por Fearless! | 9 Jul, 2014 | Postcomunión Taller de oración
La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone siempre un esfuerzo. Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios y los santos con Él nos enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? Contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la unión con su Dios. Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El «combate espiritual» de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración.
El combate de la oración
Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 2725
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Pero, ¿sirve para algo hacer oración?
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Producción original de Fearless!
Detrás de Fearless! hay un grupo de jóvenes católicos de entre 18 y 20 años que luchan por vivir su vida cristiana como piensan y que están deseosos de darlo a conocer. Algunos son catequistas en distintas parroquias, sin embargo, no tenemos intención de ser un grupo cerrado; nos encantaría que el equipo de Fearless! creciese y acogemos con los brazos abiertos a todo el que quiera formar parte de esta pequeña familia.
por Nuria Chinchilla | 9 Jul, 2014 | Catequesis Artículos
Está de moda analizar las virtudes de los líderes para descubrir el secreto de su liderazgo. Con motivo de la próxima Beatificación de Don Álvaro del Portillo, que fue Gran Canciller de la Universidad de Navarra, a la que pertenece el IESE, os apuntamos algunos rasgos de este gran líder.
Don Álvaro estuvo a la sombra del Fundador del Opus Dei y no sólo fue sombra, sino que fue roca (Saxum en latín), en honor a su fortaleza y apoyo firme e inquebrantable. Estaba disponible para lo que san Josemaría necesitara en cualquier momento. Joaquín Navarro Valls cuenta que él era un protagonista que tenía la virtud de no aparecer como tal. Esto sólo se consigue con humildad y con una adhesión a la misión y al fin trascendente y sobrenatural por el que él trabajaba.
A la muerte del Fundador del Opus Dei, fue elegido primer sucesor por unanimidad. ¿Cómo logró ser tan buen líder? Porque había sido un gran discípulo, porque sabía obedecer, servir, ser fiel. Fue un buen hijo y por ello supo después ser un buen padre. Los líderes olvidan a menudo el refrán: «para mandar hay que saber obedecer».
Don Álvaro fue fiel no sólo al fundador de la Obra, sino a su misma fe y carisma. En la fidelidad a las tareas ordinarias encontraba la felicidad, por la íntima convicción de estar haciendo lo que Dios quería de él. Por ello vivía en paz, tenía y daba paz. Fue sembrador de paz y de alegría. La paz es el fruto de la lucha continuada a lo largo de su vida de oración. Los santos no son seres extraños, sino personas coherentes. Como solía decir: «a más dificultades, más gracia de Dios».
Otro gran rasgo de su liderazgo es la gran confianza que tenía en las personas, en lo que hay de bueno en ellas, dándoles oportunidades una y otra vez. Daba confianza a las personas, aunque fueran jóvenes, al igual que lo hacía san Josemaría. Esto es sólo posible cuando se aprende a olvidar y a perdonar, la única manera de recuperar la confianza, imitando a Dios que no se cansa de perdonar. Era simpático, afable y con sentido del humor.
Daba gratuitamente a los demás lo que gratuitamente había recibido, también daba su tiempo: la disponibilidad era otro rasgo de su personalidad. Estuvo disponible no sólo para el Opus Dei, sino para lo que la Iglesia necesitara. Hacía todo lo que el Papa le pedía, por ejemplo, empezar el Opus Dei en los países nórdicos. Prueba de la gratitud del Papa, fue que San Juan Pablo II se desplazó para ir a rezar delante de sus restos mortales en la sede del Opus Dei en Roma, en la Iglesia Prelaticia de Sta. María de La Paz. En el Concilio Vaticano II se le encargaron varios estudios en diferentes Comisiones. Se destacó de él que respetaba siempre la opinión de los demás, siendo siempre muy coherente y fiel a la doctrina de la Iglesia. Gran reto y ejemplo en la sociedad plural en la que vivimos.
¿Cómo vencía la rutina? Tenía una fórmula: Empezar y recomenzar cada día. Hoy he empezado, ayer ya pasó, el mañana no sabemos si vendrá. Sólo existe el Hoy y ahora, Hodie et nunc, y hay que renovar el amor hoy. (Los jóvenes que le escuchaban y no sabían latín lo traducían por «hoy o nunca»). Se trata de «darle a cada instante vibración de eternidad». Y en el trabajo decía: «poned siempre la firma de Dios, porque el trabajo lo hacéis con Él y por Él. Dios cuenta con nosotros independientemente de nuestra respuesta».
Por último destacaba su solidaridad y compasión por los demás. Estaba atento a los detalles, se compadecía y tenía misericordia: pidió iniciativas educativas y sociales en 20 nuevos países en África y otros países en vías de desarrollo.
Artículo original de Nuria Chinchilla: «Las virtudes de un líder»
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Saxum: recuerdos de Monseñor Álvaro del Portillo
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¿Quién es Monseñor Álvaro del Portillo?
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por virgendechiquinquira.com | Varios en Internet | 9 Jul, 2014 | Confirmación Vida de los Santos
A los 37 años de descubiertas las actuales tierras del continente americano, llegan a la ciudad de Santa Marta, en diciembre de 1528 los españoles, García de Lerma que vino como gobernador y 19 frailes Dominicos como misioneros y evangelizadores.
En 1555 llegó a la costa norte un continente de frailes Dominicos con una estatua de la Virgen el Rosario.
Esta primera estatua de la Virgen fue llevada a Santa fe de Bogotá en 1556.
Grandes homenajes se le tributaron a su llegada, y desde entonces, es la impulsadora de la predicación misionera y del Santo Rosario.
Origen de la sagrada Imagen
En el año 1560, Antonio de Santana, (caballero venido de España), obtuvo la encomienda de Suta en el valle de Sequencipá (Boyacá), lo cual lo autorizó para organizar y regir el destino socio-político de la región.
1560-62. Antonio Santana, solicitó al fraile dominico Andrés Jadraque le consiga una imagen de la Virgen María, para colocarla en la capilla de Suta. Fray Andrés, fue a Tunja y convino con Alonso de Narváez, que le pintara una copia de la imagen de la Virgen María. La pintura la hizo en un lienzo de algodón de 1,26 x 1,13 cts. tejido por los indios, utilizando mezcla de tierra de colores y zumo de yerbas y flores. Como en el lienzo sobraba espacio, Alonso pintó al lado derecho a San Antonio de Padua, fraile franciscano, por ser el nombre del encomendero; al lado izquierdo pintó a San Andrés, apóstol, por ser el nombre del fraile que lo agenciaba. El encomendero pagó por la pintura $ 20 pesos. La imagen fue colocada en la capilla pajiza de Suta, donde fray Andrés catequizaba a los indios de la región.
La Imagen queda abandonada
En 1574, la misión que habían iniciado los dominicos pasa al clero secular y fray Andrés Jadraque es enviado a otro convento. Al ausentarse fray Andrés de aquel lugar, prontodecayó el culto y la Imagen quedó abandonada. Con el tiempo la capilla se deterioró, las goteras y el sol dañaron la imagen.
En 1576, el doctrinero Juan Alemán de Liguizamón, encontró el lienzo en tan mal estadoque nada representaba, lo retiró del altary lo entregó al encomendero en presencia de su mujer, Catalina de Irlos. «El lienzo fue a dar a una despensa de campo, donde estuvo mucho tiempo de una parte a otra, según el servicio doméstico a que se le aplicaba, entre otros el de secar trigo al sol, con lo cual se le causaron varias roturas.
En 1577, muerto Antonio de Santana, su mujer Catalina se retiró a la aldea de Chiquinquirá con su familia y llevó el lienzo como un objeto de servicio doméstico. Por esta época, Chiquinquirá era una aldea despoblada, muy pantanosa, cubierta de niebla. Los indios de esta región tenían un famoso templo en la laguna de Fúquene, a donde acudían a ofrecer sus dones y sacrificios.
La española, María Ramos recupera el Lienzo
En 1585, María Ramos, esposa de Pedro de Santana, hermano de Antonio, llegó a Tunja en busca de su marido a quien encontró viviendo con otra mujer. Decepcionada, se vino a vivir con su cuñada Catalina de Irlos a la aldea de Chiquinquirá, donde encontró el lienzo abandonado. Al saber que en él habían pintado una imagen de la Virgen, lo recogió, lo arregló y lo colocó en alto, frente al cual hacia su acostumbrada oración: «¿Hasta cuándo, rosa del cielo, habéis de estar tan escondida? ¿Cuándo será el día en que os manifestéis y os dejéis ver al descubierto para que mis ojos se regalen de vuestra soberana hermosura, que llene de alegría mi alma?».
Coronación Canónica de la Imagen y su ocurrir histórico en el Siglo XX y XXI
En 1908 el Provincial Fray Vicente María Cornejo y el Prior del Santuario Fray José Ángel Lambona, con la recomendación de la Conferencia Episcopal, pidieron a la Santa Sede la coronación canónica de la Sagrada Imagen, petición que fue despachada favorablemente el 9 de enero de 1910 por el Capítulo de la Basílica Vaticana; San Pío X firmó el Decreto, el cual fue enviado al Ilustrísimo señor Maldonado Calvo, Obispo de la Diócesis de Tunja, quien dispuso la Coronación para el día 9 de julio de 1919, día consagrado por el clero colombiano para honrar a María, con la recitación de su Oficio.
Los Dominicos emprendieron la obra de recorrer en triunfante peregrinación con una copia del cuadro de nuestra Señora por Boyacá, Santander, Cundinamarca, Caldas, Huila, Tolima y Antioquia, como preparativos para dicha coronación.
El gran día de la Coronación
El acto se llevó a cabo en la Plaza de Bolívar de la ciudad de Bogotá, el 9 de julio de 1919. En la ceremonia estuvieron presentes el Excelentísimo Señor Nuncio Apostólico Don Enrique Gasparri, varios obispos y el señor Presidente de la República Marco Fidel Suárez. Acabada la misa, el Provincial de los Dominicos, Fray José Ángel Lombana y los presbíteros Jenaro Jiménez y Eduardo Díaz, presentaron el venerable lienzo al señor Obispo de Tunja, Eduardo Maldonado, quien tomó las coronas y las puso en las cabezas del Niño y de la Virgen respectivamente, diciendo en voz brillante. «Así como hoy os coronamos en la tierra, así merezcamos ser coronados en el Cielo». «Yo… pido humilde y respetuosamente a los Arzobispos y Obispos aquí congregados, que así como la República fue consagrada al Sacratísimo Corazón de Jesús, de la misma manera, se consagra solemne y públicamente, por voto nacional, a la Santísima Virgen, Reina de Colombia».
El Título de Basílica
1927, agosto 18. El Papa Pío XI le dio al templo el título de Basílica Menor, ceremonia que se celebró el 9 de julio del 1928, a la cual asistió en Nuncio Apostólico Pablo Giobe, el Arzobispo Ismael Perdomo y el Presidente de la república, Miguel Abadía Méndez.
1944, julio 9. Colocan el Cetro a la Virgen María, como símbolo de realeza. Bajan el cuadro, lo colocan sobre el altar; el obispo de Tunja bendice el Cetro y lo colocó sobre el lienzo; el provincial, Fr. Alberto Ariza lo fija al cuadro.
1954, diciembre 4. La imagen es llevada a Bogotá con motivo del Tercer Congreso Mariano. Pío XII pronunció un discurso alusivo a la Virgen de Chiquinquirá, con motivo del Congreso. El 8, el Presidente de la república, General Gustavo Rojas Pinilla condecoró la sagrada imagen, con la Cruz de Boyacá en su máximo grado.
1960, abril 3, el Papa Juan XXIII ofrendó el Cirio de la Purificación que envió con el Nuncio Mons. José Paupini, para que ardiera ante la Imagen de María implorando el éxito del Concilio Vaticano II.
Un temblor semidestruye la Basílica
1967, julio 29, a las 5,30 a.m. un temblor dejó semidestruida la Basílica, el templo de la renovación y parte de la ciudad. La parte alta del frontis y las torres de la basílica quedaron en ruinas, lo mismo que el entejado central, el embovedado quedó agrietado, la cabeza de la estatua en piedra de Santo Domingo que estaba en la parte alta del frontis se vino a tierra. La Imagen fue sacada del templo al día siguiente y llevada al patio del convento de los frailes dominicos donde siguió recibiendo el culto que le tributan los peregrinos.
1969, julio 9, Reconstruida la basílica, la imagen es llevada del patio del convento dominicano hacia el atrio donde se celebró la eucaristía. Allí se leyó el mensaje del Papa Pablo VI, se hizo la consagración oficial de Colombia a la Virgen María. El obispo de Tunja y fray Alberto Madero, colocaron la Media Luna repujada en oro, a los pies de María, y la Imagen vuelve a ser colocada en su trono.
1977, abril 26, Pablo VI erigió la Diócesis de Chiquinquirá, desmembrándola de la Arquidiócesis de de Tunja. El 14 de junio el obispo Alberto Giraldo Jaramillo, tomó posesión de la Diócesis, ante el Nuncio Apostólico Eduardo Martínez Somalo.
1979, inicia labores el Seminario menor.
1984, sep. 1º. Fue nombrado Obispo Mons. Álvaro Raúl Jarro Tobos.
1998, marzo 15, lo remplazó Mons. Héctor Gutiérrez Pabón.
2004, mayo 5, fue nombrado el actual Obispo, Mons. Luis Felipe Sánchez Aponte.
Los dominicos invitan al Papa a visitar el Santuario
1983, los frailes comunican a los obispos y al Gobierno nacional la idea de invitar al Papa con motivos del Cuarto Centenario de la renovación de la Imagen de María. El gobierno acogió la idea y por vía diplomática se hizo la invitación. En 1985, octubre, el Vaticano confirmó la visita de Juan Pablo II para el 3 de julio del 1986.
Practican exámenes radiológicos a la Imagen
1986, abril 9, por orden del Presidente de la República, Belisario Betancur, un grupo de expertos le hizo un examen radiológico al lienzo, para constatar su autenticidad y antigüedad. La Imagen fue llevada a media noche al hospital donde le tomaron varias radiografías y fotografías especiales. Hecho el examen la Imagen vuelve a la basílica a las 4,30 a.m. escoltada por tropas del Batallón Sucre.
Resultados de los exámenes hecho al Sagrado Lienzo
El 30 de mayo de 1986, la Dra. María Cecilia Álvarez White entregó el Resultado del Examen hecho a la Imagen, los que revelaron: «que la pintura corresponde a 1562; que la Imagen presenta señales claras de que por ella corrió agua de las goteras que se presentaron en la capilla de Suta; que la pintura nunca ha sido retocada; que ésta es de regular calidad y que para pintarla utilizaron materiales de la época; que el lienzo está muy deteriorado y que la Imagen de María está muy borrosa debido al agua que corrió por ésta; que el alumbrado eléctrico ha causado daños en la pintura, que la conservación del cuadro es realmente prodigiosa».
El Papa Juan Pablo II visita el Santuario
1986, julio 3, Juan Pablo II, arribó en helicóptero a las instalaciones del Batallón Sucre a las 9,56 a.m. siguió en papamóvil hasta el parque, donde lo recibió el Presidente, Belisario Betancur, y sus ministros, los señores Obispos, el clero y cerca de 200 mil peregrinos en su mayoría campesinos. A las 10,00 a.m. celebró la Eucaristía en el templete. A las 12,45 p.m. se dirigió en papamóvil hacia la basílica y a la 1,05 p.m. consagró la nación a la Virgen María.
1999, julio 9, la imagen fue llevada a Bogotá para presidir la oración por la paz. Allí le confieren la Orden del Congreso, en el grado de Gran Cruz Extraordinaria.
2006, mayo 20. En el Censo de 2005-06, Chiquinquirá aparece con 54.949 habitantes: 28.431 mujeres y 26.518 hombres.
2007, agosto 5, los 65 frailes dominicos, Miembros del Capítulo General de la Orden, visitaron el Santuario; la Eucaristía fue presidida por el Maestro General de la Orden, fray Carlos A. Azpiroz Costa.
2007, septiembre 23, se bendijo el terreno donde se inició la construcción de la Capilla de la Reconciliación; terminada la misa de 8,00 a.m. los fieles salieron en procesión hacia el pasillo donde el Prior, Fr. Omar Alberto Sánchez Cubillos, les explicó los detalles de la obra, con diseño elaborado fray Arles Durán, O.P. Como interventor de la obra, fue nombrado el arquitecto Javier Ricardo Lancheros.
2008, Jun. 27. Se hizo el lanzamiento del libro: «El Milagro del Santuario», obra fotográfica e histórica de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, lo cual fue todo un éxito.
2008, Septiembre 22-24. Se reunió en el convento, El Encuentro de Rectores de Santuarios de Colombia, FASANCOL, asistieron 25 quienes se reunieron en el salón del Noviciado del convento dominicano.
Milagro de la Renovación
Estas palabras las repetía María Ramos todos los días hasta que por fin fueron benignamente escuchadas. Fue así como el día viernes 26 de diciembre de 1586 a las nueve de la mañana, después de haber estado la devota más de dos horas en oración, se levantó de su asiento para salir de la capilla. En aquél instante pasaba por allí una india que venía de Muzo, llamada Isabel, con un niño llamado Miguel de unos cuatro o cinco años. Al pasar por frente a la puerta de la capilla dijo el niño a la mujer que lo llevaba: «¡mire, mire! Miró la mujer hacia la capilla y vio que la imagen de Nuestra Señora estaba en el suelo, de pie, y despedía de si una luz que llenaba de claridad toda la capilla. Llena de asombro dijo en alta voz a María Ramos, que iba saliendo del oratorio: «Mire, mire, Señora, que la Madre de Dios se ha bajado de su sitio, está en vuestro asiento y parece que se está quemando». Miró María Ramos y admirada de ver tan estupendo prodigio, llena de asombro se dirigió llorando hacia el altar, se arrojó a los pies de la sagrada Imagen; con mucho temor puso los ojos en ella y vio cumplidos sus deseos, pues, estaba patente la imagen de la Madre de Dios en el sitio en que la piadosa María Ramos solía orar, con una hermosura sin igual y con unos colores muy vivos y despidiendo de si grandes resplandores que bañaban de luz a los santos que tenía a los lados y llenaba de claridad toda la capilla. Tenía el rostro muy encendido. Toda la pintura estaba renovada completamente. Sin embargo quedaron en el lienzo, los agujeros que antes tenía.
Después de una hora, con mucho temor y reverencia alzaron el cuadro y lo colocaron en el lugar que estaba antes. El rostro de la Madre Santísima duró encendido todo aquél día; después, la imagen quedó tal como hoy se contempla.
La noticia del prodigio se propagó rápidamente por todos los lugares circunvecinos, cuyos moradores presurosos acudieron a ver la imagen renovada.
Se inicia un proceso jurídico para constatar el hecho
1587. Al saber la noticia, el doctrinero de Suta Juan de Figueredo, vino a la aldea de Chiquinquirá acompañado de Diego López, para hacer información jurídica de los hechos. El 10 de enero de 1587 recibieron declaraciones de los testigos. El presbítero Figueredo envió esta información al arzobispo de Santafé, Luis Zapata de Cárdenas.
Los indios cocas, le construyen una capilla
1587. Como la imagen se renovó en una choza arruinada que no tenía puerta, el Padre Figueredo mandó llamar al cacique del lugar llamado Alonso y lo invitó a levantar allí una capilla decente para colocar la sagrada Imagen . Los indios empezaron a construir en el lote donado por Pedro Rivera, hijo de Antonio de Santana, una capilla de vara en tierra, pajiza, pocos metros más abajo de donde está hoy el templo. En cinco meses levantaron dicha capilla a donde se trasladó la Imagen. Detrás de la capilla hicieron una habitación para María Ramos, quien quedó al cuidado de la imagen.
El Arzobispo nombra jueces que investiguen el hecho
1588. Al saber el Arzobispo de Santafé, Luis Zapata de Cárdenas, la extraordinaria devoción que había despertados entre los fieles, el 6 de enero de 1588 nombró jueces comisarios a los presbíteros Juan Rodríguez, Juan de Castellanos y Juan de Cañada, quienes levantaron el proceso, del 15 al 18 de enero ante el Notario de Tunja. Entre los testigos declararon los clérigos: Francisco Pérez, doctrinero del lugar, Juan Alemán Leguizamón, quien mandó a retirar la imagen de las ruinas de la capilla de Suta y Juan de Figueredo, quien era doctrinero de Suta cuando se renovó la sagrada Imagen.
Se crea la Doctrina de Chiquinquirá
1588, marzo 19, el arzobispo erigió la Doctrina o parroquia indígena, de Chiquinquirá, en función de la considerable y creciente afluencia de peregrinos, separando la feligresía de la doctrina de Suta, y nombra como doctrinero al presbítero Gonzalo Gallego.
Se construye el primer templo
En 1587, el Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, don Fray Luis Zapata de Cárdenas, levantó información jurada de los milagros concedidos por la Santísima Virgen y dispuso que se edificara un templo a Nuestra Señora del rosario de Chiquinquirá. En 1588 se dio principio a la obra; el 17 de agosto el arzobispo bendijo y colocó la primera piedra para el primer templo de Nuestra Señora, en terreno donado por Pedro de Rivera Santana, esposo de María Ramos y sobrino de Antonio de Santana. Este templo hecho de piedra y ladrillo, tenía 150 metros de largo y 38 metros de ancho. En dicho evento estuvo presente el Presidente del Reino, Antonio González.
1596. El Papa Clemente VIII concede indulgencia plenaria a quienes visiten devotamente la sagrada imagen de la Virgen María.
El arzobispo encuentra la Imagen descuidada
1633. febrero 1º. Al visitar el Santuario el arzobispo Bernardino Almansa, se llenó de tristeza al encontrar la Sagrada Imagen muy descuidada. El 19 de septiembre de 1633, ordenó por Decreto que el templo de la Virgen de Chiquinquirá con su servicio se entregue a una comunidad religiosa para que se engrandezca el culto en el Santuario.
Los dominicos piden la sagrada Imagen
Al saber las disposiciones del arzobispo, los frailes dominicos pidieron se les diese la Imagen de la Virgen María con sus pertenencias, ofreciendo en permuta dos parroquias propias de la Orden dominicana, y se comprometían a fundar un convento en Chiquinquirá, para celebrar con mayor solemnidad el culto divino y a conceder la salida de la Imagen, siempre que fuese necesario para remediar la peste y otras calamidades.
La Imagen es llevada a Tunja y de allí a Santafé
1633, agosto 8. Mientras los dominicos esperaban la resolución del Vice-Patrono Real, la imagen fue llevada a Tunja y de allí a Santafé , donde los fieles agradecidos por los favores recibidos de la Virgen, quisieron quedarse con la imagen para darle culto solemne en la Catedral Metropolitana; hicieron una colecta y empezaron a levantarle una capilla en una de las naves de la catedral.
1636. El arzobispo de Santafé, Fr. Cristóbal de Torres, de acuerdo con el Presidente del Nuevo Reino, don Sancho Girón, marqués de Sufraga, define entregar a la Comunidad Dominicana el Santuario y la doctrina de Chiquinquirá, en permuta por las parroquias de Gachetá y Siachoque. La permuta fue ratificada por el Presidente el 31 de marzo. El 19 de abril el Arzobispo ratificó el convenio y comisionó al doctrinero de Suta para su ejecución.
Los Frailes Dominicos, Guardianes del Santuario
1634, marzo 6, el Cabildo Metropolitano accedió a la solicitud hecha por los dominicos y ordena que se entregue la imagen de la Virgen con todos sus bienes y la doctrina a los frailes dominicos. El acuerdo lo firmaron: el Deán y Canónigos ante el Notario Alonso Rodríguez, a quien encargaron que hiciera relación de todo al Marqués de Sofraga, Presidente del Nuevo Reino, para que apruebe la permuta.
1636. Firmada la permuta, se envió al arzobispo la escritura junto con la solicitud de los dominicos, al Vice-patrono, Marqués de Sufraga, para que diera su consentimiento. Firmado el Contrato por el Vice-Patrono Real, Presidente del Nuevo Reino de Granada D. Sancho Girón, Marqués de Sofraga, el arzobispo de Santafé Fr. Cristóbal de Torres y el Cabildo metropolitano, fue llevado al Consejo Real de Su Majestad, y sobre él se erigió la Casa de Chiquinquirá, en Convento formal por Cédula Real de 10 de abril de 1558, con las licencias necesario como luego lo declaró el propio Rey.
El 30 de mayo, el cura de Susa, Diego de Sanabria, comisionado por el arzobispo, hizo entrega de todo lo mencionado en el Auto a fray Bartolomé Núñez, Vicario nombrado por fray Antonio de León, Vicario Provincial, quien tomó posesión del cuadro de la Virgen y cuanto le pertenecía, en nombre de la Orden dominicana, en presencia del presbítero. Gabriel de Rivera Castellanos.
En Chiquinquirá no existía sino el templo en construcción, junto al cual vivía el doctrinero y unas chozas donde se albergaban los peregrinos; no existía casa cural. El doctrinero Pbro. Gabriel Rivera vivía en un cuarto sobre la sacristía.
Crean la Parroquia de Chiquinquirá
1760, sep. 1º. Con el traslado de los indios, cesó la Doctrina y el arzobispo Araús erigió la Parroquia bajo el título y patrocinio de Ntra. Sra. de Chiquinquirá, como estaba en la Doctrina desde 1588.
Entregan las joyas para la lucha libertadora
1815. El tribuno del pueblo, José Acevedo y Gómez, acudió a los frailes dominicos solicitando apoyo para continuar la lucha libertadora. Los frailes le entregaron dinero y las joyas que habían donado los peregrinos a la Virgen, consistentes en collares, cadenas, cruces, cintos, rosario medallones, zarcillos y otros objetos de oro y esmeraldas.
Secuestran la sagrada Imagen
1816, abril 21. El general Manuel Serviez comandante de las fuerzas patriotas, sacó la Imagen en un cajón cubierto con toldas de campaña y la llevó para que protegiera a sus tropas que iban vía al Llano. Las tropas españolas lo alcanzaron en Cáqueza, lo atacaron el 9 de mayo, rescataron la Imagen y la devolvieron al Santuario el 3 de julio.
1821, enero 2, Simón Bolívar visita el Santuario, en agradecimiento por la ayuda recibida en 1815 para el sostenimiento de sus tropas. En 1827 volvió y permaneció del 6 al 8 de septiembre. En 1928, junio 20, vino por última vez y postrado de rodillas ante la sagrada imagen de María, oró por largo rato.
1895, dic. 26. Fr. Rafael José Méndez, por inspiración de Fr. Vicente María Cornejo, lanzó en el sermón de la fiesta, la idea de pedir la coronación de la Sagrada Imagen.
Colocan la Imagen en el altar de mármol
1908, dic. 24, es consagrado el altar de mármol, de 12 metros de alto, de orden corintio, levantado sobre ocho columnas; coronado por tres ángeles tamaño natural. En la bóveda van siete figuras en relieve, simbólicas de los siete sacramentos y un arabesco central. Al frente en la parte alta del Camarín aparece el Monograma de María.
Descripción
El rostro de la Virgen María se destaca por su modesta actitud y su inefable sonrisa, sus ojos entrecerrados la revisten de una hermosura admirable, que mueve al recogimiento; un velo blanco cubre su cabeza; viste un manto azul celeste, una túnica rosada, un rosario cuelga de las manos de María y del Niño Jesús, quien en la derecha sostiene tiene un hilo que pende del pie de un pajarillo. A la derecha de María, está San Antonio de Padua, sosteniendo en la mano izquierda, un libro sobre el cual está el Niño Jesús con el mapamundi en sus manos; en la derecha sostiene una palma. A la izquierda está San Andrés, apóstol, leyendo la Sagrada Escritura, en la izquierda sostiene la cruz en forma de X, signo de su martirio. María sostiene en sus brazos al Niño Jesús invitándonos a acogernos a Él, quien puede remediar todos nuestros males. A primera vista se descubren vestigios de las goteras que corrieron sobre la pintura. El cuadro está adornado con dos coronas, dos rosarios, el cetro, la Cruz de Boyacá, la Orden de San Carlos y la Orden del Congreso; lo rodean 30 semicircunferencias con escudos de la Santa Sede, la Provincia y algunas Diócesis; del cuadro penden, un rosario y dos rosas de plata; un fuerte cristal lo protege desde 1954.
Conservación prodigiosa del Lienzo
Este milagro consiste en que durante más de 422 años (1587-2009) el lienzo se conserve tan cómo se renovó. Desde 1587 hasta 1897, que se le colocó el cristal para protegerlo, diariamente se estuvo retocando en el lienzo de la Virgen, mazos de rosario, manojos de yerbas, panecitos de tierra blanca y otras mil cosas y el lienzo no ha sufrido daños, debiéndose haber destruido y acabado la tela en la parte que tales refregones sufrió. Tenían en el templo una vara larga con un garabato en la punta, donde engarzaban los objetos, los aplicaban al lienzo de manera que no quedara duda de que han sido tocados en la Imagen. Si vemos la columna de mármol, de la Virgen del Pilar de Zaragoza en España, los peregrinos la besan por el respaldo, y con solo aplicarle los labios, en tan largo tiempo, se ha hecho al mármol una concavidad, lo mismo que el pie de bronce de San Pedro del Vaticano, se ha desgastado notablemente con el ósculo de los turistas. Es indiscutible que «en esta Imagen hay encerrado algún don especial de Dios, reservado para remedio de graves males» como lo expresó la Sagrada Congregación de Ritos en su Decreto de 18 de julio de 1829.
Itinerario de la sagrada Imagen (1562- 2009)
En 1562, la Imagen fue colocada en la capilla de paja y bahareque de Suta, donde permaneció 16 años; de allí fue retirada en 1578 y quedó abandonada, rodando de una parte a otra como objeto de uso doméstico durante 8 años, hasta que María Ramos la recuperó en 1585.
1586 dic. 26, se renovó y permaneció en la choza donde vivía María Ramos hasta 1588.
1587, dic. 3, fue llevada a Tunja; regresó el 20 de enero de 1588.
1588 fue colocada en la capilla de paja que le levantaron los indios.
1608, es colocada en el altar del templo donde permaneció 220 años.
1633, agosto 8, es llevada a Tunja. El 12 de sep. Salió hacia Santafé, donde permaneció en la Catedral dos años y tres meses, hasta noviembre de 1635 que vuelve a su Santuario.
1781, fue colocada en el altar de plata martillada.
1806, se traslada a la sacristía por hallarse el templo en ruinas; luego es colocada en una capilla provisional construida junto al muro norte de la obra del nuevo templo, hoy capilla de difuntos, donde permaneció hasta 1813 que se colocó en el altar de mármol.
1816, abril 21, es sacada por Serviez; y llevada hasta Cáqueza; es devuelta el 3 de julio.
1841, mayo 9, es llevada a Bogotá, regresa el 14 de agosto.
1841, septiembre 4, es llevada a Tunja, regresa al tercer día.
1865, es colocada en un altar de bronce, donde permaneció 42 años.
1896, agosto 13, con motivo del incendio de la sacristía, fue sacada y llevada al templo de la Renovación donde permaneció día y medio.
1908, es colocada en el altar de mármol, donde reposa hoy día.
1918, junio 22, es sacada violentamente y llevada a la capilla del colegio de Jesús María, donde permaneció sin recibir culto, hasta el 24 de octubre que fue devuelta a la Basílica.
1919, junio 28, es llevada a Bogotá para ser coronada, regresa el 14 de agosto.
1954, dic 4, llevada a Bogotá en autoferro; regresa el 9 de diciembre.
1962, dic 6, llevada a Bogotá en autoferro, para implorar el éxito del Concilio; regresa el 9.
1967, julio 30, es sacada de la Basílica semidestruida por un temblor y llevada al patio del convento, donde permaneció hasta 1969, julio 9 que fue colocada nuevamente en su trono.
1986, abril 9, fue llevada al hospital, donde le hicieron varios exámenes radiológicos, la regresaron a las 4,30 a.m.
1986, julio 3, fue llevada al parque «Juan Pablo II» donde fue venerada por el Papa y millares de peregrinos.
1998, dic 26, fue bajada de su trono para la fiesta de «Los Siete años».
1999, julio 9, llevada a Bogotá, para presidir la oración por la paz, do0nde es condecorada con la Orden del Congreso en el grado de Gran Cruz extraordinaria; regresa el 12.
2005. Dic. 25, fiesta de Los Siete Años, fue llevada al Parque Juan Pablo II, de allí al templo de la Renovación y el 26 regresó a su trono.
Fuente original en virgendechiquinquira.com
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Vídeos sobre Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá
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por Productora Multidea | 4 Jul, 2014 | Confirmación Vida de los Santos
«Maín, la casa de la felicidad» narra la vida relativamente breve (44 años), pero intensa y fructífera de la hermana Mazzarello. En una primera fase, desde su nacimiento en Mornese, en el Alto Monferrato (1837) hasta la Primera Comunión (1850), la niña vive en un ambiente familiar caracterizado por una fuerte vida cristiana y por el trabajo en los campos, acompañada por su director espiritual. La segunda fase (1850-1860) se caracteriza por la decisión de donar su juventud al Señor con el voto de virginidad y la participación en la vida parroquial. A los 23 años cae enferma de tifus y está a punto de morir. Frágil de salud, se dedica a la educación de las niñas del pueblo a través de un taller de costura, un oratorio para los días de fiesta y un hogar para las niñas sin familia. En una tercera etapa de su vida (1860-1872) al conocer a San Juan Bosco (1864), encuentra la respuesta a sus preguntas. Juntos fundan, el 5 de agosto de 1872, la nueva familia religiosa de las Hijas de María Auxiliadora. En la última fase de su vida (1872-1881) María Domenica Mazzarello guía los inicios de la congregación, forma a las religiosas, realiza numerosos viajes para visitar las nuevas fundaciones. Muere en Nizza Monferrato el 14 de mayo de 1881. Fue beatificada por el Papa Pío XI en 1938 y canonizada por Pío XII en 1951.
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Portal web de las Salesianas de Don Bosco – Hijas de María Auxiliadora
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Maín, la casa de la felicidad (Ficha en IMDb)
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Maín, la casa de la felicidad – Ficha de la película
Título original: La casa della felicità
Director: Simone Spada
Género: Drama
País: Italia
Año: 2012
Productora: Multidea
Reparto: Gaia Insenga, Sofia Nicolai, Paolo Civati, Clara Galante, Fabio Pappacena, Valentina Fois, Danilo Nigrelli,
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por Varios en Internet | 3 Jul, 2014 | Catequesis Testimonios
II. «Dar testimonio de la verdad»
2471 Ante Pilato, Cristo proclama que había «venido al mundo para dar testimonio de la verdad» (Jn 18, 37). El cristiano no debe «avergonzarse de dar testimonio del Señor» (2 Tm 1, 8). En las situaciones que exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambigüedad, a ejemplo de san Pablo ante sus jueces. Debe guardar una «conciencia limpia ante Dios y ante los hombres» (Hch 24, 16).
2472 El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad (cf Mt 18, 16):
«Todos […] los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación» (AG 11).
2473 El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. «Dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me será dado llegar a Dios» (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Romanos, 4, 1).
2474 Con el más exquisito cuidado, la Iglesia ha recogido los recuerdos de quienes llegaron hasta el extremo para dar testimonio de su fe. Son las actas de los Mártires, que constituyen los archivos de la Verdad escritos con letras de sangre:
«No me servirá nada de los atractivos del mundo ni de los reinos de este siglo. Es mejor para mí morir en Cristo Jesús que reinar hasta los confines de la tierra. Es a Él a quien busco, a quien murió por nosotros. A Él quiero, al que resucitó por nosotros. Mi nacimiento se acerca…» (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Romanos, 6, 1-2).
«Te bendigo por haberme juzgado digno de este día y esta hora, digno de ser contado en el número de tus mártires […]. Has cumplido tu promesa, Dios, en quien no cabe la mentira y eres veraz. Por esta gracia y por todo te alabo, te bendigo, te glorifico por el eterno y celestial Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu Hijo amado. Por Él, que está contigo y con el Espíritu, te sea dada gloria ahora y en los siglos venideros. Amén» (Martyrium Polycarpi, 14, 2-3).
Catecismo de la Iglesia Católica
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Testimonio improvisado de Kiko Argüello
«Soy hijo de una familia normal, burguesa, de Madrid. Mi padre era abogado, Una familia acomodada. Soy primogénito de cuatro hermanos. Mis padres eran católicos. Después de haber terminado el colegio, al ir a la universidad, entré en crisis con mi familia y conmigo mismo, sobre todo por el ambiente en la facultad de Bellas Artes de Madrid, que era completamente ateo, marxista. En seguida me di cuenta de que la formación que yo había recibido, tanto en la familia como en el colegio, no me servía de nada para responder a los problemas que tenía de todo tipo (afectivos, psicológicos, de identidad). Me preguntaba: ¿quién soy yo?, ¿por qué existe la injusticia en el mundo?, ¿por qué las guerras?, etc…»
Me fui alejando de la Iglesia hasta dejarla totalmente. Había entrado en una profunda crisis buscando el sentido de mi vida. En Bellas Arte hice teatro. conocí el teatro de Sartre y milité en esta línea un poco atea. Me dediqué a pintar, a hacer exposiciones…»»Bien, Dios permitió que yo hiciese una experiencia de ateísmo, o, si queréis, una kenosis, un profundo descenso al infierno de mi existencia, una existencia sin Dios. Dios ha permitido que yo cortase todos los lazos con la trascendencia. Me escandalizaba profundamente de la indiferencia de mucha gente. Todas las personas de mi alrededor eran personas que iban a misa, pero en definitiva su vida no era profundamente cristiana… Desde mi familia, en la que mi madre iba a misa todos los días, u mi padre era católico. Pero el dios de mi casa era el dinero. La mayoría de las conversaciones en mi casa eran sobre el dinero.
«No estaba Dios en el centro de mi familia ni en el centro de la mentalidad que se tenía en mi casa, y eso era normal. Lo mismo puedo decir de mis tíos, y de todo el ambiente en el que me movía. La religión era un aspecto más, una especie de barniz cultural, que al menos a mí no me convencía. Tal vez porque era pintor, artista, y tenía una profunda sensibilidad y un absoluto deseo de coherencia, de verdad. No aceptaba ser un burgués como mis padres, ni vivir una vida así, como supongo que les habrá sucedido también a tantos jóvenes. Recuerdo que entonces iba a misa el domingo y, con quince años, algunos amigos, estando la iglesia llena, nos quedábamos al fondo -era antes del Concilio- y aguantábamos allí de pie…, íbamos a aquella misa porque no se predicaba, era más breve…, se oía una campanilla y nos poníamos de rodillas, nos levantábamos y esperábamos a que terminase para poder largarnos.»
«yo me daba cuenta de que aquella no era una manera de practicar. Aunque parezca extraño, la misa así de mal vivida fue la situación por la que me iba dando cuenta de que tenía que dejarlo, tenía que buscar otros caminos. Una cosa tenía clara: no podía engañarme a mí mismo. No podía ser un cretino, un estúpido: o creía seriamente en Dios o, si no creía, era mejor dejarlo… y así es como lo dejé todo.»
EL CIELO CERRADO
«Entonces intenté ser coherente con un tipo de existencialismo: con el absurdo total de la existencia humana. Y comencé a sufrir mucho porque ante mí todo el mundo se convertía en ceniza: se convertía en ceniza mi existencia, se convertía en ceniza todo. No tenía interés por nada, ni siquiera por pintar. Y tuve la fortuna , o si queréis la desgracia, de ganar un Premio Nacional de pintura muy importante en España. Entonces salí en televisión, en los periódicos, me había abierto camino profesionalmente, y esto ya fue la «última gota», porque veía que aquello no daba ningún sentido a mi vida.»
«Había muerto interiormente y sabía que mi fin seguramente sería el suicidio, antes o después. Y, de hecho, estaba literalmente sorprendido de que la gente fuese capaz de vivir cuando yo no era capaz de vivir. La gente se ilusionaba por el fútbol, por el cine… A mí no me decían nada. El fútbol no me gustaba, y el cine me parecía estúpido. Vivir cada día significaba todo un sufrimiento. Cada día lo mismo: ¡para qué levantarme?, ¿quién soy yo?, ¿para qué ganar dinero?, ¿para qué casarme? Y así todo ante mí carecía de sentido… Recuerdo que sentía como si el cielo estuviese hecho de cemento, y yo me encontrase bajo una gran cloaca. Tenía esa imagen… El cielo, totalmente cerrado ante mí…»
¿POR QUÉ VIVES?
«Preguntaba a la gente a mi alrededor: «Perdona un momento, ¿tú sabes por qué vives?», y no sabían ni por qué ni para qué vivían, pero vivían… Tal vez tenía que ser así, simplemente, vivir: uno se levanta, va a clase, come, después se va al cine o llama a un amigo… ¡Benditos los que son capaces de vivir así! Yo no lo era. Me refugiaba, escapaba de mí mismo. Se abría un gran abismo dentro de mí. ¡Abismo que en el fondo era una llamada profunda de Dios, que me estaba llamando desde el fondo de mí mismo!
«Entonces me ayudó mucho -por eso leer es siempre bueno- un filósofo que se llama Bergson. Bergson es el filósofo de la intuición. Dice que la intuición es un método de conocimiento superior a la razón. Dios permitió que ésta fuese para mí la primera chispa que me iluminase un poco, porque me había dado cuenta de que en el fondo yo era un racionalista, que me estaba destruyendo a mí mismo, por que en el fondo de mí algo no podía aceptar el absurdo de todo lo creado. Porque soy un pintor, y entendía la belleza de la naturaleza: el agua, los árboles, los pájaros, las montañas.
«Me di cuenta de que para negar que todo tenía un sentido, para negar que Dios existe, se necesitaba tanta fe como para creer que existía. Y yo había dado el paso de aceptar que Dios no existía. Pero era una acción racionalista que chocaba con algo dentro de mí. Y entonces me dije: «Mira que la razón no lo es todo, que en el hombre también está la intuición». Entonces con la intuición llegaba a reconocer que todo tenía un sentido, que existía Dios, que Él sabía por qué existo yo. Pero no sabía como encontrarlo
¿LA BIBLIA, LA FE, PARA QUÉ OS SIRVE?
«Luego leía el Evangelio que dice: no oponer resistencia al malvado…, si alguno te abofetea en la mejilla derecha…, si alguno te roba… Recuerdo que una vez mi padre se enfadó y le dije: «Mira lo que dice aquí. Tú eres católico ¿no?» Y él me dijo que eso eran cosas de los santos, de San Francisco, y no sé de quién… Entonces le contesté: «Este libro, la Biblia, lo puedes tirar por la ventana porque he entendido que no tiene ninguna relación con la realidad. Me niegas que esto se pueda vivir, que las cosas son como son…, que la vida es otra cosa: estudiar, ganar dinero, vencer… Entonces, ¿la Biblia, la fe, para qué os sirve…?»
¡AYÚDAME!
«Entré entonces en mi cuarto, y me puse a gritar a este Dios que no lo conocía. Le gritaba: ¡Ayúdame! ¡No sé quién eres! Y en aquel momento el Señor tuvo piedad de mí, pues tuve una experiencia profunda de encuentro con el Señor que me sobrecogió. Recuerdo que lloraba amargamente, me caían las lágrimas, lágrimas a ríos. Sorprendido me preguntaba: ¿por qué lloro? Me sentía como agraciado, como uno a quien delante de la muerte, cuando le van a disparar, le dijesen: «Quedas libre, gratuitamente quedas libre» y entonces aún no se lo cree y llora por la sorpresa de que le han liberado. Esto fue para mí pasar de la muerte a ver que Cristo estaba dentro de mí y que alguien dentro de mí me ha dicho que Dios existe.»
¿Qué era lo que me había pasado? Fue un toque, un testimonio profundo que me decía no solo que Dios existe, sino que Cristo es Dios.
«De hecho me presenté a un sacerdote y le dije que quería hacerme cristiano, y él me dijo: «¿como?, ¿es que no estás bautizado?» «Sí estoy bautizado», le contesté. «Entonces, ¿qué quieres?, ¿hiciste la primera comunión?». «¡Si!, pero mira que yo…» «Ah, que quieres confesarte!…» No me entendía. Pero yo sabía que lo que quería era hacerme cristiano, y para eso, ¿ir a confesarme un día y ya está? Yo sabía que hacerse cristiano tenía que ser algo muy serio. Así es como por fin hice Cursillos de Cristiandad, una iniciativa que surgió en España por aquellos años. Y me ayudó. Comencé una verdadera búsqueda del Señor. Iba a la iglesia y decía a los demás: «Ayudadme a hacerme cristiano!».
DEL ARTE A LOS POBRES
«Después , mi pintura cambió. Comencé a pintar arte religioso. Algunos conocéis mis iconos. Al poco tiempo fundamos un grupo de artistas, un movimiento de renovación del arte sagrado para hacer las iglesias más hermosas. Arquitectos, escultores y pintores nos pusimos a reconstruir la Iglesia, un poco como empezó San Francisco. Pero en un cierto momento me di cuenta de que no servía nada reconstruir la iglesia exteriormente cuando tanta gente como yo me había encontrado, en una terrible situación».
«El Señor me permitió encontrar a una persona que sufría. Entonces lo dejé todo y a todos. También mi prometedora carrera de pintor. Me fui a vivir a las chabolas. En Charles de Foucauld encontré la fórmula para vivir: una imagen de San Francisco, una Biblia -que sigo llevando conmigo porque la leo todos los días- y una guitarra. Entre las chabolas hechas con cartones, muy parecidas a las del Brasil,kiko.jpg (9962 bytes) encontré una barraca que servía para los perros vagabundos y me metí allí. Hacía un frío terrible y venían todos los perros vagabundos a darme calor. Era algo gracioso estar allí con los perros, que de repente se encontraron con un nuevo huésped en su perrera que era yo.»
¿Pero qué hacía allí y en esas condiciones? Dios me quería en las chabolas para empezar un camino de conversión para muchísima gente.
Allí en la chabolas ocurrió un milagro. Mis vecinos, la mayoría gitanos, me preguntaban quién era yo. Tenía barba, hablaba de forma distinta a la de ellos, pero hacía la misma vida: pedía limosna, trabajaba ocasionalmente como obrero… Entonces ellos me preguntaban, pero yo no quería hablarles. De Foucauld había aprendido la imagen de la vida oculta de Cristo: estar silenciosamente a los pies del Cristo-desecho de la humanidad, destruido. Ser el último es estar ahí, a sus pies. Pero el Señor empezó a llevarme, en primer lugar, a dos chicos perseguidos por la policía por vender droga, y después a un indigente borracho. Al poco tiempo éramos un grupo de diecisiete personas en mi chabola de tres metros cuadrados. Lleno total. Allí me encontré con la sorpresa de que tenía que hablarles, darles una razón de mi fe. Tomaba la guitarra, cantábamos, abría la Escritura y decía: «¡Señor, ayúdame. Yo no sé predicar, no sé hablar!», del profeta Ezequiel. He visto que el Señor me daba un significado a la Palabra para poder amarles a ellos, por amor a estos pobres que traían las manos llenas de pecados. Uno había estado siete veces en la cárcel, otra era un vieja fea y prostituta. había ladrones, vagabundos que recogían cartones por la calle y los vendían, gitanos que andaban vagabundos. Tuve muchos problemas y conflictos. Intentaron matarme dos veces… Una historia que es mejor no contar.»
LA LEY DEL TALIÓN
«Un día el jefe de un clan de gitanos, que estaba en lucha con otro clan, y que venía mucho a verme para pedirme la guitarra, me preguntó qué decía la Biblia sobre los enemigos. Me contó que, tras un enfrentamiento entre los dos clanes, él había golpeado a la madre del jefe de otro en la cabeza, y que le tuvieron que dar quince puntos. Como entre ellos rige la «ley del Talión», pasados dos años había llegado el otro con deseos de venganza. Como en ese período la relación entre los dos clanes estaba en calma, decidieron ambos jefes encontrarse solos, y pelearse a bastonazos, hasta hacerse sangrar. Mi joven amigo estaba muy preocupado. Yo abrí la Escritura y le leí el Sermón de la Montaña, donde se invita a no poner resistencia al mal. «¿Entonces, debo dejar que me mate a bastonazos?» Le di el otro único libro que yo llevaba conmigo: «Las Florecillas de San Francisco». Lo leía y venía todas las tardes a comentármelo. hemos rezado juntos para buscar una salida, para que pudiese salvar la vida sin necesidad de matar al otro. La única solución era ir sin el bastón en son de paz. El día de la lucha se presentaron antes a mí con el bastón. Al final lo convencí y fue sin él. Yo me puse de rodillas a rezar el rosario para que la Virgen María salvase la vida de aquel chico. El tiempo pasaba. Las dos, las tres de la madrugada. Pensé que habría muerto, cuando le vi llegar. Al verlo sin el bastón, su adversario decidió resolver la disputa económicamente. Me amigo de´ió pagarle «un tanto». Se llama José Agudo. Ahora está en el Camino, y tiene trece hijos».
¡RESUCITÓ!
«Un día José me llevó a hablar a su ´tribu´. F´e en una cueva enorme llena de gitanos. me dijo: «Háblales», y no sabía que decir. Así que empecé por el principio, y me puse a hablarles de Adán y Eva, cuando de repente la madre de José Agudo se levantó: «Yo se que en el cielo hay una mano potente, que es Dios. ¿Pero lo de la otra vida, lo del infierno, todas esas cosas de los curas? ¡Yo lo único que sé es que mi padre murió y no ha vuelto a casa! ¡Cuando yo vea a un muerto volver del cementerio creeré!». Se levantaron todos y se fueron. y yo me quedé allí, bloqueado, atontado, sin saber que hacer. Aquella mujer, sin embargo, sin quererlo, me había dado la clave, porque me había dicho que estaba dispuesta a escucharme cuando yo hubiese encontrado un hombre que hubiese salido del cementerio. Y efectivamente, buscando en la predicación primitiva y en los Hechos de los Apóstoles, se encuentra el testimonio de un pagano de nombre Festo, que le dice a Agripa que había un prisionero -que era San Pablo- que decía cosas muy interesantes. Festo hablaba a menudo con Pablo, pero la única cosa que habían entendido, y se lo decía a Agripa, era esto: «Hay un prisionero que habla de un muerto, que él dice que ha muerto, pero que vive, que ha vuelto de la muerte, ¡que ha vencido a la muerte!» De toda la predicación de San Pablo, Festo recordaba sólo esto. Os cuento esto para deciros en dos pinceladas cómo el Señor me ha hecho ir entrando en este kerigma, en este modo de anunciar la salvación, de dar en el núcleo central.»
«Cada vez que me he sentido desalentado, he sentido una voz dentro de mí que me decía. «¡Coraje, Kiko, ánimo, que te quiero!» «¿De verdad que me quieres?» «En serio, ¡te quiero mucho, muchísimo!» Cristo me ha prometido: «Kiko, ¡tú no morirás!» ¡Un bautizado que viva coherentemente la fe ya ha resucitado con Cristo en el bautismo y forma parte del cuerpo de Cristo resucitado! Aquella gitana que me decía: «¿Cuándo has visto tú un hombre venir del cementerio?» Yo ahora le puedo contestar: «Yo he visto a este hombre que ha salido de la tumba y ha venido a decirme: ¡La paz esté con vosotros, yo he vencido al mundo!» Por eso os invito a terminar con un canto. Cantemos un canto de la victoria de Cristo sobre la muerte, cantemos juntos ese canto que hice en las chabolas, que se llama ¡Resucitó!»
Artículo original en Mercaba
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Kiko Argüello en el programa Nuestra fe en vivo (2003)
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Entrevista a Kiko Argüello en 13Tv (España, 2012)
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Evangelización y cultura. Conferencia de Kiko Argüello en la Universidad Cardenal Herrera CEU de Valencia (España, 2010)
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Portal web del Camino Neocatecumental
Portal web de EWTN Red Católica Mundial
Portal web de Radio Católica Mundial
por Varios en Internet | 2 Jul, 2014 | Confirmación Vida de los Santos
Santa María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16 de octubre de 1890 hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. María fue la segunda de seis hijos.
Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los diez años por causa del paludismo. Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de catecismo.
A los once años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces, el firme propósito de morir antes que cometer un pecado. En la misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con doce años. Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole propuestas que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera despreciado.
l 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo que María se negó por lo que aquél se vio obligado a forzarla. María se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era pecado y que no accedería a sus pretensiones por lo que éste la atacó con un cuchillo clavándoselo catorce veces. María no murió inmediatamente, fue trasladada a la hospital de San Juan de Dios donde los médicos la operaron sin anestesia porque no había y durante dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciéndo a Dios sus dolores.
Antes de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la comunión y la unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli. El asesino fue condenado a 30 años de prisión donde al principio no daba muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño donde María le dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de sus pecados.
Después de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a pedir perdón a la madre de la santa, quien no solo lo perdonó sino que lo defendió en público alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no perdonarlo. La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a laVirgen María. Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas mil personas.
En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII la madre, dos hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exhaltó la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó aún cuando no hubiera sido mártir habría merecido ser declarada santa.
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Santa María Goretti
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por Editorial Casals | 1 Jul, 2014 | Postcomunión Narraciones
Era la mañana del 4 de julio de 1898. Un magnífico transatlántico, el Bourgogne, había dejado la antevíspera el puerto de New York y se dirigía con celeridad hacia Francia, arriando dieciocho nudos, equivalentes a más de treinta kilómetros por hora. El mar está tranquilo, pero una densa niebla lo cubría como un sudario inmenso.
Todos los pasajeros descansaban a bordo sin cuidado alguno, cuando de repente un espantoso choque agitó el navío.
Un velero inglés, pesadamente cargado, que se dirigía de Dunkerque a Filadelfia acababa de abordar el transatlántico por los costados, en el lugar más débil y peligroso, cerca de las máquinas. El velero experimentó grandes averías en su proa, que por poco le hicieron zozobrar; pero dejaba una enorme brecha en el Bourgogne, por lo cual la gran masa del agua se precipitaba vertiginosamente y sin remedio. No es posible formar una idea de los cuarenta minutos que se pasaron entre el abordaje y el hundimiento. El buque se llenaba de agua, se hundía por momentos, y el espantoso desenlace estaba cerca. Más de seiscientas personas llenas de vida veían claramente y con aflicción suma que dentro de breves momentos iban a ser tragados por la inmensidad del océano.
En medio del espanto general aparecieron en breve tres religiosos dominicos sobre cubierta, y pronto los rodeó la multitud desesperada. El hábito blanco que llevaban venía a ser para todos la contraseña y el peligro que corrían no hizo olvidar a aquellos dignos religiosos su deber; antes, a la vista de la muerte, permanecieron fieles a su alto ministerio en nombre de Jesucristo; y mientras el capitán del buque, impávido en su puesto hasta el fin, se esforzaba en salvar los cuerpos, ellos, llenando una misión divina, trabajaban incansables por las salvación de las almas.
Acostumbrados como estaban a descansar con el santo hábito, luego que se oyó el pavoroso estampido efecto del terrible choque, volaron al puente, donde pronto atrajeron las miradas de todos los ojos, en medio de la confusión y el espanto. Parecían ángeles enviados de Dios para llevar al cielo las almas de los atónitos y espantados viajeros que dentro de unos momentos la muerte iba a tragar. Mientras el buque se sostuvo sobre las olas, dieron la absolución a sus compañeros de infortunio y los prepararon con toda piedad y unción para ir al encuentro de aquel Señor que, infinito en su misericordia, es dueño de la vida y de la muerte.
Los pasajeros que sobrevivieron a la catástrofe contaron después cuán admirable fue su proceder en todo, y cómo, al tiempo que otros usaban de una atroz violencia para hallar sitio en las tres lanchas que se echaron al mar, ellos permanecieron tranquilos y dueños de sí mismos, procurando hacer reavivar el valor exhortando a todos a ofrecer cristianamente el sacrificio de sus vidas.
El Superior se mantenía admirablemente sereno. Cuando el Bourgogne estaba a punto de zozobrar, el vicecomisario, que había sido discípulo suyo por espacio de seis años en el colegio de Arcucil, le dijo:
—Padre, es tiempo de saltar.
Pero el magnánimo Superior respondió:
—Hijo mío, hay demasiados, en torno nuestro, que van a perecer; nuestro deber es quedar con ellos.
—Los momentos pasaron rápidamente; habían cumplido los tres religiosos su misión; iba ya a hundirse el grandioso transatlántico, y, por esto uno de ellos preguntó al vice comisario si aún se podía hacer algo.
—Lo que hago yo —contestó éste—; arrojarse al agua.
—No sabemos nadar —dijo el religioso; hágase la voluntad de Dios.
Y llegaron los momentos más imponentes…
Hay en la Orden de Santo Domingo una hermosa costumbre que, cuando un religiosos se halla en agonía, sus hermanos de religión entonan la «Salve». Dicen esta dulcísima oración sobre el moribundo puesto entre el tiempo y la eternidad, con el fin de suplicar a María, Madre de justos y pecadores, se digne cambiar los trabajos y tribulaciones del mortal en este valle de lágrimas por la posesión sin término el fruto bendito de sus entrañas virginales. Los tres dominicos, cuando iban a quedar sepultados para siempre en los abismos del mar, escrupulosos observantes de la nota acostumbrada, se acordaron de entonar el canto de la «Salve». En aquellas circunstancias, los mismos moribundos hubieron de decir el himno de partida. Y aquel acto, sobre ser sublime, resultó heroico. Tres víctimas condecoradas con el carácter sacerdotal que acababan de abrir la puerta de la patria verdadera a centenares de almas; que les habían inspirado el valor de morir cristianamente, ahora, henchido del pecho de espíritu de resignación en la voluntad divina y confianza de María, entonaban por todos una plegaria de amor a la que en los más aciagos momentos es Estrella de mar.
En el instante en que las olas alcanzaban lo más alto de la cubierta, cuando toda esperanza estaba ya perdida, el piadosos Superior se unió a sus dos compañeros, los miró con ternura, les estrechó la mano; los tres, levantados sus ojos al cielo, abrieron sus bocas y con acorde armonía dijeron el canto maravilloso. Se apiñaron más y más, alrededor de ellos, la consternada muchedumbre; no pocos caían de rodillas; a los gritos de espanto sucedían las lágrimas; espontáneamente brotaban actos de contrición y confianza. El espectáculo no podía ser más desgarrador e imponente. Nunca se había comprendido con más viveza el sentido de las palabras de la suavísima plegaria: «Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando… vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos… ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!».
Parecía que el poderoso transatlántico esperaba hubiese terminado el admirable canto, antes de desaparecer. A las últimas palabras empezó a inclinarse sobre la popa, y poco después se alzó casi a plomo; luego se hundió de repente en el abismo. A los gritos de la multitud y a un desorden indecible, sucedió en pocos segundos el silencio de un mar tranquilo e inmenso.
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Noticias Cristianas: «Historias para amar al prójimo. VI Parte: Historia, n.º 10».
Historias para amar, páginas 105-108
por Cesáreo Gabaráin | CeF | 29 Jun, 2014 | Postcomunión Taller de oración
«Pescador de hombres» es quizás la canción más conocida del compositor católico Cesáreo Gabaráin. Ha sido traducida a numerosos idiomas y es un himno cantado habitualmente en muchos países. Su letra está basada en el siguiente pasaje bíblico:
Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de hoy en adelante serás pescador de hombres». Entonces llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo, y siguieron a Jesús.
Mateo 4,18; Marcos 1, 16; Lucas 5, 10
Cesáreo Gabaráin viajó a Galilea y le conmovió la experiencia de estar en la orilla donde Jesús llamó a sus discipulos. Al regresar a España escribió el texto de la canción, como un recuerdo de que Jesús todavía llama discípulos hoy día.
Esta canción era una de las favoritas de san Juan Pablo II, quien se emocionó con ella en su primer viaje a España, en 1982, durante su multitudinario encuentro con los jóvenes en estadio Santiago Bernabeu de Madrid.
Nota: podéis descargar la letra y la partitura en tamaño grande pulsando sobre el título o sobre la imagen.
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«Pescador de hombres» – Letra completa
Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan solo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos,
sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca,
junto a ti buscare otro mar.
Tú sabes bien lo que tengo,
en mi barca no hay oro ni espadas,
tan solo redes y mi trabajo.
Señor, me has mirado a los ojos…
Tú necesitas mis manos,
mi cansancio que a otros descanse,
amor que quiera seguir amando.
Señor, me has mirado a los ojos…
Tú pescador de otros lagos,
ansia eterna de almas que esperan,
amigo bueno que así me llamas.
Señor, me has mirado a los ojos…
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«Pescador de hombres» – Letra con acordes
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«Pescador de hombres» – Partitura con acordes
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«Pescador de hombres» – Karaoke
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«Pescador de hombres» – Versión 1
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«Pescador de hombres» – Versión 2
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«Pescador de hombres» – Versión 3
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«Pescador de hombres» – Versión 4
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por Juan Antonio Espinosa | CeF | 28 Jun, 2014 | Despertar religioso Encuentros
Nuestra oración con mucha frecuencia es petición de ayuda en las necesidades. Y es incluso normal para el hombre, porque necesitamos ayuda, tenemos necesidad de los demás, tenemos necesidad de Dios. De este modo, es normal para nosotros pedir algo a Dios, buscar su ayuda. Debemos tener presente que la oración que el Señor nos enseñó, el «Padre nuestro», es una oración de petición, y con esta oración el Señor nos enseña las prioridades de nuestra oración, limpia y purifica nuestros deseos, y así limpia y purifica nuestro corazón. Ahora bien, aunque de por sí es normal que en la oración pidamos algo, no debería ser exclusivamente así. También hay motivo para agradecer y, si estamos un poco atentos, vemos que de Dios recibimos muchas cosas buenas: es tan bueno con nosotros que conviene, es necesario darle gracias. Y debe ser también oración de alabanza: si nuestro corazón está abierto, a pesar de todos los problemas, también vemos la belleza de su creación, la bondad que se manifiesta en su creación. Por lo tanto, no sólo debemos pedir, sino también alabar y dar gracias: sólo de este modo nuestra oración es completa.
Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI
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Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
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«Padre Nuestro» – Karaoke
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«Padre Nuestro» – Partitura
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Recursos para «Primeros pasos con Jesús»