Ponle fuerza a lo débil – Conferencia del padre Ángel Espinosa

Ponle fuerza a lo débil – Conferencia del padre Ángel Espinosa

El padre Ángel Espinosa de los Monteros nació en Puebla (México), en 1966. Realizó sus estudios de Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y los de Teología en el Ateneo Regina Apostolorum, donde obtuvo la Licenciatura en Teología Moral, con especialización en Bioética. Posee una Maestría en Humanidades Clásicas por el Instituto de Estudios Humanísticos de Salamanca (España). Impartió conferencias sobre matrimonio y valores familiares en México, Estados Unidos, Colombia, Chile, Italia, Francia. Publicó el libro: «El anillo es para siempre» traducido en varios idiomas. Actualmente trabaja en Roma como consultor familiar y formación de adultos en la fe. Sus charlas han tenido amplia difusión a través de su colección de CDs.

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Ponle fuerza a lo débil

https://youtu.be/_xXhc29N0R

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Padre Ángel Espinosa en Facebook

 

 

Santa Marta de Betania

Santa Marta de Betania

Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

San Juan nos dice que «Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro» (Jn 11, 5).

Lucas añade: «Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude»» (Lc 10, 38-40).

No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?

El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:

«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10, 41-42).

Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.

Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: «sólo una cosa es necesaria». Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.

Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.

Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).

Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor

San Agustín escribe: «Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú». San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.


La resurrección de Lázaro

El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: «Señor aquel que tú amas, está enfermo». En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.

Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: «Esta enfermedad será para gloria de Dios». Y luego les añade: «Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer».

A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: «Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá». Jesús le dice: «Tu hermano resucitará». Marta le contesta: «Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos». Jesús añadió: «Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?». Marta Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Jesús dijo: «¿Dónde lo han colocado?». Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: «Mirad cómo lo amaba». Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: «Quiten la piedra». Le responde Marta: «Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: «Lázaro ven afuera». Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.


El Banquete

Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.

De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.

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Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).

Etimoligía: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.

Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.

S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.

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Artículo original en Catholic.net

Oraciones para el final del día

Oraciones para el final del día

Queridos hermanos y hermanas, como vimos el miércoles pasado, la oración no está vinculada a un contexto particular, sino que se encuentra inscrita en el corazón de toda persona y de toda civilización. Naturalmente, cuando hablamos de la oración como experiencia del hombre en cuanto tal, del homo orans, es necesario tener presente que es una actitud interior, antes que una serie de prácticas y fórmulas, un modo de estar frente a Dios, antes que de realizar actos de culto o pronunciar palabras. La oración tiene su centro y hunde sus raíces en lo más profundo de la persona; por eso no es fácilmente descifrable y, por el mismo motivo, se puede prestar a malentendidos y mistificaciones. También en este sentido podemos entender la expresión: rezar es difícil. De hecho, la oración es el lugar por excelencia de la gratuidad, del tender hacia el Invisible, el Inesperado y el Inefable. Por eso, para todos la experiencia de la oración es un desafío, una «gracia» que invocar, un don de Aquel al que nos dirigimos.

El hombre en oración (II): El hombre es un ser religioso

SANTO PADRE EMÉRITO BENEDICTO XVI

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Plegaria Para La Noche

Padre mío, ahora que las voces se silenciaron y los clamores se apagaron, aquí al pie de la cama mi alma se eleva hasta Ti para decirte:Creo en Ti, espero en Ti, te amo con todas mis fuerzas.Gloria a ti, Señor.

Deposito en tus manos la fatiga y la lucha, las alegrías y desencantos de este día que quedó atrás.

Si los nervios me traicionaron, si los impulsos egoístas me dominaron, si di entrada al rencor o a la tristeza,¡Perdón Señor! Ten piedad de mí.

Si he sido infiel, si pronuncié palabras vanas,

si me dejé llevar por la impaciencia,

Si fui espina para alguien, ¡Perdón Señor!

No quiero esta noche entregarme al sueño sin sentir sobre mi alma la seguridad de tu misericordia, tu dulce misericordia enteramente gratuita, Señor. Te doy gracias Padre mío, por que has sido la sombra fresca que me ha cobijado durante todo este día. Te doy gracias porque invisible, cariñoso, envolvente me has cuidado como una madre, a los largo de estas horas.

Señor, a mi derredor ya todo es silencio y calma. Envía el ángel de la paz a esta casa. Relaja mis nervios, sosiega mi espíritu, suelta mis tensiones, inunda mi ser de silencio y serenidad. Vela sobre mí, Padre querido, mientras me entrego confiado al sueño, como un niño que duerme feliz en tus brazos. En tu nombre, Señor. Descansaré tranquilo.

Así sea

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Oración de la noche

Dios mío, Jesucristo: Te doy gracias por todos los beneficios que has dispensado en este día. Te ofrezco mi sueño y todos los momentos de esta noche y te pido me conserves en ella sin pecado. Por esto me pongo dentro de tu santísimo Costado y bajo el manto de mi Madre, la Virgen María. Asístanme y guárdenme en paz los santos Ángeles y venga sobre mí tu Bendición.

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Oración de la noche

Buenas Noches, Señor

Antes de cerrar los ojos,

los labios y el corazón,

al final de la jornada,

¡buenas noches!, Padre Dios.

Gracias por todas las gracias

que nos ha dado tu amor;

si muchas son nuestras deudas,

infinito es tu perdón.

Mañana te serviremos,

en tu presencia, mejor.

A la sombra de tus alas,

Padre nuestro, abríganos.

Quédate junto a nosotros

y danos tu bendición.

Antes de cerrar los ojos,

los labios y el corazón,

al final de la jornada,

¡buenas noches! Padre Dios

Gloria al Padre omnipotente,

gloria al Hijo Redentor,

gloria al Espíritu Santo:

tres personas, sólo un Dios.

Amén.

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Al final del día

Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora comienza, nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día, podamos reunirnos otra vez en tu presencia para darte gracias nuevamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quién contigo vive y reina en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

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Al final del día

Buenas noches a Jesús Sacramentado

¡Jesús amado! acaba el día; Gozoso dejo ya mi labor: Y antes que tome grato reposo postrado pido celeste don: Dame, Bien mío, tu bendición.

¡Amor Divino, Sacramentado! Siento al mirarte mi pecho arder:

A tal Grandeza, la frente inclino; Te adoro, y juro tu esclavo ser.

¡Oh! sí pudiera yo sin descanso Pasar la noche juntó a tu altar, En las que siempre tan solitario, Por amor mío te veo estar! …

Más … ¡Tú me privas, de tanta dicha! Pues, compasivo te oigo decir: «Ve a tu reposo: Yo te bendigo: Sin penas duerme: Velo por ti»

¡Me voy! … más antes, Dueño Adorado, Dejarte quiero mi corazón: Dentro del tuyo, tenlo guardado, Y allí se abrase por Ti, mi amor. «Muy buenas noches tengáis, Señor.»

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Artículo original en Camino Con Jesús

Canción «Resurrección»

Canción «Resurrección»

El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar y comunicarse con Dios.

El canto ocupa un lugar destacadísimo en la oración infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. El canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.

El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión “mágica” de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los chicos que «cantar con todo el cuerpo»; es decir, hacer una sola cosa del gesto, la canción y la oración.

Orar a través del canto

Luis M. Benavides

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Canción «Resurrección»

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Canción «Resurrección»: letra

Pasa, pasa, quemarullo,

pasa, pasa, junto a Moisés,

pasa, pasa, ya no hay temor.

Es la Pascua es, la Pascua de Israel.


Pascua florida en un vergel,

Pascua florida con leche y miel,

Pascua florida, cesa el maná,

Pascua florida como un libertá.

Pasa, pasa, quemarullo,

pasa, pasa, junto a Moisés,

pasa, pasa, ya no hay temor.

Es la Pascua es, la Pascua de Israel.


Pascua florida, gloria en la Cruz.

Pascua florida, vence Jesús,

Pascua florida, milagro y don,

Pascua florida, resurrección.


Resurrección, resurrección.

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Cantar es propio del que ama… Cantar es orar dos veces.

San Agustín

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Canción «Resurrección»

Canción «¡Aleluya, ha resucitado!»

El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar y comunicarse con Dios.

El canto ocupa un lugar destacadísimo en la oración infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. El canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.

El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión “mágica” de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los chicos que «cantar con todo el cuerpo»; es decir, hacer una sola cosa del gesto, la canción y la oración.

Orar a través del canto

Luis M. Benavides

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Canción «¡Aleluya, ha resucitado!»

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Canción «¡Aleluya, ha resucitado!»: letra

Aleluya, ale, aleluya. (estribillo)


Aleluya niños, hay que celebrarlo

porque Jesucristo ha resucitado.

Aleluya, ale, aleluya. (estribillo)


Fuera la tristeza, váyase a otro lado,

porque Jesucristo ha resucitado.

Aleluya, ale, aleluya. (estribillo)


Venga la alegría, esto hay que contarlo,

porque Jesucristo ha resucitado.

Aleluya, ale, aleluya. (estribillo)


Alegría, niños, esto es un milagro,

porque Jesucristo ha resucitado.

Aleluya, ale, aleluya. (estribillo)

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Canción «¡Aleluya, ha resucitado!»: partitura

Canción «¡Aleluya, ha resucitado!»


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Cantar es propio del que ama… Cantar es orar dos veces.

San Agustín

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Canción «Resurrección»

Canción «La señal de la Cruz»

El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar y comunicarse con Dios.

El canto ocupa un lugar destacadísimo en la oración infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. El canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.

El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión “mágica” de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los chicos que «cantar con todo el cuerpo»; es decir, hacer una sola cosa del gesto, la canción y la oración.

Orar a través del canto

Luis M. Benavides

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Canción «La señal de la Cruz»

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Canción «La señal de la Cruz»: letra

Por la señal de la Santa Cruz,

de nuestros enemigos

líbranos, Señor, Dios nuestro.

Por la señal de la Santa Cruz,

de nuestros enemigos

libranos, Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre y

del Hijo y del Espíritu Santo.

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Canción «La señal de la Cruz»: partitura

Canción «La señal de la Cruz»

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Cantar es propio del que ama… Cantar es orar dos veces.

San Agustín

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Canción «Resurrección»

Canción «El Buen Pastor»

El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar y comunicarse con Dios.

El canto ocupa un lugar destacadísimo en la oración infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. El canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.

El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión “mágica” de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los chicos que «cantar con todo el cuerpo»; es decir, hacer una sola cosa del gesto, la canción y la oración.

Orar a través del canto

Luis M. Benavides

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Canción «El Buen Pastor»

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Canción «El Buen Pastor»: letra

Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—,

conozco a mis ovejas y las mías me conocen.

Un día en el campo encontré

una oveja en la zarza enredada,

que gemía con tristes balidos

y al pastaor bondadoso llamaba.


Be, be, balaba la ovejita,

be, be, llamando al pastor.

Voy, voy, ya no tengas miedo

que yo soy tu Salvador. (estribillo)

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Canción «El Buen Pastor»: partitura

Canción «El Buen Pastor»


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Cantar es propio del que ama… Cantar es orar dos veces.

San Agustín

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Canción «Resurrección»

Canción «Jesús, el mejor amigo»

El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar y comunicarse con Dios.

El canto ocupa un lugar destacadísimo en la oración infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. El canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.

El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión “mágica” de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los chicos que «cantar con todo el cuerpo»; es decir, hacer una sola cosa del gesto, la canción y la oración.

Orar a través del canto

Luis M. Benavides

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Canción «Jesús, el mejor amigo»

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Canción «Jesús, el mejor amigo»: letra

Yo tengo el mejor de los amigos, 

para pa, para pa, para pa.

Yo tento el mejor de los amigos,

para pa, para pa, para pa.

Yo tento el mejor de los amigos,

para pa, para pa, para pa.

Y se llama Jesús.

 

Tachín, tachín, tachín, tachín,

tachín, tachín, tachín, tachín,

sin amigos no se puede vivir.

Tachín, tachín, tachín, tachín,

tachín, tachín, tachín, tachín,

sin amigos no se puede vivir.

 

Y tanto mi amigo me quiere,

para pa, para pa, para pa.

Y tanto mi amigo me quiere,

para pa, para pa, para pa.

Y tanto mi amigo me quiere,

para pa, para pa, para pa.

que me salvo en la Cruz.

 

Tachín, tachín, tachín, tachín,

tachín, tachín, tachín, tachín,

sin amigos no se puede vivir.

Tachín, tachín, tachín, tachín,

tachín, tachín, tachín, tachín,

sin amigos no se puede vivir.

 

Si quieres de Jesús ser buen amigo,

para pa, para pa, para pa.

Si quieres de Jesús ser buen amigo,

para pa, para pa, para pa.

Si quieres de Jesús ser buen amigo,

para pa, para pa, para pa.

Su vida imitarás.

 

Tachín, tachín, tachín, tachín,

tachín, tachín, tachín, tachín,

sin amigos no se puede vivir.

Tachín, tachín, tachín, tachín,

tachín, tachín, tachín, tachín,

sin amigos no se puede vivir.

 

Siguiendo sus consejos, el camino

para pa, para pa, para pa.

Siguiendo sus consejos, el camino

para pa, para pa, para pa

Siguiendo sus consejos, el camino

para pa, para pa, para pa.

El Cielo alcanzará.

 

Tachín, tachín, tachín, tachín,

tachín, tachín, tachín, tachín,

sin amigos no se puede vivir.

Tachín, tachín, tachín, tachín,

tachín, tachín, tachín, tachín,

sin amigos no se puede vivir.

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Cantar es propio del que ama… Cantar es orar dos veces.

 

San Agustín

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Canción «Resurrección»

Canción «El Bautismo»

El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar y comunicarse con Dios.

El canto ocupa un lugar destacadísimo en la oración infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. El canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.

El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión “mágica” de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los chicos que «cantar con todo el cuerpo»; es decir, hacer una sola cosa del gesto, la canción y la oración.

Orar a través del canto

Luis M. Benavides

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Canción «El Bautismo»

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Canción «El Bautismo»: letra

Por nuestro santo Bautismo

nacimos a la vida de la gracia.

Por nuestro santo Bautismo

volvimos a la amistad con Dios.

Por nuestro santo Bautismo

fuimos liberados del pecado.

Por nuestro santo Bautismo

estamos llamados a ser santos.

Por nuestro santo Bautismo

nos incorporamos a la Iglesia.

Por nuestro santo Bautismo

somos hijos de nuestro Padre Dios.

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Canción «El Bautismo»: partitura

Canción «El Bautismo»

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Cantar es propio del que ama… Cantar es orar dos veces.

San Agustín

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