El Rosario de la Virgen María, difundido gradualmente en el segundo Milenio bajo el soplo del Espíritu de Dios, es una oración apreciada por numerosos Santos y fomentada por el Magisterio. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad. Se encuadra bien en el camino espiritual de un cristianismo que, después de dos mil años, no ha perdido nada de la novedad de los orígenes, y se siente empujado por el Espíritu de Dios a «remar mar adentro» (duc in altum!), para anunciar, más aún, ‘proclamar’ a Cristo al mundo como Señor y Salvador, «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6), el «fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización».
Porque es camino para conocer, amar e imitar la vida de Jesucristo: nos introduce en el recuerdo, meditación y contemplación de la infancia, vida pública, pasión, muerte y resurrección del Señor.
Porque es camino para actualizar la presencia de María. Ella es la Madre que nos ofrece el conocimiento y el amor del Hijo y, consecutivamente, la vida de la gracia. Ella es la Corredentora que vive ejemplarmente –Rosario viviente- los misterios de Cristo. Ella es la Medianera que sale al encuentro de nuestras necesidades y las presenta a su Hijo intercediendo por nosotros .
San Juan Pablo II decía a los jóvenes en su última venida a España: «Ciertamente, en el Rosario aprendemos de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor» (O.R.19. 03. 245, 2).
Agradecemos el Magisterio continuado de san Juan Pablo II
Especialmente la Carta Apostólica sobre el Rosario: «…no he dejado pasar ocasión de exhortar a rezar con frecuencia el Rosario. Esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes… El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad… Se puede decir que el Rosario es, en cierto modo, un comentario-oración sobre el capitulo final de la Constitución Lumen gentium del Vaticano II, capítulo que trata de la presencia admirable de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia… (n..2).
Agradecemos el Magisterio de Benedicto XVI
Nos dice el 16 de Octubre de 2005: «En realidad, el Rosario no se contrapone a la meditación de la Palabra de Dios y a la oración litúrgica; es más, constituye un complemento natural e ideal, en particular como preparación y como acción de gracias a la celebración eucarística. Contemplamos al Cristo encontrado en el Evangelio y en el Sacramento en los diferentes momentos de su vida gracias a los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos. En la escuela de la Madre, aprendemos así a conformarnos con su Hijo divino y a anunciarlo con nuestra misma vida. Si la Eucaristía es para el cristiano el centro de la jornada, el Rosario contribuye de manera privilegiada a dilatar la comunión con Cristo, y educa a vivir manteniendo fija en Él la mirada del corazón para irradiar sobre todos y sobre todo su amor misericordioso».
Qué es el Rosario
Es una forma de oración esencialmente cristológica a través de la Virgen María. Por lo tanto, tiene como contenido principal los misterios de la vida de Cristo: infancia, vida pública, pasión y muerte, y resurrección con la mirada y el corazón de la Virgen María.
El Rosario es fórmula completa de oración
El Rosario es oración vocal. Rezar «con consideración», esto es, recordando los misterios de la vida de Cristo con la mente y el corazón durante unos instantes.
El Rosario es oración mental. Esto es, reflexionar silenciosamente sobre cada misterio antes del rezo de cada misterio..
El Rosario es oración contemplativa: adorar a Cristo en cada misterio serenamente, sin prisas.
El Rosario actualiza la presencia de la Virgen María Madre, Medianera y Corredentora
María nos enseña a mirar el rostro de Cristo, a recordar, meditar y contemplar su vida de «amor hasta el extremo, a comprenderlo y acogerlo, a configurarnos con Él y a proclamarlo, dando testimonio en medio del mundo.
Entremos en la «Escuela de María» para aprender a vivir el Rosario. Ella es la Maestra eficaz que mejor conoce a Cristo y nos enseña con su vida cómo leer a Cristo en sus misterios y cómo imitar su vida. Por eso, rezamos las decenas de Ave María en forma de oración litánica y de súplica.
El Rosario es oración de súplica
En el Rosario presentamos a Dios las necesidades y aspiraciones propias, las del matrimonio y la familia, la paz del mundo, la conversión de los pecadores…
En el Rosario, pedimos las fuerzas que necesitamos para un compromiso evangélico más coherente y generoso.
El Rosario es ejercicio de virtudes
El Rosario es actualizar nuestra fe en Jesucristo y en sus misterios. Vigoriza nuestra esperanza que se apoya en la glorificación de Cristo y en la Asunción de María a los cielos… Fortalece nuestra caridad porque alienta nuestra entrega a Cristo y al prójimo por medio de María.
El Rosario marca el estilo de vida cristiano
El estilo de vida del cristiano es el estilo de Cristo. Recordar serena y repetitivamente los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y glorioso de Cristo en el Rosario, nos ayuda a asimilar su estilo de vida y a imitarlo…
Vivamos con el Rosario
Vivamos con el Rosario en el corazón, grabando a fuego el recuerdo, meditación y contemplación de los misterios de la vida de Cristo, Hijo de María Virgen.
Vivamos con el Rosario en los labios, repitiendo serenamente las mejores oraciones que tenemos (Padre nuestro, Ave María y Gloria) con el fondo de la vida de Cristo.
Vivamos con el Rosario en las manos, como arma privilegiada para defender la pureza de corazón y de cuerpo. Que el Rosario, entre nuestras manos, sea mejor mortaja.
«La oración nos cambia el corazón. Nos hace comprender mejor cómo es nuestro Dios. Pero para esto es importante hablar con el Señor, no con palabras vacías. Jesús dice: ‘Como hacen los paganos. No, no: hablar con la realidad: ‘Pero, mira, Señor, que tengo este problema, en la familia, con mi hijo, con este, con el otro… ¿Qué se puede hacer? ¡Pero mira que tú no me puedes dejar así!’. ¡Ésta es la oración! ¿Pero tanto tiempo lleva esta oración? Sí, lleva tiempo […]
La Biblia dice que Moisés hablaba cara a cara con el Señor, como con un amigo. Así debe ser la oración: libre, insistente, con argumentaciones. Y también reprochando un poco al Señor: ‘Pero, tú me has prometido esto, y esto no lo has hecho…’, así, como se habla con un amigo. Abrir el corazón a esta oración. Moisés bajó del monte fortalecido: ‘He conocido más al Señor’, y con esa fuerza que le había dado la oración, retoma su trabajo de conducir al pueblo hacia la Tierra prometida. Porque la oración fortalece: fortalece. Que el Señor nos dé a todos nosotros la gracia, porque rezar es una gracia […]
En toda oración está el Espíritu Santo, no se puede rezar sin el Espíritu Santo. Es Él quien reza en nosotros, es Él quien nos cambia el corazón, es Él quien nos enseña a llamar a Dios ‘Padre’. Pidamos al Espíritu Santo que Él nos enseñe a rezar, sí, como ha rezado Moisés, a negociar con Dios, con libertad de espíritu, con coraje. Y que el Espíritu Santo, que siempre está presente en nuestra oración, nos conduzca por este camino […]
Santo Padre Francisco, Homilía del 3 de abril de 2014
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Con ocasión del mes del Santo Rosario, os ofrecemos esta catequesis sobre esta antiquísima devoción, que puede funcionar como guía didáctica apropiada para sacerdotes, religiosos, padres de famila y catequistas, escrita por Fray Carlos Lledó López OP.
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Catequesis-Guía didáctica sobre el Santo Rosario – Índice general
Hemos rezado juntos el Santo Rosario; hemos recorrido algunos acontecimientos del camino de Jesús, de nuestra salvación y lo hemos hecho con aquella que es nuestra Madre, María. Aquella que con mano segura nos conduce a su Hijo Jesús.
El rezo del Santo Rosario es la devoción y práctica mariana de más extensión y universalidad en la Iglesia católica. Nos lleva a contemplar completos los misterios de la Vida de Jesús, pero siempre junto a Santa María, madre Suya y madre nuestra. Tradicionalmente ha unido a las familias en momentos de recogimiento inolvidables, que en muchos lugares se están perdiendo.
En esta dinámica os ofrecemos una serie de dibujos para leer y colorear, en la que los niños que preparan su primera comunión, incluso algo mayores, aprendan cómo se reza el Santo Rosario, cuáles son sus Misterios y puedan meditarlos.
«El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo (…). Dijo María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tú palabra» (Lucas 1, 30-32, 38).
2.º La Visitación de María a su prima Santa Isabel
«En aquellos días, se levanto María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre; y ¿de donde a mí que la madre de mi Señor venga a visitarme?» (Lucas 1, 39-43).
3.º El Nacimiento de Jesús
«Y sucedió que, mientras ellos estaban allí se cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca algunos pastores (…) se les presentó el Ángel del Señor, (…)y les dijo: no temáis, pues os anuncio una gran alegría, (…) os ha nacido (…) un salvador» (Lucas 2, 6-11).
4.º La Presentación de Jesús en el Templo
«Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. (…) Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón que esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. (…)Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción- ¡y a ti misma una espada te traspasará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones» (Lc 2, 22-25, 34-35).
5.º El Niño perdido y hallado en el Templo
«Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. (…) Subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres(…). Se volvieron a Jerusalén en su busca (…). Al cabo de tres días, le encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas» (Lc 2, 41-47).
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Misterios Dolorosos
Se rezan martes y viernes
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1.º Oración de Jesús en el huerto
«Va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: Sientense aquí, mientras voy allá a orar. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y dijo: «Padre si quieres aparta de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya».Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra» (Mt 26, 36-37; Lc 22, 41-44; Lc 22, 39-46).
2.º Jesús es flagelado
«Pilato volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él (…). ¿Quieren, pues, que lo ponga en libertad al Rey de los judíos?» Ellos volvieron a gritar diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!» (…) Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle».(Jn 18, 33, 19;1)
3.º La coronación de espinas
«Los soldados trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza» (Mt 27, 29-30).
4.º Jesus con la cruz a cuestas y camino al Calvario
«Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario. Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, (…) a que llevara su cruz» (Mt, 27, 31; Jn 19, 17; Mc 15, 21).
5.º Muerte de Jesús en la cruz
«Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron. (…) Jesús decía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen (…). Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona (…). Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» y, dicho esto, expiró. Como le vieron muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua» (Lc 23, 33-34, 44-46; Jn 19, 33-35).
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Misterios Luminosos
Se rezan el jueves
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1.º Bautismo en el Jordán
«Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien yo me complazco» (Mt 3, 13, 16-17).
2.º Milagro en las bodas del Caná
«Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltaba vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: No tienen vino. Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga» (Jn 2,1-5).
3.º Anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversión
«Marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva (…). Luego llegan a Cafarnaúm (…) y le vienen a traer a un paralítico. (…) Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo (…) y a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (…), a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (Mc 1, 15, 21; 2,3-11; Lc 7, 47-48).
«Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona,poco amor muestra». Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados»» (Lc 7, 47-48).
4.º La Transfiguración
«Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. (…) Una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (Mt 17, 1-3, 5).
5.º Institución de la Eucaristía
«Sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo». Y «mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza que es derramada por muchos para perdón de los pecados» (Jn, 13, 1; Mt 26, 26-29).
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Misterios Gloriosos
Se rezan miércoles y domingo
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1.º La Resurrección del Señor
«El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: No teman, pues sé que buscan a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Vengan, miren el lugar donde estaba. Y ahora vayan en seguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos» (Mt 28, 5-6).
2.º La Ascensión de Jesús a los cielos
Jesús los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía se separó de ellos y fue llevado al cielo. Después salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban» (Lc 24, 50-51; Mc 16, 20).
3.º La Venida del Espíritu Santo
«Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos. Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hc 1, 14; 2, 1-4).
4.º La Asunción de María a los cielos
«¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente! Porque, mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y bello tu semblante» (Can 2, 10-11, 14).
5.º La Coronación de María como Reina de todo lo creado
«Toda espléndida, la hija del rey, va adentro, con vestidos en oro recamados; con sus brocados es llevada ante el rey.» Y «una gran señal apareció en el cielo; una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (Sal 45, 14-15; Ap 11, 19; 12, 1).
Fugitiva relinquere et aeterna captare: abandonar las realidades fugaces e intentar aferrar lo eterno. En esta expresión de la carta que vuestro fundador dirigió al preboste de Reims, Rodolfo, se encierra el núcleo de vuestra espiritualidad (cf. Carta a Rodolfo,13): el fuerte deseo de entrar en unión de vida con Dios, abandonando todo lo demás, todo aquello que impide esta comunión, y dejándose aferrar por el inmenso amor de Dios para vivir sólo de este amor. Queridos hermanos, vosotros habéis encontrado el tesoro escondido, la perla de gran valor (cf. Mt 13, 44-46); habéis respondido con radicalidad a la invitación de Jesús: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo— y luego ven y sígueme» (Mt 19, 21). Todo monasterio —masculino o femenino— es un oasis en el que, con la oración y la meditación, se excava incesantemente el pozo profundo del que podemos tomar el «agua viva» para nuestra sed más profunda. Pero la cartuja es un oasis singular, donde el silencio y la soledad son custodiados de modo muy especial, según la forma de vida iniciada por san Bruno y que ha permanecido sin cambios en el curso de los siglos. «Habito en el desierto con los hermanos», es la frase sintética que escribía vuestro fundador (Carta a Rodolfo,4).
El gran silencio muestra por primera vez el día a día dentro del «Grande Chartreuse» el monasterio Cartujo en los Alpes franceses de la legendaria orden de los cartujos, una de las hermandades más estrictas de la iglesia católica.
Una película austera, cercana a la meditación, al silencio, a la vida en estado puro. Sin música, excepto los cantos de los monjes, sin entrevistas, sin comentarios… una película sobre unos hombres que entregaron su vida a Dios en su forma más pura: la contemplación.
Dieciséis años después de su primer encuentro con el padre prior de la orden, el director Phillip Groening obtuvo permiso para rodar dentro del monasterio sobre la vida de los monjes. Phillip vivió en el monasterio y siguió a los monjes con su cámara. Se convirtió en parte del ritual, en parte de su vida cotidiana, como un monje más a caballo entre los antiguos ritos que los cartujos practican y la vida moderna que él conoce.
Premio al mejor documental 2006 de la academia europea de cine.
La misericordia divina llega a los hombres a través del corazón de Cristo crucificado: «Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona», pedirá Jesús a sor Faustina (Diario, p. 374). Cristo derrama esta misericordia sobre la humanidad mediante el envío del Espíritu que, en la Trinidad, es la Persona-Amor. Y ¿acaso no es la misericordia un «segundo nombre» del amor (cf. Dives in misericordia, 7), entendido en su aspecto más profundo y tierno, en su actitud de aliviar cualquier necesidad, sobre todo en su inmensa capacidad de perdón? .
Con motivo de la memoria de santa María Faustina Kowalska, el 5 de octubre, os proponemos para esta semana el visionado de dos obras documentales acerca de la Santa y del mensaje de la Divina Misericordia.
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La Divina Misericordia – Documental sobre los mensajes de Jesús a santa Faustina Kowalska
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Sor Faustina y la Divina Misericordia – Documental
Jesús dijo a sor Faustina: «La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la misericordia divina» (Diario, p. 132). A través de la obra de la religiosa polaca, este mensaje se ha vinculado para siempre al siglo XX, último del segundo milenio y puente hacia el tercero. No es un mensaje nuevo, pero se puede considerar un don de iluminación especial, que nos ayuda a revivir más intensamente el evangelio de la Pascua, para ofrecerlo como un rayo de luz a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Conmovedora película que narra la intensa pero corta vida de Santa María Faustina Kowalska. Es un retrato fiel de su vida mística y del mensaje de misericordia que recibió de Cristo.
Faustina entra en el monasterio de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Piedad. Allí descubre que no solo se vive la mortificación, el ayuno, o las obras buenas, sino también existen los celos, la mezquindad, el orgullo o la pereza. Faustina, sin embargo, decide quedarse. Su fe es la única fuerza y su serenidad le lleva a afrontar sin quejas los esfuerzos del trabajo en la panadería del monasterio. Entonces recibe de Dios la gracia de las visiones en las que ve a Cristo y cómo de su corazón salen resplandecientes rayos de amor y misericordia.
La película está bellamente ilustrada por una mágica y profunda música y los paisajes son excepcionales. En su estreno en 1994 el film fue un acontecimiento, tanto cultural como religioso. Su producción coincidió con el proceso de beatificación de Sor Faustina.
En el año 2000 Faustina Kowalska fue canonizada por el Papa Juan Pablo II quien instituyó para la Iglesia universal la fiesta de la Divina Misericordia, inspirada en las visiones de la Santa.
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Atención: hay muchas imágenes impactantes. Tengan discreción
Sor Faustina nació en el año 1905 en la aldea de Glogowiec, cerca de Lodz, como la tercera de diez hermanos en la familia de Kowalski. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, laboriosidad, obediencia y sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de empleada doméstica en casas de familias acomodadas. A los 20 años entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde como Sor María Faustina vivió 13 años cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios. Desde niña había deseado ser una gran santa y, en consecuencia, caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar a las almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas.
Misión de santa Faustina
La misión de sor Faustina consiste en tres tareas:
Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.
La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
El Diario
Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio —dijo el Señor Jesús a sor María Faustina— tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas, por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
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En este enlace puedes acceder a él en español, en formato pdf, para leer online o descargártelo, y al audiolibro:
Jesús reveló a Sor Faustina que la propagación de la devoción a la Divina Misericordia estaría acompañada de innumerables bendiciones: «A las almas que propagan la devoción a Mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa (protege) a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso» (Diario, 1075).
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Santa Faustina Kowalska es la apóstol de la Divina Misericordia, una de las devociones con más expansión en este tercer milenio. Para que los más pequeños la conozcan mejor os ofrecemos su biografía en dibujos animados, obra propiedad de Goya Producciones.
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Santa Faustina Kowalska y la Divina Misericordia – Vçideo de presentación
Mateo 22, 1-14. Vigésimo octavo Domingo del Tiempo Ordinario. Dios es generoso con nosotros, nos ofrece su amistad, sus dones, su alegría, pero a menudo nosotros no acogemos sus palabras, mostramos más interés por otras cosas, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses.
Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: «Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas». Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: «El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren». Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. «Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?». El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: «Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes». Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos».
Segunda lectura: Carta de san Pablo a los Filipenses, Flp 4, 12-14.19-20
Oración introductoria
Dios mío, me invitas, me llamas incansablemente a tener un encuentro misterioso en el amor. Tu iniciativa me conmueve. Ayúdame a elevar mi corazón hacia Ti para saber corresponder a tanto amor, participando dignamente en este banquete de la oración.
Petición
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío; ayúdame a acoger la Palabra.
Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI
Queridos hermanos y hermanas:
La liturgia de este [día] nos propone una parábola que habla de un banquete de bodas al que muchos son invitados.
[La primera lectura, tomada del libro de Isaías, prepara este tema, porque habla del banquete de Dios. La imagen del banquete aparece a menudo en las Escrituras para indicar la alegría en la comunión y en la abundancia de los dones del Señor, y deja intuir algo de la fiesta de Dios con la humanidad, como describe Isaías: «Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos…, de vinos de solera; manjares exquisito, vinos refinados» (Is 25, 6). El profeta añade que la intención de Dios es poner fin a la tristeza y a la vergüenza; quiere que todos los hombres vivan felices en el amor hacia él y en la comunión recíproca; su proyecto entonces es eliminar la muerte para siempre, enjugar las lágrimas de todos los rostros, hacer desaparecer la situación deshonrosa de su pueblo, como hemos escuchado (cf. vv. 7-8). Todo esto suscita profunda gratitud y esperanza: «Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor, en quien esperamos. Celebremos y gocemos con su salvación» (v. 9).]
Jesús en el Evangelio nos habla de la respuesta que se da a la invitación de Dios —representado por un rey— a participar en su banquete (cf. Mt 22, 1-14). Los invitados son muchos, pero sucede algo inesperado: rehúsan participar en la fiesta, tienen otras cosas que hacer; más aún, algunos muestran despreciar la invitación. Dios es generoso con nosotros, nos ofrece su amistad, sus dones, su alegría, pero a menudo nosotros no acogemos sus palabras, mostramos más interés por otras cosas, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses. La invitación del rey encuentra incluso reacciones hostiles, agresivas. Pero eso no frena su generosidad. Él no se desanima, y manda a sus siervos a invitar a muchas otras personas. El rechazo de los primeros invitados tiene como efecto la extensión de la invitación a todos, también a los más pobres, abandonados y desheredados. Los siervos reúnen a todos los que encuentran, y la sala se llena: la bondad del rey no tiene límites, y a todos se les da la posibilidad de responder a su llamada. Pero hay una condición para quedarse en este banquete de bodas: llevar el vestido nupcial. Y al entrar en la sala, el rey advierte que uno no ha querido ponérselo y, por esta razón, es excluido de la fiesta. Quiero detenerme un momento en este punto con una pregunta: ¿cómo es posible que este comensal haya aceptado la invitación del rey y, al entrar en la sala del banquete, se le haya abierto la puerta, pero no se haya puesto el vestido nupcial? ¿Qué es este vestido nupcial? En la misa in Coena Domini de este año hice referencia a un bello comentario de san Gregorio Magno a esta parábola. Explica que ese comensal responde a la invitación de Dios a participar en su banquete; tiene, en cierto modo, la fe que le ha abierto la puerta de la sala, pero le falta algo esencial: el vestido nupcial, que es la caridad, el amor. Y san Gregorio añade: «Cada uno de vosotros, por tanto, que en la Iglesia tiene fe en Dios ya ha tomado parte en el banquete de bodas, pero no puede decir que lleva el vestido nupcial si no custodia la gracia de la caridad» (Homilía 38, 9: pl 76,1287). Y este vestido está tejido simbólicamente con dos elementos, uno arriba y otro abajo: el amor a Dios y el amor al prójimo (cf. ib., 10: pl 76, 1288). Todos estamos invitados a ser comensales del Señor, a entrar con la fe en su banquete, pero debemos llevar y custodiar el vestido nupcial, la caridad, vivir un profundo amor a Dios y al prójimo.
Ser sincero con todos y en todo, fortaleciendo esta actitud en el sacramento de la reconciliación.
Diálogo con Cristo
Jesús, el vestido de bodas que necesito es el del amor. Cuántas veces doy más importancia a mi propia satisfacción en vez de centrar mi atención y esfuerzo en alcanzar la verdadera comunión contigo. Con la intercesión de María, ayúdame a valorar tu invitación a la santidad, optando siempre por la virtud en vez del pecado, amando desinteresadamente en vez de buscar mi propia conveniencia, siendo humilde en vez de orgulloso.