
80. — ¿Qué alabanzas han dicho los Sumos Pontífices acerca del Santo Rosario?
Los Sumos Pontífices alaban el Santo Rosario diciendo:
- “Es el salterio de la Santísima Virgen” (San Pio V)
- “La devoción más hermosa, la más rica en gracias y gratísima al corazón de María” (Beato Pio IX)
- «Bandera de la fe cristiana” (León XIII )
- «Resumen del Evangelio y de la vida cristiana” (Pio XII)
- «Forma devota de unión con Dios, y siempre de alta elevación espiritual” (Beato Juan XXIII)
- “Compendio de todo el Evangelio” (Pablo VI)
- “Es nuestra oración predilecta que dirigimos a María” (Juan pablo II)
81. — ¿Hay algún mes dedicado al Santo Rosario?
El mes especialmente dedicado por la Iglesia al Santo Rosario es el de Octubre.
El Escapulario de Carmen
82. — ¿Qué es el Escapulario de Carmen?
El Escapulario de Carmen es una reducción del hábito de los Religiosos Carmelitas y consta de dos pequeños trozos de tela de lana de color negro o café oscuro unidos con dos cordones.
83. — ¿Cuál es el origen del Escapulario de Carmen?
Es Escapulario de Carmen se remonta a una aparición de la Virgen a San Simón Stock, Superior General de la Orden de los Carmelitas, el 16 de Julio de 1251, en Inglaterra.
84. — ¿Ganamos indulgencias si llevamos el Escapulario?
Si, ganamos indulgencias parciales si usamos devotamente el Escapulario. Y ganamos indulgencias plenarias en las fiestas de:
- San Simón Stock, 16 de Mayo.
- Nuestra Señor del Carmen, 16 de Julio
- San Elías, profeta, 20 de Julio.
- Santa Teresita del Niño Jesús, 1º de Octubre
- Santa Teresa de Jesús, 15 de Octubre
- Todos los Santos Carmelitas, 14 de Noviembre
- San Juan de la Cruz, 14 de Diciembre.
85. — ¿En qué consiste el privilegio Sabatino?
El privilegio sabatino consiste en que la Virgen prometió al Papa Juan XXII, en el siglo XIV, que quienes llevaran el Escapulario en el momento de la muerte, Ella, como Madre de la misericordia, bajaría al Purgatorio el sábado siguiente y librarías sus almas para conducirlas al Cielo.
86. — ¿Qué condiciones se requiere para obtener el privilegio Sabatino?
Además de estar en estado de gracia a la hora de la muerte:
- Tener impuesto el escapulario y llevarlo habitualmente;
- Guardar castidad, conforme al estado actual de cada cual;
- El rezo del Oficio Divino o el Oficio Parvo de la Virgen, o siete Padrenuestros con Avemaría y Gloria, o al menos tres Avemarías.
87. — ¿Se puede sustituir el escapulario por una medalla?
Si, una vez el Escapulario ha sido impuesto puede sustituirse por una medalla metálica que lleve por un lado la imagen el Sagrado Corazón y por el otro una imagen de la Virgen Santísima.
Las Romerías
88. — ¿Qué son las Romerías?
Las romerías son visitas que hacemos a alguna Ermita o Santuario dedicados a la Virgen.
89. — ¿Conoces algunos Santuarios dedicados a la virgen?
En cada país donde hay fieles católicos suele haber uno o varios Santuarios dedicados a la Virgen. Entre los más visitados se encuentran:
- Nuestra señora de Altotting Alemania
- Nuestra Señora de Luján Argentina
- Nuestra Señora de Mariazell Austria
- Nuestra Señora de Monteagudo Bélgica
- Nuestra Señora de Copacabana Bolivia
- Nuestra Señora de la Aparecida Brasil
- Nuestra Señora de Chiquinquirá Colombia
- Nuestra Señora de la Caridad del Cobre Cuba
- La Virgen de los Vázquez Chile
- Nuestra Señora de la Nube Ecuador
- Nuestra Señora de Pilar España
- Nuestra Señora de Lourdes Francia
- La Virgen del Rosario Guatemala.
- La Virgen de Suyapa Honduras.
- Reina de Irlanda Irlanda.
- Santa María la Mayor Italia.
- Nuestra Señora de Líbano Líbano
- Nuestra Señora de África Marruecos
- Nuestra Señora de Czestochowa Polonia.
- Nuestra Señora de Fátima Portugal.
- Nuestra Señora de la Paz San Salvador
- Nuestra Señora de Einsiedeln Suiza
- Nuestra Señora de Coromoto Venezuela.
- Nuestra Señora de Guadalupe México
- Nuestra Señora de la Defensa Puebla México .
Manifestaciones de Amor a la Virgen
90. — ¿De qué manera podemos manifestar externamente nuestro amor a la Virgen?
Externamente podemos también manifestar nuestro amor a la virgen besando sus imágenes; llevando siempre con nosotros una pequeña imagen suya y colocando otra en la habitación donde dormimos y una en nuestro lugar de trabajo, para verla con frecuencia y acudir a Ella en nuestras necesidades; haciendo una inclinación de cabeza al pasar delante de una imagen suya en una Iglesia, etc.
Mes y días dedicados a la Virgen
91. — ¿Cuál es el mes dedicado a la Virgen de modo especial?
El mes dedicado a la virgen es el mes de mayo. Así lo dispuso la Iglesia.
92. — ¿Cuál es el día de la semana tradicionalmente dedicado a la Virgen?
El día dedicado a la Virgen, por una tradición antiquísima, es el sábado. En este día podemos tener presente a Nuestra Madre de forma especial, ofreciéndole algún pequeño sacrificio y dirigiendo una oración en su honor, por ejemplo, La Salve.
La Devoción a la Virgen
93. — ¿Qué dicen algunos santos acerca de la devoción a la Virgen?
Todos los santos amaron profundamente a la Virgen.
Algunos dijeron:
- “La devoción a la Virgen es la llave del Paraíso” (S. Efrén).
- “María es las esclava misteriosa por la cual Dios baja a la tierra y los hombres suben al Cielo” (S. Fulgencio)
- «La Devoción a María es señal de salvación eterna” (San Bernardo)
- «Dios no nos salvará sin la intercesión de María” (S. Jerónimo)
- “María es la dispensadora de todas a las gracias y la gracia de nuestra salvación viene por sus manos” (S. Bernardino de Siena)
- “La Protección de María es más grande y poderosa de lo que podemos nosotros entender” (S. Germán).
- “El nombre de María es la alegría para el corazón, miel para los labios y la melodía para el oído de sus devotos” (S, Antonio de Padua)
94. — ¿Hemos de propagar la devoción a la virgen?
Sí, porque los buenos hijos hablan de su Madre, y porque la aman propagan su culto. “Los que trabajan en publicar las glorias de María tienen asegurado el Cielo “(San Buenaventura).
95. — ¿Qué dice el Concilio Vaticano II acerca de la Devoción a la Virgen?
Advierte el Concilio Vaticano II a todos los fieles de la Iglesia lo siguiente: “Que tengan muy en consideración las prácticas y los ejercicios hacia Ella recomendados por el Magisterio a lo largo de los siglos “(Const. Dogmática Lumen gentium, n, 67).
Santa María en América
- Nuestra Señora de Altagracia, República Dominicana
- Nuestra Señora del Divino Pastor, Trinidad y Tobago
- Nuestra Señora de los Treinta y tres, Uruguay
- Nuestra Señora del Coromoto, Venezuela
- Nuestra Señora de Copacabana, Bolivia
- Nuestra Señora de Aparecida, Brasil
- Nuestra Señora del Rosario de Cabo, Canadá
- Nuestra Señora de Chiquinquirá, Colombia
- Nuestra Señora de los Ángeles, Costa Rica
- Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Cuba
- Nuestra Señora del Carmen, Chile
- Nuestra Señora del Quiche, Ecuador
- Inmaculada Concepción, España y Estados Unidos
- Nuestra Señora de Luján, Argentina
- Nuestra Señora de la Paz, El Salvador
- Nuestra Señora del Rosario, Guatemala
- Nuestra Señora de Fátima, Portugal, Guyana y Surinam
- Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Haití
- Nuestra Señora de Soyapá, Honduras
- Nuestra Señora de Guadalupe, México
- Inmaculada Concepción del Viejo, Nicaragua
- Santa María de la Antigua, Panamá
- Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé, Paraguay
- Nuestra Señora del Pilar, Hispanoamérica y Filipinas
* * *
Fuente: Ponrencia sobre la «Historia de la Virgen presentada» en el Año de las Cumbres Mundiales en el Perú (2008), dentro de la Programación Nacioan de Formación y Capacitación Permanente (PRONAFCAP), Área de Educación Religiosa.
por Catequesis en Familia | 26 Jun, 2025 | La Biblia
Lucas 15, 3-7. Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. La Solemnidad del Sagrado Corazón es la «fiesta del amor».
Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido». Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro de Ezequiel, Ez 34, 11-16
Salmo: 23(22), 1-6
Segunda lectura: Carta de san Pablo a los Romanos, Rom 5, 5b-11
Oración introductoria
Dios mío, Tú eres rico en misericordia, al punto tal de entregarnos a tu Hijo Jesús, para librarnos del pecado. Me reconozco pecador, indigno y débil, humildemente imploro me acojas en esta oración porque quiero permanecer en tu rebaño.
Petición
Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por mis pecados, ten piedad y misericordia.
Meditación del Santo Padre Francisco
La «ciencia de la caricia» manifiesta dos pilares del amor: la cercanía y la ternura. Y «Jesús conoce bien esta ciencia». Fue la afirmación del Papa Francisco al celebrar el 7 de junio la misa de la solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús.
Refiriéndose a las lecturas del día tomadas del libro del profeta Ezequiel (34, 11-16), de la carta de san Pablo a los Romanos (5, 5-11) y del Evangelio de Lucas (15, 3-7), el Pontífice definió la solemnidad del Sagrado Corazón como la «fiesta del amor»: Jesús «quiso mostrarnos su corazón como el corazón que tanto amó. Pienso en lo que nos decía san Ignacio» —apuntó—; «nos indicó dos criterios sobre el amor. Primero: el amor se manifiesta más en las obras que en las palabras. Segundo: el amor está más en dar que en recibir».
El amor de Dios se muestra en la figura del pastor, recordó el Papa, subrayando que Jesús nos dice: «Yo conozco a mis ovejas». «Es conocer una por una, con su nombre. Así nos conoce Dios: no nos conoce en grupo, sino uno a uno. Porque el amor no es un amor abstracto, o general para todos; es un amor por cada uno. Y así nos ama Dios», afirmó. Y todo esto se traduce en cercanía. Dios «se hace cercano por amor —añadió— y camina con su pueblo. Y este caminar llega a un punto inimaginable: jamás se podría pensar que el Señor mismo se hace uno de nosotros y camina con nosotros, y permanece con nosotros, permanece en su Iglesia, se queda en la Eucaristía, se queda en su Palabra, se queda en los pobres y se queda con nosotros caminando. Esta es la cercanía. El pastor cercano a su rebaño, a sus ovejas, a las que conoce una por una».
Reflexionando sobre la otra actitud del amor de Dios, el Pontífice recalcó que de ella habla «el profeta Ezequiel, pero también el Evangelio: Iré en busca de la oveja perdida y conduciré al ovil a la extraviada; vendaré a la herida; fortaleceré a la enferma; a la que esté fuerte y robusta la guardaré; la apacentaré con justicia. El Señor nos ama con ternura. El Señor sabe la bella ciencia de las caricias. La ternura de Dios: no nos ama de palabra; Él se aproxima y estándonos cerca nos da su amor con toda la ternura posible». Cercanía y ternura son «las dos maneras del amor del Señor, que se hace cercano y da todo su amor también en las cosas más pequeñas con ternura». Sin embargo se trata de un «amor fuerte», «porque cercanía y ternura nos hacen ver la fuerza del amor de Dios».
Y aunque «pueda parecer una herejía, ¡más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él!», constató el Papa, explicando el «modo de restituir a Él tanto amor: abrir el corazón y dejarse amar».
Santo Padre Francisco: Cercanía y ternura
Meditación del viernes, 7 de junio de 2013
Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies, consagramos alegremente nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa, a nuestros vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestros grupos de amigos de estudio y trabajo.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.
Diálogo con Cristo
Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a Corazón.
En unos de sus «tuits» el Papa Francisco nos exhorta: «Acoge a Jesús resucitado en tu vida. Aunque te hayas alejado, da un pequeño paso hacia Él: te está esperando con los brazos abiertos». Señor, gracias por tu misericordia, gracias por tu paciencia, gracias por comprender mi debilidad, gracias por tanto amor.
Propósito
Poner en mi agenda de actividades la fecha de mi próxima confesión.
* * *
Evangelio del día en «Catholic.net»
Evangelio del día en «Evangelio del día»
Evangelio del día en «Orden de Predicadores»
Evangelio del día en «Evangeli.net»
* * *
por SS Benedicto XVI | 23 Jun, 2025 | Postcomunión Vida de los Santos
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, 24 de junio, celebramos la solemnidad del Nacimiento de san Juan Bautista. Con excepción de la Virgen María, el Bautista es el único santo del que la liturgia celebra el nacimiento, y lo hace porque está íntimamente vinculado con el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. De hecho, desde el vientre materno Juan es el precursor de Jesús: el ángel anuncia a María su concepción prodigiosa como una señal de que «para Dios nada hay imposible» (Lc 1, 37), seis meses antes del gran prodigio que nos da la salvación, la unión de Dios con el hombre por obra del Espíritu Santo. Los cuatro Evangelios dan gran relieve a la figura de Juan el Bautista, como profeta que concluye el Antiguo Testamento e inaugura el Nuevo, identificando en Jesús de Nazaret al Mesías, al Consagrado del Señor. De hecho, será Jesús mismo quien hablará de Juan con estas palabras: «Este es de quien está escrito: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, para que prepare tu camino ante ti. En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él» (Mt 11, 10-11).
El padre de Juan, Zacarías —marido de Isabel, pariente de María—, era sacerdote del culto del Antiguo Testamento. Él no creyó de inmediato en el anuncio de una paternidad tan inesperada, y por eso quedó mudo hasta el día de la circuncisión del niño, al que él y su esposa dieron el nombre indicado por Dios, es decir, Juan, que significa «el Señor da la gracia». Animado por el Espíritu Santo, Zacarías habló así de la misión de su hijo: «Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados» (Lc 1, 76-77). Todo esto se manifestó treinta años más tarde, cuando Juan comenzó a bautizar en el río Jordán, llamando al pueblo a prepararse, con aquel gesto de penitencia, a la inminente venida del Mesías, que Dios le había revelado durante su permanencia en el desierto de Judea. Por esto fue llamado «Bautista», es decir, «Bautizador» (cf. Mt 3, 1-6). Cuando un día Jesús mismo, desde Nazaret, fue a ser bautizado, Juan al principio se negó, pero luego aceptó, y vio al Espíritu Santo posarse sobre Jesús y oyó la voz del Padre celestial que lo proclamaba su Hijo (cf. Mt 3, 13-17). Pero la misión del Bautista aún no estaba cumplida: poco tiempo después, se le pidió que precediera a Jesús también en la muerte violenta: Juan fue decapitado en la cárcel del rey Herodes, y así dio testimonio pleno del Cordero de Dios, al que antes había reconocido y señalado públicamente.
Queridos amigos, la Virgen María ayudó a su anciana pariente Isabel a llevar a término el embarazo de Juan. Que ella nos ayude a todos a seguir a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, a quien el Bautista anunció con gran humildad y celo profético.
* * *
Santo Padre emérito Benedicto XVI
Ángelus en la Solemnidad del Nacimiento de san Juan Bautista
Domingo 24 de junio de 2012
por Catequesis en Familia | 21 Jun, 2025 | La Biblia
Lucas 9, 11b-17. Corpus Christi. Solemnidad del santísimo cuerpo y sangre de Cristo. En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: un amor tan grande que nos nutre de sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar las propias fuerzas.
Él los recibió, les habló del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados. Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto». El les respondió: «Denles de comer ustedes mismos». Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente». Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta». Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirviera a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro del Génesis, Gén 14, 18-20
Salmo: Sal 110(109), 1-4
Segunda lectura: Primera Carta de san Pablo a los Corintios, 1 Cor 11, 23-26
Oración introductoria
Señor, ayúdame a prepararme para poder tener este momento de oración. Permite que el meditar sobre tu Cuerpo y tu Sangre, que se me ofrece como fuente inagotable de gracia, me de la fuerza, la sabiduría, la confianza, para hacer tu voluntad hoy y siempre.
Petición
Jesucristo Eucaristía, aunque no soy digno, haz en mi tu morada.
Meditación del Santo Padre Francisco
«El Señor, tu Dios, … te alimentó con el maná, que tú no conocías» (Dt 8, 2-3).
Estas palabras del Deuteronomio hacen referencia a la historia de Israel, que Dios hizo salir de Egipto, de la condición de esclavitud, y durante cuarenta años guió por el desierto hacia la tierra prometida. El pueblo elegido, una vez establecido en la tierra, alcanzó cierta autonomía, un cierto bienestar, y corrió el riesgo de olvidar los tristes acontecimientos del pasado, superados gracias a la intervención de Dios y a su infinita bondad. Así pues, las Escrituras exhortan a recordar, a hacer memoria de todo el camino recorrido en el desierto, en el tiempo de la carestía y del desaliento. La invitación es volver a lo esencial, a la experiencia de la total dependencia de Dios, cuando la supervivencia estaba confiada a su mano, para que el hombre comprendiera que «no sólo de pan vive el hombre, sino… de todo cuanto sale de la boca de Dios» (Dt 8,3).
Además del hambre físico, el hombre lleva en sí otro hambre, un hambre que no puede ser saciado con el alimento ordinario. Es hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. Y el signo del maná —como toda la experiencia del éxodo— contenía en sí también esta dimensión: era figura de un alimento que satisface esta profunda hambre que hay en el hombre. Jesús nos da este alimento, es más, es Él mismo el pan vivo que da la vida al mundo (cf. Jn 6, 51). Su Cuerpo es el verdadero alimento bajo la especie del pan; su Sangre es la verdadera bebida bajo la especie del vino. No es un simple alimento con el cual saciar nuestro cuerpo, como el maná; el Cuerpo de Cristo es el pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, porque la esencia de este pan es el Amor.
En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: un amor tan grande que nos nutre de sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar las propias fuerzas. Vivir la experiencia de la fe significa dejarse alimentar por el Señor y construir la propia existencia no sobre los bienes materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo.
Si miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que existen muchas ofertas de alimento que no vienen del Señor y que aparentemente satisfacen más. Algunos se nutren con el dinero, otros con el éxito y la vanidad, otros con el poder y el orgullo. Pero el alimento que nos nutre verdaderamente y que nos sacia es sólo el que nos da el Señor. El alimento que nos ofrece el Señor es distinto de los demás, y tal vez no nos parece tan gustoso como ciertas comidas que nos ofrece el mundo. Entonces soñamos con otras comidas, como los judíos en el desierto, que añoraban la carne y las cebollas que comían en Egipto, pero olvidaban que esos alimentos los comían en la mesa de la esclavitud. Ellos, en esos momentos de tentación, tenían memoria, pero una memoria enferma, una memoria selectiva. Una memoria esclava, no libre.
Cada uno de nosotros, hoy, puede preguntarse: ¿y yo? ¿Dónde quiero comer? ¿En qué mesa quiero alimentarme? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer manjares gustosos, pero en la esclavitud? Además, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿cuál es mi memoria? ¿La del Señor que me salva, o la del ajo y las cebollas de la esclavitud? ¿Con qué memoria sacio mi alma?
El Padre nos dice: «Te he alimentado con el maná que tú no conocías». Recuperemos la memoria. Esta es la tarea, recuperar la memoria. Y aprendamos a reconocer el pan falso que engaña y corrompe, porque es fruto del egoísmo, de la autosuficiencia y del pecado.
Dentro de poco, en la procesión, seguiremos a Jesús realmente presente en la Eucaristía. La Hostia es nuestro maná, mediante la cual el Señor se nos da a sí mismo. A Él nos dirigimos con confianza: Jesús, defiéndenos de las tentaciones del alimento mundano que nos hace esclavos, alimento envenenado; purifica nuestra memoria, a fin de que no permanezca prisionera en la selectividad egoísta y mundana, sino que sea memoria viva de tu presencia a lo largo de la historia de tu pueblo, memoria que se hace «memorial» de tu gesto de amor redentor. Amén.
Santo Padre Francisco: Solemnidad del Corpus Christi
Homilía del jueves, 19 de junio de 2014
Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI
Queridos hermanos y hermanas:
Esta tarde quiero meditar con vosotros sobre dos aspectos, relacionados entre sí, del Misterio eucarístico: el culto de la Eucaristía y su sacralidad. Es importante volverlos a tomar en consideración para preservarlos de visiones incompletas del Misterio mismo, como las que se han dado en el pasado reciente.
Ante todo, una reflexión sobre el valor del culto eucarístico, en particular de la adoración del Santísimo Sacramento. Es la experiencia que también esta tarde viviremos nosotros después de la misa, antes de la procesión, durante su desarrollo y al terminar. Una interpretación unilateral del concilio Vaticano II había penalizado esta dimensión, restringiendo en la práctica la Eucaristía al momento celebrativo. En efecto, ha sido muy importante reconocer la centralidad de la celebración, en la que el Señor convoca a su pueblo, lo reúne en torno a la doble mesa de la Palabra y del Pan de vida, lo alimenta y lo une a sí en la ofrenda del Sacrificio. Esta valorización de la asamblea litúrgica, en la que el Señor actúa y realiza su misterio de comunión, obviamente sigue siendo válida, pero debe situarse en el justo equilibrio. De hecho —como sucede a menudo— para subrayar un aspecto se acaba por sacrificar otro. En este caso, la justa acentuación puesta sobre la celebración de la Eucaristía ha ido en detrimento de la adoración, como acto de fe y de oración dirigido al Señor Jesús, realmente presente en el Sacramento del altar. Este desequilibrio ha tenido repercusiones también sobre la vida espiritual de los fieles. En efecto, concentrando toda la relación con Jesús Eucaristía en el único momento de la santa misa, se corre el riesgo de vaciar de su presencia el resto del tiempo y del espacio existenciales. Y así se percibe menos el sentido de la presencia constante de Jesús en medio de nosotros y con nosotros, una presencia concreta, cercana, entre nuestras casas, como «Corazón palpitante» de la ciudad, del país, del territorio con sus diversas expresiones y actividades. El Sacramento de la caridad de Cristo debe permear toda la vida cotidiana.
En realidad, es un error contraponer la celebración y la adoración, como si estuvieran en competición una contra otra. Es precisamente lo contrario: el culto del Santísimo Sacramento es como el «ambiente» espiritual dentro del cual la comunidad puede celebrar bien y en verdad la Eucaristía. La acción litúrgica sólo puede expresar su pleno significado y valor si va precedida, acompañada y seguida de esta actitud interior de fe y de adoración. El encuentro con Jesús en la santa misa se realiza verdadera y plenamente cuando la comunidad es capaz de reconocer que él, en el Sacramento, habita su casa, nos espera, nos invita a su mesa, y luego, tras disolverse la asamblea, permanece con nosotros, con su presencia discreta y silenciosa, y nos acompaña con su intercesión, recogiendo nuestros sacrificios espirituales y ofreciéndolos al Padre.
En este sentido, me complace subrayar la experiencia que viviremos esta tarde juntos. En el momento de la adoración todos estamos al mismo nivel, de rodillas ante el Sacramento del amor. El sacerdocio común y el ministerial se encuentran unidos en el culto eucarístico. Es una experiencia muy bella y significativa, que hemos vivido muchas veces en la basílica de San Pedro, y también en las inolvidables vigilias con los jóvenes; recuerdo por ejemplo las de Colonia, Londres, Zagreb y Madrid. Es evidente a todos que estos momentos de vigilia eucarística preparan la celebración de la santa misa, preparan los corazones al encuentro, de manera que este resulta incluso más fructuoso. Estar todos en silencio prolongado ante el Señor presente en su Sacramento es una de las experiencias más auténticas de nuestro ser Iglesia, que va acompañado de modo complementario con la de celebrar la Eucaristía, escuchando la Palabra de Dios, cantando, acercándose juntos a la mesa del Pan de vida. Comunión y contemplación no se pueden separar, van juntas. Para comulgar verdaderamente con otra persona debo conocerla, saber estar en silencio cerca de ella, escucharla, mirarla con amor. El verdadero amor y la verdadera amistad viven siempre de esta reciprocidad de miradas, de silencios intensos, elocuentes, llenos de respeto y veneración, de manera que el encuentro se viva profundamente, de modo personal y no superficial. Y lamentablemente, si falta esta dimensión, incluso la Comunión sacramental puede llegar a ser, por nuestra parte, un gesto superficial. En cambio, en la verdadera comunión, preparada por el coloquio de la oración y de la vida, podemos decir al Señor palabras de confianza, como las que han resonado hace poco en el Salmo responsorial: «Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza invocando el nombre del Señor» (Sal 115, 16-17).
Ahora quiero pasar brevemente al segundo aspecto: la sacralidad de la Eucaristía. También aquí, en el pasado reciente, de alguna manera se ha malentendido el mensaje auténtico de la Sagrada Escritura. La novedad cristiana respecto al culto ha sufrido la influencia de cierta mentalidad laicista de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Es verdad, y sigue siendo siempre válido, que el centro del culto ya no está en los ritos y en los sacrificios antiguos, sino en Cristo mismo, en su persona, en su vida, en su misterio pascual. Y, sin embargo, de esta novedad fundamental no se debe concluir que lo sagrado ya no exista, sino que ha encontrado su cumplimiento en Jesucristo, Amor divino encarnado. La Carta a los Hebreos, que hemos escuchado esta tarde en la segunda lectura, nos habla precisamente de la novedad del sacerdocio de Cristo, «sumo sacerdote de los bienes definitivos» (Hb 9, 11), pero no dice que el sacerdocio se haya acabado. Cristo «es mediador de una alianza nueva» (Hb 9, 15), establecida en su sangre, que purifica «nuestra conciencia de las obras muertas» (Hb 9, 14). Él no ha abolido lo sagrado, sino que lo ha llevado a cumplimiento, inaugurando un nuevo culto, que sí es plenamente espiritual pero que, sin embargo, mientras estamos en camino en el tiempo, se sirve todavía de signos y ritos, que sólo desaparecerán al final, en la Jerusalén celestial, donde ya no habrá ningún templo (cf. Ap 21, 22). Gracias a Cristo, la sacralidad es más verdadera, más intensa, y, como sucede con los mandamientos, también más exigente. No basta la observancia ritual, sino que se requiere la purificación del corazón y la implicación de la vida.
Me complace subrayar también que lo sagrado tiene una función educativa, y su desaparición empobrece inevitablemente la cultura, en especial la formación de las nuevas generaciones. Si, por ejemplo, en nombre de una fe secularizada y no necesitada ya de signos sacros, fuera abolida esta procesión ciudadana del Corpus Christi, el perfil espiritual de Roma resultaría «aplanado», y nuestra conciencia personal y comunitaria quedaría debilitada. O pensemos en una madre y un padre que, en nombre de una fe desacralizada, privaran a sus hijos de toda ritualidad religiosa: en realidad acabarían por dejar campo libre a los numerosos sucedáneos presentes en la sociedad de consumo, a otros ritos y otros signos, que más fácilmente podrían convertirse en ídolos. Dios, nuestro Padre, no obró así con la humanidad: envió a su Hijo al mundo no para abolir, sino para dar cumplimiento también a lo sagrado. En el culmen de esta misión, en la última Cena, Jesús instituyó el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, el Memorial de su Sacrificio pascual. Actuando de este modo se puso a sí mismo en el lugar de los sacrificios antiguos, pero lo hizo dentro de un rito, que mandó a los Apóstoles perpetuar, como signo supremo de lo Sagrado verdadero, que es él mismo. Con esta fe, queridos hermanos y hermanas, celebramos hoy y cada día el Misterio eucarístico y lo adoramos como centro de nuestra vida y corazón del mundo. Amén.
Santo Padre emérito Benedicto XVI: Solemnidad del Corpus Christi
Homilía del jueves, 7 de junio de 2012
Propósito
Ojalá que, a partir de ahora, vivamos con mayor conciencia, fe, amor y gratitud cada Santa Misa y acudamos con más frecuencia a visitar a Jesucristo en el Sagrario, con una profunda actitud de adoración y veneración. Y, si de verdad lo amamos, hagamos que nuestro amor a El se convierta en obras de caridad y de auténtica vida cristiana. Sólo así seremos un verdadero testimonio de Cristo ante el mundo.
Diálogo con Cristo
Jesús, gracias por quedarte en la Eucaristía, eres quien me reconforta cuando caigo en el camino, quien me ayuda a quitar los obstáculos y las asperezas que me quieren alejar del camino a la santidad. Ayúdame a nunca «acostumbrarme» a este milagro de amor.
* * *
Evangelio del día en «Catholic.net»
Evangelio del día en «Evangelio del día»
Evangelio del día en «Orden de Predicadores»
Evangelio del día en «Evangeli.net»
* * *
por Primeros cristianos | 11 Jun, 2025 | Confirmación, Confirmación Vida de los Santos
Los apóstoles impusieron al levita José el sobrenombre Bernabé, que significa «hijo de consolación». Su espíritu conciliador y su simpatía de «hombre bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe» (Act 11, 24) inspiraron ese sobrenombre.
Algunos autores, como Clemente Alejandrino y Eusebio de Cesarea, suponen que San Bernabé fue uno de los 72 discípulos de los que habla el Evangelio. En cualquier caso, Bernabé aparece en la Iglesia primitiva como una figura relevante que, sin pertenecer al grupo de los Doce, merece, al lado de San Pablo, el título de Apóstol. Su vocación al apostolado fue anterior al episodio de la imposición de manos en Antioquía, antes de partir para la misión de Chipre; Bernabé había venido de la Iglesia de Jerusalén, donde ya era una personalidad destacada. Toda su actuación lleva la impronta de la dignidad apostólica. Fue Bernabé quien tomó consigo a San Pablo, lo condujo a los apóstoles y les refirió cómo en el camino había visto al Señor, y cómo en Damasco había predicado intrépidamente en el nombre de Jesús. Bernabé buscó a Pablo en Tarso para trabajar juntos durante todo un año en la organización de la comunidad de Antioquía, a la que comenzaban a afluir los griegos o gentiles, y en la que los discípulos empezaron a llamarse «cristianos». Ambos apóstoles subieron a Jerusalén para llevar socorros a los hermanos de la Iglesia madre, víctimas del hambre, regresando a Antioquía, «cumplido su ministerio», trayendo consigo a Juan Marcos. Bernabé había de hacer de guía, por expresa intervención del Espíritu Santo, en una celebración litúrgica, para que el Apóstol de las gentes comenzara la misión que Cristo le había confiado, y que tenía por primer objetivo la isla de Chipre.
Los misioneros comenzaron a predicar en Salamina. Les acompañaba como auxiliar Juan Marcos, sobrino o primo de Bernabé. Comenzaron a predicar en las sinagogas, llevando Bernabé la dirección. Pero ya en Pafos, Saulo tomó la iniciativa y la palabra, y castigó con la ceguera al mago Barjesús. Terminada la misión en Chipre, los apóstoles navegaron hasta Perge de Panfilia, donde Marcos los abandonó, regresando a Jerusalén. Después de evangelizar también Derbe, regresaron a Antioquía de Siria, recorriendo en sentido inverso las regiones y ciudades evangelizadas.
Siguieron después unidos para hacer frente a los judaizantes, que querían imponer a los paganos convertidos la ley mosaica, en Antioquía y en el concilio de Jerusalén, permaneciendo luego en Antioquía «enseñando y anunciando con otros muchos la palabra de Dios». Pero cuando Pablo propuso a Bernabé volver a visitar las comunidades establecidas en la primera misión, surgió entre ambos apóstoles una disensión, seguramente providencial, que señala el término del ministerio apostólico de Bernabé conocido con seguridad. «Quería Bernabé llevar consigo también a Juan, llamado Marcos. Pablo, en cambio, no juzgaba conveniente llevar consigo a quien se había separado de ellos desde Panfilia y no les había acompañado en la empresa. La disensión llegó al extremo de separarse el uno del otro, y Bernabé, tomando consigo a Marcos, se embarcó hacia Chipre» (Act. 15, 36-39). Aunque ignoramos el resultado de esta segunda misión, parece que Bernabé colaboró con Pablo también en Corinto.
Según los Hechos y martirio de San Bernabé apóstol, obra de Juan Marcos y compuestos en Chipre en el siglo V, Bernabé coronó su segunda misión en Chipre, siendo pronto lapidado y quemado vivo por los judíos en Salamina, hacia el año 63. Su cuerpo fue hallado en el 458 d.C., llevando en el pecho el evangelio de San Mateo, que, junto con las piedras de la lapidación, constituyen los atributos de su iconografía.
* * *
Artículo original: ¿Sabes quién era San Bernabé? – Su fiesta se celebra el 11 de junio
por Catequesis en Familia | 8 Jun, 2025 | La Biblia
Juan 20, 19-23. Solemnidad de Pentecostés. ¿Estoy abierto a la novedad del Espíritu Santo? ¿Me dejo guiar por el Espíritu Santo? ¿Permito que el Espíritu Santo me conduzca a la misión que Dios me tiene encomendada?
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 2, 1-11
Salmo: Sal 104(103), 1ab.24ac.29bc-30.31.34
Segunda lectura: Carta I de San Pablo a los Corintios, 1 Cor 12, 3b-7.12-13
Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.
Petición
Espíritu Santo, Espíritu de Gozo, otórgame la santa alegría, propia de los que viven en tu gracia.
Meditación del Santo Padre Francisco
Queridos hermanos y hermanas:
En este día, contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.
Pero, ¿qué sucedió en aquel día tan lejano a nosotros, y sin embargo, tan cercano, que llega adentro de nuestro corazón? San Lucas nos da la respuesta en el texto de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado (2,1-11). El evangelista nos lleva hasta Jerusalén, al piso superior de la casa donde están reunidos los Apóstoles. El primer elemento que nos llama la atención es el estruendo que de repente vino del cielo, «como de viento que sopla fuertemente», y llenó toda la casa; luego, las «lenguas como llamaradas», que se dividían y se posaban encima de cada uno de los Apóstoles. Estruendo y lenguas de fuego son signos claros y concretos que tocan a los Apóstoles, no sólo exteriormente, sino también en su interior: en su mente y en su corazón. Como consecuencia, «se llenaron todos de Espíritu Santo», que desencadenó su fuerza irresistible, con resultados llamativos: «Empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse». Asistimos, entonces, a una situación totalmente sorprendente: una multitud se congrega y queda admirada porque cada uno oye hablar a los Apóstoles en su propia lengua. Todos experimentan algo nuevo, que nunca había sucedido: «Los oímos hablar en nuestra lengua nativa». ¿Y de qué hablaban? «De las grandezas de Dios».
A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles, deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión.
1. La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios. Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos. Pero, en toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela, aparece su novedad —Dios ofrece siempre novedad—, trasforma y pide confianza total en Él: Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad; los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio. No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien. Preguntémonos hoy: ¿Estamos abiertos a las «sorpresas de Dios»? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta? Nos hará bien hacernos estas preguntas durante toda la jornada.
2. Una segunda idea: el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía. En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Un Padre de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: el Espíritu Santo «ipse harmonia est». Él es precisamente la armonía. Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división; y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Si, por el contrario, nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan conflicto, porque Él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia. Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los Pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son muy peligrosos. Cuando nos aventuramos a ir más allá (proagon) de la doctrina y de la Comunidad eclesial – dice el Apóstol Juan en la segunda lectura – y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo (cf. 2 Jn v. 9). Así, pues, preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?
3. El último punto. Los teólogos antiguos decían: el alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar; la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu. Sin su fuerza, sin su gracia, no iríamos adelante. El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo. El Espíritu Santo es el alma de la misión. Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar. El Pentecostés del cenáculo de Jerusalén es el inicio, un inicio que se prolonga. El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus Apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio, dice: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros» (Jn 14,16). Es el Espíritu Paráclito, el «Consolador», que da el valor para recorrer los caminos del mundo llevando el Evangelio. El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo. Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión. Recordemos hoy estas tres palabras: novedad, armonía, misión.
La liturgia de hoy es una gran oración, que la Iglesia con Jesús eleva al Padre, para que renueve la efusión del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros, cada grupo, cada movimiento, en la armonía de la Iglesia, se dirija al Padre para pedirle este don. También hoy, como en su nacimiento, junto con María, la Iglesia invoca: «Veni Sancte Spiritus! – Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». Amén.
Santo Padre Francisco: Solemnidad de Pentecostés
Homilía del domingo, 19 de mayo de 2013
Oración al Espíritu Santo para pedir sus dones
¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas.
Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana.
Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la salvación.
Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.
Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.
Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.
Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor.
Amén.
Propósito
Dedicar diez minutos a meditar el siguiente texto del Catecismo de la Iglesia Católica:
Cristo es el verdadero Templo de Dios, «el lugar donde reside su gloria»; por la gracia de Dios los cristianos son también templos del Espíritu Santo, piedras vivas con las que se construye la Iglesia.
Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 1197
Diálogo con Cristo (Oración de Consagración de la familia al Espíritu Santo)
¡Oh Dios Espíritu Santo! Postrados ante tu divina majestad, venimos a consagrarnos a Ti con todo lo que somos y tenemos.
Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del Hijo hemos sido redimidos, y por tu inefable amor has venido a nuestras almas para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.
Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, pera que viviéramos una vida íntegramente cristiana.
Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de confusión y de dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el trabajo concédenos tu fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos mueva un temor santo y filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.
Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida santa en tu presencia.
Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te pedimos la gracia que después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por los siglos de los siglos.
Así sea.
Amén.
* * *
Evangelio en Catholic.net
Evangelio en Evangelio del día
por Salvador Nuño | Catholic.net | 4 Jun, 2025 | La Biblia
Juan 17, 11-19. Miércoles de la 7.ª semana de Pascua. ¡Cuánto necesita el mundo en estos días de la unidad en la oración! No hay unidad donde no hay amor, no hay unidad donde no está Dios.
En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad».
Oración introductoria
Señor, gracias por este tiempo que puedo dedicar a la oración. Aunque no soy del mundo, las cosas pasajeras ejercen una fuerte atracción, pero creo y espero en Ti, porque eres fiel a tus promesas, por eso te pido la gracia de que me reveles la verdad sobre mi vida en esta oración.
Petición
Señor, concédeme no tener en la vida otra tarea, otra ocupación, otra ilusión que ser santificado en la verdad.
Meditación del Papa emérito
Sabemos que al final -como vio claramente san Ignacio de Loyola- el único patrón verdadero con el cual se puede medir toda realidad humana es la Cruz y su mensaje de amor inmerecido que triunfa sobre el mal, el pecado y la muerte, que crea vida nueva y alegría perpetua. La Cruz revela que únicamente nos encontramos a nosotros mismos cuando entregamos nuestras vidas, acogemos el amor de Dios como don gratuito y actuamos para llevar a todo hombre y mujer a la belleza del amor y a la luz de la verdad que salvan al mundo.
En esta verdad -el misterio de la fe- es en la que hemos sido consagrados, y en esta verdad es en la que estamos llamados a crecer, con la ayuda de la gracia de Dios, en fidelidad cotidiana a su palabra, en la comunión vivificante de la Iglesia. Y, sin embargo, qué difícil es este camino de consagración. Exige una continua conversión, un morir sacrificial a sí mismos que es la condición para pertenecer plenamente a Dios, una transformación de la mente y del corazón que conduce a la verdadera libertad y a una nueva amplitud de miras.
Benedicto XVI, 19 de julio de 2008.
Reflexión
¡Qué intimidad tan profunda revelan las palabras de Jesús para con su Padre! Son las últimas palabras, la oración que da comienzo a su pasión.
San Juan nos hace participes de la visión de su corazón, que se dirige a su Padre en la cena de despedida: su petición la hace por los suyos, sus discípulos, los continuadores de su misión: Padre mío: que sean uno, como tú y yo.
¡Qué unidad más fuerte, más compacta puede haber, como la de la Trinidad: identificación de divinidad, de voluntad, unión en el Amor!
Ut Unum sint. ¡Cuánto necesita el mundo en estos días de esta unidad!
No hay unidad donde no hay amor, no hay unidad donde no está Dios. Cuánta guerra, cuánto odio, cuánta incomprensión, cuánto rencor, aun en la tierra donde vivió el príncipe de la paz, donde Dios encarnado dirigió a su Padre este deseo: presérvalos del mal.
Este mensaje proclamado por Cristo es el que los apóstoles han transmitido al mundo.
Ellos son los testimonios de la verdad, de la paz, del perdón; la paz que el mundo NO TIENE, ni puede dar; más aún los ha odiado porque no son del mundo.
A nosotros los cristianos nos corresponde ser continuadores de esa misión: de hacer vida el nombre que llevamos: Cristianos, seguidores de Cristo, otros cristos, constructores, príncipes de la paz.
Propósito
Hacer un examen de conciencia para ver cómo puedo dar mayor gloria a Dios con los dones que me ha dado.
Diálogo con Cristo
Señor, dejo en tus manos mis preocupaciones. Ayúdame a confiar en tu providencia, para que la revisión de mis actitudes y comportamiento, me ayude a vivir lo que creo. Sé que Tú estás conmigo, pero frecuentemente se me dificulta compartir mi fe con los demás. Dame la fortaleza para hablar de Ti y de tu amor, especialmente a mi familia.
por Editorial Casals | 2 Jun, 2025 | Despertar religioso Cancionero
El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar y comunicarse con Dios.
El canto ocupa un lugar destacadísimo en la oración infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. El canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.
El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión “mágica” de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los chicos que «cantar con todo el cuerpo»; es decir, hacer una sola cosa del gesto, la canción y la oración.
Orar a través del canto
Luis M. Benavides
* * *
Canción «Jesús me espera en el altar»
* * *
Canción «Jesús me espera en el altar»
Jesús me espera en el altar,
hoy es domingo ¡qué felicidad!
Todos unidos venimos a adorar
a Jesús que en la Eucaristía está.
La misa ya va a comenzar,
Jesús me espera en el altar. (estribillo)
La misa, ya va a comenzar,
mi corazón en fiesta cantará
y la alabanza de mi alma surgirá
pues su Palabra es vida y es verdad.
La misa ya va a comenzar,
Jesús me espera en el altar. (estribillo)
La Eucaristía es ese pan de vida,
que nos anima a amarnos más y más.
Buscando como hermanos la unidad,
Jesús es nuestra fuerza al caminar.
La misa ya va a comenzar,
Jesús me espera en el altar. (estribillo)
Yo ya deseo que llegue este momento,
de recibirte en mi corazón,
y darte gracias por el inmenso don,
que es tu muerte y tu resurrección.
La misa ya va a comenzar,
Jesús me espera en el altar. (estribillo)
* * *
Canción «Jesús me espera en el altar»: partitura
* * *
* * *
Cantar es propio del que ama… Cantar es orar dos veces.
San Agustín
* * *
Página 1 de 20812345...102030...»Última »