Aprende y colorea las Advocaciones de la Virgen María (VI)

Aprende y colorea las Advocaciones de la Virgen María (VI)

Os proponemos esta catequesis sobre las advocaciones a la Madre de Dios para que los niños conozcan mejor a Nuestra Señora.

La catequesis se realiza en tres pasos:

– El primero es el de explicar qué significa «advocación» para los católicos, de tal manera que los niños comprendan que, aunque nombramos de múltiples y diferentes maneras a la Virgen María (Virgen de Lourdes, Virgen de Fátima, Nuestra Señora de la Paz, Madre de la Eucaristía, etc.) siempre nos referimos a la misma y única Madre de Dios; y que esto constituye una de las mayores riquezas de la Iglesia.

– El segundo es el de explicar la «advocación» concreta que se vaya a tratar. Para ello, basta con utilizar los textos que acompañan a cada imagen.

– El tercero es el de imprimir los dibujos para que los niños coloreen cada «advocación».

Para tener bien preparada esta catequeis, y ante cualquier pregunta que pueda surgir, os recomendamos apoyaros en el artículo: Catecismo mariano: todo lo que has de saber sobre la Virgen María.

Os deseamos que disfrutéis con las maravillosas ilustraciones y textos del Hermano Roque Miguel Vernaz, religioso de la Congregación de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey.

Nota: podéis obtener las imágenes en tamaño real pulsando directamente sobre el título de cada advocación.

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Advocaciones de la Virgen María (VI)

Natividad de la Santísima Virgen

8 de septiembre

Natividad de la Santísima Virgen

El nacimiento de la Virgen María anuncia la llegada de Cristo, Sol de Justicia. La Iglesia contempla a esta niña, cuya alma inmaculada nunca conoció el pecado, y la felicita porque se asoció de manera especialísima al ministerio de la Redención.

Nuestra Señora de los Dolores

15 de septiembre

Nuestra Señora de los Dolores

Esta memoria de la Santísima Virgen fue introducida por los Servitas —orden religiosa consagrada a la Virgen María— en el siglo XIII. Tiene como fin honrar y meditar todos los dolores de la Santísima Virgen, y no solamente los que sufrió al pie de la Cruz («No te olvides de los dolores de tu Madre, anunciados por el anciano Simeón»).

Nuestra Señora de la Merced

24 de septiembre

Nuestra Señora de la Merced

En el siglo XIII gemían muchos cristianos bajo el yugo de los sarracenos. La Santísima Virgen María pidió a algunas personas a las que se les apareció, que fundaran un Instituto para liberar a los cautivos.

Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás

25 de septiembre

Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás

En 1983, en la localidad de San Nicolás de los Arrollos —provincia de Buenos Aires, Argentina— la Santísima Virgen se le apareció a una humilde mujer, pidiendo oración y conversión a todos los cristianos. Actualmente, un santuario ha sido levantado en su honor y se honra la imagen de la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás.

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Las ilustraciones y los textos son autoría del Hermano Roque Miguel Vernaz, religioso de la Congregación de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey.


Pornografía: Conclusión

Pornografía: Conclusión

Por ventura, ¿No sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, que habita en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que ya no sois de vosotros, puesto que fuisteis comprados a gran precio? Glorificad a Dios y llevadle en vuestro cuerpo.

1 Cor. 6, 19-20

Estamos en un umbral… podemos seguir permitiendo que esta plaga se propague con menos y menos controles o tomar medidas concretas para desarraigarla de nuestra vida, nuestra familia, nuestro vecindario y nuestra cultura.

Somos un pueblo llamado a compartir la visión pura y noble de Dios y de su creación. También somos un pueblo cuya futura gloria ha sido comprada con el invalorable sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo. No debemos olvidar el alto costo de esta compra.

Como pueblo libre, podemos combatir con valentía el grave peligro moral, social y espiritual de la pornografía. Elevo mi ferviente oración para que los católicos, otros cristianos y todo el pueblo de bien entiendan esta amenaza y la combatan; para que faciliten la verdadera sanación y, más que nunca, practiquen plenamente el uso de la vista humana como don de Dios.

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 Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo


Pornografía: Conclusión

Pornografía: El don de la vista

Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.

Mateo 5, 8

En medio del sufrimiento y del dolor causados por el mal de la pornografía, somos llamados a ser un pueblo de esperanza, a contemplar la imagen de Dios en otros y a restituir nuestro uso de la vista enfocándonos en la meta de nuestra fe y el destino final de nuestra vista.

La Iglesia siempre ha descrito al cielo como el estado de contemplación del Señor cara a cara. «Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios» (Mt 5, 8). Nuestro Señor pronuncia estas palabras al comienzo de su ministerio público; por lo tanto, Él mismo revela la conexión entre la virtud de la pureza y la facultad de la vista. Según la explicación de esta beatitud dada en el Catecismo, la pureza de corazón es el preámbulo de la visión de Dios (CEC, 2519).

Esta beatitud describe primero una característica esencial de los bienaventurados, de quienes han entrado en el gozo de la vida trinitaria (CEC, 1721): son limpios de corazón. Esta descripción también sirve como exhortación moral: debemos buscar esa limpieza de corazón. En sentido general, la limpieza de corazón se refiere a la capacidad de amar que tiene la persona humana.

Indica un corazón dedicado por completo al Señor, no dividido por pasiones ni deseos contrarios a Él. Puesto que «el corazón es la sede de la personalidad moral» (CEC, 2517), la limpieza de corazón significa rectitud moral.

Con todo, la limpieza de corazón guarda una relación particularmente estrecha con la sexualidad humana, ese aspecto esencial de la persona humana que «concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro» (CEC, 2332).

En este contexto, la beatitud indica específicamente un corazón purificado de deseos sexuales egoístas o rudimentarios; un corazón que no ve ni desea a otra persona con fines de placer o de ganancia egoístas. La limpieza de corazón se refiere a la integración de los deseos y acciones sexuales de una persona con la verdad de la sexualidad humana y una auténtica capacidad para dar de sí misma.

La segunda parte de la beatitud describe la recompensa para los limpios de corazón: ellos verán a Dios. Cada beatitud expresa algún aspecto del cielo, en este caso la visión de Dios. «Ver a Dios» tiene, ante todo, un significado metafórico. Se refiere al conocimiento de Dios, a la capacidad de «verlo» intelectualmente. Con todo, «ver a Dios» o tener la «visión de Dios» no es solamente una analogía del cielo. Más bien, tiene un profundo sentido literal también. Como el cuerpo humano resucitará el último día, los justos literalmente «verán» a Dios con sus propios ojos. Como tal, la expresión «ver a Dios» describe el anhelo definitivo de cada corazón humano y la finalidad de la vista humana.

La Encarnación de Nuestro Señor trae al ser humano la capacidad de satisfacer el deseo de ver a Dios. En su Evangelio, san Juan da testimonio elocuente de ello: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros: y hemos visto su gloria, como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1, 14). En su primera carta, también san Juan presta testimonio de «lo que fue desde el principio o desde la eternidad, lo que oímos, lo que vimos con nuestros ojos y contemplamos, y palparon nuestras manos tocante al verbo de la vida» (1 Jn 1, 1). En la Persona de Jesucristo, Dios habla al ser humano cara a cara y el ser humano ve el rostro de Dios. En realidad, no sería demasiado decir que Nuestro Señor vino al mundo precisamente para que pudiéramos verlo.

Por lo tanto, al sanar al ciego (cf. Mt 9, 27-28; 12, 22; Mc 8, 22-23; Jn 9), Él revela que ha venido a restituir la finalidad original de nuestra vista. Ante todo, con su muerte y resurrección, Nuestro Señor nos redime y, por lo tanto, nos permite entrar al cielo, a la propia presencia de Dios.

San Juan, de hecho, iguala la visión de Dios a la salvación propiamente dicha: «sabemos que cuando se manifieste claramente Jesucristo, seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es» (1 Jn 3, 2). Por medio de nuestra visión de Él seremos como Él.

Al mirarlo, recibiremos salvación. Por lo tanto, la Iglesia habla del cielo como de la «visión beatífica», es decir, la visión que nos hace bienaventurados. Por eso escribió san Ireneo que «La vida del hombre es la visión de Dios». «Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo y bajo imágenes oscuras, pero entonces lo veremos cara a cara» (1 Cor 13, 12). Sobre la base de la Sagrada Escritura, la Iglesia ha reflexionado continuamente sobre este deseo y esta promesa de la visión de Dios. Describe la virtud de la fe como una forma de ver a Dios y de ver su verdad. Describe la contemplación, el punto culminante de la oración, en términos similares:

«La contemplación es una mirada de fe, fijada en Jesús. «Yo le miro y Él me mira», decía, a su santo cura, un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta atención a Él es renuncia a «mí». Su mirada purifica el corazón. La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres. La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende así el «cono La oración contemplativa es mirada de fe, fijada en Jesús. «Yo le miro y él me mira», decía a su santo cura un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario (cf F. Trochu, Le Curé d’Ars Saint Jean-Marie Vianney). Esta atención a Él es renuncia a «mí». Su mirada purifica el corazón. La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres. La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende así el «conocimiento interno del Señor» para más amarle y seguirle (cf San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 104)» (CEC, 2715).

Esta capacidad de «ver» espiritualmente tiene repercusiones para la vida moral: «nos concede ver según Dios, recibir al otro como un prójimo; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina» (CEC, 2519).

Nuestra vista, más que una capacidad física, también es un medio importante para entender la fe, el cielo y la salvación. En realidad, su verdadero fin y su satisfacción es la visión de Dios mismo. La finalidad del ser humano está vinculada a su capacidad de ver. Con esta profunda verdad en mente, podemos apreciar mejor la grave amenaza que presenta la pornografía para el alma humana, la familia y la sociedad.

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 Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo


Pornografía: Conclusión

Pornografía: Orientación para los sacerdotes

Que no queden defraudados por mi culpa los que esperan en ti, Señor del universo; que no queden humillados por mi causa los que te buscan, Dios de Israel.

Salmo 69, 7

Me dirijo ahora a mis hermanos en Cristo, a mis hermanos sacerdotes, que deben realizar la ardua tarea de dirigir al pueblo cristiano en su lucha contra los males de la pornografía. Quienes hemos sido llamados a compartir el sagrado sacerdocio de Cristo también debemos compartir su pureza. Esta es una tarea vitalicia y realizada con amor, que debe traernos mucha alegría y gran humildad. Al alabar y glorificar a Dios en nuestros éxitos en este ministerio, también debemos arrepentirnos y hacer penitencia por nuestras propias faltas y por las faltas de nuestros hermanos.

Como sacerdotes, nos encontramos sumergidos en una cultura que es a menudo diametralmente opuesta a la virtud. Al ser estudiantes de la cultura, para poder capacitarnos mejor para la evangelización, debemos estar siempre alerta para impedir que nos asombren los mismos elementos que deseamos hacer desaparecer.

Tanto ustedes como yo somos hombres solteros para el Reino de Dios. Este gran don del celibato es una invitación a la intimidad que Cristo comparte con su Iglesia. Siempre debemos aceptar este don con alegría y crecer en el amor con capacidad para dar de nosotros mismos; ese amor es nuestra herencia. La sumisión a los falsos encantos de la pornografía es un pecado grave contra el don de la castidad del celibato.

Si un sacerdote es parte de este pecado, debe buscar la asistencia del obispo o de su superior religioso. Esa falta no significa necesariamente el final de su ministerio. Quisiera ayudarles a lograr la sanación espiritual, psicológica y sacramental necesaria para que vuelvan a su labor.

Todos los sacerdotes deben ser parte de una dirección espiritual permanente y frecuente. Estos encuentros con su director son una oportunidad invalorable e íntima de oír la voz del Maestro y de responder a su voluntad. Las conversaciones con los directores deben ser siempre francas y completas, sin esconder ninguna de las frustraciones y tentaciones de su ministerio, y revelar todas sus faltas. La humilde aceptación de dirección es una defensa segura contra los peligros de la impureza.

Ningún sacerdote puede ser un ministro de reconciliación idóneo si no busca con frecuencia la absolución. Los sacerdotes deben practicar con frecuencia la confesión en el Sacramento de la Penitencia. La demora o la disminución de la importancia de la confesión es señal de un corazón impenitente.

Todos los sacerdotes deben rendir cuentas de sus actos privados y públicos. En realidad, como ministros de Cristo, ningún acto es verdaderamente privado, con excepción de su oración personal, y aun los frutos de ella deben ser discutidos abiertamente con su director. No permitan nunca que surja una vida privada que deban mantener en secreto de sus hermanos. Los sacerdotes deben ser particularmente diligentes en este campo cuando se trate del uso de tecnología moderna de comunicación. Insto a cada sacerdote a que rinda cuentas a sus hermanos sacerdotes por el uso de esta tecnología.

Por último, desearía pedir a todos los sacerdotes que se encomienden a San José, el modelo de paternidad, y que recen con mucha frecuencia por su intercesión para ustedes y para sus hermanos.


Oh Santísimo José, que llevaste al Niño Jesús en tus benditos brazos y que, durante treinta años, viviste en la más íntima familiaridad con Él, toma bajo tu poderosa protección a quienes Él ha investido con su autoridad y honrado con la dignidad de su sacerdocio. Sostenme en mi fatiga y mis esfuerzos; consuélame en mis dolores; fortifícame en mis combates; pero, sobre todo, aléjame de todos los males de la impureza.

Ayuda a lograr para todos mis hermanos la humildad de san Juan Bautista, la fe de san Pedro, el celo y la caridad de san Pablo, la pureza de san Juan y el espíritu de oración y recogimiento del que tú, amadísimo san José, eres modelo, para que después de haber estado en la tierra, los fieles dispensadores de los misterios de Tu Hijo adoptivo, Nuestro Señor Jesucristo, podamos recibir en el cielo la recompensa prometida a los pastores según el Corazón de Dios. Amén.

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 Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo


Pornografía: Conclusión

Pornografía: Orientación para las parejas

Orientación para las parejas casadas y comprometidas.

El verdadero guardián y vigilante de la extraordinaria dignidad del ser humano es la familia, en particular, los esposos y las esposas, que ejercen una función tutelar de la santidad de la vida. La pornografía no solamente presenta un peligro para la promesa de fidelidad, que es el elemento fundamental del vínculo matrimonial, sino que amenaza el desarrollo moral y sexual de los niños, cuya educación se confía al cuidado vigilante de los padres. Los esposos y las esposas son los combatientes más inmediatos y directos en la lucha contra la pornografía.


Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo.

Efesios 5, 28-30


Si bien los esposos y las esposas comparten la misma dignidad como personas, no comparten las tentaciones por igual, sobre todo la tentación relacionada con el azote de la pornografía. Cabe reconocer que, en gran parte, aunque no exclusivamente, el uso de la pornografía está relacionado con los hombres. Si un matrimonio comienza a desmoronarse por la pornografía, esta última será introducida muy probablemente por el esposo.

Esposos, tengan presente que su solemne promesa de fidelidad, que es la base de la formación de su familia, se deteriora por cualquier uso de la pornografía. Esfuércense por honrar la promesa que hicieron al comienzo de su vida matrimonial. Las épocas en que la intimidad sea difícil son oportunidades para practicar el amor de sacrificio de un esposo, que solamente su noble vocación ilustra con máxima perfección.

La búsqueda de consuelo en la ilusión de la pornografía corromperá gradualmente su comprensión de sí mismo, su percepción de su amada esposa y el modelo que presenta a sus hijos. Es absurdo creer que esta preocupación secreta se puede contener y aislar de la vida familiar. Poco a poco, el egocentrismo y la falta de respeto de sí mismo y de otros, que son el fundamento de este vicio, se manifestarán dentro de su relación con la familia.

Las esposas que descubran que sus cónyuges han sucumbido a la pecaminosa atracción de las imágenes o historias pornográficas deben ser cariñosas y perdonarlos, pero también deben ser severas para exigirle al esposo que vuelva a su verdadera vocación matrimonial. La traición de un cónyuge por algo que es apenas una ilusión es una experiencia amarga, sin embargo, en este caso el mejor antídoto es el amor, acompañado de apoyo y orientación.

El campo de la orientación psicológica, cuando se realiza con la debida comprensión de la persona humana y de la ley natural, también puede ser de gran ayuda. Muchos han descubierto que no pueden luchar contra la impureza solos y que la asistencia de un orientador o un terapeuta representa una enorme diferencia (que, a veces, es definitiva).

Los esposos y las esposas deben ejercer constante vigilancia para asegurarse de que la plaga de la pornografía no entre a la vida de sus hijos. Esta vigilancia comienza con un control prudencial de los medios de comunicación disponibles en la casa. Aliente a sus hijos a usar revistas, películas y libros que eleven el espíritu y dejen un mensaje constructivo. Cuando los padres ejercen control sobre los medios de comunicación, deben dar a los hijos normas comprensibles y razones morales para recomendar y rechazar el contenido de los mensajes transmitidos por los medios de comunicación. Sean siempre claros y coherentes al explicar estas normas y demuestren su importancia al aceptarlas ustedes mismos.

Insistan en tener controles estrictos y claros sobre el uso de internet por cualquier niño. El uso de internet en la casa debe ocurrir siempre en los lugares de reunión de la familia. No se debe dar acceso a los niños, ni siquiera a los de mayor edad, en la privacidad de su habitación. Los controles tecnológicos tanto en los computadores como en la televisión deben ser parte ordinaria del uso de los medios de comunicación por la familia.

Lo que es más importante, los esposos y las esposas proporcionan las enseñanzas más claras y seguras de castidad por medio del amor, la devoción y el propio sacrificio que demuestren en su relación mutua. Recuerden siempre que el Señor les ha confiado a ustedes por su propia vida en común el medio perfecto de llevar a sus hijos a comprender la intimidad humana, de una forma verdadera y madura.


Encomiéndense a sí mismos y encomienden a sus hijos siempre al cuidado de San José, el esposo perfecto.

Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la escogida descendencia de Jesucristo. Amantísimo Padre, apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción. Asistidnos propicio, desde el cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de la muerte, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna felicidad. Amén.

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 Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo


Pornografía: Conclusión

Pornografía: Orientación para los jóvenes

Me dirijo con particular preocupación a los jóvenes que son mis hermanos y hermanas en Cristo. Temo que todo el peso de la rendición de nuestra cultura a la pornografía recaiga sobre sus hombros, tanto en la actualidad como en los años venideros. No solamente se han convertido ustedes en blanco de esta empresa delictiva como fuente de lucro financiero, sino que deberán sufrir el empobrecimiento de la noción de intimidad proveniente de una cultura que ha confundido el amor con la autogratificación.

Ante todo, sepan que Dios los ha destinado al amor verdadero y plenamente humano que halla su centro, no en manipular a otros sino en compartir y florecer en comunión con el ser amado.


Nadie te menosprecie por tu poca edad; has de ser dechado de los fieles en el hablar, en el trato, en la caridad, en la fe y en la castidad.

1 Timoteo 4, 12


Muchos miembros de la sociedad han aceptado la falsa expectativa de que los jóvenes no pueden controlar sus deseos naturales y practicar la virtud de la intimidad casta. Esta creencia de que es poco práctico e incluso poco natural evitar la impureza y la complacencia en la fantasía pornográfica, es una mentira y está muy lejana del pensamiento de la Iglesia. La aceptación de esa mentira de inmadurez se convierte en la excusa para dejar de lado la vital importancia del fortalecimiento de las virtudes de la modestia y la castidad, que ocupan un lugar central en su futura felicidad.

El crecimiento de la intimidad que se encuentra en el centro de la experiencia de la juventud comienza en la familia. Ahí, en el misterio del amor y del sacrificio humano, ustedes comienzan a explorar la alegría de la intimidad y la confianza. En la sagrada comunidad de la familia, ustedes aprenden que su valor no depende de su utilidad ni de su éxito, sino del hecho de que a ustedes se les valora como personas irremplazables y sagradas. También en esta sagrada comunidad de la familia es donde se aprende y se practica por primera vez el perdón, que es un elemento central en nuestra lucha contra el pecado.

Recuerden siempre su importante función en la comunidad de su familia. Respeten la función que Dios les ha dado a sus padres de guiar su vida. Cooperen en sus esfuerzos por velar por su seguridad y guiar sus decisiones. Esto es sumamente importante en sus decisiones de usar varios medios de comunicación y de tomar parte en actividades de recreo. A medida que ustedes desarrollen un sentido sano de privacidad, no se dejen llevar equívocamente a aceptar el secreto. La privacidad es la comprensión sana y necesaria de que partes de su experiencia, es decir, sus pensamientos, sueños y aspiraciones, son singularmente propios y deben compartirse solamente cuando ustedes decidan hacerlo en intimidad. Sin embargo, el secreto es el enemigo de la intimidad y es un acto de violencia contra los vínculos de la familia. El secreto es el rechazo del amor.

Lancen una mirada a sus hermanos y hermanas y recuerden su responsabilidad hacia ellos. Si son mayores, anímenlos con elogios de su éxito. Recuérdenles que ustedes desean imitarlos en su virtud. Si son menores, ayúdenles con la experiencia que ustedes han adquirido de su propia lucha.


Estad siempre prontos a dar satisfacción a cualquiera que os pida razón de la esperanza en que vivís.

1 Pedro 3, 15


El crecimiento en la intimidad no termina con la familia. Para los jóvenes, la formación de los lazos de una amistad íntima marca el final de la niñez y el comienzo de la vida adulta. La formación de esas amistades ejerce un gran deseo de aceptación y pertenencia. A menudo descritas como «presión de los compañeros», estas expectativas de amistad no son solamente una fuente de la tentación de experimentar con un comportamiento destructor, sino también una oportunidad de compartir cosas de valor verdadero y perdurable. No cedan cuando se les pida que compartan imágenes impuras por un deseo de lograr esa aceptación. Rechacen el camino fácil de la conversación impura, el vestido inmodesto y el entretenimiento pornográfico. Estén listos a explicar a sus amigos por qué han optado ustedes por evitar este mal. Más bien ofrezcan el ejemplo del dominio de sí mismos. Así como la demostración de esa clase de dominio en el atletismo, la música y las actividades académicas es motivo de admiración natural de los compañeros, su demostración también en la pureza será motivo de admiración de los amigos que enfrentan incertidumbre y tentaciones de la misma clase.

Cualquier lucha humana, incluso la lucha por lograr pureza y modestia, viene acompañada de la posibilidad de fracaso.

A menudo se logra el dominio de sí mismo por medio del fracaso y de la persistencia en el triunfo. Ustedes no deben descorazonarse si sucumben a las tentaciones que les rodean. Sean persistentes en su meta y levántense con calma de su derrota temporal. Los jóvenes tienen gran afinidad por el Sacramento de la Penitencia. Por causa de su comprensión innata de la tragedia del fracaso, los jóvenes aspiran naturalmente a tener una forma de regresar al estado de gracia. Aprovechen esta oportunidad de reconciliación y participen regularmente en el Sacramento de la Penitencia.

Recuerden que Dios los ha creado para tener perfecta intimidad con Él. Su lucha contra el pecado, ya sea contra la pornografía o contra otras tentaciones de la vida, es en realidad su preparación para esta verdadera intimidad para la cual su Padre amoroso los ha creado. En cualquier vocación a la cual los invite el Señor, el éxito de su batalla contra la impureza contribuirá a la verdadera felicidad que se encuentra en la intimidad de esa llamada.

Tengan siempre la confianza de pedir ayuda en estas luchas al amado San José, el verdadero padre espiritual de todos nosotros.


Amantísimo padre San José, que cuidaste y protegiste al Niño Jesús mientras crecía en gracia y sabiduría, cuídame y cuida a mi familia y a mis amigos en nuestra lucha para llevar una vida de amor y amistad. Intercede para que pueda ser yo ejemplo de un verdadero discípulo de tu amado Hijo y para que todos mis pensamientos, palabras y obras sean motivo de inspiración para quienes amo. Que siempre aspire a ver en ti un ejemplo de la verdadera intimidad humana y a tratar a otros con respeto y cortesía, pensando siempre en el bien de los demás y no en el placer propio. Defiéndeme de las tentaciones de la impureza y permíteme servir de ejemplo de modestia y castidad. Guíame en mi peregrinaje para que pueda descubrir la vocación para la cual me ha creado Dios y en esa vocación descubrir la alegría que tu experimentaste en tu Sacratísima Familia. Amén.

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 Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo


Pornografía: Conclusión

Pornografía: Orientación para todos los cristianos

Procedan en todo sin murmuraciones ni discusiones: así serán irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación extraviada y pervertida, dentro de la cual ustedes brillan como haces de luz en el mundo.

Filipenses 2, 14-15

Los cristianos no deben sorprenderse de ser parte de una cultura que, de muchas formas, es contraria al Evangelio y rechaza la virtud cristiana. Eso mismo ocurrió en la época de San Pablo y, hasta cierto punto, ha sucedido en cada generación de creyentes.

Pero los cristianos de cada generación son llamados a vivir de conformidad con la verdad de Jesucristo y a mantenerse separados de los aspectos de la cultura que sean contrarios a esa verdad. Una forma muy eficaz que los creyentes pueden utilizar para combatir la plaga de la pornografía es dando testimonio de su vida.

La cultura está formada por los actos de elección de un pueblo libre. Es importante que escojamos objetivos que eleven la moral y afirmen la vida y contribuyan al bien común y al florecimiento de todas las personas. Dentro de sus capacidades, cada persona debe hacer todo lo posible por aportar formas de entretenimiento sanas y castas que todos puedan compartir. En los campos del arte, la literatura y la música, nunca debemos comprometer nuestra propia dignidad cristiana para adaptarnos a las expectativas de una cultura decadente.

Es preciso formar estrechos lazos de amistad cristiana con el fin de recibir apoyo mutuo y de afirmar nuestros principios. Cuando sea conveniente, usen esos vínculos de amistad para explorar y forjar la cultura a su alrededor. De hecho, en esos lazos de amistad y vínculos familiares se puede encontrar la auténtica intimidad humana.

Hoy en día los cristianos viven en una era sin precedentes en cuanto a la capacidad de comunicarse y de encontrar información. Por medio de la televisión, el cine, internet, los teléfonos inalámbricos…, nos encontramos con un volumen casi ilimitado de información al alcance de la mano en cualquier momento del día o de la noche.

Por desgracia, una gran cantidad de la información disponible en Internet es de naturaleza pornográfica. Para algunas personas ese acceso instantáneo a imágenes impuras es una tentación difícil de superar. No se debe justificar la presencia de una serpiente en la casa por los beneficios que pueda traer. Es preciso recordar nuestra obligación moral de no colocarnos a sabiendas ni deliberadamente en una ocasión de pecado. La inconveniencia de perder el acceso instantáneo a la información será superada con creces por la capacidad de vivir una vida íntegra y pura.

El crecimiento espiritual es imposible de lograr sin un reconocimiento sincero de la culpa y sin reconciliación. Todos los cristianos deben aprovechar la gracia del Sacramento de la Penitencia y hacer de este sacramento de misericordia la piedra angular de la lucha contra la pornografía.

Por último, nunca subestimen la eficacia de la oración cristiana. Recen por las víctimas de la pornografía para que su inapreciable dignidad humana pueda ser sanada y restituida. Ofrezcan actos concretos de penitencia por medio de obras espirituales y ayuno por las personas que manipulan a otras en este delito de la pornografía y que comparten la complicidad de su distribución. Por medio de estos actos de reparación, ofrezca un sacrificio aceptable y agradable ante los ojos de Dios.


Encomiende siempre a la Iglesia a la protección de San José

Oh glorioso san José, tú fuiste escogido para ser el padre putativo de Jesús, el castísimo esposo de María, siempre Virgen, y la cabeza de la Sagrada Familia. Has sido escogido también por el Vicario de Cristo como el Patrono celestial y el Protector de la Santa Iglesia fundada por Cristo. Protege al Sumo Pontífice y a todos los obispos y sacerdotes en comunión con él. Amado San José, sé mi padre, protector y guía en el camino de la salvación. Obtenme la pureza de corazón y el amor para fortalecer mi vida espiritual. Que siguiendo tu ejemplo, todos mis actos sean ofrecidos para mayor gloria de Dios, en unión con el Divino Corazón de Jesús, el Inmaculado Corazón de María y tu propio corazón de Padre. Por último, ruega para que pueda yo compartir la paz y el gozo de tu santa muerte. Amén.

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 Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo


Pornografía: Conclusión

Pornografía: Qué se puede hacer

Qué se puede hacer: una palabra para el sector público.

Las autoridades públicas tienen la responsabilidad de defender y ennoblecer las normas de las comunidades a las cuales sirven. La protección de una empresa delictiva multimillonaria que destruye la vida de las personas que aparecen en el material pornográfico y de los integrantes del público previsto bajo la excusa de la protección de la libertad de expresión, no es un servicio, sino un acto de complicidad. Las autoridades públicas deben trabajar incansablemente para promulgar y cumplir leyes que contribuyan a una cultura que respete la vida de todos los ciudadanos.

Esta empresa delictiva, conocida como la industria de la pornografía, es un delito contra las personas indefensas y carentes de apoyo a las cuales destruye, y es una afrenta contra un pueblo civilizado. La continua tolerancia de este veneno tóxico e insidioso que se esconde bajo el disfraz de libertad de expresión y libertad de conciencia contribuye a la degradación de nuestra cultura y a la victimización de nuestros propios niños.

Los ciudadanos libres tienen el derecho y la responsabilidad de formar una cultura que apoye la vida, la dignidad y la nobleza de cada persona. Los ciudadanos deben unirse para exigir leyes que impongan restricciones razonables en la presentación del cuerpo humano y de la intimidad humana.

Como quiera que la «mentalidad» pornográfica ha invadido incluso los principales medios de comunicación, con el resultado obvio de que lo que ahora se ofrece en la televisión se acerca cada vez más a lo que son contenidos pornográficos, los ciudadanos deben exigir que las autoridades públicas —cuyo servicio consiste en reglamentar dichos medios de comunicación— tomen medidas inmediatas y eficaces. Contrariamente a la afirmación hecha en la defensa presentada por algunos medios de comunicación al servicio de sus propios intereses, esas medidas no son censura, sino más bien la exigencia de que se acabe de una vez con la explotación de las personas y la degradación de la moralidad pública.

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 Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo


Pornografía: Conclusión

Pornografía: Falsos argumentos (IV)

Falso argumento: «La oposición cristiana a la pornografía proviene del odio del cuerpo expresado por los cristianos».

Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa el hombre, está fuera del cuerpo; pero el que fornica, contra su cuerpo peca. Por ventura, ¿no sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, que habita en vosotros, y el cual habéis recibido de Dios, y que ya no sois de vosotros, puesto que fuisteis comprados a gran precio? Glorificad a Dios y llevadle en vuestro cuerpo.

1 Corintios 6, 18-20


Los defensores de los derechos de la «libertad de expresión» de quienes practican la pornografía a menudo presentan la defensa de la pureza por parte de la Iglesia como algo puritano más que pastoral. Los defensores de esta empresa delictiva se presentan como defensores de un verdadero humanismo y señalan que las enseñanzas cristianas sobre castidad son «antihumanas». La Iglesia se presenta como una entidad que odia el cuerpo humano y, por lo tanto, que reacciona contra la naturaleza humana.

Esta mentira se ha enunciado tantas veces a lo largo de la historia de la Iglesia que muchos la aceptan como un elemento central del pensamiento cristiano. De hecho, la verdad es exactamente la contraria. La Iglesia siempre ha condenado la doble comprensión del espíritu como bueno y del cuerpo como malo. Dios creó todas las cosas, tanto el espíritu como la materia, y vio que su obra era buena (véase Gen 1). La resurrección del cuerpo es nuestra esperanza, y nuestro reconocimiento del cuerpo como parte integrante de la persona humana es la base de la castidad cristiana.

La Iglesia no plantea una oposición entre cuerpo y alma sino que señala la necesidad de integridad del cuerpo y del alma para que haya una totalidad verdadera, que afirme la vida. Lejos de denigrar el cuerpo humano y de tratar la sexualidad como algo malo, la Iglesia afirma la santidad del cuerpo. Por causa de esta santidad, el acto conyugal se reconoce como algo de carácter sacramental y sagrado que la Iglesia busca proteger.

Por otra parte, los partidarios de la pornografía defienden esa dicotomía entre el cuerpo y el alma. Cuando se considera el cuerpo como algo sin consecuencia para la persona, se tiene poco respeto por la forma en que se presenta. Se supone que el cuerpo es algo aparte de la persona y, por lo tanto, sin consecuencias duraderas.

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 Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo