por Teresa de Lisieux | SS Juan Pablo II | 2 Oct, 2009 | Postcomunión Vida de los Santos
Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es la más joven de los Doctores de la Iglesia, pero su ardiente itinerario espiritual manifiesta tal madurez, y las intuiciones de fe expresadas en sus escritos son tan vastas y profundas, que le merecen un lugar entre los grandes maestros del espíritu. En la carta apostólica que he escrito para esta ocasión, he señalado algunos aspectos destacados de su doctrina. Pero no puedo menos de recordar, en este momento, lo que se puede considerar el culmen, a la luz del relato del conmovedor descubrimiento que hizo de su vocación particular dentro de la Iglesia. «La caridad escribe me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto por diferentes miembros, no le faltaba el más noble de todos: comprendí que la Iglesia tenía un corazón y que este corazón ardía de amor. Comprendí que sólo el Amor hacía actuar a los miembros de la Iglesia: que si el Amor se apagara, los apóstoles no anunciarían el Evangelio, los mártires no querrían derramar su sangre (…). Comprendí que el amor encerraba todas las vocaciones (…). Entonces, con alegría desbordante, exclamé: oh Jesús, Amor mío, (…) por fin he encontrado mi vocación. Mi vocación es el amor» (Ms B, 3 v). Es una página admirable, que basta por sí sola para ilustrar cómo se puede aplicar a santa Teresa el pasaje evangélico (…): «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11, 25).
Teresa de Lisieux no solo captó y describió la profunda verdad del amor como centro y corazón de la Iglesia, sino que la vivió intensamente en su breve existencia. Precisamente esta convergencia entre la doctrina y la experiencia concreta, entre la verdad y la vida, entre la enseñanza y la práctica, resplandece con particular claridad en esta santa, convirtiéndola en un modelo atractivo especialmente para los jóvenes y para los que buscan el sentido auténtico de su vida. Frente al vacío espiritual de tantas palabras, Teresa presenta otra solución: la única Palabra de salvación que, comprendida y vivida en el silencio, se transforma en manantial de vida renovada. A una cultura racionalista y muy a menudo impregnada de materialismo práctico, ella contrapone con sencillez desarmante el «caminito» que, remitiendo a lo esencial, lleva al secreto de toda existencia: el amor divino que envuelve y penetra toda la historia humana. En una época, como la nuestra, marcada con gran frecuencia por la cultura de lo efímero y del hedonismo, esta nueva Doctora de la Iglesia se presenta dotada de singular eficacia para iluminar el espíritu y el corazón de quienes tienen sed de verdad y de amor.
Juan Pablo II, Homilía del 19 de Octubre de 1997
en la celebración del Doctorado de santa Teresita, nn. 4 y 5.
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Obras de santa Teresa del Niño Jesús
Obras en formato pdf para leer en línea o descargar.
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por CeF | Juan Luque Martos | 28 Sep, 2009 | Postcomunión Características
Nos encontramos a mitad de camino entre lo que algunos autores denominan religiosidad participativa —8-10 años— y religiosidad convivencial —10-12 años— (véase Pedro Chico González: Psicología religiosa del niño y del adolescente, Valladolid 1995). Antes de que concluya esta etapa, ya se pueden establecer ciertas diferencias entre las niñas y los niños, toda vez que aquellas entran en el periodo de la preadolescencia casi dos años antes.
Se puede afirmar que, en torno a los diez años, el niño toma conciencia de sí mismo en los principales aspectos de su vida, incluido el religioso; ciertamente que todavía estamos hablando de una religiosidad que es más activa que interiorizada. El entorno familiar continúa influyendo, pero cada vez pesa más el entorno social.
Al concluir estos años, el niño deja de ser niño para adentrarse en la etapa de la preadolescencia. Este periodo también es conocido como el de la Infancia Adulta.
Rasgos psicológicos
Los rasgos psicológicos de este nivel nos dicen que:
- El niño toma conciencia por sí mismo de lo que le conviene y de lo que puede perjudicarle (lo que no significa que siempre acierte en sus apreciaciones); aun manteniendo planteamientos intuitivos, cada vez se vuelve más reflexivo, pasando del método intuitivo al deductivo.
- Es el momento del pensamiento operacional concreto. La imaginación dejará paso a lo racional, pues ya se encuentra en condiciones de sintetizar y estructurar sus conocimientos. Busca conocer el porqué y el para qué de las cosas.
- Se desarrolla su capacidad de atención, al tiempo que la memoria se planifica. Su capacidad de trabajo le lleva a ganar en laboriosidad, sobre todo si ya tiene hábitos adquiridos en la anterior etapa.
- Se plantea muchos objetivos, preferentemente si están vinculados con el grupo. Sus relaciones sociales se ensanchan, siendo firme en sus compromisos.
- Aunque puede mostrarse desobediente aún no ha llegado el momento de la rebeldía, pues su relación con los adultos continúa siendo muy positiva.
- Poco a poco irá desarrollando su propia individualidad e independencia. Le gusta sobresalir, al tiempo que se muestra muy sensible al aplauso o a la crítica.
- Construye con naturalidad su propia escala de valores. Muchas situaciones intentará resolverlas por sí mismo, sin dejarlas traslucir a los adultos. Los padres han de ser conscientes de que se acerca el momento en el que el hijo aprenda a volar solo.
- Periodo muy importante para que la conciencia se forme con criterios rectos, para aprender a valorar lo bueno y lo bello. Su religiosidad se espiritualiza, dejando atrás los planteamientos antropomórficos, más propios de la etapa infantil.
Orientaciones educativas
Aunque el niño de estas edades posee capacidad intelectual y afectiva para captar los hechos religiosos, aún sigue dependiendo del entorno inmediato: familia y grupo de amigos, por lo que no se puede considerar que sea autónomo en sus planteamientos religiosos. Necesita de apoyos y de ejemplos claros que le ayuden a consolidar unos hábitos que están en proceso de afianzamiento: la figura del adulto —firme y coherente en la fe— es para él de un gran valor y un estímulo para seguir por el camino recto.
Entre otras destacamos las siguientes líneas de desarrollo:
- Es el momento de transmitir el mensaje cristiano en toda su integridad.
- Fomentar el interés y el respeto por la Sagrada Escritura, animándoles a que se metan en los relatos evangélicos como un personaje más, aprendiendo a sacar conclusiones para su propia vida.
- Interiorizar el conocimiento de la fe en el niño: llevar a través de la actividad personal a una experiencia de la fe y a una vida de fe. Convendrá profundizar en los hábitos de piedad ya iniciados en etapas anteriores, al tiempo que aprenden a sacrificarse y a exigirse. Es el momento para que entiendan la importancia del valor de la oración para tratar a Dios, sabiendo superar la estricta oración de petición.
- Continuar con la profundización en la vida sacramental y con el sentido de pertenencia a la Iglesia. Es básico que consideren la Eucaristía como el principal alimento del alma y que vean en la Penitencia el encuentro con un Dios que perdona.
- Dar un sentido positivo a la formación moral, reafirmando la importancia que tiene el hacer el bien, al tiempo que se subraya la fuerza y la belleza de la vida cristiana.
- Para conseguir alcanzar estos objetivos continúa siendo muy necesario el contacto entre padres, profesores y catequistas.
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por CeF | Juan Luque Martos | 28 Sep, 2009 | Primera comunión Características
En esta etapa, conocida como la edad del uso de razón, suele tener lugar el despertar de la conciencia. A partir de ahora cobrará un nuevo protagonismo el medio escolar, pues su influencia se extenderá a todos los ámbitos, incluido el de la educación en la fe. Igualmente, el niño se adentrará en un nuevo entorno: la comunidad parroquial, donde se dará inicio a la preparación para la Iniciación Sacramental.
El niño vivirá estos años su religiosidad con gran naturalidad, aunque su dependencia de los adultos hará que sea una religiosidad muy tributaria del medio en el que se desenvuelve: si participa de «»“ambientes de fe” los asumirá plenamente; si los adultos de su medio circundante están lejos de la práctica religiosa, él también vivirá desde la lejanía sus incipientes compromisos de fe.
Los rasgos psicológicos de este nivel nos dicen que:
- Nos encontramos ante una etapa psicológicamente tranquila; es esta una época feliz, donde el niño se abre a la vida con una gran curiosidad.
- En cuanto al desarrollo de su inteligencia se inicia la capacidad razonadora y aparece el pensamiento lógico-concreto. El lenguaje se hace rico y expresivo, pues también aumenta su capacidad de comprensión y de escucha.
- Predomina el sentido positivo: el niño se adapta bien a su entorno, suele ser fácil de conformar y no acostumbra a ser muy crítico con los adultos.
- Su sociabilidad abierta le hace sentirse muy cómodo con los demás. El egocentrismo, típico de los años anteriores, va siendo superado. Ya distingue nítidamente entre realidad y fantasía.
- En su trato familiar sigue siendo muy afectivo, aunque ahora los compañeros ocupan un lugar preponderante. Sus sentimientos se muestran muy cambiantes, pues se siente muy influido por las situaciones por las que atraviesa.
- Vive con gusto las virtudes humanas: generosidad, compañerismo, sinceridad… Le gusta agradar a los adultos y que aprueben su conducta.
- Es capaz de elaborar escalas de principios morales, al tiempo que ya posee conciencia clara de lo que debe regular en su comportamiento: es un momento ideal para la formación de hábitos.
Orientaciones educativas
Conforme la personalidad va aflorando, conviene estar atentos a las diferencias individuales, pues el tratamiento educativo será distinto con niños tímidos y distantes que con los emprendedores y extrovertidos, que todo lo expresan en acción exterior.
Igualmente, ya empezarán a establecerse pequeñas diferencias en las maneras de expresar la religiosidad en los niños y en las niñas, sobre todo al final de este periodo, hacia los nueve años.
Entre otras destacamos las siguientes líneas metodológicas:
- Necesidad de una estrecha colaboración entre los padres y los educadores: el niño necesita modelos referenciales de conducta. Familia y colegio deben ir juntos en el terreno de los criterios.
- Trasmitir de manera elemental, pero no fragmentaria, los principales misterios de la fe y de la vida cristiana. Ir explicando el pecado como algo que ofende a Dios y a los demás.
- Despertar actitudes de amor filial al Padre; imitar la vida oculta de Jesús: ofrecer el estudio, deseos de obedecer a los padres…; aprender a descubrir la presencia del Espíritu Santo en sus vidas: nos inspira, nos da fortaleza y alegría…
- Valorar los sentimientos éticos y filantrópicos como medio de desarrollar la religiosidad, aprovechando ciertos momentos: Domund, Navidad, sentirse solidario en situaciones de catástrofes…
- Momento idóneo para que el niño vaya superando el estar centrado solo en la oración de petición. Fomentar las acciones de gracias, las oraciones de alabanza a Dios y de petición de perdón.
- Tiempo muy adecuado para que se vaya afianzando en las oraciones tradicionales. A estas edades la repetición no cansa, es más, da seguridad. Al terminar este tramo de edad debe conocer muy bien las principales fórmulas y oraciones de siempre.
- Ver rezar a sus padres y a los seres queridos les afianzará en estos afanes. El Compendio del Catecismo nos recuerda: «La familia cristiana es llamada Iglesia doméstica, porque manifiesta y realiza la naturaleza comunitaria y familiar de la Iglesia en cuanto familia de Dios. Cada miembro, según su propio papel, ejerce el sacerdocio bautismal, contribuyendo a hacer de la familia una comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y cristianas y lugar del primer anuncio de la fe a los hijos» (Compendio del CEC, n. 350).
por CeF | Juan Luque Martos | 28 Sep, 2009 | Despertar religioso Características
El tramo de los 3-6 años es conocido como el del «verdadero despertar religioso». Nos encontramos ante un momento de maduración psicológica del niño, en el que la religiosidad va a arraigar, al tiempo que surgen los primeros niveles de fe y el nacimiento de la conciencia ética.
El gran objetivo de la formación religiosa en esta etapa será el de configurar el sentido de Dios, que se presentará bajo la figura acogedora del Padre.
Los rasgos psicológicos de este nivel nos dicen que:
- La dependencia afectiva de los adultos sigue vigente.
- Se da una fuerte carga de mimetismo: imita mucho a los niños con los que convive.
- Es comparativo, envidioso y a veces celoso.
- Ya está en disposición de aprender a dominar sus tendencias posesivas y sabe distinguir lo propio de lo ajeno.
- Existe un predominio del lenguaje sensorial, al tiempo que crece el comprensivo y el expresivo. Es la etapa de fabulación por excelencia.
- Surgen los primeros conceptos éticos: comienza a diferenciar la verdad de la mentira.
- Su religiosidad es antropomórfica: se imagina lo divino en términos humanos.
Orientaciones educativas
Junto a la familia —cauce natural y privilegiado para la transmisión de la fe—, el entorno escolar —cauce cada más organizado— comienza a jugar un importante papel: la interacción familia-colegio es fundamental. No hay que olvidar que, desde la afectividad, será donde más profundamente grabadas queden las actitudes y los valores esenciales de la religiosidad.
Entre otras, destacamos las siguientes líneas metodológicas:
- Tender hacia una transmisión de la fe elemental y sencilla: crear el clima adecuado en el que el niño desee hablar con Dios con espontaneidad y confianza.
- Rezar en familia. Que el niño vea rezar a sus padres y a sus seres queridos es algo primordial. Un antiguo proverbio pedagógico afirma que «los niños no obedecen, imitan».
- A estas edades, la educación en la fe es más práctica y activa que teórica: el niño piensa por el gesto y comprende por la acción… Enseñarles a hacer la genuflexión ante el Sagrario vale más que cualquier explicación sobre la presencia eucarística.
- Enseñar al niño a referir a su Padre Dios cuánto ocurra en su vida: ofrecer una pequeña herida, dar gracias por las cosas buenas que tiene en su casa…, esa será la manera de iniciarles en una incipiente unidad de vida.
- Hacer comprender a los niños que el Señor desea que comportamos nuestras cosas con los demás: la generosidad, la capacidad de donación, se aprende practicándola.
por CeF | Juan Luque Martos | 28 Sep, 2009 | Despertar religioso Características
El nivel de los 0-3 años conforma la primera de las llamadas fases objetivas de la persona, que son aquellas en las que se da un predominio del sentido de la realidad y del interés por lo que le rodea. Es un periodo tranquilo y de una sociabilidad serena.
Los rasgos psicológicos de este nivel de edad nos dicen que:
- El niño toma conciencia de su yo hacia el año y medio.
- Manifiesta un intenso egocentrismo, lo que le puede llevar a establecer actitudes defensivas hacia los desconocidos.
- En torno a los tres años se encuentra inmerso en un rápido proceso de afianzamiento personal.
- Se siente afectivamente dependiente de la madre.
- Es ingenuo y crédulo ante lo que se le dice y se le muestra.
- Se siente muy atraído por los objetos móviles y sonoros. Se da una tendencia al fetichismo en la que dota de vida a los objetos: es muy normal que hable con sus juguetes.
- Emplea y asume un lenguaje sensorial, concreto y dinámico, basado en la experiencia cercana.
- Etapa en la que vive feliz y satisfecho, sin afanes críticos.
Orientaciones educativas
Lo importante en estos primeros años es promover —sin prisas— las actitudes básicas más definidas y los sentimientos que suponen el inicio de la religiosidad, pero siempre respetando los niveles madurativos de cada niño: el niño se hace esencialmente religioso viviendo en ambientes creyentes.
Entre otras, destacamos las siguientes orientaciones:
- La primera educación religiosa debe hacer referencia al vocabulario religioso, sencillo y elemental.
- La formación que se imparta ha de ser asistemática y globalizante, ocasional y sencilla: será una formación más afectiva y vivencial que intelectual y programada; la educación en la fe en estos primeros años debe estar al margen de cualquier esquema doctrinal, al tiempo que se centrará en las figuras religiosas familiares: Jesús, María.
- No abusar de fórmulas y oraciones, ya que es un tiempo en el que los gestos y expresiones están al mismo nivel.
- Importan menos las ideas y los conocimientos que las acciones, que aprenderán, sobre todo, de sus padres. Los niños son exquisitos observadores de la conducta de los adultos significativos para ellos.
- La fe necesita apoyarse en lo humano; más que explicar se trata de vivir esa fe en lo cotidiano (por ejemplo, si el niño se ha hecho una pequeña herida le sugeriremos que le ofrezca ese dolor al Niño Jesús, para así ir iniciándolo en una cierta unidad de vida).
por CeF | 17 Sep, 2009 | Catequesis Testimonios
La oración en familia, como toda oración requiere un aprendizaje, y una inquietud interior que nos proporcione el sentimiento de búsqueda y acercamiento a Dios Padre.
Así pues, debemos buscar el momento, el rincón, y las condiciones que nos ayuden a ello. No es fácil, ni nuestro día a día, nos permite siempre poderlo hacer como nos gustaría. Tampoco nuestros hijos tienen siempre el mismo interés, ni nosotros la misma paciencia. No obstante hemos de tratar que sea algo gratificante para todos. A veces nos veremos forzados a abreviar, pero nunca deberemos perder de vista el sentido profundo que tiene la oración en familia. Es una huella que quedará imborrable en la memoria de los hijos.
Testimonio de una familia
Para nosotros, el mejor momento es una vez que nuestros hijos han terminado sus tareas y ha llegado el momento de que se preparen para irse a la cama. Es bueno buscar ese rincón de casa, donde podamos estar todos juntos y tengamos cerca una imagen que nos inspire alguna devoción: de la Virgen María, del Sagrado Corazón, de la Sagrada Familia, etc. Es bueno buscar una iluminación adecuada que nos permita concentrarnos en la imagen cercana, manteniendo el resto en penumbra. La luz de una sencilla vela puede ser lo más adecuado. También ayuda poner como fondo una buena música (por ejemplo, canto gregoriano) que nos acerque a Dios, nos relaje y nos ayude a orar.
Solemos empezar con una lectura. El evangelio del día, o el Santo de cada día nos pueden ayudar en esto, ambos se pueden encontrar adaptados para niños, y con un texto no excesivamente largo que acabe dilatando la oración en exceso. Una vez realizada la lectura, intentamos concentrarnos en nuestra imagen iluminada por la vela y la música de fondo. Comentamos la lectura, comprobando si han recogido el contenido mediante preguntas sencillas y ayudándoles a descubrir el mensaje de fondo.
En este paso, deberíamos encontrarnos todos dispuestos a la oración con el corazón abierto a Dios, pero no siempre es así, o mejor dicho, no siempre lo conseguimos todos. A continuación empezamos un turno de palabra, para expresar nuestra gratitud y peticiones al Señor. De uno en uno, cada uno dice lo que siente en su corazón. Damos la posibilidad de que algún día, alguno, pueda hacerlo en silencio y para sí, pero tampoco dejamos que esto se convierta en norma. Aprovechamos este momento para “recoger el día”, ver que hubo de bueno y de malo, dónde acertamos y dónde nos equivocamos, resolver las pequeñas diferencias familiares, y los problemas de la convivencia diaria. Acostumbrándonos a reconocer nuestras faltas, pedir perdón si hemos llegado a ofender a alguien, y ayuda a Dios para ser más sensibles a nuestros hermanos. Este es el mejor momento de la oración cuando cada uno saca lo que lleva dentro de su corazón y lo comparte. Sus alegrías cuando dan gracias, su visión de los problemas de la vida, cuando piden ayuda a Dios, y el sentimiento de hermanos y familia, cuando se piden perdón y solucionan sus problemas.
Después de esto acabamos con una oración, como un Padrenuestro, Avemaría o el Ángel de la guarda. Y para finalizar, si aún queda tiempo, unos minutos de música en silencio, para irnos a la cama en paz con Dios, nuestros hermanos, y con nosotros mismos.
Estos ratos de oración familiar, pero de un modo más informal, también intentamos buscarlos en otros momentos del día. Durante el camino al colegio, al bendecir la mesa, cuando hay algo que celebrar en casa o cuando alguna noticia nos aflige. No llegamos a interiorizar tanto, pero sí nos ayudan a tener a Jesús presente en nuestras vidas y no olvidarnos de Él.
A título de recomendación, por si a alguien le puede ser de ayuda el uso de la música, una de nuestras grabaciones favoritas son las oraciones del Monasterio de Santa María de Huerta y, para rezar por la noche, nada mejor que completas. Nos ayudan a relajarnos, dejándonos caer en los brazos de Dios Padre, y conciliar el sueño.
Igualmente, en cuanto a las lecturas, Los Santos, un amigo para cada día, de la editorial Edibesa. Tiene una lectura fácil para los niños y, sin ser demasiado largas, nos sirven para darles a nuestros hijos, modelos cristianos de referencia, y un buen rato de reflexión y oración.
El Evangelio de cada día para niños, se titula Voy contigo y está editado en Publicaciones Claretianas. Viene adaptado a su lenguaje y lo usamos cuando no disponemos de tanto tiempo.
Esperamos que estas pautas puedan ayudar a otras familias a avanzar padres e hijos juntos, en su oración con Dios, a sentir su amor por cada uno de nosotros y a pedirle ayuda, no solo cuando nos sintamos pequeños.
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Isa y Paco (Madrid)
por CeF | 4 Sep, 2009 | Catequesis familiar
Bienvenidos al portal catequesisenfamilia.org (
CeF) — patrocinado por el Grupo Editorial Casals — y que está dedicado exclusivamente a la promoción y ayuda al desarrollo de proyectos de catequesis familiar, con el empeño de dar continuidad al mensaje que nos dejó el Santo Padre emérito Benedicto XVI en su viaje a Valencia en julio de 2006.
Pretendemos convertirnos en un punto de encuentro para padres e hijos, catequistas y catecúmenos, mayores y niños, que quieran vivir su fe en familia, junto a sus seres queridos, y que necesiten materiales de todo tipo para crecer en la fe. Por esta razón, vamos a incidir especialmente en la «catolicidad» de los materiales que ofrezcamos, siempre fieles a la doctrina de la Iglesia.
En nuestro portal los contenidos, materiales y recursos se distribuyen en las siguientes secciones:
- Catequesis familiar: con artículos referentes al ámbito específico de la transmisión de la fe en la familia, conceptos básicos, su historia, principales documentos, testimonios y propuestas para desarrollar actividades catequéticas en la familia. Este material está dirigido tanto a padres como a párrocos y catequistas. También incluye el evangelio diario.
- Despertar religioso: materiales adecuados y necesarios para el desarrollo de la fe en los primeros años del bautizado, hasta que es introducido en la catequesis de la primera comunión. En esta sección ofrecemos muchos materiales del sistema de la Editorial Casals, Serafín.
- Primera Comunión: Materiales, dinámicas y recursos, dirigidos a padres, catequistas y catecúmenos de este nivel. En esta sección ofrecemos muchos materiales del sistema de la Editorial Casals, Ven y sígueme.
- Postcomunión: Materiales, dinámicas y recursos, dirigidos a padres, catequistas y preadolescentes que afrontan el desarrollo de su fe tras haber recibido la Primera Comunión.
- Confirmación: Materiales, dinámicas y recursos, dirigidos a padres, catequistas y catecúmenos de este nivel. En esta sección ofrecemos muchos materiales para lectura y reflexión de la fe específicamente para adolescentes: vidas de santos, historias de la Biblia, devociones, etc.
- Novios: Artículos, testimonios, experiencias parroquiales, magisterio y muchos más materiales que esperamos sean de mucha utilidad a párrocos, catequistas y futuros matrimonios.
Nuestra intención es facilitar la transmisión de todo aquello que pueda ser útil para las familias en la educación de la fe en el hogar y para los párrocos y colegios de ideario católico que desarrollen planes de catequesis orientados a las familias.
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¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!
Santo Padre Francisco
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Equipo de Catequesis en familia
- Coordinador: D. Pedro de la Herrán Luzárraga -sacerdote-
- Editor: Guillermo Mirecki Quintero
- Editor multimedia: Luis García Reviejo
- Enlace editorial: Mariano Sáez (Editorial Casals)
- Webmaster: Alberto Zamora
- Colaboradores: Pedro de la Herrán, Guillermo Mirecki, Javier Amate, Juan Luque, Enrique Quirós, Flory Martín, María Vicente, Blanca Ybarra, Jason Leveque, Rogelio Benítez, Antonio Celada, Mercedes Escrivá de Romaní, Montse Adell, Dibujator, Susana Campillo, Miguel Quesada.
Actualizado ( Jueves, 10 de Abril de 2014 14:26 )
por CeF | 3 Sep, 2009 | Catequesis Metodología
Los catecismos son instrumentos oficiales de la Iglesia para la enseñanza de la doctrina cristiana. Los católicos hemos de apreciar estos textos porque, gracias a ellos, se han podido transmitir, de generación en generación, los contenidos fundamentales de nuestra fe.
La referencia principal para toda la Iglesia es el Catecismo de la Iglesia Católica (1992), inapreciable regalo del papa Juan Pablo II. Su sucesor publicó en 2005 una «síntesis fiel y segura» de ese texto fudamental: el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
El papa Benedicto XVI, en el documento de aprobación del Compendio, hace una observación que, como miembros de familias católicas, debemos tener muy presente: «por su brevedad, claridad e integridad, [este Compendio] está dirigido a toda persona que, viviendo en un mundo disperso y lleno de variados mensajes, quiera conocer el Camino de la Vida y de la Verdad, entregado por Dios a la Iglesia de su Hijo».
El Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio han de ser la base en la que nos apoyaremos para explicar los contenidos de la fe en el ámbito familiar.
La familia, con estas «guías seguras» a mano, puede conversar, razonar y, por qué no, vivir nuestra fe, explicándola a cada miembro, según sus capacidades y su edad. Padres, pero también abuelos y hermanos de mayor edad u otras personas que se integren en nuestro grupo familiar, tienen un deber especial para con los más pequeños: que aprendan estudiando, jugando o cantando, y que vayan descubriendo la alegría del Evangelio mientras abren sus ojos al mundo.
Además de estos dos textos principales, ofrecemos a nuestros usuarios documentación sobre el catecismo para la iniciación cristiana, Jesús es el Señor (2008), elaborado por la Conferencia Episcopal Española.
Y, como complemento, una colección de enlaces a los principales catecismos católicos, adaptaciones de los textos oficiales de la Iglesia o textos anteriores a 1992, que están accesibles en la red, bien sea publicados en otros portales, bien para descarga directa.
Catecismo Mayor de san Pío X
Prescrito por San Pío X el 15 de julio de 1905 – Texto edición 1973. Se publicó para la exposición de un modo claro los rudimentos de nuestra fe católica y de aquellas divinas verdades con que debe informarse la vida de todo cristiano.
Catecismo para rezar a Dios
Devocionario que presenta una selección de Oraciones que vienen a llenar un vacío y permitirá a los fieles acercarse confiadamente a Dios. Preparado por el Pbro. Fernando Castro Aguayo (1997).
Catecismo de la Familia y el Matrimonio
Material doctrinal que recoge de manera muy fiel y bastante completa la doctrina de la Iglesia católica, contenida tanto en la Revelación como en el Magisterio, relativa al matrimonio y la familia. Preparado por los presbíteros Fernando Castro Aguayo y Jaime Molina-Niñirola.
Catecismo social
Síntesis de la Doctrina Social de la Iglesia para orientar a quienes se esfuerzan por construir una sociedad más justa y fraterna, ilustrar a todos los ciudadanos en los principios que deben iluminar una acción social a favor de los demás, impartir una formación social más profunda a los fieles católicos y ayudar a los dirigentes del Estado para que ejerciendo sus deberes y derechos puedan respetar más y mejor la dignidad humana de todos. Preparado por los presbíteros Fernando Castro Aguayo y Jaime Molina-Niñirola (1997).
Síntesis del Nuevo Catecismo de la Iglesia católica
Compendio de la Doctrina Cristiana de ayuda práctica para que las familias instruyan en la Fe a sus hijos y a muchas otras personas. Preparado por el Pbro. Fernando Castro Aguayo.
Catecismo de la Doctrina Cristiana «Astete»
Texto original del popular catecismo que es un compendio simple de lo que el cristiano debe saber y cumplir para salvarse, y de hecho este catecismo, sirvió a la gran expansión católica de la contrarreforma y la Evangelización del Nuevo Mundo. Tuvo gran difusión y se contabilizan más de mil ediciones. Fue comuesto por el Padre Gaspar Astete, nacido en 1537 y muerto en 1601. Aquí ofrecemos la parte original de Gaspar Astete con las adiciones de Gabriel Menéndez de Luarca (1742-1812) y las modificaciones de Benito Sanz y Flores.
Catecismo de la Doctrina Cristiana «Ripalda» (o explicaciones del Astete)
Compuesto por el Padre Jerónimo Ripalda (1616). Constituye una breve y clara exposición de la doctrina cristiana. Edición de 1957.
Catecismo de la Doctrina Cristiana
Primer Grado – Texto Nacional
Comprende las nociones elementales que se han de enseñar a los niños de corta edad, y en especial a los que se preparan para recibir la primera Comunión. Edición de 1964.
Catecismo de la Doctrina Cristiana
Segundo Grado – Texto Nacional
Contiene la doctrina que han de aprender los niños que hayan recibido la primera Comunión y se hallen bien instruidos en las nociones de primer grado. Edición de 1958.
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por Conferencia Episcopal Española | 3 Sep, 2009 | Confirmación Catecismo
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica tiene la siguiente finalidad:
Presentar de forma sintética todos los contenidos esenciales y fundamentales de la fe de la Iglesia.
Constituir un vademécum que permita a todas las personas, creyentes y no creyentes, abarcar el conjunto de la fe católica.
Ofrecer la posibilidad de conocer mejor el Catecismo de la Iglesia Católica, como exposición de la fe católica, al cual remite para una lectura completa y en profundidad.
Sus características
1.ª Estrecha dependencia del Catecismo de la Iglesia Católica
2.ª Estilo dialogal
3.ª El uso de imágenes
1. Se puede decir que no se trata de un compendio de la fe católica, sino del Catecismo de la Iglesia Católica. Tal dependencia es atestiguada en tres aspectos:
- Contenidos: El Compendio presenta, de forma sintética, todos los contenidos doctrinales fundamentales y esenciales de la fe y de la moral católica, ya expuestos en el Catecismo de la Iglesia Católica, respetando la jerarquía de verdades.
- Articulación: Se mantiene la misma estructura y subdivisiones que en el Catecismo de la Iglesia Católica: Partes / Secciones / Capítulos / Artículos, dando lugar a cuatro partes:
1.º La profesión de fe
2.º La celebración del Misterio cristiano
3.º La vida en Cristo
4.º La oración cristiana
2. Su carácter dialógico o estilo dialogal. Se ha elegido este género literario, basado en preguntas y respuestas, ya que invita a la lectura mediante el establecimiento de un diálogo entre el texto y el lector, ofreciendo fórmulas breves y fácilmente asimilables, favoreciendo así, de algún modo, la eventual memorización y afianzando fórmulas que puedan perdurar.
3. La presencia de imágenes. Se ofrece, junto a la palabra, la imagen sagrada, dado su dinamismo de comunicación y transmisión del mensaje evangélico.
Destinatarios
- Toda la Iglesia y cada cristiano para renovar su compromiso de evangelización y educación de la fe.
- Toda persona, creyente o no, que quiera conocer sintéticamente la fe de la Iglesia.
Etapas de la redacción
La propuesta de elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) se llevó a cabo en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos convocada en 1985 con ocasión del XX aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.
- 1986: Comienza su elaboración.
- Febrero de 1992: El Catecismo de la Iglesia Católica es redactado y aprobado como proyecto definitivo y presentado al Papa Juan Pablo II para su estudio.
- 25 de junio de 1992: El CIC es aprobado por el Papa.
- 11 de octubre de 1992: El Papa Juan Pablo II promulga el Catecismo de la Iglesia Católica por la Constitución Apostólica Fidei Depositum.
- 7 y 8 de diciembre de 1992: El CIC es presentado oficialmente a toda la Iglesia. En la rueda de prensa del día 9, el Cardenal Ratzinger presenta, junto con el texto en francés, las ediciones en italiano y español.
- 15 de agosto de 1997: Se aprobó y promulgó la edición típica latina con la Carta Apostólica Laetamur Magnópere. La edición típica latina es la conclusión del camino de elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica comenzado en 1986. Se hace una versión y edición en lengua española adaptada al texto latino.
- Octubre de 2002: El Congreso Catequético Internacional, convocado para conmemorar los 10 años del CIC, concluye formulando al Papa Juan Pablo II, entre otros asuntos, el deseo de una síntesis del Catecismo de la Iglesia Católica.
- Febrero de 2003: Comienza la preparación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, confiando su redacción a una Comisión de Cardenales presidida por el Cardenal Ratzinger.
- 28 de julio de 2005: El Papa Benedicto XVI, mediante Motu Proprio, aprueba el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica y lo presenta a toda la Iglesia.
- 13 de octubre de 2005: Presentación del Compendio en su edición del texto oficial en lengua española.