Evangelio del día: el cristiano siempre debe seguir adelante

Evangelio del día: el cristiano siempre debe seguir adelante

Lucas 10, 1-12.17-20. Décimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario. El cristiano no está nunca quieto: es un hombre, una mujer que camina siempre, que va más allá de las dificultades. Y lo hace con sus fuerzas y con alegría.

Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!». Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: ¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca». Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad. 

Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre». El les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder de caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo».

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Libro de Isaías, Is 66, 10-14c

Salmo: Sal 66(65), 1-5.16.20

Segunda lectura: Carta de san Pablo a los Gálatas, Gál 6, 14-18

Oración introductoria

Señor Jesús, gracias por esta oportunidad de poder dialogar contigo en la oración. Tú lo sabes todo, sabes que quiero responder a la misión que me has encomendado, porque la cosecha es mucha para tan pocos misioneros. Te ofrezco toda mi atención y confío en que me darás las gracias necesarias para dedicarme a trabajar con mucho entusiasmo y amor en la extensión de tu Reino.

Petición

Señor, concédeme la gracia de aceptar tus indicaciones para ser un auténtico discípulo y misionero de tu Iglesia.

Meditación del Santo Padre Francisco

Caminar, seguir adelante, más allá de los obstáculos. Es ésta la actitud adecuada para el buen cristiano porque forma parte de su identidad. Es más, un cristiano que no camina, que no sigue adelante «está enfermo en su identidad». El Papa Francisco —durante la misa del viernes 14 de febrero— volvió a repetir la invitación que a menudo dirige a los fieles que encuentra: «adelante, seguid adelante». Y lo hizo al recordar a los patronos de Europa, Cirilo y Metodio, de quienes se celebraba su memoria. Como discípulos, fueron enviados a llevar el mensaje y su caminar, destacó el Papa, «nos hace reflexionar sobre la identidad del discípulo».

Pero, se preguntó el Pontífice, «¿quién es el cristiano?», «¿cómo se comporta el cristiano?». Su respuesta fue: El cristiano «es un discípulo. Es un discípulo que es enviado. El Evangelio es claro: El Señor los envió, id, ¡seguid adelante! Esto significa que el cristiano es un discípulo del Señor que camina, que va siempre adelante. No se puede pensar en un cristiano quieto. Un cristiano que permanece quieto está enfermo en su identidad cristiana».

Sin embargo, caminar para el cristiano significa también «ir más allá de las dificultades». Para explicar esta afirmación el Papa Francisco hizo referencia a la lectura del día tomada de los Hechos de los Apóstoles (13, 46-49), en la que Pablo y Bernabé al ver que en Antioquía de Pisidia los judíos no les seguían «se marcharon con los gentiles: ¡adelante!». Por lo demás, prosiguió el Pontífice, también Jesús en las bodas «obró así, siguió adelante: los invitados no llegaron, todos encontraron un motivo para no ir. ¿Dice Jesús que no hagamos fiesta? No. Id a los cruces de los caminos, de las calles e invitad a todos, buenos y malos. Así dice el Evangelio. ¿Pero también a los malos? Incluso los malos. ¡A todos!».

Un segundo aspecto de la identidad del cristiano es que «debe permanecer siempre como un cordero». El Papa Francisco se refirió al pasaje del Evangelio de Lucas proclamado poco antes (10, 1-9) y dijo: «El cristiano es un cordero y debe conservar esta identidad de cordero: “¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos”». Es necesario, por lo tanto, permanecer como corderos y «no convertirse en lobos, porque a veces —precisó el Santo Padre— la tentación nos hace pensar: “esto es difícil, estos lobos son astutos y yo también seré más astuto que ellos”». Por lo tanto permanecer como «cordero, no como tonto, sino cordero. Cordero, con la astucia cristiana, pero siempre cordero. Porque si tú eres cordero Él te defiende. Pero si te sientes fuerte como el lobo, Él no te defiende, te deja solo. Y los lobos te comerán crudo».

«¿Cuál es el estilo del cristiano en este caminar como cordero?» se preguntó después el Papa ilustrando el tercer elemento que caracteriza la identidad cristiana. «La alegría», fue su respuesta. Y continuó: «La alegría es el estilo del cristiano. El cristiano no puede caminar sin alegría. No se puede caminar como corderos sin alegría». Una actitud que hay que mantener siempre, incluso ante los problemas, también «con los propios errores y pecados» porque «está la alegría de Jesús que siempre perdona y ayuda».

El Evangelio, repitió el obispo de Roma, debe ser llevado al mundo por estos corderos que caminan con alegría. «No hacen un favor al Señor en la Iglesia —advirtió— esos cristianos que tienen un tiempo de adagio quejumbroso, que viven siempre así, lamentándose de todo, tristes. Éste no es el estilo de un discípulo. San Agustín dice: ¡sigue, sigue adelante, canta y camina, con la alegría! Éste es el estilo del cristiano: anunciar el Evangelio con alegría». En cambio «demasiada tristeza y también amargura nos llevan a vivir un así llamado cristianismo sin Cristo». El cristiano no está nunca quieto: es un hombre, una mujer que camina siempre, que va más allá de las dificultades. Y lo hace con sus fuerzas y con alegría. «Que el Señor —concluyó— nos conceda la gracia de vivir como cristianos que caminan como corderos y con alegría».

Santo Padre Francisco: Adelante más allá de los obstáculos

Meditación del viernes, 14 de febrero de 2014

Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI

Queridos hermanos y hermanas: 

El evangelio de hoy (cf. Lc 10, 1-12. 17-20) presenta a Jesús que envía a setenta y dos discípulos a las aldeas a donde está a punto de ir, para que preparen el ambiente. Esta es una particularidad del evangelista san Lucas, el cual subraya que la misión no está reservada a los doce Apóstoles, sino que se extiende también a otros discípulos.

En efecto, Jesús dice que «la mies es mucha, y los obreros pocos» (Lc 10, 2). En el campo de Dios hay trabajo para todos. Pero Cristo no se limita a enviar:  da también a los misioneros reglas de comportamiento claras y precisas. Ante todo, los envía «de dos en dos» para que se ayuden mutuamente y den testimonio de amor fraterno. Les advierte que serán «como corderos en medio de lobos», es decir, deberán ser pacíficos a pesar de todo y llevar en todas las situaciones un mensaje de paz; no llevarán consigo ni alforja ni dinero, para vivir de lo que la Providencia les proporcione; curarán a los enfermos, como signo de la misericordia de Dios; se irán de donde sean rechazados, limitándose a poner en guardia sobre la responsabilidad de rechazar el reino de Dios.

San Lucas pone de relieve el entusiasmo  de  los discípulos por los frutos de la misión, y cita estas hermosas palabras de Jesús:  «No os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos, más bien, de que vuestros nombres estén escritos en los cielos» (Lc 10, 20). Ojalá que este evangelio despierte en todos los bautizados la conciencia de que son misioneros de Cristo, llamados a prepararle el camino con sus palabras y con el testimonio de su vida.

Es tiempo de vacaciones y mañana partiré para Lorenzago di Cadore, donde seré huésped del obispo de Treviso en la casa que ya acogió al venerado Juan Pablo II. El aire de montaña me hará bien —así lo espero— y podré dedicarme más libremente a la reflexión y a la oración.

Deseo a todos, especialmente a los que sienten mayor necesidad, que puedan tomar vacaciones, para reponer las energías físicas y espirituales, y renovar un contacto saludable con la naturaleza. La montaña, en particular, evoca la elevación del espíritu hacia las alturas, hacia el «grado alto» de nuestra humanidad que, por desgracia, la vida diaria tiende a rebajar.

A  este propósito, quiero recordar la V Peregrinación de los jóvenes a la cruz del Adamello, a donde el Santo Padre Juan Pablo II fue dos veces. La peregrinación se realizó durante estos días, y acaba de culminar con la santa misa, celebrada aproximadamente a tres mil metros de altura. A la vez que saludo al arzobispo de Trento y al secretario general de la Conferencia episcopal italiana, así como a las autoridades trentinas, renuevo la cita a todos los jóvenes italianos para los días 1 y 2 de septiembre en Loreto.

Que la Virgen María nos proteja siempre, tanto en la misión como en el merecido descanso, para que podamos realizar con alegría y con fruto nuestro trabajo en la viña del Señor.

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Ángelus del Domingo, 8 de julio de 2007

Propósito

¡Seamos apóstoles con nuestra vida, con nuestro testimonio, con nuestra palabra, y nunca nos avergoncemos de ser lo que somos: católicos, hijos de Dios, discípulos de Jesucristo!

Diálogo con Cristo

Jesús, Tú me enseñas que quien te lleva en el corazón se llena de paz y transmite la paz. Necesito crecer en la paciencia y la humildad para ser ese instrumento que pueda llevar tu paz, donde haya desunión, egoísmo, tristeza, etc., como nos dice san Francisco de Asís que celebramos hoy. No permitas que me autoengañe «aparentando» seguir tu voluntad cuando en el fondo busco hacer siempre mi parecer.

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Oraciones a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Oraciones a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Oración, meditación… Mirar el rostro de Dios, sentirse mirado por Dios… No tanto hablar, hablar… déjate mirar por el Señor… Y déjate guiar por su mano.

Papa Francisco

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¡Santísima Virgen María, que para inspirarme confianza habéis querido llamaros Madre del Perpetuo Socorro! Yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte. Concédeme, ¡oh amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Vos; porque estoy cierto de que, si soy fiel en invocaros, Vos seréis fiel en socorrerme. Alcanzadme, pues, la gracia de acudir a Vos sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de que obtenga vuestro perpetuo socorro y la perseverancia final. Bendecidme y rogad por mí ahora y en la hora de mi muerte. Así sea.

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Rogad a Jesús por mí, y salvadme.

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¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuyos brazos el mismo Niño Jesús parece buscar seguro refugio; ya que ese mismo Dios hecho Hijo tuyo como tierna Madre lo estrechas contra tu pecho y sujetas sus manos con tu diestra, no permitas, Señora, que ese mismo Jesús ofendido por nuestras culpas, descargue sobre el mundo el brazo de su irritada justicia; sé tú nuestra poderosa Medianera y Abogada, y detenga tu maternal socorro los castigos que hemos merecido. En especial, Madre mía, concédeme la gracia que te pido.

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Santísima y siempre pura Virgen María, Madre de Jesucristo, Reina del mundo y Señora de todo lo creado; que a ninguno abandonas, a ninguno desprecias ni dejas desconsolado a quien recurre a Ti con corazón humilde y puro. No me deseches por mis gravísimos e innumerables pecados, no me abandones por mis muchas iniquidades, ni por la dureza e inmundicia de mi corazón me prives de tu gracia y de tu amor, pues soy tu hijo. Escucha a este pecador que confía en tu misericordia y piedad: socórreme, piadosísima Madre del Perpetuo Socorro, de tu querido Hijo, omnipotente Dios y Señor nuestro Jesucristo, la indulgencia y la remisión de todos mis pecados y la gracia de tu amor y temor, la salud y la castidad y el verme libre de todos los peligros de alma y cuerpo. En los últimos momentos de mi vida, sé mi piadosa auxiliadora y libra mi alma de las eternas penas y de todo mal, así como las almas de mis padres, familiares, amigos y bienhechores, y las de todos los fieles vivos y difuntos, con el auxilio de Aquel que por espacio de nueve meses llevaste en tu purísimo seno y con tus manos reclinaste en el pesebre, tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que es bendito por los siglos de los siglos. Amén.

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Oh Madre del Perpetuo Socorro, concédeme la gracia de que pueda siempre invocar tu bellísimo nombre ya que él es el Socorro del que vive y Esperanza del que muere. Ah María dulcísima, María de los pequeños y olvidados, haz que tu nombre sea de hoy en adelante el aliento de mi vida. Cada vez que te llame, Madre mía, apresúrate a socorrerme, pues, en todas mi tentaciones, y en todas mis necesidades propongo no dejar de invocarte diciendo y repitiendo: María, María, Madre Mía.

Oh qué consuelo, qué dulzura, qué confianza, qué ternura siente todo mi ser con sólo repetir tu nombre y pensar en ti, Madre Mía. Bendigo y doy gracias a Dios que te ha dado para bien nuestro ese nombre tan dulce, tan amable y bello. Mas no me contento con pronunciar tu bendito nombre, quiero pronunciarlo con amor, quiero que el amor me recuerde que siempre debo acudir a ti, Madre del Perpetuo Socorro.

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Triduo

INVOCACIONES

A cada invocación se responde:

«Madre de amor, ven en mi socorro»

* Madre del Perpetuo Socorro, cuyo solo nombre inspira confianza: R/.
* En el momento difícil de la prueba, para ser fuerte. R/.
* Cuando haya tenido la desgracia de caer, para que vuelva a levantarme. R/.
* Frente a la mentira y a la injusticia, frente al afán de poseer para mantenerme libre. R/.
* Si se oscurece mi fe, decae mi esperanza y me enfrío en el amor. R/.
* Al participar en los sacramentos y en el servicio a Dios y a los hermanos. R/.
* En todos los acontecimientos y ocupaciones de la vida. R/.
* Para estar atento a la Palabra de Dios y responder a sus dones. R/.
* Para conseguir con mi ejemplo que los demás te invoquen y te amen. R/.
* Madre mía, para ser fiel a Cristo, hasta llegar a la gloria del Padre. R/.

Rezar la oración del día correspondiente:

DÍA PRIMERO

ORACIÓN. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Aquí tenéis a vuestros pies a un miserable pecador que a Vos acude y en Vos confía. Madre de misericordia, tened piedad de mi. Oigo que todos os llaman Refugio y Esperanza de los pecadores; sed, pues, el refugio y la esperanza mía. Socorredme por amor de Jesucristo, tended la mano a un miserable caído que a Vos se encomienda y se consagra por vuestro siervo perpetuo. Bendigo y doy gracias a Dios que por su misericordia me ha concedido esta confianza en Vos, que yo miro como una prenda de mi salvación. ¡Ah, infeliz de mi! En el tiempo pasado he caído en la culpa por no haber acudido a Vos; y tengo por cierto que si a Vos me encomiendo me ayudaréis y saldré victorioso; pero este es mi temor; que en las ocasiones de pecar deje de llamaros en mi ayuda y así me pierda. Concededme, pues, esta gracia que ardientemente os pido; alcanzadme que en los asaltos del infierno recurra a Vos diciendo; María, ayudadme; Virgen del Perpetuo Socorro, no permitaís que pierda a mi Dios.

Rezar cinco Avemarías. Hacer la petición del favor que se desea obtener con este triduo. Terminar con laoración final para todos los días.

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DÍA SEGUNDO

ORACIÓN. ¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro! Concededme la gracia de que pueda siempre invocar vuestro poderosísimo nombre, ya que él es el socorro del que vive y la salvación del que muere. ¡Ah, María dulcísima, María purísima! haced que vuestro nombre sea de hoy en adelante el aliento de mi vida. Cada vez que os llame, Señora mía, apresuraos a socorrerme, pues en todas mis necesidades propongo no dejar de invocaros, diciendo y repitiendo: ¡María, María!… ¡Oh qué aliento, qué dulzura, qué confianza, qué ternura no siente mi alma con solo repetir vuestro nombre y pensar en Vos! Doy gracias a Dios, que os ha dado para bien mío ese nombre tan dulce, tan amable y tan poderoso! Mas no me contento con pronunciar vuestro bendito nombre; quiero pronunciarlo por amor, quiero que el amor me recuerde que siempre debo llamaros: Madre del Perpetuo Socorro.

Rezar cinco Avemarías. Hacer la petición del favor que se desea obtener con este triduo. Terminar con laoración final para todos los días.

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DÍA TERCERO

ORACIÓN. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Vos sois la dispensadora de todas las gracias que Dios nos concede a nosotros pecadores; y si os ha hecho tan poderosa, tan rica y tan benigna, es para que nos socorráis en nuestras miserias. Vos sois la abogada de los reos más abominables y desamparados que a Vos recurren; socorredme también a mí, que a Vos me encomiendo, en vuestras manos pongo mi eterna salvación y a Vos entrego mi alma; contadme en el número de vuestros más especiales siervos; acogedme bajo vuestra protección, y eso me basta. Si, porque si Vos me protegéis ya nada temeré; no temeré mis pecados, porque Vos me alcanzaréis perdón de ellos; no a los demonios, porque Vos sois mas poderosa que todo el Infierno; no temeré a mi propio Juez, Jesucristo, porque con una súplica vuestra El se aplaca. Solo temo que por mi descuido deje de encomendarme a Vos, y así me pierda. Obtenedme, Señora mía, el perdón de mis pecados, el amor a Jesucristo, la perseverancia final y la gracia de acudir siempre a Vos, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro!

Rezar cinco Avemarías. Hacer la petición del favor que se desea obtener con este triduo. Terminar con laoración final para todos los días.

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ORACIÓN FINAL

V. Te has hecho, Señora, nuestro Refugio.
R. Socorriéndonos oportunamente en la tribulación.

ORACION. Dios Omnipotente, que en tu misericordia nos diste la Imagen de tu Bienaventurada Madre, para que con el titulo especial de Perpetuo Socorro la venerásemos: concédenos, Señor, que en todas las vicisitudes de nuestra peregrinación en esta vida seamos, con la continua protección de la Inmaculada y siempre Virgen María, asistidos y amparados y merezcamos conseguir los premios eternos de tu Redención. Que vives y reinas por los de los siglos. Amén.

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Catequesis sobre San Cirilo de Alejandría

Catequesis sobre San Cirilo de Alejandría

Queridos hermanos y hermanas:

También hoy, continuando nuestro camino siguiendo las huellas de los Padres de la Iglesia, nos encontramos con una gran figura:  san Cirilo de Alejandría. Vinculado a la controversia cristológica que llevó al concilio de Éfeso del año 431 y último representante de relieve de la tradición alejandrina, san Cirilo fue definido más tarde en el Oriente griego como «custodio de la exactitud» —que quiere decir custodio de la verdadera fe— e incluso como «sello de los Padres». Estas antiguas expresiones manifiestan muy bien un dato que, de hecho, es característico de Cirilo, es decir, la constante referencia del obispo de Alejandría a los autores eclesiásticos precedentes (entre éstos sobre todo a Atanasio) con el objetivo de mostrar la continuidad de la propia teología con la tradición. Se insertó voluntaria y explícitamente en la tradición de la Iglesia, en la que reconocía la garantía de continuidad con los Apóstoles y con Cristo mismo.

Venerado como santo tanto en Oriente como en Occidente, en 1882 san Cirilo fue proclamado doctor de la Iglesia por el Papa León XIII, quien al mismo tiempo atribuyó el mismo título a otro importante representante de la patrística griega:  san Cirilo de Jerusalén. Se revelaron así la atención y el amor por las tradiciones cristianas orientales de aquel Papa, que después proclamó también doctor de la Iglesia a san Juan Damasceno, mostrando así que tanto la tradición oriental como la occidental expresan la doctrina de la única Iglesia de Cristo.

Nos han llegado muy pocas noticias sobre la vida de san Cirilo antes de su elección a la importante sede de Alejandría. Cirilo, sobrino de Teófilo, que desde el año 385 rigió como obispo, con mano firme y prestigio, la diócesis de Alejandría, nació probablemente en esa misma metrópoli egipcia entre el año 370 y el 380. Pronto se encaminó hacia la vida eclesiástica y recibió una buena educación, tanto cultural como teológica. En el año 403 se encontraba en Constantinopla siguiendo a su poderoso tío y allí participó en el Sínodo conocido con el nombre de la Encina, que depuso al obispo de la ciudad, Juan (después conocido como Crisóstomo), registrando así el triunfo de la sede de Alejandría sobre su rival tradicional, Constantinopla, donde residía el emperador. Tras la muerte de su tío Teófilo, Cirilo, que aún era joven, fue elegido en el año 412 obispo de la influyente Iglesia de Alejandría, gobernándola con gran firmeza durante treinta y dos años, tratando siempre de afirmar el primado en todo el Oriente, fortalecido asimismo por los vínculos tradicionales con Roma.

Dos o tres años después, en el 417 ó 418, el obispo de Alejandría dio pruebas de realismo al recomponer la ruptura de la comunión con Constantinopla, que persistía ya desde el año 406 tras la deposición de san Juan Crisóstomo. Pero el antiguo contraste con la sede de Constantinopla volvió a encenderse diez años después, cuando en el año 428 fue elegido obispo Nestorio, un prestigioso y severo monje de formación antioquena. El nuevo obispo de Constantinopla suscitó pronto oposiciones, pues en su predicación prefería para María el título de «Madre de Cristo» (Christotokos), en lugar del de «Madre de Dios» (Theotokos), ya entonces muy querido por la devoción popular.

El motivo de esta decisión del obispo Nestorio era su adhesión a la cristología de la tradición antioquena que, para salvaguardar la importancia de la humanidad de Cristo, acababa afirmando su separación de la divinidad. De este modo no era ya verdadera la unión entre Dios y el hombre en Cristo y, por tanto, ya no se podía hablar de «Madre de Dios».

La reacción de Cirilo —entonces máximo exponente de la cristología de Alejandría, que subrayaba con fuerza la unidad de la persona de Cristo— fue casi inmediata y se desplegó con todos los medios ya a partir del año 429, enviando también algunas cartas al mismo Nestorio. En la segunda misiva (PG 77, 44-49) que le envió Cirilo, en febrero del 430, leemos una clara afirmación del deber de los pastores de preservar la fe del pueblo de Dios. Este era su criterio, por lo demás válido también para hoy:  la fe del pueblo de Dios es expresión de la tradición, es garantía de la sana doctrina. Escribe estas líneas a Nestorio:  «Es necesario exponer al pueblo la enseñanza y la interpretación de la fe de la manera más irreprensible y recordar que quien escandaliza aunque sea a uno solo de los pequeños que creen en Cristo padecerá un castigo intolerable».

En la misma carta a Nestorio —misiva que más tarde, en el año 451, sería aprobada por el concilio de Calcedonia, cuarto concilio ecuménico—, Cirilo describe con claridad su fe cristológica:  «Siendo distintas las naturalezas que se unieron en esta unidad verdadera, de ambas resultó un solo Cristo, un solo Hijo:  no en el sentido de que la diversidad de las naturalezas quedara eliminada por esta unión, sino que la divinidad y la humanidad completaron para nosotros al único Señor Jesucristo e Hijo con su inefable e inexpresable conjunción en la unidad».

Y esto es importante:  realmente la verdadera humanidad y la verdadera divinidad se unen en una sola Persona, nuestro Señor Jesucristo. Por ello, sigue diciendo el obispo de Alejandría, «profesamos un solo Cristo y Señor, no en el sentido de que adoramos al hombre junto con el Logos, para no insinuar la idea de la separación diciendo «junto», sino en el sentido de que adoramos a uno solo y al mismo, pues su cuerpo no es algo ajeno al Logos, con el que está sentado a la diestra del Padre. No están sentados a su lado dos hijos, sino uno solo unido con la propia carne».

Muy pronto el obispo de Alejandría, gracias a agudas alianzas, logró que Nestorio fuera condenado repetidamente:  por parte de la sede romana con una serie de doce anatematismos redactados por él mismo y, finalmente, por el concilio de Éfeso, en el año 431, el tercer concilio ecuménico. La asamblea, que se desarrolló con vicisitudes tumultuosas, concluyó con el primer gran triunfo de la devoción a María y con el exilio del obispo de Constantinopla que no quería reconocer a la Virgen el título de «Madre de Dios», a causa de una cristología equivocada, que ponía división en el mismo Cristo. Ahora bien, después de haber prevalecido de este modo sobre el rival y su doctrina, san Cirilo supo alcanzar ya en el año 433 una fórmula teológica de compromiso y de reconciliación con los de Antioquía. Y esto también es significativo:  por una parte se da la claridad de la doctrina de la fe, pero, por otra, la intensa búsqueda de la unidad y de la reconciliación. En los años siguientes se dedicó con todos los medios a defender y aclarar su posición teológica hasta la muerte, acaecida el 27 de junio del año 444.

Los escritos de san Cirilo —verdaderamente muy numerosos y difundidos ampliamente incluso en diferentes traducciones latinas y orientales ya durante su vida, prueba de su éxito inmediato—, son de importancia primaria para la historia del cristianismo. Son importantes sus comentarios a muchos libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, entre los que destaca todo el Pentateuco, Isaías, los Salmos y los evangelios de san Juan y de san Lucas. Son de gran importancia también sus muchas obras doctrinales, en las que aparece continuamente la defensa de la fe trinitaria contra las tesis arrianas y contra las de Nestorio. La base de la enseñanza de san Cirilo es la tradición eclesiástica y, en particular, como he mencionado, los escritos de san Atanasio, su gran predecesor en la sede de Alejandría. Entre los otros escritos de san Cirilo hay que recordar finalmente los libros Contra Juliano, última gran respuesta a las polémicas anticristianas, dictada por el obispo de Alejandría probablemente en los últimos años de su vida para replicar a la obra Contra los galileos, compuesta muchos años antes, en el año 363, por el emperador que fue llamado el Apóstata por haber abandonado el cristianismo en el que había sido educado.

La fe cristiana es ante todo encuentro con Jesús, «una Persona que da un nuevo horizonte a la vida» (Deus caritas est, 1). San Cirilo de Alejandría fue un incansable y firme testigo de Jesucristo, Verbo de Dios encarnado, subrayando sobre todo la unidad, como repite en el año 433, en la primera carta (PG 77, 228-237) al obispo Sucenso:  «Uno solo es el Hijo, uno solo el Señor Jesucristo, ya sea antes de la encarnación ya después de la encarnación. En efecto, no era un Hijo el Logos nacido de Dios Padre, y otro el nacido de la santísima Virgen; sino que creemos que precisamente Aquel que existe antes de los tiempos nació también según la carne de una mujer». Esta afirmación, más allá de su significado doctrinal, muestra que la fe en Jesús Logos nacido del Padre está también muy arraigada en la historia, pues, como afirma san Cirilo, este mismo Jesús entró en el tiempo al nacer de María, la Theotokos, y estará siempre con nosotros, según su promesa. Y esto es importante:  Dios es eterno, nació de una mujer y sigue con nosotros cada día. En esta confianza vivimos, en esta confianza encontramos el camino de nuestra vida.

Audiencia General del miércoles 3 de octubre de 2007

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Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, con recursos audiovisuales

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, con recursos audiovisuales

Pocos casos hay en la historia de la Iglesia de difusión tan rápida y universal de una devoción mariana como es la del culto al famoso cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

 Era el día 23 de junio del año 1867, domínica infraoctava del Corpus, cuando, en la iglesia de padres redentoristas de Roma, el decano del Capítulo Vaticano, patriarca de Constantinopla (después cardenal), daba comienzo a la ceremonia de coronación de la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Con anterioridad, el día 12 de mayo del mismo año, habían aprobado por unanimidad los capitulares el proyecto de coronación, declarando en público decreto que dicho cuadro reunía todas las condiciones para tal honor: antiquísimo culto de más de tres siglos y fama de muy milagroso. Se señaló para la litúrgica conmemoración. de aquella fiesta la domínica que precede a la Natividad de San Juan Bautista. Hoy se celebra trasladada al 27 de junio en el calendario universal de la Iglesia.

¿Cuál es la historia de este cuadro, desde entonces tan celebrado en las cinco partes del mundo?

 Precisamente uno de los diputados por el Cabildo Vaticano para la coronación era Pedro Wenzel, subprefecto después del Archivo Secreto Vaticano, quien, años andando, en 1903 comunicó a un padre redentorista, investigador del origen de este cuadro por Bibliotecas y Archivos vaticanos, un interesante documento manuscrito que constituía la fuente primaria para la historia de la venerada imagen. Hallábase el documento en un códice manuscrito de Franciscus Turrigius (s. XVI), También se hallaron dos relaciones del mismo en la obra manuscrita en veintiséis grandes volúmenes de lo. Antonius Brusius (s. XVII) sobre antigüedades sacras de Roma. El documento primitivo, escrito en pergamino, fijo en una tabla, estaba colocado en el cancel que cerraba el altar mayor de la iglesia de San Mateo in Merulana. Ambos autores copiaron el original, que, por ser largo, lo resumiremos aquí.

 Un comerciante de Creta robó de una iglesia el cuadro milagroso y se dio a la mar, ocultando el cuadro entre las mercancías. Sobrevino una tempestad y todos, sin saber del cuadro, invocaban a la Virgen. Serenóse el mar y tomaron puerto. Un año después el comerciante, con el cuadro, llegaba a Roma. Enfermó el cretense y un amigo romano se lo llevó a su casa. En el trance de la muerte el cretense contó al romano el robo del cuadro, sin honor entre sus mercancías, rogándole que lo colocase en una iglesia donde se le diera culto. Lo prometió el romano. Muerto el mercader, hallaron, en efecto, el cuadro, mas la mujer del piadoso amigo persuadió a su marido a quedarse con el cuadro, reteniéndolo nueve meses. La Virgen, en una visión, dijo al romano que no hiciera tal, sino que lo colocara en lugar más decente. No obedeció. Volvió la Virgen segunda y tercera vez, amenazándole entonces con una mala muerte si no lo ponía en una iglesia. Temió el romano y rogó a su mujer que regalara el cuadro a alguna iglesia. Negóse ella con muchas razones y el marido se conformó. La Virgen volvió a hablar al romano: «Te avisé, te amenacé, no has querido obedecer. Tendrás que salir tú primero, para salir yo después en busca de lugar más honorable”. Y se murió el romano. Se apareció la Virgen a una hija suya de seis años y le dijo: «Avisa a tu madre y a tu tío, y diles que Santa María del Perpetuo Socorro quiere que la saquéis de casa si no queréis morir todos muy pronto». Contó la niña, temió la madre, que había tenido la misma visión, y se determinó a obedecer. Pero en esto una vecina, enterada de lo ocurrido, la decide con muchas y poco piadosas razones a que no lo haga. Volvió la vecina a casa, pero enfermó de peste. Entonces invocó a la Virgen y se curó. Volvió la Virgen a la niña para que dijese a su madre: que quería ser llevada a cierta iglesia llamada de San Mateo, entre Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. Obedeció la madre y, avisando a los frailes agustinos que llevaban aquella iglesia, con acompañamiento de todo el clero Y pueblo fue trasladado el cuadro y el mismo día de la traslación hizo el primer milagro.

 La fecha de la traslación fue el 27 de marzo de 1499, reinando Alejandro VI, y la data del documento fue entre la fecha anterior y el año 1503, en que murió dicho papa. Brutius decía que la letra y el color denunciaban la fecha.

 Quedó allí la imagen durante tres siglos (1499-1798). Las tropas de Napoleón ocuparon Roma y, entre otras iglesias, derribaron la de San Mateo. Los agustinos irlandeses que la regentaban se pasaron con el cuadro a la próxima iglesia de San Eusebio y, de allí, a la de Santa María in Posterula. En el año 1855 tomaba el hábito de redentorista el joven Miguel Marchi. De niño había sido monaguillo en la casi extinta comunidad de agustinos, custodios del cuadro que ignoraban. Pero un lego, fray Agustín Orsetti, muy viejo, que había conocido el culto y los milagros de la Virgen olvidada, decía con frecuencia al monaguillo: «Sábetelo bien, Miguelito. La Virgen de San Mateo la tenemos en el oratorio. No lo olvides… ¡Era muy milagrosa!». Y no lo olvidó. Enterado el superior general de los padres redentoristas, reverendísimo padre Nicolás Maurón, se presentó con el padre Marchi a Pío IX. Le refirió el caso del milagroso cuadro, su paradero, ser voluntad de la Virgen exponerla al culto entre San Juan de Letrán y Santa María la Mayor, término que coincidía precisamente con el solar de los redentoristas. Acogió Pío IX las súplicas y pocos días después, por billete escrito de propio puño, ordenó (11 de diciembre de 1865) al cardenal prefecto de la Propaganda gestionase la entrega del cuadro a los padres redentoristas. Así se hizo.

 El día 26 de abril de 1866 recorrió el cuadro de nuevo las calles de Roma. Al año siguiente, como dijimos al principio, fue coronado por el Cabildo Vaticano. Desde entonces no ha cesado su devoción de recorrer aldeas y ciudades de las cinco partes del mundo con gran fruto espiritual de conversiones.

 El cardenal Francisco Ehrle, S. I., decía a un padre redentorista: «No hay Virgen romana más documentada que la Virgen del Perpetuo Socorro».

 Descripción del cuadro.-Su tamaño es de 53 por 41,5 centímetros. Está pintado al temple y en nogal. Fue restaurado por el artista polaco Novodny en 1866. La Virgen viste túnica roja, peplos o manto azul marino con vueltas verdes y esclavina. El quecrúfalos, redecilla o pañuelo verde, le recoge el cabello. El Niño viste túnica verde con cinturón púrpura y manto marrón claro. A la derecha de la figura San Miguel, túnica jacinto, manto y paño de honor verdes. A la izquierda, San Gabriel, túnica, manto y paño de honor jacinto. Todos los personajes nimbados. Los pliegues de los paños van acusados con reflejos de oro. El fondo es oro. Los personajes llevan sus nombres en abreviaturas griegas: Jesús-Cristo, Madre de Dios, el arcángel Miguel, el arcángel Gabriel. Los trazos sobre las letras son signos ortográficos y de abreviación.

 Composición del cuadro.- No es una simple imagen o retrato de María. Es una escena, una especie de cuadro de género. Para ello no basta que haya en la escena varios personajes. Es preciso que el pedazo de vida que allí se vive encadene y relacione a los personajes unos con otros, no con inscripciones o guiones, sino con el gesto, la mirada, el sentido. Es un momento simbólico de la vida de María.

 Su momento feliz es interrumpido por una visión terrible: la Pasión, cuyos instrumentos presentan los ángeles al Niño. Este vuelve la mirada consternado hacia la aparición. Con el movimiento brusco de terror contrae el pie izquierdo y la sandalia se le desprende. Las manecitas se aferran al pulgar de la Madre. Por eso la llaman a veces los rusos la Virgen del pulgar (Taletskaia Bojia Mater). La mirada de la Virgen trasciende el cuadro y pasa al espectador.

 Escuela y fecha.- La flexibilidad de la escena denota la presencia del realismo italiano. Sin embargo, la técnica es bizantina. Su dibujo es más rígido que el de sus contemporáneos italianos, tiene más de calco que de inspiración personal. No es un cuadro hecho en Italia como sus congéneres de Cimabue, Bernabé de Módena y Botticelli. Es un cuadro bizantino con influencias italianas. La isla de Creta era entonces colonia veneciana. Un ejemplar de nuestro cuadro está firmado por Andreas Rico de Candía (s. XV). El nuestro parece más antiguo que sus similares esparcidos por Italia. Kondakof y Muratof, disintiendo a veces, convienen en la inspiración italiana y lo atribuyen a la escuela ruso-bizantina de Novgorod, entre los siglos XIV y XV. En Rusia las Metsnaia ikona (imágenes de asiento) o Poklonnaia ikona (imágenes grandes) estaban fijas en el Iconostasio. Las Vírgenes de la Pasión (nuestro cuadro) eran imágenes de la devoción íntima y se llamaban Domovaia (imagen doméstica) o Molennaia ikona (imagen pequeña).

 Los papas han tenido siempre particular devoción al cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Pío IX lo regaló a los católicos de Zitomir (Rusia), que le pedían una de las Vírgenes más veneradas en Roma. León XIII se la dio a los misioneros de la Asunción que partían para Bulgaria. San Pío X la regaló a la emperatriz abisinia Taitú. Benedicto XV la tenía sobre su trono; para el 50 aniversario de la exposición al culto del prodigioso cuadro acuñó, a sus expensas, una medalla conmemorativa con su busto y la imagen del Perpetuo Socorro. Pío XI la puso en el escudo de la misión pontificia para socorrer a los niños hambrientos de Rusia. Hoy se la considera como símbolo de enlace entre la Iglesia romana y las Iglesias orientales disidentes, para la unión. Es cosa menos que interminable enumerar las naciones y centros en que a la Virgen del Perpetuo Socorro se le tributa culto especial. Baste decir que se halla extendida su devoción por las cinco partes del mundo. Sólo destacaremos las formas más significativas de este culto.

 Existe la Archicofradía de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de la que Pío IX quiso ser el primer archicofrade, encabezando las listas. También lo fue Alfonso XIII, cuya curación, en una gripe infantil, se atribuyó a una estampa de la Virgen colocada en su cuna. La Archicofradía tiene una sección especial: la Súplica Perpetua, por la que los socios se comprometen a orar media hora todos los meses ante el cuadro. Está también en plena vitalidad la Visita Domiciliaria por medio de capillas portátiles. En muchos países extranjeros existe la Novena Perpetua, sobre todo en los pueblos anglosajones, originaria de los Estados Unidos, que celebra una función religiosa como de media hora un día a la semana, durante todo el año. Pero esa función se repite, como en San Luis (Estados Unidos) once veces por día, para dar entrada a las oleadas de devotos. Estos, en la iglesia de Boston, no bajan de 20.000 el día semanal de la novena. El centro de Manila es asombroso. En Baclarán, barrio de la capital, se ha construido una iglesia capaz para 12.000 personas. En los días de Novena Perpetua el municipio organiza servicio especial de tranvías y autobuses, con un promedio de 60.000 asistentes en los siete ejercicios al día. El delegado apostólico, monseñor Panico, decía: “La Novena Perpetua es la gracia más grande que Dios ha dado a Filipinas después de su conversión al cristianismo». A estas Novenas Perpetuas asisten muchos no católicos. El padre Juan Herat, oblato de María Inmaculada, decía que, en su parroquia de Colombo, asistían los miércoles de la Novena 30.000 personas entre católicos, hindúes, budistas, mahometanos, parsis y protestantes. Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Alemania, Inglaterra la tienen en la mayor parte de sus iglesias. Son cientos de miles los lugares misionados adonde se ha llevado el cuadro y su devoción. Varios cientos de miles suman los ejemplares de las revistas de su nombre. Los altares erigidos en su honor son innumerables. Un cronista extranjero contaba por el año 1916 unos 1.200 altares sólo en pueblos de Andalucía. En España, además de la devoción privada que todo español conoce, tiene esta Virgen el homenaje de instituciones públicas de que es ella Patrona, así: Sanidad Militar, Colegios Médicos, Beneficencia Municipal de Madrid, en el Ministerio de la Gobernación, Asociación Mutua de Socorros, el Seguro Español, Mutualidad de Peritos del Ministerio de Agricultura, Ministerio de Hacienda. En Méjico y en las naciones de Centro y Sudamérica florece la devoción en prácticas piadosas y frutos de bendición, como en cualquier nación europea.

 No basta la distancia remota de los pueblos para limitar su devoción. A principios de siglo unos misioneros austríacos, en misión rodante por el Transiberiano, llevaron el cuadro desde Moscú a VIadivostok. En Africa lo presentan al culto los misioneros del Alto Níger (franceses), del Congo (belgas), de Africa del Sur (ingleses). También en Oceanía los misioneros de Nueva Guinea. Siete catedrales de Australia y Nueva Zelanda celebran la Novena Perpetua. En Newcastle (Oceanía) cinco estaciones radiofónicas comerciales transmiten la Novena Perpetua. En 1948 el padre Henry, oblato de María Inmaculada, llevaba el cuadro al Polo Norte, al 70º de latitud, península de Boothia.

Como se ve, esta devoción tiene un marcado carácter universalista, con un fruto abundante de conversiones.

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Otros recursos en la red

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Recursos audiovisuales

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Evangelio del día: Condiciones para seguir a Jesús

Evangelio del día: Condiciones para seguir a Jesús

Mateo 8, 18-22. Lunes de la 13.ª semana del Tiempo Ordinario. El seguimiento auténtico de Jesús exige tomar su Cruz para acompañarle en su camino, y también exige actos concretos, obras que muestren la fe.

Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Libro de Amós, Am 2, 6-10.13-16

Salmo: Sal 50(49), 16-23

Oración introductoria

Señor, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad porque quiero ser un fiel seguidor tuyo; pero bien que conoces mi debilidad, mis apegos… Hoy me pongo de rodillas ante Ti y te suplico que me des la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo.

Petición

Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad

Meditación del Santo Padre Francisco

Hoy es todavía tiempo de mártires: los cristianos son perseguidos en Oriente Medio donde son asesinados o se ven obligados a huir, también «de modo elegante, con los guantes blancos». En el día que la Iglesia hace memoria de los mártires de los primeros siglos, el Papa Francisco invitó a rezar «por nuestros hermanos que hoy viven en persecución». Porque, afirmó, hoy «no hay menos mártires» que en tiempos de Nerón. Precisamente al martirio, a su actualidad y a lo que lo caracteriza, el Pontífice dedicó la celebración eucarística del lunes 30 de junio.

«En la oración de inicio de la misa —dijo el Papa— hemos invocado al Señor de este modo: “Señor, que has fecundado con la sangre de los mártires los primeros brotes de la Iglesia de Roma”». Es una invocación apropiada, explicó, para la conmemoración de los «primeros mártires de esta Iglesia». Sobre todo, añadió, «sus huesos están cerca, aquí, no sólo en el cementerio, a pocos metros bajo tierra había muchos» y «quizá algunos aquí debajo».

Es particularmente significativo, señaló el Papa, que «el verbo que usamos para invocar al Señor es fecundar: “Tú has fecundado los brotes”». Por lo tanto «se habla de crecimiento y de una planta: esto nos hace pensar en las numerosas ocasiones que Jesús dijo que el Reino de los cielos era como una semilla». También «el apóstol Pedro, en su carta, nos dice que “hemos sido regenerados a partir de una semilla incorruptible”». Y ésta «es la semilla de la Palabra de Dios. Esto es lo que se siembra: la semilla es la Palabra de Dios, dice el Señor. Se siembra».

En una palabra, Jesús explica precisamente que «el Reino de los cielos es como un hombre que arrojó la semilla en la tierra, luego va a su casa, descansa, trabaja, vela, de día y de noche, y la semilla crece, germina, sin que él sepa cómo».

La cuestión central, afirmó el Papa, es preguntarse, «cómo se hace para que esta semilla de la Palabra de Dios crezca y se convierta en el Reino de Dios, crezca y llegue a ser Iglesia». El obispo de Roma indicó «las dos fuentes» que llevan a cabo esta obra: «el Espíritu Santo —la fuerza del Espíritu Santo— y el testimonio del cristiano».

Sobre todo, explicó el Papa, «sabemos que no hay crecimiento sin el Espíritu: es Él quien hace a la Iglesia, es Él quien hace crecer a la Iglesia, es Él quien convoca a la comunidad de la Iglesia». Pero, prosiguió, «es necesario también el testimonio del cristiano». Y «cuando el testimonio llega a su fin, cuando las circunstancias históricas nos piden un testimonio fuerte, allí están los mártires: los más grandes testigos». Y he aquí, pues, que «la Iglesia se riega con la sangre de los mártires». Precisamente «ésta es la belleza del martirio: comienza con el testimonio, día tras día, y puede acabar con la sangre, como Jesús, el primer mártir, el primer testigo, el testigo fiel.

Pero para ser verdadero, el testimonio «debe ser sin condiciones», afirmó el Pontífice. El Evangelio propuesto por la liturgia del día (Mateo 8, 18-22) es claro al respecto. «Hemos escuchado lo que dice el Señor» al discípulo, que para seguirle pide una condición: «Señor déjame primero ir a enterrar a mi padre». Pero «el Señor lo detiene: ¡No!». En efecto, precisó el Papa, «el testimonio es sin condiciones, debe ser firme, debe ser decidido, debe tener el lenguaje, tan fuerte, de Jesús: ¡sí sí, no no!». Es exactamente «este el lenguaje del testimonio».

Mirando a la historia de «esta Iglesia de Roma que crece, guiada por la sangre de los mártires», el Papa invitó a pensar «en los numerosos mártires de hoy que dan su vida por la fe: cristianos perseguidos». Porque, afirmó, «si en aquella persecución de Nerón hubo muchos, hoy no hay menos mártires, cristianos perseguidos». Los hechos son conocidos. «Pensemos en Oriente Medio», dijo, «en los cristianos que deben huir de la persecución» y «en los cristianos asesinados por los perseguidores». Y «también en los cristianos expulsados de un modo elegante, con guante blanco: también esa es una persecución».

En nuestros días, repitió el Papa, «hay más testimonios, más mártires en la Iglesia que en los primeros siglos». Y «haciendo memoria en la misa de nuestros gloriosos antepasados aquí en Roma», invitó a pensar y a rezar también por «nuestros hermanos que viven perseguidos, que sufren y que con su sangre hacen crecer la semilla de muchas Iglesias pequeñitas que nacen». Sí, concluyó, «recemos por ellos y también por nosotros.

Santo Padre Francisco: Martirio de guante blanco

Meidtación del lunes, 30 de junio de 2014

Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI

[…] Jesús pregunta primero a sus seguidores: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (Mc 8,27), las respuestas que le dan son muy diferentes: Juan el Bautista, Elías, un profeta. También hoy, como a lo largo de los siglos, aquellos, que de una u otra manera, han encontrado a Jesús en su camino, ofrecen sus respuestas. Éstas son aproximaciones que pueden permitir encontrar el camino de la verdad. Pero, aunque no sean necesariamente falsas, siguen siendo insuficientes, pues no llegan al corazón de la identidad de Jesús. Sólo quien se compromete a seguirlo en su camino, a vivir en comunión con él en la comunidad de los discípulos, puede tener un conocimiento verdadero. Entonces es cuando Pedro, que desde hacía algún tiempo había vivido con Jesús, dará su respuesta: «Tú eres el Mesías» (Mc 8,29). Respuesta acertada sin duda alguna, pero aún insuficiente, puesto que Jesús advirtió la necesidad de precisarla. Se percataba de que la gente podría utilizar esta respuesta para propósitos que no eran los suyos, para suscitar falsas esperanzas terrenas sobre él. Y no se deja encerrar sólo en los atributos del libertador humano que muchos esperan.

Al anunciar a sus discípulos que él deberá sufrir y ser ajusticiado antes de resucitar, Jesús quiere hacerles comprender quién es de verdad. Un Mesías sufriente, un Mesías servidor, no un libertador político todopoderoso. Él es siervo obediente a la voluntad de su Padre hasta entregar su vida. Es lo que anunciaba ya el profeta Isaías en la primera lectura. Así, Jesús va contra lo que muchos esperaban de él. Su afirmación sorprende e inquieta. Y eso explica la réplica y los reproches de Pedro, rechazando el sufrimiento y la muerte de su maestro. Jesús se muestra severo con él, y le hace comprender que quien quiera ser discípulo suyo, debe aceptar ser un servidor, como él mismo se ha hecho siervo.

Decidirse a seguir a Jesús, es tomar su Cruz para acompañarle en su camino, un camino arduo, que no es el del poder o el de la gloria terrena, sino el que lleva necesariamente a la renuncia de sí mismo, a perder su vida por Cristo y el Evangelio, para ganarla. Pues se nos asegura que este camino conduce a la resurrección, a la vida verdadera y definitiva con Dios. Optar por acompañar a Jesucristo, que se ha hecho siervo de todos, requiere una intimidad cada vez mayor con él, poniéndose a la escucha atenta de su Palabra, para descubrir en ella la inspiración de nuestras acciones.

[…]

Santiago nos ha recordado cómo este seguir a Jesús, para ser auténtico, exige actos concretos: «Yo con mis obras, te mostraré la fe» (Sant 2, 18). Servir es una exigencia imperativa para la Iglesia y, para los cristianos, el ser verdaderos servidores, a imagen de Jesús. El servicio es un elemento fundacional de la identidad de los discípulos de Cristo (cf. Jn 13,15-17). La vocación de la Iglesia y del cristiano es servir, como el Señor mismo lo ha hecho, gratuitamente y a todos, sin distinción. Por tanto, en un mundo donde la violencia no cesa de extender su rastro de muerte y destrucción, servir a la justicia y la paz es una urgencia, para comprometerse en aras de una sociedad fraterna, para fomentar la comunión.

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Homilía del domingo, 16 de septiembre de 2012

Propósito

Ante el Santísimo Sacramento, revisar mi vida: ¿qué me pide Dios? ¿Cómo le voy a responder?

Diálogo con Cristo

Señor, el ambiente social y los medios de comunicación buscan imponer un estilo de vida donde lo práctico y el bienestar ocupan el primer lugar. Seguirte, comprometer la vida al ideal del Evangelio, es ir contra corriente. Así es, y así ha sido siempre. No permitas que me engañe, que busque evadir mis responsabilidades. Ayúdame a saber vivir mi misión, identificándome plenamente con el ideal que me propone Tu Evangelio.

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Evangelio del día en «Catholic.net»

Evangelio del día en «Evangelio del día»

Evangelio del día en «Orden de Predicadores»

Evangelio del día en «Evangeli.net»

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Evangelio del día: No mirar atrás

Evangelio del día: No mirar atrás

Lucas 9, 51-62. Decimotercer domingo del Tiempo Ordinario. Las condiciones para seguir a Jesús son: no tener una morada estable; saberse desprender de los afectos humanos; no ceder a la nostalgia del pasado.

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?». Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!». Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Y dijo a otro: «Sígueme». El respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Libro Primero de Reyes, 1 Re 19, 16b.19-21

Salmo: Sal 16(15), 1-2.5-11

Segunda lectura: Carta de san Pablo a los Gálatas, Gál 5, 1.13-18

Oración introductoria

Sagrado Corazón de Jesús, no hay camino más corto y más seguro para alcanzar la felicidad que el conocer, venerar, agradecer y alabar tu sacratísimo corazón. Dame un amor ardiente y personal a tu divino corazón, y nunca dejes que anteponga mi egoísmo o mis apegos terrenales a tu santa voluntad.

Petición

Jesús, conviérteme en un apóstol apasionado de tu Reino.

Meditación del Santo Padre Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (Lc 9, 51-62) muestra un paso muy importante en la vida de Cristo: el momento en el que —como escribe san Lucas— «Jesús tomó la firme decisión de caminar a Jerusalén» (9, 51). Jerusalén es la meta final, donde Jesús, en su última Pascua, debe morir y resucitar, y así llevar a cumplimiento su misión de salvación. Desde ese momento, después de esa «firme decisión», Jesús se dirige a la meta, y también a las personas que encuentra y que le piden seguirle les dice claramente cuáles son las condiciones: no tener una morada estable; saberse desprender de los afectos humanos; no ceder a la nostalgia del pasado.

Pero Jesús dice también a sus discípulos, encargados de precederle en el camino hacia Jerusalén para anunciar su paso, que no impongan nada: si no hallan disponibilidad para acogerle, que se prosiga, que se vaya adelante. Jesús no impone nunca, Jesús es humilde, Jesús invita. Si quieres, ven. La humildad de Jesús es así. Él invita siempre, no impone.

Todo esto nos hace pensar. Nos dice, por ejemplo, la importancia que, también para Jesús, tuvo la conciencia: escuchar en su corazón la voz del Padre y seguirla. Jesús, en su existencia terrena, no estaba, por así decirlo, «telemandado»: era el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre, y en cierto momento tomó la firme decisión de subir a Jerusalén por última vez; una decisión tomada en su conciencia, pero no solo: ¡junto al Padre, en plena unión con Él! Decidió en obediencia al Padre, en escucha profunda, íntima, de su voluntad. Y por esto la decisión era firme, porque estaba tomada junto al Padre. Y en el Padre Jesús encontraba la fuerza y la luz para su camino. Y Jesús era libre; en aquella decisión era libre. Jesús nos quiere a los cristianos libres como Él, con esa libertad que viene de este diálogo con el Padre, de este diálogo con Dios. Jesús no quiere ni cristianos egoístas —que siguen el propio yo, no hablan con Dios— ni cristianos débiles —cristianos que no tienen voluntad, cristianos «telemandados», incapaces de creatividad, que buscan siempre conectarse a la voluntad de otro y no son libres—. Jesús nos quiere libres, ¿y esta libertad dónde se hace? Se hace en el diálogo con Dios en la propia conciencia. Si un cristiano no sabe hablar con Dios, no sabe oír a Dios en la propia conciencia, no es libre, no es libre.

Por ello debemos aprender a oír más nuestra conciencia. Pero ¡cuidado! Esto no significa seguir al propio yo, hacer lo que me interesa, lo que me conviene, lo que me apetece… ¡No es esto! La conciencia es el espacio interior de la escucha de la verdad, del bien, de la escucha de Dios; es el lugar interior de mi relación con Él, que habla a mi corazón y me ayuda a discernir, a comprender el camino que debo recorrer, y una vez tomada la decisión, a seguir adelante, a permanecer fiel.

Hemos tenido un ejemplo maravilloso de cómo es esta relación con Dios en la propia conciencia; un ejemplo reciente maravilloso. El Papa Benedicto XVI nos dio este gran ejemplo cuando el Señor le hizo entender, en la oración, cuál era el paso que debía dar. Con gran sentido de discernimiento y valor, siguió su conciencia, esto es, la voluntad de Dios que hablaba a su corazón. Y este ejemplo de nuestro padre nos hizo mucho bien a todos nosotros, como un ejemplo a seguir.

La Virgen, con gran sencillez, escuchaba y meditaba en lo íntimo de sí misma la Palabra de Dios y lo que sucedía a Jesús. Siguió a su Hijo con íntima convicción, con firme esperanza. Que María nos ayude a ser cada vez más hombres y mujeres de conciencia, libres en la conciencia, porque es en la conciencia donde se da el diálogo con Dios; hombres y mujeres capaces de escuchar la voz de Dios y de seguirla con decisión.

Santo Padre Francisco

Ángelus del Domingo, 30 de junio de 2013

Diálogo con Cristo

Sagrado Corazón de Jesús, quiero orar y trabajar para que miles de personas se conviertan también en apóstoles convencidos tuyos, porque no hay nada más grande y hermoso que ser conquistados por tu Evangelio. Pongo a toda mi familia bajo tu protección.

Propósito

Si tantos hombres valientes se han convertido en héroes por un ideal noble, sí, aunque terreno, ¿Cristo no nos puede pedir eso mismo para la aventura más maravillosa y heroica, la de ganar a miles de almas para Dios y para la vida eterna? Muchos hombres y mujeres han sido mártires por el nombre de Cristo. Y nosotros, ¿qué seremos capaz de hacer por Él?

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Evangelio del día en «Catholic.net»

Evangelio del día en «Evangelio del día»

Evangelio del día en «Orden de Predicadores»

Evangelio del día en «Evangeli.net»

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Evangelio del día: Construir en roca firme

Evangelio del día: Construir en roca firme

Mateo 7, 21-29. Jueves de la 12.ª semana del Tiempo Ordinario. Construir sobre roca quiere decir ante todo: construir sobre Cristo y con Cristo.

No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?». Entonces yo les manifestaré: «Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal». Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena». Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande». Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Libro Segundo de Reyes, 2 Re 24, 8-17

Salmo: Sal 79(78), 1-5.8-9

Oración introductoria

Señor, me acerco a Ti en esta oración para construir mi vida sobre la roca firme de tu amor. No permitas que me conforme con invocar tu nombre con los brazos cruzados, mis ojos cerrados y mis oídos tapados. Tengo sed de Ti, de encontrarme contigo, de dejarme guiar por Ti en esta meditación.

Petición

Padre Santo, dame el don de construir mi vida sobre la roca firme de tu amor.

Meditación del Santo Padre Francisco

Hay necesidad de «cristianos de acción y de verdad» cuya vida esté «fundada sobre la roca de Jesús», y no de «cristianos de palabras», superficiales como los gnósticos o rígidos como los pelagianos. Lo dijo el Papa Francisco, en la misa celebrada el [día de hoy] en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.

El Papa, inspirándose en el evangelio del día (Mt 7, 21-29), dijo que «el Señor nos habla de nuestro fundamento, el fundamento de nuestra vida cristiana», y nos dice que este «fundamento es la roca». Esto significa que «debemos construir la casa», o sea nuestra vida, sobre la roca que es Cristo. Él es la única roca «que puede darnos seguridad».

A partir de esta enseñanza, el Papa Francisco identificó «en la historia de la Iglesia dos clases de cristianos»: los primeros, de quienes hay que tener cuidado, son los «cristianos de palabras», los que se limitan a repetir: «Señor, Señor»; los segundos, los auténticos, son «cristianos de acción, de verdad». Al respecto destacó que desde siempre existe «la tentación de vivir nuestro cristianismo fuera de la roca que es Cristo: el único que nos da la libertad para decir «Padre» a Dios; el único que nos sostiene en los momentos difíciles». E hizo una doble exhortación a pedir «al Señor la gracia de no transformarnos en «cristianos de palabras»», para poder, en cambio, «ir adelante en la vida como cristianos firmes sobre la roca que es Jesucristo y con la libertad que nos da el Espíritu Santo». Una gracia que se ha de pedir «de modo especial a la Virgen. Ella —concluyó— sabe lo que significa estar fundados en la roca».

Santo Padre Francisco: Cristianos de acción y de verdad

Meditación del jueves, 27 de junio de 2013

Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI

Queridos jóvenes amigos:

¡Os doy mi cordial bienvenida! Vuestra presencia me alegra. Doy gracias al Señor por este encuentro con el calor de vuestra cordialidad. Sabemos que «donde están dos o tres reunidos en el nombre de Jesús, él está en medio de ellos» (cf. Mt 18, 20). ¡Pero vosotros sois hoy aquí muchos más! Por esto os doy las gracias a cada uno de vosotros. Así pues, Jesús está aquí con nosotros. Está presente entre los jóvenes de la tierra polaca, para hablar con ellos de una casa que no se desplomará jamás, porque está edificada sobre roca. Es la palabra evangélica que acabamos de escuchar (cf. Mt 7, 24-27).

Amigos míos, en el corazón de cada hombre existe el deseo de una casa. En un corazón joven existe con mayor razón el gran anhelo de una casa propia, que sea sólida, a la que no sólo se pueda volver con alegría, sino también en la que se pueda acoger con alegría a todo huésped que llegue. Es la nostalgia de una casa en la que el pan de cada día sea el amor, el perdón, la necesidad de comprensión, en la que la verdad sea la fuente de la que brota la paz del corazón.

Es la nostalgia de una casa de la que se pueda estar orgulloso, de la que no se deba avergonzar y por cuya destrucción jamás se deba llorar. Esta nostalgia no es más que el deseo de una vida plena, feliz, realizada. No tengáis miedo de este deseo. No lo evitéis. No os desaniméis a la vista de las casas que se han desplomado, de los deseos que no se han realizado, de las nostalgias que se han disipado. Dios Creador, que infunde en un corazón joven el inmenso deseo de felicidad, no lo abandona después en la ardua construcción de la casa que se llama vida.

Amigos míos, se impone una pregunta: «¿Cómo construir esta casa?». Es una pregunta que seguramente ya os habéis planteado muchas veces en vuestro corazón y que volveréis a plantearos muchas veces. Es una pregunta que es preciso hacerse a sí mismos no solamente una vez. Cada día debe estar ante los ojos del corazón: ¿cómo construir la casa llamada vida? Jesús, cuyas palabras hemos escuchado en el pasaje del evangelio según san Mateo, nos exhorta a construir sobre roca. En efecto, solamente así la casa no se desplomará.

Pero ¿qué quiere decir construir la casa sobre roca? Construir sobre roca quiere decir ante todo: construir sobre Cristo y con Cristo. Jesús dice: «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que construyó su casa sobre roca» (Mt 7, 24). Aquí no se trata de palabras vacías, dichas por una persona cualquiera, sino de las palabras de Jesús. No se trata de escuchar a una persona cualquiera, sino de escuchar a Jesús. No se trata de cumplir cualquier cosa, sino de cumplir las palabras de Jesús.

Construir sobre Cristo y con Cristo significa construir sobre un fundamento que se llama amor crucificado. Quiere decir construir con Alguien que, conociéndonos mejor que nosotros mismos, nos dice: «Eres precioso a mis ojos, … eres estimado, y yo te amo» (Is 43, 4). Quiere decir construir con Alguien que siempre es fiel, aunque nosotros fallemos en la fidelidad, porque él no puede negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2, 13). Quiere decir construir con Alguien que se inclina constantemente sobre el corazón herido del hombre, y dice: «Yo no te condeno. Vete, y en adelante no peques más» (cf. Jn 8, 11). Quiere decir construir con Alguien que desde lo alto de la cruz extiende los brazos para repetir por toda la eternidad: «Yo doy mi vida por ti, hombre, porque te amo».

Por último, construir sobre Cristo quiere decir fundar sobre su voluntad todos nuestros deseos, expectativas, sueños, ambiciones, y todos nuestros proyectos. Significa decirse a sí mismo, a la propia familia, a los amigos y al mundo entero y, sobre todo, a Cristo: «Señor, en la vida no quiero hacer nada contra ti, porque tú sabes lo que es mejor para mí. Sólo tú tienes palabras de vida eterna» (cf. Jn 6, 68). Amigos míos, no tengáis miedo de apostar por Cristo. Tened nostalgia de Cristo, como fundamento de la vida. Encended en vosotros el deseo de construir vuestra vida con él y por él. Porque no puede perder quien lo apuesta todo por el amor crucificado del Verbo encarnado.

Construir sobre roca significa construir sobre Cristo y con Cristo, que es la roca. En la primera carta a los Corintios san Pablo, hablando del camino del pueblo elegido a través del desierto, explica que todos «bebieron… de la roca espiritual que los acompañaba; y la roca era Cristo» (1 Co 10, 4). Ciertamente, los padres del pueblo elegido no sabían que esa roca era Cristo. No eran conscientes de que los acompañaba Aquel que, cuando llegaría la plenitud de los tiempos, se encarnaría, asumiendo un cuerpo humano. No necesitaban comprender que apagaría su sed el Manantial mismo de la vida, capaz de ofrecer el agua viva para saciar la sed de todo corazón. Sin embargo, bebieron de esta roca espiritual que es Cristo, porque sentían nostalgia del agua de la vida, la necesitaban.

Mientras caminamos por las sendas de la vida, a veces quizá no somos conscientes de la presencia de Jesús. Pero precisamente esta presencia viva y fiel, la presencia en la obra de la creación, la presencia en la palabra de Dios y en la Eucaristía, en la comunidad de los creyentes y en todo hombre redimido por la preciosa sangre de Cristo, esta presencia es la fuente inagotable de la fuerza humana. Jesús de Nazaret, Dios que se hizo hombre, está a nuestro lado en los momentos felices y en las adversidades, y desea esta relación, que es en realidad el fundamento de la auténtica humanidad. En el Apocalipsis leemos estas significativas palabras: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20).

Amigos míos, ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca significa también construir sobre Alguien che fue rechazado. San Pedro habla a sus fieles de Cristo como de una «piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios» (1 P 2, 4). El hecho innegable de la elección de Jesús por parte de Dios no esconde el misterio del mal, a causa del cual el hombre es capaz de rechazar a Aquel que lo ha amado hasta el extremo. Este rechazo de Jesús por parte de los hombres, mencionado por san Pedro, se prolonga en la historia de la humanidad y llega también a nuestros días.

No se necesita una gran agudeza para descubrir las múltiples manifestaciones del rechazo de Jesús, incluso donde Dios nos ha concedido crecer. Muchas veces Jesús es ignorado, es escarnecido, es proclamado rey del pasado, pero no del hoy y mucho menos del mañana; es arrumbado en el armario de cuestiones y de personas de las que no se debería hablar en voz alta y en público. Si en la construcción de la casa de vuestra vida os encontráis con los que desprecian el fundamento sobre el que estáis construyendo, no os desaniméis. Una fe fuerte debe superar las pruebas. Una fe viva debe crecer siempre. Nuestra fe en Jesucristo, para seguir siendo tal, debe confrontarse a menudo con la falta de fe de los demás.

Queridos amigos, ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca quiere decir ser conscientes de que habrá contrariedades. Cristo dice: «Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa…» (Mt 7, 25). Estos fenómenos naturales no sólo son la imagen de las múltiples contrariedades de la condición humana; normalmente también son previsibles. Cristo no promete que sobre una casa en construcción no caerá jamás un aguacero; no promete que una ola violenta no derribará lo que para nosotros es más querido; no promete que vientos impetuosos no arrastrarán lo que hemos construido a veces a costa de enormes sacrificios. Cristo no sólo comprende la aspiración del hombre a una casa duradera, sino que también es plenamente consciente de todo lo que puede arruinar la felicidad del hombre. Por eso, no debéis sorprenderos de que surjan contrariedades, cualesquiera que sean. No os desaniméis a causa de ellas. Un edificio construido sobre roca no queda exento de la acción de las fuerzas de la naturaleza, inscritas en el misterio del hombre. Haber construido sobre roca significa tener la certeza de que en los momentos difíciles existe una fuerza segura en la que se puede confiar.

Amigos míos, permitidme que insista: ¿qué quiere decir construir sobre roca? Quiere decir construir con sabiduría. Con razón Jesús compara a quienes oyen sus palabras y las ponen en práctica con un hombre sabio que ha construido su casa sobre roca. En efecto, es insensato construir sobre arena cuando se puede hacer sobre roca, teniendo así una casa capaz de resistir a cualquier tormenta. Es insensato construir la casa sobre un terreno que no ofrece garantías de resistir en los momentos más difíciles. Tal vez sea más fácil fundar nuestra vida sobre las arenas movedizas de nuestra visión del mundo, construir nuestro futuro lejos de la palabra de Jesús, y a veces incluso contra ella. Sin embargo, es evidente que quien construye de este modo no es prudente, porque quiere convencerse a sí mismo y a los demás de que en su vida no se desatará ninguna tormenta, de que ninguna ola se estrellará contra su casa. Ser sabio significa tener en cuenta que la solidez de la casa depende de la elección del fundamento. No tengáis miedo de ser sabios; es decir, no tengáis miedo de construir sobre roca.

Amigos míos, una vez más: ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca quiere decir también construir sobre Pedro y con Pedro, pues a él el Señor le dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt 16, 18). Si Cristo, la Roca, la piedra viva y preciosa, llama a su Apóstol piedra, significa que quiere que Pedro, y con él toda la Iglesia, sean signo visible del único Salvador y Señor.

Ciertamente aquí, en Cracovia, la ciudad predilecta de mi predecesor Juan Pablo II, a nadie sorprenden las palabras acerca de construir con Pedro y sobre Pedro. Por eso os digo: no tengáis miedo de construir vuestra vida en la Iglesia y con la Iglesia. Sentíos orgullosos del amor a Pedro y a la Iglesia a él encomendada. No os dejéis engañar por quienes quieren contraponer a Cristo y a la Iglesia. Sólo hay una roca sobre la cual vale la pena construir la casa. Esta roca es Cristo. Sólo hay una piedra sobre la cual vale la pena apoyarlo todo. Esta piedra es aquel a quien Cristo dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16, 18). Vosotros, los jóvenes, habéis conocido bien al Pedro de nuestro tiempo. Por eso, no olvidéis que ni aquel Pedro que está observando nuestro encuentro desde la ventana de Dios Padre, ni este Pedro que ahora está delante de vosotros, ni ningún Pedro sucesivo estará nunca contra vosotros, ni contra la construcción de una casa duradera sobre roca. Al contrario, con su corazón y con sus manos os ayudará a construir la vida sobre Cristo y con Cristo.

Queridos amigos, meditando en las palabras de Cristo sobre la roca como fundamento adecuado para la casa, no podemos menos de notar que la última palabra es una palabra de esperanza. Jesús dice que, a pesar de la furia de los elementos, la casa no se desplomó, porque estaba fundada sobre roca. Con estas palabras nos infunde una extraordinaria confianza en la fuerza del fundamento, la fe que no teme ser desmentida porque está confirmada por la muerte y resurrección de Cristo. Esta es la fe que, años después, confesará san Pedro en su carta: «He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa, y el que crea en ella no será confundido» (1 P 2, 6). Ciertamente «no será confundido…».

Queridos jóvenes amigos, el miedo al fracaso a veces puede frenar incluso los sueños más hermosos. Puede paralizar la voluntad e impedir creer que pueda existir una casa construida sobre roca. Puede persuadir de que la nostalgia de la casa es solamente un deseo juvenil y no un proyecto de vida. Como Jesús, decid a este miedo: «¡No puede caer una casa fundada sobre roca!». Como san Pedro, decid a la tentación de la duda: «Quien cree en Cristo, no será confundido». Sed testigos de la esperanza, de la esperanza que no teme construir la casa de la propia vida, porque sabe bien que puede apoyarse en el fundamento que le impedirá caer: Jesucristo, nuestro Señor.

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Encuentro con los jóvenes el sábado, 27 de mayo de 2006

Propósito

Visitar al Señor en el sagrario y rezarle: «Señor, creo en ti y por esto sé que no seré confundido».

Diálogo con Cristo

Jesús, contigo cada día es una bella oportunidad para hacer crecer mi amor por Ti y a los demás. Ayúdame a darte un «sí» en cada momento de mi vida, viviendo con la conciencia de que me creaste para ser santo y que la santidad no es sino una respuesta de amor, en cada momento del día, en lo pequeño y en lo grande.

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Evangelio del día en «Catholic.net»

Evangelio del día en «Evangelio del día»

Evangelio del día en «Orden de Predicadores»

Evangelio del día en «Evangeli.net»

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Guía para vivir el Año Santo de la Misericordia junto al Papa Francisco: Junio 2016

Guía para vivir el Año Santo de la Misericordia junto al Papa Francisco: Junio 2016

La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida… Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.

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(Misericordiae Vultus, 9)

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El llamado a la conversión o cambio de vida

Escuchamos al Papa Francisco

La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida… Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.

La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción… La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Para erradicarla de la vida personal y social son necesarias prudencia, vigilancia, lealtad, transparencia, unidas al coraje de la denuncia. Si no se la combate abiertamente, tarde o temprano busca cómplices y destruye la existencia… ¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón!

Misericordiae Vultus, 9

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Escuchamos la Palabra de Dios

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Se ha ido a alojar en casa de un pecador. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más. Y Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Evangelio según san Lucas 19, 1-10

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Un salmo para alabar

A cada estrofa del salmo repetimos:

Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias, a él, que es mi salvador y mi Dios.

¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios?

Júzgame, oh Dios,

y defiende mi causa

contra la gente sin piedad;

líbrame del hombre falso y perverso.

 

Si tú eres mi Dios y mi fortaleza,

¿por qué me rechazas?

¿Por qué tendré que estar triste,

oprimido por mi enemigo?

 

Envíame tu luz y tu verdad:

que ellas me encaminen

y me guíen a tu santa Montaña,

hasta el lugar donde habitas.

 

Y llegaré al altar de Dios,

el Dios que es la alegría de mi vida;

y te daré gracias con la cítara,

Señor, Dios mío.

 

¿Por qué te deprimes, alma mía?

¿Por qué te inquietas?

Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,

a él, que es mi salvador y mi Dios.

Salmo 43

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Para reflexionar y/o compartir en grupo

  1. Pensamos en aquellos que nos sentimos alejados, por diferentes circunstancias.  

  2.   ¿Nos dejamos tocar el corazón por el amor misericordioso de Jesús?

  3. ¿Qué nos sugiere la frase de Francisco: “este es el tiempo oportuno para cambiar de vida…”

  4. ¿Qué actitudes serían necesarias de nuestra parte?  Escribimos una pequeña lista de actitudes y las colocamos en el corazón de Jesús.  Oramos por el otro.

  5. ¿Somos capaces de tomar la iniciativa, como Jesús, para reconstruir el vínculo? 

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Intenciones

A cada intención respondemos: : ¡Ayúdanos a cambiar de vida y a convertir nuestro corazón!

  • Te rogamos que protejas y acompañes al Papa Francisco para que siga denunciando con firmeza las injusticias y desigualdades de este mundo.  Oremos…

  • Haz que podamos cambiar, con nuestras actitudes de vida, todo sistema que conduce a la insensibilidad social.  Oremos…

  • Ayúdanos a ser cada día más comprometidos, denunciando toda clase de opresión y esclavitud, sometimiento y corrupción.  Oremos…

  • Te pedimos por los que más tienen, para que toques su corazón y los hagas sensibles frente a las necesidades de los más pobres.  Oremos…

  • Ayúdanos a tomar conciencia y liberarnos de todo sistema corrupto, que destruye nuestras vidas y la de nuestros hermanos.  Oremos…

  • Para que la Iglesia siga siendo fiel a su misión profética de denunciar todo aquello que atente contra la vida humana.  Oremos…

Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…

Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.

Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío!  ¡Jesús, en vos confío!  ¡Jesús, en vos confío!

Oración: Señor de la fortaleza y el perdón. Te pedimos que vengas en nuestro auxilio y nos orientes cuando estamos perdidos, alejados de Ti y de nuestros hermanos. Haz que podamos acercarnos a Ti con un corazón contrito y arrepentido y que por los méritos de la preciosa sangre de tu Hijo, Jesucristo, nuestros pecados sean perdonados y podamos alcanzar la felicidad y la vida en plenitud. ¡Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor! ¡Amén! ¡Aleluya!

Señal de la Cruz

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Compromiso personal del mes

Este mes de junio voy a hacer una confesión general ante un sacerdote u otro compromiso similar. También podré enseñar al que no sabe y corregir, con caridad, al que yerra u otro compromiso similar.

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Para memorizar y rezar durante el mes 

¡María de Guadalupe, ayúdanos a cambiar de vida y ser misericordiosos con nuestros hermanos!

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La misericordia en los santos

San Ignacio de LoyolaSan Ignacio de Loyola (1491-1556).

Un ministerio entre enfermos y pobres.

Luego de su gran conversión, desarrolló frecuentemente su ministerio entre los enfermos incurables en varios hospitales. En Roma abrió una casa para ex-prostitutas, otra para jóvenes sometidas a explotación y un orfanato. También importante, como Superior General de la recién nacida Compañía de Jesús, fue su insistencia en que todos los novicios debían hacer algún tipo de experiencia en un ministerio que se desarrollase entre enfermos y pobres. Sus ejercicios espirituales han abierto los ojos de muchos hombres y mujeres sobre el papel de Dios en sus vidas, y han inflamado su corazón para que pudieran dedicar su vida a las obras de caridad.

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Un cuento para pensar

Cambiar a los demás

Hace mucho tiempo en la China, una joven llamada Li-Li se casó y fue a vivir con el marido y la suegra.  Después de algunos días, no se entendía con ella.  Sus personalidades eran muy diferentes y Li-Li fue irritándose con los hábitos de la suegra, que frecuentemente la criticaba.  Los meses pasaron, Li-Li y su suegra cada vez discutían y peleaban más.  De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo.

Li-Li, no soportando más vivir con la suegra, tomó la decisión de envenenar a su suegra.  Para ello, fue a visitar al Sr. Huang, un antiguo amigo de su padre.

Después de oírla, él tomó un paquete de hierbas y le dijo:

-No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas.  Deberás darle varias hierbas que irán lentamente envenenando su cuerpo.  Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida.  Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable.  No discutas, ayúdala a resolver sus problemas.  Recuerda tienes que escucharme y seguir todas mis instrucciones.

Li-Li respondió: –Sí, maestro Huang, haré todo lo que usted me diga.

Li-Li agradeció al maestro Huang y regresó diligente para comenzar con el proyecto de asesinar a su suegra.  Fueron pasando las semanas y cada dos días –según le había indicado el señor Huang- Li-Li servía una comida especialmente preparada para su suegra.  Siempre recordaba lo que el maestro le había recomendado para evitar sospechas: controlaba  su temperamento, obedecía a su suegra y la trataba como si fuese su propia madre.  Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada.

Li-Li había controlado su temperamento y ya no aborrecía a su suegra.  En esos meses, no había tenido ni una discusión con ella, que ahora parecía mucho más amable y más fácil de lidiar con ella.  Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija.  Desesperada, Li-Li fue nuevamente en procura del maestro Huang, para pedirle ayuda y le dijo:

–Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra.  Ella se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuese mi propia madre.  No quiero que ella muera por causa del veneno que le di.

El Sr. Huang sonrió y señaló con la cabeza:

–Li-Li no tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que cambió fuiste tú.  Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud.  El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que pasaste a darle a ella.

Adaptación de leyenda tradicional china – Autor desconocido

Para disfrutar del buen cine 


·   TÍTULO EN CASTELLANO

ORIGEN

DIRECTOR

PROTAGONISTAS

Título Original / Otro Título

AÑO

DURACIÓN

GÉNERO

CALIFICACIÓN

Alguien tiene que ceder

USA

Nancy Meyers

J. Nicholson / D. Keaton/  K. Reeves

Something’s Gotta Giv
 (Cuando menos los esperas)

2003

128 min

comedia

atp

Mis tardes con Margueritte

francia

Jean Becker

G. Depardieu / G. Casadesus

La tête en friche

2010

82 min

com / dram

sam 13

Alguien tiene que ceder. Harry Sanborn (Jack Nicholson) es un solterón adinerado y cascarrabias que sólo sale con mujeres mucho más jóvenes que él. Él y Marin (Amanda Peet), su última conquista, han planeado un romántico fin de semana en la casa de la playa de la madre de ella, Erica Barry (Diane Keaton), una famosa guionista divorciada. Harry sufre un infarto y Erica acepta a regañadientes cuidarlo hasta que se reponga. Harry, asombrado, se da cuenta de que se siente atraído por ella. Pero a Erica también la corteja un joven médico (K. Reeves). Una vez recuperado, Harry a sus viejos hábitos. Sin embargo, la relación con Erica ha alterado su vida y sus sentimientos. Esta deliciosa comedia nos habla de los cambios que pueden suceder en nuestras vidas cuando el amor nos sorprende.

Mis tardes con Margueritte. Germain Chazes (Gérard Depardieu) es un hombre obeso, y simple, que vive en una casa rodante, en el jardín de su recalcitrante madre. Su vida transcurre entre el café y darle de comer a las palomas de la plaza del pueblo. Los demás lo consideran un imbécil, hasta que Margueritte (Gisèle Casadesus), una anciana muy culta, compañera de simpatía por las palomas, le descubre el universo de los libros y las palabras. Desde entonces, su relación con los demás y consigo mismo cambiará sensiblemente; mostrando que lo importante en la vida es la relación que nos une con nuestro prójimo o próximo.

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·   CADENA DE FAVORES

USA

Mimi Leder

H. Hunt/ K. Spacey/H. Osment

Pay it forward

2000

124 min

COMEDIA

ATP

·   LAS LLAVES DEL REINO

USA

John M. Stahl

Gregory Peck / Vincent Price

The Keys of the Kingdom

1944

147 min

DRAMA

SAM 14

Evangelio del día: ¿Quién decís que soy yo?

Evangelio del día: ¿Quién decís que soy yo?

Lucas 9, 18-24. Décimo segundo Domingo del Tiempo Ordinario. Jesús te pregunta hoy: Y tú, ¿quién dices que soy yo?.

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. «El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día». Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará».

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Zacarías, Zac 12, 10-11; 13, 1.

Salmo: Sal 63(62), 2-9

Segunda lectura: Carta de san Pablo a los Gálatas, Gál 3, 26-29

Oración introductoria

Señor, quiero acompañarte siempre porque sólo así mi vida tendrá sentido. Sé que eres fiel y que mi compromiso bautismal es, como dijo el Papa Francisco: «ser de Cristo, pensar, actuar, amar como Él, dejando que tome posesión de nuestra existencia para que la cambie, la trasforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado» (10 de abril de 2013). ¡Gracias Señor, por todo tu amor!

Petición

Dame la gracia de experimentar tu amor en esta oración y en la Eucaristía de este día.

Meditación del Santo Padre Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de este domingo resuena una de las palabras más incisivas de Jesús: «El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará» (Lc 9, 24).

Hay aquí una síntesis del mensaje de Cristo, y está expresado con una paradoja muy eficaz, que nos permite conocer su modo de hablar, casi nos hace percibir su voz… Pero, ¿qué significa «perder la vida a causa de Jesús»? Esto puede realizarse de dos modos: explícitamente confesando la fe o implícitamente defendiendo la verdad. Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una multitud inmensa los hombres y las mujeres que sacrificaron la vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio. Y hoy, en muchas partes del mundo, hay muchos, muchos, muchos mártires —más que en los primeros siglos—, que dan la propia vida por Cristo y son conducidos a la muerte por no negar a Jesucristo. Esta es nuestra Iglesia. Hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos. Pero está también el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un «perder la vida» por Cristo, realizando el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica del don, del sacrificio. Pensemos: cuántos padres y madres, cada día, ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente la propia vida por el bien de la familia. Pensemos en ellos. Cuántos sacerdotes, religiosos, religiosas desempeñan con generosidad su servicio por el Reino de Dios. Cuántos jóvenes renuncian a los propios intereses para dedicarse a los niños, a los discapacitados, a los ancianos… También ellos son mártires. Mártires cotidianos, mártires de la cotidianidad.

Y luego existen muchas personas, cristianos y no cristianos, que «pierden la propia vida» por la verdad. Cristo dijo «yo soy la verdad», por lo tanto quien sirve a la verdad sirve a Cristo. Una de estas personas, que dio la vida por la verdad, es Juan el Bautista: precisamente mañana, 24 de junio, es su fiesta grande, la solemnidad de su nacimiento. Juan fue elegido por Dios para preparar el camino a Jesús, y lo indicó al pueblo de Israel como el Mesías, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (cf. Jn 1, 29). Juan se consagró totalmente a Dios y a su enviado, Jesús. Pero, al final, ¿qué sucedió? Murió por causa de la verdad, cuando denunció el adulterio del rey Herodes y Herodías. ¡Cuántas personas pagan a caro precio el compromiso por la verdad! Cuántos hombres rectos prefieren ir a contracorriente, con tal de no negar la voz de la conciencia, la voz de la verdad. Personas rectas, que no tienen miedo de ir a contracorriente. Y nosotros, no debemos tener miedo. Entre vosotros hay muchos jóvenes. A vosotros jóvenes os digo: No tengáis miedo de ir a contracorriente, cuando nos quieren robar la esperanza, cuando nos proponen estos valores que están pervertidos, valores como el alimento en mal estado, y cuando el alimento está en mal estado, nos hace mal. Estos valores nos hacen mal. ¡Debemos ir a contracorriente! Y vosotros jóvenes, sois los primeros: Id a contracorriente y tened este orgullo de ir precisamente a contracorriente. ¡Adelante, sed valientes e id a contracorriente! ¡Y estad orgullosos de hacerlo!

Queridos amigos, acojamos con alegría esta palabra de Jesús. Es una norma de vida propuesta a todos. Que san Juan Bautista nos ayude a ponerla por obra. Por este camino nos precede, como siempre, nuestra Madre, María santísima: ella perdió su vida por Jesús, hasta la Cruz, y la recibió en plenitud, con toda la luz y la belleza de la Resurrección. Que María nos ayude a hacer cada vez más nuestra la lógica del Evangelio.

Santo Padre Francisco

Ángelus del Domingo, 23 de junio de 2013

Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI

Queridos hermanos y hermanas:

Esta mañana en la basílica de San Pedro he conferido el orden presbiteral a catorce diáconos de la diócesis de Roma; por eso, comienzo el Ángelus con retraso. El sacramento del Orden manifiesta, de parte de Dios, su solícita cercanía a los hombres y, de parte de quien lo recibe, la plena disponibilidad a convertirse en instrumento de esta cercanía, con un amor radical a Cristo y a la Iglesia. En el Evangelio de este domingo, el Señor pregunta a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Lc 9, 20). A esta pregunta el apóstol Pedro responde prontamente: «Tú eres el Cristo de Dios, el Mesías de Dios» (cf. ib.), superando así todas las opiniones terrenas que consideraban a Jesús como uno de los profetas. Según san Ambrosio, con esta profesión de fe, Pedro «abrazó todas las cosas juntas, porque expresó la naturaleza y el nombre» del Mesías (Exp. in Lucam VI, 93: CCL 14, 207). Y Jesús, ante esta profesión de fe renueva a Pedro y a los demás discípulos la invitación a seguirlo por el camino arduo del amor hasta la cruz. También a nosotros, que podemos conocer al Señor mediante la fe en su Palabra y en los sacramentos, Jesús nos propone que lo sigamos cada día y también a nosotros nos recuerda que para ser sus discípulos es necesario adueñarse del poder de su cruz, vértice de nuestros bienes y corona de nuestra esperanza.

San Máximo el Confesor observa que «el signo distintivo del poder de nuestro Señor Jesucristo es la cruz, que él cargó sobre sus hombros» (Ambiguum 32PG 91, 1284 C). De hecho, «decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame» (Lc 9, 23)». Tomar la cruz significa comprometerse para vencer el pecado que obstaculiza el camino hacia Dios, aceptar diariamente la voluntad del Señor, aumentar la fe sobre todo ante los problemas, las dificultades y el sufrimiento. La santa carmelita Edith Stein nos lo testimonió en un tiempo de persecución. En 1938 escribió lo siguiente desde el carmelo de Colonia: «Hoy comprendo … lo que quiere decir ser esposa del Señor en el signo de la cruz, aunque no se comprenderá nunca totalmente, puesto que es un misterio… Cuanto más densa es la oscuridad a nuestro alrededor, más debemos abrir el corazón a la luz que viene de lo alto». (La scelta di Dio. Lettere [1917-1942], Roma 1973, 132-133). También en la época actual son muchos los cristianos en el mundo que, animados por el amor a Dios, toman cada día la cruz, tanto la de las pruebas cotidianas, como la que procura la barbarie humana, que a veces requiere la valentía del sacrificio extremo. Que el Señor nos conceda a cada uno poner siempre nuestra sólida esperanza en él, con la seguridad de que, al seguirlo llevando nuestra cruz, llegaremos con él a la luz de la Resurrección.

Encomendemos a la protección materna de la Virgen María a los nuevos sacerdotes, ordenados hoy, que se suman a las filas de cuantos el Señor ha llamado por su nombre: que sean siempre discípulos fieles, anunciadores valientes de la Palabra de Dios y administradores de sus dones de salvación.

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Ángelus del Domingo, 20 de junio de 2010

Diálogo con Cristo

Jesús, no te pido que quites las cruces de mi camino, pero dame la luz y la fuerza para avanzar hasta el final. Te pido la gracia de experimentar tu amor, especialmente en las dificultades. Sé que éste es un don que Tú estás dispuesto a dar a todos aquellos que te lo piden con humildad, fe y perseverancia.

Propósito

Éste es el reto que Cristo hoy nos presenta. Ojalá que nuestra respuesta sea valiente, generosa, decidida, consecuente. Entonces podremos llamarnos y ser en verdad auténticos «cristianos». O sea, seguidores de un Cristo crucificado y resucitado.

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