por Juan Jáuregui | CeF | 15 Sep, 2015 | Postcomunión Liturgia
Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o «kerygma», que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial. El kerygma es trinitario. Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre. En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte». Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos[126]. Por ello, también «el sacerdote, como la Iglesia, debe crecer en la conciencia de su permanente necesidad de ser evangelizado»
SS Francisco, Evangeli Gaudium, n 164.
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En este artículo os presentamos un ejemplo de celebración para el inicio de la catequesis para niños, en cualquiera de sus etapas.
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Celebración del comienzo de la catequesis
Monición de entrada
En esta Misa del Domingo vamos a hacer una celebración especial dedicada a las personas que van a ser catequistas de niños de nuestra comunidad parroquial.
Ser catequista es una labor muy importante dentro de una comunidad cristiana.
Es compromiso para trabajar en la tarea que Jesús nos ha confiado a sus seguidores: ser luz para los demás, servir a los más pequeños y necesitados, ejercer nuestros dones y carismas en bien de toda la comunidad creyente.
Estos catequistas se han mostrado dispuestos a aceptar este compromiso de servir con alegría y esmero a nuestra Comunidad. Nos alegramos por su decisión, y también queremos que cuenten con todos nosotros para ayudarles en esta misión.
Saben que no son honores ni favores lo que van a recibir, sino una tarea que les va a llevar trabajo, tiempo y entrega.
Por nuestra oración al Espíritu Santo van a recibir fuerzas para cumplir con la misión que Jesús dio a sus discípulos: “Como el Padre me ha enviado, así os envío yo…Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a todos los hombres enseñándoles a guardar todo lo que os he anunciado..”
Comenzamos la Eucaristía cantando…
Saludo del sacerdote
Hermanos , es una suerte para la Iglesia, y para nuestra parroquia en particular, tener personas como vosotros que están dispuestas a dedicar parte de su tiempo a una misión tan importante como es la de catequista. Os lo agradecemos de todo corazón y le damos gracias a Dios por haberos escogido para esta tarea.
Reunidos en el nombre del Señor, celebramos esta acción de gracias al Padre y pedimos por nuestros hermanos. El Dios que nos salva, que nos transmite su palabra a través de personas y se hace presente con su Espíritu, esté con todos vosotros.
Nos pedimos perdón
Todos empezamos con muchas ganas el curso de Catequesis, pero a medida que pasa el tiempo, nos desanimamos. Muchas veces es porque no somos fieles a lo que Jesús espera de nosotros. Por eso pedimos su perdón al empezar esta celebración.
— A ti, Señor, te pedimos perdón por no responder a tu llamada. Señor, ten piedad…
— A ti, Señor, te pedimos perdón por nuestra falta de compromiso. Cristo, ten piedad…
— A ti, Señor, te pedimos perdón por nuestra pereza y desgana por extender tu Reino entre los hombres. Señor, ten piedad…
Gloria
En el Padre confiamos y en Jesús, que es su Palabra, y el Hijo del Eterno Padre. Por eso le decimos: Gracias, mil gracias, Señor, por tu inmenso y tierno amor.
Oración
Oh Dios, fuente de luz y de bondad,
que has mandado a tu único Hijo, Palabra de vida,
a revelar a los hombres el Misterio de tu Amor,
bendice a estos miembros de nuestra comunidad,
elegidos para el ministerio de catequistas.
Ayúdales a meditar tu Palabra,
para que la anuncien fielmente a sus hermanos.
Por nuestro….
Liturgia de la Palabra del día…
Homilía
La mano
A la pregunta del Escriba ¿Qué mandamiento es el primero de todo?. Jesús no duda. Lo primero de todo es amar. El amor es lo que justifica la existencia. De tal forma que se puede decir que quien ama acierta en la vida y quien no ama se equivoca, por muchos que sean sus logros en otros campos…
Cada día vamos construyendo en nosotros o un pequeño monstruo de egoísmo, frialdad e insensibilidad o un ser tierno, fraterno y solidario…Porque el amor es algo que no se improvisa, sino algo que hay que ir construyendo cada día..
El amor hay que aprenderlo y contagiarlo a los seres que tenemos a nuestro lado… especialmente con los gestos y obras…. y no tanto con palabras, porque el amor no es para hablarlo sino para vivirlo…
Son los gestos los que educan y marcan a las personas… Como el caso de Martín…
Se acercaba el día de Acción de Gracias y la maestra pidió a sus alumnos de primer grado que dibujaran algo por lo que estuvieran muy agradecidos. Pensó que esos niños, en su mayoría muy pobres, no tendrían muchas cosas que agradecer: Sabía que la mayoría de ellos pintarían pavos horneados, tortas, helados, tal vez la playa…
La maestra se quedó helada con el dibujo que le entregó Martín: una simple mano dibujada con dificultad, sin gracia.
¿Qué querría expresar con esa mano? ¿De quién sería esa mano? La clase quedó cautivada con el dibujo de Martín. .
— Maestra, esa es la mano de Dios que nos da la comida —dijo un alumno.
— Yo creo que es la mano del señor que vende los gallitos en el portón de la escuela —aventuró una niña.
— Es la mano del panadero que hace el pan y las tortas —expresó otra.
— Es la mano del médico que curó a Martín cuando estuvo hospitalizado —gritó con entusiasmo un niño. Martín permanecía en silencio negando con su cabeza. La maestra se acercó a él, se inclinó cariñosamente sobre su pupitre y le preguntó de quién era esa mano.
— Es su mano, señorita —dijo ruborizado. Entonces recordó la maestra que muchas veces, a la hora del recreo, había llevado a Martín, un niño muy débil y desamparado, de la mano. Y comprendió que ese gesto tan simple para ella era la experiencia más placentera en la vida de Martín.
Ser educador (padre, catequista, sacerdote, profesor…) es tener la mano siempre abierta, dispuesta a ayudar al que lo necesite. Frente a una cultura que separa, excluye, rechaza o convierte la mano en puño que golpea, abramos manos y corazones, enseñemos con la palabra y el ejemplo, el valor de la aceptación que crea alegría y esperanza.
Convirtámonos todos hoy en esa mano que acompaña, que apoya y que sostiene… Y así expresaremos el amor que hay en nuestro corazón y haremos este mundo más habitable y más bonito.
Oración de los fieles
— Para que nuestra catequesis sea un gran hogar donde se viva el espíritu de amistad y trabajo, y donde quepan todos los niños y los jóvenes. ROGUEMOS AL SEÑOR…
— Para que logremos crecer a lo largo del curso como personas y como cristianos. ROGUEMOS AL SEÑOR…
— Para que nos ayudemos entre todos, cada uno con las cualidades que tiene. ROGUEMOS AL SEÑOR…
— Para que nos respetemos y no haya entre nosotros abusos, ni peleas, ni marginaciones. Y que sepamos perdonar las ofensas de los demás, como Dios nos perdona a nosotros. ROGUEMOS AL SEÑOR…
— Empezar el curso como si nuestra parroquia fuera una isla perdida en el océano, ignorando la cruda realidad del resto de niños y niñas que nada tienen de lo mucho que tenemos nosotros, sería una gran injusticia, un gran olvido, una mala forma de empezar el curso. Te pedimos que todos los niños del mundo tengan escuela, familia, pan y cariño. ROGUEMOS AL SEÑOR…
— Para que Jesús sea nuestro amigo a lo largo del curso. ROGUEMOS AL SEÑOR…
Llamada y presentación de los catequistas
Ahora, van a ser llamados los que durante este curso impartirán la catequesis en nuestra parroquia.
Nuestros catequistas van a recibir ahora la Biblia y el Catecismo que van a utilizar en la catequesis. El sacerdote se los va a entregar y a la vez va a pronunciar una oración:
“Transmite fielmente la Palabra de Dios”
Todos seguiremos con mucha atención este momento tan importante de la entrega de la palabra de Dios.
Sacerdote: N., recibe el Libro de la Sagrada Escritura y el Catecismo para la Vida Cristiana. Transmite fielmente la Palabra de Dios para que tome fuerza y vigor en tu grupo de amigos de Jesús.
(Los catequistas se quedan haciendo un semicírculo enfrente del altar para recibir la bendición)
Sacerdote: El Señor esté en vuestro corazón y en vuestros labios, para que podáis anunciar dignamente su Evangelio….Amén.
María, Madre y modelo de los catequistas, os acompañe con su protección… Amén.
Id y enseñad lo que el Señor nos ha mandado, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asamblea: (da un aplauso en señal de aceptación)
Hermanos, estos son los que van a recibir la misión de catequistas durante este curso. Demos gracias a Dios.
Todos: Demos gracias a Dios.
Rito de las ofrendas
Gesto simbólico
Cirio Pascual encendido. Un niño realiza el gesto mientras se va explicando
Vamos a hacer un gesto simbólico. Ahí está el Cirio Pascual que representa a Jesús y se enciende el Sábado de Resurrección. El es la luz que ilumina a todo hombre que quiere escucharle y ser su discípulo.
Ahora encendemos con su luz tres cirios que están en este lado del altar.
- un cirio representa a los chicos y chicas que vais a participar en catequesis: que la luz de Jesús os aclare para que este año sepáis elegir bien, os eduquéis y hagáis lo que es bueno;
- otro cirio representa al catequista: que la luz de Jesús le ilumine para que enseñe bien;
- el otro cirio representa al grupo: que entre todos nos demos buenos ejemplos para aprender y hacer lo mejor.
Para una celebración de catequistas
Se entrega a cada uno una pequeña vela encendida del Cirio Pascual
La llama encendida simboliza luz y calor. Nosotros, los catequistas, llevamos luz y calor a los niños y debemos darnos cuenta de la importancia de nuestra acción en las vidas de los niños.
Como educadores cristianos, la luz que llevamos es la misma luz de Cristo.
¿Qué pasaría ahora si alguna vela se os apaga? Sin duda, los compañeros de al lado os la volverían a encender:
De la misma manera, si alguna vez a lo largo del curso nuestra luz se empieza a apagar, no estaremos solos, somos una comunidad de compañeros que nos podemos dar luz y nos podemos ayudar.
Prefacio
Te damos las gracias, Padre de bondad,
por habernos dado a Jesús, tu Hijo,
amigo y hermano nuestro.
Su amor se manifestó a los pobres y enfermos,
a los pequeños y sencillos.
Su vida y su mensaje son para nosotros la prueba
de que eres un Dios que cuidas de los hombres,
como un padre se preocupa de sus hijos.
Por eso te alabamos y glorificamos,
y con los ángeles y los santos
proclamamos y cantamos tu bondad…
Santo, Santo, Santo…
Preparamos el banquete
Pedimos el pan
De todas las oraciones que aprendemos en la catequesis, la más bonita es el Padrenuestro. Una oración que rezaba Jesús, se la enseñó a sus amigos y se ha ido transmitiendo de generación en generación hasta llegar a nosotros. Es la más bonita porque en ella decimos que todos somos una gran familia y tenemos un Padre extraordinario, que nos da el pan de cada día. Por eso unidos decimos: Padre nuestro…
Sellamos la Paz
“Mi paz os dejo, mi paz os doy”, son las palabras de Jesús al enviar a sus Apóstoles a anunciar el Evangelio. Ese va a ser nuestro saludo de hoy y el de todos los días.
— Que la paz de Jesús esté con vosotros…
— Nos damos como amigos y hermanos la paz…
(Los niños van a dar la paz a los catequistas)
Compartimos el pan
Jesús es un pan distinto al de todos los días. Si alguien come de ese pan, vivirá para siempre, porque el pan de Jesús es su amor, su vida entregada por nosotros.
— Dichosos los invitados a su mesa…
Ritos finales
Gracias a los catequistas
No hace falta ser rico para ser agradecido, sino tener un corazón que sepa reconocer lo que otros hacen por ti. Por eso decimos:
Todos: Gracias, Señor, por la gente que nos quiere.
Quiero ser agradecido, por los vestidos que llevo, por el alimento que como y por todas las cosas que tengo.
Todos: Gracias, Señor, por la gente que nos quiere.
Gracias, Señor, por las personas que me quieren y cuidan todos los días. Porque tengo una casa y una familia, para descansar y disfrutar.
Todos. Gracias, Señor, por la gente que nos quiere.
Gracias por los ratos que paso en la Iglesia. Por los catequistas, por el cura y los amigos. Gracias por tratarnos con tanto cariño.
Todos: Gracias, Señor, por la gente que nos quiere.
Entrega de los Catecismos
Celebrante: (Llama a un niño/a y le entrega el catecismo)
Recibid este catecismo. Durante el curso, en él encontraréis la luz del Evangelio. Descubrirla y vivirla cada día.
(Se va llamando a los niños y entregándoles el Catecismo…)
Celebrante: (Llama a un padre o madre de familia y le entrega la Biblia)
En nombre de todos los padres de familia de la parroquia, recibid el Libro de la Palabra de Dios. Que ella os ilumine para guiar a vuestros hijos por el camino de la fe y hacer de vuestra familia una familia cristiana.
Oración del Catequista:
Señor,
tu elección llega por caminos insospechados.
Nos llamas a través de otras personas.
Nos llamas, sobre todo, por medio de los niños.
Te doy gracias, porque me has llamado y me has elegido
para acompañar a unos niños
en su despertar a la vida y a la fe.
¿Sabré corresponder a tu confianza?
Envía tu lluvia y tu sol
sobre el desierto de mi tierra
para que produzca flores y frutos de vida.
Agarra mi mano con tu mano
para que juntos, agarremos muchas manos
y alcemos muchas vidas hacia las alturas.
Gracias porque nos has llamado
y nos has elegido.
Canto de acción de gracias:
Oración final
La recitan todos a dos coros… Con niños, conviene leérsela antes y glosarla levemente para que entiendan lo que rezan. Motivarles también a que rezar es más que leer, es decirlo dirigiéndose a Jesús, no hace falta gritar:
Aquí estoy, Señor,
junto a ti que eres la luz.
Miro tu luz y, a veces, apenas la veo
porque me ciegan otras cosas.
Pero yo te busco y te quiero.
Yo te necesito, Jesús.
Quiero tu luz más que ninguna.
Abre mis ojos, Señor,
y alumbra mi mirada.
Aquí estoy, Señor, con mis amigos
y mi curso recién estrenado. Me gusta estrenar.
Aquí estoy, Señor,
junto a ti que eres la luz.
Miro tu luz y, a veces, apenas la veo
porque me ciegan otras cosas.
Pero yo te busco y te quiero.
Yo te necesito, Jesús.
Quiero tu luz más que ninguna.
Abre mis ojos, Señor,
y alumbra mi mirada.
Quiero que tu luz crezca dentro de mí.
Quiero que mi cerilla sea antorcha un día,
y la antorcha, hoguera que dé calor, el calor de la alegría y la amistad.
Yo te prometo, Señor, esforzarme
en no dejar que se apague la luz y en hacerla crecer día a día
a lo largo del curso y de la vida.
Quiero ver con tu luz
en cada hombre un hermano,
en la naturaleza un regalo de tu parte,
y en cada día otra oportunidad para saber corresponderte.
Señor, quiero amarte y servirte en todo y en todos.
Alumbra mi vida con la tuya
y ayúdame a ser antorcha encendida
por tu amor.
Bendición
— Dios Padre, que nos ha enviado a su Hijo para revelarnos su plan de amor, os colme de toda bendición. Amén.
— Jesús, salvador, que llama a los hombres a vivir en comunión con el Padre y con el Espíritu, os acompañe con su gracia. Amén.
— El Espíritu del Señor Resucitado, que concede a la Iglesia sus carismas para el bien de todos, os conceda su luz y el gozo de actuar en comunión con los demás ministerios de la comunidad. Amén.
La bendición de Dios todopoderoso…
Artículo original de Juan Jáuregui
por Cef | Aciprensa | 14 Sep, 2015 | Primera comunión Dinámicas
El corazón del catequista vive siempre este movimiento de «sístole y diástole»: unión con Jesús y encuentro con el otro. Son las dos cosas: me uno a Jesús y salgo al encuentro con los otros. Si falta uno de estos dos movimientos, ya no late, no puede vivir. Recibe el don del kerigma, y a su vez lo ofrece como don. Esta palabrita: don. El catequista es consciente de haber recibido un don, el don de la fe, y lo da como don a los otros. Y esto es hermoso. ¡Y no se queda para sí su tanto por ciento! Todo lo que recibe lo da. No se trata de un negocio. No es un negocio. Es puro don: don recibido y don transmitido. Y el catequista se encuentra allí, en ese intercambio del don. La naturaleza misma del kerigma es así: es un don que genera la misión, que empuja siempre más allá de uno mismo. San Pablo decía: «El amor de Cristo nos apremia», pero este «nos apremia» también puede traducirse como «nos posee». Así es: el amor te atrae y te envía, te atrapa y te entrega a los demás. En esta tensión se mueve el corazón del cristiano, especialmente el corazón del catequista. Preguntémonos todos: ¿Late así mi corazón de catequista: unión con Jesús y encuentro con el otro? ¿Con este movimiento de “sístole y diástole”? ¿Se alimenta en la relación con Él, pero para llevarlo a los demás y no para quedárselo él? Les digo una cosa: no entiendo cómo un catequista puede permanecer firme sin este movimiento. No lo entiendo.
SS Francisco
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En este segundo artículo os presentamos las restantes dinámicas de catequesis para niños, especialmente recomendadas para la preparación de la Primera Comunión. Las primeras 25 las encontraréis en este enlace: http://catequesisenfamilia.org/primera-comunion/dinamicas/3675-50-dinamicas-para-catequesis-de-primera-comunion-i.html
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26. Contenidos de los libros de la Biblia
27. Jesucristo es…
28. Mis carismas
29. Tus carismas
30. Dones, carismas y ministerios
31. El cofre espiritual
32. Jesucristo: palabras y obras
33. Los siete sacramentos
34. En mi parroquia hay… (Sacramentos)
35. Se iba a celebrar un bautismo, pero…
36. Ministerios para la celebración eucarística
37. El baúl de las oraciones
38. Teología de los sacramentos
39. En mi parroquia hay un señor que… (Mandamientos)
40. Mi madrina
41. La señora Caridad
42. Escuchando problemas
43. Uno, dos, tres, cristianos
44. Persignándose
45. Dones y frutos del Espíritu Santo
46. Contenido de los libros de la Biblia
47. María, Nuestra Patrona
48. Libros y personajes
49. La unidad entre los dos testamentos
50. María, la Nueva Eva
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26. Contenidos de los libros de la Biblia
Es para grupos avanzados y comprometidos. Se elige un determinado libro, que todos han leído previamente.
El catequista puede iniciar diciendo: Estoy leyendo el libro tal y encontré esto, luego los demás por turno van diciendo: no solamente trata de eso, yo también encontré tal cosa.
Ejemplo: Libro del Génesis
Catequista: Leí el libro del Génesis y encontré la historia del diluvio universal.
Catequizando 1: En el Génesis no solamente está la historia del diluvio universal, yo también encontré la historia de Abraham.
Catequizando 2: En el Génesis no solamente está la historia de Abraham, yo también encontré la creación.
Catequizando 3: En el Génesis no solamente está la creación, yo también encontré la historia de Esaú y Jacob.
Y así sucesivamente.
Si al catequista le parece, puede indicar qué libro se va a tratar en la siguiente sesión, para que lo lean o repasen el resumen, de acuerdo a la edad y condición de los catequizandos.
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27. Jesucristo es…
Se distribuyen entre los participantes las diferentes frases: Jesucristo es el camino, Jesucristo es la verdad, Jesucristo es el buen pastor, Jesucristo es la Palabra de Dios, y otras.
El que inicia dice por ejemplo: Jesucristo es el camino.
El que tiene esa frase interviene: Jesucristo es el camino y también Jesucristo es la vida.
El que tiene la vida, dice: Jesucristo es la vida y también Jesucristo es el buen pastor.
Y así continúa la dinámica.
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28. Mis carismas
Se reparten a todos pequeñas llamitas de papel, para que cada uno reflexione unos momentos sobre lo que es el carisma. El catequista puede ir orientando la reflexión, para que cada uno de los catequizando reconozca los carismas que le ha regalado el Espíritu Santo. Cada uno escribe su carisma en la llamita.
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29. Tus carismas
Se reparten a los catequizandos llamitas con los nombres, procurando que a nadie le toque el suyo. Cada uno debe escribir un carisma que ha descubierto en el compañero. Después se les pide que roten la llamita dos o tres puestos a su derecha, el que la recibe observa y escribe lo que considere conveniente. Así se procede una o dos veces más. Luego se recoge todo y se le entrega a cada uno su llamita.
Variante: Primero cada cual escribe su carisma, y luego se rotan las llamitas.
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30. Dones, carismas y ministerios
Cuando el grupo ya ha madurado, y se reconocen bien los dones y carismas de los participantes, se pueden realizar las anteriores dinámicas y añadir cómo puede usarse para servir a su comunidad. Según sea el grupo, pueden conformarse diversos ministerios, ya sea al interior del mismo grupo, ya para trabajos en su parroquia, en su colegio o en su comunidad.
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31. El cofre espiritual
Cuando ya se han descubierto los dones y carismas, cada uno escribe en una hoja aquello que puede hacer por el grupo o por su comunidad, ofreciéndose para ello cuando lo necesiten. Por ejemplo: servir de monaguillo, visitar a los enfermos, orar en los velorios, elaborar carteleras….
Cualquiera puede ir a buscar al cofre cuando necesite un servicio. El catequista debe conocer bien el contenido del cofre, para ayudar a todos a ubicarse como servidores de la comunidad.
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32. Jesucristo: palabras y obras
Jesucristo confirmaba con sus milagros las enseñanzas que impartía y explicaba con sus enseñanzas el sentido de sus milagros. Entonces, buscamos por ejemplo: Jesucristo afirmó «Yo soy la luz» y dio la vista al ciego de nacimiento.
Se puede organizar con dos equipos:
La primera persona del equipo uno dice: Jesucristo afirmó «Yo soy la luz»; y la primera persona del equipo dos responde: Y dio la vista al ciego de nacimiento.
Asimismo puede hacerse con otras frases:
¾ Dijo «Yo soy el camino» e hizo caminar al paralítico
¾ Dijo «Yo soy la vida» y resucitó a Lázaro
¾ Y otras más
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33. Los siete sacramentos
Se asignan sacramentos a las personas, de manera que estén representados todos siete. Cuando el sacramento se mencione, ellos deben cambiar de puesto. Cuando se diga «sacramentos», todos deben cambiar.
Quien dirige el juego, va inventando una pequeña historia, o frases sueltas, nombrando los sacramentos:
Ejemplo:
El guía dice: El domingo pasado en la Parroquia hubo Primeras Comuniones. (Todos los que tiene el sacramento de la Eucaristía cambian de puesto).
El guía continúa: pero se habían confesado el sábado. (Todos los que tiene la confesión cambian de puesto). Y en esta Misa un adulto recibió el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión. (Los que tienen esos sacramentos cambian).
Se puede observar quién se equivoca, o no cambia y tener una penitencia al final.
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34. En mi parroquia hay… (Sacramentos)
Deben participar en el juego siete niños. Si son más. Algunos actúan como observadores y llevan la cuenta de las equivocaciones.
Se le asigna a cada uno un sacramento. Puede iniciar el juego el catequista, o alguno de los miembros.
Ejemplo:
Alguien dice: En mi parroquia hubo un bautismo.
El que tiene el bautismo responde: No fue un bautismo, sino un matrimonio.
El que tiene el matrimonio dice: No fue un matrimonio, sino solamente una misa.
El que tiene la eucaristía dice: No fue una misa, sino la ordenación de un sacerdote.
Es mejor dejarlos jugar, aunque se equivoquen. Ir corrigiendo, pero sin sacarlos, para que se graben bien los sacramentos.
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35. Se iba a celebrar un bautismo, pero…
Se asigna a cada uno algo de lo que es necesario para la celebración del bautismo: sacerdote, padrino, bautizando, agua, cirio, crisma, etc.
El que guía, o uno de los miembros dice: Se iba a celebrar un bautismo, pero faltó…
Ejemplo:
Se iba a celebrar un bautismo, pero faltó el padrino. Al que le correspondió el padrino, dice: El padrino sí estaba, pero faltó el sacerdote. El otro dice: el sacerdote sí estaba, pero faltó el agua, y así sucesivamente.
No deben sacarse cuando se equivocan, pues se trata de que recuerden bien lo necesario para el bautismo.
Asimismo puede procederse con los demás sacramentos.
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36. Ministerios para la celebración eucarística
Se asignan a los miembros los diferentes ministerios: presbítero, lector, salmista, comentador, monaguillo, recolector, cantor, etc.
El que comienza dice: Estábamos listos para la misa del domingo, pero faltaba…
Y se procede igual que en el anterior.
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37. El baúl de las oraciones
En un pequeño baúl se recogen papeletas con solicitud de oración de los mismos catequizandos, de sus familias, o de la comunidad. Por ejemplo: por la señora que está operada, por el papá que no tiene trabajo, por la conversión de alguien. Y en el momento de orar cada uno toma una papeleta y ora por esas necesidades.
Variante: Cada uno se lleva a la casa el papelito y ora por esa intención durante la semana.
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38. Teología de los sacramentos
Se puede practicar con grupos avanzados, con un sacramento cada vez, destacando lo esencial del sacramento a través de frases clave.
Ejemplo:
El Bautismo.
Frases: el bautismo borra el pecado original, el bautismo une a Cristo muerto y resucitado, por el bautismo somos hijos de Dios, por el bautismo somos miembros de la Iglesia… A cada participante se le asigna una frase.
Si el que comienza dice: por el bautismo soy hijo de Dios. El que tenga esa frase interviene para decir: por el bautismo soy hijo de Dios y además participo de la misión mesiánica de Cristo. El que tiene esta frase la escucha, la repite y añade otra. Y así se continúa.
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39. En mi parroquia hay un señor que… (Mandamientos)
Es similar al anterior, pero con los mandamientos, indicando algo que el mandamiento prohíbe, es decir, nombrando los pecados.
Ejemplo:
El que inicia dice: En mi parroquia hay un señor que roba
El que tiene el 7.º mandamiento dice: El no roba, lo que pasa es que no va a misa.
El que tiene el 3.º dice: El sí va a misa, lo que pasa es que practica el espiritismo.
El que tiene el 1.º dice: el no practica el espiritismo, lo que pasa es que…
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40. Mi madrina
Similar al anterior, pero con lo que los mandamientos ordenan.
Ejemplo:
El que inicia dice: Mi madrina va todos los domingos a misa.
El que tiene el tercer mandamiento dice: Y mi madrina siempre dice la verdad
El que tiene el octavo mandamiento dice: Y mi madrina es fiel a su esposo.
Y así se continúa.
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41. La señora Caridad
Con esta dinámica se repasan las obras de misericordia. A cada cual se le asigna una.
Se puede trabajar de varias maneras, tal como se hizo con los mandamientos y los sacramentos.
También al terminar cada cual puede comunicar al grupo su compromiso para realizar esta semana un acto de caridad, por ejemplo: visitar a un enfermo, ayudar a un pobre, aconsejar a un amigo que anda en malos pasos, participar en un novenario de difuntos, tener paciencia con su vecino, etc.
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42. Escuchando problemas
Se expone un caso de la vida real, algo que se escogerá de acuerdo a las condiciones del grupo. Por ejemplo: el caso de una hija rebelde, de un niño ladrón.
Cada caso debe estar bien detallado, «con pelos y señales», ya sea que se tome de algo que sabemos, o que sea un relato verosímil preparado por el catequista. El grupo en plenario, o dividido en grupitos pequeños, reflexiona y luego se busca entre todos, a la luz de la Palabra de Dios, con todo lo que hemos aprendido, cuál es la actitud más conveniente para tomar ante este caso.
Puede usarse con grupos de adultos, pero también con adolescentes, pues a ellos les ayuda cuando se tratan cosas de la vida corriente y a veces es un punto de partida para empezar a confiar sus problemas.
Si hay miembros del grupo que conocen algún caso especial, pueden traerlo escrito y detallado para que sirva de tema a todos. Siempre se debe presentar por escrito, para que quede muy claro y tenga seriedad.
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43. Uno, dos, tres, cristianos
Es una dinámica que se usa con niños, para afianzar en ellos que la cruz es la señal del cristiano.
Se reparten los niños en un espacio más o menos grande. El que dirige se pone de espaldas, contra la pared o contra un árbol, o simplemente vendado, y dice: uno, dos, tres, cristiano. Entretanto, los otros se vienen caminando o corriendo hacia él, pero mientras habla deben ponerse en cruz. Cuando él vuelva la cara, todos deben estar quietos y en cruz. Si alguno todavía se mueve, o no está en cruz, se le corrige para que lo haga bien. Vuelven a jugar, hasta que alguno logre llegar por detrás y tocar al líder, pasando inmediatamente a dirigir el juego.
Variante: Cuando el líder se vuelve y un niño aún se está moviendo, o no está en cruz, mandarlo para atrás, al sitio del inicio.
Después, uno de los niños puede ponerse de espaldas.
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44. Persignándose
Variante del anterior.
Cuando todos están en cruz, se les ordena: santiguarse, signarse o persignarse y se observa cómo lo hacen, corrigiendo los errores.
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45. Dones y frutos del Espíritu Santo
Pueden distribuirse entre los presentes, e irlos repitiendo como se hizo con los libros de la Biblia, o adaptarse otras dinámicas.
Ejemplo:
Se reparten entre los participantes los dones del Espíritu.
El que inicia dice: Estoy pidiéndole al Espíritu Santo el don de fortaleza.
El que lo tiene, responde: Yo también le estoy pidiendo el don de consejo
Y así se continúa.
En la misma forma puede hacerse con los frutos, o con los carismas.
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46. Contenido de los libros de la Biblia
Es para grupos avanzados y comprometidos. Se elige un determinado libro, que todos han leído previamente.
El catequista puede iniciar diciendo: Estoy leyendo el libro tal y encontré esto, luego los demás por turno van diciendo: no solamente trata de eso, yo también encontré tal cosa.
Ejemplo:
Libro del Génesis
Catequista: Leí el libro del Génesis y encontré la historia del diluvio universal.
Catequizando 1: En el Génesis no solamente está la historia del diluvio universal, yo también encontré la historia de Abraham.
Catequizando 2: En el Génesis no solamente está la historia de Abraham, yo también encontré la creación.
Catequizando 3: En el Génesis no solamente está la creación, yo también encontré la historia de Esaú y Jacob.
Y así sucesivamente.
Si al catequista le parece, puede indicar qué libro se va a tratar en la siguiente sesión, para que lo lean o repasen el resumen, de acuerdo a la edad y condición de los catequizandos.
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47. María, Nuestra Patrona
Puede prepararse durante el mes de mayo, o para alguna fiesta de la Virgen.
Se preparan las banderas de los diferentes países, departamentos o poblaciones, según se organice; y aparte están unas papeletas con las advocaciones de Nuestra Señora: Inmaculada Concepción Patrona de España, Chiquinquirá Patrona de Colombia, Coromoto Patrona de Venezuela, etc., cada catequizando saca una y la coloca junto a la bandera correspondiente.
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48. Libros y personajes
Se puede realizar con grupos bastante avanzados. Hay que elegir un personaje bíblico que sea muy conocido e importante, buscando lo que se dice de él en los diversos libros de la Biblia. Si se quiere, se anuncia con anticipación, para que todos busquen, ayudándose de las concordancias bíblicas.
Ejemplo: Moisés
El primer participante dice: En el libro del Exodo se relata cómo llamó Dios a Moisés cuando vio la zarza ardiente.
El segundo dice: En el Deuteronomio aparece que Moisés murió en el Monte Nebo.
El tercero dice: En los evangélicos sinópticos se afirma que Moisés apareció junto con Elías en la Transfiguración
Y así se continúa.
Si se quiere, se hace repitiendo lo que dijo el anterior: En el libro del Exodo se relata cómo llamó Dios a Moisés cuando vio la zarza ardiente; y también en el Deuteronomio aparece que Moisés murió en el Monte Nebo.
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49. La unidad entre los dos testamentos
Con grupos avanzados, cuando se estudia la unidad entre los dos testamentos, se toman los grandes personajes, explicando por qué son figuras de Cristo.
¾ Jesucristo es el nuevo Adán, porque….
¾ Jesucristo es el nuevo Isaac….
¾ Jesucristo es el nuevo Moisés…
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50. María, la Nueva Eva
En forma similar al anterior:
¾ María es la nueva Eva porque es la madre de la humanidad redimida
¾ María es la nueva Ester…
¾ María es la nueva Judit…
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Fuente original en Aciprensa.
por Cef | Aciprensa | 14 Sep, 2015 | Primera comunión Dinámicas
Aunque a veces pueda ser difícil, se trabaje mucho, con mucho empeño, y no se vean los resultados deseados, educar en la fe es hermoso. Es, quizás, la mejor herencia que podemos dejar: la fe. Educar en la fe, para hacerla crecer. Ayudar a niños, muchachos, jóvenes y adultos a conocer y amar cada vez más al Señor, es una de las más bellas aventuras educativas: se construye la Iglesia. «Ser» catequistas. No trabajar como catequistas: eso no vale. Uno trabaja como catequista porque le gusta la enseñanza… Pero si tú no eres catequista, ¡no vale! No serás fecundo, no serás fecunda. Catequista es una vocación: “ser catequista”, ésta es la vocación, no trabajar como catequista. ¡Cuidado!, no he dicho «hacer» de catequista, sino «serlo», porque incluye la vida.
SS Francisco
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Presentamos en dos artículos una serie de 50 dinámicas de catequesis para niños, especialmente recomendadas para la preparación de la Primera Comunión. En este documento ofrecemos las primeras 25, y el resto las encontraréis en este enlace: http://catequesisenfamilia.org/primera-comunion/dinamicas/3676-50-dinamicas-para-catequesis-de-primera-comunion-ii.html
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1. Junto a mi casa vive un señor que no cree
2. Cabeza y cola
3. Dramatizaciones bíblicas
4. Dramatizaciones para analizar la realidad
5. El bautismo de emergencia
6. Venimos de Jerusalén
7. La Biblia incompleta
8. La biblioteca del catequista
9. Un profeta
10. Hablando con los personajes de la Biblia
11. El personaje desconocido
12. Béisbol bíblico
13. Bolsitas de sorpresa
14. Alcance la estrella
15. Coleccionando estrellas
16. Orden del día
17. Descubriendo a los personajes de la Biblia
18. Que me pueden decir
19. Que tenemos en común
20. Adivina el personaje
21. Los libros de la Biblia
22. Contenido de los libros de la Biblia
23. Por qué se llaman así
24. A quién te pareces
25. Dones y frutos del Espíritu Santo
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1. Junto a mi casa vive un señor que no cree
Con este juego se afianza el Credo.
Se reparte a los miembros el credo, una parte para cada uno. Por ejemplo:
. Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra
. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
. Y nació de Santa María Virgen
Y así, de acuerdo al número de miembros. Un miembro comienza diciendo: Junto a mi casa vive un señor que no cree en… El miembro que tiene la parte del Credo que se ha mencionado responde: El sí cree en… (lo dicho), pero no cree en…
Ejemplo:
El que inicia dice: Junto a mi casa vive un señor que no cree en la Virgen
El que tiene «y nació de Santa María Virgen» responde: Él sí cree en la Virgen, pero no cree en la Iglesia
El que tiene «creo en la santa Iglesia Católica» responde: Él sí cree en la Iglesia, pero no cree en la vida eterna.
Y así sucesivamente.
No hay que sacar a los que pierden, pues se trata de que repasen bien y ellos son los que más necesitan afianzarse. Solamente alguna vez, cuando ya todos están peritos, podría jugarse retirando a los que pierdan, se equivoquen, o se demoren, y otorgando un premio al que gana.
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2. Cabeza y cola
Es bueno especialmente para aquello que hay que aprender de memoria, o para las oraciones comunes. Igualmente, pueden prepararse preguntas para respuesta breve, a juicio del catequista.
Los niños se sientan en semicírculo. En un extremo está la cabeza y en otro la cola. La primera pregunta se le dirige al niño de la cabeza, si responde bien se queda ahí, pero si no sabe se le pregunta al segundo y a los que siguen, hasta que alguno responda bien. Cuando eso sucede, el que respondió bien sube al puesto del primero que recibió la pregunta y todos se corren un puesto hacia la cola. Se siguen haciendo preguntas y así los niños pueden conservar el puesto, subir o bajar.
Esta dinámica nos permite detectar quiénes son los que generalmente se quedan cerca de la cola, o sea los que saben menos, los distraídos, los que tienen dificultad para aprender. Al darse cuenta, hay que tomar a estos niños en tiempo extra para buscar la forma de afianzar en ellos el conocimiento.
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3. Dramatizaciones bíblicas
Puede dramatizarse algún pasaje de la Biblia, por ejemplo: el llamado de Dios a Samuel, o la visita de Jesús a la casa de Marta y María, o cualquier texto que pueda servir para el mensaje que se presenta.
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4. Dramatizaciones para analizar la realidad
También pueden dramatizarse hechos de la vida real, que puedan servir para iniciar la catequesis o realizar el análisis de la realidad. Por ejemplo: relaciones entre padres e hijos.
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5. El bautismo de emergencia
En la misma forma que el anterior.
Es bueno que los catequizandos aprendan cómo se bautiza a un niño en peligro de muerte. Esto desde cuando se preparan para la primera comunión.
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6. Venimos de Jerusalén
Se reparte a los miembros en dos bandos, o en más si son muchas personas. Cada equipo debe ir preparando la mímica de un pasaje de la Biblia, para que el otro pueda descubrir de qué se trata.
Al principio, pueden ser sólo pasajes del Evangelio. Y con grupos más avanzados, de toda la Biblia.
Los que van a representar llegan y los otros les preguntan: De dónde vienen?
Respuesta: De Jerusalén.
Pregunta: Qué oficio traen?
Respuesta: Ya lo verán.
E inmediatamente comienzan a representar su mímica. Los otros observan y cuando crean que ya saben de qué se trata, lo dicen en voz alta. Si está correcto, ahí se termina y pasan a actuar ellos. Si no lograron saber, pierden un miembro y el equipo que actuó dice a quién deben dar.
Se pueden dar una, dos, o tres posibilidades de «adivinar», según el grupo.
Los equipos siguen actuando en forma alterna. Cuando el tiempo termine, gana el equipo que tenga mayor número de miembros.
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7. La Biblia incompleta
Se distribuyen entre los participantes los nombres de los libros de la Biblia, o de una parte de la Biblia, por ejemplo: los profetas.
El que inicia dice: Esta Biblia está incompleta porque le falta el libro de Jeremías.
El que tiene asignado ese libro dice: El libro de Jeremías no le falta, el que le falta es el libro de Amós.
El otro dice: El libro de Amós no le falta, el que le falta es el libro de Sofonías.
Y así se continúa.
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8. La biblioteca del catequista
Es muy similar al de la Biblia incompleta, pero con los libros que debe tener un catequista. Por ejemplo: La Biblia, Vaticano II, Medellín, Puebla, Catecismo de la Iglesia Católica y otros.
A cada uno se le asigna el nombre de un libro.
El que inicia dice: Yo quiero comprar una Biblia. Al que le corresponde la Biblia interviene: Yo ya tengo la Biblia, pero quiero comprar el libro de Medellín. El otro dice: Yo ya tengo el libro de Medellín, pero quiero comprar el Catecismo de la Iglesia Católica, etc.
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9. Un profeta
Se van nombrando las diferentes clases de personajes que aparecen en la Biblia: profetas, reyes, apóstoles, evangelistas, patriarcas, fariseos, etc.
Se ponen todos en círculo. El primero dice: Un profeta
El que sigue dice: Un profeta y dos…
El que sigue dice: Un profeta, dos… y tres…
Y así sucesivamente.
Ejemplo
¾ Un profeta
¾ Un profeta y dos apóstoles
¾ Un profeta, dos apóstoles y tres reyes
¾ Un profeta, dos apóstoles, tres reyes y cuatro evangelistas
Cuando alguien pierde, se vuelve a comenzar.
Gana el que queda de último.
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10. Hablando con los personajes de la Biblia
A uno de los miembros se le asigna con tiempo un personaje bíblico, conocido por todos, para que se estudie bien quién fue ese personaje, qué hizo, cómo fue su vida, etc.
La persona se presenta, ojalá vestida como el personaje, y les comienza a contar su vida. También, si se quiere, se permite a los asistentes que le hagan preguntas.
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11. El personaje desconocido
Variante del anterior.
Cuando se quiere presentar a un personaje desconocido por los participantes, para que así lo conozcan.
Por ejemplo: Si se está estudiando los jueces de Israel, alguien -en algunos casos el mismo catequista y en otros algún estudiantes que se ha preparado con tiempo-
Se presenta ante los demás, si quiere ataviado como el personaje y comienza a contarles de su vida.
Por ejemplo: Yo me llamo Gedeón, estaba trabajando cuando el Señor me llamó de tal y tal manera, yo le pedí una señal, etc.
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12. Béisbol bíblico
Se reparten en dos o más equipos. Cada equipo elige su líder.
Debe haber tres clases de preguntas: hit, doble y jonrón. Estas preguntas se habrán preparado y clasificado con anterioridad, revisadas por el catequista.
El líder de un grupo dirige una pregunta al primer miembro del equipo que está jugando. Si responde bien, se anota un hit, doble, o jonrón. Si no responde, puede responder el segundo miembro, si no sabe puede responder el tercero y así sucesivamente. Si nadie responde, es un out y ahí termina la ronda, pero un miembro del equipo del líder debe responder correctamente o de lo contrario también e out.
Se inicia entonces la segunda ronda, cambiando de equipo. Y así se continúa de acuerdo al tiempo que se programe.
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13. Bolsitas de sorpresa
Se tiene una bolsita, con diversas preguntas sobre los temas de la catequesis. Cada miembro va sacando una y la debe responder. Si no la responde, el compañero puede hacerlo y se va llevando la cuenta de las respuestas correctas.
Es preferible que todos participen durante todo el tiempo, sin sacarlos, para que los que no saben mucho escuchen y así tengan la oportunidad de repasar lo que no saben bien.
Cuando están ya muy adelantados, se puede alguna vez ir sacando a los que fallan y dar un premiecito al ganador.
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14. Alcance la estrella
Se realiza en forma de concurso, con dos o tres equipos, que deben tener igual número de miembros.
Las estrellas estarán prendidas en un tablero un poco alejado de los asientos. Por detrás cada estrella lleva una pregunta.
Los miembros se numeran: 1, 2, 3… Y cuando sea el momento, quien dirige el juego indica: salgan los números tal. El primero que llegue, coge la estrella que desee, lee en voz alta la pregunta y da su respuesta. Si no lo sabe, no o responde bien, otro de su mismo número puede responder. De lo contrario, devuelve la estrella a su sitio. Se va notando la puntuación, para saber al final cuál es el equipo ganador.
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15. Coleccionando estrellas
Es una variante del anterior. No hay equipos. Es personal.
En cada estrella figuran la pregunta y la respuesta correcta. Todos se sientan en rueda. El primero alcanza la estrella, lee la pregunta y se la lanza al segundo. Si este responde correctamente recibe su estrella y pasa a tomar otra para seguir el juego. Si no responde bien, el que trajo la estrella le dice la respuesta y regresa la estrella a su sitio. El segundo, aunque no hubiera respondido bien, pasa a buscar otra estrella y le hace la pregunta al tercero y así se continúa.
Gana el que haya recogido más estrellas.
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16. Orden del día
Se puede usar especialmente para un día de encuentro o convivencia.
El catequista, de acuerdo a la programación, prepara tarjetas con diversos servicios o ministerios. Por ejemplo: adornar el salón, dirigir la oración inicial, preparar una dinámica, mantener todo en orden, repartir algo, encargarse de distribuir el refrigerio, explicar un tema, preparar una cartelera, etc. Guarda estas tarjetas en una bolsa. Cada catequizando saca una y se preparar para hacer lo indicado.
Esto ayuda a fomentar la responsabilidad y el espíritu de servicio y además permite ver que uno es capaz de hacer las cosas bien, si se preparara convenientemente.
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17. Descubriendo a los personajes de la Biblia
Uno de los catequizandos, o el propio catequista, representa a un personaje de la Biblia, que sea bastante conocido. Les va indicando algunas cosas sobre su vida, de manera que ellos puedan descubrir de quién se trata.
Si hay varios participantes, el que logró descubrir pasa a representar a otro personaje.
De acuerdo a la madurez del grupo, esto puede traerse preparado, o repartir y dejar unos momentos para prepararse, o cuando la persona deba actuar, saca a la suerte la papeleta con el nombre del personaje que deberá representar.
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18. Que me pueden decir
Uno de los miembros sale del salón y los demás seleccionan un personaje de la Biblia, que sea muy conocido.
Cuando regresa, pregunta: Del Antiguo o del Nuevo Testamento? Y cuando le responden, continúa: Qué me saben decir?
Cada miembro le dice, sin repeticiones, algo sobre el personaje, hasta que logre detectar quién es.
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19. Que tenemos en común
Cada miembro saca una papeleta, en la cual figura el nombre de un personaje de la Biblia y reflexiona qué tiene en común con ese personaje: por ejemplo: que es varón, que el joven, que es tímido, que vive en el campo, que se desanima fácilmente.
Después hay socialización.
En grupos adelantados, los otros miembros pueden intervenir diciéndole en qué más se parece.
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20. Adivina el personaje
Se tiene ya preparadas unas series de «pistas» sobre diferentes personajes de la Biblia. Puede ser verbalmente o con papeletas, para que se pueda descubrir de quién se trata. De acuerdo a la madurez del grupo, se puede preguntar a todos en general, o a cada uno en particular. Es posible establecer quipos.
Ejemplo:
¾ Un profeta
¾ Tuvo un encuentro especial con Dios en el monte Horeb
¾ Puso en ridículo a los sacerdotes de Baal
¾ Fue arrebatado en un carro de fuego.
Las pistas se escogen de acuerdo con la madurez del grupo y su conocimiento de la Biblia.
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21. Los libros de la Biblia
Se toma un grupo de libros de la Biblia, por ejemplo los profetas o las epístolas paulinas. Se sientan todos en rueda y a cada uno se le asigna el nombre de un libro (puede ser en el orden en que aparecen en la Escritura). El primero lo dice, el segundo repite ese y dice el siguiente, y así se continúa.
Ejemplo: Epístolas Católicas
El primero dice: Primera de Pedro
El segundo dice: Primera de Pedro, segunda de Pedro
El tercero dice: Primera de Pedro, segunda de Pedro, carta de Santiago
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22. Contenido de los libros de la Biblia
Cuando el grupo ya conoce, aunque sea a grandes rasgos, el contenido de los libros de la Biblia, se puede realizar la siguiente dinámica:
El que inicia menciona un libro y su contenido general, pero luego añade: me gustaría saber de qué se trata el libro tal, mencionando otro. El que sigue debe responder, y así sucesivamente. Si alguno no sabe, se da la oportunidad de que el siguiente responda, pero sin retirar a nadie, pues lo que necesitamos es que afiancen y memoricen los contenidos.
También se puede jugar entre dos o más equipos, anotando qué equipo ha respondido mejor.
Ejemplo:
¾ Yo se que el libro del Éxodo narra cómo Dios sacó al pueblo de la esclavitud en Egipto y lo puso en camino hacia la tierra prometida. Me gustaría saber de qué trata el libro de los jueces.
¾ El libro de los jueces trata sobre el pueblo establecido ya en la tierra prometida, liderado por hombres carismáticos llamados jueces. Me gustaría saber de qué trata el libro de la Sabiduría.
¾ El libro de la sabiduría trata de…
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23. Por qué se llaman así
Esta dinámica está relacionada con la anterior y permite memorizar la razón por la cual cada libro lleva su nombre.
El catequista y en grupos más avanzados los mismos catequizandos, pueden referirse al libro, para que el que va a contestar lo identifique.
Ejemplo:
¿Por qué se llama así el libro de los Números?
O bien:
¿Qué libro lleva un nombre que significa «segunda ley»?
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24. A quién te pareces
Se selecciona a uno de los miembros y los demás le van diciendo a qué personaje de la Biblia se parece y por qué.
También se le puede pedir a uno que se retire unos momentos del salón, mientras todos deciden a qué personaje se parece. Cuando llega, cada uno le va diciendo una característica y él debe detectar de quién se trata.
Ejemplo: El grupo lo encuentra parecido a San Pedro.
Cuando llega le van diciendo: eres entusiasta, te gusta hablar en nombre de todos, a veces eres imprudentes, eres, líder, tienes suegra…
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25. Dones y frutos del Espíritu Santo
Pueden distribuirse entre los presentes, e irlos repitiendo como se hizo con los libros de la Biblia, o adaptarse otras dinámicas.
Ejemplo:
Se reparten entre los participantes los dones del Espíritu.
El que inicia dice: Estoy pidiéndole al Espíritu Santo el don de fortaleza.
El que lo tiene, responde: Yo también le estoy pidiendo el don de consejo
Y así se continúa.
En la misma forma puede hacerse con los frutos, o con los carismas.
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Fuente original en Aciprensa.
por SS Francisco | 14 Sep, 2015 | Catequesis Magisterio
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Quisiera hoy detener nuestra atención en el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana. Es un vínculo, por así decir, «natural», porque la Iglesia es una familia espiritual y la familia es una pequeña Iglesia (cfr. Lumen Gentium, 9).
La Comunidad cristiana es la casa de aquellos que creen en Jesús como la fuente de la fraternidad entre todos los hombres. La Iglesia camina en medio de los pueblos, en la historia de los hombres y de las mujeres, de los padres y de las madres, de los hijos y de las hijas: esta es la historia que cuenta para el Señor. Los grandes eventos de las potencias mundanas se escriben en los libros de historia, y allí permanecen. Pero la historia de los afectos humanos se escribe directamente en el corazón de Dios; y es la historia que permanece eternamente. Es este el lugar de la vida y de la fe. La familia es el lugar de nuestra iniciación –insustituible, indeleble– a esta historia.
Esta historia de vida plena que terminará en la contemplación de Dios para toda la eternidad en el cielo, pero que comienza en la familia y por eso, es tan importante la familia.
El Hijo de Dios aprendió la historia humana por este camino, y la recorre hasta el final (cfr Eb 2,18; 5,8). Es bonito volver a contemplar a Jesús y ¡los signos de este vínculo! Él nació en una familia y allí «aprendió el mundo»: una tienda, cuatro casas, un pueblo. Y sin embargo, viviendo por treinta años esta experiencia, Jesús asimiló la condición humana, acogiéndola en su comunión con el Padre y en su misma misión apostólica. Después, cuando dejó Nazaret y comenzó la vida pública, Jesús formó en torno a él una comunidad, una «asamblea», es decir una con-vocación de personas. Este es el significado de la palabra «iglesia».
En los Evangelios, la asamblea de Jesús tiene la forma de una familia y de una familia hospitalaria, no de una secta exclusiva, cerrada: nos encontramos con Pedro y Juan, pero también el hambriento y el sediento, el extranjero y el perseguido, la pecadora y el publicano, los fariseos y la multitud. Y Jesús no cesa de recibir y de hablar con todos, también con quien no espera más encontrar a Dios en su vida. ¡Es una lección fuerte para la Iglesia! Los discípulos mismos han sido elegidos para cuidar esta asamblea, esta familia de huéspedes de Dios.
Para que sea viva hoy esta realidad de la asamblea de Jesús, es indispensable reavivar la alianza entre la familia y la comunidad cristiana. Podremos decir que la familia y la parroquia son dos lugares en donde se realiza esta comunión de amor que encuentra su fuente última en Dios mismo. Una Iglesia de verdad según el Evangelio no puede no tener la forma de una casa acogedora con las puertas abiertas siempre. Las iglesias, las parroquias, las instituciones con las puertas cerradas no se deben llamar iglesias, se deben llamar museos.
Hoy, esta es una alianza crucial. «En contra de los «centros de poder» ideológicos, financieros y políticos, volvemos a poner nuestras esperanzas en estos centros ¿de poder? ¡No! en centros del amor. Nuestra esperanza está en estos centros del amor. Centros evangelizadores, ricos de calor humano, basados en la solidaridad y la participación» también en el perdón entre nosotros. (Pont. Cons. para la familia, Papa Francisco sobre la familia y sobre la vida 1999-2014 LEV 2014, 189).
Reforzar el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana es hoy indispensable y urgente. Cierto, es necesario una fe generosa para reencontrar la inteligencia y la valentía para renovar esta alianza. Las familias a veces dan un paso atrás, diciendo que no están a la altura: «Padre, somos una pobre familia y también un poco destartalada», «no somos capaces», «tenemos ya tantos problemas en casa», «no tenemos la fuerza». Es verdad. Pero ninguno es digno, ninguno está a la altura, ¡ninguno tiene las fuerzas! Sin la gracia de Dios, no podremos hacer nada. Todo se nos da gratuitamente. Y el Señor no llega nunca a una nueva familia sin hacer algún milagro. ¡Recordemos lo que hizo en las bodas de Caná! Si, el Señor, si nos apoyamos en sus manos, nos hace hacer milagros. Milagros de todos los días cuando está el Señor en esa familia.
Naturalmente, también la comunidad cristiana debe hacer su parte. Por ejemplo, buscar superar actitudes demasiado directivas y demasiado funcionales, favorecer el diálogo interpersonal y el conocimiento y la estima recíproca. Las familias tomen la iniciativa y sientan la responsabilidad de llevar los propios dones preciosos para la comunidad. Todos debemos ser conscientes que la fe cristiana se juega en el campo abierto de la vida compartida con todos, la familia y la parroquia deben cumplir el milagro de una vida más comunitaria para la sociedad completa.
En Caná, estaba la Madre de Jesús, la «madre del buen consejo». Escuchemos nosotros sus palabras: «Hagan todo lo que él les diga» (cfr Jn 2, 5). Queridas familias, queridas comunidades parroquiales, dejémonos inspirar de esta Madre hagamos todo lo que Jesús nos dirá y ¡nos encontraremos frente al milagro, al milagro de cada día! Gracias.
SS Francisco, Audiencia general del miércoles, 9 de septiembre de 2015.
por SS Benedicto XVI | 14 Sep, 2015 | Confirmación Vida de los Santos
San Roberto Belarmino […] nos lleva con la memoria al tiempo de la dolorosa escisión de la cristiandad occidental, cuando un grave crisis política y religiosa provocó el distanciamiento de naciones enteras de la Sede Apostólica
Nació el 4 de octubre de 1542, en Montepulciano, cerca de Siena, era sobrino, por parte de madre, del papa Marcelo II. Tuvo una excelente formación humanística antes de entrar en la Compañía de Jesús el 20 de septiembre de 1560. Los estudios de filosofía y teología, que realizó entre el Colegio Romano, Padua y Lovaina, centrados en santo Tomás y en los Padres de la Iglesia, fueron decisivos para su orientación teológica. Ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1570, fue, durante algunos años, profesor de teología en Lovaina.
Sucesivamente, llamado a Roma como profesor en el Colegio Romano, le fue confiada la cátedra de «Apologética»; en la década en la que desempeñó tal encargo (1576-1586), elaboró un curso de lecciones recogidas después en el Controversia,obra súbito célebre por la claridad y la riqueza de contenidos y por el corte prevalentemente histórico. Había terminado hacía poco tiempo el Concilio de Trento y para la Iglesia Católica era necesario reforzar y confirmar su propia identidad también respecto a la Reforma protestantes. La acción de Belarmino se insertó en este contexto. Desde el 1588 al 1594 fue, primero, padre espiritual de los estudiantes jesuitas del Colegio Romano, entre los cuales conoció y dirigió a san Luis Gonzaga, después superior religioso. El Papa Clemente VII lo nombró teólogo pontificio, consultor del Santo Oficio y rector del Colegio de Confesores de la Basílica de San Pedro. Del 1597 al 1598 escribe su catecismo, Dottrina cristiana breve, que fue su trabajo más famoso.
El 3 de marzo de 1599 fue nombrado cardenal por el Papa Clemente VIII y, el 18 de marzo de 1602, fue nombrado arzobispo de Capua. Recibió la ordenación episcopal el 21 de abril del mismo año. En los tres años en los que fue obispo diocesano, se distinguió por el celo con que predicaba en la catedral, por la visita que realizaba semanalmente en las parroquias, por los tres Sínodos diocesanos y un Concilio provincial al que dio vida. Después de haber participado en los cónclaves que eligieron a los Papas León XI y Pablo V, fue llamado a Roma, donde formó parte de las Congregaciones del Santo Oficio, del Índice, de los Ritos, de los Obispos y de la Propagación de la Fe. Tuvo también encargos diplomáticos, en la República de Venecia e Inglaterra, defendiendo los derechos de la Sede Apostólica. En sus últimos años compuso varios libros de espiritualidad, en los cuales condensó el fruto de sus ejercicios espirituales anuales. De la lectura de los mismos el pueblo cristiano obtiene, todavía hoy, gran edificación. Murió en Roma el 17 de septiembre de 1621. El Papa Pío XI lo beatificó en 1923, lo canonizó en 1930 y lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1931.
San Roberto Belarmino tuvo un papel importante en la Iglesia en las últimas décadas del siglo XVI y de los primeros años del siglo sucesivo. Sus Controversiaeconstituyeron un punto de referencia, todavía válido, para la eclesiología católica sobre las cuestiones acerca de la Revelación, la naturaleza de la Iglesia, los Sacramentos y la antropología teológica. En estos se acentúa el aspecto institucional de la Iglesia, con motivo de los errores que circulaban sobre tales cuestiones. Incluso Belarmino aclaró los aspectos invisibles de la Iglesia como el Cuerpo Místico y lo ilustró con la analogía del cuerpo y del alma, con el fin de describir la relación entre las riquezas internas de la Iglesia y los aspectos exteriores que la vuelven perceptible. En esta obra monumental, que intenta sistematizar las varias controversias teológicas de la época, él evita todo corte polémico y agresivo respecto a las ideas de la Reforma, y usa los argumentos de la razón y de la Tradición de la Iglesia e ilustra de un modo claro y eficaz la doctrina católica
Sin embargo, su legado se encuentra en la forma en la que concibió su trabajo. Los tediosos oficios de gobierno no le impidieron, de hecho, caminar hacia la santidad con la fidelidad a las exigencias de su propio estado de religioso, sacerdote y obispo. De esta fidelidad surge su compromiso con la predicación. Siendo, como sacerdote y obispo, antes que nada un pastor de almas, sintió el deber de predicar asiduamente. Hay centenares de sermones -las homilías- realizadas en Flandes, en Roma, en Nápoles y en Capua con ocasión de las celebraciones litúrgicas. No menos abundantes son sus expositiones y las explanationes a los párrocos, a las religiosas, a los estudiantes del Colegio Romano, que a menudo hablan de la Sagrada Escritura especialmente de las Epístolas de san Pablo. Su predicación y sus catequesis tienen este mismo carácter de sencillez que obtuvo de la educación jesuita, toda dirigida concentrar las fuerzas del alma en Jesús, profundamente conocido, amado e imitado.
En los escritos de este hombre de gobierno se advierte de modo claro, incluso en la reserva en la que esconde sus sentimientos, la primacía que asigna a las enseñanzas de Cristo. San Belarmino ofrece de esta manera un modelo de oración, alma de toda actividad: una oración que escucha la Palabra del Señor, que se colma con la contemplación de la grandeza, que no se encierra en sí misma, que se alegra de abandonarse a Dios. Un signo distintivo de la espiritualidad del Belarmino y la percepción viva y personal de la inmensa bondad de Dios, por el que nuestro Santo se sentía verdaderamente hijo amado por Dios y era fuente de gran alegría el recogerse, con serenidad y sencillez, en la oración, en la contemplación de Dios. En su libro De ascensione mentis in Deum -Elevación de la mente a Dios- compuesto sobre la estructura del Itinerarium de san Buenaventura, exclama: «Oh alma, tu ejemplo es Dios, belleza infinita, luz sin sombras, esplendor que supera el de la luna y del sol. Alza los ojos a Dios en el que se encuentran los arquetipos de todas las cosas, y del cual, como desde una fuente de infinita fecundidad, deriva esta variedad casi infinita de las cosas. Por tanto debes concluir: quien encuentra a Dios encuentra todas las cosas, quien pierde a Dios pierde todo».
En este texto se oye el eco de la célebre contemplatio ad amorem obtineundum-contemplación para obtener el amor- de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. El Belarmino, que vivió en la fastuosa y a menudo malsana sociedad de los últimos años del siglo XVI y la primera del siglo XVII, de esta contemplación recoge aplicaciones prácticas y proyecta la situación de la Iglesia de su tiempo con animosa inspiración pastoral. En el libro De arte bene moriendi -el arte de morir bien- por ejemplo, indica como norma segura del buen vivir y también del buen morir, el meditar a menudo y seriamente que se deberá rendir cuentas a Dios de las propias acciones y del propio modo de vivir, y evitar la acumulación de riquezas en esta tierra, sino de vivir sencillamente y con caridad para acumular bienes en el cielo. En el libro De gemitu columbae -El gemido de la paloma, donde la paloma representa a la Iglesia- exhorta con fuerza al clero y a todos los fieles a una reforma personal y concreta de la propia vida siguiendo lo que enseñan las Escrituras y los Santos, entre los cuales cita en particular a san Gregorio Nacianceno, san Juan Crisóstomo, san Jerónimo y san Agustín, además de los grandes fundadores de órdenes religiosas como san Benito, santo Domingo y san Francisco. Belarmino enseña con gran claridad y con el ejemplo de su propia vida que no puede haber una verdadera reforma de la Iglesia si primero no se da nuestra reforma personal y la conversión de nuestro corazón.
En los Ejercicios espirituales de san Ignacio, Belarmino daba consejos para comunicar de un modo profunda, también a los más sencillos, la belleza de los misterios de la fe. Escribió «Si tienes sabiduría, comprendes que has sido creado para la gloria de Dios y para tu salvación eterna. Esta es tu finalidad, este es el centro de tu alma, este es el tesoro de tu corazón. Por esto, considera bueno para ti, lo que te conduce a esta finalidad, verdadero mal lo que no lo hace. Sucesos prósperos o adversos, riquezas y pobreza, salud y enfermedad, honores y ultrajes, vida y muerte, el sabio no debe ni buscarlos ni evitarlos por sí mismo. Son buenos y deseables solo si contribuyen a la gloria de Dios y a tu felicidad eterna, son malos y evitables si la obstaculizan» (De ascensione mentis in Deum, grad. 1).
Estas, obviamente no son palabras pasadas de moda, sino palabras para meditar largamente hoy por nosotros para orientar nuestro camino sobre esta tierra. Nos recuerdan que el fin de nuestra vida es el Señor, el Dios que se ha revelado en Jesucristo, en el cual Él continua llamándonos y prometiéndonos la comunión con Él. Nos recuerdan la importancia de confiar en el Señor, de vivir una vida fiel al Evangelio, de aceptar e iluminar con la fe y con la oración toda circunstancia y toda acción de nuestra vida, siempre deseosos de la unión con Él. Gracias.
SS Benedicto XVI, Audiencia general del miércoles 23 de febrero de 2011
por FAUSTINO MARTÍNEZ GOÑI | CeF | 14 Sep, 2015 | Postcomunión Taller de oración
Se puede decir que, desde el principio del cristianismo, la espada que atravesó el alma de María —según las palabras de Simeón (Lc. 2,35)— ha provocado compasión tierna de los buenos cristianos. Y es que, al recordar la pasión del Redentor, los hijos de la Iglesia no podían menos de asociar al dolor del Hijo de Dios los sufrimientos de su benditísima Madre.
Parece como si el Stabat Mater del devoto franciscano Jacapone de Todi († 1306) hubiera resonado desde los albores de la cristiandad en el corazón de los fieles. De esta bellísima secuencia, que se recita en, la misa de esta festividad, escribió Federico Ozanam: «La liturgia católica nada tiene tan patético como estos lamentos tristes, cuyas estrofas caen como lágrimas, tan dulces, que en ellos se descubre un dolor divino consolado por los ángeles; tan sencillos en su latín popular, que las mujeres y los niños comprenden la mitad por las palabras y la otra mitad por el canto y el corazón». Y, ¡por qué no pensar que lo que se hizo estrofa y versos en la fervorosa Edad Media, no estaba ya latente, desde que murió Jesús, en la ternura compasiva de los amantes hijos de la Virgen!
Los Padres de la Iglesia demuestran, efectivamente, que no pasó desapercibido el dolor de María. San Efrén (en su Lamentación de María), San Agustín, San Antonio, San Bernardo y otros cantan piadosamente los padecimientos de la Madre de Dios. Y, ya en el siglo V, vemos cómo el papa Sixto III (432-440), al restaurar la basílica Liberiana, la consagra a los mártires y a su Reina. según lo indica un mosaico de dicha iglesia, en el que celebra a María como «Regina Martyrum».
Con todo, hay que admitir que la devoción —más concreta— a los Dolores de María fue extendida especialmente por los servitas, Orden fundada por siete patricios de Florencia (su fiesta se celebra el 12 de febrero bajo el título de «Los siete Santos Fundadores») a mediados del siglo XIII. La historia nos cuenta cómo, en los duros tiempos de Federico II, se reunían estos piadosos varones para sus actos religiosos en la ciudad de Florencia, y cómo poco a poco fue surgiendo la Orden de los Siervos de la Virgen o Servitas, cuyo principal cometido era el meditar en la pasión de Cristo y en los dolores de su Madre. San Felipe Benicio († 1285; su fiesta se celebra el 23 de agosto), superior general de dicha Orden, fue uno de los más destacados propagadores de esta devoción, popularizando por todas partes el «hábito de la Dolorosa» y su escapulario.
En el siglo XVII se dio principio a la celebración litúrgica de dos fiestas dedicadas a los Siete Dolores, una el viernes después del Domingo de Pasión, llamado Viernes de Dolores, y otra el tercer domingo de septiembre. La primera fue extendida a toda la Iglesia, en 1472, por el papa Benedicto XIII; y la segunda en 1814, por Pío VII, en memoria de la cautividad sufrida por él en tiempos de Napoleón. Esta segunda fiesta se fijó definitivamente para el 15 de septiembre.
De la raigambre de la devoción a la Virgen Dolorosa entre el pueblo cristiano —singularmente los fieles de estirpe hispánica— es un índice la frecuente utilización del nombre Dolores en la onomástica femenina así como la profusión de las representaciones de la Dolorosa en el arte y la repetición del tema en la poesía popular —saetas— y en la literatura, en general.
La fiesta de este día hace alusión a siete dolores de la Virgen, sin especificar cuáles fueron éstos. Lo del número no tiene importancia y manifiesta una influencia bíblica, ya que en la Sagrada Escritura es frecuente el uso del número siete para significar la indeterminación y, con más frecuencia tal vez, la universalidad. Según esto, conmemorar los Siete Dolores de la Virgen equivaldría a celebrar todo el inmenso dolor de la Madre de Dios a través de su vida terrena. De todos modos, la piedad cristiana suele referir los dolores de la Virgen a los siete hechos siguientes: 1º la profecía de Simeón; 2º la huida a Egipto; 3º la pérdida de Jesús en Jerusalén, a los 12 años; 4º el encuentro de María con su Hijo en la calle de la Amargura; 5º la agonía y la muerte de Jesús en la cruz; 6º el descendimiento de la cruz; y 7º la sepultura del cuerpo del Señor y la soledad de la Virgen.
Sin duda que la piedad cristiana ha sabido acertar al resumir en esos siete hechos-clave los momentos más agudos del dolor de María. Porque, ¿no es cierto que son como hitos que señalan la trayectoria ascendente de los insondables sufrimientos de la Madre de Dios? En efecto, si las enigmáticas palabras de Simeón (He aquí que éste está destinado para caída y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción, y una espada atravesará tu misma alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones (Lc. 2, 34-35), tuvieron que entristecer el semblante de María, ¿que no habremos de pensar que ocurriría en la huida a Egipto, ¡Su hijo, tan tierno, arrojado por el vendaval del odio a tierras lejanas! Y, en cuanto a la pérdida de Jesús en Jerusalén, a los doce años, ¿quien es capaz de profundizar en el abismo de incertidumbre y en la agonía de una Madre privada de su Hijo?
Pero donde los dolores de la Virgen rebasaron toda medida fue en el drama del Calvario y, especialmente, al pie de la Cruz. Detengámonos en su contemplación con el alma transida de compasión amorosa, como hacían los santos.
Entre los personajes que asistieron de cerca a la tragedia del Gólgota destaca la figura de la Virgen. De su presencia en el Calvario nos habla San Juan en su Evangelio con palabras sencillas pero impregnadas de un intenso dramatismo: Estaban en pie —dice— junto a la Cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás, y María Magdalena… Podemos representarnos la escena sin necesidad de hacer grandes esfuerzos de imaginación: Jesús acaba de recorrer las calles de Jerusalén con su cruz a cuestas. Durante el lúgubre desfile, el populacho le ha injuriado y escarnecido o, cuando menos, ha contemplado su paso con estupor y desconcierto. Porque, ¿no era Aquél el que hacía unos días había entrado en la ciudad santa en medio de aclamaciones? ¿No tendrían razón los escribas y fariseos al decir que era un vulgar impostor y un blasfemo?
Jesús, según asegura la tradición, se encontró con su Madre bendita en la calle que el pueblo cristiano llamó «de la amargura». ¿Qué se dirían con la mirada el Hijo y la Madre? Tal vez sólo las madres que tienen la inmensa desdicha de asistir a sus hijos antes de ser ajusticiados pueden sospechar algo de lo que pasaría por el alma de la Virgen.
Pero la comitiva siguió avanzando. Y después de muchos tropezones e incluso caídas de los que llevaban sudorosos sus cruces —y entre ellos iba como un vulgar facineroso Jesús—, llegaron al Calvario. La Virgen caminó también, deshecha en el dolor, en pos de su Hijo. Era el primero y el más sublime de los Viacrucis.
Ya está en el lugar de la crucifixión. Es Él. Los sayones le quitan sus vestiduras. La Virgen contemplaría aquella túnica inconsútil que con tanto cariño había tejido para su Hijo…
Unos momentos después suenan unos martillazos terribles. En un remolino instantáneo de recuerdos desfilarían ante la Virgen las escenas de Belén y de Nazaret, cuando las manecitas de su Niño le acariciaban con perfume de azucenas o le traían virutas para encender el fuego… Pero todo aquello quedaba muy lejos. Ahora tenía ante sí la realidad brutal de los pecados de los hombres horadando aquellas sacratísimas manos, pródigas en repartir beneficios.
Unos momentos más, y la cruz —su Hijo hecho cruz— era levantada entre el cielo y la tierra. En medio del clamor confuso de la multitud, María escucharía el respirar fatigoso y jadeante de su Hijo, puesto en el mayor de los suplicios. ¡Ella que había recogido su primer aliento en el pesebre de Belén y había arrimado tantas veces su virginal rostro al corazón de su Niño Jesús, palpitante de vida!
Las tres horas que siguieron, mientras Jesús derramaba gota a gota por la salud del mundo la sangre que un día recibiera de María, fueron las más sagradas de la historia del mundo. Y, si hasta las piedras se abrieron —como señala el Evangelio— ante el dolor del Hijo y de la Madre, ¿cómo podremos nosotros, los causantes de aquella «divina catástrofe» (como dice la liturgia), permanecer indiferentes en la contemplación de este divino espectáculo? Eia, Mater, fons amoris, me sentire vim doloris faic, ut tecum lugeam. (¡Ea! Madre, fuente de amor, hazme sentir la fuerza de tu dolor, para que llore contigo). Así exclama el autor del Stabat Mater. Y es que se necesita que la gracia sobrenatural aúpe y levante el corazón humano para que pueda siquiera rastrear la intensidad de los sufrimientos de Cristo y de su Madre.
El texto sagrado nos habla de las siete palabras de Jesús en la cruz, de su sed, de las burlas de que fue objeto, de las tinieblas que cubrieron la tierra…
No es difícil sospechar cuáles serían las reacciones del alma de la Virgen ante lo que estaba ocurriendo en el Calvario. Sin duda que poco a poco se fue abriendo camino entre la multitud y logró situarse por fin al pie de la cruz. ¿Quién de aquellos sanguinarios judíos se habría atrevido a encararse con la Madre Dolorosa? A su paso, los más empedernidos perseguidores de Jesús sentirían que la fibra del amor maternal —que jamás desaparece aun en los hombres más degradados— vibraba con un sentimiento de compasión: «Es la madre del ajusticiado —dirían—; ella no tiene la culpa. ¡Hacedle paso!
Y la Virgen se fue acercando a su Hijo. Pero no era el de otras veces, el niño gracioso de Belén, el joven gallardo de Nazaret, el taumaturgo prodigioso de Cafarnaúm… ¡Era un guiñapo! (¿será irreverencia traducir así las palabras proféticas de Isaías, en las que dice que Jesús seria un gusano y no un hombre, que no tendría sino fealdad y aspecto repugnante?) Y le miraría intensamente, como identificándose con El, quedándose colgada con El de la cruz.
¿Advirtió Jesús la presencia de su Madre? Lo afirma expresamente el Evangelio: «Como viese Jesús a su Madre…» (lo. 19, 25). Como dice el padre Alameda, «había tres crucificados y tres cruces, no muy lejanas unas de otras, puesto que podían hablarse y comunicarse las víctimas. María, según nos dice San Juan, se situó junto a la cruz de Jesús, iuxta crucem Iesu, lo que significa «a corta distancia de ella», tal vez tocando con la misma cruz. Y si se tiene en cuenta que, según costumbre, los maderos eran bajos, de modo que los pies del crucificado tocaban casi en el suelo, la vecindad era mayor, y María tomaba las apariencias de madre desolada que asiste a la cabecera del hijo agonizante. La expresión cum vidisset, habiendo visto, parece insinuar como si, agobiado por el dolor y la fiebre que le causaban las heridas, nuestro adorable Salvador hubiese tenido, en algunos momentos por lo menos, cerrados los ojos. Pudo también suceder que en medio de tanta aglomeración no hubiese advertido la presencia de aquellos seres queridos. Ellos, por otra parte, aunque deseosos de que Jesús reparase que allí estaban, no es creíble le hablasen. Ni el angustioso estado de su alma, ni la asistencia de los soldados curiosos convidaban a ello».
Jesús, pues, como anota San Juan, habiendo visto a su Madre y al discípulo amado, exclamó: «Madre, ahí tienes a tu hijo». Y en seguida, dirigiéndose al discípulo: «Ahí tienes a tu Madre» (lo. 19, 26). Fueron las únicas palabras que, según narra el Evangelio, dirigió Jesús a María en su agonía. Estas palabras, en su sentido literal, se refieren sin duda a San Juan, a quien encomienda a su Madre, que iba a quedar sola en el mundo. Pero, en el sentido que los exegetas llaman supraliteral y plenior (más completo), significaban que Juan, es decir, el género humano, a quien el apóstol representaba en aquellos momentos, pasaba a ser hijo de la Santísima Virgen. Esta es la interpretación que dan los Santos Padres y escritores eclesiásticos y que la Iglesia siempre ha aceptado.
¿Quién no se sentirá conmovido ante el precioso legado de Jesús y ante esta espiritual maternidad de la Virgen extendida, por gracia de la redención, a todos los hombres?
«Mujer –exclama San Bernardo en el oficio de hoy—, he aquí a tu hijo». ¡Qué trueque tan desigual! Se te entrega a Juan por Jesús, un siervo en lugar del Señor, un discípulo en lugar del Maestro, el hijo del Zebedeo por el Hijo de Dios, un mero hombre en lugar del Dios verdadero». Somos, en realidad, nosotros, los verdugos de Jesús, los que fuimos dados a María como hijos. ¿Cómo no trataremos de asemejarnos a Jesús para agradecerle esta magnífica filiación con la que nos regala?
Pero la tragedia del Gólgota se iba aproximando hacia su acto final. Jesús era ya casi un cadáver, Sus ojos estaban mortecinos; sus labios, resecos; su rostro, lívido y cetrino; y todo su cuerpo, rígido como el de un moribundo. María contemplaba a su Hijo en los últimos estertores de su agonía. Nada podía hacer frente a aquel estado de cosas al cual había conducido el amor de Jesús hacia los hombres,
¿Para qué hacer comentarios sobre el dolor de la Virgen en estos supremos momentos de la Pasión? ¿No es mejor que el corazón intuya y que se derrita en lágrimas de devoción?
Jesús —dice el Evangelio— dando una gran voz, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». E inclinando su cabeza expiro».
María, que había dado el «sí» a la encarnación, que al pie de la cruz aceptó el ser nuestra Corredentora, se unió a la entrega de su Hijo y le ofreció al Padre como la única Hostia propiciatoria por nuestros pecados.
Dejamos a la iniciativa piadosa del lector contemplar a la Virgen con el cadáver de su Hijo en los brazos, como la primera Dolorosa, mucho más bella y expresiva en su casi infinito dolor que todas las tallas que adornan nuestras procesiones de Semana Santa. Pero, ¿por qué no cotejar esta imagen tremenda de la Virgen con el cadáver de su Hijo en los brazos —mucho más bella que cualquier Pietá de Míquel Angel— con aquella otra, tan dulce, de la Virgen —una doncellita— con su hermosísimo Niño apretado junto a su corazón? Sólo así podremos darnos cuenta de la horrible transmutación que en el mundo causan nuestros pecados.
Finalmente, la Virgen presidió el sepelio de Jesús. Una blanca sábana envolvía aquel cadáver que Ella había cubierto de besos y de lágrimas. Pronto la pesada losa del sepulcro se interpuso entre Madre e Hijo. Y Ia Madre se sintió sola, con una soledad terrible, comparable a la que momentos antes había sentido Jesús al exclamar en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
Es cierto que la Virgen creía firmísimamente en la resurrección de su Hijo; pero esta creencia, como observa San Bernardo, en nada se opone a los sufrimientos agudísimos ante la pasión de su Hijo; lo mismo que Éste pudo sufrir y sufrió, aun sabiendo que había de resucitar.
Que la Virgen Dolorosa nos infunda horror al pecado y marque nuestras almas con el imborrable sello del amor. El Amor, he ahí el secreto de la íntima tragedia que acabamos de contemplar.
Porque todo tiene su origen en aquello, que tan profundamente se grabó a San Juan, espectador excepcional de todo este drama: «De tal manera amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo Unigénito» (lo. 3, 16).
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Reza los Sete Dolores de Nuestra Señora
Primer Dolor
La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor… Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María…
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Segundo Dolor
La huida a Egipto con Jesús y José
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve, María…
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Tercer Dolor
La pérdida de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María…
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Cuarto Dolor
El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María…
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Quinto Dolor
La crucifixión y la agonía de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve, María…
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Sexto Dolor
La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor… Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
Dios te salve, María…
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Séptimo Dolor
El entierro de Jesús y la soledad de María
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor… Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve, Maria…
Gloria al Padre…
por Catequesis en Familia | 12 Sep, 2015 | La Biblia
Marcos 9, 38-43.45.47-48. Vigésimosexto Domingo del Tiempo Ordinario. En todas las cosas de la vida es necesario «pensar como cristiano, sentir como cristiano y actuar como cristiano». Ésta es la coherencia de vida de un cristiano que, cuando actúa, siente y piensa, reconoce la presencia del Señor.
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros». Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro de los Números, Núm 11, 25-29
Salmo: Sal 19(18), 8-14
Segunda lectura: Carta a Santiago, Sant 5, 1-6
Oración introductoria
Gracias Señor por el don de la fe que me diste por tu bondad infinita. Ayúdame a llevar tu nombre y mensaje a todos de forma respetuosa, de tal manera que sea testimonio vivo de tu amor, de tu alegría y de tu misericordia.
Petición
Señor, que sea siempre fiel a mi fe.
Meditación del Santo Padre Francisco
Los cristianos incoherentes suscitan escándalo porque dan un antitestimonio a quien no cree. Precisamente al tema de la coherencia cristiana, sugerido por la administración del sacramento de la Confirmación, el Papa Francisco dedicó la homilía en la misa del [día de hoy]. «Ser cristiano —aclaró el Papa— significa dar testimonio de Jesucristo».
El Pontífice delineó después el perfil espiritual del cristiano, indicando precisamente en la coherencia su elemento central. En todas las cosas de la vida, dijo, es necesario «pensar como cristiano, sentir como cristiano y actuar como cristiano». Ésta es «la coherencia de vida de un cristiano que, cuando actúa, siente y piensa», reconoce la presencia del Señor.
El Papa también puso en guardia del hecho que «si falta una de estas» características, «no existe el cristiano». Por lo demás, «uno también puede decir: yo soy cristiano». Pero «si tú no vives como cristiano, si no actúas como cristiano, si no piensas como cristiano y no sientes como cristiano, hay algo que no está bien. Hay una cierta incoherencia». Todos nosotros cristianos, observó el Pontífice, «estamos llamados a dar testimonio de Jesucristo». En cambio, los cristianos que «viven ordinaria y comúnmente, con incoherencia, hacen mucho mal».
A ellos se refiere expresamente el apóstol Santiago en su carta leída en la liturgia del día (5, 1-6). Reprocha directamente «a algunos incoherentes que se enorgullecían de ser cristianos, pero explotaban a sus obreros».
«Es fuerte el Señor», comentó el Papa después de haber releído el texto de Santiago. Tan fuerte que «si uno escucha» estas palabras, «puede pensar que las pronunció un comunista. No, no —precisó el Pontífice—, las dijo el apóstol Santiago: es palabra del Señor». El problema, pues, es «la incoherencia», y «los cristianos que no son coherentes, dan escándalo».
El Pontífice, refiriéndose al pasaje evangélico de Marcos (9, 41-50) leído en la liturgia, recordó que Jesús habló con fuerza contra el escándalo y «dijo: «El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen —uno solo de estos hermanos y hermanas que tienen fe—, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y le echasen al mar»». En verdad, explicó el Papa, «el cristiano incoherente hace mucho mal», y la imagen fuerte usada por Jesús es muy elocuente. Por lo tanto, prosiguió, «la vida del cristiano está en la senda de la coherencia», pero también tiene que vérselas «con la tentación de no ser coherente y de dar tanto escándalo. Y el escándalo mata».
Las consecuencias, además, saltan a la vista. Todos los cristianos, comentó el Papa, han oído decir: «Yo creo en Dios, pero no en la Iglesia, porque vosotros cristianos decís una cosa y hacéis otra». Son palabras que «todos hemos escuchado: yo creo en Dios, pero no en vosotros». Y esto sucede «por la incoherencia» de los cristianos, explicó el Papa.
Afirmó después que las dos lecturas del día nos ayudan «a rezar por la coherencia cristiana, para actuar, sentir y pensar como cristianos». Y «para vivir con coherencia cristiana —reafirmó— es necesaria la oración, porque la coherencia cristiana es un don de Dios». Es un don que debemos esforzarnos por pedir, diciendo: «Señor, que yo sea coherente. Señor, que no escandalice nunca. Que sea una persona que piense como cristiano, que sienta como cristiano, que actúe como cristiano». Y «ésta —dijo el Papa— es la oración de hoy para todos nosotros: tenemos necesidad de coherencia».
Significativo fue el ejemplo práctico que sugirió: «Si te encuentras ante un ateo que te dice que no cree en Dios, puedes leerle toda una biblioteca donde se dice que Dios existe, y aunque se pruebe que Dios existe, él no tendrá fe». Pero, prosiguió el Papa, «si delante de este ateo das testimonio de coherencia y de vida cristiana, algo comenzará a trabajar en su corazón». Y «será precisamente tu testimonio el que le creará la inquietud sobre la cual trabajará el Espíritu Santo».
El Papa Francisco recordó que «todos nosotros, toda la Iglesia», debemos pedir al Señor «la gracia de ser coherentes», reconociéndonos pecadores, débiles, incoherentes, pero siempre dispuestos a pedir perdón a Dios.
Se trata de «ir adelante en la vida con coherencia cristiana», dando testimonio de que creemos en Jesucristo y sabiendo que somos pecadores. Pero con «la valentía de pedir perdón cuando nos equivocamos» y «teniendo mucho miedo de escandalizar». Y que «el Señor —fue el deseo conclusivo del Papa— nos conceda esta gracia a todos nosotros».
Santo Padre Francisco: El escándalo de la incoherencia
Meditación del jueves, 27 de febrero de 2014
Propósito
Trabajar siempre pensando en que somos Iglesia, no de forma individual.
Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a vivir siempre en clave de amor generoso, desinteresado. Tener una actitud de dar, a no buscar ser consolado, cuanto consolar; a no ser comprendido, como comprender; que no espere ser amado, sino que me dedique a amar. Tú sabes qué difícil resulta a mi naturaleza vivir en constante disposición de entrega. Dame tu gracia para poder hacer un buen examen de conciencia de todo lo bueno que he dejado de hacer.
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Evangelio del día en «Catholic.net»
Evangelio del día en «Evangelio del día»
Evangelio del día en «Orden de Predicadores»
Evangelio del día en «Evangeli.net»
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por Catequesis en Familia | 11 Sep, 2015 | Postcomunión Dinámicas
Este árbol de la Cruz nos salva, a todos nosotros, de las consecuencias de aquel otro árbol, donde comenzó la autosuficiencia, el orgullo, la soberbia de querer conocer – nosotros – todo, según nuestra mentalidad, según nuestros criterios, y también según esa presunción de ser y de llegar a ser los únicos seres del mundo.
Santo Padre Francisco
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Para un cristiano, exaltar la cruz quiere decir entrar en comunión con la totalidad del amor incondicional de Dios por el hombre.
Santo Padre emérito Benedicto XVI
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La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la ha querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano. Para compartir nuestro dolor y hacerlo redentor.
Jesús no ha venido a suprimir el sufrimiento: el sufrimiento seguirá presente entre nosotros. Tampoco ha venido para explicarlo: seguirá siendo un misterio. Ha venido para acompañarlo con su presencia. En presencia del dolor y muerte de Jesús, el Santo, el Inocente, el Cordero de Dios, no podemos rebelarnos ante nuestro sufrimiento ni ante el sufrimiento de los inocentes, aunque siga siendo un tremendo misterio.
Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz
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Comparte tus problemas con Jesucristo
Con motivo de la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz animamos a niños, pero también a jóvenes y adultos, a compartir y ofrecer a Jesucristo nuestros desánimos y desalientos.
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Para que los más pequeños de la familia también se entretengan, os proponemos que coloreen esta lámina del Santo Padre Francisco portando la cruz.
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por Catequesis en Familia | 11 Sep, 2015 | La Biblia
Lucas 9, 1-6. Miércoles de la 25.ª semana del Tiempo Ordinario. El Señor no nos abandonará jamás. Así pues nuestro caminar debe hacerse perseverante gracias a la esperanza que infunde fortaleza.
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esas ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos». Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primra lectura: Libro de Esdras, Esd 9, 5-9
Salmo (Tomado del Libro de Tobías), Tob 13, 2-4.6
Oración introductoria
Señor, quiero ponerme en camino para predicar tu Reino con mi testimonio de vida. Inicio poniendo en tus manos mi intención y te pido, en esta oración, que me concedas un corazón generoso y seguro de su misión, para la cual sólo necesito de tu gracia.
Petición
Jesús, dame tu gracia para ser un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Meditación del Santo Padre Francisco
La vergüenza ante Dios, la oración para implorar la misericordia divina y la plena confianza en el Señor. Son estos los puntos fundamentales de la reflexión propuesta por el Papa Francisco en la misa que, el [día de hoy] por la mañana, celebró en la capilla de Santa Marta con los cardenales Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, y Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los Maronitas, junto a un grupo de obispos maronitas llegados de Líbano, Siria, Tierra Santa y otros países de cada continente.
Al comentar las lecturas de la liturgia (Esdras 9, 5-9; Lucas 9, 1-6), el Santo Padre dijo que, en particular, el pasaje del libro de Esdras le hacía pensar en los obispos maronitas y, como es habitual, resumió su pensamiento en torno a tres conceptos. Ante todo la actitud de vergüenza y confusión de Esdras ante Dios, hasta el punto de no poder levantar la mirada hacia Él. Vergüenza y confusión de todos nosotros por los pecados cometidos, que nos han llevado a la esclavitud pues hemos servido a ídolos que no son Dios.
La oración es el segundo concepto. Siguiendo el ejemplo de Esdras, que, de rodillas, alza las manos hacia Dios implorando misericordia, así debemos hacer nosotros por nuestros innumerables pecados. Una oración que, observó el Papa, hay que elevar por la paz en Líbano, en Siria y en todo Oriente Medio. Es la oración siempre y en toda situación, precisó, el camino que debemos recorrer para afrontar los momentos difíciles, como las pruebas más dramáticas y la oscuridad que a veces nos envuelve en situaciones imprevisibles. Para hallar la vía de salida de todo ello, como subrayó el Pontífice, hay que orar incesantemente.
Finalmente, confianza absoluta en Dios que jamás nos abandona. Es el tercer concepto propuesto por el Santo Padre. Estemos seguros, dijo, de que el Señor está con nosotros y, por lo tanto, nuestro caminar debe hacerse perseverante gracias a la esperanza que infunde fortaleza. La palabra de los pastores será tranquilizadora para los fieles: el Señor no nos abandonará jamás.
Después de la comunión, el cardenal Béchara Boutros Raï dirigió al Santo Padre un agradecimiento y un saludo muy cordial en nombre de los obispos participantes, de todos los maronitas y de todo Líbano, confirmando su fidelidad a Pedro y a su sucesor «que nos sostiene en nuestro camino frecuentemente espinoso». En particular dio las gracias al Papa por el fuerte impulso que ha dado a la búsqueda de la paz: «Su oración y exhortación por la paz en Siria y en Oriente Medio ha sembrado esperanza y consuelo».
Santo Padre Francisco: La oración por la paz en Oriente Medios
Meditación del miércoles, 25 de septiembre de 2013
Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI
Jesús no solamente envió a sus discípulos a curar a los enfermos (cf. Mt 10,8; Lc 9,2; 10,9), sino que instituyó también para ellos un sacramento específico: la Unción de los enfermos. La Carta de Santiago atestigua ya la existencia de este gesto sacramental en la primera comunidad cristiana (cf. St 5,14-16). Si la Eucaristía muestra cómo los sufrimientos y la muerte de Cristo se han transformado en amor, la Unción de los enfermos, por su parte, asocia al que sufre al ofrecimiento que Cristo ha hecho de sí para la salvación de todos, de tal manera que él también pueda, en el misterio de la comunión de los santos, participar en la redención del mundo. La relación entre estos sacramentos se manifiesta, además, en el momento en que se agrava la enfermedad: «A los que van a dejar esta vida, la Iglesia ofrece, además de la Unción de los enfermos, la Eucaristía como viático». En el momento de pasar al Padre, la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo se manifiesta como semilla de vida eterna y potencia de resurrección: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6,54). Puesto que el santo Viático abre al enfermo la plenitud del misterio pascual, es necesario asegurarle su recepción. La atención y el cuidado pastoral de los enfermos redunda sin duda en beneficio espiritual de toda la comunidad, sabiendo que lo que hayamos hecho al más pequeño se lo hemos hecho a Jesús mismo (cf. Mt 25,40).
Santo Padre emérito Benedicto XVI: Eucaristía y Unción de los enfermos
Exhortación apostólica post sinodal Sacramentum caritatis, n. 22
Propósito
Acercar a Cristo, con mi oración y atención, a quien esté pasando por la enfermedad.
Diálogo con Cristo
Señor, el mundo necesita apóstoles santos. La persona «moderna» se caracteriza por su insensibilidad e indiferencia ante las necesidades de los demás. Por eso confío en que esta oración me ayude a pasar mi vida haciendo el bien, pensando bien, hablando bien y dando no sólo lo que tengo, sino sobre todo, lo que soy, con sencillez y generosidad.
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