La oración en familia IV: A partir del andar independiente

La oración en familia IV: A partir del andar independiente

La oración con el niño, la oración del niño.

A lo largo de este último período que hemos analizado, las posibilidades de oración del niño han ido creciendo, conjuntamente con el desarrollo del lenguaje y la toma de conciencia progresiva de su personalidad. Los adultos juegan un papel todavía más importante, en cuanto el niño es, cada vez más, capaz de Dios.

Los adultos son mucho más aptos de lo que creen para reestablecer una vida de relación con Dios a partir de las experiencias en torno a sus propios hijos. Es cierto que muchos no saben cómo rezar o qué palabras decir, pero como decíamos antes: a rezar se aprende rezando. ¡Tengan la plena confianza que el Espíritu les indicará qué decir o hacer! La oración siempre es una fuente de bendiciones para todos.

La tarea de los padres consistirá esencialmente en vivir ellos mismos su fe de la manera más sencilla y lógica posible, contagiando a sus hijos el amor por Dios y la necesidad de hablar con Él. Por lo tanto, es muy importante que los hijos participen en la oración de sus papás. Todos los demás adultos que rodean al niño (abuelos, tíos, padrinos, etc.) también pueden desempeñar un cometido mucho más profundo, en la medida en que ellos mismos entren en relación amorosa con el Señor.


Bases de la actividad orante del niño

Hasta los 3 años la vida de oración del niño, tanto individual como familiar, evoluciona con rapidez, apoyada en su desarrollo psicomotor.

La oración del cuerpo

El niño experimenta una necesidad vital de moverse, de utilizar todo su cuerpo en todo lo que hace. Por eso, los gestos, el ritmo, el baile, el canto han de formar la base idónea para su oración, primero por mimetismo con los adultos y luego de forma cada vez más espontánea, incluso solitaria: aplaudir, levantar las manos y ofrecer palmas abiertas, son gestos que dejan su impronta en el pequeño, así como la señal de la cruz (más adelante, en otras columnas analizaremos más detenidamente los gestos sagrados).

El desarrollo mental

La explosión del lenguaje al que asistimos ante un niño que acaba de aprender a andar solo, la alegría que demuestra al valerse de tantas palabras nuevas, es una ocasión privilegiada para ayudarle a orar. Cuando el niño es capaz de hacerse entender con palabras, su oración va cobrando más sentido.

Con todo, lo esencial sigue siendo su actitud interior más que la cantidad de oraciones que pueda aprender de memoria. La curiosidad, el espíritu de observación y la asociación de ideas son elementos favorables por demás en orden a la vida espiritual. Todo lo que para el niño sea motivo de admiración puede ser motivo de alabanza, de acción de gracias a Dios por todo lo que nos regala.

El desarrollo del lenguaje y la gran curiosidad del niño crean en él una necesidad imperiosa de preguntar por todo. Comienza la edad de los por qué. En todo momento, conviene ser realista y dar respuestas adecuadas a los niños; mostrando a Dios como fin último de las cosas creadas.


Diversas ocasiones para orar

a) A lo largo del día.

Tomando en cuenta los diferentes elementos que hemos evocado, ya descubrimos que las modalidades de la vida de oración a lo largo del día pueden ser múltiples. Lo importante no es ponerse a hablar de Dios en cada momento sino vivir en su presencia.

La oración ha pasado a ser una alabanza al Señor, una acción de gracias cotidiana ante las menudencias y, a la vez maravillas, de la vida. En el transcurso de la jornada puede aprovecharse para agradecer a Dios por lo maravilloso del mundo que nos rodea. Esta acción de gracias puede ir acompañada por cantos apropiados que entonen juntos chicos y grandes.

Pueden darse diferentes maneras de expresarse: a veces, será mediante una serie de invocaciones breves y alegres (primero por iniciativa del adulto y luego por contagio del niño). Hay infinidad de temas, pequeños y grandes, en torno a los cuales es posible hablar de Dios y de Jesús. Asimismo, todos los signos y gestos que puedan acompañar las palabras, reexpresarán la experiencia de fe. De esta manera cada jornada puede ser muy rica en ocasiones para orar.

b) La “liturgia familiar”.

El niño muestra deseos de participar de manera activa en la oración que congrega a su familia; querrá unírseles e imitarlos. El niño sólo comprende el sentido general de esa reunión, pero percibe intuitivamente el valor de la misma (por tal razón no debe ser excluido). Al margen de que la oración familiar sea algo organizado o se improvise, lo que al niño le agrada es que los padres recen con él, y no que le hagan rezar: se trata de una actividad en común, sin maestros ni “vigilantes”. Claro está que habrá que adaptarse a las necesidades de los niños pequeños. Insisto cuanto más intervenga el cuerpo y los sentidos en la oración, el niño más se sentirá “atrapado” en la misma.

Al mismo tiempo; hay que tener en cuenta el carácter del niño, su ritmo personal, sus características individuales y su personalidad. La participación del niño pequeño en la oración familiar deber ser breve, alegre y sentida. Si la oración familiar se prolonga el niño podrá marcharse libremente. Lo fundamental consiste en la libertad que se le deje al niño, en el detalle de respetar su deseo o su rechazo; con ello su participación en la oración no obtendrá más que beneficios. A Dios se le descubre en la libertad y en el amor; no en la moral, la obligación y la culpabilidad.

c) Las ceremonias litúrgicas.

Muy pronto el niño tendrá ocasión de asistir y hasta participar en ceremonias litúrgicas como la Misa u otras festividades religiosas importantes (Navidad, Pascua, Pentecostés, Santo Patrono, etc.). En la Misa habría que mantener el mismo principio que en una reunión familiar de cierta importancia. Los niños pequeños suelen estar presentes participando en lo que pueden, realizando otra actividad o simplemente jugando. Lo que hay que procurar es que la presencia de los niños en la Misa no perturbe en demasía el desarrollo de la celebración. Es aconsejable permitirle al niño que se sienta cómodo en la casa de Dios; por esa razón podría llevar alguno de sus juguetes, hojear libros, dibujar, etc.

Como esta actitud puede molestar a algunos, es preferible asistir a las Misas de Niños, donde todos ya saben que dicha Misa va ser más “bulliciosa” y “movida” por la presencia de los mismos. Estas misas pensadas y organizadas en función de los pequeños, suelen ser fuente de bendiciones para los adultos.

De esta manera, concluimos que la familia es un lugar privilegiado del encuentro entre los niños y Dios. Los padres son antes que nada, servidores y mediadores entre Dios y el pequeño que Él mismo les ha confiado. Dios actúa a través de ellos, en ellos y por ellos. Lo importante es dejarse llevar por Él de modo que esta etapa lleve a los niños a despertar al espíritu de oración, a una relación directa de los niños con “su” Dios.


«Dios ama nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones. La presencia invocada de Cristo a través de la oración en familia nos ayuda a superar los problemas, a sanar las heridas y abre caminos de esperanza. Muchos vacíos de hogar pueden ser atenuados por servicios que presta la comunidad eclesial, familia de familias.

»… De importancia para toda su vida es el ejemplo de oración de sus padres y abuelos, quienes tienen la misión de enseñar a sus hijos y nietos las primeras oraciones…»

Documento Final de Aparecida, 119 y 441

 

(De la Serie «Iniciación en la oración», columna 5.ª)

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La oración en familia I

La oración en familia II

La oración en familia III

La oración en familia IV

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Teatrillo de guiñol sobre san Francisco de Borja

Teatrillo de guiñol sobre san Francisco de Borja

Pequeña obra de teatro de marionetas adaptado al colegio Borja Jesuitas para Educación Infantil y Primer Ciclo de Primaria (España). Con pequeños cambios, puede utilizarse en sesiones de catequesis en cualquier parroquia o colegio.

Personajes

  • Francisco de Borja niño
  • Francisco de Borja adulto (de duque y de jesuita)
  • Rey Carlos
  • Reina
  • Leonor de Castro
  • Bandido Cádell
  • Música ambiental
  • Música medieval de la época

Decorados

  • Patio de armas del palacio
  • Un salón de la corte
  • Un altar
La obra

Escena 1.ª

Decorado: Patio de armas del palacio

Música de fondo: medieval

(Francisco aparece de niño y se dirige a los niños.)

Francisco: ¡Hola! ¡Cuántos niños! ¿Sabéis porqué estoy aquí?

Niños: ¡¡Nooo!! (Advertir antes a los Niños para que contesten y participen al máximo.)

Francisco: ¿Queréis que os lo diga?

Niños: ¡¡Sííííííííííí!!

Francisco: ¿Sabéis quién soy yo?

Niños: ¡Noooo!!

Francisco: Estoy aquí para contaros mi historia, porque quiero que me conozcáis y porque vuestro colegio se llama como yo. ¿Cómo se llama vuestro colegio?

Niños: ¡¡Colegio Borja!!

Francisco: ¿Cómo?

Niños: ¡¡Colegio Borja!!

Francisco: Pues yo soy Francisco de Borja y yo nací en este palacio que ahora es vuestro colegio, aquí en Gandía vuestra ciudad en este palacio que vosotros conocéis muy bien. ¿Sabéis dónde me bautizaron? (dejar que contesten los Niños) Que levante la mano el que lo sepa, pues sí me bautizaron en la colegiata ¿Conocéis la colegiata? Pues en mi bautizo hubo una gran fiesta con música fuegos artificiales ¿os asustan los cohetes? Creo que a algunos sí…

(Pausa.)

De pequeño lo pasaba “chupi” porque tenía seis hermanos y jugábamos a pillar, al escondite, ¿os gusta jugar al escondite? (dejar que contesten los Niños.)

Francisco: Mis hermanos se llamaban Alfonso, María Ana, Isabel, Enrique, María Luisa y yo… que me llamo…

Niños: ¡¡¡Francisco de Borja!!!

Francisco: No os oigo… ¿cómo me llamo?

Niños: ¡¡¡Francisco de Borja!!!

Francisco: Vale, vale. Pero también me gustaba hacer los deberes y me gustaba mucho la música. Ahora os contaré una cosa muy muy triste que me ocurrió cuando tenía diez años.

(Música triste.)

Mi mamá se puso muy malita y se murió me puse muy triste pero luego pensaba que estaba todo el tiempo en el cielo con Jesús y ya me ponía más contento.

Un día estaba en mi habitación, vino corriendo mi escudero que se llamaba Diego y me dijo: (cambio de voz) “¡Mi señor, salid pronto! ¡Nos están atacando!…” y era verdad.

Tuve que huir con mis hermanos en una barca por el río, sí ese que veis desde el patio del recreo, por el río Serpis que antes era mucho más caudaloso. Bueno pues como os iba diciendo, tuvimos que huir hasta Denia y escondemos. Y menos mal que nos pudimos llevar el dinero, las joyas y algunas cosas de valor porque lo saquearon y lo robaron todo dejaron el palacio hecho una ruina.

(Pausa. Música ambiental.)

Un año después mi padre me envió a Zaragoza con mi tío que era Arzobispo. Allí estudiaba mucho y hacía muchos deberes, porque hay que trabajar mucho y estudiar, ¿vosotros trabajáis mucho?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

Francisco: ¿Hacéis todo lo que manda la “seño”?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

(Final de la primera escena, música ambiental se cierra el telón.)

Escena 2.ª

Decorado: Un salón de palacio

Personajes: Francisco (se cambia la marioneta por otra que representa a Francisco ya mayor), el rey, la reina Isabel y Leonor de Castro.

Francisco: Soy Francisco otra vez, pero como veis, ya me he hecho mayor. Mi tío el arzobispo me envió a Granada a un castillo donde había una princesa muy guapa y después aquí donde me veis ahora a la corte con el rey ¿Sabéis corno se llamaba el rey?

(Sale el rey.)

Rey: Eso, eso, como me llamo a ver si lo adivináis…

(Dejar que los Niños digan nombres).

Francisco: Pues se llamaba Carlos. ¿Y su mujer la reina, sabéis cómo se llamaba?

(Sale la reina.)

Reina: Eso, eso, ¿cómo me llamo? ¡No lo sabéis, no lo sabéis!…

(Dejar que digan nombres.)

Muy bien, me llamo Isabel y…. soy muy pero que muy guapa

Francisco: Ahora os contaré un secreto su dama también era muy guapa tan tan guapa que me enamoré de ella (música romántica). Se llamaba Leonor y me casé con ella.

(Suena la marcha nupcial; sale Leonor vestida de novia y se abrazan.)

Niños: ¡¡¡Que se besen, que se besen!!!

Rey: De regalo de boda te hago Marqués de Llombay.

(Otra vez la marcha nupcial y se cierra el telón, fin de la escena 2.º.)

Escena 3.ª

Personajes: Francisco, el rey y el bandido Cádell

Decorado: El mismo que la escena 2.ª

Música: Medieval.

Francisco: Bueno, ¿Os sigo contando mi historia?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

Francisco: Pues, yo acompañaba al rey a cazar y también a luchar en las batallas y tenía una armadura para la guerra ¿la habéis visto en la sala de armas? En una de esas batallas, mataron a mi amigo Garcilaso que era un gran poeta.

(Música triste.)

Rey: Te nombro capitán de mi ejército y te mando… ¡¡que persigas a todos los bandidos de Cataluña!!

Francisco: Uno de estos bandidos era Cádell era el peor de todos y yo lo perseguía para darle una buena lección. En fin, ahora vuelvo.

(Música; Francisco desaparece y aparece Cádell.)

Cádell: ¿Quien ha dicho mi nombre? He oído que decían Cádell, pues yo soy Cádell el bandido más malo de todos los que persigue Francisco (mirando a todas partes). Espero que no me vea Francisco, porque no quiero ni pensar si me encuentra…me esconderé…

(Desaparece Cádell y aparece Francisco.)

Francisco: Como os iba diciendo había un bandido muy malo que se llamaba Cádell por cierto creo que andaba por aquí ¿no lo habréis visto por casualidad?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

(Francisco se gira y aparece Cádell por detrás, se juega un poco al escondite Cádell aparece y desaparece, los Niños le irán indicando a Francisco por donde aparece el bandido hasta que Francisco al fin ve a Cádell.)

Francisco: Cádell ¡malvado! Espera y verás (Saca una cachiporra).

Cádell: ¡¡No, no, por favor, seré bueno! ¡Lo prometo…!

Francisco: (Persiguiéndolo y dándole con la cachiporra) ¡Como te pille…!

(Final de la 3.ª escena.)

Escena 4.ª

Personajes: Francisco sacerdote

Decorado: altar

Música: triste.


Francisco: (Aparece vestido de jesuita) Soy otra vez Francisco, ahora ya soy muy mayor ¿queréis saber por qué estoy vestido así?


Niños: ¡¡¡Síííií!!!

Francisco: ¿Os acordáis de la reina? ¿Recordáis lo guapa que era? (aparece la reina) Pues… se murió (la reina suspira profundamente y cae desplomada.)

Me puse tan triste que entonces me acordé de Jesús, el Señor, y… poco a poco me fui poniendo más contento (música: aleluya).

Mis hijos ya se habían hecho mayores y decidí que lo más importante era servir al Señor a Jesús, así que me hice sacerdote jesuita. Me ayudó a decidirme un buen amigo mío que se llamaba Ignacio de Loyola, otro día os hablaré de él.

Como os decía, me hice jesuita, igual que los que hay aquí en el palacio, ¿conocéis algún jesuita? ¿Sabéis por qué se llaman jesuitas? (Dejar que contesten los Niños.)

Francisco: Se llaman jesuitas porque quieren mucho a Jesús y quieren ser sus amigos. ¿Queréis ser vosotros amigos de Jesús?

Francisco: Mis amigos jesuitas y yo fuimos por todo el mundo, ayudando a los pobres y haciendo muchos colegios como el vuestro.

(Música medieval; Pausa.)

¿Os ha gustado mi historia?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

Francisco: ¡¡No os oigo!!… ¿Sí o no?

Niños: ¡¡¡Síííí!!!

Francisco: Pues, ¡hasta pronto, adiós!, y acordaos de ser buenos y trabajar mucho. Y ser muy amigos de Jesús y de su madre María ¡Adiós!

Los ángeles – Catequesis de Flory Martín

Los ángeles – Catequesis de Flory Martín

Dios ha creado las cosas que vemos y también otras que no vemos. Un ejemplo de estas cosas que no vemos son los ángeles que existen pero no los vemos porque no tienen cuerpo.

Los ángeles son seres más perfectos que las personas porque son espíritus, con una gran inteligencia, memoria y voluntad. Han sido creados por Dios para que le den gloria y podemos valorar la grandeza de Dios. Le alaban, le obedecen y estén con Dios en el cielo.

Algunos de estos espíritus se rebelaron contra dios y dirigidos por Lucifer dijeron «¡No te serviré!». Los otros ángeles que permanecieron amigos de Dios siguiendo a San Miguel decían: «¿Quién como Dios?».

Los espíritus malos, junto con Lucifer, fueron condenados al infierno porque desobedecieron a Dios y pecaron contra Él. Desde entonces los demonios odian a Dios y a todos los que le aman. Intentan o procuran que los hombres cometan pecados y esto es lo que llamamos la tentación. Por ejemplo, procuran que un chico mienta, o robe algo, o desobedezca a sus padres u otras cosas. La tentación, no es pecado; pero si hacemos caso a lo que nos dice el demonio, entonces si es pecado.

Dios ha querido que contemos con la ayuda de los ángeles buenos y nos ha puesto un ángel a cada una de las personas al nacer para que a lo largo de nuestra vida podamos vencer las indicaciones malas de los demonios. Este ángel es el ángel de la guarda o ángel custodio que nos cuida siempre y nos ayuda en lo que necesitemos.

El día 2 de octubre celebramos la fiesta de los ángeles custodios y hay una oración que gusta mucho a los ángeles que podemos aprender para este día


Oración al ángel custodio

Ángel de mi Guarda,

duce compañía,

no de desampares

ni de noche ni de día,

no me dejes solo

que me perdería.

Amén.


Oración al ángel custodio

Ángel de mi guarda,

dulce compañía,

no me desampares

ni de noche ni de día;

si me desamparas

¡qué será de mí!,

ángel de mi guarda

ruega a Dios por mí.

Amén.

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Leyenda y Novena de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba

Leyenda y Novena de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba

El día 8 de septiembre se celebra la fiesta de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Os ofrecemos la leyenda de su descubrimiento, potagonizada por unos jóvenes, y una novena para rezar en familia.

Leyenda de la Virgen de la Caridad del Cobre

Dos hermanos, Rodrigo y Juan de Hoyos, viven en el año de 1620 en el hato de Barajagua, en el término real de la Minas del Cobre, provincia de Santiago de Cuba. Un día salen en su embarcación rumbo a la bahía de Nipe, en busca de sal. Los acompaña Juan Moreno, niño negro de unos diez años. Ya en la desembocadura del río Mayarí, se detienen en cayo Francés.

Mientras descansan, el mar se embravece, por lo que deciden esperar. Al amanecer del tercer día se tranquilizan las aguas, siendo el momento de reanudar el viaje luego de haber perdido tres días de espera. La barca navega con bonanza. Cuando apenas se han alejado del cayo, uno de ellos observa “algo” que flota sobre las olas… ¿algún naufragio? No lo divisan bien, aunque los rayos del sol iluminan el objeto.

Llenos de curiosidad, ponen proa hacia él y observan que es una imagen de la Santísima Virgen María. Se acercan y con gran amor y acatamiento la introducen en la barca. Sucede algo inaudito que llenó de estupor a los piadosos marinos.

Además del prodigio de no hundirse la imagen por su propio peso, contemplan, llenos de admiración, que ni siquiera el vestido de la imagen estaba mojado.

De regular estatura, el rostro algo moreno, los ojos dulces, majestuosos y vivos. En su mano izquierda sostiene un hermosísimo Niño Jesús, y en su derecha sustenta una cruz de oro. Sobre la tabla donde navegaba la venerada imagen, unas letras grandes y claras decían:


“Yo soy la Virgen de la Caridad”


La llevaron al caserío de Barajaguas. Años más tarde la trasladaron a la Parroquia del Cobre. De ambos lugares se desaparecía y volvía a ocupar el mismo sitio. Una niña llamada Apolonia decía que la veía en la loma del Cobre… El pueblo, después de haber orado, con gran preocupación contempló una noche en ese mismo lugar un gran resplandor. Allí le hicieron una pequeña ermita donde la trasladaron y donde se encuentra actualmente en el Santuario Nacional.

El Santo Padre la proclamó Patrona de Cuba a petición de los Veteranos de la Independencia el 10 de mayo de 1916. Desde los primeros tiempos se le honró bajo el título de Nuestra Señora de la Caridad a cuyo amparo los fieles acuden permanentemente con súplicas en los peligros y necesidades.

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Novena a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

Acto de Contrición

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mi ante Dios, nuestro Señor.

Oración inicial para todos los días

Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra Santísima presencia soberana. No desechéis oh purísima Madre de Dios mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas favorablemente. Así sea.

Oración Final para recitar todos los días

Oh, Señora mía, Oh Madre mía, yo me entrego del todo a tí; Y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy tuyo, Oh Madre de piedad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

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Día Primero

¡Dios te salve! ¡Cuánto se alegra mi alma, amantísima Virgen, con los dulces recuerdos que en mí despierta esta salutación! Llénase de júbilo mi corazón al pronunciar el Ave María, para acompañar el gozo que llenó tu espíritu al escucharla de boca del Ángel, congratulándose así de la elección que de tí hizo el Omnipotente para darnos al Señor.

Pídase el favor que se desea conseguir.

Día segundo

¡María, nombre santo! Dígnate, amabilísima Madre, sellar con tu nombre el memorial de nuestras súplicas, dándonos el consuelo de que tu Hijo, Jesús, las atienda benignamente para alcanzar pleno convencimiento en la práctica de nuestros deberes religiosos, sólida confirmación en las virtudes cristianas y continuas ansias de nuestra eterna salvación.

Día tercero

Llena de Gracia, ¡Oh dulce Madre! Dios te salve, María, sagrario riquísimo en que descansó corporalmente la plenitud de la Divinidad: a tus pies nos presentamos hoy para que la gracia de Dios se difunda abundantemente en nuestras pobres almas, las purifique, las engrandezca y cada día aumente más en ellos el verdadero amor a Dios y a nuestros hermanos.

Día cuarto

El Señor es contigo: ¡Oh Santísima Virgen! Aquel inmenso Señor, que por su esencia está en todas las cosas, está en tí y contigo de un modo muy superior. Madre mía, venga por tí a nosotros. Pero ¿cómo ha de venir a un corazón lleno de tanta suciedad. Aquel Señor que para hacerte habitación suya quiso, con tal prodigio, que no perdieses, siendo madre, tu virginidad? ¡Oh muera en nosotros toda impureza!

Día quinto

Bendita tú eres entre todas las mujeres. Tú eres, oh Santísima Virgen María, la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el honor de nuestro pueblo. Si por una mujer, Eva, tantas lágrimas se derramó en el mundo, por ti nos llegó la redención. Por esto, tú serás siempre bendita. Alcánzanos una fe viva y operante para considerar e imitar las grandes obras que en ti y por ti obró Dios.

Día sexto

Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Deploramos grandemente, purísima Virgen y amantísima Madre, que hayamos cometido tantos pecados, sabiendo que ellos hicieron morir en tu cruz a tu Hijo. Sea el fruto de nuestra oración, que no cesamos de llorarlos hasta poder bendecir eternamente a Jesús, fruto bendito de tu vientre virginal.

Día séptimo

Santa María, Madre de Dios. Tu mayor título de grandeza, tu mayor dignidad, oh María es haber sido elegida para Madre de Jesucristo, Hijo de Dios. De esta elección divina proceden todas tus gracias y prerrogativas. No olvides nunca que también fuiste designada por tu Divino Hijo, al pie de la cruz, como Madre espiritual nuestra. Que nunca nos falten fuerzas para mostrarnos como dignos hijos tuyos.

Día octavo

Ruega por nosotros, pecadores. En ti Virgen María, como en alcázar nos refugiamos. Aunque el vértigo de la vida y los enemigos del alma nos hayan despojado o puedan despojarnos de las preciosas vestiduras de la gracia, alejándonos de ti y de tu amado Hijo, nunca nos cierres las puertas de Sagrado Corazón.

Día noveno

Ahora y en la hora de nuestra muerte . Siempre estamos expuestos a perder la gracia de Dios y condenarnos. Haced, Santísima Virgen María, que por vuestra intercesión nunca perdamos el favor de Dios; que en esta difícil lucha por la vida encontremos en ti la protección maternal que tanto necesitamos y una Abogada en la hora de nuestra muerte.


La Exaltación de la Santa Cruz

La Exaltación de la Santa Cruz

La costumbre de venerar la Santa Cruz se remonta a las primeras épocas del cristianismo en Jerusalén. Esta tradición comenzó a festejarse el día en que se encontró la Cruz donde padeció Nuestro Señor.

Posteriormente, a principios del siglo VII, cuando el ejército del Islam saqueó Jerusalén se apoderó de las sagradas reliquias de la Santa Cruz. Esta serían recuperadas pocos años más tarde por el emperador Heraclio, y recordando este rescate es que celebramos el 14 de septiembre la exaltación de la Cruz.

La tradición cuenta que el emperador, vestido con las insignias de la realeza, quiso llevar en exaltación la Cruz hasta su primitivo lugar en el Calvario, pero su peso se fue haciendo más y más insoportable. Zacarías, obispo de Jerusalén, le hizo ver que para llevar a cuestas la Santa Cruz, debería despojarse de sus vestidos reales e imitar la pobreza y humildad de Jesús. Heraclio con pobres vestidos y descalzo pudo así llevar la Cruz hasta la cima del Gólgota.

Para evitar nuevos robos, la Santa Cruz fue partida. Una parte se llevó a Roma, otra a Constantinopla; una se dejó en Jerusalén y una más se partió en pequeñas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero.


La Cruz, extremo de amor

La Santa Cruz es trono para Nuestro Señor Jesucristo. Tan noble Rey venció en ella al pecado y la muerte, no al modo humano, sino al misterioso modo divino.

El odio de los hombres combatió contra su mismo Redentor, pero venció el Amor de Jesús por los hombres. Estos se unieron para atormentar a Jesús e irrumpieron contra Él; y Él soportó todo tormento y se sometió a la misma muerte, con la mansedumbre de un cordero. Su Cuerpo divino, llagado de amor, no encontró otro descanso que la Cruz.

Mientras Jesús sufría, amaba. Nos devolvió con amor tanta ofensa. Tanta ofensa hecha por cada uno de nosotros día a día. Y es en virtud de ese amor unido al sufrimiento que Él gustaba una gran felicidad: la de salvar el género humano. Se sometió a la muerte para darnos vida. Fue en la Cruz donde nos conquistó el perdón de su Padre.

¿Por qué Señor tanta mansedumbre, tal gozo entre tantos expertos de muerte? Precisamente se debe a que el cáliz de la Pasión Él lo tomó no de la mano de sus enemigos, sino de las del Padre; y por consiguiente lo tomó con amor infinito.

He aquí el secreto de padecer con mérito y con gloria: recibir las tribulaciones, no de las manos de los hombres, sino de las de Dios. El dolor en esta tierra es inevitable: lo vemos a nuestro alrededor en diversas manifestaciones. Está claro que el dolor no se puede evitar siempre. Pero también está claro que el amor tiene su precio: y siempre resulta un precio amable –y hasta “barato”- en la medida, precisa, del amor.

Este es el secreto del amor de Dios por los hombres, y del mismo modo puede ser el secreto del gozo de los mártires. También será el gozo de cualquier cristiano que reciba un aumento del amor de Dios. Así como entendemos claramente –sin una duda- que vale la pena gastarse por un amigo, un familiar, una persona querida, del mismo modo a los que aman a Dios les resulta fácil “gastarse” –o sacrificarse- por Él.

A veces a quienes queremos les regalamos u ofrecemos lo que se nos ocurre. En otras ocasiones, con mucha confianza, esas personas queridas nos solicitan algo –a veces con urgencia- y ésa es la piedra de toque del amor. Cuando rápidamente decimos que sí a lo que nos cuesta –inesperadamente- es porque amamos sinceramente a esa persona.

Con Dios sucede otro tanto. A veces le ofrecemos a Dios “sacrificios” que nos parece le gustarán, y otras es Él mismo quien golpea a nuestra puerta pidiéndonos algo: a través de otras personas o directamente.

Jesús cargó con la Cruz y nos invita a que cada uno de nosotros lo imitemos también en esto. No hay camino sin Cruz. Dios regala la Cruz a quienes ama, a quienes quiere regalar también con muchos otros bienes. Ese es el sentido de las palabras del Apóstol: “No quiero otra cosa que Jesús y Jesús crucificado.”

En la Cruz nos encontramos y unimos a Cristo. Busquémoslo siempre allí. Él, con sus brazos extendidos, nos espera para regalarnos el abrazo de su infinito amor.


Examen

Meditemos en la presencia de Dios cuáles son los “vestidos reales” de que debemos despojarnos, a imitación de Heraclio, para cargar con alegría nuestra Cruz de cada día.

Meditemos también como llevamos nuestra Cruz: si ella es para nosotros ocasión de que nos rebelemos contra Dios, o si más bien, nos acerca a Jesús y nos hace vivir, a imitación de Él, el amor hasta el extremo, para con Dios y nuestros hermanos.

Pidámosle a Jesús que nos enseñe a ver siempre la mano divina en toda pena nuestra.


Oremos


Reine el Señor crucificado

levantando la cruz donde moría;

nuestros enfermos ojos buscan luz,

nuestros labios, el río de la vida.

Te adoramos, oh cruz que fabricamos,

Pecadores, con manos deicidas;

Te adoramos, ornato del Señor,

sacramento de nuestra eterna dicha.

Amén.

Fragmentos del Himno de Laudes de la Fiesta de la exaltación de la Cruz
Liturgia de las Horas


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La Exaltación de la Santa Cruz es celebrada por la Iglesia Universal el 14 de septiembre y con esta ocasión os ofrecemos este magnífico artículo catequético de Mariana Canale para el portal web iglesia.org.


Leyenda de la Virgen Niña

Leyenda de la Virgen Niña

Contaban las abuelas, y cuentan todavía un recuerdo de infancia de la Virgen María.

Siendo niña, la Virgen fue al jardín a jugar.

Florecieron las flores para verla pasar…

Con sonrisa de cielo, la chiquita María

mirábalas a todas, y a todas sonreía…

Ellas, ingenuamente, le ofrecieron a coro

sus mejores encantos, todo un regio tesoro

de frescura y fragancia, de alegría y colores,

que es patrimonio viejo, muy viejo, de las flores.

Habló la rosa y dijo: —»A mí la Primavera

me ha coronado reina… Si mil reinos tuviera,

con tal que complacer a la Virgen María,

¡los mil reinos, de hinojos, se los ofrendaría!»

Y asomaron los lirios, trémulos de blancura,

y asomó la azucena, como la nieve, pura,

y asomaron las dalias, con tiesura de diosas,

y las tiernas campánulas, menuditas y ansiosas,

sacudían sus cálices, brincando de alegría,

porque al pasar, la Virgen también les sonreía,

tan dulce, tan graciosa, tan cariñosamente,

que todas se animaron a besarle la frente.

Mas la Niña bendita no escogió. Vacilaba…

Mirábalas a todas.., y a ninguna cortaba.

De pronto, casi ocultas debajo de las hojas,

vió que había unas flores gimiendo sus congojas,

tan tímidas que apenas levantaban la voz..

Era si hablaran solamente con Dios…

Ya no dudó un instante. Llegó y con gesto breve,

cortó las florecitas con sus manos de nieve…

Las dalias y azucenas se pusieron celosas,

y celosos los lirios, campánulas y rosas,

mientras por el sendero lentamente volvía,

Violeta entre violetas, la Reinita María.

Y Dios, que hace a las flores nacer en los senderos

proclamó que los últimos serían los primeros.

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Santa Teresa de Calcuta: mujer, monja, fundadora

Santa Teresa de Calcuta: mujer, monja, fundadora

«Para conquistar al mundo no se necesitan ni guerras ni cañones, solo hace falta amor y compasión».

Santa Teresa de Calcuta

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Este ha sido el mensaje que la Madre Teresa, cuya fiesta celebra la Iglesia el día 5 de septiembre, ha llevado siempre consigo, superando todas las barreras. Su trabajo en Calcuta cambió su destino y de la docencia pasó a ser servidora de los más pobres entre los pobres. Su labor, admirada en el mundo entero, se vio galardonada con el Premio Nobel de la Paz 1979. Su preocupación fue atender todas las carencias de los más necesitados, a los que se entregó sin alterar su fidelidad a la Iglesia. Ella siempre reconoció que la verdadera pobreza reside en el hambre de amor.


Al servicio de Dios

Agnes Gonxha Bojaxhiu, auténtico nombre de la Madre Teresa nació el 27 de agosto de 1910 en Skopjel (Albania, ahora Macedonia). Su infancia transcurrió en calma, solo su fantasía recibía la influencia de los padres jesuitas y pasaría a convertirse en una auténtica vocación: ‘Quería llevar la idea de Cristo a los pueblos de misión’. En 1928 y a los 18 años de edad viajó a Dublín para ingresar en la Orden de Nuestra Señora de Loreto y un año después fue destinada a Calcuta para trabajar como profesora de geografía en un colegio de la ciudad. Después de diecisiete años de docencia tuvo una llamada interior con un mensaje muy claro: ‘Debía salir del convento y ayudar a los pobres viviendo entre ellos’. En 1948 recibió el consentimiento papal para abandonar la orden y meses después fue autorizada para fundar su primera escuela, en un parque público de los suburbios de Calcuta. Quería dar a los pobres lo que los ricos procuran con dinero.

Esta primera fundación partió de cero con un préstamo del Arzobispo de Calcuta para adquirir la casa. Pronto se sumarán algunas de sus antiguas compañeras y sin más instrumentos que su vocación de servicio, consiguieron importantes logros.

La Congregación de Hermanas de la Caridad se fundó como tal dos años después y la aprobación pontificia definitiva la obtuvo en 1965, siendo Papa Paulo VI. A los tres votos tradicionales de pobreza, castidad y obediencia las misioneras añadieron el de la entrega absoluta a los más pobres, sin aceptar ninguna ayuda material ni subvención: ‘El voto de pobreza es muy estricto en nuestra Orden’, para amar a los pobres y cuidarlos es imprescindible que nosotras vivamos también en la pobreza’ dirá la Madre Teresa. La Orden se extendió por toda la India: escuelas, hogares para moribundos y residencias de leprosos son el testimonio material de una incesante lucha contra la miseria. Es el mensaje de Dios encarnado en una frágil mujer. ‘Cada persona para mí es Cristo, cómo Él es único, cada hermano es para mí el único’.

Los miles de pobres de la India se sienten por primera vez dignos: ‘He vivido como un animal, al menos aquí moriré como un hombre’, confesaría a un periodista un residente del hogar para moribundos de Calcuta. En 1963 el arzobispo de este lugar bendecía la rama masculina de la Orden que estaría encabezada por un jesuita australiano. Durante la década de los sesenta la Congregación se ramifica y el mensaje de amor llega a lugares como Caracas, Colombo o Melbourne. Hoy está representada en más de ochenta naciones del mundo atendidas por más de 1.500 religiosas. La gran cantidad de nuevos miembros entrantes hace necesario la apertura de un ‘Centro de Formación de Novicias en Londres’.


Premios y distinciones

Líderes políticos e instituciones internacionales elogian vivamente a esta mujer y sus trabajos se conocen mundialmente. Desde 1963, fecha en que recibe el premio Magsaysay del gobierno filipino, una larga serie de galardones la tuvieron como destinataria. El 8 de diciembre de 1979 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz por sus servicios a los más necesitados. Los dólares recibidos (191.000) se destinaron a la construcción de hogares para pobres y leprosos, tal como hizo con los 25.000 dólares obtenidos en 1971 con el primer premio ‘Juan XXIII de la Paz’, empleados en la compra de medicinas. La religiosa recibió todos ellos con iguales muestras de humildad: ‘No lo merezco, pero lo agradezco en nombre de los más pobres de los pobres, al conocerme la gente no puede seguir ignorando que los pobres existen y ese conocimiento lleva al amor y al servicio’.

Entre otras distinciones están: el ‘Premio Nacional Kenndy (1971)’, el ‘Pandit Nehru (1972)’, el ‘Barat Rahma (1980), la más alta condecoración hindú. El ‘Torremerlate de Italia’ y la ‘Orden al Mérito’(1983) de la Reina Isabel en Nueva Delhi. Es Doctora ‘Honoris Causa’ por varias universidades y ha sido recibida por personalidades del mundo entero.

Teresa de Calcuta supo combinar la eficaz gestión de una Congregación progresivamente más compleja con múltiples viajes a Occidente en los que criticaba la pobreza de la sociedad actual: ‘La pobreza de aquí –señalaría en la Universidad de Harvard– es más perversa que la de allí, hay un gran hambre de amor’. La salvación del solitario hombre occidental, reside para ella, en una familia unida y no desintegrada por el aborto, este se ha convertido en el mayor destructor del amor y la paz.


Aprecio universal

La Madre Teresa sintetizaba el amor en su frágil persona, fragilidad que en 1983 la mantuvo internada un mes con problemas cardíacos. En 1985 fue operada de cataratas en Nueva York. En 1989 necesita de la ayuda de un marcapasos y su quebrantada salud la obliga a renunciar al cargo de superiora de su congregación. En 1990 se retiró definitivamente, aunque su congregación asegura que continúa trabajando, aún después de haber sido nombrada la sucesora. El 5 de septiembre de 1997 a los 87 años, muere de un ataque al corazón en la sede central de la Congregación. Trabajadora infatigable, su rostro lleno de arrugas y sus manos deformes por la artritis son testimonio vivo de su labor de amor a los desfavorecidos. ‘Debes estar preparado para trabajar sin descanso para servir a la humanidad que sufre’. Un día, un moribundo dijo en Calcuta: ‘No he visto a Dios ni necesito verlo, porque para mí esta anciana es el Dios viviente’. En la actualidad, la Hermanas de la Caridad se encuentran en más de 129 países, ayudando a pobres y enfermos y son más de tres mil las monjas pertenecientes a la Congregación.

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Fuente: Cristo Hoy 172, 1997 (publicado a pocos días de su muerte).

 

Los niños y el canto religioso

Los niños y el canto religioso

A lo largo de la Historia la música siempre ha estado muy ligada a la adoración de Dios. Desde los seis o siete años y, sobre todo, tras realizar la Primera Comunión los jóvenes cristianos se incorporan casi plenamente (lo hacen al recibir la Confirmación) a la vida de la Iglesia, especialmente al cumplimiento del mandato dominical.

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Es en este momento, cuando los niños ya comulgan, en el que más agradecen la música en la liturgia y en la catequesis, ya que la melodía los ayuda a «sentir» los contenidos de lo que las letras expresan, las canciones los llevan a ser más participativos en las ceremonias y favorecen enormemente la devoción por la Santa Misa. Recordando el famoso aforismo de san Agustín, «aquel que canta reza dos veces».

Para ayudar a nuestros hijos en este aspecto os ofrecemos un enlace al mayor cancionero católico en la red, el de padrenuestro.net, donde podéis encontrar canciones para cualquier tema, devoción y época del año.

También os ofrecemos un enlace a un magnífico artículo sobre la importancia de la música en la liturgia, publicado en es.catholic.net:

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La oración en familia III: Desde el nacimiento hasta el andar independiente

La oración en familia III: Desde el nacimiento hasta el andar independiente

La oración por el niño, la oración delante del niño, el comienzo de la actividad orante del niño

Hasta el momento del parto, según vimos, los padres y restantes miembros de la familia oraban por el niño. De ahí en más, van a poder formular su oración delante del mismo. Los padres “prestan” al bebé sus labios, sus manos y su cuerpo entero para expresar en su nombre la oración que suscita en ellos el Espíritu Santo. Cuando los padres oran con y por sus hijos, oran en el nombre de ellos; al margen de la estrecha relación consciente-inconsciente entre madre e hijo. La irradiación de su contacto con Dios actúa sobre el niño, orientándolo en silencio hacia Él. La oración en silencio es un manantial de gracia para el niño. 

Por otra parte, existen algunos medios que pueden favorecer la oración en estas edades tempranas. La oración de los padres se ve complementada con la búsqueda de todo aquello que pueda ayudar a aproximarse a una vida orante. Hay dos sentidos particularmente ricos a este respecto: la vista y el oído.

Dado que el bebé es capaz de fijar su mirada sobre el objeto amado desde que cuenta dos semanas (como el pezón y, más tarde, el rostro y los gestos de la madre) y que distingue ya buena parte de cuanto lo rodea a partir de los dos o tres meses, los padres pueden proceder de suerte que su mirada se fije sobre determinados objetos que enriquezcan su memoria en un sentido espiritual, colocando algún elemento religioso junto a la cuna, en lo posible frente al bebé y no encima. Conviene que lo objetos en cuestión sean a la par adecuados a la mentalidad infantil, sencillos, bonitos y respetados como tales por el niño.

Lo importante es que la imagen (cuando hablo de imagen estoy hablando indistintamente de una lámina, pintura o escultura) elegida sea del agrado de los niños y apropiada para la catequesis. Es decir: imágenes naturales, sobrias, sencillas y simples; en las cuales se privilegie más el gesto y la expresión de los rostros que la imagen en sí misma. Evitemos las imágenes recargadas, llenas de elementos, que distraen más de lo apropiado. Siempre será mejor colocar una imagen de Jesús Resucitado que una, del crucificado. La imagen del Buen Pastor también ayuda mucho. Busquemos que la expresión del rostro sea dulce y varonil, a la vez. También puede ser una imagen de la Virgen María en actitud maternal y acogedora o una cruz sencilla. Hay un segundo elemento que suele impactar a los ojos del niño: la luz; lo que conviene es que el objeto principal esté iluminado en el momento de la oración.

En cuanto al oído, el bebé bien puede ir internalizando tanto el murmullo de la oración de los padres como algunas canciones religiosas sencillas entonadas por su progenitores. Lo mismo sucede con canciones religiosas, salmos, ya sea entonadas con sus letras o, simplemente, tararear solo su música.

Acompañando al desarrollo del lenguaje, es aconsejable que el niño se acostumbre a repetir algunas palabras de connotación religiosa como Jesús, María, ¡Gracias Jesús!, ¡Te quiero, Jesús! ¡Aleluya!, etcétera; para ir descubriendo paulatinamente su significado, después de repetirlas una y otra vez.

La actividad orante del niño comienza desde sus primeros meses de vida, de manera embrionaria. Puede ser impulsado a entrar en relación con Dios. En ese sentido, distinguiremos dos modalidades: la oración a lo largo del día (ocasional) y la oración familiar (más organizada).

a) La oración a lo largo del día. Cuando el niño está solo con un adulto, este puede encontrar múltiples ocasiones para hacerle participar en sus propios impulsos hacia Dios. Sea una oración de alabanza, de petición o de acción de gracias que realice el adulto, el niño participará como por ósmosis, en una corriente de contagio mutuo. Las mismas reacciones de los pequeños suelen ser una fuente inagotable de alegría y de acción de gracias a Dios para los adultos.

b) La oración familiar. A no pocos padres les agrada hacer la oración en familia, en algún momento del día, incluyendo a los más pequeños en la misma. Este clima de oración, el ambiente que reina en su derredor, va penetrando de manera profunda e insondable en el niño. Cuando el pequeño sea ya capaz de sostenerse fácilmente sentado, podrá estar sentado sobre las rodillas de alguno de los miembros de la familia. El pequeñín puede ser, en fin, objeto de ciertos gestos de oración que captará sin dificultad, asimismo los gestos del pequeño pueden comprometer más a los mismos padres. Podemos afirmar que la oración en familia, en medio de su sencillez y con tal que la participación del pequeño sea breve y espontánea, lejos de resultar algo artificial y agobiante, responde a una capacidad real del niño.


“Sólo ante Dios y ante un niño, es capaz de arrodillarse un hombre”

Rabindranath Tagore


(De la Serie «Iniciación en la oración», columna 4.ª)

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La oración en familia I

La oración en familia II

La oración en familia III

La oración en familia IV

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