Catequesis de san Juan Pablo II sobre los ángeles: La misión de los ángeles

Catequesis de san Juan Pablo II sobre los ángeles: La misión de los ángeles

Según la Sagrada Escritura, los ángeles, en cuanto criaturas puramente espirituales, se presentan a la reflexión de nuestra mente como una especial realización de la ‘imagen de Dios’, Espíritu perfectísimo, como Jesús recuerda a la mujer samaritana con las palabras; ‘Dios es espíritu’ (Jn 4, 24).Los ángeles son, desde este punto de vista, las criaturas más cercanas al modelo divino. El nombre que la Sagrada Escritura les atribuye indica que lo que más cuenta en la Revelación es la verdad sobre las tareas de los ángeles respecto a los hombres: ángel (angelus) quiere decir, en efecto, ‘mensajero’. El término hebreo ‘malak’ -mélk-, usado en el Antiguo Testamento, significa más propiamente ‘delegado’ o ‘embajador’.Los ángeles, criaturas espirituales, tienen función de mediación y de ministerio en las relaciones entre Dios y los hombres. Bajo este aspecto la Carta a los Hebreos dirá que a Cristo se le ha dado un ‘nombre’, y por tanto un ministerio de mediación, muy superior al de los ángeles (Cfr. Heb 1, 4).

2. El Antiguo Testamento subraya sobre todo la especial participación de los ángeles en la celebración de la gloria que el Creador recibe como tributo de alabanza por parte del mundo creado.Los Salmos de modo especial se hacen intérpretes de esa voz cuando proclaman, p.e.: ‘Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles.’ (Sal 148, 1-2).De modo semejante en el Salmo 102: ‘Bendecid a Yahvéh vosotros sus ángeles, que sois poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la voz de su palabra’ (Sal 102, 20). Este último versículo del Salmo 102 indica que los ángeles toman parte, a su manera, en el gobierno de Dios sobre la creación, como ‘poderosos ejecutores de sus órdenes’ según el plan establecido por la Divina Providencia.A los ángeles está confiado en particular un cuidado y solicitud especiales por los hombres, en favor de los cuales presentan a Dios sus peticiones y oraciones, como nos recuerda, p.e., el Libro de Tobías (Cfr. especialmente Tob 3, 17 y 12, 12), mientras el Salmo 90 proclama: ‘a sus ángeles ha dado órdenes. te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra'(Cfr. Sal 90, 1-12). Siguiendo el libro de Daniel, se puede afirmar que las funciones de los ángeles como embajadores del Dios vivo se extienden no sólo a cada uno de los hombres y a aquellos que tienen funciones especiales, sino también a enteras naciones (Dan 10, 13-21).

3. El Nuevo Testamento puso de relieve las tareas de los ángeles respecto a la misión de Cristo como Mesías y, ante todo, con relación al misterio de la encarnación del Hijo de Dios, como constatamos en la narración de la anunciación del nacimiento de Juan Bautista (Cfr. Lc 1, 11), de Cristo mismo (Cfr. Lc 1, 26), en las explicaciones y disposiciones dadas a María y José (Cfr. Lc 1, 30-37; Mt 1, 20-21), en las indicaciones dadas a los pastores la noche del nacimiento del Señor (Cfr. Lc 2, 9-15), en la protección del recién nacido ante el peligro de la persecución de Herodes (Cfr. Mt 2, 13).Más adelante los Evangelios hablan de la presencia de los ángeles durante el ayuno de Jesús en el desierto a lo largo de 40 días (Cfr. Mt 4, 11) y durante la oración en Getsemaní (Cfr. Lc 22, 43). Después de la resurrección de Cristo será también un ángel, que se aparece en forma de un joven, quien dirá a las mujeres que habían acudido al sepulcro y estaban sorprendidas por el hecho de encontrarlo vacío: ‘No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí. Pero id a decir a sus discípulos. ‘(Mc 16, 6-7). María Magdalena, que se ve privilegiada por una aparición personal de Jesús, ve también a dos ángeles (Jn 20, 12-17; cfr. también Lc 24, 4). Los ángeles ‘se presentan’ a los Apóstoles después de la desaparición de Cristo para decirles: ‘Hombres de Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo?. Ese Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo, vendrá como le habéis visto ir al cielo’ (Hech 1, 11).Son los ángeles de la vida, de la pasión y de la gloria de Cristo. Los ángeles de Aquel que, como escribe San Pedro, ‘está a la diestra de Dios, después de haber ido al cielo, una vez sometidos a El ángeles, potestades y poderes’ (1 Pe 3, 22).

4. Si pasamos a la nueva venida de Cristo, es decir, a la ‘parusía’, hallamos que todos los sinópticos hacen notar que ‘el Hijo del hombre. vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles’ (así Mc 8, 38, Mt 16, 27 y 25, 31, en la descripción del juicio final; y Lc 9, 26; cfr. también San Pablo, 2 Tes 1, 7).Se puede, por tanto, decir que los ángeles, como espíritus puros, no sólo participan en el modo que les es propio de la santidad del mismo Dios, sino que en los momentos clave, rodean a Cristo y lo acompañan en el cumplimiento de su misión salvífica respecto a los hombres. De igual modo también toda la Tradición y el Magisterio ordinario de la Iglesia ha atribuido a lo largo de los siglos a los ángeles este carácter particular y esta función de ministerio mesiánico.

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San Juan Pablo II: Creador de las cosas «invisibles»: los ángeles

Audiencia General del miércoles, 30 de julio de 1986



Catequesis de san Juan Pablo II sobre los ángeles: La misión de los ángeles

Catequesis de san Juan Pablo II sobre los ángeles: La caída de los ángeles malos

Proseguimos hoy nuestra catequesis sobre los ángeles, cuya existencia, querida por un acto del amor eterno de Dios, profesamos (.).En la perfección de su naturaleza espiritual, los ángeles están llamados desde el principio, en razón de su inteligencia, a conocer la verdad y a amar el bien que conocen en la verdad de modo mucho más pleno y perfecto que cuanto es posible al hombre. Este amor es el acto de una voluntad libre, por lo cual también para los ángeles la libertad significa posibilidad de hacer una elección en favor o en contra del Bien que ellos conocen, esto es, Dios mismo. Hay que repetir aquí lo que ya hemos recordado a su debido tiempo a propósito del hombre: creando a los seres libres, Dios quiere que en el mundo se realice aquel amor verdadero que sólo es posible sobre la base de la libertad. El quiso, pues, que la criatura, constituida a imagen y semejanza de su Creador, pudiera de la forma más plena posible, volverse semejante a El: Dios, que ‘es amor’. Creando a los espíritus puros, como seres libres, Dios, en su Providencia, no podía no prever también la posibilidad del pecado de los ángeles. Pero precisamente porque la Providencia es eterna sabiduría que ama, Dios supo sacar de la historia de este pecado, incomparablemente más radical, en cuanto pecado de un espíritu puro, el definitivo bien de todo el cosmos creado.

2. De hecho, como dice claramente la Revelación, el mundo de los espíritus puros aparece dividido en buenos y malos. Pues bien, esta división no se obró por la creación de Dios, sino en base a la propia libertad de la naturaleza espiritual de cada uno de ellos. Se realizó mediante la elección que para los seres puramente espirituales posee un carácter incomparablemente más radical que la del hombre y es irreversible, dado el grado de intuición y de penetración del bien, del que está dotada su inteligencia.A este respecto se debe decir también que los espíritus puros han sido sometidos a una prueba de Carácter moral. Fue una opción decisiva, concerniente ante todo a Dios mismo, un Dios conocido de modo más esencial y directo que lo que es posible al hombre, un Dios que había hecho a estos seres espirituales el don, antes que al hombre, de participar en su naturaleza divina.

3. En el caso de los espíritus puros la elección decisiva concernía ante todo a Dios mismo, primero y sumo Bien, aceptado y rechazado de un modo más esencial y directo del que pueda acontecer en el radio de acción de la libre voluntad del hombre. Los espíritus puros tienen un conocimiento de Dios incomparablemente más perfecto que el hombre, porque con el poder de su inteligencia, no condicionada ni limitada por la mediación del conocimiento sensible, ven hasta el fondo la grandeza del Ser infinito, de la primera Verdad, del sumo Bien. A esta sublime capacidad de conocimiento de los espíritus puros Dios ofreció el misterio de su divinidad haciéndoles participes, mediante la gracia, de su infinita gloria. Precisamente en su condición de seres de naturaliza espiritual, había en su inteligencia la capacidad, el deseo de esta elevación sobrenatural a la que Dios les había llamado, para hacer de ellos, mucho antes que del hombre, ‘partícipes de la naturaleza divina’, partícipes de la vida íntima de Aquel que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, de Aquel que, en la comunión de las tres Divinas Personas, ‘es Amor’. Dios había admitido a todos los espíritus puros, antes y en mayor grado que al hombre, a la eterna comunión de Amor.

4. La opción realizada sobre la base de la verdad de Dios, conocida deforma superior dada la lucidez de sus inteligencias, ha dividido también el mundo de los espíritus puros en buenos y malos. Los buenos han elegido a Dios como Bien supremo y definitivo, conocido a la luz de la inteligencia iluminada por la Revelación. Haber escogido a Dios significa que se han vuelto a El con toda la fuerza interior de su libertad, fuerza que es amor. Dios se ha convertido en el objetivo total y definitivo de su existencia espiritual. Los otros, en cambio, han vuelto la espalda a Dios contra la verdad del conocimiento que señalaba en Él el Bien total y definitivo. Han hecho una elección contra la revelación del misterio de Dios, contra su gracia, que los hacía partícipes de la Trinidad y de la eterna amistad con Dios, en la comunión con El mediante el amor. Basándose en su libertad creada, han realizado una opción radical e irreversible, al igual que la de los ángeles buenos, pero diametralmente opuesta: en lugar de una aceptación de Dios, plena de amor, le han opuesto un rechazo inspirado por un falso sentido de autosuficiencia, de aversión y hasta de odio, que se ha convertido en rebelión.

5. Cómo comprender esta oposición y rebelión a Dios en seres dotados de una inteligencia tan viva y enriquecidos con tanta luz? ¿Cuál puede ser el motivo de esta radical e irreversible opción contra Dios, de un odio tan profundo que puede aparecer como fruto de la locura?. Los Padres de la Iglesia y los teólogos no dudan en hablar de ‘ceguera’, producida por la supervaloración de la perfección del propio ser, impulsada hasta el punto develar la supremacía de Dios que exigía, en cambio, un acto de dócil y obediente sumisión. Todo esto parece expresado de modo conciso en las palabras ‘»No te servir !2, 20), que manifiestan el radical e irreversible rechazo de tomar parte en la edificación del reino de Dios en el mundo creado. ‘Satanás’, el espíritu rebelde, quiere su propio reino, no el de Dios, y se yergue como el primer ‘adversario’ del Creador, como opositor de la providencia, como antagonista de la amorosa sabiduría de Dios. De la rebelión y del pecado de Satanás, como también del pecado del hombre, debemos concluir acogiendo la sabia experiencia de la Escritura, que afirma: ‘En el orgullo está la perdición’ (Tob 4, 14).

 Roma, 23 de julio de 1986

Catequesis de san Juan Pablo II sobre los ángeles: La misión de los ángeles

Catequesis de san Juan Pablo II sobre los ángeles: La existencia de los ángeles revelada por Dios

Nuestras catequesis sobre Dios, Creador del mundo, no podían concluirse sin dedicar una atención adecuada a un contenido concreto de la revelación divina: la creación de los seres puramente espirituales, que la Sagrada Escritura llama ‘ángeles’. Tal creación aparece claramente en los Símbolos de la Fe, especialmente en el Símbolo niceno-constantinopolitano: Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas (esto es, entes o seres) ‘visibles e invisibles’. Sabemos que el hombre goza, dentro de la creación, de una posición singular: gracias a su cuerpo pertenece al mundo visible, mientras que, por el alma espiritual, que vivifica el cuerpo, se halla casi en el confín entre la creación visible y la invisible. A esta última, según el Credo que la Iglesia profesa a la luz de la Revelación, pertenecen otros seres, puramente espirituales, por consiguiente no propios del mundo visible, aunque están presentes y actuantes en él. Ellos constituyen un mundo específico.

2. Hoy, igual que en tiempos pasados, se discute con mayor o menor sabiduría acerca de estos seres espirituales. Es preciso reconocer que, a veces, la confusión es grande, con el consiguiente riesgo de hacer pasar como fe de la Iglesia respecto a los ángeles cosas que no pertenecen a la fe o, viceversa, de dejar de lado algún aspecto importante de la verdad revelada.La existencia de los seres espirituales que la Sagrada Escritura, habitualmente, llama ‘ángeles’, era negada ya en tiempos de Cristo por los saduceos (Cfr. Hech 23, 8). La niegan también los materialistas y racionalistas de todos los tiempos. Y sin embargo, como agudamente observa un teólogo moderno, ‘si quisiéramos desembarazarnos de los ángeles, se debería revisar radicalmente la misma Sagrada Escritura y con ella toda la historia de la salvación’ (.). Toda la Tradición es unánime sobre esta cuestión. El Credo de la Iglesia, en el fondo, es un eco de cuanto Pablo escribe a los Colosenses: ‘Porque en El (Cristo) fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por El y para El’ (Col 1, 16). O sea, Cristo que, como Hijo-Verbo eterno y consubstancial al Padre, es ‘primogénito de toda criatura’ (Col 1, 15), está en el centro del universo como razón y quicio de toda la creación, como ya hemos visto en las catequesis precedentes y como todavía veremos cuando hablemos más directamente de El.

3. La referencia al primado de Cristo nos ayuda a comprender que la verdad acerca de la existencia y acción de los ángeles (buenos y malos) no constituyen el contenido central de la Palabra de Dios. En la Revelación, Dios habla en primer lugar ‘a los hombres. y pasa con ellos el tiempo para invitarlos y admitirlos a la comunión con El’, según leemos en la Cons. ‘Dei Verbum’ del Conc. Vaticano II (n.2). De este modo ‘las profunda verdad, tanto de Dios como de la salvación de los hombres’, es el contenido central de la Revelación que ‘resplandece ‘ más plenamente en la persona de Cristo (Cfr. Dei Verbum 2).La verdad sobre los ángeles es, en cierto sentido, ‘colateral’, y, no obstante, inseparable de la Revelación central que es la existencia, la majestad y la gloria del Creador que brillan en toda la creación (‘visible’ e ‘invisible’) y en la acción salvífica de Dios en la historia del hombre. Los ángeles no son, criaturas de primer plano en la realidad de la Revelación, y, sin embargo, pertenecen a ella plenamente, tanto que en algunos momentos les vemos cumplir misiones fundamentales en nombre del mismo Dios.

4. Todo esto que pertenece a la creación entra, según la Revelación, en el misterio de la Providencia Divina. Lo afirma de modo ejemplarmente conciso el Vaticano I, que hemos citado ya muchas veces: ‘Todo lo creado Dios lo conserva y lo dirige con su Providencia extendiéndose de un confín al otro con fuerza y gobernando con bondad todas las cosas. «Todas las cosas están desnudas y manifiestas a sus ojos», hasta aquello que tendrá lugar por libre iniciativa de las criaturas’. La Providencia abraza, por tanto, también el mundo de los espíritus puros, que aun más plenamente que los hombres son seres racionales y libres. En la Sagrada Escritura encontramos preciosas indicaciones que les conciernen. Hay la revelación de un drama misterioso, pero real, que afectó a estas criaturas angélicas, sin que nada escapase a la eterna Sabiduría, la cual con fuerza (fortiter) y al mismo tiempo con bondad (suaviter) todo lo lleva al cumplimiento en el reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

5. Reconozcamos ante todo que la Providencia, como amorosa Sabiduría de Dios, se ha manifestado precisamente al crear seres puramente espirituales, por los cuales se expresa mejor la semejanza de Dios en ellos, que supera en mucho todo lo que ha sido creado en el mundo visible junto con el hombre, también él, imborrable imagen de Dios. Dios, que es Espíritu absolutamente perfecto, se refleja sobre todo en los seres espirituales que, por naturaleza, esto es, a causa de su espiritualidad, están mucho más cerca de El que las criaturas materiales y que constituyen casi el ‘ambiente’ más cercano al Creador.La Sagrada Escritura ofrece un testimonio bastante explícito de esta máxima cercanía a Dios de los ángeles, de los cuales habla, con lenguaje figurado, como del ‘trono’ de Dios, de sus ‘ejércitos’, de su ‘cielo’. Ella ha inspirado la poesía y el arte de los siglos cristianos que nos presentan a los ángeles como la ‘corte de Dios’.

Roma, 9 de julio de 1986

La Biblia es…

La Biblia es…

Cumplo con mi deber, obedeciendo los preceptos de Cristo, que dice: Estudiad las Escrituras, y también: Buscad, y encontraréis, para que no tenga que decirme, como a los judíos: Estáis muy equivocados, porque no comprendéis las Escrituras ni el poder de Dios. Pues, si, como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.

San Jerónimo

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La Biblia es…

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San Wenceslao, el príncipe de la unidad

San Wenceslao, el príncipe de la unidad

San Wenceslao es hijo de Vratislao, prudente, fervoroso y bondadoso príncipe cristiano, y de Drahomira, una princesa de genio fuerte, cruel y pérfido, de la pagana familia de Stodoronow, en Lutecia.

La dualidad de este matrimonio: cristiano-pagano tuvo mucha trascendencia en la vida del santo duque. El joven príncipe vio, pues, en el seno de su familia, los efectos de la lucha de una religión mixta; más tarde tuvo que enfrentarse con la misma en la vida de su propia nación. El problema se presentó más agudo cuando junto a las rivalidades religiosas se unieron los conflictos políticos.

Aunque las primeras semillas de la fe católica la recibieron los bohemios de Bizancio, sin embargo, la magna labor misionera fue fruto de los misioneros occidentales, y precisamente de los alemanes. Este hecho originó, primero, las competencias de los ritos: eslavo con el romano, y más tarde, el influjo de los alemanes en la vida pública de los bohemios.

Como efecto en contrario, surgió entonces, la rebelión pagana, la persecución de los cristianos, acaudillada por Drahomira; la conspiración de Boleslavia y, finalmente, el funesto plan del martirio de San Wenceslao.

El panorama de aquella época era, por tanto, muy difícil y muy obscuro.

Para superar todas estas dificultades, el bien de la nación y de las misiones católicas exigían un príncipe ágil, prudente y santo.

Fue San Wenceslao quien mejor respondía a estas exigencias.

Dirigido por su abuela, Santa Ludmila, se mostró inteligente, dócil y con una extraordinaria inclinación a todo lo bueno. Más tarde, ya en el Colegio de los Nobles, bajo la dirección de un sabio maestro, estas virtudes brillaron aún más en el joven alumno. Intelectualmente se distinguía por su ingenio; espiritualmente, por su pureza de costumbres; por la devoción a Cristo en el Santísimo Sacramento y por su filial afecto a la Virgen Santísima. Mas la singular veneración que profesaba a la Virgen le hizo sentir un extremado amor a la pureza. Virtud que pareció ser la nota más sublime de su carácter. A pesar de vivir este ambiente de santidad, Wenceslao no se olvidó de adquirir también las cualidades de un señor futuro soberano de Bohemia.

En 925, tres años después de la repentina muerte de Vratislao, Wenceslao, considerándose preparado para el gobierno de su patria, dio un golpe de Estado y eliminó de la regencia a su madre pagana. Con ella eliminó también la lucha sin cuartel contra los cristianos y todos los privilegios que conquistaron, en aquellos tiempos, los paganos. Termina con las crueldades y salvajismo de aquellos idólatras y comienza una época de verdadera paz y labor constructiva.

Como señal externa de nuevo gobierno, Wenceslao hace un apoteósico traslado de las reliquias de su abuela, Santa Ludmila, a la catedral de Praga. Elige con gran cuidado a sus ministros y jefes militares y comienza una intensa labor de propagación de la fe.

En todo este ambiente es él mismo quien con su ejemplo realiza los altos ideales de Cristo.

Cumple exactamente con la ley de Dios y practica fervorosamente las virtudes cristianas. Lleva una vida casi monacal; consagra horas en fervorosas oraciones y en mortificaciones; defiende a los oprimidos; ayuda con generosidad a los pobres; facilita la libertad a los cautivos y presos, etc. En todo el país organiza una política más humanitaria, elimina torturas y prohíbe la horca. Se puede decir que entre los soberanos fue el único que profesara una fe tan eficiente, caridad tan ardiente y virtudes tan escogidas.

Su culto a la sagrada Eucaristía no paraba en una mera veneración, sino que trascendía a los más pequeños detalles, como sembrar el trigo destinado al pan eucarístico y estrujar con sus mismas manos los racimos de uva que darían el vino para el santo sacrificio. Descalzo visitaba en noches frías y de nieve las iglesias para adorar al Santísimo.

Una devoción no menos fervorosa a la Virgen Santísima le llevó a entregarse a Ella en voto de castidad para toda su vida.

Todo este modo de vivir —sin duda de verdadera santidad— causaba gran admiración tanto en Bohemia como en otras cortes soberanas de Europa; comúnmente le llamaban «el santo príncipe».

Nada entonces de extraño es que en torno de esta vida naciera el maravilloso misterio de muchas leyendas. Estas fueron inmortalizadas por el historiador checo Pekarz. He aquí dos de ellas:

Drahomira, envidiando el florecimiento del cristianismo y el pacífico reinado de Wenceslao, suscitó a una guerra cruel contra él al vecino príncipe de Gurima, Radislao.

Radislao, en verdad, invadió a Bohemia, y a su paso sembró el pánico y la muerte. La guerra fue para todos una gran sorpresa. Wenceslao, sin embargo, quedó tranquilo, pues, como un verdadero seguidor de Cristo, no quería se derramase la sangre de los inocentes. Mandó, por tanto, una embajada para averiguar las causas de la invasión. Radislao, considerando la postura del duque como prueba de flaqueza, exigió como condición de paz la entrega total de Bohemia.

Estas circunstancias reclamaban una justa defensa de la patria. Wenceslao la preparó rápidamente y salió al encuentro de los invasores. Cuando se vieron los dos ejércitos, el duque, antes de empezar la batalla, pidió una entrevista personal con Radislao. Fiel a su fe católica persuadió a Radislao de que como la guerra es cosa de los dos, ellos debían de resolver el litigio, y con esto invitó al invasor a un combate particular hasta la victoria. Radislao, seguro de su éxito, aceptó el duelo y salió contra el santo duque armado como Goliat. Wenceslao, por el contrario, la victoria la ponía en manos de Dios, y en nombre de Él dio la señal del combate. Se disponía Radislao a disparar su dardo, cuando de repente vio delante a dos ángeles y oyó una voz: «No le tires». Momentos después, horrorizado, dejó sus armas y fue a postrarse a los pies de Wenceslao, pidiendo perdón y aceptando todas las condiciones de paz.

La celestial intervención en favor del duque de Bohemia se repitió de nuevo durante la dicta de Worms, convocada por el emperador Otón I. Un día Wenceslao, por oír dos misas, llegó tarde a la asamblea. El emperador y los príncipes consideraron esta falta como una gran desatención. Acordaron entonces demostrar su enojo. Sin embargo, cuando apareció Wenceslao todos le recibieron con los debidos honores, incluso el mismo emperador, pues todos vieron con el mayor asombro que el duque de Bohemia entraba en la sala acompañado de ángeles, portando delante de él una gran cruz de oro.

La santidad de Wenceslao ganaba estima común. Sin embargo, la llama del odio se mantenía viva en el pagano corazón de Drahomira. Es más, existía también otra persona que meditaba cómo destituir y privar del trono al rey de Praga. Era su hermano menor, Boleslao.

La ocasión no tardó en presentarse. Con motivo del nacimiento de un hijo suyo, Boleslao organizó grandes fiestas e invitó a Boleslavia a su hermano Wenceslao. El santo duque aceptó esta invitación y acudió a Boleslavia, donde fue recibido con todos los honores reales. Sin embargo, estas galas fueron una falsedad creada por su hermano. En medio de la alegría reinante, cuando Wenceslao, durante la noche, se dirigía a la próxima iglesia para su acostumbrada adoración, Boleslao le agredió, y violando el sagrado derecho de hospitalidad, junto con sus ayudantes, dio muerte a su indefenso y egregio huésped.

El martirio ocurrió el 28 de septiembre de 938.

Bohemia se llenó de dolor.

Los asesinos, después de un corto tiempo de júbilo, pronto recibieron su merecido castigo. Tanto Drahomira como Boleslao tuvieron una muerte miserable.

San Wenceslao quedó proclamado Patrono de todos los países de la corona de los bohemios.

El culto aumentaba constantemente, llegando, en los siglos XI y XII, su efigie a adornar el ducado, la moneda de Bohemia. Bajo la bandera de San Wenceslao lucha el ejército y con la invocación del Santo se desarrolla la labor nacional. En el siglo XIII nace el himno «Svaty Vaclave, vevodo cesek zeme…». y en la época de Juan Hus, el himno súplica. «Tú eres el soberano de estas tierras, San Wenceslao; no nos abandones…»

La devoción es común, y las múltiples iglesias, como también los muchísimos monumentos dedicados al santo duque, testimonian el vivo amor hacia él de los checos. El monumento más bello, obra del profesor Mysblek, adorna la mejor plaza de Praga.

San Wenceslao, ayer como hoy, reina en Chequia y Eslovaquia.

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Vídeo viral: 66 mil vasos de agua forman mosaico de bebé en el vientre materno

Vídeo viral: 66 mil vasos de agua forman mosaico de bebé en el vientre materno

Un artista usó 15 mil litros de agua de lluvia y 66 mil vasos biodegradables para armar un mosaico en el que se puede apreciar a un bebé en el vientre materno.

Para poder realizar esta obra, el artista Belo contó con la ayuda de más de 100 voluntarios que en 62 horas de trabajo colocaron los miles de vasos sobre una amplia superficie de 3.600 pies cuadrados.

La obra, explican, busca generar conciencia sobre la necesidad que tiene cada persona de agua, también desde antes de nacer en el vientre de la madre.

Para colocar los vasos con el agua de distintos colores se usaron 62 horas de trabajo.

Si se hubiesen colocado uno al costado del otro, todos los vasos juntos tendrían una extensión de 5,2 kilómetros.

Para lograr los distintos colores que necesitaba, el artista Belo usó 1 kilo de colorantes vegetales.

Beato Álvaro del Portillo, primer prelado del Opus Dei – Recursos audiovisuales

Beato Álvaro del Portillo, primer prelado del Opus Dei – Recursos audiovisuales

En la mañana del 27 de septiembre de 2014 ha sido beatificado el primer prelado del Opus Dei, monseñor Álvaro del Portillo.

Hijo de Clementina Diez de Sollano (mexicana) y de Ramón del Portillo y Pardo (español), Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914. Era el tercero de ocho hermanos.

Después de cursar el bachillerato en el Colegio El Pilar (Madrid), ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, en la que terminó sus estudios en 1941. Trabajó en diversas entidades estatales. A la vez, estudió Filosofía y Letras (Sección de Historia) y se doctoró en 1944 con la tesis Descubrimientos y exploraciones en las costas de California.

En 1935 se incorporó al Opus Dei, institución de la Iglesia Católica que había sido fundada siete años antes por san Josemaría Escrivá de Balaguer. Recibió directamente del fundador la formación y el espíritu propios de aquel nuevo camino en la Iglesia. Desarrolló una amplia labor de evangelización entre sus compañeros de estudio y trabajo y, desde 1939, realizó un intenso apostolado por diferentes ciudades de España.

El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote por el obispo de Madrid, Mons. Leopoldo Eijo y Garay, junto con José María Hernández Garnica y José Luis Múzquiz: eran los tres primeros sacerdotes del Opus Dei, después del fundador.

En 1946 se trasladó a Roma, pocos meses antes de que fijara allí su residencia san Josemaría, con el que convivió también en los años siguientes. El Opus Dei recibió entonces las primeras aprobaciones jurídicas de la Santa Sede. Para Álvaro del Portillo empieza también una época decisiva en la que, entre otras cosas, realizará —con su actividad intelectual junto a san Josemaría y con su trabajo en la Santa Sede— una honda reflexión sobre el papel y la responsabilidad de los fieles laicos en la misión de la Iglesia, a través del trabajo profesional y las relaciones sociales y familiares. “En un hospital —escribirá años más tarde, para ejemplificar esta realidad— la Iglesia no está solo presente por el capellán: también actúa a través de los fieles que, como médicos o enfermeros, procuran prestar un buen servicio profesional y una delicada atención humana a los pacientes; en un barrio, el templo será siempre un punto de referencia indispensable: pero el único modo de llegar a los que no lo frecuentan será a través de otras familias”.

Entre 1947 y 1950 empujó la expansión apostólica del Opus Dei en Roma, Milán, Nápoles, Palermo y otras ciudades italianas. Promovió actividades de formación cristiana y atendió sacerdotalmente a numerosas personas. De la huella que su labor ha dejado en Italia hablan hoy las numerosas calles y plazas que se le han dedicado en distintos núcleos urbanos del país.

El 29 de junio de 1948, el fundador del Opus Dei erigió en Roma elCollegio Romano della Santa Croce, centro internacional de formación del que Álvaro del Portillo fue primer rector y en el que enseñó teología moral (1948-1953). En ese mismo año (1948) obtuvo el doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás.

Durante sus años en Roma, los Papas, desde Pío XII hasta Juan Pablo II, lo llamaron a desempeñar numerosos encargos, como miembro o consultor de 13 organismos de la Santa Sede.

Participó activamente en el Concilio Vaticano II. Juan XXIII lo nombró consultor de la Sagrada Congregación del Concilio (1959-66). En las etapas previas al Vaticano II, fue presidente de la Comisión para el Laicado. Ya en el curso del Concilio (1962-65) fue secretario de la Comisión sobre la Disciplina del Clero y del Pueblo Cristiano. Terminado este evento eclesial, Pablo VI lo nombró consultor de la Comisión postconciliar sobre los Obispos y el Régimen de las Diócesis (1966). Fue también, durante muchos años, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Congregación del Clero, de la Congregación de las Causas de los Santos y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.

La vida de Álvaro del Portillo está estrechamente unida a la del fundador. Permaneció siempre a su lado hasta el mismo momento de su muerte, el 26 de junio de 1975, colaborando con san Josemaría en las tareas de evangelización y de gobierno pastoral. Lo acompañó en sus numerosos viajes a países de Europa y de América para disponer y orientar los diversos apostolados del Opus Dei. “Al advertir su presencia amable y discreta al lado de la dinámica figura de Mons. Escrivá, me venía al pensamiento la modestia de san José”, escribirá a su muerte un agustino irlandés, el Padre John O’Connor.

El 15 de septiembre de 1975, en el congreso general convocado tras el fallecimiento del fundador, el venerable Álvaro del Portillo fue elegido para sucederlo al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982, cuando san Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal, lo designó Prelado de la nueva prelatura. Ocho años después, el 7 de diciembre de 1990, lo nombró obispo y, el 6 de enero de 1991, le confirió la ordenación episcopal en la basílica de San Pedro.

A lo largo de los años en que estuvo al frente del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo promovió el comienzo de la actividad de la prelatura en 20 nuevos países. En sus viajes pastorales, que le llevaron a los cinco continentes, predicó a miles de personas el amor a Dios, a la Virgen, a la Iglesia y al Papa, y transmitió con persuasiva simpatía el mensaje cristiano de san Josemaría acerca de la santidad en la vida ordinaria.

Como Prelado del Opus Dei, estimuló la puesta en marcha de numerosas iniciativas sociales y educativas. El Centre Hospitalier Monkole (Kinshasa, Congo), el Center for Industrial Technology and Enterprise (CITE, en Cebú, Filipinas) y la Niger Foundation (Enugu, Nigeria) son ejemplos de instituciones de desarrollo social llevadas a cabo por fieles del Opus Dei, junto a otras personas, bajo el impulso directo de Monseñor del Portillo.

Asimismo, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (desde 1985) y el seminario internacional Sedes Sapientiae (desde 1990), ambos en Roma, así como el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa (Pamplona, España), han formado para las diócesis a miles de candidatos al sacerdocio enviados por obispos de todo el mundo. Son una muestra de la preocupación de Mons. del Portillo por el papel del sacerdote en el mundo actual, tema al que dedicó buena parte de sus energías, como se puso de manifiesto en los años del Concilio Vaticano II. “El sacerdocio no es una carrera —escribió en 1986— sino una entrega generosa, plena, sin cálculos ni limitaciones, para ser sembradores de paz y de alegría en el mundo, y para abrir las puertas del Cielo a quienes se beneficien de ese servicio y ministerio”.

Álvaro del Portillo es autor de publicaciones sobre materias teológicas, canónicas y pastorales: Fieles y laicos en la Iglesia (1969),Escritos sobre el sacerdocio (1970) y numerosos textos dispersos, gran parte de ellos recogidos póstumamente en el volumen Rendere amabile la Verità. Raccolta di scritti di Mons. Álvaro del Portillo, publicado en 1995 por la Libreria Editrice Vaticana. En 1992 se publicó el volumen Intervista sul Fondatore dell’Opus Dei, fruto de sus conversaciones con el periodista italiano Cesare Cavalleri, sobre la figura de san Josemaría Escrivá, que ha sido traducido a varias lenguas.

Mons. Álvaro del Portillo falleció en Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. La víspera, el 22 de marzo, había celebrado su última misa en la iglesia del Cenáculo de Jerusalén. Tras su muerte, miles de personas han testimoniado el recuerdo de su bondad, el calor de su sonrisa, su humildad, su audacia sobrenatural, la paz interior que su palabra comunicaba.

Artículo original en opusdei.org

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Vídeo biográfico del beato Álvaro del Portillo

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Vídeo de la ceremonia de Beatificación

San Vicente de Paúl – Película –

San Vicente de Paúl – Película –

Así pues, hermanos míos, vayamos y ocupémonos con un amor nuevo en el servicio de los pobres, y busquemos incluso a los más pobres y abandonados; reconozcamos delante de Dios que son ellos nuestros señores y nuestros amos, y que somos indignos de rendirles nuestros pequeños servicios.

San Vincente de Paúl

Fundador de La Congregación de la Misión

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Monsieur Vincent es una película francesa del año 1947 que narra la vida del sacerdote Vicente de Paúl, conocido como el santo de la caridad, quien pasó la mayor parte de su vida dedicado a la caridad con los más pobres en una Francia del siglo XVII devastada por las epidemias de peste negra.

La película fue galardonada en 1949 con un Óscar honorífico a la mejor película de habla no inglesa.

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San Vincente de Paúl (película en Gloria TV)

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San Vicente de Paúl (película en Youtube)

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San Vicente de Paúl – Ficha de la película

Título original: Monsieur Vincent

Año: 1947

Duración: 111 min.

Género: Drama | Biográfico

Director: Maurice Cloche

Guión: Maurice Cloche, Jean Bernard-Luc, Jean Anouilh

Música: Jean-Jacques Grünenwald

Fotografía: Claude Renoir

Reparto: Pierre Fresnay, Aimé Clariond, Jean Debucourt, Lise Delamare, Germaine Dermoz, Gabrielle Dorziat, Pierre Dux, Michel Bouquet, Yvonne Gaudeau, Jean Carmet, Gabrielle Fontan

Oscar en 1949, premio especial a la mejor película en lengua extranjera

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San Cleofás, el discípulo que acompaño al Señor a Emaús

San Cleofás, el discípulo que acompaño al Señor a Emaús

El 25 de septiembre es la conmemoración de san Cleofás, discípulo del Señor, a quien, con el otro compañero itinerante, ardía el corazón cuando Cristo, en la tarde de Pascua, se les apareció en el camino explicándoles las Escrituras, y después, en la casa de Cleofás, en Emaús, conocieron al Salvador en la fracción del pan.

Dos veces aparece este nombre en los Evangelios. Una en San Lucas cuando habla de los dos discípulos que marchaban a Emaús (cfr. Lc 24; 13 y ss) y la otra en San Juan cuando habla de una «María, la mujer de Cleofás» que estaba presente en el Calvario, acompañando a la Virgen, la tarde en que fue crucificado y moría Jesús (cfr. Jn 19; 25 y ss).

Sin que pueda establecerse con certeza que estos dos personajes fueran marido y mujer, ya que varones llamados Cleofás debía haber bastantes en Jerusalén, sí parece que el esposo de esa María del Calvario debía ser un cristiano bastante conocido entre los discípulos, cuando San Juan escribe su evangelio y también que ambos estuvieron muy cerca de los acontecimientos que hoy narramos.

Es la alborada del Domingo. Unas mujeres, quieren envolver en lienzos el cuerpo y poner perfumes preciosos, a la usanza judía, en el cuerpo de Jesús, ya que no pudo prepararse con finura el viernes por la tarde cuando lo pusieron en el sepulcro.

El sepulcro está vacío, no tiene cuerpo dentro. Unos ángeles avisan que está vivo el Señor Jesús . Las mujeres, locas de alegría, nerviosas, corren y transmiten la nueva a los discípulos. Pedro y los demás no pueden creer ese inusitado acaecimiento.

La distancia de Jerusalén a Emaús es de algo más de diez kilómetros. Hacia Emaús caminan ese mismo día dos discípulos del Maestro. Uno de ellos responde al nombre de Cleofás. Van comentando entre ellos los acontecimientos del fracaso de Jesús en los días pasados.

Las pisadas son pesadas porque llevan la amargura en el pecho. Son tantos años juntos, tantas ilusiones truncadas, tantas promesas secas, tantas alegrías cegadas… hasta los proyectos del Reino se esfumaron con los clavos, la cruz y la lanza. Con Jesús muerto mal se anda.

Se les unió un caminante como compañero de camino. Ellos temían «ofuscada la mirada». Al preguntar qué les pasa, Cleofás con tono enojado casi le regañó por no estar al día de lo que ha pasado en la Ciudad Santa. Cuando resumen los hechos tan trágicos e impresionantes, el viajero les recordó que ya estaba previsto por los profetas.

Al acercarse a la aldea, el caminante hace intención de proseguir. Cleofás y su amigo le insistieron: «Quédate con nosotros, que el día ya declina». El caminante accedió, entró con ellos en la casa, se sentó a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió en trozos, y se lo dio. En este instante le reconocieron.

Ahora, desandar lo andado para decirle a los hermanos que las mujeres mañaneras tenían razón no es pesado, es alegría; avanzan en la noche tan seguros como a pleno día porque lucen mucho las estrellas, los pasos se han tornado ágiles y firmes, el corazón late con fuerza, el gozo se ha hecho vida. Notan la vehemencia de decir pronto a los otros que Jesús sí es el Mesías.Con Jesús Vivo bien se camina.

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Oración pidiendo la intercesión de san Cleofás

Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San Cleofás venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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Artículo original en catholic.net.