Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
En esta introducción alternativa podréis disfrutar de las obras pictóricas que se utilizan en los misterios de esta producción audiovisual.
Introducción al Santo Rosario: texto original
El rezo del Santo Rosario, con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y de amor, de adoración y reparación.
No se escriben estas líneas para mujercillas. —Se escriben para hombres muy barbados, y muy… hombres, que alguna vez, sin duda, alzaron su corazón a Dios, gritándole con el Salmista: Notam fac mihi viam, in qua ambulem; quia ad te levavi animam meam. —Dame a conocer el camino que he de seguir; porque a ti he levantado mi alma. (Ps. CXLII, 8).
He de contar a esos hombres un secreto que puede muy bien ser el comienzo de ese camino por donde Cristo quiere que anden.
Amigo mío: si tienes deseos de ser grande, hazte pequeño.
Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños…, rezar como rezan los niños.
Y todo esto junto es preciso para llevar a la práctica lo que voy a descubrirte en estas líneas:
El principio del camino, que tiene por final la completa locura por Jesús, es un confiado amor hacia María Santísima.
—¿Quieres amar a la Virgen? —Pues, ¡trátala! ¿Cómo? —Rezando bien el Rosario de nuestra Señora.
Pero, en el Rosario… ¡decimos siempre lo mismo! —¿Siempre lo mismo? ¿Y no se dicen siempre lo mismo los que se aman?… ¿Acaso no habrá monotonía en tu Rosario, porque en lugar de pronunciar palabras como hombre, emites sonidos como animal, estando tu pensamiento muy lejos de Dios? —Además, mira: antes de cada decena, se indica el misterio que se va a contemplar.
—Tú… ¿has contemplado alguna vez estos misterios?
Hazte pequeño. Ven conmigo y —este es el nervio de mi confidencia— viviremos la vida de Jesús, María y José.
Cada día les prestaremos un nuevo servicio. Oiremos sus pláticas de familia. Veremos crecer al Mesías. Admiraremos sus treinta años de oscuridad… Asistiremos a su Pasión y Muerte… Nos pasmaremos ante la gloria de su Resurrección… En una palabra: contemplaremos, locos de Amor (no hay más amor que el Amor), todos y cada uno de los instantes de Cristo Jesús.
Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
Os presentamos esta producción audiovisual original de Catequesis en Familia dirigida a todos los públicos, pero sobre todo a jóvenes que ya hayan realizado la Primera Comunión y a los que estén preparando la Confirmación. Esperamos que sea especialmente útil a padres y catequistas, y que todos disfrutéis de las maravillosas locuciones de Guillermo Mirecki Quintero – editor de Catequesis en Familia – y de la obra en general, tanto como el equipo de esta casa ha disfrutado en su creación.
Equipo editorial de Catequesis en Familia
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Santo Rosario, publicado por primera vez en 1934, consta de una serie de consideraciones sobre los quince misterios del Rosario (gozosos, dolorosos y gloriosos), para facilitar el rezo de esa oración mariana y la contemplación de esas escenas de la vida del Señor y de su Madre Santísima. El libro concluye con unos breves comentarios sobre la letanía lauretana.
San Josemaría redactó de un tirón esta pequeña obra en 1931, durante la acción de gracias de la Santa Misa. Se publicó en 1934 con objeto de ayudar a los lectores a dirigirse con sencillez y confianza a la Virgen María y, a través de Ella, a la Santísima Trinidad. Porque -como dice en el prólogo- «el principio del camino que tiene por final la completa locura por Jesús es un confiado amor hacia María Santísima». Actualmente, Santo Rosario está publicado en 25 idiomas. Su difusión supera los 700.000 ejemplares.
Con este artículo queremos fomentar especialmente que niños y jóvenes sean capaces de compartir su fe aprendiendo y divirtiéndose, por qué no. El teatro es una herramienta muy adecuada en la adolescencia para que estos «cristianos en crecimiento» creen recuerdos llenos de sentido espiritual… que muchas veces puede marcar la diferencia.
Representando un personaje con valores cristianos, el joven actor se identifica con ellos, los asume como propios, y es capaz de transmitirlos a los demás.
Os presentamos esta obra para títeres del escritorJoan Salvador, adecuada para los niños que están preparando su Primera Comunión, o algo más mayores.
Cuernecillos, Plumas y Pastorcillos
Aconsejada para niños de 8 a 12 años, cuenta con un reparto de más de 30 personajes.
Unos angelitos preparan el nacimiento del niño Jesús, donde aparecen los Reyes Magos, pastores, incluso unos diablillos buenos.
Os adelantamos en estas fechas una sencilla obra de teatro, titulada «Un nacimiento especial» para preparar en el aula, en la parroquia o entre un grupo de niños de nuestro vecindario. Es importante que el trabajo con los niños sea riguroso, aunque no agobiante… los niños son buenos actores por naturaleza, siempre que comprendan lo que están haciendo. La labor del director de la obra debe insistir precisamente en eso: que los actores sean capaces de comprender su personaje y el de los demás, y que el texto de la obra sea asimilado por todos, con los valores que contiene.
Decorado
El escenario representa un nacimiento sin figuras. Puede haber un fondo de montañas pintadas, y un portal realizado con cartones pintados. A los lados deben aparecer simuladas dos cajas de donde saldrán las figuras y los juguetes.
Personajes
El reparto completo lo componen 20 personajes.
Lorena
Jimena
Mónica
Melchor
Gaspar
Baltasar
Paje Melchor
Paje Gaspar
Paje Baltasar
Pastora
Rapero
Bacalao
Rockero
China
India
Marroquí
Egipcia
Virgen
San José
Ángel
REPRESENTACIÓN
Primera Parte
LORENA: ¡Hola! ¿Cómo estás? Me llamo Lorena y, como veis soy una muñeca.
JIMENA: Y yo soy Jimena, y también soy una muñeca. Nuestra dueña se llama Mónica y tiene 8 Años. La queremos mucho. Somos sus muñecas preferidas… Bueno, no sólo nosotras, porque como pronto verán, a Mónica le gustan mucho las muñecas.
LORENA: Pero se preguntarán qué hacemos aquí. Vamos a contarles una historia deNavidad. Aunque un poco extraña, o mejor dicho, un poco fantástica, o un poco milagrosa. Veréis.
JIMENA: Unos días antes de Navidad, Mónica quiso poner su nacimiento. Colocó las montañas, las casitas, el río y el portal. Mónica fue sacando de la caja las figuritas del Portal y las fue colocando.
– De la caja van saliendo las figuras del Portal que Mónica va colocando –
MÓNICA: Primero la Virgen y San José. Luego el Ángel y el niño… Después todas las demás figuras.
LORENA: Pero, ¡qué fatalidad! Sólo quedaba una pastorcilla. Es que el Año pasado se le cayó la caja y se le rompieron las demás figuras.
MONICA: ¿Y qué hago ahora?
JIMENA: Mónica no sabía que hacer. De repente tuvo una idea muy extraña. Se dirigió a la caja donde guardaba todas sus muñecas, y fue colocándolas en el nacimiento.
– De la caja del lado opuesto, Mónica va sacando muñecos –
JIMENA: Primero, las muñecas que sus padres le habían traído de todas las partes del mundo.
LORENA: Una muñequita de la China.
JIMENA: Una pequeña muñeca india.
LORENA: una elegante muñeca egipcia.
JIMENA: Una preciosa muñequita marroquí…
LORENA: Pero también sacó de la caja tres marchosos personajes: un rockero, un fan de la música bacalao y un rapero.
JIMENA: Mónica estaba contenta con aquel original nacimiento. Lo miró con cariño y como estaba muy cansada se fue a la cama.
Segunda Parte
MELCHOR: ¡Qué oscuro está esto! Nos hemos perdido. ¿Dónde estará el portal?
Aparecen por el fondo del teatro y avanzan entre los espectadores.
PAJE MELCHOR: No sé, majestad. Quizás es mejor que vayamos a recoger los camellos y volvamos a Oriente.
GASPAR: Ni hablar, Melchor. No hemos hecho un viaje tan largo para rendirnos ante las dificultades.
PAJE GASPAR: ¡Majestad! ¡Allí! Iluminado por esa gran estrella.BALTASAR: ¡Si, si, ya la veo! ¡Vamos, vamos deprisa!
MELCHOR: Pero, ¿qué es esto?
PAJE MELCHOR: Majestad, nos hemos equivocado de siglo.
GASPAR: ¿Puede decirme alguien qué es todo esto?
LORENA: Es un nacimiento, Majestad. Pero con figuras de todos los tiempos. ¿O es que vuestra majestad no sabe que Jesús ha nacido para todos?
PAJE GASPAR: ¡Me gusta esto! ¿Quiénes son ustedes?
JIMENA: Muñecas. Somos muñecas que formamos parte del nacimiento. ¿No les gusta la idea?
BALTASAR: Mmm… A mí me gusta. Es cierto que para Dios todos somos iguales.
LORENA: Pero subid, subid, majestades…Estaréis muy cansados… Sentaos, sentaos aquí.
PAJE BALTASAR: Pero, ¿no hay ni una sola figura de verdad?
JIMENA: Si majestad, hay una. Es una pastora. ¡Pastora, pastora! Ven aquí que sus majestades quieren verte.
PASTORA: Aquí estoy majestad.
LORENA: Majestades, ¿os gustaría oír villancicos? Es el canto típico de Navidad.
MELCHOR: Si, si… Pero, tú sola.
RAPERO: Déjenme a mí. Van a ver lo que es ritmo.
– Se oye música rap y el rapero se pone a bailar –
PAJE MELCHOR: Pero esto no es un villancico de los de toda la vida.
JIMENA: Tenéis razón. Pastora, ven a cantar.
GASPAR: ¡Ah! ¡No hay nada como los villancicos de toda la vida!
BACALAO: Pues ahora me toca a mí. Prepárense a oír villancicos modernos.
– Se oye música bacalao y baila al ritmo de la música –
LORENA: ¡Qué horror! Esto no es un villancico. Pastora, ahora te toca a ti.
ROCKERO: No, no. El rock es el mejor ritmo para un villancico. ¡A bailar!
– Se oye un rock y baila a su ritmo –
Tercera Parte
VIRGEN: (sale del portal y se acerca a la parte exterior del escenario). ¿Qué escándalo es éste? Me van a despertar al niño.
CHINA: tiene razón María ¡Nos han despertado a todos!, ¿verdad compañeras? Venga todas para acá.
– Se acercan las muñecas del mundo –
PAJE GASPAR: Perdonen. Estábamos discutiendo sobre música.
SAN JOSÉ: Pero, ¿qué pasa aquí? ¿Quiénes son todos ustedes?
INDIA: Somos personas de todo el mundo que hemos venido a ver al niño Jesús.
ÁNGEL: Pero… aquí ocurren cosas muy extrañas.
EGIPCIA: No, Ángel, no es extraño: es más natural. Aquí estamos todas las razas y todos los siglos y todas las edades.
VIRGEN: Es cierto. Pensándolo bien, éste es el nacimiento verdadero y no el que han puesto otros Años.
MARROQUÍ: Claro, Jesús nace para todos los siglos, y para todas las razas y para todas las edades.
SAN JOSÉ: Muchachas, ¡esto me gusta!, Deberían conseguir que en todas partes se pusieran nacimientos como éste.
CHINA: Yo estoy muy orgullosa de poder estar aquí representando todas las razas.
INDIA: ¡Y todos los colores!
EGIPCIA: ¡Y todas las culturas!
MARROQUÍ: ¡Y todas las naciones!
LORENA: Y así acabó aquella maravillosa noche. En aquel nacimiento se reunieron todas las razas, edades y gustos, porque Jesús ha nacido para todos.
JIMENA: ¡Jesús ha nacido para todos! Y cada Navidad debemos hacer que este nacimiento se haga realidad en nuestras vidas. ¿Qué les parece si nos unimos para cantar un villancico?
Buscar un villancico popular para que canten todos los participantes y animen al público a hacerlo con ellos.
La productora Monte Tabor ha desarrollado una fascinante serie en 13 DVD para los más pequeños. A través de relatos, canciones y ejemplos Querubín entretiene y enseña a los niños sus primeros pasos en la fe educando en valores.
Podéis obtener más información en el portal de la productora Monte Tabor Producciones, donde ofrecen una gama de productos audiovisuales muy apropiados para la catequesis familiar.
Con este artículo queremos fomentar especialmente que niños y jóvenes sean capaces de compartir su fe aprendiendo y divirtiéndose, por qué no. El teatro es una herramienta muy adecuada en la adolescencia para que estos «cristianos en crecimiento» creen recuerdos llenos de sentido espiritual… que muchas veces puede marcar la diferencia.
Representando un personaje con valores cristianos el joven actor se identifica con ellos, los asume como propios, y es capaz de transmitirlos a los demás.
En este artículo os presentamos la obra Canción de Navidad, adaptada teatralmente por el escritor Joan Salvador e Isabel Giménez. Una obra muy adecuada para quienes preparan su Confirmación.
Canción de Navidad
Aconsejada para jóvenes de 10 a 15 años, implica 24 personajes.
Es una adaptación del cuento de Charles Dickens; Scrooge recibe la visita de tres espíritus para que reflexione sobre su forma de vivir.
San Alberto nace en el seno de la noble familia de los Ingollstad en Lauingen, Diócesis de Augsburgo en la Baviera Alemana en 1.206.
Desea cursar la carrera de Leyes por lo que sus padres le envían primero a Bolonia, que más tarde será cumbre de los estudios juristas; pasa más adelante a Venecia, para terminar en Padua. En 1.223 conoce a su compatriota el Bto. Jordán de Sajonia que sucederá a Santo Domingo de Guzmán en el gobierno de la Orden Dominicana. Queda prendado por la predicación y las cualidades de este hombre; recibe la llamada de Dios y decide ingresar en la Orden de Predicadores en 1.224. La oposición de su familia es frontal, pero él permanece fiel a su decisión.
En 1.228 es enviado a su Patria como profesor y enseña, primero en Colonia, con posterioridad en Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo y en la Sorbona de París, donde tendrá como discípulo predilecto a Santo Tomás de Aquino.
En 1.248 le encontramos, de nuevo, en Colonia dirigiendo el Estudio General de la Orden en esta ciudad. En los años 1.254 a 1.257 es elegido Provincial de la Provincia de Teutonia. En 1.256 está en Roma y allí, con San Buenaventura, franciscano, defiende los derechos de las Ordenes Mendicantes, frente a Guillermo de San Amor y otros profesores, el derecho de enseñar en las Universidades de entonces. San Alberto Magno es profesor en la Curia Pontificia.
Cuatro años más tarde el Papa Alejandro IV le nombra Obispo y, a pesar de su oposición, es consagrado Obispo de Ratisbona; organizó la Diócesis. A los dos años, con nostalgia de su vida conventual dominicana, el Papa Urbano IV le acepta la renuncia. De 1.261 al 1.263 es nombrado Predicador de la Cruzada y profesor de la Curia Pontificia.
Destaca San Alberto Magno por su capacidad, sagacidad y equilibrio en solucionar casos conflictivos como el del Obispo de Wurzburgo con sus fieles. Su misión y su campo es la enseñanza, la investigación por la que sigue dictando su sabiduría en las Cátedras Wurzburgo, Estrasburgo y Lyon. Participa en el II Concilio de Lyon, donde media para que sea reconocido como Rey de Alemania Rodolfo de Augsburgo.
En 1.279 se debilita física y mentalmente. Ese mismo año redacta su testamento y muere, con serenidad y paz, sobre su mesa de trabajo. Era el 15 de noviembre de1.280.
El Maestro General de la Orden Dominicana, Humberto de Romans, nos ha dejado estas pinceladas: «Era de buena talla y bien dotado de formas físicas. Poseía un cuerpo formado con bellas proporciones y perfectamente moldeado para todas las fatigas del servicio de Dios».
San Alberto es Magno por la grandeza de su espíritu. Era un hombre abierto a lo universal; escritor y profesor incansable. Como naturalista era un hombre de vocación analítica y observador nato. En sus obras destacan afirmaciones talas como: «Yo lo observé» «Yo hice el experimento» «Esto me lo han referido pescadores o cazadores expertos».
Pero es preciso destacar que San Alberto estudia, investiga, analiza todo en función de la Santa Predicación; por eso utiliza tanto las Ciencias Naturales, Biología, Botánica, Química, Zoología, Arqueología, como la Filosofía y la Teología.
Pero San Alberto Magno es un místico que descubre a Dios en el encanto de la creación. Y un místico mariano, con una sencilla y profunda devoción a la Virgen María. Su amor a la Virgen es ingenuo y profundo a la vez.
Fue canonizado por Pio XI el 16 de diciembre de 1.931. Pio XII, en 1.941, lo declara Patrono de los científicos. La gran gloria de San Alberto es sin duda su discípulo Santo Tomás de Aquino.
Uno de los más grandes maestros de la teología medieval es san Alberto Magno. El título de “grande” (magnus), con el que ha pasado a la historia, indica la vastedad y la profundidad de su doctrina, que él asoció a la santidad de la vida. Pero ya sus contemporáneos no dudaban en atribuirle títulos excelentes; un discípulo suyo, Ulrico de Estrasburgo, lo definió «asombro y milagro de nuestra época».
Nació en Alemania a principio del siglo XIII, y aún muy joven se dirigió a Italia, a Padua, sede de una de las más famosas universidades de la Edad Media. Se dedicó al estudio de las llamadas “artes liberales”: gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, astronomía y música, es decir, de la cultura general, manifestando ese típico interés por las ciencias naturales, que se convertiría bien pronto en el campo predilecto de su especialización. Durante su estancia en Padua, frecuentó la iglesia de los Dominicos, a los cuales se unió después con la profesión de los votos religiosos. Las fuentes hagiográficas dan a entender que Alberto maduró gradualmente esta decisión. La relación intensa con Dios, el ejemplo de santidad de los Frailes dominicos, la escucha de los sermones del beato Jordán de Sajonia, sucesor de santo Domingo en la guía de la Orden de los Predicadores, fueron los factores decisivos que le ayudaron a superar toda duda, venciendo también resistencias familiares. A menudo, en los años de la juventud, Dios nos habla y nos indica el proyecto de nuestra vida. Como para Alberto, también para todos nosotros la oración personal nutrida por la Palabra del Señor, la frecuencia de los sacramentos y la guía espiritual de hombres iluminados son los medios para descubrir y seguir la voz de Dios. Recibió el hábito religioso del beato Jordán de Sajonia.
Tras la ordenación sacerdotal, los Superiores lo destinaron a la enseñanza en varios centros d estudios teológicos anexos a los conventos de los Padres dominicos. Las brillantes cualidades intelectuales le permitieron perfeccionar el estudio de la teología en la universidad más célebre de la ´poca, la de París. Desde entonces san Alberto emprendió esa extraordinaria actividad de escritor, que habría proseguido durante toda la vida.
Le fueron asignadas tareas prestigiosas. En 1248 fue encargado de abrir un estudio teológico en Colonia, una de las capitales más importantes de Alemania, donde vivió en muchas ocasiones y que se convirtió en su ciudad de adopción. De París llevó consigo a Colonia un alumno excepcional, Tomás de Aquino. Bastaría sólo el mérito de haber sido maestro de santo Tomás, para nutrir profunda admiración hacia san Alberto. Entre estos dos teólogos se estableció una relación de estima y amistad recíproca, actitudes humanas que ayudan mucho al desarrollo de la ciencia. En 1254 Alberto fue elegido Provincial de la Provincia Teutoniae – teutónica – de los Padres dominicos, que comprendía comunidades difundidas en un vasto territorio del Centro y del Norte de Europa. Se distinguió por el celo con el que ejerció este ministerio, visitando las comunidades y recordando constantemente a los hermanos la fidelidad a las enseñanzas y al ejemplo de santo Domingo.
Sus dotes no se le escaparon al papa de aquella época, Alejandro IV, que quiso a Alberto durante un cierto tiempo junto a sí en Anagni –donde los papas residían con frecuencia– en la misma Roma y en Viterbo, para valerse de sus asesoramiento teológico. El mismo Sumo Pontífice lo nombró obispo de Ratisbona, una diócesis grande y famosa que se encontraba, sin embargo, en un momento difícil. Entre 1260 y 1262 Alberto llevó a cabo ese ministerio con dedicación incansable, consiguiendo llevar paz y concordia a la ciudad, reorganizar parroquias y conventos, y dar un nuevo impulso a las actividades caritativas.
En los años 1263-1264, Alberto predicaba en Alemania y en Bohemia, encargado por el papa Urbano IV, para volver después a Colonia y retomar su misión de profesor, de investigador y de escritor. Siendo hombre de oración, de ciencia y de caridad, gozaba de gran autoridad en sus intervenciones, en varias circunstancias de la Iglesia y de la sociedad de la época: fue sobre todo hombre de reconciliación y de paz en Colonia, donde el arzobispo había entrado en dura confrontación con las instituciones ciudadanas; se prodigó durante el desarrollo del Concilio de Lyon, en 1274, convocado por el papa Gregorio X para favorecer la unión entre la Iglesia latina y la griega, tras la separación del gran cisma de Oriente de 1054; aclaró el pensamiento de Tomás de Aquino, que había sido objeto de objeciones e incluso de condenas del todo injustificadas.
Murió en la celda de su convento de la Santa Cruz en Colonia en 1280, y bien pronto fue venerado por sus hermanos. La Iglesia lo propuso al culto de los fieles con la beatificación, en 1622, y con la canonización, en 1931, cuando el papa Pío XI lo proclamó Doctor de la Iglesia. Se trataba de un reconocimiento sin duda apropiado para este gran hombre de Dios e insigne investigador, no sólo de las verdades de la fe, sino de muchísimos otros sectores del saber; de hecho, echando una mirada a los títulos de sus numerosísimas obras, se da uno cuenta de que su cultura tiene algo de prodigioso, y que sus intereses enciclopédicos le llevaron a ocuparse no sólo de filosofía y de teología, como otros contemporáneos, sino también de toda otra disciplina entonces conocida, de la física a la química, de la astronomía a la mineralogía, de la botánica a la zoología. Por este motivo el papa Pío XII lo nombró patrono de quienes cultivan las ciencias naturales, y se le llama también Doctor universalis, precisamente por la vastedad de sus intereses y de su saber.
Ciertamente, los métodos científicos utilizados por san Alberto Magno no son los que se afirmarían en los siglos sucesivos. Su método consistía simplemente en la observación, en la descripción y en la clasificación de los fenómenos estudiados, pero así abrió la puerta a trabajos futuros.
Él tiene mucho que enseñarnos aún. Sobre todo, san Alberto muestra que entre fe y ciencia no hay oposición, a pesar de algunos episodios de incomprensión que se han registrado en la historia. Un hombre de fe y de oración, como fue san Alberto Magno, puede cultivar serenamente el estudio de las ciencias naturales y progresar en el conocimiento del micro y del macrocosmos, descubriendo las leyes propias de la materia, ya que todo esto concurre a alimentar la sed y el amor de Dios. La Biblia nos habla de la creación como del primer lenguaje a través del cual Dios – que es suma inteligencia, que es Logos – nos revela algo de sí mismo. El libro de la Sabiduría, por ejemplo, afirma que los fenómenos de la naturaleza, dotados de grandeza y de belleza, son como las obras de un artista, a través de las cuales, por analogía, podemos conocer al Autor de la creación (cfr Sb. 13,5). Con una similitud clásica en la Edad Media y en el Renacimiento se puede comparar el mundo natural a un libro escrito por Dios, que nosotros leemos en base a las diversas aproximaciones de las ciencias (cfr Discurso a los participantes en la Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, 31 de octubre de 2008). ¡Cuántos científicos, de hecho, tras las huellas de san Alberto Magno, han llevado adelante sus investigaciones inspirados por el asombro y la gratitud frente al mundo que, a sus ojos de investigadores y de creyentes, aparecía y aparece como obra buena de un Creador sabio y amoroso! El estudio científico se transforma entonces en un himno de alabanza. Lo había comprendido bien un gran astrofísico de nuestros tiempos, del que se ha iniciado la causa de beatificación, Enrico Medi, el cual escribió: “Oh, vosotras, misteriosas galaxias …, yo os veo, os calculo, os entiendo, os estudio y os descubro, os penetro y os recojo. De vosotras tomo la luz y hago ciencia de ella, tomo el movimiento y lo hago sabiduría, tomo las chispas de colores y las hago poesía; os tomo, estrellas, en mis manos, y temblando en la unidad de mi ser os elevo sobre vosotras mismas, y en oración os pongo ante el Creador, a quien sólo por mi medio vosotras estrellas podéis adorar» (Le opere. Inno alla creazione).
San Alberto Magno nos recuerda que entre ciencia y fe hay amistad, y que los hombres de ciencia pueden recorrer, a través de su vocación al estudio de la naturaleza, un auténtico y fascinante recorrido de santidad.
Su extraordinaria apertura de mente se revela también en una operación cultural que él emprendió con éxito, es decir, en la acogida y en la valoración del pensamiento de Aristóteles. En los tiempos de san Alberto, de hecho, se estaba difundiendo el conocimiento de numerosas obras de este gran filósofo griego vivido en el siglo IV antes de Cristo, sobre todo en el ámbito de la ética y de la metafísica. Estas demostraban la fuerza de la razón, explicaban con lucidez y claridad el sentido y la estructura de la realidad, su inteligibilidad, el valor y el fin de las acciones humanas. San Alberto Magno abrió la puerta a la recepción completa de la filosofía de Aristóteles en la filosofía y teología medieval, una recepción elaborada después de modo definitivo por santo Tomás. Esta recepción de una filosofía, digamos, pagana pre-cristiana fue una auténtica revolución cultural para aquel tiempo. Y sin embargo, muchos pensadores cristianos temían a la filosofía de Aristóteles, la filosofía no cristiana, sobre todo porque ésta, presentada por sus comentaristas árabes, había sido interpretada de modo que aparecía, al menos en algunos puntos, como irreconciliable con la fe cristiana. Se planteaba entonces un dilema: fe y razón, ¿se contradicen entre ellas o no?
Aquí está uno de los grandes méritos de san Alberto: con rigor científico estudió las obras de Aristóteles, convencido de que todo lo que es realmente racional es compatible con la fe revelada en las Sagradas Escrituras. En otras palabras, san Alberto Magno contribuyó así a la formación de una filosofía autónoma, distinta de la teología y unida con ella sólo por la unidad de la verdad. Así nació en el siglo XIII una clara distinción entre estos dos saberes, filosofía y teología, que, dialogando entre sí, cooperan armoniosamente al descubrimiento de la autentica vocación del hombre, sediento de verdad y de felicidad: es sobre todo la teología, definida por san Alberto como “ciencia afectiva”, la que indica al hombre su llamada a la alegría eterna, una alegría que brota de la plena adhesión a la verdad.
San Alberto Magno fu capaz de comunicar estos conceptos de modo sencillo y comprensible. Auténtico hijo de santo Domingo, predicaba de buen grado al pueblo de Dios, que quedaba prendado de su palabra y del ejemplo de su vida.
Queridos hermanos y hermanas, oremos al Señor para que no falten nunca en la santa Iglesia teólogos doctos, píos y sabios como san Alberto Magno y que nos ayude a cada uno de nosotros a hacer propia la «fórmula de la santidad» que él siguió en su vida: “Querer todo lo que yo quiero para gloria de Dios, como Dios quiere para su gloria todo lo que él quiere”, es decir, conformarse siempre a la voluntad de Dios para querer y hacer sólo y siempre para su gloria.