Parábola del fariseo y el publicano

Parábola del fariseo y el publicano

Presentamos el capítulo de Mi casita sobre la Roca en el que se aborda la parábola del fariseo y el publicano. Las canciones, marionetas y personajes hacen de este un material idóneo para niños en sus primeros pasos de iniciación cristiana y en la preparación de su Primera Comunión.

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Parábola del fariseo y el publicano


Texto  de la parábola en Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: «¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.» En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!» Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.

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Santa Teresa de Jesús: maestra de oración. Poemas líricos de Santa Teresa

Santa Teresa de Jesús: maestra de oración. Poemas líricos de Santa Teresa

Siempre tan dispuesta para la Verdad, el Bien, el Amor y el heroísmo, a través de años de intensa lucha para comunicarse con el Señor, es y será siempre: Maestra de oración.

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Aficionado era su padre a leer buenos libros, y así los tenía para que los leyesen sus hijos. Especial interés puso su madre en que sus hijos numerosos rezasen y fueran devotos de la Virgen. Seis años de Teresa. Asimila rápido e intensamente. Ejemplo de toda virtud halla en sus padres. Y todos sus hermanos, personas de calidad. Es decir, nos encontramos en una excelente cantera familiar.

Cuando en el corazón del hogar se lee, Teresa escucha con avidez. Niña y todo, tiene ya un alma profunda con un instinto divino insobornable. Lo capta todo. Y, comunicativa como es, contagia, sobre todo a los hombres. Su hermano Rodrigo, siete años, manejado por ella, lee con ella vidas de santos. Y se escapan a tierras de moros para que los descabezasen por Cristo.

Como esta hazaña fue interceptada , se conformó con que los dos serían ermitaños. En consecuencia, construían ermitas en el huerto, jugando con creatividad y audacia y eficacia. Y repetían un “mantra” interesante: “para siempre, siempre, siempre”. La eternidad va a pesar mucho en su vida.

Las gestas y heroísmos de los santos, leídos en el hogar, al calor del fuego, releídos después en atmósfera fraterna y amorosa, calaron hondo en aquella tierra, tan dispuesta para la Verdad, el Bien, el Amor y el heroísmo. Ese es el hontanar prometedor de la Maestra de oración. Cuando sea mayor, los hombres de Iglesia no se lo pondrán muy fácil para que pueda realizar sus impulsos, responder a sus llamadas, consumar sus ideales.

Teólogos unilaterales , para quienes el ejercicio del intelecto es el supremo acto humano y religioso, como Melchor Cano, profesor de prima en la Universidad de Salamanca, escribirán que “si quien se da a la oración, Dios le da noticia del cielo y de la tierra y prudencia para obrar, cerremos los libros, mueran los estudios, y démonos todos a la oración». Desgraciadamente muchas cátedras ocupadas lo fueron por sabiduría, sensatez, valores humanos y divinos, magnanimidad y tolerancia. Mucho ha habido de amaño, arribismo, de hombre ascendido porque supo encontrar la clave del sistema, y también porque la astucia otorgadas por la naturaleza a quienes no proveyó de derecha, como un medio de sobrevivir. ¡Y, qué sobrevivir a veces, que colapsó el pálpito devino de genios que quedaron estériles! “No hay hombre sin hombre”, escribió Benavente en “Los intereses creados”, y ese es el leiv-motiv de la comedia, tan real y repetido. Lo del “carnet del partido” sólo es sombra de la verdad tan actual y de siempre y también siempre causa de descenso degenerativo.

Si Jesús no le hubiera dado a Teresa “libro vivo”, no hubiera sido la que fue, y la Maestra, Doctora de la Iglesia, de una Iglesia que le cortó el paso, que le segó la hierba bajo sus pies por obra, esta vez, del Inquisidor Valdés, Arzobispo de Sevilla, que prohibió la lectura de todos los libros de autores que hoy están en los altares, como los de San Francisco de Borja y San Pedro de Alcántara, y de otros que no lo están pero sí estuvieron en la cárcel, como el Arzobispo de Toledo, Bartolomé Carranza, ya que toda la teología de aquél y su saber de Dios, se encerraba en esta frase que escribió despreciando las obras de Fray Luís de Granada: “La contemplación para mujeres de carpinteros”. Y en parte tenía razón, porque María, la gran mujer contemplativa, era mujer del carpintero.

La contemplación, como inicio de la oración mística, siempre ha sido motivo de escándalo, precisamente porque todo lo que se sale de lo ordinario y normal, lo causa. Pero no se piensa que la Iglesia nació mística. ¿Qué otra cosa fue Pentecostés? Tras los Hechos de los Apóstoles, con el recuerdo del Esposo vivo todavía, la comunidad paleocristiana vivió con intensidad enamorada la fe, y se valoró la oración por encima de todas las actividades y de todos los ministerios. Quedaba aún la Tradición de los Apóstoles que habían decidido abandonar la administración temporal, para dedicarse en plenitud “a la oración y al ministerio de la palabra” (He 6,4).

Y con la oración florecen los dones del Espíritu Santo, cuyo ejercicio precisamente constituye la oración mística, en la que la persona no es movida por virtudes que exigen esfuerzo humano, sino por fuerzas divinas, que por eso se llaman místicas, es decir mistéricas, es decir que llegan del misterio. Vinieron después los Padres y cuando falló su predicación, se sucedieron unos siglos de decadencia.

En los siglos XII y XIII se retornó a la oración, y retornó de nuevo la decadencia de los siglos XIV y XV. Después de esta larga noche y oscura, comienza de nuevo a despuntar la aurora en el siglo XVI, que es el de Teresa, que tuvo que enfrentarse aún con reductos de los siglos anteriores, como he señalado antes. Es el momento en que Jesús le da a Teresa “libro vivo”. La vocación a la santidad de todos los cristianos, pues, no nace en el primer tercio del siglo XX, sino que nace con la Iglesia, aunque tras el paso de varias vicisitudes el Espíritu ha suscitado apóstoles como el Padre Arintero y a Garrigou Lagrange, su continuador, para quienes la santidad pasa por la mística y es llamada universal, como ha proclamado el Vaticano II. Es natural que si hoy nos basamos en la inspiración paupérrima de libritos de cuarta o quinta división serviremos hamburguesas, pero no manjares sólidos, que sólo promueven una vida lánguida pasota y rutinaria. Es necesario volver a los maestros acreditados, a los guías nativos: a los místicos.

A Santa Teresa. Teresa es maestra y ¡qué Maestra! A la lengua se nota a quienes se formaron en su escuela. ¡Qué anchura! Los forja como águilas. Y también se ve a la legua la superficialidad humana y cristiana de los que ni la saludaron por el camino. Son los que se entretiene en cazar lagartijas cuando hay tanto espacio para volar. Entre tanto el pueblo de Dios, casi todito, desorientado, envejecido, esclerotizado, enervado, vegeta en el raquitismo átono y aferrado a la costumbre rutinaria y ramplona. “Donde no hay amor, pon amor y cosecharás amor”.

Esta es la doctrina magistral de los hombres de Dios, de los auténticos hombres. Pero ¿no salió Diógenes a buscar uno con un candil? El pueblo se muere de hambre. Y no es porque no nos reunimos y hablamos y hablamos y hablamos…Es que no se va a la raiz. Cuando Jesús venga no nos encontrará unidos; nos encontrará “reunidos”. Estos días los medios nos decían de una madre italiana que se había expuesto a morir de cáncer si seguía el embarazo. He oido decir a algunas madres que estaban dispuestas a dar la vida por un hijo. Y ¿qué otra cosa nos dice el Concilio que “la Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto materno, con el que es necesario que estén animados todos los que en la misión apostólica de la Iglesia cooperan para regenerar a los hombres” (LG VIII, 65). El Cura de Ars decía a sus feligreses: «todavía no he dado la sangre por vosotros”.

Mientras no lleguemos a gozar de ese espíritu, poco podemos esperar. El pueblo vive en una mediocridad que no hay quien la pare. Teresa la puede parar. Tiene mucho que enseñarnos y tenemos mucho que aprender.

Periódico ecuménico cubano. Miami, Florida, octubre de 2007

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Poesías de santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia

Mi Amado para mí

Ya toda me entregué y diTeresaAvila

Y de tal suerte he trocado

Que mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.


Cuando el dulce Cazador

Me tiró y dejó herida

En los brazos del amor

Mi alma quedó rendida,

Y cobrando nueva vida

De tal manera he trocado

Que mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.


Hirióme con una flecha

Enherbolada de amor

Y mi alma quedó hecha

Una con su Criador;

Ya yo no quiero otro amor,

Pues a mi Dios me he entregado,

Y mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.


Muero porque no muero


Vivo sin vivir en mí

Y tan alta vida espero

Que muero porque no muero.


Vivo ya fuera de mí

Después que muero de amor,

Porque vivo en el Señor

Que me quiso para Sí.

Cuando el corazón le di

Puso en él este letrero:

Que muero porque no muero.


Esta divina prisión

Del amor con que yo vivo

Ha hecho a Dios mi cautivo

Y libre mi corazón;

Y causa en mí tal pasión

Ver a Dios mi prisionero,

Que muero porque no muero.


¡Ay, que larga es esta vida,

Qué duros estos destierros,

Esta cárcel y estos hierros

En que el alma esta metida!

Sólo esperar la salida

Me causa dolor tan fiero,

Que muero porque no muero.


iAy, que vida tan amarga

Do no se goza el Señor!

Porque si es dulce el amor,

No lo es la esperanza larga:

Quíteme Dios esta carga

Más pesada que el acero,

Que muero porque no muero.


Sólo con la confianza

Vivo de que he de morir,

Porque muriendo el vivir

Me asegura mi esperanza.

Muerte do el vivir se alcanza,

No te tardes, que te espero,

Que muero porque no muero.


Mira que el amor es fuerte;

Vida, no me seas molesta,

Mira que sólo te resta,

Para ganarte, perderte;

Venga ya la dulce muerte,

Venga el morir muy ligero,

Que muero porque no muero.


Aquella vida de arriba,

Que es la vida verdadera,

Hasta que esta vida muera

No se goza estando viva.

Muerte, no seas esquiva;

Viva muriendo primero,

Que muero porque no muero.


Vida, ¿qué puedo yo darle

A mi Dios que vive en mí,

Si no es perderte a ti

Para mejor a Él gozarle?

Quiero muriendo alcanzarle,

Pues a Él solo es al que quiero.

Que muero porque no muero.


Búscate en mí


Alma, buscarte has en Mí,

Y a Mí buscarme has en ti.

De tal suerte pudo amor,

Alma, en Mí te retratar,

Que ningún sabio pintor

Supiera con tal primor

Tal imagen estampar.


Fuiste por amor criada

Hermosa, bella, y ansí

En mis entrañas pintada,

Si te pierdes, mi amada,

Alma, buscarte has en Mí.


Que Yo sé que te hallarás

En mi pecho retratada

Y tan al vivo sacada,

Que si te ves te holgarás

Viéndote tan bien pintada.


Y si acaso no supieres

Donde me hallarás a Mí,

No andes de aquí para allí,

Sino, si hallarme quisieres

A Mí, buscarme has en ti.


Porque tú eres mi aposento,

Eres mi casa y morada,

Y ansí llamo en cualquier tiempo,

Si hallo en tu pensamiento

Estar la puerta cerrada.


Fuera de ti no hay buscarme,

Porque para hallarme a Mí,

Bastará solo llamarme,

Que a ti iré sin tardarme

Y a Mí buscarme has en ti.


Vuestra soy


Vuestra soy, para Vos nací,

¿Qué mandáis hacer de mí?


Soberana Majestad,

Eterna sabiduría,

Bondad buena al alma mía,

Dios, alteza, un ser, bondad,

La gran vileza mirad

Que hoy os canta amor ansí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Vuestra soy, pues me criastes;

Vuestra, pues me redimistes;

Vuestra, pues que me sufristes;

Vuestra, pues que me llamastes;

Vuestra, pues me conservastes;

Vuestra, pues no me perdí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


¿Que mandáis, pues, buen Señor,

Que haga tan vil criado?

¿Cuál oficio le havéis dado

A este esclavo pecador?

Veisme aquí, mi dulce Amor,

Amor dulce, veisme aquí,

¿Qué mandáis hacer de mí?


Veis aquí mi corazón,

Yo le pongo en vuestra palma

Mi cuerpo, mi vida y alma,

Mis entrañas y afición;

Dulce Esposo y redención,

Pues por vuestra me ofrecí

¿Qué mandáis hacer de mí?


Dadme muerte, dadme vida:

Dad salud o enfermedad,

Honra o deshonra me dad,

Dadme guerra o paz cumplida,

Flaqueza o fuerza a mi vida,

Que a todo digo que sí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Dadme riqueza o pobreza,

Dadme consuelo o desconsuelo,

Dadme alegría o tristeza,

Dadme infierno o dadme cielo,

Vida dulce, sol sin velo,

Pues del todo me rendí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Si queréis, dadme oración,

Si no, dadme sequedad,

Si abundancia y devoción,

Y si no esterilidad.

Soberana Majestad,

Sólo hallo paz aquí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Dadme, pues, sabiduría,

O por amor ignorancia.

Dadme años de abundancia

O de hambre y carestía,

Dad tiniebla o claro día,

Revolvedme aquí o allí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Si queréis que este holgando,

Quiero por amor holgar,

Si me mandáis trabajar,

Morir quiero trabajando.

Decid, dónde, cómo y cuándo.

Decid, dulce Amor, decid.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Dadme Calvario o Tabor,

Desierto o tierra abundosa,

Sea Job en el dolor,

O Juan que al pecho reposa;

Sea viña fructuosa

O estéril, si cumple ansí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Sea Josef puesto en cadenas

O de Egipto Adelantado,

O David sufriendo penas,

O ya David encumbrado.

Sea Jonás anegado,

O libertado de allí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Esté callando o hablando,

Haga fruto o no le haga,

Muéstreme la Ley mi llaga,

Goce de Evangelio blando,

Esté penando o gozando,

Sólo Vos en mí vivid.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Vuestra soy, para Vos nací,

¿Qué mandáis hacer de mí?


Hermosura de Dios


¡Oh, Hermosura que excedéis

a todas las hermosuras!

Sin herir dolor hacéis,

Y sin dolor deshacéis

El amor de las criaturas.


¡Oh, ñudo que así juntáis

Dos cosas tan desiguales!

No sé por qué os desatáis,

Pues atado fuerza dais

A tener por bien los males.


Juntáis quien no tiene ser

Con el Ser que no se acaba:

Sin acabar acabáis,

Sin tener que amar amáis,

Engrandecéis vuestra nada.


Ayes del destierro


¡Cuán triste es, Dios mío;

La vida sin ti!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Carrera muy larga

Es la de este suelo,

Morada penosa,

Muy duro destierro.

¡Oh dueño adorado,

Sácame de aquí!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Lúgubre es la vida,

Amarga en estremo;

Que no vive el alma

Que está de ti lejos.

¡Oh dulce bien mío,

Que soy infeliz!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


iOh muerte benigna,

Socorre mis penas!

Tus golpes son dulces,

Que el alma libertan.

iQue dicha, oh mi amado,

Estar junto a Ti!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


El amor mundano

Apega a esta vida;

El amor divino

Por la otra suspira.

Sin ti, Dios eterno,

¿Quien puede vivir?

Ansiosa de verte

Deseo morir.


La vida terrena

Es continuo duelo;

Vida verdadera

La hay sólo en el cielo.

Permite, Dios mío,

Que viva yo allí.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


¿Quién es el que teme

La muerte del cuerpo,

Si con ella logra

Un placer inmenso?

¡Oh, sí, el de amarte,

Dios mío, sin fin!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Mi alma afligida

Gime y desfallece.

iAy! ¿Quién de su amado

Puede estar ausente?

Acabe ya, acabe

Aqueste sufrir.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


El barbo cogido

En doloso anzuelo

Encuentra en la muerte

El fin del tormento.

iAy!, también yo sufro,

Bien mío, sin ti.

Y Ansiosa de verte

Deseo morir.


En vano mi alma

Te busca, ioh mi dueño!;

Tu siempre invisible

No alivias su anhelo.

iAy!, esto la inflama

Hasta prorrumpir:

Ansiosa de verte

Deseo morir.


iAy!, cuando te dignas

Entrar en mí pecho,

Dios mío, al instante

El perderte temo.

Tal pena me aflige

Y me hace decir:

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Haz, Señor, que acabe

Tan larga agonía,

Socorre a tu sierva

Que por ti suspira.

Rompe aquestos hierros

Y sea feliz.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Mas no, dueño amado,

Que es justo padezca;

Que expíe mis yerros,

Mis culpas inmensas.

iAy!, logren mis lágrimas

Te dignes oír

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Loas a la Cruz


Cruz, descanso sabroso de mi vida,

Vos seáis la bienvenida.


iOh, bandera, en cuyo amparo

El más flaco será fuerte!

iOh, vida de nuestra muerte,

Que bien la has resucitado!

Al león has amansado,

Pues por ti perdió la vida.

Vos seáis la bienvenida.


Quien no os ama está cautivo

Y ajeno de libertad;

Quien a vos quiere allegar

No tendrá en nada desvío.

iOh dichoso poderío

Donde el mal no halla cabida!

Vos seáis la bienvenida.


Vos fuisteis la libertad

De nuestro gran cautiverio;

Por vos se reparó mi mal

Con tan costoso remedio,

Para con Dios fuiste medio

De alegría conseguida.

Vos seáis la bienvenida.


La Cruz


En la cruz esta la vida

Y el consuelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


En la cruz esta el Señor

De cielo y tierra

Y el gozar de mucha paz,

Aunque haya guerra,

Todos los males destierra

En este suelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


De la cruz dice la Esposa

A su Querido

Que es una palma preciosa

Donde ha subido,

Y su fruto le ha sabido

A Dios del cielo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


Es una oliva preciosa

La santa cruz,

Que con su aceite nos unta

Y nos da luz.

Toma, alma mía, la cruz

Con gran consuelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


Es la cruz el árbol verde

Y deseado

De la Esposa que a su sombra

Se ha sentado

Para gozar de su Amado,

El Rey del cielo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


El alma que a Dios está

Toda rendida,

Y muy de veras del mundo

Desasida

La cruz le es árbol de vida

Y de consuelo,

Y un camino deleitoso

Para el cielo.


Después que se puso en cruz

El Salvador,

En la cruz esta la gloria

Y el honor,

Y en el padecer dolor

Vida y consuelo,

Y el camino más seguro

Para el cielo.

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La oración en familia IV: A partir del andar independiente

La oración en familia IV: A partir del andar independiente

La oración con el niño, la oración del niño.

A lo largo de este último período que hemos analizado, las posibilidades de oración del niño han ido creciendo, conjuntamente con el desarrollo del lenguaje y la toma de conciencia progresiva de su personalidad. Los adultos juegan un papel todavía más importante, en cuanto el niño es, cada vez más, capaz de Dios.

Los adultos son mucho más aptos de lo que creen para reestablecer una vida de relación con Dios a partir de las experiencias en torno a sus propios hijos. Es cierto que muchos no saben cómo rezar o qué palabras decir, pero como decíamos antes: a rezar se aprende rezando. ¡Tengan la plena confianza que el Espíritu les indicará qué decir o hacer! La oración siempre es una fuente de bendiciones para todos.

La tarea de los padres consistirá esencialmente en vivir ellos mismos su fe de la manera más sencilla y lógica posible, contagiando a sus hijos el amor por Dios y la necesidad de hablar con Él. Por lo tanto, es muy importante que los hijos participen en la oración de sus papás. Todos los demás adultos que rodean al niño (abuelos, tíos, padrinos, etc.) también pueden desempeñar un cometido mucho más profundo, en la medida en que ellos mismos entren en relación amorosa con el Señor.


Bases de la actividad orante del niño

Hasta los 3 años la vida de oración del niño, tanto individual como familiar, evoluciona con rapidez, apoyada en su desarrollo psicomotor.

La oración del cuerpo

El niño experimenta una necesidad vital de moverse, de utilizar todo su cuerpo en todo lo que hace. Por eso, los gestos, el ritmo, el baile, el canto han de formar la base idónea para su oración, primero por mimetismo con los adultos y luego de forma cada vez más espontánea, incluso solitaria: aplaudir, levantar las manos y ofrecer palmas abiertas, son gestos que dejan su impronta en el pequeño, así como la señal de la cruz (más adelante, en otras columnas analizaremos más detenidamente los gestos sagrados).

El desarrollo mental

La explosión del lenguaje al que asistimos ante un niño que acaba de aprender a andar solo, la alegría que demuestra al valerse de tantas palabras nuevas, es una ocasión privilegiada para ayudarle a orar. Cuando el niño es capaz de hacerse entender con palabras, su oración va cobrando más sentido.

Con todo, lo esencial sigue siendo su actitud interior más que la cantidad de oraciones que pueda aprender de memoria. La curiosidad, el espíritu de observación y la asociación de ideas son elementos favorables por demás en orden a la vida espiritual. Todo lo que para el niño sea motivo de admiración puede ser motivo de alabanza, de acción de gracias a Dios por todo lo que nos regala.

El desarrollo del lenguaje y la gran curiosidad del niño crean en él una necesidad imperiosa de preguntar por todo. Comienza la edad de los por qué. En todo momento, conviene ser realista y dar respuestas adecuadas a los niños; mostrando a Dios como fin último de las cosas creadas.


Diversas ocasiones para orar

a) A lo largo del día.

Tomando en cuenta los diferentes elementos que hemos evocado, ya descubrimos que las modalidades de la vida de oración a lo largo del día pueden ser múltiples. Lo importante no es ponerse a hablar de Dios en cada momento sino vivir en su presencia.

La oración ha pasado a ser una alabanza al Señor, una acción de gracias cotidiana ante las menudencias y, a la vez maravillas, de la vida. En el transcurso de la jornada puede aprovecharse para agradecer a Dios por lo maravilloso del mundo que nos rodea. Esta acción de gracias puede ir acompañada por cantos apropiados que entonen juntos chicos y grandes.

Pueden darse diferentes maneras de expresarse: a veces, será mediante una serie de invocaciones breves y alegres (primero por iniciativa del adulto y luego por contagio del niño). Hay infinidad de temas, pequeños y grandes, en torno a los cuales es posible hablar de Dios y de Jesús. Asimismo, todos los signos y gestos que puedan acompañar las palabras, reexpresarán la experiencia de fe. De esta manera cada jornada puede ser muy rica en ocasiones para orar.

b) La “liturgia familiar”.

El niño muestra deseos de participar de manera activa en la oración que congrega a su familia; querrá unírseles e imitarlos. El niño sólo comprende el sentido general de esa reunión, pero percibe intuitivamente el valor de la misma (por tal razón no debe ser excluido). Al margen de que la oración familiar sea algo organizado o se improvise, lo que al niño le agrada es que los padres recen con él, y no que le hagan rezar: se trata de una actividad en común, sin maestros ni “vigilantes”. Claro está que habrá que adaptarse a las necesidades de los niños pequeños. Insisto cuanto más intervenga el cuerpo y los sentidos en la oración, el niño más se sentirá “atrapado” en la misma.

Al mismo tiempo; hay que tener en cuenta el carácter del niño, su ritmo personal, sus características individuales y su personalidad. La participación del niño pequeño en la oración familiar deber ser breve, alegre y sentida. Si la oración familiar se prolonga el niño podrá marcharse libremente. Lo fundamental consiste en la libertad que se le deje al niño, en el detalle de respetar su deseo o su rechazo; con ello su participación en la oración no obtendrá más que beneficios. A Dios se le descubre en la libertad y en el amor; no en la moral, la obligación y la culpabilidad.

c) Las ceremonias litúrgicas.

Muy pronto el niño tendrá ocasión de asistir y hasta participar en ceremonias litúrgicas como la Misa u otras festividades religiosas importantes (Navidad, Pascua, Pentecostés, Santo Patrono, etc.). En la Misa habría que mantener el mismo principio que en una reunión familiar de cierta importancia. Los niños pequeños suelen estar presentes participando en lo que pueden, realizando otra actividad o simplemente jugando. Lo que hay que procurar es que la presencia de los niños en la Misa no perturbe en demasía el desarrollo de la celebración. Es aconsejable permitirle al niño que se sienta cómodo en la casa de Dios; por esa razón podría llevar alguno de sus juguetes, hojear libros, dibujar, etc.

Como esta actitud puede molestar a algunos, es preferible asistir a las Misas de Niños, donde todos ya saben que dicha Misa va ser más “bulliciosa” y “movida” por la presencia de los mismos. Estas misas pensadas y organizadas en función de los pequeños, suelen ser fuente de bendiciones para los adultos.

De esta manera, concluimos que la familia es un lugar privilegiado del encuentro entre los niños y Dios. Los padres son antes que nada, servidores y mediadores entre Dios y el pequeño que Él mismo les ha confiado. Dios actúa a través de ellos, en ellos y por ellos. Lo importante es dejarse llevar por Él de modo que esta etapa lleve a los niños a despertar al espíritu de oración, a una relación directa de los niños con “su” Dios.


«Dios ama nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones. La presencia invocada de Cristo a través de la oración en familia nos ayuda a superar los problemas, a sanar las heridas y abre caminos de esperanza. Muchos vacíos de hogar pueden ser atenuados por servicios que presta la comunidad eclesial, familia de familias.

»… De importancia para toda su vida es el ejemplo de oración de sus padres y abuelos, quienes tienen la misión de enseñar a sus hijos y nietos las primeras oraciones…»

Documento Final de Aparecida, 119 y 441

 

(De la Serie «Iniciación en la oración», columna 5.ª)

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La oración en familia I

La oración en familia II

La oración en familia III

La oración en familia IV

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Teatrillo de guiñol sobre san Francisco de Borja

Teatrillo de guiñol sobre san Francisco de Borja

Pequeña obra de teatro de marionetas adaptado al colegio Borja Jesuitas para Educación Infantil y Primer Ciclo de Primaria (España). Con pequeños cambios, puede utilizarse en sesiones de catequesis en cualquier parroquia o colegio.

Personajes

  • Francisco de Borja niño
  • Francisco de Borja adulto (de duque y de jesuita)
  • Rey Carlos
  • Reina
  • Leonor de Castro
  • Bandido Cádell
  • Música ambiental
  • Música medieval de la época

Decorados

  • Patio de armas del palacio
  • Un salón de la corte
  • Un altar
La obra

Escena 1.ª

Decorado: Patio de armas del palacio

Música de fondo: medieval

(Francisco aparece de niño y se dirige a los niños.)

Francisco: ¡Hola! ¡Cuántos niños! ¿Sabéis porqué estoy aquí?

Niños: ¡¡Nooo!! (Advertir antes a los Niños para que contesten y participen al máximo.)

Francisco: ¿Queréis que os lo diga?

Niños: ¡¡Sííííííííííí!!

Francisco: ¿Sabéis quién soy yo?

Niños: ¡Noooo!!

Francisco: Estoy aquí para contaros mi historia, porque quiero que me conozcáis y porque vuestro colegio se llama como yo. ¿Cómo se llama vuestro colegio?

Niños: ¡¡Colegio Borja!!

Francisco: ¿Cómo?

Niños: ¡¡Colegio Borja!!

Francisco: Pues yo soy Francisco de Borja y yo nací en este palacio que ahora es vuestro colegio, aquí en Gandía vuestra ciudad en este palacio que vosotros conocéis muy bien. ¿Sabéis dónde me bautizaron? (dejar que contesten los Niños) Que levante la mano el que lo sepa, pues sí me bautizaron en la colegiata ¿Conocéis la colegiata? Pues en mi bautizo hubo una gran fiesta con música fuegos artificiales ¿os asustan los cohetes? Creo que a algunos sí…

(Pausa.)

De pequeño lo pasaba “chupi” porque tenía seis hermanos y jugábamos a pillar, al escondite, ¿os gusta jugar al escondite? (dejar que contesten los Niños.)

Francisco: Mis hermanos se llamaban Alfonso, María Ana, Isabel, Enrique, María Luisa y yo… que me llamo…

Niños: ¡¡¡Francisco de Borja!!!

Francisco: No os oigo… ¿cómo me llamo?

Niños: ¡¡¡Francisco de Borja!!!

Francisco: Vale, vale. Pero también me gustaba hacer los deberes y me gustaba mucho la música. Ahora os contaré una cosa muy muy triste que me ocurrió cuando tenía diez años.

(Música triste.)

Mi mamá se puso muy malita y se murió me puse muy triste pero luego pensaba que estaba todo el tiempo en el cielo con Jesús y ya me ponía más contento.

Un día estaba en mi habitación, vino corriendo mi escudero que se llamaba Diego y me dijo: (cambio de voz) “¡Mi señor, salid pronto! ¡Nos están atacando!…” y era verdad.

Tuve que huir con mis hermanos en una barca por el río, sí ese que veis desde el patio del recreo, por el río Serpis que antes era mucho más caudaloso. Bueno pues como os iba diciendo, tuvimos que huir hasta Denia y escondemos. Y menos mal que nos pudimos llevar el dinero, las joyas y algunas cosas de valor porque lo saquearon y lo robaron todo dejaron el palacio hecho una ruina.

(Pausa. Música ambiental.)

Un año después mi padre me envió a Zaragoza con mi tío que era Arzobispo. Allí estudiaba mucho y hacía muchos deberes, porque hay que trabajar mucho y estudiar, ¿vosotros trabajáis mucho?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

Francisco: ¿Hacéis todo lo que manda la “seño”?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

(Final de la primera escena, música ambiental se cierra el telón.)

Escena 2.ª

Decorado: Un salón de palacio

Personajes: Francisco (se cambia la marioneta por otra que representa a Francisco ya mayor), el rey, la reina Isabel y Leonor de Castro.

Francisco: Soy Francisco otra vez, pero como veis, ya me he hecho mayor. Mi tío el arzobispo me envió a Granada a un castillo donde había una princesa muy guapa y después aquí donde me veis ahora a la corte con el rey ¿Sabéis corno se llamaba el rey?

(Sale el rey.)

Rey: Eso, eso, como me llamo a ver si lo adivináis…

(Dejar que los Niños digan nombres).

Francisco: Pues se llamaba Carlos. ¿Y su mujer la reina, sabéis cómo se llamaba?

(Sale la reina.)

Reina: Eso, eso, ¿cómo me llamo? ¡No lo sabéis, no lo sabéis!…

(Dejar que digan nombres.)

Muy bien, me llamo Isabel y…. soy muy pero que muy guapa

Francisco: Ahora os contaré un secreto su dama también era muy guapa tan tan guapa que me enamoré de ella (música romántica). Se llamaba Leonor y me casé con ella.

(Suena la marcha nupcial; sale Leonor vestida de novia y se abrazan.)

Niños: ¡¡¡Que se besen, que se besen!!!

Rey: De regalo de boda te hago Marqués de Llombay.

(Otra vez la marcha nupcial y se cierra el telón, fin de la escena 2.º.)

Escena 3.ª

Personajes: Francisco, el rey y el bandido Cádell

Decorado: El mismo que la escena 2.ª

Música: Medieval.

Francisco: Bueno, ¿Os sigo contando mi historia?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

Francisco: Pues, yo acompañaba al rey a cazar y también a luchar en las batallas y tenía una armadura para la guerra ¿la habéis visto en la sala de armas? En una de esas batallas, mataron a mi amigo Garcilaso que era un gran poeta.

(Música triste.)

Rey: Te nombro capitán de mi ejército y te mando… ¡¡que persigas a todos los bandidos de Cataluña!!

Francisco: Uno de estos bandidos era Cádell era el peor de todos y yo lo perseguía para darle una buena lección. En fin, ahora vuelvo.

(Música; Francisco desaparece y aparece Cádell.)

Cádell: ¿Quien ha dicho mi nombre? He oído que decían Cádell, pues yo soy Cádell el bandido más malo de todos los que persigue Francisco (mirando a todas partes). Espero que no me vea Francisco, porque no quiero ni pensar si me encuentra…me esconderé…

(Desaparece Cádell y aparece Francisco.)

Francisco: Como os iba diciendo había un bandido muy malo que se llamaba Cádell por cierto creo que andaba por aquí ¿no lo habréis visto por casualidad?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

(Francisco se gira y aparece Cádell por detrás, se juega un poco al escondite Cádell aparece y desaparece, los Niños le irán indicando a Francisco por donde aparece el bandido hasta que Francisco al fin ve a Cádell.)

Francisco: Cádell ¡malvado! Espera y verás (Saca una cachiporra).

Cádell: ¡¡No, no, por favor, seré bueno! ¡Lo prometo…!

Francisco: (Persiguiéndolo y dándole con la cachiporra) ¡Como te pille…!

(Final de la 3.ª escena.)

Escena 4.ª

Personajes: Francisco sacerdote

Decorado: altar

Música: triste.


Francisco: (Aparece vestido de jesuita) Soy otra vez Francisco, ahora ya soy muy mayor ¿queréis saber por qué estoy vestido así?


Niños: ¡¡¡Síííií!!!

Francisco: ¿Os acordáis de la reina? ¿Recordáis lo guapa que era? (aparece la reina) Pues… se murió (la reina suspira profundamente y cae desplomada.)

Me puse tan triste que entonces me acordé de Jesús, el Señor, y… poco a poco me fui poniendo más contento (música: aleluya).

Mis hijos ya se habían hecho mayores y decidí que lo más importante era servir al Señor a Jesús, así que me hice sacerdote jesuita. Me ayudó a decidirme un buen amigo mío que se llamaba Ignacio de Loyola, otro día os hablaré de él.

Como os decía, me hice jesuita, igual que los que hay aquí en el palacio, ¿conocéis algún jesuita? ¿Sabéis por qué se llaman jesuitas? (Dejar que contesten los Niños.)

Francisco: Se llaman jesuitas porque quieren mucho a Jesús y quieren ser sus amigos. ¿Queréis ser vosotros amigos de Jesús?

Francisco: Mis amigos jesuitas y yo fuimos por todo el mundo, ayudando a los pobres y haciendo muchos colegios como el vuestro.

(Música medieval; Pausa.)

¿Os ha gustado mi historia?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

Francisco: ¡¡No os oigo!!… ¿Sí o no?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

Francisco: Pues, ¡hasta pronto, adiós!, y acordaos de ser buenos y trabajar mucho. Y ser muy amigos de Jesús y de su madre María ¡Adiós!

Los ángeles – Catequesis de Flory Martín

Los ángeles – Catequesis de Flory Martín

Dios ha creado las cosas que vemos y también otras que no vemos. Un ejemplo de estas cosas que no vemos son los ángeles que existen pero no los vemos porque no tienen cuerpo.

Los ángeles son seres más perfectos que las personas porque son espíritus, con una gran inteligencia, memoria y voluntad. Han sido creados por Dios para que le den gloria y podemos valorar la grandeza de Dios. Le alaban, le obedecen y estén con Dios en el cielo.

Algunos de estos espíritus se rebelaron contra dios y dirigidos por Lucifer dijeron «¡No te serviré!». Los otros ángeles que permanecieron amigos de Dios siguiendo a San Miguel decían: «¿Quién como Dios?».

Los espíritus malos, junto con Lucifer, fueron condenados al infierno porque desobedecieron a Dios y pecaron contra Él. Desde entonces los demonios odian a Dios y a todos los que le aman. Intentan o procuran que los hombres cometan pecados y esto es lo que llamamos la tentación. Por ejemplo, procuran que un chico mienta, o robe algo, o desobedezca a sus padres u otras cosas. La tentación, no es pecado; pero si hacemos caso a lo que nos dice el demonio, entonces si es pecado.

Dios ha querido que contemos con la ayuda de los ángeles buenos y nos ha puesto un ángel a cada una de las personas al nacer para que a lo largo de nuestra vida podamos vencer las indicaciones malas de los demonios. Este ángel es el ángel de la guarda o ángel custodio que nos cuida siempre y nos ayuda en lo que necesitemos.

El día 2 de octubre celebramos la fiesta de los ángeles custodios y hay una oración que gusta mucho a los ángeles que podemos aprender para este día


Oración al ángel custodio

Ángel de mi Guarda,

duce compañía,

no de desampares

ni de noche ni de día,

no me dejes solo

que me perdería.

Amén.


Oración al ángel custodio

Ángel de mi guarda,

dulce compañía,

no me desampares

ni de noche ni de día;

si me desamparas

¡qué será de mí!,

ángel de mi guarda

ruega a Dios por mí.

Amén.

*  *  *

 

Leyenda y Novena de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba

Leyenda y Novena de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba

El día 8 de septiembre se celebra la fiesta de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Os ofrecemos la leyenda de su descubrimiento, potagonizada por unos jóvenes, y una novena para rezar en familia.

Leyenda de la Virgen de la Caridad del Cobre

Dos hermanos, Rodrigo y Juan de Hoyos, viven en el año de 1620 en el hato de Barajagua, en el término real de la Minas del Cobre, provincia de Santiago de Cuba. Un día salen en su embarcación rumbo a la bahía de Nipe, en busca de sal. Los acompaña Juan Moreno, niño negro de unos diez años. Ya en la desembocadura del río Mayarí, se detienen en cayo Francés.

Mientras descansan, el mar se embravece, por lo que deciden esperar. Al amanecer del tercer día se tranquilizan las aguas, siendo el momento de reanudar el viaje luego de haber perdido tres días de espera. La barca navega con bonanza. Cuando apenas se han alejado del cayo, uno de ellos observa “algo” que flota sobre las olas… ¿algún naufragio? No lo divisan bien, aunque los rayos del sol iluminan el objeto.

Llenos de curiosidad, ponen proa hacia él y observan que es una imagen de la Santísima Virgen María. Se acercan y con gran amor y acatamiento la introducen en la barca. Sucede algo inaudito que llenó de estupor a los piadosos marinos.

Además del prodigio de no hundirse la imagen por su propio peso, contemplan, llenos de admiración, que ni siquiera el vestido de la imagen estaba mojado.

De regular estatura, el rostro algo moreno, los ojos dulces, majestuosos y vivos. En su mano izquierda sostiene un hermosísimo Niño Jesús, y en su derecha sustenta una cruz de oro. Sobre la tabla donde navegaba la venerada imagen, unas letras grandes y claras decían:


“Yo soy la Virgen de la Caridad”


La llevaron al caserío de Barajaguas. Años más tarde la trasladaron a la Parroquia del Cobre. De ambos lugares se desaparecía y volvía a ocupar el mismo sitio. Una niña llamada Apolonia decía que la veía en la loma del Cobre… El pueblo, después de haber orado, con gran preocupación contempló una noche en ese mismo lugar un gran resplandor. Allí le hicieron una pequeña ermita donde la trasladaron y donde se encuentra actualmente en el Santuario Nacional.

El Santo Padre la proclamó Patrona de Cuba a petición de los Veteranos de la Independencia el 10 de mayo de 1916. Desde los primeros tiempos se le honró bajo el título de Nuestra Señora de la Caridad a cuyo amparo los fieles acuden permanentemente con súplicas en los peligros y necesidades.

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Novena a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

Acto de Contrición

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mi ante Dios, nuestro Señor.

Oración inicial para todos los días

Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra Santísima presencia soberana. No desechéis oh purísima Madre de Dios mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas favorablemente. Así sea.

Oración Final para recitar todos los días

Oh, Señora mía, Oh Madre mía, yo me entrego del todo a tí; Y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy tuyo, Oh Madre de piedad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

*  *  *

Día Primero

¡Dios te salve! ¡Cuánto se alegra mi alma, amantísima Virgen, con los dulces recuerdos que en mí despierta esta salutación! Llénase de júbilo mi corazón al pronunciar el Ave María, para acompañar el gozo que llenó tu espíritu al escucharla de boca del Ángel, congratulándose así de la elección que de tí hizo el Omnipotente para darnos al Señor.

Pídase el favor que se desea conseguir.

Día segundo

¡María, nombre santo! Dígnate, amabilísima Madre, sellar con tu nombre el memorial de nuestras súplicas, dándonos el consuelo de que tu Hijo, Jesús, las atienda benignamente para alcanzar pleno convencimiento en la práctica de nuestros deberes religiosos, sólida confirmación en las virtudes cristianas y continuas ansias de nuestra eterna salvación.

Día tercero

Llena de Gracia, ¡Oh dulce Madre! Dios te salve, María, sagrario riquísimo en que descansó corporalmente la plenitud de la Divinidad: a tus pies nos presentamos hoy para que la gracia de Dios se difunda abundantemente en nuestras pobres almas, las purifique, las engrandezca y cada día aumente más en ellos el verdadero amor a Dios y a nuestros hermanos.

Día cuarto

El Señor es contigo: ¡Oh Santísima Virgen! Aquel inmenso Señor, que por su esencia está en todas las cosas, está en tí y contigo de un modo muy superior. Madre mía, venga por tí a nosotros. Pero ¿cómo ha de venir a un corazón lleno de tanta suciedad. Aquel Señor que para hacerte habitación suya quiso, con tal prodigio, que no perdieses, siendo madre, tu virginidad? ¡Oh muera en nosotros toda impureza!

Día quinto

Bendita tú eres entre todas las mujeres. Tú eres, oh Santísima Virgen María, la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el honor de nuestro pueblo. Si por una mujer, Eva, tantas lágrimas se derramó en el mundo, por ti nos llegó la redención. Por esto, tú serás siempre bendita. Alcánzanos una fe viva y operante para considerar e imitar las grandes obras que en ti y por ti obró Dios.

Día sexto

Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Deploramos grandemente, purísima Virgen y amantísima Madre, que hayamos cometido tantos pecados, sabiendo que ellos hicieron morir en tu cruz a tu Hijo. Sea el fruto de nuestra oración, que no cesamos de llorarlos hasta poder bendecir eternamente a Jesús, fruto bendito de tu vientre virginal.

Día séptimo

Santa María, Madre de Dios. Tu mayor título de grandeza, tu mayor dignidad, oh María es haber sido elegida para Madre de Jesucristo, Hijo de Dios. De esta elección divina proceden todas tus gracias y prerrogativas. No olvides nunca que también fuiste designada por tu Divino Hijo, al pie de la cruz, como Madre espiritual nuestra. Que nunca nos falten fuerzas para mostrarnos como dignos hijos tuyos.

Día octavo

Ruega por nosotros, pecadores. En ti Virgen María, como en alcázar nos refugiamos. Aunque el vértigo de la vida y los enemigos del alma nos hayan despojado o puedan despojarnos de las preciosas vestiduras de la gracia, alejándonos de ti y de tu amado Hijo, nunca nos cierres las puertas de Sagrado Corazón.

Día noveno

Ahora y en la hora de nuestra muerte . Siempre estamos expuestos a perder la gracia de Dios y condenarnos. Haced, Santísima Virgen María, que por vuestra intercesión nunca perdamos el favor de Dios; que en esta difícil lucha por la vida encontremos en ti la protección maternal que tanto necesitamos y una Abogada en la hora de nuestra muerte.


La Exaltación de la Santa Cruz

La Exaltación de la Santa Cruz

La costumbre de venerar la Santa Cruz se remonta a las primeras épocas del cristianismo en Jerusalén. Esta tradición comenzó a festejarse el día en que se encontró la Cruz donde padeció Nuestro Señor.

Posteriormente, a principios del siglo VII, cuando el ejército del Islam saqueó Jerusalén se apoderó de las sagradas reliquias de la Santa Cruz. Esta serían recuperadas pocos años más tarde por el emperador Heraclio, y recordando este rescate es que celebramos el 14 de septiembre la exaltación de la Cruz.

La tradición cuenta que el emperador, vestido con las insignias de la realeza, quiso llevar en exaltación la Cruz hasta su primitivo lugar en el Calvario, pero su peso se fue haciendo más y más insoportable. Zacarías, obispo de Jerusalén, le hizo ver que para llevar a cuestas la Santa Cruz, debería despojarse de sus vestidos reales e imitar la pobreza y humildad de Jesús. Heraclio con pobres vestidos y descalzo pudo así llevar la Cruz hasta la cima del Gólgota.

Para evitar nuevos robos, la Santa Cruz fue partida. Una parte se llevó a Roma, otra a Constantinopla; una se dejó en Jerusalén y una más se partió en pequeñas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero.


La Cruz, extremo de amor

La Santa Cruz es trono para Nuestro Señor Jesucristo. Tan noble Rey venció en ella al pecado y la muerte, no al modo humano, sino al misterioso modo divino.

El odio de los hombres combatió contra su mismo Redentor, pero venció el Amor de Jesús por los hombres. Estos se unieron para atormentar a Jesús e irrumpieron contra Él; y Él soportó todo tormento y se sometió a la misma muerte, con la mansedumbre de un cordero. Su Cuerpo divino, llagado de amor, no encontró otro descanso que la Cruz.

Mientras Jesús sufría, amaba. Nos devolvió con amor tanta ofensa. Tanta ofensa hecha por cada uno de nosotros día a día. Y es en virtud de ese amor unido al sufrimiento que Él gustaba una gran felicidad: la de salvar el género humano. Se sometió a la muerte para darnos vida. Fue en la Cruz donde nos conquistó el perdón de su Padre.

¿Por qué Señor tanta mansedumbre, tal gozo entre tantos expertos de muerte? Precisamente se debe a que el cáliz de la Pasión Él lo tomó no de la mano de sus enemigos, sino de las del Padre; y por consiguiente lo tomó con amor infinito.

He aquí el secreto de padecer con mérito y con gloria: recibir las tribulaciones, no de las manos de los hombres, sino de las de Dios. El dolor en esta tierra es inevitable: lo vemos a nuestro alrededor en diversas manifestaciones. Está claro que el dolor no se puede evitar siempre. Pero también está claro que el amor tiene su precio: y siempre resulta un precio amable –y hasta “barato”- en la medida, precisa, del amor.

Este es el secreto del amor de Dios por los hombres, y del mismo modo puede ser el secreto del gozo de los mártires. También será el gozo de cualquier cristiano que reciba un aumento del amor de Dios. Así como entendemos claramente –sin una duda- que vale la pena gastarse por un amigo, un familiar, una persona querida, del mismo modo a los que aman a Dios les resulta fácil “gastarse” –o sacrificarse- por Él.

A veces a quienes queremos les regalamos u ofrecemos lo que se nos ocurre. En otras ocasiones, con mucha confianza, esas personas queridas nos solicitan algo –a veces con urgencia- y ésa es la piedra de toque del amor. Cuando rápidamente decimos que sí a lo que nos cuesta –inesperadamente- es porque amamos sinceramente a esa persona.

Con Dios sucede otro tanto. A veces le ofrecemos a Dios “sacrificios” que nos parece le gustarán, y otras es Él mismo quien golpea a nuestra puerta pidiéndonos algo: a través de otras personas o directamente.

Jesús cargó con la Cruz y nos invita a que cada uno de nosotros lo imitemos también en esto. No hay camino sin Cruz. Dios regala la Cruz a quienes ama, a quienes quiere regalar también con muchos otros bienes. Ese es el sentido de las palabras del Apóstol: “No quiero otra cosa que Jesús y Jesús crucificado.”

En la Cruz nos encontramos y unimos a Cristo. Busquémoslo siempre allí. Él, con sus brazos extendidos, nos espera para regalarnos el abrazo de su infinito amor.


Examen

Meditemos en la presencia de Dios cuáles son los “vestidos reales” de que debemos despojarnos, a imitación de Heraclio, para cargar con alegría nuestra Cruz de cada día.

Meditemos también como llevamos nuestra Cruz: si ella es para nosotros ocasión de que nos rebelemos contra Dios, o si más bien, nos acerca a Jesús y nos hace vivir, a imitación de Él, el amor hasta el extremo, para con Dios y nuestros hermanos.

Pidámosle a Jesús que nos enseñe a ver siempre la mano divina en toda pena nuestra.


Oremos


Reine el Señor crucificado

levantando la cruz donde moría;

nuestros enfermos ojos buscan luz,

nuestros labios, el río de la vida.

Te adoramos, oh cruz que fabricamos,

Pecadores, con manos deicidas;

Te adoramos, ornato del Señor,

sacramento de nuestra eterna dicha.

Amén.

Fragmentos del Himno de Laudes de la Fiesta de la exaltación de la Cruz
Liturgia de las Horas


*  *  *

La Exaltación de la Santa Cruz es celebrada por la Iglesia Universal el 14 de septiembre y con esta ocasión os ofrecemos este magnífico artículo catequético de Mariana Canale para el portal web iglesia.org.


Leyenda de la Virgen Niña

Leyenda de la Virgen Niña

Contaban las abuelas, y cuentan todavía un recuerdo de infancia de la Virgen María.

Siendo niña, la Virgen fue al jardín a jugar.

Florecieron las flores para verla pasar…

Con sonrisa de cielo, la chiquita María

mirábalas a todas, y a todas sonreía…

Ellas, ingenuamente, le ofrecieron a coro

sus mejores encantos, todo un regio tesoro

de frescura y fragancia, de alegría y colores,

que es patrimonio viejo, muy viejo, de las flores.

Habló la rosa y dijo: —»A mí la Primavera

me ha coronado reina… Si mil reinos tuviera,

con tal que complacer a la Virgen María,

¡los mil reinos, de hinojos, se los ofrendaría!»

Y asomaron los lirios, trémulos de blancura,

y asomó la azucena, como la nieve, pura,

y asomaron las dalias, con tiesura de diosas,

y las tiernas campánulas, menuditas y ansiosas,

sacudían sus cálices, brincando de alegría,

porque al pasar, la Virgen también les sonreía,

tan dulce, tan graciosa, tan cariñosamente,

que todas se animaron a besarle la frente.

Mas la Niña bendita no escogió. Vacilaba…

Mirábalas a todas.., y a ninguna cortaba.

De pronto, casi ocultas debajo de las hojas,

vió que había unas flores gimiendo sus congojas,

tan tímidas que apenas levantaban la voz..

Era si hablaran solamente con Dios…

Ya no dudó un instante. Llegó y con gesto breve,

cortó las florecitas con sus manos de nieve…

Las dalias y azucenas se pusieron celosas,

y celosos los lirios, campánulas y rosas,

mientras por el sendero lentamente volvía,

Violeta entre violetas, la Reinita María.

Y Dios, que hace a las flores nacer en los senderos

proclamó que los últimos serían los primeros.

*  *  *


Santa Teresa de Calcuta: mujer, monja, fundadora

Santa Teresa de Calcuta: mujer, monja, fundadora

«Para conquistar al mundo no se necesitan ni guerras ni cañones, solo hace falta amor y compasión».

Santa Teresa de Calcuta

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Este ha sido el mensaje que la Madre Teresa, cuya fiesta celebra la Iglesia el día 5 de septiembre, ha llevado siempre consigo, superando todas las barreras. Su trabajo en Calcuta cambió su destino y de la docencia pasó a ser servidora de los más pobres entre los pobres. Su labor, admirada en el mundo entero, se vio galardonada con el Premio Nobel de la Paz 1979. Su preocupación fue atender todas las carencias de los más necesitados, a los que se entregó sin alterar su fidelidad a la Iglesia. Ella siempre reconoció que la verdadera pobreza reside en el hambre de amor.


Al servicio de Dios

Agnes Gonxha Bojaxhiu, auténtico nombre de la Madre Teresa nació el 27 de agosto de 1910 en Skopjel (Albania, ahora Macedonia). Su infancia transcurrió en calma, solo su fantasía recibía la influencia de los padres jesuitas y pasaría a convertirse en una auténtica vocación: ‘Quería llevar la idea de Cristo a los pueblos de misión’. En 1928 y a los 18 años de edad viajó a Dublín para ingresar en la Orden de Nuestra Señora de Loreto y un año después fue destinada a Calcuta para trabajar como profesora de geografía en un colegio de la ciudad. Después de diecisiete años de docencia tuvo una llamada interior con un mensaje muy claro: ‘Debía salir del convento y ayudar a los pobres viviendo entre ellos’. En 1948 recibió el consentimiento papal para abandonar la orden y meses después fue autorizada para fundar su primera escuela, en un parque público de los suburbios de Calcuta. Quería dar a los pobres lo que los ricos procuran con dinero.

Esta primera fundación partió de cero con un préstamo del Arzobispo de Calcuta para adquirir la casa. Pronto se sumarán algunas de sus antiguas compañeras y sin más instrumentos que su vocación de servicio, consiguieron importantes logros.

La Congregación de Hermanas de la Caridad se fundó como tal dos años después y la aprobación pontificia definitiva la obtuvo en 1965, siendo Papa Paulo VI. A los tres votos tradicionales de pobreza, castidad y obediencia las misioneras añadieron el de la entrega absoluta a los más pobres, sin aceptar ninguna ayuda material ni subvención: ‘El voto de pobreza es muy estricto en nuestra Orden’, para amar a los pobres y cuidarlos es imprescindible que nosotras vivamos también en la pobreza’ dirá la Madre Teresa. La Orden se extendió por toda la India: escuelas, hogares para moribundos y residencias de leprosos son el testimonio material de una incesante lucha contra la miseria. Es el mensaje de Dios encarnado en una frágil mujer. ‘Cada persona para mí es Cristo, cómo Él es único, cada hermano es para mí el único’.

Los miles de pobres de la India se sienten por primera vez dignos: ‘He vivido como un animal, al menos aquí moriré como un hombre’, confesaría a un periodista un residente del hogar para moribundos de Calcuta. En 1963 el arzobispo de este lugar bendecía la rama masculina de la Orden que estaría encabezada por un jesuita australiano. Durante la década de los sesenta la Congregación se ramifica y el mensaje de amor llega a lugares como Caracas, Colombo o Melbourne. Hoy está representada en más de ochenta naciones del mundo atendidas por más de 1.500 religiosas. La gran cantidad de nuevos miembros entrantes hace necesario la apertura de un ‘Centro de Formación de Novicias en Londres’.


Premios y distinciones

Líderes políticos e instituciones internacionales elogian vivamente a esta mujer y sus trabajos se conocen mundialmente. Desde 1963, fecha en que recibe el premio Magsaysay del gobierno filipino, una larga serie de galardones la tuvieron como destinataria. El 8 de diciembre de 1979 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz por sus servicios a los más necesitados. Los dólares recibidos (191.000) se destinaron a la construcción de hogares para pobres y leprosos, tal como hizo con los 25.000 dólares obtenidos en 1971 con el primer premio ‘Juan XXIII de la Paz’, empleados en la compra de medicinas. La religiosa recibió todos ellos con iguales muestras de humildad: ‘No lo merezco, pero lo agradezco en nombre de los más pobres de los pobres, al conocerme la gente no puede seguir ignorando que los pobres existen y ese conocimiento lleva al amor y al servicio’.

Entre otras distinciones están: el ‘Premio Nacional Kenndy (1971)’, el ‘Pandit Nehru (1972)’, el ‘Barat Rahma (1980), la más alta condecoración hindú. El ‘Torremerlate de Italia’ y la ‘Orden al Mérito’(1983) de la Reina Isabel en Nueva Delhi. Es Doctora ‘Honoris Causa’ por varias universidades y ha sido recibida por personalidades del mundo entero.

Teresa de Calcuta supo combinar la eficaz gestión de una Congregación progresivamente más compleja con múltiples viajes a Occidente en los que criticaba la pobreza de la sociedad actual: ‘La pobreza de aquí –señalaría en la Universidad de Harvard– es más perversa que la de allí, hay un gran hambre de amor’. La salvación del solitario hombre occidental, reside para ella, en una familia unida y no desintegrada por el aborto, este se ha convertido en el mayor destructor del amor y la paz.


Aprecio universal

La Madre Teresa sintetizaba el amor en su frágil persona, fragilidad que en 1983 la mantuvo internada un mes con problemas cardíacos. En 1985 fue operada de cataratas en Nueva York. En 1989 necesita de la ayuda de un marcapasos y su quebrantada salud la obliga a renunciar al cargo de superiora de su congregación. En 1990 se retiró definitivamente, aunque su congregación asegura que continúa trabajando, aún después de haber sido nombrada la sucesora. El 5 de septiembre de 1997 a los 87 años, muere de un ataque al corazón en la sede central de la Congregación. Trabajadora infatigable, su rostro lleno de arrugas y sus manos deformes por la artritis son testimonio vivo de su labor de amor a los desfavorecidos. ‘Debes estar preparado para trabajar sin descanso para servir a la humanidad que sufre’. Un día, un moribundo dijo en Calcuta: ‘No he visto a Dios ni necesito verlo, porque para mí esta anciana es el Dios viviente’. En la actualidad, la Hermanas de la Caridad se encuentran en más de 129 países, ayudando a pobres y enfermos y son más de tres mil las monjas pertenecientes a la Congregación.

*  *  *


Fuente: Cristo Hoy 172, 1997 (publicado a pocos días de su muerte).